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Trofeo por yukimonik

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen totalmente a Maki Murakami y yo sólo los utilizo para satisfacer mi imaginación XD. Al igual que la canción.

Notas del capitulo:

Dedicado a girl_yaoi y a quienes quedaron decepcionad@s con el final de “Cuando él regrese…” XD

Tokio

 

 

 

En un hotel de cinco estrellas se podía apreciar el despertar de uno de los hombres más codiciados tanto por mujeres como por hombres por su gran atractivo físico. Él era Yuki Eiri, el escritor del momento, si así se le podía llamar ya que llevaba 10 bet sellers seguidos y nada ni nadie podía bajarlo del pedestal. Sumándosele a ello que descendía de una de las familias más prestigiosas y por supuesto adineradas de Asía, convirtiéndose en un hombre atractivo, con talento y fama pero sobre todo con mucho dinero. En resumen, tenía absolutamente todo lo que cualquiera puede desear en un prospecto de esposo. Ja. Esposo antecesora de matrimonio. Esa era una palabra inexistente en el vocabulario del rubio en cuestión. Dicha palabra no estaba ni estaría en su léxico nunca. Sabiéndose poseedor de los atributos ya mencionados no estaba dispuesto a desperdiciarlos en una relación, él tenía demasiado cariño para dar y por lo tanto cada noche se aseguraba de brindarle ese mismo cariño a una belleza diferente.

 

 

 

Si, belleza. Está bien que no le importaba ofrecer su cariño al mayor número de personas pero no cualquiera podía aspirar a estar entre sus sabanas. El último en cuestión había sido el modelo estelar de la pasarela a la que había sido invitado la noche pasada. Un trofeo que disfruto hasta varias horas de la madrugada y que le había resultado exquisito no sólo por tener un cuerpo de los mil demonios también por que al principio se le resistió pero si había algo que el rubio adoraba eran los retos, aunque fácilmente se desilusiono pues bastaron más que un par de palabras bonitas y una que otra promesa, que por supuesto no estaba dispuesto a cumplir, para que el muchachito en cuestión cayera rendido.

 

 

 

Se levanto y vistió rápidamente, por nada del mundo quería despertar al otro. Eso de los arrumacos por la mañana no se le daban así que sin tener nada más que ofrecer salió de la habitación, la suite ya esta pagada así que ni se inmuto cuando la recepcionista intento llamarlo. De reojo pudo ver a un sujeto conocido. Era el paparazzi que lo había estado siguiendo el último mes. Si había alguien conocedor de su historial amoroso, ese era aquel sujeto, que vendía las fotos que le tomaba al mejor postor. Al rubio esta situación no le molestaba en lo absoluto, al contrario, disfrutaba las portadas que las revistas le dedicaban siempre dejando al descubierto su última conquista. El rubio, llego a su lujoso departamento, ubicado en una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Había pasado una maravillosa noche que lo motivaba a escribir una escena erótica en su más reciente trabajo. Después de prepararse un desayuno ligero paso toda la mañana y parte de la tarde metido en su estudio, dedicándose a hacer una de las tantas cosas que le salían a la perfección. Cuando estuvo satisfecho del avance logrado, salió para sentarse en su cómoda sala y encender la televisión, era hora de encontrar a su próxima víctima y en los programas de espectáculos siempre las localizaba. Era momento de cambiar el perfil, esta vez se le antojaban castaños así que sin escuchar poco o nada los comentario de los conductores se dedico a observar las imágenes que transmitían. De pronto una sonrisa llamo su atención, decidiéndose con ella a poner atención a lo que se decía de la persona en cuestión.

 

 

 

— Y como ya les habíamos anunciado hace unos días —comentaba la conductora pelinegra— después de haber tenido cientos de presentaciones en varias ciudades de Japón así como en Corea y China, el famoso grupo Bad Luck por fin tendrá una serie de presentaciones en Tokio.

 

— Ya se habían tardado Yumi —opino otra de las conductoras— con la cantidad de fans que tienen me pregunto por qué dejaron Tokio para el final.

 

— Eso mismo podremos preguntárselos en persona, el mismo día de su llegada ofrecerán una conferencia de prensa que indudablemente estará a reventar por medios tanto nacionales como internacionales.

 

— Seguramente en este momento cientos de fans están muriéndose por saber la fecha y hora de su llegada.

 

— Así es, su manager y representante aun no han querido ofrecer esa información tratando de salvaguardar la seguridad de los integrantes de la banda después del último disturbio que se armo cuando llegaron a Sapporo.

 

— ¿Pero qué sucedió?

 

— Que había tantos fans que por poco y ocurre una desgracias, eso y que más de uno intento propasarse con el vocalista de la banda, Shuichi Shindou —decía la mujer al tiempo que transmitían una foto del ojivioleta.

 

— Bueno yo no culparía a sus fans, la verdad es que Shindou-san ha robado el corazón de todos y cada uno.

