Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Yo nunca... por Altair

[Reviews - 31]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Bueno! Otro fic de Tiger and Bunny. La inspiración me vino cuando estaba jugando precisamente a lo que juegan los Héroes en el fic xD El "Yo nunca..."

Para quien no sepa de qué va, todos los participantes se ponen en círculo y por orden, van diciendo "Yo nunca hice algo", siendo ese algo cualquier cosa, no hay límites ni restricciones. Puedes decir "Yo nunca llegué borracho a casa" o "Yo nunca me he enamorado de alguien de los aquí presentes", cualquier cosa vale.

Y después de escucharlo, los demás, si lo hicieron, deben hacer algo, que bien puede ser silvar, meterse un dedo en la boca, beber algo... Para confesar. Aquí depende de los jugadores decidir qué se hace. Nosotros normalmente jugamos metiendo un dedo en la boca, pero para el fic me pareció mejor que tomaran licor.

Mis amigos y yo jugamos a esto muchas veces. Pasas un poco de mal rato al principio si eres vergonzoso con tus cosas privadas, pero luego te lo pasas muy bien. Y como todo el mundo suelta confesiones, pues no te preocupa tanto confesar algún que otro secretillo.

Notas del capitulo:

Una cosilla más, estará narrado desde ambos puntos de vista, empezando por Bunny.

Barnaby POV

Yo nunca... Ese juego en el que una persona dice "Yo nunca he hecho tal cosa" y si los demás sí lo han hecho, tienen que tomar un trago de licor. Bueno, esa era nuestra versión, para "darle emoción", como había dicho Antonio. No sé cuando acepté, pero acabé en mi propia casa sentado en el suelo con un vaso de vodka delante de mí, en un círculo que todos los héroes habían formado. Solo Kotetsu y Pao Lin habían estado antes dentro, pero fue porque el viejo insistió que acabamos todos aquí. Y como todos se apuntaron, no pude negarme a dejarlos entrar.

Hacía casi un año que Kotetsu y yo nos habíamos retirado del negocio de los héroes, y ahora estábamos viviendo una época tranquila. Casi había llegado la Navidad. Él regresó a su casa en Oriental Town por un tiempo, pero luego volvió a Sternbild, a su viejo apartamento. No sé por qué lo hizo. Todo lo que dijo fue que aquí tenía toda su vida ya hecha, y que pensaba traerse a Kaede a vivir con él en la ciudad. Además quería buscar otro trabajo; le aburría estar sin nada que hacer. Habíamos quedado con los héroes porque hacía ya algún tiempo que no los veíamos. Y alguien sugirió jugar a esta tontería.

Empezaba Iván. Su vaso no contenía solo licor; todavía era joven, así que le habían echado solo un culín de bebida y el resto, de zumo de piña. Lo mismo para Karina y Pao Lin. Esta noche no nos íbamos a preocupar por la Ley, bastante habíamos hecho ya. No encontraba esto muy adecuado, pero bueno, por un día no creo que pase nada. Además, todos hicimos algo así de jóvenes, ¿no? En fin, que al ninja no se le ocurría nada. Ya estaban empezando a desesperarse. "¡Pero di cualquier cosa!" ya se escuchaba. El ruso solo asintió y, algo tímido, dijo:

-Yo nunca… he besado a otra persona.

Empezó bebiendo Kotetsu, junto a Antonio, Keith y Nathan. Luego, Pao Lin, dudando, bebió también. Yo también bebí. Los únicos que quedaban eran el propio Iván y Karina. Ambos se sonrojaron.

-¿Qué? –bufó Karina sintiendo nuestras miradas-. Estoy esperando a alguien especial –miró de reojo a Kotetsu, yo lo noté. Espero que no fuera muy obvia mi mirada molesta hacia ella. Debía aprender a relajarme y no reaccionar así-.
-¡Aww, di que sí, cariño! –gritó Nathan-. No os preocupéis, algún día os llegará el amor~.

En el siguiente turno le tocó a Keith.

-Yo nunca me he quedado dormido en el trabajo –y bebió-.
-Pero… Keith… ¿cómo se va a quedar dormido persiguiendo criminales? –preguntó el siempre callado Iván, que por la sorpresa había dicho eso casi sin darse cuenta, en un impulso. Y yo también me lo preguntaba. Dormirse mientras estás ejerciendo de héroe es... rotundamente imposible-.
-Bueno, durante una ronda nocturna, yo… –se rascó la nuca y rió tímidamente-.

