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Tienes un mensaje nuevo por Paz

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Notas del fanfic:

Esta subida es mi contribución al 14 de febrero, día de los enamorados.

Notas del capitulo:

Esta historia la empece el año pasado, iba escribiendo en los momentos que necesitaba algo suave para relajarme de mis otros escritos, era como un antidoto. Justo el día anterior a este festejo alguien me recordó que día era y supe que me había olvidado por completo, así que me apresuré a darle punto final añadiendo el consabida festejo. Espero que no se haya notado en exceso el cambio, de no pasar nada a un lemon entre ellos.

Intente subirlo el día catorce, pero me fue imposible, parece que en mi trabajo eligieron ese día para agobiarme y no dejarme ni un momento de respiro para poder terminarlo y subirlo.

Tienes un mensaje nuevo

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

Tomaron posesión de los apartamentos que les cede la universidad,  son compartidos correspondiéndole a Yohei y Ookus estar juntos, ubicándoles en el tercer piso, a Noma y Takamiya les corresponde en el mismo pasillo, solo que dos puertas más allá de sus amigos, todos quedaron bastante desilusionados cuando al mirar sus tarjetas para ver donde les correspondía ir se fijaron que con el apartamento de Hanamichi les separaba dos edificios de por medio, también en el último piso, por ser el primer día sus amigos le acompañaron para ver si se diferenciaban de sus departamentos, sin embargo, al ser apartamentos en comunidad compartida tenían salas comunes, cocina unitaria, salas de estudios y ocio y lavandería.

Pronto supieron que visto uno visto todos, porque la distribución era idéntica, no solo los apartamentos sino también los servicios que prestaban.

Al tomar posesión de su apartamento se fijo que sobre una de las camas había un bolso y sobre su escritorio, libros de estudio, se sentó sobre la otra cama, deseando que no le tocara compartir espacio con un empollón, le haría sentirse avergonzado. Abrió su mochila y sacó la ropa que llevaba dentro y la distribuyó por sus cajones y estantes.

-¿Quién será tu compañero? –se preguntó Yohei.

-Seguro que esta noche me enteraré. Ahora vayamos a dar una vuelta y busquemos un lugar adecuado para comer –su economía  no era muy boyante, además tenía que pensar que lo necesitaba para comprar libros, afortunadamente le habían concedido un trabajo a media jornada en el comedor de la universidad, con lo  podía salir adelante sin grandes apremios.

Al anochecer cuando abrió la puerta y vió a su compañero, agradeció que sus amigos no estuvieran presentes, decir que ambos se quedaron sorprendidos era quedarse cortos. De la impresión no fueron capaces de articular palabra para protestar el uno contra el otro.

Esa noche y las siguientes se ignoraron, cada uno se dedicó a lo suyo, la convivencia entre ellos era nula, se evitaban todo lo que podían, excepto a la noche que no tenían otra que aguantar su presencia.

Pasaron los días hasta que se dio cuenta que compartir el piso con él no era tan malo, cierto que cada uno iba a lo suyo, intercambiando algunas frases, necesarias en ocasiones, pero no mucho más.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

-¿Sabéis a quien he visto en el campus? –preguntó Yohei algunas semanas después.

Todas las miradas quedaron fijas en él interrogantes. Yohei automáticamente de preguntarlo pensó que podía ser malo decirlo, al ver la mirada de Hanamichi fija en sus ojos, pero ya no podía volverse atrás.

-Rukawa…

Tras la sorpresa en todos los rostros se fijó que Hanamichi no parecía sorprendido.

-¿Lo sabias?

-Si…, al parecer olvidáis que todo su empeño es jugar básquet. –justificó así que estuviera enterado de su presencia por el campus.

-Compadezco a su compañero –dijo Yohei dándose cuenta que su amigo se marchaba ignorando su comentario, e hizo una pregunta que sabía innecesaria- ¿Te has planteado dejar de jugar?

-¿Por qué iba a hacerlo? –ahora si que se volvió a mirarlo con expresión de asombro en su rostro.

-Para evitarle… -no quería pensar como sería la vida de esos dos como siguieran encontrándose todos los días, sus caracteres chocaban continuamente.

-No necesito evitarle, me basta con ignorarle –eso era algo que se le daba muy bien.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Hanamichi llevaba toda la tarde estudiando en la biblioteca de su facultad, era aquel el único lugar tranquilo para hacerlo un sábado a la tarde, no era el único en pensar así, la sala de computación estaba casi al completo. Se ha acostumbra a ir debido a las ruidosas reuniones de un grupo de chicos que pared por medio le impiden concentrarse.

El silencio de la biblioteca es el ideal para poder estudiar, y aunque no está solo los murmullos son imperceptibles de oír, además la bibliotecaria está muy atenta dirigiendo miradas poco amistosas a los que olvidan en qué lugar se encuentran.

Su atención es llamada hacia su portátil, la pantalla que estaba inactiva se ha encendido apareciendo en ella un icono de aviso.

-Tienes un mensaje nuevo –lee.

