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I want a baby too por JiGoKu nO HaNa

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Notas del fanfic:

mika: hola de nuevo, gentecita linda que nos lee!!

sadaharu: Hi5!! si hay alguien ahí DX...

mika: siempre hay fans del D18

sadaharu: bueno, es que traen 1000% maji love >w<

mika: esta vez les traemos un rol...MPREG!!

sadaharu: oh my, le agarre gustillo mortal al mpreg, jojojo~

mika: es tan tierno *w* pero con todo el asunto de los cambios de humor es peligroso oAo

sadaharu: que Hibari tan voluble =___=, juro que llore sangre igual que Dino pero Hibarin es adorable como sea

mika: así que, esten preparadas para un Hibari no muy ortodoxo pero que intenta ser rudo, pero con panzita no le sale xD 

sadaharu: awwww tan adorable

mika: será un rol/fic largo como es casi costumbre xD

sadaharu: yeah, creo que eso nos convierte en unas viciadas =_= pero unas muy felices!!!

mika: jajaja sii, ademas pronto publicaremos un primoCavallonexAlude ¡esperenlo!

sadaharu:fuck yeah!!

mika: bueno, ya las dejamos de distraer, lean este primer capitulo con mucho amor 

 

 

KHR le pertenece a Akira Amano

 

fic originalmente rol. Sadaharu hizo a Dino y yo hice a Hibari :3

 

   Se paraba frente al cartel que muestra los recorridos y horarios de los trenes por tercera vez, raspando las losetas oscuras del andén con sus desgastadas zapatillas, últimamente las usaba mucho. La hora de arribo era a las 7:40 y el reloj en su pulsera, regalo de su ex novio, le mostraba que faltaban veinte minutos.

   Volvía a sentarse, inquieto, moviendo los pies vigilando cuidadosamente sus pertenencias. Dos tristes maletas que resumían su vida como parte del importante clan Hibari, que terminaba ese día. Su padre, el famosísimo detective Alaude, le había dicho que el apellido le quedaba muy grande, junto con otras cosas como "eres la vergüenza de esta familia" y "eso te pasa por andar de puta" para luego echarlo de su casa. Todo por enterarse que su "adorado" hijo Hibari Kyoya, estaba embarazado casi de tres meses de un indeseable extranjero miserable.

   Suspiraba sintiendo un poco de frío, metía las manos en los bolsillos de su abrigo pensando en él, el padre de su bebé, a quien tanto quería pero que cuando tomara ese tren que estaba por llegar, jamás se enteraría que tendría un hijo...

 

   Había salido corriendo del taxi a unas tres o cuatro cuadras de su destino, hacia un tráfico terrible y los congelados pisos donde se arremolinaba la nieve no ayudaban en nada, aun así corría como un loco chocando contra algunas personas, resbalando pero no cayendo en algunos charcos, era una carrera que no podía perder o se quedaría sin nada. Es que no lo esperaba, cuando Hibari había llegado a su puerta un mes atrás diciéndole que quería romper porque simplemente “tú no eres suficiente para mi” no se imagino algo como eso, le había dolido tanto escucharlo que no pensó en más razones, pero que idiota, se lo habían tenido que ir a decir. Uno de los que se podía llamar “amigo” de Hibari le había ido a gritar en la cara de un modo un tanto extremo, que era un cobarde por embarazar a Hibari y luego botarlo.

“embarazarlo…” pensó triste en ese momento y luego “¡¿embarazarlo?!” había gritado, Ryohei entendió entonces que Cavallone no sabía nada al respecto, así que le conto lo que sabía sobre como la alondra ahora mismo estaba…

   Entraba en la estación…

 

   No había tenido el valor de decirle a su novio que esperaba un hijo de él. Dino había sido un tipo maravilloso desde que lo conoció, casi año y medio atrás. Al principio le pareció solo un simple torpe y estúpido, pero con todas sus declaraciones, tonterías románticas y su constante compañía y apoyo, había descubierto en él a un maravilloso estúpido y torpe que acabó enamorándolo.