Y así se pasó la noche. Ya habíamos dicho todos la famosa frase varias veces, y algunos de nosotros ya íbamos algo tocados por la bebida, que parecía no acabarse. Y sí, yo entre ellos. No acostumbraba a beber, y el licor se me subía bastante pronto. Seguro que estaba algo colorado, y ahora mismo ya respondía a provocaciones tontas y no me preocupaba tanto por afirmar algunas cuestiones un tanto íntimas que empezaban a salir.

-Yo nunca he estado enamorada de alguien de aquí –soltó Karina como una bomba mientras se ruborizaba y bebía-.

Y bebí. No me importó. O más bien, en ese momento no le daba mucha importancia a lo que pudieran pensar los demás. A estas alturas seguro que ya te imaginas cual es este secreto que porto. Pero si no es el caso, paciencia, lo descubrirás más adelante.

El siguiente ahora, Nathan. No habíamos hablado mucho aparte de sus acosos, pero veía que tenía una expresión pícara, y presentía que iba a soltar algo gordo y vergonzoso para animar la fiesta.

-Hmm… Veamos… Yo nunca he mantenido “contactos” con personas del mismo sexo –y le guiñó el ojo a Antonio, que respingó-.

Todos se miraron entre sorprendidos y confusos, como sin saber a qué vino esa frase. Parecía que nadie más iba a beber aparte del que lo dijo, y entonces… yo bebí. Demonios, ¿en qué clase de juego me había metido? Y no valía mentir, porque como te descubrieran te hacían algo mucho peor que confesar cualquier secreto... Pero eso mejor lo dejamos para otro día. Estaba bebiendo del vaso; notaba la fuerza del vodka quemándome la garganta por enésima vez y las miradas desconcertadas de los demás. Ya no me importaba. ¡Qué demonios! Se supone que son mis amigos. O ex-compañeros. O algo. Bueno, que no creo que le den mayor importancia. Al fin y al cabo, Nathan sigue entre nosotros. Y por cierto, su expresión fue la de mayor sorpresa de todas.

-¡Ahh, Handsome es de la otra acera! –Nathan se tiró encima de mí y me abrazó-. ¡No lo esperaba! Aunque claro, un chico tan guapo como tú, que se cuida tanto...
-Ya, para –le supliqué-.
-Vaya, vaya, así que a mi Bunny le van esas cosas… –sonrió Kotetsu, que estaba a mi lado-.
- …

No supe qué contestarle. Él entendió, y solo me puso su mano en el hombro como gesto de apoyo y comprensión.

-No te preocupes. Si necesitas ayuda o desahogarte o algo, aquí me tienes, compañero.
-Gracias…
-Luego en privado, si quieres, podemos hablar –asentí-.

Aunque tampoco es como si pudiese ayudarme… Ya lo había asumido, el viejo nunca podría complacerme. Ya me había acostumbrado a verlo todos los días igual, con esa sonrisa iluminadora y su espíritu sobreprotector con los suyos. Pero de lejos. No quería que mi cerebro me jugase una mala pasada y él se acabase enterando de todo. Quizás por eso parecía que no confiaba en él. No era eso, es que no quería depender de él, porque algún día podría meter la pata.

-¡¿Eeeh?! ¡No! ¡Handsome, si tienes algo que contar, hazlo aquí! –Nathan me volvió a abrazar y prácticamente me estaba chillando en el oído de la emoción-.
-¡De eso nada! –grité-. Bastante hice con beber antes –me crucé de brazos-.

Nathan por fin se separó de mí y volvió a su sitio, algo desilusionado. El resto seguía mirándome como si no terminaran de creérselo.

-O sea, que Barnaby es… ¿gay? –mi corazón latió fuerte cuando Keith lo preguntó-.
-¿No quedó claro ya? –igual fui un poco borde, pero si no le respondía así dejaría ver el ligero miedo que estaba sintiendo en esos momentos-.
-¿Alguien más quiere salir del armario hoy~? –preguntó divertido el héroe de fuego-.

Nathan miró con poco disimulo a Antonio, que solo se sonrojó y miró hacia otro lado. Yo, mientras, miraba con algo más de cuidado a Kotetsu. Suspiré, claro que no. Los héroes empezaron a hablar entre ellos.

-Barnaby –Keith había gritado mi nombre entre el pequeño bullicio que se había montado. Me giré hacia él-. ¿Quién fue aquel con el que tuviste “contacto”? Eh... si no te importa, por supuesto –preguntó curioso. Era sin malicia, claro, era la persona más correcta y amable del grupo, pero tampoco les iba a contar todo-.
-Eso es información clasificada.
-Oh, venga… –suplicó Karina. Desde luego que era cotilla-.
-Jaja, Bunny, no te van a dejar ir hasta que se lo digas –rió el viejo-. Pero yo también quiero saberlo.
-Kotetsu, ya te dije que hablábamos luego.
-¿Eh? ¿A Kotetsu sí?