 

— Así es y lo que lo hace mas irresistible es que desde que se fundó la banda no se ha sabido que mantenga una relación sentimental con nadie, al parecer es un chico con estándares bastante altos.

 

— Pues por el bien de sus fans, incluyéndome entre ellos, espero que así se mantenga, eso nos da una esperanza.

 

—   Ja ja ja bueno y en otro orden de ideas…

 

 

 

En todo este tiempo el rubio no había podido quitar la vista de las varias imágenes que fueron pasando acerca del renombrado grupo, pero sobre todo del pequeño vocalista que a simple vista irradiaba alegría.

 

 

 

— Pelirosa no estaría nada mal —fue lo que salió de labios del rubio después de apartar su vista del aparato— famoso y codiciado, es como si estuvieras esperándome Shuichi Shindou —menciono el rubio a la nada antes de levantarse y dirigirse a otra habitación.

 

 

 

 

 

 

 

Mientras tanto en otro lujoso hotel

 

 

 

—   ¡Shuichi! ¿Ya has terminado de arreglarte? —Pregunto un pelirojo.

 

—   Ya Hiro, me muero de hambre así que ya vámonos.

 

—   Espera, K aun no nos ha dado la orden de salir.

 

— Ash, a veces detesto esto, no podemos salir a ningún lado sin el peligro de que nos reconozcan.

 

—   Ya ya ya, pero ¿querías ser un cantante famoso no es así?

 

— Pues si pero no me gusta cuando no puedo ni ir a comer por temor a que me vayan a meter mano.

 

—   Ja ja ja

 

 

 

 

 

 

 

Unos días después

 

 

 

Por fin se habían hechos oficies las fechas en las que Bad Luck estaría dando sus conciertos en Tokio, más tardaron en hacerlo que en lo que la taquilla puso el anuncio de boletos agotados. Al salir de aquella rueda de prensa el manager los condujo directamente a un evento que tendría al grupo como invitados de honor, por lo que por mas cansados que estuvieran no podían negarse. Al llegar fueron recibidos por decenas de reportaros pues ahí se había reunido la crema y nata de la sociedad japonesa, así que procedieron a poner su mejor sonrisa para saludar a las decenas de personas que se encontraban dentro, afortunadamente no había acceso para periodistas.

 

 

 

Ya era casi media noche y K se había asegurado de mantener a sus muchachos a salvo de cualquier reportero que pudiese haberse colado a la recepción, pero absolutamente nada había sucedido por lo que un poco relajado accedió a que Shuichi saliera al jardín a despejarse un poco.

 

 

 

— ¡Ah que hermosa noche! —decía el pelirosa mirando el cielo estrellado.

 

— ¡No tan hermosa como tú! —Oyó decir a alguien a su espalda lo que lo hizo voltear en automático encontrándose con un apuesto rubio— Disculpa si te asuste —dijo el mayor mientras se acercaba cautelosamente— Me estaba sofocando haya adentro con tanta gente.

 

— No, está bien —respondió el chico de manera automática un tanto cohibido por el hombre que tenía frente a sí.

 

— Me llamo Yuki Eiri, ¿y tú? —pregunto el mayor, fingiendo no saber.

 

— Shuichi, Shuichi Shindou —respondió el otro.

 

— Un gusto conocerte Shuichi —menciono el rubio al tiempo que depositaba un delicado beso en la mano del otro para después ofrecerle una sonrisa de portada— Y se puede saber ¿que hace tan encantador chico aquí, solo?

 

— Bueno, yo estaba un poco aburrido —respondió de manera un tanto culpable y haciendo un mohín que el rubio encontró adorable.

 

— Me imagino. ¿Qué te parece si nos hacemos compañía? La verdad es que yo también estaba bastante aburrido.

 

— Oh! Pero tú pareces una persona que acostumbran venir a estas reuniones.

 

— ¿Eres del tipo que suele juzgar a un libro por su portada? —pregunto el mayor con una cara afligida lo que altero al menor.

 

— Oh no lo siento, no sé por qué dije eso. —respondió de manera avergonzada.

 

— No te preocupes, la verdad es que no te equivocas de todo. Estoy acostumbrado a este tipo de eventos pero sólo por mi trabajo.

 

— ¿Y en que trabajas?

 

— Soy escritor

 

— ¿Escritor? Wow. Nunca había conocido a uno, ¿es difícil? ¿Sobre que escribes? ¿Has publicado libros? Que… —pero el menor no termino al darse cuenta de su impaciencia— lo siento, soy muy curioso, espero no haberte molestado.

 

— No te preocupes, no me molesta para nada. Y bueno, A veces sí, es un poco difícil sobre todo cuando no tengo inspiración, normalmente escribo novelas de tipo romántico.

 

— Entiendo lo de la inspiración. —Menciono solidario el menor— Me encantaría leer una de tus novelas.