Teclea para abrirlo suponiéndose que se trata de Yohei, se afirma en ese pensamiento cuando se fija en la hora, la biblioteca está a punto de cerrar, de seguro que los muchachos quieren ir a alguna parte y están impacientes porque no ha ido a reunirse con ellos.

Al ver el nick sabe que no es su amigo, sino que el mensaje le es enviado por alguien desde la misma sala donde ahora están, responde al  mensaje desde su computador, se pregunta quién podrá ser, levanta la mirada de la pantalla y la dirige a su alrededor, chicos y chicas se ven inmersos en sus propios estudios.

-Conéctate al chat. –lee.

Llevado por la curiosidad accedió a la sala de chat preguntándose quien sabía que él y sus amigos se comunicaban a través de esa página, también cabe la posibilidad que se trate de un error y que no sea con él con quien quiere comunicarse.

El mensaje es escueto y simple.

-Hola… -frunce el ceño al leerlo.

-¿Quién eres? –pregunta a su vez.

-Adivínalo… -recibe como respuesta.

-Voy a cortar. No estoy para juegos –avisó, tras enviarlo cerró la página y la conexión, apagó su portátil metiéndolo en su funda, recogió sus libros, guardando todo en su mochila que echó por encima de su hombro derecho.

Salió de la biblioteca con pasos rápidos, intentando al mismo tiempo no ser excesivamente ruidoso.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Una nueva jornada había concluido, por ello buscó un lugar tranquilo y que mejor lugar que ese que la biblioteca, se dirigió allí, tras saludar a la bibliotecaria con un gesto fue directo a la sala de computación, desde la puerta observó el interior fijándose que no era el único que necesitaba un sitio relajado, los exámenes estaban demasiados próximos para perder el tiempo sin estudiar. Ocupó la mesa más alejada de la puerta, Apoyó la mochila sobre la mesa para sacar su portátil y sus libros, aprovecharía para realizar el trabajo que su profesor de ciencias les había dado.

Las horas pasaron casi sin sentir.

Su mente se negaba a asimilar las palabras que tenía delante, las frases se le emborronaban ante sus ojos, miró su reloj, llevaba allí más de dos horas. Pensó que su capacidad de memoria estaba bajo mínimos, que siguiera intentándolo era inútil, una pérdida de tiempo, le vendría bien distraerse, se llevó las manos por detrás de su nuca para relajar sus vertebras, sentía tirones a la altura de sus hombros.

Fue en ese instante que en su pantalla comenzó a titilar un aviso.

Con un leve suspiro leyó.

-Tienes un mensaje nuevo.

Tecleó para abrirlo.

-¿Estás cansado? Llevas mucho tiempo ahí.

Levantó la cabeza, fijándose por encima del panel que lo aislaba del resto de los estudiantes, ahora sí que estaban todas las mesas ocupadas. Su mirada se desplazó a lo largo y ancho, sin ver nada anormal. Solo estudiantes como él que buscaban donde estudiar o completar sus trabajos prácticos.

-Me aburres, no tienes mejor cosa que hacer… -escribió enviándolo.

-No creo… -recibió la respuesta.

-¿Por qué no? –bufó al dar a la tecla.

-Se te ve animado.

-Te engañas… -le respondió con una sonrisa.

-No lo creo…

-¿Y eso?

-Has sonreído.

-¡Kuso! Esta aquí –se levantó con excesiva brusquedad, moviendo la silla con estruendo, todas las miradas convergieron en él. También se ganó una amonestación, unió sus manos a la altura del pecho e inclinándose respetuoso para hacerse disculpar. Se sentó con cuidado.

Se fijó que la conexión estaba cortada.

Ya no tenía sentido seguir allí, por lo que recogió todas sus cosas y salió de la sala, ajeno al hecho que una mirada azulina seguía su salida.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

No fue consciente en que momento comenzó a desear recibir esos mensajes, no es que fueran especiales, solo que le animaban cuando sentía que estaba agobiado ya fuera porque le faltaba tiempo para hacer sus trabajos prácticos, o porque les profesores les exigían en exceso.

Sentía que le faltaban horas, como si las veinticuatro no fueran suficientes para él, fue entonces cuando se dio cuenta que su parte del apartamento comenzaba a tener mejor aspecto, su ropa no aparecía desperdigada sobre la cama o el respaldo de la silla, su mesa de trabajo estaba siempre ordenada con sus libros recogidos, la ropa de lavar que dejaba dentro de una bolsa para bajar a la lavandería aparecía al día siguiente lavada y doblada.

Al principio hacia como si no se diera cuenta de todos esos detalles, pero a la segunda semana, cuando todos sus pantalones y camisetas aparecieron cuidadosamente doblados encima de la silla ya no pudo seguir haciéndose el tonto.

Rukawa estaba sentado ante sus libros abiertos, dándole la espalda.

-Gracias… -el leve encogimiento de sus hombros le hizo saber que le había escuchado- Me han dado demasiada comida. –dijo guardando los envases plásticos en la nevera, dándole a entender que era su intención compartirla.

A partir de entonces, comenzaron sus primeros intentos de llevar una amistosa comunicación.

Esa noche mientras cenaban compartiendo comida y mesa Hanamichi comentó como al descuido.

