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El ciclo del amor por Necoco_love2

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Notas del fanfic:

Ésta es una idea que me llegó repentinamente hace unos días, mientras pensaba en las muchas cosas que tenía por escribir  y las cuales, por una u otra razón, hasta la fecha no he hecho.


 

Notas del capitulo:

Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Masashi Kishimoto. 

«No te hagas muchas ilusiones»

 

Los rosados pétalos de los árboles de cerezo caían sobre la ciudad a 5 centímetros por segundo, la velocidad promedio en la que estaba calculada que caían. El invierno había acabado y con la llegada de la primavera habían florecido los cerezos, lo que daba como resultado un espectáculo hermoso de pétalos cayendo en espiral cuando el viento soplaba con suavidad por los parques y jardines de la ciudad. El sol brillaba en lo alto, y el cielo, despejado, se hallaba encantadoramente azul, como si se tratara de un pacífico océano en las alturas.

 

El suave viento de primavera olía a flores dulces, acarreando consigo también el perfume tan típico de la ciudad en la que residía. De lejos, escuchaba el piar de algunos pájaros, pero su canto se ahogaba con el sonido del tráfico varias calles más adelante. Entonces esbozó una sonrisa sincera, pensando que su madre habría disfrutado mucho de aquella hermosa vista, habría querido salir de picnic y su padre, encantado de complacer a su madre, le habría dicho que sí. Juntos habrían pasado un estupendo domingo familiar, sin que Naruto pensara en la tarea que tenía que entregar el lunes a primera hora.

 

Pero la sonrisa se borró de su rostro tan pronto hizo aparición, porque lamentablemente sus padres no habían vivido lo suficiente como para presenciar la primavera de ese año, ni del anterior, ni del anterior a ese.

 

Ojalá estuvieran ahí, para enorgullecerse del muchacho en que se había convertido su hijo.

 

Naruto se bajó del alféizar de una ventana que no pertenecía a su casa. Alzó los brazos, perezoso, y se llevó al final las manos al pecho desnudo, sintiendo el suave latir de su corazón, pausado y acompasado, que se esmeraba en su función como si tuviera firmes motivos para seguir luchando, seguir latiendo, seguir viviendo. La idea que fugaz cruzó su mente le avergonzó, pero decidió que algo tan puro como lo que sentía dentro de su pecho no merecía ser reprimido como si se tratara de un monstruo que atacaría en la media noche a la persona que tuviera más cerca.

 

No se percató, ni siquiera porque el contrario no se escondía, que alguien había estado observándolo todo ese tiempo, examinando cada uno de sus gestos y movimientos para  poder leer sus pensamientos sin que el rubio lo notara. El rubio dejó escapar un suspiro que fue interrumpido por un zapato que lo golpeó en la nuca, consiguiendo que se girara para ver quién había sido el desgraciado que lo había osado golpear.

 

—No andes por mi casa semidesnudo—le reprochó el contrario.

 

El de ojos azules rodó los ojos, pensando en que su amigo ya estaba listo para intentar amargarle la existencia con alguno de sus comentarios.

 

—Cállate, Sasuke, yo ando por tu casa como quiero. Además, no sé de qué te quejas, no es como si fuera la primera vez que me miras sin camisa.

 

Oh, y no lo era. Sasuke dejó pasar el comentario sin ni una réplica, sabiendo que su molesto amigo tenía más razón de la que él iba a darle. No es que le gustara reconocerlo abiertamente, pero conocía a Naruto más de lo que el rubio mismo se conocía. Conocía cada detalle de su cuerpo, cada símil expresión de su rostro, cada idiota pensamiento que rondaba su mente rebelde, cada mechón de su cabello alborotado, cada mirada sagaz de sus orbes azules como el cielo, cada rincón de su ser.

 

Más que amigo, Naruto era el único ser vivo al que le permitía pulular a su alrededor sin amenazar con matarlo—o por lo menos no en serio—. Más que un buen amigo, Naruto también solía fungir en ocasiones como un pasional amante que se removía entre las sábanas de la cama de su habitación con la proeza con la que Sasuke nunca le reconocería.

 

—Oye… ¿Dónde está Itachi?

 

La pregunta tergiversó los pensamientos de Sasuke, porque estaba seguro que la pregunta, dicha con la intención de sonar casual, no lo era en absoluto. Si Naruto creía que podía hacerlo idiota, estaba muy lejos de saber que a un Uchiha tan patéticamente no se le puede engañar. El de ojos ónice rechistó y le lanzó al rubio una camisa blanca, girándose en redondo para volver a su habitación, decidido a no tener esa conversación que se había vuelto el pan de cada uno de sus días desde que Itachi había vuelto de Londres casi sin avisar.

 

«Porque no va a mirarte»

 

—Sasuke, ¡te estoy hablando!

 

El aludido se detuvo en el marco de la puerta de su habitación, con el ceño fruncido y con cara de pocos amigos. Se giró hasta Naruto y le dedicó una mueca de desagrado, haciéndole notar que el tema de Itachi lo tenía hasta las gónadas de escucharlo todo el tiempo.

 

—No soy su ridícula secretaria para saber en dónde está—gruñó de mal humor.

 

—Joder contigo, Sasuke. ¿Por qué cada vez que lo menciono te molestas?

 

¿Sí, por qué, Sasuke? Se preguntó a sí mismo. Él era lo bastante inteligente para comprenderlo, pero estaba seguro de que Naruto era lo suficientemente ingenuo para creer en cosas que no estaban ahí. Así como creía en el cielo, en las hadas y demás estupideces de las que él no estaba convencido, Naruto creía en el amor verdadero a primera vista, convencido neciamente de que él no lo entendía porque, ¿qué iba a saber un ente amargado sobre lo que era mirar con aprecio a alguien más que no fuera su reflejo en el espejo?