 

— Y a mí me encantaría volverte uno de mis —amantes pensó el rubio— lectores

 

— Claro que si, sabes no leo mucho porque K, casi no me deja tiempo. Esta todo el día sobre mí, diciendo que haga esto y que haga lo otro contesto el chico con un puchero lo que hizo sonreír al rubio de manera espontanea.

 

— ¿Y quién es K?

 

— El mi manager. Yo soy cantante –dijo orgulloso el pequeño.

 

— ¿En serio? —Pregunto el rubio— No me lo hubiera imaginado.

 

—   Je je je, y no es por nada pero yo mismo he escrito todas las canciones así que por eso entiendo que a veces a uno nada más no le llega la inspiración.

 

—   ¿Escribes? Vaya eres una caja de sorpresas —dijo en un todo seductor el rubio.

 

—   Ya sé, que te parece si mañana nos vemos, yo te enseño la última canción que escribí y tú me enseñas una de tus novelas? —pregunto el menor de manera espontanea.

 

—   ¿Mañana? —El rubio no hubiera imaginado tener al pelirosa tan pronto en sus garras.

 

—   Oh, lo siento. A lo mejor ya tienes planes —se disculpo el menor.

 

—   Nada de eso, me encantaría encontrarme contigo. ¿Quieres venir a mi departamento por la tarde?

 

—   Bueno —dijo sin más el ojivioleta— dame tu dirección y yo le digo a K que me lleve.

 

—   Em! De acuerdo —sonrió el rubio aunque internamente ya planeaba la forma de deshacerse del manager, mientras extendía una tarjeta al pelirosa— Pue…

 

 

 

El rubio no pudo terminar debido a que en ese momento un pelirojo acompañado de un peliverde se acercaron a ellos rápidamente.

 

 

 

—   Shuichi es hora de irnos —menciono el pelirojo.

 

—   Miren Hiro, Suguru —dijo el pelirosa— les presento a Yuki Eiri, es escritor —comento animado­.

 

—   Un gusto conocerlo —respondió el pelilargo haciendo una leve inclinación, para después centrarse nuevamente en el menor— Es hora de irnos.

 

—   Gracias por la compañía Eiri-san —dijo el menor sonriente.

 

—   Soy yo el que tiene que agradecer —respondió el mayor sin mostrar su molestia ante la interrupción— Entonces hasta mañana Shuichi —expresó el rubio seductivamente.

 

 

 

Al momento el menor fue prácticamente jalado por los otros dos. Hiro un tanto molesto por la actitud del rubio y Fujisaki intrigado por la compañía que mantenía el menor. Ya en la camioneta Shuichi no quitaba la sonrisa de sus labios y el pelilargo aprovecho para preguntar.

 

 

 

—   ¿Se puede saber que hacías con ese tipo?

 

—   ¿Con ese tipo? —pregunto un tanto mosqueado el ojivioleta— Hiro, no es educado expresarse así de la gente que uno acaba de conocer.

 

—   Ni hace falta.

 

—   ¿De qué hablas? ¿Acaso ya conocías a Eiri-san?

 

—   Quien no lo conoce —respondió furibundo— A él y a su innumerable lista de conquistas.

 

—   ¿De que hablas?

 

—   Mira Shuichi, tu eres demasiado inocente por eso es que te prevengo —ese comentario más que tranquilizar al menor lo molesto­­— Yuki Eiri es famoso por ser un gran novelista cierto pero también lo es por haberse acostado con muchas y muchos —esta revelación descoloco al pequeño por unos momentos pero después contraataco.

 

—   ¿Y cómo sabes eso?

 

—   Por dios Shu, sale por lo menos una vez a la semana en las portadas de revistas y periódicos siempre por haberse involucrado con uno nuevo.

 

—   ¿Me estás diciendo todas estas cosas solamente porque lo leíste en una revista? —cuestiono incrédulo el menor.

 

—   Shuichi, no es sólo una revista, son muchas revistas.

 

—   Eso no importa Hiro. Tú sabes bien la cantidad de cosas que han inventado de nosotros desde que comenzamos a cantar. ¿Te imaginas si la gente creyera todo lo que sale en esas publicaciones?

 

—   ¿Lo estas defendiendo?

 

—   No, no lo estoy defendiendo. Sólo se me hace injusto que juzgues a Eiri-san sin conocerlo.

 

—   Pero Shuichi entiende que ese tal Yuki Eiri es más como un perro en celo

 

—   No te oigo

 

—   Shuichi por

 

—   No te oigo

 

—   ¿Sabes qué? Haz lo que quieras pero después no vengas a llorar —menciono el pelirojo dando por zanjada la conversación, sintiéndose furioso al ver lo ingenuo que podía llegar a ser su amigo.