   La noche del 4 de febrero, cumpleaños número 22 del rubio, también cumplían 8 meses juntos, Hibari tenía planeado darle un importante regalo y así fue. Esa noche lo hicieron por primera vez, a pesar de que el italiano no estuviera tan de acuerdo ya que Hibari aún tenía 17.

   Después de esa vez, vinieron varias más, pero el japonés estaba seguro que el bebé en su vientre había sido concebido la noche de su primera vez, bastante de telenovela pero así era.

   Otro vistazo a su reloj y ya faltaban diez minutos.

   Dino era italiano, pero hace años vivía en Japón, su familia era promedio y actualmente vivía solo en un pequeño departamento cerca de universidad a la que iba. Aah~ la universidad, el motivo más importante por el cual se iba sin decir palabra alguna sobre su embarazo al rubio. Había escuchado de los labios de este lo triste que era para él, que uno de sus amigos arruinara su vida dejando de estudiar por ser padre... Ahora que no contaba con el apoyo monetario de su padre, solo sería un miserable peso para el italiano que al parecer no quería tener hijos. También podía recordar claramente una vez, que invitado a la casa de la familia Cavallone, había tenido líos serios con los niños pequeños que andaban por ahí, ganándose una mirada de reprobación por parte del rubio al tratar de callar el llanto de los pequeños y un "no tienes idea de cómo tratar a los niños, serías un pésimo padre..." que en ese momento no le importo pero ahora... De haber sabido que era doncel...

 

   Empezaba solo a caminar rápido al ver a la alondra sentado en las bancas de la estación, inmerso en sus pensamientos, como siempre tan ajeno al resto del mundo, sonrió de alivio y segundo y camino ahora normalmente en su dirección, pudo lograrlo.

   No es que el no quisiera un bebé, era solo que era muy pronto para ello aun así, si era con Hibari él… lo aceptaría gustoso, cualquier cosa que fuere lo superarían juntos. Ahora lo entendía, seguro que la nube se había ido con la idea de que no quería un niño o que arruinaría su vida como descuidadamente había comentado alguna vez, la alondra era muy perceptivo al respecto, pero en ese momento no sabía que Hibari podía procrear, se supone que solo un hombre en un par de millones podía, seguro que ni el mismo japonés lo sabía, y que su padre no se lo había tomado muy bien, no lo conocía del todo pero entendía que el señor de la casa Hibari era muy poco flexible. Se sentía mal, pero también querido por un momento al entender porque la alondra lo había hecho, simple; no quería que sacrificara su futuro, o por lo menos así quiso entenderlo, lo malo estuvo en que sintió la poca confianza que le tenía el azabache pero bueno, eso era algo en lo que había que trabajar más…

   Se paraba frente al japonés y sus dos maletas, al fin, se veía un poco desmejorado pero al mismo tiempo más hermoso que nunca…

 

    No captaba la presencia del rubio hasta que se plantó frente a él, sonriendo como si nada. Tragaba saliva sintiéndose nervioso, no lo había visto desde que él había terminado su relación, y la verdad es que lo extrañaba muchísimo, y lo amaba tantísimo más.

   Desviaba su mirada azul acero de la miel para preguntar:

-¿qué haces aquí?- ¿sería posible que...? No, aquello no era el cursi final de una telenovela.

-¿Qué preguntas? ¿Debe ser obvio no?- respondía el rubio confiado y echándole un vistazo a las maletas del menor las cargaba y lo miraba de nuevo -vine, para llevarte a casa…- y se andaba caminando antes que él y decía.

-vámonos, aquí hace mucho frio.

 

   Se mordía la lengua escuchando aquellas palabras y viéndolo partir con sus maletas. En otro momento hubiera reaccionado agresivamente a aquella imposición del otro, pero en ese momento, con la punta de los dedos congelados y los ojos aguándosele por la extraña sensación cálida en su panza, seguía al mayor a una distancia prudente, mirándose la punta de los zapatos.

   Aún con el frio y la adversidad por venir era feliz, en ese instante era realmente feliz...