 

Sí, ¿qué sabía Sasuke del amor?

 

Nada, absolutamente nada.

 

Pero si sabía de algo, era de la triste ilusión en la que Naruto se aferraba a vivir, porque era un enamorado que ciegamente quería creer sólo en lo que le convenía, haciendo caso omiso a sus palabras.

 

— ¡Me molesta el hecho de que seas tan idiota que  no quieres escuchar lo que te digo!

 

Naruto dejó escapar de sus labios una sonora carcajada, una de esas que tanto enfurecían a Sasuke y que lo ponían de muy mal humor. Puede que no supiera nada del amor, eso no iba a negarlo, pero sabía más de su hermano que el rubio mismo y estaba seguro de que Itachi, por mucho que Naruto lo deseara, no tendría ojos para él.

 

—Todo lo que dices es hablar para hinchar tu ego y desacreditar a tu hermano, ¿cómo quieres que te haga caso cuando no sabes hablar de otra cosa?

 

Sasuke sonrió burlonamente, casi como un maníaco que se regodea en la estupidez  humana  de la que estaba siendo espectador. Estaba fastidiado del rubio, pero al mismo tiempo su patética situación le divertía. Bien dicen que el que ríe al último ríe mejor, por lo que se intentó tranquilizar bajo la idea de que, en cuestión de tiempo, él estaría, orgulloso y despreciable, articulando un “te lo dije”.

 

—Cree lo que quieras, Naruto—soltó, casi en un tono que denotaba diversión—, pero el hecho de que Itachi sea amable contigo  no quiere decir que esté interesado en ti.

 

Las mejillas del aludido se arrebolaron de rabia, llegando a la conclusión de que Sasuke lo conocía tan bien que sabía atacar sus puntos débiles, como el mencionar y hacer burla a lo que sentía por Itachi dentro de su corazón. No se esmeraba por ocultarlo, pero tampoco había estado consciente de lo evidente  que era para su mejor amigo que se hubiera quedado prendado por los sutiles encantos de su hermano mayor, ese hombre serio y elegante que solía sonreírle imperceptiblemente cuando sus miradas se encontraban.

 

—Cállate, imbécil—le espetó Naruto, avergonzado—. Lo que pasa es que tienes celos.

 

Aquello despertó la furia  de Sasuke, cuyos instintos asesinos se estaban viendo alimentados por la insensatez de un chico que se comportaba como si fuera una tonta y ridícula chica qué, embobada, no hace otra cosa más que soñar con que el chico guapo del instituto la buscará montado en un corcel blanco. Para alguien como Naruto que vivía en soledad y que no había experimentado el amor en ningún momento, ver lo obvio resultaba titánicamente imposible cuando quería creer en sus ilusiones del primer amor, pero Sasuke no era ni de broma aquél que alimentaría las falsas esperanzas de un cabeza hueca.

 

—Lárgate de mi casa—pronunció al darse la vuelta  para encerrarse en su habitación, sin siquiera mirarlo.

 

El de cabello rubio, más ofendido que preocupado por las insanas actitudes de su amigo, se colocó la camisa y bajó las escaleras del segundo piso con aire digno, tomó sus pocas pertenencias que había dejado en la sala y al salir por la puerta principal esperaba, ilusamente, que algún tipo de magia le llevara a Itachi para poder desahogar con él su reciente enfado, para poder despotricar contra  el inhumano Sasuke y pasar, por fin, algo de tiempo con el mayor de los Uchiha.

 

Pero en algún punto de la hermosa ciudad, Itachi mantenía una gratificante llamada por celular, mientras tomaba un café en una cafetería discreta al mismo tiempo que esperaba por alguien, mientras Naruto se encaminaba a casa maldiciendo por lo bajo a Sasuke, deseando internamente que un auto lo atropellara tan pronto decidiera salir de casa.

 

¿Dónde quedaban esos años de amistad, en los que el azabache lo había recibido reticente cuando sus padres habían muerto, y en los que  él había accedido sin problemas a satisfacer las necesidades sexuales de su amigo, sabiendo que era mucho más cómodo satisfacer con alguien a quién le tenía estima sus propias necesidades?

 

Se hizo muchas preguntas mientras llegaba a casa, pero ninguna de ellas  tenía una respuesta que sonara coherente. Se planteó la posibilidad de que Sasuke sólo estuviera en sus días del mes en los que el estreñimiento crónico del que padecía no lo dejara vivir con normalidad, pero tan pronto como soltó una risita tonta por lo bajo, llegó a su casa después de un rato de caminar y decidió prepararse un bol de ramen instantáneo, dejando, como siempre, los deberes hasta el último momento.

 

 

 

La primavera, además del incipiente florecimiento de los cerezos y su inesperado enamoramiento, había traído consigo también problemas que comenzaban a fastidiar su amistad con Sasuke. Esperaba, casi infantilmente, que  con el paso de la primavera, los problemas terminaran por disiparse. 

 

 

Notas finales:

Apreciaría mucho que me dejaran un review para saber sus opiniones en cuanto al primer capítulo. Yo tengo mis dudas, pero sé perfectamente que lo que está por venir será mucho mejor que esto. De cualquier manera, agradecería infinitamente sus reviews OwO

 

 

 

Por ahora no tengo nada más que decir. Besos & abrazos, Necoco. 


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