 

 

 

Cuando Shuichi llego al hotel se fue directo a su habitación y no se molesto en ir a darles las buenas noches a sus amigos tal y como siempre lo hacía. Estaba muy pero muy molesto por lo que le había dicho Hiroshi. Si había alguien que sabía que no podía confiar en lo que decían las revistas ese era el mismo. Cuando recién empezaba su carrera a un chismoso se le ocurrió decir que Shuichi había podido sacar su primer disco gracias a que se había llevado a la cama al productor. Eso le costó un disgusto fuerte con su padre quien se lo creyó y le prohibió ser cantante además de la cancelación del contrato que ya tenía la banda. Estuvo un año entero convenciendo a su familia de que todo había sido una calumnia y otro más en volver a conseguir la oportunidad con una disquera. Casi se había arruinado su vida y todo por una calumnia. Así que no iba a desconfiar de Eiri-san sólo por los chismes de unas revistas, además había algo que lo intrigo en los pocos minutos que hablo con él.

 

 

 

— ¡Hiro baka! —Refunfuño el menor— No creo que Eiri sea así, el se porto muy bien hoy y no fue como otros tipos que luego luego van a querer manosearme.

 

 

 

Al otro día Shuichi se levanto muy temprano, raro en él, ya que ni siquiera había sonado el reloj. Se sentía emocionado pues hace mucho tiempo que no tenía planes que no fueran de trabajo, o cuando salía siempre solía hacerlo con Hiro y Fujisaki. Rápidamente se ducho y arreglo para dirigirse al lugar donde se llevarían a cabo los ensayos para las presentaciones. Una vez terminada su jornada aviso a K de la cita que tendría con Yuki Eiri a lo que el otro no se opuso al ver la emoción que tenía el menor además como recompensa a su excelente trabajo durante la mañana.

 

 

 

—   ¿Vas a dejarlo ir? —cuestiono colérico el pelirojo.

 

—   ¿Por qué no? —pregunto el rubio.

 

—   Va a ir al departamento de Yuki Eiri —contesto Hiro de manera lenta para ver si K alcanzaba a comprender la gravedad del asunto.

 

—   ¿Y eso qué?

 

—   K, tu y todos menos Shuichi por supuesto, sabemos la fama de ese tipo, no pretenderás que mi amigo vaya y se meta a la boca del lobo o si —dijo desesperado.

 

—   Dos cosas, la primera, Shuichi ya es lo suficientemente mayorcito para saber lo que le conviene y lo que no; y segunda, yo no soy su niñera, el ya cumplió con su trabajo así que ahora puede hacer lo que le venga en gana mientras no se ponga en peligro.

 

—   ¿Y qué crees que está haciendo? —soltando esta frase de manera enérgica.

 

 

 

Mientras la discusión seguía el pelirosa ya había abordado la camioneta que K había dispuesto, con guardaespaldas incluido, para que lo llevaran a la dirección que el rubio le había dado. No tardo más de 15 minutos cuando fue avisado de que habían llegado, sin embargo su acompañante le pidió no salir.

 

 

 

—   ¿Cosas de guardaespaldas? —pregunto Shuichi divertido.

 

—   Sí señor, cosas de guardaespaldas, no se preocupe no tardare.

 

—   De acuerdo.

 

 

 

Unos minutos después el menor había sido avisado de que podía salir del auto sin temor a ser reconocido y se introdujo rápidamente en el edificio donde el guardia ya tenía nota de dejarlo entrar así que no reparo en nada hasta que tomo el ascensor que lo dirigió al 10º piso, plantándose frente a la puerta con el numero 1003. No tuvo ni que tocar el timbre cuando la puerta se abrió.

 

 

 

—   Un gusto verte de nuevo pequeño. Adelante –dijo el rubio con su ya característica sonrisa.

 

—   Gracias

 

—   ¿Quieres algo de beber? ¿Agua, refresco, vino, champagne?

 

—   Pero el champagne solo se usa para celebrar ¿no?

 

—   Estamos celebrando que nos conocimos. ¿No te parece suficiente razón?

 

—   Tienes razón. Entonces que sea champagne —soltó el menor con una sonrisa angelical.

 

 

 

Minutos después ambos se encontraban brindando por su naciente amistad, el pelirosa reía divertido ante algunas cosas que Yuki le relataba, el rubio le había pedido llamarlo así.

 

 

 

—   ¿Y trajiste la canción que mencionaste? —pregunto el rubio.

 

—   Claro que si, mira –dijo al momento en que sacaba un hoja doblada en cuatro de su pantalón. Eiri la tomo y comenzó a leerla, una canción más de amor, fue lo que pensó al examinar el primer párrafo, y con una sonrisa en su rostro miro al menor una vez hubo acabado.

 

—   Llena de sentimiento —comento de manera gentil.

 

—   Te puedo hacer una pregunta Yuki? —repuso el menor evadiendo el halago recién hecho.