-Supongo que pensarás que ya no es necesario enviar mensajes.

Rukawa levantó la mirada de su cuenco de arroz y le miró por encima no esperaba que le hubiera descubierto.

-¿Mensajes? –se hizo el desentendido- No se de que me hablas, si alguien te escribe seguramente que seguirá haciéndolo.

-Supongo que si, en caso contrario los echaré de menos, me había acostumbrado a ellos.

-¿En serio? –preguntó sorprendido por su afirmación.

-Si…

-Lo dicho, quien sea no creo que deje de enviártelos. –y bajo la mirada para que no viera el brillo de sus ojos. Sakuragi siempre había sido muy predecible y su nueva actitud le desconcertaba, sobre todo porque le afectaba a él.

No se le ocurrió plantearse que había sido él quien dio los primeros pasos para acercarse a su compañero.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

-Rukawa… -llamó su atención desde detrás de un tronco- No mires hacia aquí. Solo escúchame –vió que Rukawa asentía deteniéndose- Ten cuidado –le advirtió- Mis amigos están intentando por todos los medios descubrir con quien compartes piso.

-¡Ah, eran ellos!

-¿Lo sabias?

-Si llevaba unos días dándome cuenta, solo que cruzar un campus repleto de estudiantes es difícil controlar quien es el que muestra interés por mí, no le había dado más importancia, después de todo no son los únicos que este año se sienten particularmente atraídos.

-Si, he notado que las chicas no pueden evitar seguirte con la mirada.

-Ojala solo fueran ellas, al menos se como evadirme… -se fijo que Sakuragi abría mucho los ojos.

-Me están diciendo que los chicos también…

-Si…, ellos son peor que ellas, no se dan por enterados con una negativa y se vuelven demasiado molestos… -aclaró.

-Umm...…

-¿Te molesta que yo…?

-No… -rotundo- A mí también me gusta un chico.

En ese momento Rukawa quedo desconcertado, sabía que Sakuragi solo se veía con chicas, nunca había dado preferencias por ningún chico, que le hiciera tal confesión, era una prueba de que su amistad con él prosperaba. ¿Cómo decirle que no deseaba su amistad? Desde el primer día, cuando le conoció se sintió atraído por su personalidad, siempre deseo tener con él algo más que peleas y discusiones tontas, y no pudo ser. Así que se conformó con el único modo de interactuar con él.

Para el fue una sorpresa ver entrar a Sakuragi al apartamento que tenía que compartir, cuando había llegado lo encontró vacío por lo que había tomado posesión de uno de los lados, acomodando sus cosas, después salió a dar una vuelta por el campus universitario para familiarizarse con el lugar. Cuando apareció su compañero, cuando se fijo en la expresión de su rostro, su acostumbrado aplomo le fue de ayuda para no mostrar en su rostro la satisfacción que sentía al tener que compartir habitación con él. No le gustaban los desconocidos, por que le costaba interactuar con ellos con Sakuragi era diferente.

La convivencia con él fue difícil. Ignorándose todo el tiempo que compartían juntos. Fue una suerte que Sakuragi le pasara a uno de sus amigos su correo y desde que página podían chatear, él que estaba estudiando sin que se diera cuenta apuntó en la hoja los datos que estaba escuchando.

Comunicarse con él a través del chat, fue bueno para Sakuragi que comenzó a verle más animado, con lo que él siguió haciéndolo, al principio, fue como un reto que se impuso a si mismo, luego continuó porque comprendió que él parecía esperarlo.

Supo que trabajaba en la cafetería de la universidad y que apenas si disponía de tiempo propio, así que sin que él lo supiera comenzó a ordenar un poco sus cosas, al principio, pequeños detalles que pasaban desapercibidos, luego se animó llevando su ropa a lavar junto con la suya hasta que se hizo tan evidente que hasta un ciego acabaría dándose cuenta que algo inusual pasaba.

Cuando Sakuragi le agradeció su ayuda, lentamente, comenzó entre ellos una amistad que no tuvieron durante la preparatoria y ahora sus esperanzas de conseguir que el pelirrojo se fijara en él acaban de derrumbarse. Más su rostro impenetrable no mostró la menor señal de angustia.

Al continuar su camino se dio cuenta que Sakuragi ya no estaba. Disimuladamente miró hacia su entorno, viendo la razón de Sakuragi, Mito y Ookus estaban sentados en un banco, sin embargo, no estaban estudiando aunque tenían los libros abiertos en sus manos. A pocos metros, bastante más cerca de él, el gordo Takamiya, trataba de disimularse tras un árbol que no le cubría suficientemente. Solo faltaba Noma, el bigotudo, como solía mentarlo cuando pensaba en Sakuragi y sus amigos, el inteligente Mito, el gordo Takamiya, el bigotudo Noma y el listillo Ookus, decididamente se le había pegado la mala costumbre de poner motes que tenía Sakuragi, una sonrisa asomó en sus labios, tan discreta que pocos fueron capaces de verla.

Uno de ellos Sakuragi que seguía atento sus evoluciones, el otro Noma que había sido capaz de escapar a su escrutinio.