Y así siguieron por minutos, suplicando que por favor se lo contara todo, con pelos y señales. ¡Pero qué morro! A estas alturas y con tremenda noticia, habíamos dejado de jugar a esa tontería, y los jóvenes del grupo ya tenían intención de irse. Ellos todavía estudiaban. Los mayores nos quedamos bebiendo un poco más, pero Nathan enseguida se fue, antes de llegar a la segunda copa, forzando a Antonio a irse con él… Dios sabe como. El caso es que se fueron juntos y que seguro que el de pelo rosa le haría pasar un momento incómodo. Otra vez. Keith salió también, dijo que iba a dar una patrulla nocturna rápida y que se iba a dormir. No era muy amigo de eso de trasnochar. Así que nos quedamos solos Kotetsu y yo. Que por cierto, había desaparecido… ¿Dónde estaba?

-Oi Bunny, tienes unos licores muy interesantes.

Kotetsu entró entonces en la sala. Había abierto el mueble bar que había escondido en algún punto de la casa, y se había traído una botella de champán que guardaba para ocasiones especiales.

-Oye, eso lo estaba guardando para un día especial.
-¿Y hoy no lo es?
-¿Eh?
-Tu salida del armario –rió-. Anda, venga. Si sigues esperando no lo vas a probar nunca –mente sucia, me juegas malas pasadas-. Además, tu cumpleaños fue hace un par de meses. No nos dejaste celebrarlo, así que otro motivo más para hacerlo aquí y ahora –otra vez… pensamientos sucios-. Ven aquí, ¿te apetece hablar? –interrogó mientras descorchaba la botella y se sentaba en el sofá-.
- … Sí.
-Umh, primero… ¿dónde están los vasos? No los encontré.
-Ah, yo voy a por ellos.

Hacía mucho tiempo que no me quedaba completamente a solas con él. Y ahora íbamos a beber. Suspiré buscando un par de copas en la cocina, tranquilizándome. En el peor de los casos, siempre podría echarle la culpa al alcohol… ¡Pero bueno! Hablo como si algo fuese a pasar hoy. No creo que pase nada. Va, ya está, tranquilízate. Se tomará un par de copas y luego cogerá un taxi y se irá a casa. Y yo me iré a dormir y todos tan felices.

Por cierto, ¿había dicho algo de mi cumpleaños antes o era impresión mía? Estaba distraído con mis pensamientos. Espero que no se le haya ocurrido comprarme algo. La última vez se lució.

En fin, allá vamos. Ahora querrá saber qué me pasó para salir así. Bueno, yo también quiero contárselo. Es mi amigo, y también quiero desahogarme. En la sala, arrastré una pequeña mesita hasta delante del sofá y puse las dos copas en ella. Kotetsu sirvió el champán. Brindamos y tomamos el líquido de una sola vez. El vodka me sabía mejor, pero no aguantaría otro trago; el champán era mucho más suave. Y otra copa entró como si nada. Necesitaría eso para poder contárselo todo.

-Ehm… –no sabía como empezar- yo… no recuerdo exactamente en qué momento supe con certeza que era… bueno… gay –a pesar de ser la persona en la que más confiaba, me costaba mucho hablar de esto delante de él-. Fue cuando tenía 16. Entre principios de verano y otoño. Pero hubo un digamos… desencadenante. De ese día sí me acuerdo bien.
-¿Y cómo tanto tiempo? –solo me miraba curioso dando de vez en cuando sorbos pequeños al champán-.
-Ah, lleva tiempo aceptarlo, ¿sabes? Incluso hay gente que tarda años.
-Debiste de pasarlo mal, más aún tan joven.
-Sí, bastante. Es duro. Primero tienes que aceptarte a ti mismo, y eso no es fácil cuando eres un saco de hormonas con patas.
-Pero sigue. ¿Cómo pasó?
-Pues el año anterior había entrado a la Academia de Héroes por recomendación de Maverick –pronunciar ese nombre todavía me traía recuerdos dolorosos. Ya había pasado casi un año, pero dolía como el mismo día en el que descubrimos todo- y por lo visto, a un chico le caí bien o algo. Siempre intentaba estar conmigo. Y no me desagradaba, pero ya sabes que no me gusta estar con personas que no conozco. De alguna manera, acabó siendo mi mejor amigo allí. Y era bastante guapo… –a pesar de haberlo pensado tantas veces, esa expresión me sonó rara en cuanto la dije. Era la primera vez que decía que un chico era guapo delante de otra persona. Supongo que a partir de ahora tendré que acostumbrarme a eso-. El último día de clases organizaron una cena y luego salimos por ahí. Ese día él bebió demasiado. Me llevó al baño de la discoteca y… me besó. Así sin más.