 

—   Claro —contesto el rubio.

 

—   Bueno primero tengo que confesarte algo —comenzó diciendo el menor— ayer durante la recepción yo ya te había visto. Saludabas a todas las personas con una gran sonrisa pero... era tan fría —este comentario descoloco al rubio por unos segundos— como si la tuvieras practicada. Y cuando nos encontramos ahí estaba otra vez, sólo hubo una sonrisa que me pareció sincera.

 

—   ¿Eso crees? —pregunto el rubio un tanto perspicaz.

 

—   Si.

 

—   Eres muy interesante Shuichi.

 

—   Y no dudo que tú también lo seas Yuki.

 

—   ¿Quieres leer el primer capítulo de mi nueva novela?

 

—   ¿Puedo?

 

—   Sólo si prometes no contarle a nadie.

 

—   Lo prometo.

 

—   Entonces vamos a mi estudio.

 

 

 

Ambos pasaron la tarde muy diferente a Como Yuki la hubiese planeado. El comentario que Shuichi hiciera definitivamente lo había descolocado, nunca nadie se había dado cuenta de aquella manía suya de sonreír a todos y en todo momento. Tal vez valiera la pena no apresurarse tanto con el pelirosa.

 

 

 

—   Oye Shuichi y tú ¿nunca habías escuchado de mí? —pregunto el rubio de repente.

 

—   Nop, aunque para serte sincero. Ayer después de que nos encontramos Hiro me conto algunas cosas.

 

—   ¿Qué cosas? –pregunto un tanto preocupado.

 

—   Bueno. Que eras alguien muy… sociable y que tenías muchos amigos

 

—   No todas las cosas que dicen de mí son ciertas —pero tampoco no todas son mentira, fue lo que pensó el rubio.

 

—   Lo sé —respondió rápidamente el menor— por eso vine, yo confió en ti. —mencionando esto de manera firme— No tengo más amigos a parte de Hiro, Suguru y K. Muchas personas se acercan a mi pero sólo porque soy famoso, o quieren que salgamos pero nada más para presumirme con sus amigos, realmente no les importo.

 

 

 

El rubio entendía a la perfección lo que le decía el menor. Toda la vida había tenido que lidiar con eso. Debido al poderío de su familia nunca faltaban las personas que querían hacerse pasar por amigos para obtener algún beneficio, pero se daba cuenta en el momento en que comenzaban a idolatrarlo por cualquier tontería que hacía pero que al momento de darles la espalda comenzaban a hablar mal de él. En su infancia tuvo muchas decepciones de ese tipo, así que tuvo que volverse lo suficientemente astuto como para no caer en esos juegos. Y fue así que aprendió que en este mundo sólo existían los que usan y los que son usados y él en definitiva no pertenecía al segundo grupo.

 

 

 

Las horas habían pasado más rápido de lo que hubiera deseado y el menor se marcho muy feliz, lo que extrañamente también hizo feliz al rubio. Tal vez era que ya se estaba ablandando. ¿Quién le aseguraba que ese cantante no era uno más del montón que sólo iba por el mundo con bandera de inocente pero que en realidad quería más fama a costa suya? No señor, hasta el momento nadie había conseguido burlarse de Yuki Eiri y esta no sería la excepción. Por lo que ya alejado de sentimentalismos se dispuso a llamar a la floristería en la cual ya tenían su número como uno de los frecuentes.

 

 

 

Varias semanas después, la amistad entre rubio y pelirosa había crecido, muy a pesar del mejor amigo del chico quien aprovechaba cada oportunidad para advertirlo sobre el riesgo que corría si seguía enredado con el escritor. Pero eso a Shuichi no le importaba, cada vez que se encontraba con el ojimiel descubría una cosa nueva e interesante. Habían ido a varios sitios pero nada concurridos, Yuki siempre era muy cuidadoso en ese aspecto ya que no quería que nadie los molestara. Otro punto extra para creer que el mayor no era el Don Juan que todo el mundo le pintaba había sido que en ningún momento Yuki había intentado nada con él, lo más lejos que había ido era besarle la mano. Aunque para ser sinceros, eso ya empezaba a impacientar un poco al pelirosa. Estaba muy claro que desde el primer momento en que vio al escritor se sintió atraído y sólo esperaba que este diera el primer paso pero si no ocurría nada tendría que hacerlo él mismo, ni hablar.

 

 

 

—   Eiri, ­­­—llamo el pelirosa interrumpiendo la película que ambos veían en ese momento en la sala del departamento del rubio— ya mañana comienzan las presentaciones y no podre verte como hasta ahora —dijo el pelirosa con una tono melancólico.

 

—   Voy a extrañar tu compañía Shu-chan —comento con aparente serenidad el rubio— me la he pasado muy bien a tu lado, realmente eres una persona muy interesante.

 

—   ¿En serio eso crees?

