El fin de la guerra estaba cerca. Athena se había liberado del jarrón en el que estaba encerrada. Ikki de Fénix y Seiya de Pegaso seguían en pie y dispuesto a defender a su diosa. El resto de los caballeros tampoco se rendía fácilmente, proporcionando a Seiya alguna de sus habilidades para enfrentar a Hades.
- Estas prácticamente derrotado, Hades – Decía Athena, buscando acabar el conflicto antes que Seiya e Ikki sufran las consecuencias.
- No seas insolente, ellos han osado levantar su mano en contra de un dios, simples mortales – Siseaba Hades – Y no contentos con eso, han cometido un pecado al pisar con sus sucios cuerpos un lugar sagrado.
- No te equivoques, ellos actuaron bajo mis órdenes – Athena presentía por donde iba Hades, si, sus caballeros le habían herido, pero lo hicieron siguiendo sus órdenes, no por voluntad propia.
- Athena, me decepcionas. Bien sabes que atacar a un dios es pecado. – Dijo Hades, al tiempo que encendía su cosmo, alterando el ambiente y generando una gran presión atmosférica sobre los cuerpos de los caballeros de bronce – Tú tienes el poder de defenderte y sin embargo los usas a ellos.
Athena, no pudo responder. Encendió su cosmo para proteger a sus caballeros sobrevivientes. Hades desenfundó su espada y la blandió para herir a Athena. Haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban, Seiya se interpuso entre ambos dioses. Athena vio su acción y levantó una barrera que los protegió a ambos. Con el movimiento, Seiya perdió el rosario que le Shaka le entregara en el santuario.
- Pero ¿qué es esto? – Hades, mociono hacia el objeto que levitó hasta las manos del dios – Interesante… así que esto fue –
Concentrando todo su cosmos, deshizo las cuentas, liberando las almas de los espectros. Los 5 caballeros de bronce sintieron como en cada rincón del inframundo y del santuario revivían los 108 espectros de Hades.
Ikki se enfureció, todo el esfuerzo de aquellos a quienes admiraba fueron por nada. Shun, Hyoga y Shiryu se habían repuesto de los ataques recibidos y vieron como las cuentas se disolvían una a una, para poco tiempo después sentir el cosmos de cada espectro reviviendo.
- Y ahora, ¿qué harás? – Hades se sonrió, mientras a su espalda aparecían dos cosmos que poco a poco tomaban forma humana.
Athena tembló, estaban perdidos. Pensó en los sobrevivientes del santuario; Marín, Shaina, Kiki y el resto de los caballeros de bronce no podrían sobrevivir al ataque de los espectros que acababan de despertar.
- Ahora sí, es tiempo de que los humanos sean purificados y la tierra regrese a ser el paraíso que los dioses deseamos – La voz de Hades retumbó en los campos Elíseos mientras los dioses detrás de él iban concentrando su cosmos, el Armagedón había dado inicio.
- No, Hades ¡te lo suplico! – Athena se arrodillo ante Hades para sorpresa de todos los presentes – Los humanos no tienen la culpa, dales una oportunidad
Hades sonreía de medio lado, sintiendo como los cosmos de Hypnos y Thanatos llegaban a su límite, solo esperaban la señal de Hades para iniciar con la destrucción de los seres humanos.
- No cambiarán, Athena. Muchos han sido los que lo han intentado. Dioses aún más antiguos que nosotros lo intentaron enviando representantes a vivir entre ellos. Y sin ningún miramiento los humanos los mataron – La mirada de Hades se ensombreció y para sorpresa de todos vieron como sus ojos se enrojecían y algunas lágrimas comenzaban a formarse. – Hypnos, Thanatos…
- ¡No!
El grito tomó a todos por sorpresa. Giraron para ver a aquel que interrumpió a Hades.
Un chico escuálido, que a Hades no se le ocurriría pensar que fuera caballero de Athena se adelantó a todos. Posó su rodilla derecha en el suelo y con la cabeza baja habló.
- Hades, sé que tiene razón, que los humanos hemos destrozado nuestro hermoso planeta, que hay envidias e hipocresía en cada corazón. No hay castigo suficiente para pagar por los crímenes que hemos cometido – Hades sonreía, mientras veía al chico arrodillado, los chicos estaban pasmados, escuchando lo que Shun decía. – Pero, solo somos humanos. Carecemos de la perfección de los dioses. Por favor, perdónelos… perdónenos – Al decir lo último, la voz de Shun se quebró.
Hades cambió su semblante, levanto la vista para enfrentar a Athena.
- ¿Es éste uno de tus caballeros? – Preguntó con sorna a Athena.
- Si, es uno de los caballeros más poderosos de la orden de Athena.
Hades volvió a mirar al chiquillo a sus pies. Soltó una carcajada que descoloco a los dioses del sueño y la muerte bondadosa. Los caballeros de bronce también se miraban confundidos.