El movimiento de estudiantes era continuo fuera del horario de clases en el campus, por ello Rukawa prefería estar en el aula hasta que llegara el momento de la clase.

Cuando los primeros estudiantes comenzaron a entrar, se fijaron que un chico moreno ya estaba ocupando uno de los bancos, había elegido su lugar preferido, la última fila, junto al pasillo, a un paso de la entrada o salida según el caso.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

14 de febrero.

Se despertó con un excelente humor, Rukawa le oía tararear su canción del tensai, lo que conseguía hacerle sonreír. Ese tonto era un tipo increíble.

-¿Quién consigue que sonrías? –preguntó Hanamichi saliendo del aseo cubierto solo con una toalla y no precisamente a la cintura.

-No lo hago –replicó dándose vuelta para que no viera como le hacia sentirse su falta de pudor, llevaba unos días mostrándose a medio vestir o como en esa oportunidad sin nada, su descarada actitud le desconcertaba, lo peor es que no parecía darse cuenta de cómo le ponía, parecía inconsciente de estar paseando desnudo por la habitación.

-Te lo preguntaré de nuevo… ¿Quién consigue que tus labios den la impresión que estas sonriendo? O mejor aún ¿Cómo es que tus labios se expanden y no estés sonriendo?

-Idiota… -exclamó ocultándole la diversión que había en su mirada.

-Pero limpito… -exclamó divertido copiando una frase que había escuchado ya no recordaba donde, al ver como se sofocaba una vez más. Era entretenido provocarle así. La primera vez lo hizo debido a las prisas, pero cuando vió el rubor en sus mejillas comprendió que no le era indiferente. Ahora sabía que tenía muchas posibilidades de ser aceptado.

Le dio la espalda mientras se secaba despacio, provocándole con sus gestos y movimientos sinuosos, dándole nuevas perspectivas de su cuerpo.

-Sakuragi…

-Si… -se giró al sonido de su voz.

-Llegas tarde… -le avisó con su bolso colgado del hombro y dispuesto a marchar, sabía que si seguía mirándole era capaz de echársele encima para no soltarle más e impedir que se le escapara.

-¡AAAAhhhhhh! –su grito resonó entre las cuatro paredes. Comenzando a vestirse apresuradamente.

Rukawa sonreía abiertamente mientras se alejaba por el pasillo hacia las escaleras.

La mañana transcurrió tranquila para Sakuragi y Rukawa, se encontraron un par de veces en el trascurso de la misma, una en el campus, la otra en la cafetería, a la hora de la comida, en el autoservicio.

-¿Qué vas a tomar? –preguntó con una amplia sonrisa en su rostro.

-Ramen.

-¿Solo?

Rukawa echó una ojeada a las fuentes.

-Con huevo. –se fijo que Sakuragi echaba una generosa ración de ramen en su cuenco y que mostraba igual generosidad con el ingrediente suplementario.

-Que aproveche –le dijo al entregárselo.

-Gracias… -se alejó dejando su lugar al que venía detrás.

-¿Qué vas a tomar? –escuchó que preguntaba con idéntica solicitud.

Se volvió apenas y se fijo que le servía una cantidad bastante menor que la suya.

-¿Algo más? –preguntó Sakuragi.

Tomó un postre y con la bandeja en la mano miró en busca de una mesa libre.

Se fijo que había un par de espacios vacíos en la mesa que ocupaban los amigos de Sakuragi, continuó buscando otro, en vista que eran los únicos se dirigió hacia allí.

-¿Puedo? –preguntó.

Al instante, la animada conversación cesó, tal vez sorprendidos de verle allí.

Mito le hizo un gesto con la mano animándole a sentarse.

Unió sus manos, inclinó la cabeza y musitó:

-Gracias por la comida. –al momento comenzó a comer.

Al cabo de un buen rato de silencio, Mito intentó darle conversación.

-No sabíamos que tú también estas en esta facultad.

Le miró por encima de su cuenco de comida. Si diciendo eso pretendían que los contestara iban listos.

-¿Compartes habitación? –intervino Takamiya.

-Como todos, ¿tú no? –inquirió.

-Si, estamos… -mencionó el nombre del edificio- No te hemos visto por allí.

-Será porque no estoy.

-¿Y donde paras? –intervino Ookus.

-¿Quieres visitarme? –preguntó a su vez inmutable.

Takamiya enrojeció ante la sugerencia. Mito se atragantó con lo que estaba bebiendo y la atención de sus amigos se apartó de Rukawa, que terminó de comer y sin despedirse se marchó.

Cuando se dieron cuenta estaba saliendo del comedor.

-Estuvimos cerca de saberlo –dijo Takamiya eufórico.

Mito miró hacia arriba pidiendo paciencia. Era peor que Hanamichi. Rukawa se había burlado de ellos y el gordo estaba convencido de haber conseguido aproximarse a su objetivo.

-Salgamos –dijo Noma.

Los cuatro marchaban cariacontecidos cuando se detuvieron sorprendidos, Rukawa estaba conversando con otro chico, un muchacho de cabellos negros, muy cortos y que al parecer le estaba entregando algo que Rukawa guardaba con cuidado en su bolso.