 

—   Si, has hecho que cambie mi opinión respecto a… ciertas cosas.

 

—   ¿Cómo cuales? —pregunto impaciente el chico.

 

—   Sobre la amistad y sobre el amor

 

—   ¿Estás enamorado de alguien Yuki? —cuestiono el menor meditabundo.

 

—   Nunca hubiera imaginado decir esto pero creo que si —soltó el mayor con una media sonrisa.

 

—   Y puedo preguntar ¿de quién?

 

—   De una persona maravillosa con la que he experimentado cosas que no pensé existieran —el menor no apartaba la mirada del otro, se moría de ganas por saber el nombre de la persona a la cual se refería Yuki y espera fervientemente el escuchar su propio nombre salir de esos sensuales labios.

 

—   ¿Quién? —pregunto en un susurro.

 

—   Eres tú, Shuichi Shindou. —Soltó el rubio con una sonrisa. No sé que me has hecho, pero desde que te vi no puedo quitarte de mi mente, eres tan diferente a todos los que he conocido. Te amo. —El pelirosa se quedo de piedra, esperaba una declaración pero no tan intensa, el saber que la persona que estos días había cautivado su corazón también sentía lo mismo era más de lo que hubiese pedido.

 

—   Yo también te amo Yuki —declaro con una sonrisa, sin embargo no pudo evitar que un par de lagrimas resbalaran de sus hermosos ojos, mismas que el rubio se encargo de limpiar al tiempo que se acercaba al pelirosa y depositaba un suave beso, que duro unos  cuantos segundos.

 

—   No sabes cuánto había deseado hacer esto —declaro sin tapujos el mayor­.

 

—   Pues entonces sigue haciéndolo —repuso el otro. Se besaron ahora más profundamente, el mayor vio el deseo viniendo del chico y lo recostó en el sofá. Poco a poco las caricias al igual que algunos gemidos iban en aumento, los dos estaba al límite.

 

—   Vamos a tu habitación —dijo el menor consciente de sus palabras.

 

—   ¿Estás seguro? —pregunto el rubio.

 

—   Estoy seguro de que te amo y que quiero estar contigo —fue la respuesta del chico que tanto había anhelado pero que ahora despertaba más que deseo en su interior. Fue así que lo tomo en sus brazos y sin dejar de besarlo lo llevo a la recamara.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy es un buen día para empezar –fue un pensamiento que llego al rubio en cuanto abrió los ojos. No sabía bien a bien como había ocurrido, lo único de lo que estaba seguro era de que él, el inconquistable Yuki Eiri había caído rendido a los pies de un chiquillo pelirosa de lo más infantil pero que despertaba sentimientos extraños en su interior, sabía que se exponía, pero después de todo el que no arriesga no gana. Había pasado los últimos años de su vida acumulando sentimientos negativos e inútiles que lo único que habían hecho era amargarlo y apartarlo de la vida. Pero definitivamente hoy era un buen día para empezar. Un buen día para hacer lo que siempre había querido hacer y eso era amar, tenía el amor y sobre todo tenía al objeto de su afecto. Shuichi era un ser único, había llegado como un rayo de luz a su vida, en su destino debía estar escrito su encuentro de otra forma no se explicaría tan maravillosa coincidencia. Por él y sólo por él cambiaria su vida, se olvidaría por fin de sus innumerables conquistas y sabría por primera vez lo que significaba la palabra fidelidad. Saco su agenda del buro dispuesto a deshacerse de ella en ese preciso momento y lo hubiera hecho de no haber sido por el timbrar de la puerta, como no quería que su pequeño se despertara se levanto rápidamente dejando a un lado la libreta y fue a la entrada principal.

 

 

 

Shuichi se despertó al sentirse sólo en esa enorme cama. Se desespero y procedió a envolverse en la sabana y levantarse para ir en busca de su rubia adoración, pero antes de hacerlo quiso mandar un mensaje a Hiro para que no se preocupara, busco su celular y lo hayo en el buro que se encontraba al otro extremo quiso alcanzarlo pero con tan poca suerte que termino tirando la agenda que junto al móvil se encontraba. Ya con más ganas se acerco y la cogió, algo dentro suyo activo su curiosidad al saber que tenía en sus manos la agenda de Eiri, total que podía pasar sólo iba a darle una hojeadita. Esperando por todos los santos no ser descubierto comenzó a leerla y no pudo evitar sentirse un poco mal al ver la cantidad de nombres que ocupaban las hojas, tanto de hombres como de mujeres.

 

 

 

— Esto me saco por andar de fisgón —se recrimino el pelirosa— vamos a ver se dijo para sí mismo el menor— Yuki tenía una vida antes de conocerme así que es normal que conozca a muchas personas, si eso es Shuichi, no tiene nada de malo. —El pelirosa estaba a punto de cerrar la agenda cuando una hoja que sobresalía de entre las demás llamo su atención— Te odio curiosidad —fue lo único que dijo antes de tomarla y reconocer que era una lista donde se encontraban los nombres de unas 20 personas, la mayoría tachados y sólo había uno que aun se distinguía, sintió que su respiración se detenía cuando hallo en el último puesto su propio nombre. Salió de la habitación dispuesto a exigir una explicación pero escucho a Yuki hablar con alguien.