Kotetsu no decía una palabra. Estaba escuchando todo lo que yo le contaba con la boca abierta y una mirada atenta, como si estuviera viendo una telenovela y no quisiera perderse detalle. Cuando mencioné lo último soltó una especie de grito o gemido, no sé qué fue, de sorpresa.

-¿Y tú le dejaste?
-Bueno, yo tampoco iba muy decente a esas horas –reí al recordar la situación-. Al principio me pilló por sorpresa y no reaccioné, pero… como decirlo… era agradable. Pensaba que besar a un chico sería asqueroso y eso, pero me sorprendió que se sintiera así de bien. Y le seguí el juego.
-Llegasteis a… –no hizo falta que siguiera para entenderlo-.
-No, no. Solo nos besamos. Al día siguiente quedamos para hablar de lo que había pasado. Me pidió perdón por lo que hizo, que iba medio borracho, pero que de verdad le gustaba. ¡No me lo creía! Dijo que se había enamorado de mí a primera vista.
-¿Y qué le dijiste?
-Lo que sentía en ese momento. Que había sido agradable, pero que nunca antes había besado a otro chico y que tenía muchas dudas.
-Entiendo.

No sé en que momento pasó, pero hablar de esto se estaba haciendo mucho más fácil ahora. Parece que el viejo se lo tomó como algo natural. Eso me deja más tranquilo; siento que puedo hablar con total libertad de lo que pasó, incluyendo los detalles.

-Me dijo que lo comprendía y me iba a dejar pensar en ello, pero que de verdad sería muy feliz si decidía salir con él. Y me pasé el verano entero pensando en ello.
-¿Todo el verano?
-Todo.
-¿Cada día?
-Cada día.
-¿Y no te aburrías?
-¿Qué? –¿Aburrirse? ¿En qué demonios estaba pensando el viejo?-. No es como si me aburriera o no. Es solo que no lo entendía, por qué tan de repente este cambio. Después de ese beso y de pensarlo bien veía a los demás chicos de otra manera. Incluso vi… ehm… porno entre mujeres y entre hombres –noté como mis mejillas se encendían-. Para asegurarme. Y al final me di cuenta de que sí, me gustaban los hombres. Pero no sé decirte el día exacto, fue algo que fui aceptando poco a poco. Y ya en otoño, cuando empezaron las clases, le dije que me había decidido y eso.
-¿Y saliste con él?
-Sí –sonreí sin darme cuenta-. Fue bonito, pero ahora ya se acabó.

Kotetsu estaba sorprendido, sin duda. Supongo que no se esperaba una historia así del chico asocial. Yo antes no era tan arisco. Lo había pasado mal por la muerte de mis padres y no era muy sociable, pero eso con los años empeoró. Fueron muchas pequeñas cosas. Cuanto más pensaba en ellas, más ganas tenía de recluirme de la sociedad. Y así acabé, como el chico que no confiaba en nadie. Pero eso ya cambió hace algún tiempo…

Seguimos bebiendo mientras Kotetsu me hacía preguntas. Tengo unos recuerdos muy vagos a partir de ahí. Lo único que recuerdo con claridad es que hubo algunas cuestiones muy subidas de tono.



Solo me dolía la cabeza. La claridad que estaba entrando por la ventana me estaba matando. No había echado las cortinas. Me giré despacio para que no me diera directamente en la cara, y fue entonces cuando noté algo que me hacía cosquillas en la nariz. ¿Pelo? Abrí los ojos de par en par. Sí, pelo. Pelo castaño. Me levanté y retiré la manta. Me helé. Entre un mundo de formas borrosas, discerní su inimitable figura. Él estaba allí, dormido y con el torso descubierto. Un nudo se formó en mi estómago de golpe. Con cuidado busqué mis gafas; estaban encima de la mesilla. Y me las puse. Su cabello estaba alborotado, y su cara era todo un poema. Tenía ojeras y una expresión de no encontrarse demasiado bien. Seguí bajando… Tenía miedo y retiré la manta por completo. Pero respiré. Al menos de cintura para abajo estaba vestido. Solo con calzoncillos, pero algo es algo. Y me di cuenta de que no sabía ni siquiera como estaba yo. Pues igual que él, en calzoncillos, pero yo tenía mi camiseta negra puesta. Eso me tranquilizó, aunque no eliminaba del todo las posibilidades de que hubiera pasado algo. Kotetsu tembló por el frío y poco a poco abrió los ojos.

