Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

NIEVE por Ibyra

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Viendo mis antiguos archivos me topé con este, claro que en un principio era de personajes originales e intervenía una tía, después de leerlo me dije, ¡oye! ¡Podrías hacerlo con otros personajes! Así que he aquí el resultado.

Notas del capitulo:
Espero lo aprecien.

NIEVE

 

Pudo haber sido peor” me dije, tal vez un acantilado, un pobre animalito o Merlín no lo quiso ¡una persona! Pero no, nuestra víctima resultó ser una lastimera barda de madera que fue destruida por mí auto. Aunque era Ron quien conducía.

 

Era yo el ebrio, no entiendo cómo perdió el control y chocó el auto, ¿lo distrajo algo?, ¿ayudó la escarcha en el camino?, tal vez quiso darme una lección y lo hizo a propósito, después de todo ya debe estar harto que lo llame siempre que se lo pido. Bueno, ya es tarde para pensar en eso, después de reponernos del susto, bajamos a ver si había pasado algo más.

 

— ¡Demonios!, ¡¿Pero, qué paso?! —Ron luce desesperado y enojado, yo creo que es más el sobresalto, lo malo es que no ha dejado de caminar de un lado a otro repasando con los dedos su rojizo cabello una y otra vez. Voy a marearme si sigue así.

 

—No pasa nada —resté importancia— mejor veamos si aún funciona.
—¡¿Qué no pasa nada?!, ¡¿nada?! ¡Harry, podríamos haber muerto!
—Pero seguimos vivos ¿no?
—Ya… —suspira— lo malo es que no podemos aparecernos desde aquí, y Hogwarts está lejos. —Dijo desilusionado.

 

Yo solo elevé mis hombros y traté de ver cómo seguía mí carro.

 

La tarde del sábado terminaba y después de verificar que nuestro transporte no arrancaría ni por milagro o magia, solo nos quedó caminar en una ruta desconocida y solitaria exenta de casas, cercada de arbustos, bardas, piedras y, ha empezado a nevar. Sí, tengo la suerte de un maldecido.

 

Después de algunos metros en donde traté de recordar cómo es que jamás había visto esta ruta hacia el castillo mi amigo volvió a hablarme.

 

—Oye Harry… perdona lo del auto, pagaré… —pero detuvo su ofrecimiento— ¡No voy a pagar nada!, ¡tú eres el culpable por hacerme venir hasta lugares desconocidos!, ¡tú y tus estúpidas salidas de fin de semana!

 

No, no voy a reprocharle eso, hace como tres meses salgo a algún bar a beber sí, pero no al punto de recordar ni quién soy yo, pero cualquier precaución no está demás y ahí siempre está mi buen Ron para llevarme a casa o, como esta vez irnos al Colegio a saludar a Dumbledore en su tumba, a su actual Directora y otros que estoy seguro se presentaran.

 

Podríamos habernos aparecido, pero las protecciones en los lindes del Bosque Prohibido y el Colegio siguen activas. Usaríamos nuestras varita si mi amigo no la hubiera olvidado en su casa y yo no estuviera castigado en la Academia de Aurores por una semana, nuestros instructores jamás creerían que esta situación sea de “Enorme Peligro”.

 

Después de su griterío Ron no me ha dirigido la palabra, se abraza tratando de darse calor, yo, solo le sigo ¿quién lo diría? caminar me ha hecho bien, claro que el nivel de alcohol en mi sangre no era mucho, pero me ha despabilado en un santiamén, la poca nieve sirve para eso y mucho más, tengo los huesos ateridos y necesito calorcito.

 

Cuando ya planeaba hacer un iglú, corría en dirección opuesta a la nuestra una pequeña camioneta usada y verde que con suerte trataría de ayudarnos. Ruego porque eso pase.

 

—Hola, ¿qué ha pasado? —Sonríe— si quieren, puedo llevarlos —ante nosotros se mostró el rostro risueño de quien jamás pensé volver a ver, pero eso era imposible, alguien muy parecido a él eso es seguro, pero no era él, sus ojos eran negros no grises.

 

—Sí… gracias… —después de algunos segundos, mi amigo articuló esas palabras en sus congelados labios, yo solo tiritaba. Por la mirada que Ron me dio también debió pensar lo mismo, antes de responderle.

 

Subimos en la estrecha cabina, mejor así y empiezo a calentarme.

 

—Su automóvil supongo —dice cuando llegamos al escenario de nuestro pequeño accidente, ¿fue tan poco lo que caminamos? la nieve más fuerte ahora, empezaba a cubrir el destrozo.
—Van en esta dirección ¿cierto? —Y Como si fuera cosa de siempre hace una vuelta en U que nos inclina a los tres a un lado.