Detuvieron a un muchacho, al que vieron saludar al acompañante de Rukawa.

-Disculpa ¿quien es ese chico que esta con Rukawa?

-Hondo-kun.

-Sabes ¿si comporten habitación? –preguntó Noma directo.

-No…, pero en una ocasión estaba con Hondo-kun en la biblioteca… -se volvió para mirar alrededor, bajo la voz- creo que es gay porque me dijo que estaba enamorándose de su compañero de piso, un chico alto y con unos ojazos azules. –miró hacia la pareja que continuaban conversando ajenos a la conversación que se desarrollaba a unos pocos metros de donde estaban.

En ese preciso instante, Rukawa como si presintiera que hablaban de él se volvió posando sus miradas acerada en el grupo de chicos, observando que uno de ellos se apresuraba a marcharse.

Al quedarse solos, decidieron alejarse para comentar lo que les habían dicho.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Nunca regresaban juntos después del entrenamiento.

Sakuragi salía corriendo porque apenas se duchaba para pasarse por la cocina para llevarse los estuches plásticos con comida que recibía de lo que quedaba.

Rukawa, como era habitual se quedaba practicando durante una hora o más, en el momento que llegaban los encargados de la limpieza, se retiraba a las duchas.

Aquella tarde, por ser el día que era, los delegados para limpiar se presentaron bastante tarde, una vez en la calle se apresuró para llegar antes de las nueve, con seguridad que Sakuragi le esperaba impaciente para comer, debido a su costumbre, el pelirrojo había tomado la costumbre de atrasar su cena durante un par de horas, en cambio, hoy regresaba tardísimo.

Por ese motivo no vió a las cuatro chicos que le seguían.

Cuando llegó al edificio subió las escaleras de tres en tres, cuando los chicos que le seguían consiguieron ascender a los diferentes pisos no pudieron saber cual era el suyo.

 -Ya que estamos aquí podemos subir a charlar un rato con Hanamichi –propuso Takamiya.

-Es muy tarde para visitas, además todavía no conocemos a su compañero y puede molestarle que nos presentemos los cuatro. Dejémoslo para mañana y le diremos lo que hemos descubierto de Rukawa. –dijo prudentemente Mito.

De haberse acercado hasta el apartamento de su amigo hubieran escuchado el alborotado recibimiento a su compañero.

-Rukawa, llegas sofocado como si hubieras corrido… -dijo al verle detenerse en el guenkan para recuperar el aliento- No deberías hacer esos esfuerzos, no después de estar practicando hasta tan tarde.

-Lo siento… perdí… la noción del tiempo… he subido… demasiado de prisa.

-Ven, reposa un rato… no tenemos ninguna prisa, no estoy hambriento –en  ese instante para desmentir sus palabras un ruidoso sonido se dejo oír.

-Tu estomago no opina lo mismo –dijo enderezándose y adelantándose unos pasos, dejo su bolso a los pies de su cama.

-Sakuragi se dispuso a sacar del pequeño horno la comida que había dejado calentándose, acercando también a su costado la Suihanki, donde el arroz aun se mantenía caliente.

Se sentaron en el suelo, quedando frente a frente. Sakuragi llenó su cuenco de arroz y se lo entregó, luego llenó el suyo. Ambos inclinaron la cabeza y murmuraron a un tiempo.

-Gracias por la comida.

Tomaron el cuenco en sus manos, acercándolo a la boca y con ayuda de los palillos fueron dando cuenta de su contenido.

-Aún queda arroz si quieres más –dijo mirando en el interior de la olla.

Hizo un gesto negativo mientras tomaba una pieza de sushi y la acercaba a la salsa de soja, mojándola apenas, para luego comerla.

-Prueba el omurice, esta deliciosa. –mostró Hanamichi uno de los platillos.

Rukawa siguió su indicación y tuvo que reconocer la razón que tenía. Esa estaba rellena de pollo y diversas verduras.

Cuando poco después dieron por terminada su cena, entre los dos recogieron la mesa, guardaron la comida sobrante, lavaron y secaron los utensilios utilizados, retiraron la mesa contra la pared para que no estorbara en mitad del cuarto.

-Deberiamos salir a correr un rato, no es bueno acostarnos con el estomago lleno –dijo Rukawa.

-Estoy de acuerdo contigo –dijo abriendo su armario como si fuera a sacar una prenda de abrigo. En cambio, sacó un paquete primorosamente empaquetado con un par de corazones entrelazados- Por favor, acepta esto.

-Solo si tu aceptas el mío –y sacando de su bolso un envoltorio que puso al alcance de su mano.

Al mismo tiempo estiraron su mano libre y tomaron al mismo tiempo sus obsequios.

-Feliz San Valentin, Hanamichi.

-Feliz San Valentin, Kaede.

Sin soltar sus manos, sosteniendo en ellos sus regalos, sus rostros se acercaron hasta que sus labios se rozaron, fue como si un chispazo les recorriera. Se apartaron mirándose y como puestos de acuerdo volvieron a unirse en un beso suave, un reconocimiento de sus labios con breves presiones, una caricia que encendió sus sentidos y les hizo comprender que estaban destinados a ser uno solo.