 

   Llegaban al pequeño departamento tras un viaje callado, Hibari no le había dicho nada y él tampoco le había preguntado, sería lo mejor, ya sabía lo más importante de todos modos y seguro para el moreno contarlo no sería fácil o cómodo.

-es pequeño pero… bueno es muy pequeño ¡pero seguro algo puede hacerse!- el lugar consistía de un cuarto, una cocina pequeña (que estaba en una pequeña apéndice de cuarto) y un baño. Era una nueva construcción cerca de la universidad pero aun así tenia sus fallas, por eso era barato y bueno…

-¡oh, ya se, debes tener hambre!- le miraba muy entusiasmado, él también la tenia, y afuera hacia tanto frio, le dolía el estomago de imaginar toda la angustia que había pasado la alondra hasta ahora…

 

   Viendo el departamento lo veía mucho, pero mucho más pequeño de lo que lo había visto antes, ya que esa residencia era bastante conocida para él. Seguramente era que ahora lo veía como su casa y no como un lugar donde pasar el rato, juraría que tenían baños más grandes en la residencia Hibari… Se tragaba un suspiro y los comentarios negativos, él y su bebé, en verdad tenían mucha hambre.

 

-espera un momento, iré a preparar algo – lo veía tan callado, no enojado o serio como de costumbre, si no algo extraviado pero lo único que podía hacer era acercarse, tomarle la mejilla, sonreír y plantarle un beso en la frente, ahora mismo, lo reconocía como un niño asustado, perdido.

-solo un poco…- y marchaba a la cocina… ¿Qué debería preparar?

 

   Cerraba sus ojos al sentir el delicado contacto para luego desplomarse sobre el sillón tras él, intentando caer en un profundo sueño, como hace meses no tenía. Seguramente era porque al lado de Dino, por fin olvidaba la angustia vivida y sentía seguridad. Una imprudente lagrima delatora resbalo por su mejilla, mientras el descansaba. Sabía que debían hablar de todo lo sucedido y aclarar las cosas, el siguiente día sería perfecto para ello, el cielo se despejaría y la nieve desaparecería junto con sus profundos miedos.

 

   Servía la comida en el kotatsu luego se hincaba frente a la alondra para tomarle las manos como pidiéndole que despertara, parecía que reamente estaba cansado, le dejaba un beso en la muñeca.

-despierta…- le hablaba bajito.

 

   Su sueño relajado era interrumpido por una suave voz, parpadeaba un par de veces hasta estar por completo despejado. El olor de la comida lo atraía y se arrimaba al kotasu que calentaba sus pies helados. Comía con prisa, como si nunca lo hubiese hecho antes y luego pedía más, después de todo debía comer por dos.

 

   Por su parte el otro comía tratando de no sonreír ante la prisa del azabache, nunca lo vio comer así antes, usualmente primero se quejaba de su comida extranjera y luego la probaba poco a poco, pero nunca demasiado, había cambiado un poco en este tiempo sin verse, no sabía si eso era bueno o malo, pero seguro que para el japonés era un contratiempo… servía algo de té caliente.

 

   Ya con más calma, el moreno bebía el té recién servido, calentando sus manos con el calor de la taza. Miraba sin mirar para los lados hasta que al final, se daba el valor de preguntar:

-¿tú...quieres esto?...- refiriendose al hecho de ser padre y estar con él en ese estado.

 

    Parpadeaba ante la pregunta tomando un poco de té, carraspeaba y hablaba.

-¿Cómo no lo querría?...- dejaba la taza en el kotatsu -te lo voy a decir de una vez… tú no vas a poder hacerme de lado, lo juro, porque yo ya no voy a dejarte, no voy a permitir que te quedes solo y frio nunca más… ese bebé, es nuestro bebe, es nuestra promesa, es nuestro amor hecho carne y ahora lo sé, perdóname por no ir por ti antes yo… me porte como un idiota pero aquí estoy, contigo y aquí me quedo…- alargaba una mano a tocar la otra.