 

 

 

—   Tatsuha ¿se puede saber que haces aquí?

 

—   Primero dime ¿quién es el tipo de allá afuera? Me reviso de arriba abajo. Bueno no es como si me haya desagradado –dijo con una media sonrisa— tiene manos grandes.

 

—   Es un guardaespaldas y repito ¿qué haces aquí?

 

—   Ay aniki, como si no supieras. Ya vine a ver tu nuevo trofeo.

 

—   No sé de que hablas.

 

—   Hablo de Shindou Shuichi, ese suculento bomboncito que te has echado encima.

 

—   ¡Tatsuha!

 

—   Tú sí que sabes escoger, siempre son famosos pero sobre todos muy guapos, supongo que ya te lo llevaste a la cama ¿o no? —Eiri evaluó la situación lo mejor era darle a su hermano por su lado y sacarlo de una vez de su departamento.

 

—   Si Tatsuha ya me lo lleve a la cama así que si sólo venias a saber eso ya te puedes ir largando —dijo el rubio a punto de reventar, el pelinegro sonrió complacido pero algo lo distrajo y fue ver la silueta de cierto chico pelirosa detrás de su hermano.

 

—   Si, sólo viene a eso —lanzando una sonrisa socarrona al tiempo que se ponía de pie y se dirigía a la puerta— suerte aniki y un gusto conocerte bombón —soltó el pelinegro. En ese momento el cerebro de Yuki hizo clic, en cuanto vio el cerrar de la puerta se volteo lentamente para encontrarse con lo que menos hubiera querido. Hallo en el pelirosa una acida mirada de la que un par de lagrimas amenazaban con salir pero que claramente estaba siendo retenidas.

 

—   Shuichi —susurro el rubio mientras avanzaba hacia el pelirosa.

 

—   Bravo —soltó el menor amargamente mientras daba unas sonoras palmadas— Felicidades Yuki Eiri, ¿qué número de trofeo soy? Ah cierto, según tu lista el número 20 ¿no es así? —expreso sarcásticamente— no sé si sentirme halagado u ofendido, va, ¿Qué más da?

 

—   Shuichi déjame explicarte —pidió el rubio abatido.

 

—   Vete al diablo ­—dijo el menor sin apartar la vista de la persona con la que hace unas pocas horas había mantenido la noche más romántica de su vida.

 

—   Sólo escucha lo que tengo que decir —haciendo caso omiso el menor se interno en la habitación, cerrando la puerta con seguro mientras tomaba su ropa y se vestía rápidamente, en un par de minutos salía azotando la puerta pero el mayor no estaba dispuesto a dejar que se fuera así como así.

 

—   Shuichi no te puedes ir así, tienes que oírme —dijo el rubio sosteniendo de los hombros al otro.

 

—   Suéltame en este mismo momento si no quieres que grite, estoy seguro que aprecias demasiado tu hermoso rostro —expuso el pelirosa arrastrando las últimas palabras. Al rubio no le quedo de otra más que hacer lo que le pedía pero sobre todo porque no quería hacerlo enojar más y sabia que en el estado en que se encontraba el ojiamatista nada podría lograr, sólo escucho el azotar de la puerta.

 

 

 

 

 

Días después

 

 

 

Un insecto. Así lo había hecho sentir Shuichi en todas y cada una de las veces en que había intentando hablar con él ¿Por qué? Porque lo ignoraba vilmente, por algo decían que es mejor ser odiado que olvidado y el podía ser partidario de tal lema. Y pensar que él mismo había hecho lo mismo muchas veces con sus amantes de turno, de haber sabido lo horrible que eso hacía sentir a una persona no habría tenido las agallas para hacerlo… bueno la verdad es que si. Pero ahora él que sufría era él y no estaba para preocuparse por sus ex. Vamos, el teléfono no era una opción pues el pelirosa ni por equivocación tomaba las llamadas, y cuando escuchaba que alguien le respondía sólo era para soltarle los peores improperios cortesía del pelirojo amigo. Todo empeoro cuando salieron a la vista pública fotos de Shuichi entrando al departamento del rubio, sin duda ese paparazzi las había vendido a un buen precio pero ahora no podía preocuparse por ello. Había comenzado mandando flores, todas fueron a parar a la basura; después otro tipos de regalos que incluían chocolates, peluches y hasta un dije de oro. Pero, nada. Eso de alguna forma minúscula le alegraba pues le demostraba que Shuichi no era uno de tantos con los que estaba acostumbrado a tratar. Ya estaba completamente seguro de sus sentimientos por el pelirosa y que lo que había llegado a existir entre ellos dos en estas pocas semanas era algo puro y sincero, ahora tenía que reconquistarlo y tenía que ser pronto.