- O bien eres una mentirosa cínica, o bien no tienes buen ojo para escoger caballeros – Dijo Hades mientras observaba divertido al niño.
- ¡Soy un caballero de Athena! ¡Soy Shun de Andrómeda! – Sentenció el niño poniéndose de pie y encarando a Hades, quien al ver la reacción del muchacho se puso serio y observó detenidamente a Shun - Y si me considera tan poca cosa, ¿Por qué decidió que yo sería un buen representante suyo?
Hades lo vio de reojo, analizando al niño. Sintió su cosmo, realmente poderoso para un joven tan pequeño en cuerpo y edad. Usando sus poderes, vio su alma, era pura, el alma más pura de esta era estaba frente a él. Aquella alma que lo desafió y se negó a ser subyugada y usada para servir a Hades. Vio su cuerpo, delgado, demasiado delgado para un guerrero, poco musculoso y para colmo, el más bajo de los 5 muchachos que ahí se encontraban. En definitiva un chiste decir que era uno de los santos más poderosos.
Sin embargo había algo que le llamaba la atención. Era un niño, y poseía una sensualidad en desarrollo. Le recordaba a Eros, incluso un poco a Narciso. Le empezó a dar curiosidad ver su cuerpo desnudo, ver cómo era ese cuerpo adolescente que, al juzgar por la voz del muchacho, aún no se desarrollaba del todo.
Hades se cruzó de brazos, encendió su cosmos y al momento Hypnos y Thanatos desaparecieron. Athena sintió cómo los espectros que se encontraban en el santuario se alejaban de Grecia. Los hermanos no pudieron evitar ponerse en guardia.
- Bien jovencito, ¿hay algo más que desees agregar a tu discurso?
- Acudo a su buen nombre, sé que es un dios misericordioso, por favor, comprenda que los humanos somos imperfectos y nos equivocamos – Shun bajó la mirada. Se dejó caer sobre sus rodillas – Por favor – Dijo apenas en un susurro.
Ikki veía a Shun y decidió imitarlo, así los otros santos también se arrodillaron ante el dios. Athena los miró con pena, Shun estaba haciendo lo que ella debería. Y supo en ese momento cuál era el plan de Shun, así que intentó adelantársele.
- Hades, si para salvar a la humanidad debo entregar mis poderes a tu servicio, lo haré
Hades volteó su mirada a Athena, le sonrió, y volvió a ver al chico.
- Athena, tu eres una diosa – Hades caminó hacia Athena, circundándola con su andar, admirando el cuerpo de la diosa, mientras ella apretaba a Nike, pues empezaba a entender las intenciones del dios – Aunque tu propuesta es bastante atractiva, debo rechazarla. No quiero provocar la ira de Zeus -Hades se acercó a Shun – Aunque, un representante tuyo también podría ser – Tomó la barbilla de Shun y levantó el rostro suavemente.
- ¡No te atrevas siquiera a tocarlo¡ - El aire alrededor del grupo comenzó a alterarse cuando Ikki levantó su cosmo, al igual que Hyoga.
Hades soltó a Shun. Hyoga e Ikky calmaron sus cosmos apenas un poco, seguían con su mirada los movimientos del dios.
- Si, sería una gran ofrenda. Athena, – se acercó a Athena quien veía a Shun, a través de su cosmo entendió – decide, tu caballero de Andrómeda, o el Armagedón iniciará.
Shun vio a Athena y le sonrió, sus ojos estaban tristes pero decididos. Athena volteó a ver a los otros cuatro chicos, Ikki le veía con odio, Hyoga con miedo y resignación, Shiryu tenía la mirada esquiva y Seiya murmuraba quedo “no”. Athena sonrió.
- Te pido perdones a los humanos por sus pecados, para ello, te ofrezco a mi caballero, Shun de Andrómeda. Haz con él según tus deseos.
- Aceptó tu ofrenda, Athena –
- Shun de Andrómeda, te ordeno seguir la voluntad de Hades y de este momento en adelante, dejas de pertenecer a los santos de Athena.
Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de Shun, al poco su cosmo estalló y las partes de armadura que aún lo cubrían desaparecieron mientras se iluminaban con el cosmo de Athena, una brisa comenzó a soplar, levantando pétalos y hojas, las cuales envolvieron a Shun. Ikki intentó tocar a su hermano, sin conseguirlo, no podía moverse. Los gritos de Seiya y Hyoga y el llanto ahogado de Shiryu se escuchaban por los Campos Elíseos, el cosmo de Athena se encendió envolviendo a los cuatro jóvenes y enviándolos al santuario. Mientras sus ojos dejaban caer las lágrimas. Una última sonrisa de Hades fue lo que vio, antes de regresar a su templo en Grecia.