-todo va a estar bien ya… solo, confía un poco más en mi ¿quieres?... sé que no parezco muy de fiar pero haré lo imposible – lo miraba con ternura, era lo que la alondra necesitaba estaba seguro, seguro ya más gente le había reclamado por lo de ahora, no necesitaba que el “culpable” de su estado hiciera lo mismo.

 

   Escuchaba cada una de aquellas palabras y el corazón se le hinchaba, se sentía muy aliviado y feliz de estar junto al rubio en ese momento -sabes...mi padre se enteró de esto...antes de que terminara contigo, y me mantuve en casa todo ese mes porque...mi padre creía que lo iba a abortar- sus ojos se ponían tristes recordando aquella escena, aunque su gesto seguía estoico, y lo peor es que el en un principio también se lo planteó, pero luego descubrió que era imposible que le hiciera daño al bebé que esperaba, ya que era del hombre que amaba. Sacando las piernas de debajo del kotatsu y se arrimaba al rubio y con un poco de timidez le cogía una mano para llevarla a su vientre -aún es muy pequeño pero...- realmente no sabía que decir, su panza era apenas visible pero gracias a su vientre plano un pequeño bulto se notaba creciendo ahí -espero no ser tan mal "padre" como dijiste...

 

-ah…- abría grande lo ojos, hablaba mucho pero de verdad, un hijo era algo demasiado grande, más que él. Aun así se emocionaba al tocarlo ¿era verdad? ¿Ahí estaba su bebe? ¿Cuánto media? ¿Qué tan grande era? ¿Y cuando fuera grande…? Le latía muy rápido el corazón, recién se había enterado y ahora andaba a lidiar con ello rápido, sentía miedo, si, tanto como pudiera sentirlo cualquiera en esa situación pero también sentía…. Simplemente era indescriptible lo que sentía, demasiado cálido, las palabras del japonés le caían como ablandando carne, como hoyos en el estomago pero lo de ahora, su mano ¿se movía? ¿Podía darse cuenta de que él era su padre? Sonreía nerviosa pero incontrolablemente y parpadeaba para no hacer una estupidez, tragaba saliva, simplemente no podía aguantarlo, le robaba un profundo beso a la alondra y lo abrazaba fuertemente.

-te amo Kyoya… perdóname por dejarte solo…

 

   Recibía el tan esperado beso y todo su cuerpo se estremecía, además de su corazón escuchando esas palabras. Se aferraba al rubio mientras su cara se coloreaba de tanta alegría que lo llenaba, Dino aún lo amaba y también quería al bebé que venía en camino, eso era suficiente para ser feliz.

   Enterrando su rostro en la ropa que cubría el torso del mayor un prácticamente inaudible –te amo también- cargado de vergüenza, pero en verdad necesitaba decirlo.

   Ya mañana, más seguro y más tranquilo, podría volver a ser más frio y serio, o al menos eso quería...

 

   Esa noche habían dormido juntos como varias otras antes de su “rompimiento”. Lo había abrazado por la espalda y acunado, dos pares de manos rodeando un mismo vientre, abrazando un mismo torso, esa noche parecía que la luna tenía ganas de convertirse en sol porque aun a través de las cortinas invernales brillaba, les iluminaba la silueta y les colaba una sombra al frente, remarcando el pequeño cuarto, que era extrañamente mucho más acogedor que antes.

 

   Volver a estar así, durmiendo tan relajado al lado del rubio, cobijado por sus fuertes brazos y compartiendo su calor, lo hacía sonreír tenuemente en la oscuridad. Sus ojos vagaban un rato por el cuarto pensando un poco en el futuro pero aun así lleno de alegría. Aquel día podría haber cometido el peor error de su vida, pero por suerte Dino lo había salvado de aquello...

   En le tibieza de aquella pequeña cama se dejaba llevar por la somnolencia y descansaba, por fin, en el lugar que tanto quería y con quien tanto anhelaba…

 

Notas finales:

esperamos les haya gustado este primer capitulito y nos dejen sus lindos comentarios!! o quiza no tan lindo pero igual :D nos leemos


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