 

 

 

Esa noche seria la ocasión perfecta para intentar hablar personalmente con el menor, había sido invitado a un coctel y sabia de buena fuente que Bad Luck sería el grupo encargado de amenizar el evento. Así que vistiéndose con sus mejores ropas y a bordo de su mercedes salió de su departamento. Una vez dentro se llevo uno de los peores disgustos de su vida. Shuichi se encontraba de lo más sonriente y el causante de aquella risa que tanto amaba no era él sino un tipo que conocía bastante bien, Kaede Yoshimura, su némesis, y aquel con el que más de una ocasión se disputo una conquista. Decidido se acerco hasta el lugar donde ambos se encontraban y tomo la muñeca de Shuichi de manera disimulada.

 

 

 

—   Tengo que hablar contigo –declaro el rubio.

 

—   Y yo deje muy en claro la última vez que no deseaba volver a verlo Eiri-san –contesto el menor con una aparente tranquilidad y sin quitar su sonrisa.

 

—   Ahora eres tu el que muestra sonrisas falsas.

 

—   Es simple educación, no deseo se me siga involucrando con personas de tan baja moral –dijo sin quitar la sonrisa.

 

—   Yuki Eiri —intervino el acompañante del menor— Claramente estas incomodando a Shuichi, así que por qué no te vas a otro lado a despejar tus ideas.

 

—   Eso quisieras —dijo aun sosteniendo la mano del menor.

 

—   Eiri-san, suélteme por favor —pidió el pelirosa.

 

—   No –declaro seriamente. Lo que no calculo fue el fuerte pero disimulado pisotón que el chico le dio lo que lo hizo inevitablemente aflojar el agarre.

 

—   Si me disculpan, tengo que ir a prepararme —comento el menor, para salir de esa embarazosa situación.

 

—   Yuki, Yuki, Yuki —hablo el otro hombre con un tono pausado— Ya disfrutaste al chico, tengo entendido que una vez que los pruebas dejan de interesarte así que por qué no dejas que ahora otros disfrutemos de ese dulce. —Estas palabras causaron un gran enojo en el mayor.

 

—   Te advierto una cosa Yoshimura —dijo con tono seco y viéndolo con ojos asesinos—Shuichi es mío, así que o te largas en este mismo instante o te rompo ese rostro de porcelana. El otro al ver la sonrisa sádica que el rubio le había dedicado no se lo pensó dos veces y salió disparado a la puerta.

 

 

 

 

 

Por otra parte el pelirosa tenía su corazón latiendo fuertemente. Ya sabía que a esa reunión asistiría Yuki Eiri, pero no esperaba que este tuviera el descaro de acercarse y menos hacerle una escena como la de hace un momento. Era un tonto, un total y completo tonto porque a pesar de la trastada que le había hecho ese rubio de pacotilla no había podido sacarlo de sus pensamientos ni un solo minuto. Había tardo 5 semanas en enamorarse del rubio y unos pocos minutos en decepcionarse y mandar todas sus ilusiones a la basura. Pero como en el corazón no se manda ahí estaba él, con el corazón destrozado pero aun latiendo por el ojimiel. Lo mejor era cumplir con su trabajo e irse lo más pronto de ese lugar, una vez que terminaran sus presentaciones en Tokio no tendría por qué regresar y quiera dios que nunca se lo volviera a encontrar aunque le doliera en el alma esa decisión.

 

 

 

Pero Yuki no iba a permitir que algo que le tomo años encontrar ahora se le fuera de las manos. El amor. En Shu había encontrado todo, ternura, sinceridad, pasión, amistad y lo quería… lo amaba. Escucho que el show de la banda daba comienzo con una suave melodía.

 

 

 

 

 

Vivir sin aire.

 

 

 

 

 

Cuando la canción termino Yuki Eiri supo que era ahora o nunca. Decidido subió al escenario y se planto frente al menor.

 

 

 

— Fui un estúpido

 

— El más grande de los estúpidos —completo el pelirosa.

 

— El más grande. Pero este estúpido que tienes frente a ti te ama más de lo que desearía y no puedo dejar ir lo mejor que me ha pasado. Te amo Shuichi Shindou —hablaba pausadamente— y si tu quisieras darme una nueva oportunidad no me va a alcanzar la vida para demostrarte lo feliz que te puedo hacer. —Shuichi sabiendo que no podía resistirse a ese hombre se dejo ir a los brazos del rubio aferrándose fuertemente­ y sabiendo que el también había ganado un trofeo… el amor de Yuki.

 

 

 

 

 

 

 

FIN

Notas finales:

Gracias por leer, si dejan reviews me harán el día.


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