La pequeña criatura lloraba a todo pulmón, aferrándose con sus pequeñas manitas al batín que llevaba su "madre", como presintiendo que si no lo hacia les separarían.
-¡Calla al maldito mocos! – expresó con profunda repulsión el anciano mirando desde el marco de la puerta.
El joven de pálida tez bajó la cabeza con tristeza y aferró mas a su pequeño contra su cuerpo, quería transmitirle tranquilidad y cariño, para que el bebé calmara su llanto.
-Ya, bebito – le habló con cariño, meciéndolo con temor, pues al ser primerizo tenia realmente poco conocimiento sobre el tema, sólo lo que leyó en los libros.
-Debe tener hambre – interrumpió la joven partera, que en esos momentos recogía sus instrumentos, pues minutos atrás había ayudado al joven que ahora reposaba sobre la cama a dar a luz. – descúbrete el pecho, al palparlos me di cuenta de que tienes bastante leche.
El aludido bajó su vista hasta los botones de su camisa y colocó al bebé sobre su regazo, para disponerse a desabotonarlos, luego tomó al infante y lo acomodó en posición, éste apresó con desesperación el hinchadito pezón y comenzó a mamar con rapidez.
-Humf – bufó el hombre mayor mirando con desagrado la escena, no pudo soportar mas y sin decir palabra se retiró del lugar.
El recién parido estaba realmente cansado, le dolía todo el cuerpo, pero no sólo eso, también su corazón, el cual debería desbordar alegría por el nacimiento de su primogénito, se veía en esos momentos encogido de tristeza, pues la llegada de esa criatura al mundo había desatado grandes problemas en su corta vida.
Con desilusión vio como su padre se alejaba del lugar sin ninguna muestra de cariño hacia su primer nieto, no podía permitirse que las lagrimas nublaran su rostro, sabía que nada ganaría con eso, sin embargo era tan difícil mantenerse fuerte cuando sentía que el mundo se le venia encima.
-Tranquilo pequeño – trató de reconfortar la mujer al ver el semblante de su paciente – el señor Danzou terminara por aceptar a tu hijo, veras que en un futuro esa criatura se convertirá en la luz de esta casa, es cuestión de darle tiempo.
-Yo lo comprendo Sakura – respondió en voz baja –, no debe ser fácil tener un hijo como yo, que a ensuciado la reputación de su apellido al traer al mundo un bastardo.
-No hables así Sai, no quieras hacerte el fuerte conmigo, podrás engañar a los demás, pero creo conocerte bien, para saber lo que en realidad está pasando por tu cabeza, y es claro para mi que estas sufriendo, – reprendió acercándose hasta él, para poder tocar los cabellos rojizos del bebé – además sé que no te gusta ese apelativo para tu hijo, no eres ni el primero ni el último que se deja engañar por un imbécil que le jura amor y después de haber obtenido lo que quería se va dejándote con el paquete.
-No, no soy el primero; – continuó la charla, mientras separaba al bebé de su pecho y lo colocaba contra su hombro para darle de palmaditas en la espalda, con el fin de que la criatura expulsara los gases - por eso mismo no debí ser tan ingenuo.
-¿Ingenuo? Tal vez si, es por eso que tu padre debería apoyarte mas en ese sentido.
-Yo ya no tengo ningún valor para él Sakura, yo mismo eche a perder mi futuro, tú sabes que en la sociedad un doncel que no llega virgen al matrimonio no es digno de respeto, yo además de eso, e traído al mundo el fruto de mi deshonra.
-Sai – gimió lastimero.
-Déjame solo por favor Sakura, necesito pensar. - La chica asintió con tristeza y se retiró dejándolo solo.
-Si necesitas algo, no dudes en llamarme – aconsejó antes de salir completamente.
Respirando profundamente se acomodó mejor sobre la cama, manteniendo al pequeñín aun en brazos lo miró detallándolo completamente y acarició su carita con delicadeza, se veía tan frágil y tan necesitado, era su bebé y lo amaba, aunque ese hombre negara ser el padre, la naturaleza era sabia y la criatura era casi una copia de él, con el cabello rojizo y extrañamente abundante, facciones finas y ojos de un verde agua muy expresivos, lo único que había sacado de su "madre" era la extrema palidez, o eso se adivinaba, pues estaba rojito e hinchado pero al pasar los días, tomaría su tono normal.
Se mordió los labios y evitó por todos los medios dejar salir un sollozo, la hormonas no ayudaban mucho y su situación aun menos.
"¿Por qué Gaara, por que jugaste así conmigo?"