-Brr… Frío…
-Kotetsu… –le llamé con un hilo de voz; él me miró y se sorprendió-.
-Bunny, ¿qué haces así?
-¿Así cómo?
-Pues así, medio desnudo –me ruboricé-.
-Lo mismo te pregunto yo a ti. ¿Qué pasó ayer? –dije algo preocupado-.
-Oh… –susurró al descubrirse él también prácticamente desnudo-. No sé… Lo último que recuerdo es que estábamos hablando en la sala.
-¿C-crees que…? –comencé, decaído y asustado. Tenía miedo de sugerir esa opción, pero no me quedaría tranquilo si no se lo preguntaba-.
-No. No creo. Sé que no harías algo que no quiero. Confío en ti, ¿sabes? –sonrió-.

Algo que no quería… Ahí ya había dejado muy claro que no quería nada conmigo. Asentí, dolido.

-Sí… No sé ni por qué se me pasó por la cabeza que tú y yo… –sacudí la cabeza levemente, como queriendo apartar de mí esos pensamientos-. Bueno, supongo que sería lo que se cabría esperar de alguien como yo, ¿verdad? –me sentía fatal solo de pensar que podría haber perdido la cordura y haberle hecho algo contra su voluntad-.
-¿Qué dices?
-Nosotros tenemos esta fama… Supongo que por algo será –me giré y miré por la ventana, pero sin centrarme en nada en concreto al otro lado-. No creo que debas seguir aquí así por mucho tiempo –dije tajante-.
-Bunny… –su tono sonaba preocupado-. Escucha, no me importa qué pasó o qué no pasó, ni que tú seas gay. Eres mi amigo, ¿vale? No hables así de ti mismo, sé que no eres ese tipo de persona –en la pausa que hizo a continuación mis ojos se humedecieron. No merezco su amistad, el viejo es demasiado bueno-. Y no pienso irme. Hoy no tengo nada que hacer y todavía tengo sueño –bostezó-. Auch, me duele la cabeza… –se quejó tumbándose en cama y tapándose de nuevo-.
- … Lo siento –le pedí perdón sentándome en la cama de espaldas a él-. Estoy pasando por un momento difícil… –sí, a veces lo pasaba mal al pensar en los problemas que podría sufrir por mi orientación. Y uno de ellos era precisamente éste, que por ser gay los demás pensaran que me tiraría a cuanto hombre estuviera disponible. No es así, para nada. El único que me interesa es él-. A veces me da miedo que crean que solo pienso en acostarme con el primero que se me cruce…
-Hey, no te tortures. Ya sé que no es verdad.

Guardé silencio mientras se acurrucaba de nuevo para volver a quedarse dormido. De verdad no le importaba quedarse a dormir medio desnudo en la misma cama. Confiaba en mí, y yo pensando en esas cosas… Me odio a mí mismo por haber pensado si quiera en tocarlo. Él era el tipo de persona que seguía fiel aún después de que los demás desaparecieran de su lado. Seguro que pensaría que salir con alguien sería algún tipo de infidelidad a su difunta esposa. Totalmente anticuado. Pero… tengo que respetarlo. Al fin y al cabo, él me respeta a mí.

Noté una incomodidad en mis orejas. Algo no se sentía como siempre. Llevé una mano a la derecha, tocando en el proceso la patilla de las gafas, que se tambalearon. Retiré las gafas y observé que estaban torcidas.

-¿Y esto…?

En fin, no es el mayor problema. Tengo más de esas en el cajón de mi mesilla. ¿Para qué tantas, os preguntaréis? Nada en especial. Son las que me quedaron de cuando todavía era un héroe. Teniendo en cuenta mi trabajo, es de pensar que pudiera perderlas o estropearlas a menudo. Me preguntó qué habrá sucedido anoche para que se estropearan de esta manera. Dejé las gafas torcidas encima de la mesa con cuidado y me tumbé junto a Kotetsu. Más tarde ya intentaría pensar en lo que pasó.

Notas finales:

Espero que os haya gustado. La siguiente parte la narra Kotetsu. c:

Eso sí, tardaré en actualizar. Exámenes.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).