-Te amo, Hanamichi.

-Te amo, Kaede.

Se miraron con intensidad, sus manos soltaron sus obsequios que momentáneamente quedaron olvidados para poder abrazarse.

Hanamichi inclinó la cabeza para apoyarla en el hombro de Kaede, no importaba que fuera más bajo, todo lo que deseaba era saber que se amaban, que finalmente había encontrado alguien a quien amar y ser amado por él.

Se apartaron apenas para mirarse, sus ojos lo decían todo sin necesidad de palabras, sus labios volvieron a unirse en un beso que tuvo mayor intensidad, un deseo desesperado de cruzar la línea que se habían marcado. El amor les incitaba a estar en contacto, sus manos se movían ansiosas por encima de sus ropas y como puestos de acuerdo, buscaron el tacto de sus pieles, sintiendo bajo la palma de sus manos la tersura y la firmeza de sus músculos.

Poco después, eso ya no fue suficiente para ellos, y separándose, sin apartar la mirada del otro, cada uno se fue quitando sus vestimentas, deleitándose sus miradas en el cuerpo del otro, admirándose mutuamente, fijándose en sus hombros anchos, en sus pecho trabajados por el deporte, en sus cinturas estrechas, en sus vientres planos, en sus masculinidades que se mostraban exultantes con todo el vigor de la juventud.

-Ámame…

Kaede le envolvió en sus brazos, sus cuerpos se unieron en un abrazó caliente, en las que sus pieles se juntaron, le llevó hacia el lecho más próximo recostándole en él, se tumbó a su lado, posando sus labios y sus manos se deleitaba con la sedosidad de su piel, marcaba un sendero húmedo, escuchando los suaves gemidos que escapaban de su garganta, sintiendo como sus manos se deslizaban a lo largo de su espalda, su dulce entrega embargaba sus sentidos, sus labios acariciaban su piel dejando en ella tenues besos, su lengua chupaba cada centímetro de piel a su alcance degustándole, embriagándose con su dulce aroma.

Cada una de sus caricias alteraba los sentidos de Hanamichi que se sacudía, sentía la presión que ejercía contra su vientre enardeciendo sus emociones, cuando su boca y dientes comenzaron a jugar con sus tetillas, delimitándolas con su lengua, mordisqueándolas o dándolas tirones que acaloraban aún más al pelirrojo, cuyas manos se apretaban en sus caderas donde se habían apalancado.

Su boca entreabierta dejaba escapar hondos suspiros, gemidos descontrolados y jadeos entrecortados.

Sus labios fueron descendiendo por su estomago y vientre, llegando hasta su ombligo donde se entretuvo lamiéndolo, introduciendo su lengua en su hoyito consiguiendo que su cuerpo se sacuda estremecido. Sus manos se apoyan en lo alto de su cabeza empujándolo hacia abajo. Sabe lo que desea y no tarda en complacerlo, lo encierra entre sus dedos suavemente, deslizándolos a lo largo de su órgano, lo siento suave, rígido, sus caderas se alzan pidiéndole con su gesto que haga algo más que acariciarlo.

Se empeña en contemplarlo, maravillado de su tamaño y grosor, se adapta maravillosamente a su mano y es consciente que no va a tener dificultades para hacer lo que el cuerpo de Hanamichi le pide, sin dejar de deslizarlo entre sus dedos, dejando su cabeza a la vista, de su abertura comienza a escapar gotas de presemen, se inclina dándole un lametazo, su sabor es rico, el estremecimiento de Hanamichi es notorio, comprende que solo eso calmará su ardor e inclinando su cabeza, despacio lo va metiendo en su boca, su lengua se mueve de forma que el roce excite más aun a su koi.

Todo su cuerpo se sacude con las lentas caricias que va dejando sobre su piel, el calor eleva la temperatura de su cuerpo de una manera que cree anormal, pero al mismo tiempo, enardece sus sentidos y no puede menos que seguir deseando que ese calor no desaparezca, sus emociones son intensas, lo que le hace sentir la boca de Kaede le deja incapaz de coordinar sus pensamientos, alterados sus sentidos, solo quiere que él no deje de agasajar su cuerpo con esa delicadeza, esa dulzura que le estremece, que su cuerpo vibra al contacto de sus dedos, de su boca, de su lengua enajenando sus sentidos.

Quiere más, mucho más y su espalda se arquea, hundiéndose más profundamente en esa cálida humedad que le rodea, gime extasiado por lo que siente y sus dedos se enredan en esos cabellos renegridos presionando su cabeza para que no le abandone, para seguir experimentando ese dulce calor que se expande por su cuerpo, que altera las fibras más sensibles dejándole sin aliento.

Un quejido de protesta escapa de entre sus labios cuando deja de sentir su calor, Kaede se alza poniéndose a su altura, sus labios tienen su sabor y su cuerpo se restriega contra el suyo, sus miembros se frotan entre si al contacto de sus caderas, abre sus piernas invitándole a quedarse en medio de ellas.

El beso los une de un modo apasionado, hasta que faltos de aire se apartan, su boca húmeda se mueve por su mejilla hasta su oído, se estremece al sentir su lengua alrededor de su oreja, dejándole un rastro de saliva y como sus dientes tironean de su lóbulo, un gemido fuerte escapa de su garganta y su espalda se arquea ante la intensidad de su reacción. Le lame detrás de su oreja antes de susurrarle.

-Ahora tú…

Hanamichi comprende y como un aplicado alumno repite sus pasos, pero también toma su propia iniciativa dándose cuenta que también él es capaz de encontrar esos puntos de su cuerpo que le estremecen. Su boca recorre la tersura de su piel blanquecina amando cada milímetro de piel, cada poro de su piel aterciopelada. Lamiendo y mordisqueando ese punto que le estremece consiguiendo que gima tan fuerte que es consciente que le esta dando placer y se esfuerza en explorar cada hueco y rincón de su cuerpo dejándole estremecido y cuando su boca toma posesión de su dura erección, comprende que no es tan sencillo llevarlo a cabo, su boca no puede abrirse tanto y se conforma con lamer su cabeza como si de un helado se tratara, desde la cabeza hasta la base, lamiendo y chupando, aumentando el ritmo para que se corra para él. Siente sus manos en su cabeza apartándole, su mirada enturbiada de deseo se cruza con la suya.

-Ahora no…

Asiente y nuevamente Kaede toma el control de su cuerpo, se ubica entre sus piernas abiertas, su rostro se hunde en su entrepierna y su boca se traga su escroto, su lengua y su paladar lo tratan como si se tratara de un caramelo, lo mueve dentro de su boca, lo suelta y vuelve a metérselo.

Siente un hilillo de saliva chorreando desde su escroto hasta su ano y su lengua lamiendo su perineo hasta alcanzar ese punto apretado que se distendió a su contacto y se abrió como una flor, estaba humedeciéndolo con su saliva, su lengua empujaba dentro de él, sentía su miembro vibrar con sus lamidas y la presión queriendo metérmela, sus gemidos son tan fuertes y su respiración tan cargada que siente como se detiene y son sus dedos los que intenta meterle, se siente tan abierto que solo siente un leve tirón, Kaede se da cuenta que esta listo y agarrándole por las nalgas le levanta y se hunde dentro de él.

Abre los ojos sorprendido, sentirlo dentro de él, es una sensación increíble. Juntos, unidos como si fueran uno solo, nuestras miradas se cruzaron y nos comprendimos, los dos teníamos el mismo sentimiento estábamos enlazados, nuestro vínculo sería indestructible.

-Siempre te amaré… -susurró, inclinándose hacia él y tomando posesión de sus labios en un apasionado beso que solo fue interrumpido cuando comenzó a moverse.

-Yo también te amare, siempre –dijo estremecido sus embestidas comenzaron suaves, tomando un ritmo más rápido cuando mis caderas comenzaron a seguir su cadencia.

Fue entonces que nuestros gemidos y jadeos entrecortados se entrecruzaron mientras él me embestía con mayor potencia, penetrándome hasta lo más profundo de mis entrañas, consiguiendo que mis gemidos fueran más sonoros, parecíamos incansables, él empujándose dentro de mi, yo con mis piernas arrolladas tras sus nalgas presionaba para que se hundiera más profundamente manteniéndonos unidos sin que ni uno ni otro pareciera dispuesto a terminar aquella danza de amor que nos unía.

Cuando él alcanzaba a darme en aquel punto dentro de mi, todo mi ser se sacudía y mi espalda se arqueaba consiguiendo que la penetración fuera mas profunda, no podía impedir que por mi garganta escapar un gemido ronco y que un sollozo de intenso deleite me invadiera.

Le sentía estremecido, sus manos se movían por todo su cuerpo, mientras sus caderas, llevando un ritmo preciso y rápido conseguían que sus embates fueron certeros, dándole ahí donde alcanzaba a llegar, arrancando roncos gemidos de su koi, sus espasmos indicaban claramente que su cuerpo estaba por colapsar, sus embestidas fueron más intensas, más profundas llevándole al orgasmo, cuando comenzó a sacudirse y su miembro comenzó a soltar su esencia, a la vista de esa blanquecina sustancia, él también se estremeció, su miembro se sacudió dentro de él dejando que su semilla se perdiera dentro de sus entrañas, se derrumbó entre sus piernas, aún dentro de él, sintió sus piernas aflojarse y soltarse de su amarre, y sus brazos le rodearon abrazándole.

-Te amo, Kaede… -dijo en un estado post orgásmico.

-Te amo, Hanamichi, feliz día San Valentín. –repitió posando sus labios en la comisura de los suyos.

-El mejor de mi vida –susurró adormilado Hanamichi- Gracias Kaede.

-Gracias a ti… -susurró apartándose para no aplastarle con su peso. Dándose cuenta en ese instante que se habían recostado sobre la ropa de cama, con las piernas temblorosas fue hasta la suya y le sacó la necesaria para cubrirlos a ambos.

Segundos después dormía abrazado a Hanamichi.

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Unos fuertes golpes a la puerta, les despertaron y las voces de sus amigos le hicieron darse cuenta que tenían clases y se habían quedado dormidos.

Se acurrucó en sus brazos, se sentía muy cómodo con el calor de su cuerpo y el abrigo de sus brazos alrededor de él. Intento ignorar los golpes, al parecer se habían cansado y con suerte se irían, ya no tenía sentido levantarse, si habían perdido las clases de la mañana irían por la tarde al entrenamiento pensó decidido a no apartarse de Kaede.

-Si no contestas, tiraran la puerta abajo… -musitó Kaede.

-Son capaces…

Sus voces llamándole apremiantes, le saco del cobijo de brazos y mantas.

-¡¡Ya voy… ya voy!! –dijo apresurándose a ir a abrir la puerta, en su prisa olvidó que estaba desnudo.

Apenas abrió la puerta escuchó lo que tanto empeño tenían por decirle.

-Sabemos quien es el compañero de Rukawa –dijo Takamiya y al momento su mirada se detuvo en la anatomía exultante de su compañero.

Al ver sus rostros estupefactos preguntó.

-¿Entráis o os vais?

-Que se vayan… -dijo una voz tras él, al tiempo que unos brazos rodeaban su cintura atrayéndole hacia su pecho y unos ojos azulinos asomaban por encima de su hombro derecho, empinándose para dejarse ver.

-Muchachos… ya le habéis oído. Largo… ya me contareis otro día lo que creías saber –y les cerró la puerta dejando del otro lado a los estupefactos muchachos.

-Nadie te ha dicho que no tienes que atender la puerta desnudo –le reprendió llevándole de nuevo hacia el calor de su cama, que aún conservaba el de sus cuerpos.

-Ooopppsss –siendo consciente de ese hecho.

-Te tengo a ti para que me lo recuerdes –dijo echándole los brazos al cuello y pegándose contra su pecho y buscando sus labios amoroso- ¿Qué habrán averiguado de ti?

-Ayer me vieron hablando con Hirose-san, pensarían que él era mi compañero.

-¡¡Que tontos son!! Tú no podrías compartir con él ni siquiera media hora de tu tiempo.

-Cierto… te tengo a ti para… -sus labios le acallaron y Kaede rió respondiendo a la caricia.

-Tengo hambre… -dijo algunos minutos después- ¿Dónde están mis chocolates?

-¿Y los míos? –riendo deshicieron la cama en busca de sus chocolates, finalmente dieron con ellos, uno de los paquetes estaba caído bajo la cama, el otro apareció en el lío de ropa que había dejado caer al piso.

Volvieron a meterse bajo las ropas de cama con sus cajas abiertas, dándose uno al otro los deliciosos trozos de chocolate y deleitándose con su delicioso sabor, uno y otro aprovechaba para lamer los dedos que sostenían el dulce hasta de metérselo en la boca, se daban dulces besos con sabor a chocolate jugando traviesos hasta consumir el contenido de ambas cajas.

-Deliciosos… ahora me gustaría… -acercó su boca a su oído y bajito solo para él le contó su deseo.

-Será un placer dártela… -y con una sonrisa divertida le complació.

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A partir de ese día Kaede aunque le sabía a su lado, siguió enviando diariamente pequeños mensajes, unos le animaban otros le calentaban, estos últimos eran los más candentes que había recibido en su vida, sobre todo porque se los enviaba cuando sabía que estaba ocupado.

Eran muchos y variados, pero todos ellos tenían el mismo fin.

-Oye ya no aguanto más, estoy cachondo…. Marchemonos ya.

-Ey!! Estoy supercaliente ahora… desnudo… en mi despacho.

-No puedo esperar más, ven pronto o me masturbo sin ti. ¡¡No seas malito y ayudame!!.

-¿Quieres divertirte un rato conmigo…? ya sabes donde encontrarme.

-Hola cosita rica, quiero hacerte el amor durante horas.

-Hola, nene, estoy cachondo y caliente, esperandote donde tú ya sabes. No te demores.

-Hola, mi bomboncito sexual, ¿Estas listo para una larga… larga y maravillosa cogida? 

-Hola bonito. Animate y regresa pronto. Te espero en casa

Estos y muchos otros fueron los mensajes que recibía de Kaede, quien siempre encontraba el momento justo para enviarmelos, en reuniones de trabajo, en comidas de empresa. sus mensajes a mi movil sabian como calentarme para hacerme salir corriendo para reunirme con él, solo con leerlos me ponían a tope.

Nuestra vida juntos nunca fue aburrida. Nos amabamos, nuestra compenetración era completa, nunca me pregunte que hubiera sido de mi vida de no haberle conocido. Porque nunca dude que estabamos destinados a encontrarnos.

Nuestro amor superaba todas las barreras.

Kaede era mi vida.

Fin

15 de febrero de 2012

Paz

Notas finales:

Suihanki: es una máquina eléctrica de 1.6 litros de capacidad (8 tazas) utilizada para hervir el arroz. Es un electrodoméstico muy utilizado en la cocina japonesa debido a que allí se consume arroz diariamente (sacado de la web mundonipon)

Omurice: es un plato japonés contemporáneo consistente en una tortilla hecha con arroz frito.

Felicidades a todos los enamorados...


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