 

—Sí —por fin pude hablar—. Gracias por llevarnos, mi amigo es Ron y yo me llamo Harry.
—Oh sí, perdona por no presentarnos antes —se disculpa Ron, mi colega de aventuras.

 

Así empezamos una conversación tranquila y superficial, a mí me gustan los rubios y él realmente es precioso aunque su cabello este cubierto por una gruesa gorra de lana, veo que a mi amigo no le es indiferente, aunque está a punto de casarse él puede apreciar la belleza masculina de nuestro salvador, estoy perdido en uno de mis pervertidos pensamientos cuando siento el brusco giro que da el muchacho. Me pregunto si tendrá licencia, además se ha cuidado muy bien de no decirnos su nombre.

 

—¿Dónde estamos? —pregunta Ron cuando entramos en un claro que parece ser el patio delantero de una alta casa blanca, muy sencilla en sus acabados.

 

—Ésta, es la casa de mi padrino, si le caen bien podrán quedarse ésta noche, pero como lo conozco, lo más seguro es que solo les preste el teléfono para llamar un taxi, es muy… —pensó un momento— reservado.

 

Fue cuando nos miramos con algo de angustia, no creo que con éste tiempo un taxista quiera aventurarse por estos rumbos. Estacionó su desgastada camioneta y nos dirigimos a la entrada mientras él seguía describiendo a su padrino.

 

—Es un poco conservador, le gustan las formalidades, ¡ah! y nada de charla en la cena —nos advierte—, es más que seguro que se queden a cenar no le gusta despedir a nadie sin probar alimento.

 

 

**********[][]*************[][]**********

 

Nuestro anfitrión no necesitó tocar, apenas si llegamos a la puerta cuando un elfo domestico nos abrió, nunca había visto elfo de ese color es algo triste y hasta mustio.

 

Dobby, chocolate para los señores por favor—le ordena el muchacho mientras se saca la gorra y se dirige a un pasillo—. Por favor acomódense cerca a la chimenea, iré a hablar con mi padrino.

 

Nosotros estamos sin habla, desde que el que se parece a Draco ordenara a Dobby hacer algo, me ha parecido que estamos en un mal cuento. Pero no podrían ser ellos, ¡no podrían!, ellos, ambos, están muertos.

 

Fue al año después de la Batalla Final, donde todos los que no pudimos y quisimos, regresábamos a Hogwarts. Un joven mortífago disfrazado, casi loco, mal nutrido y ansioso de venganza esperaba en el andén 9 ¾, sorprendería al primero que se le cruzara al paso resultando ser Draco la víctima. Fueron solo segundos, al instante también cayó fulminado el seguidor, pero nadie pudo hacer nada por Draco, nadie, incluso su padre que intentó en vano ponerle en pie.

 

—Vamos Draco, un Malfoy no puede estar dando estas escenas, levántate que el tren está por partir.

 

Creo que fue ahí donde su cordura cedió.

 

El Señor Malfoy nunca volvió a ser como antes, desde ese día se le encontraba en el callejón Diagón haciendo compras, una escoba, libros y túnicas para un hijo que jamás volvería. Y la madre, aunque también estaba afectada pero pudo sobreponerse, a base de obras de caridad para los huérfanos de la guerra, pedía disculpas a los dependientes de las tiendas y devolvía las cosas poco después que su marido se marchara, por fortuna solo pasaba justo una semana antes del Primero de Septiembre. Después, Lucius suponía que su Draco estaba en el último curso de Hogwarts, que después de ese año vendría para quedarse y atender los negocios de la familia. Habían pasado cuatro años de eso y Malfoy padre siempre seguía la misma rutina.

 

—No son ellos Harry, no lo son. —Me dice Ron con tanta convicción que se oía casi como un grito —Hay varios elfos que tienen el mismo nombre ¿verdad?

 

Después que se escuchara dos ruidos secos de aparición, “este Dobby” nos mira con sus enormes ojos, sosteniendo dos tazas en una charola.

 

—¿Dobby? —tiembla la voz de mi amigo.
—¿Qué desea el invitado del amo? Dobby lo hará enseguida, señor.
Pero Ron no pudo continuar con sus preguntas

 

—Buenas noches —la voz profunda del “padrino” nos interrumpe y hace voltearnos.

 

Estoy sorprendido, ahora estoy seguro que estamos en una pesadilla o una horrible broma, ¡él está aquí!, como si fuese a dictarnos las clases del día, sus negros ojos conservan ese brillo que se perdió en la casa de los gritos. Junto a él, el rubio que ahora se parece más y más a Draco, nos mira sonriendo, eso jamás lo hubiera hecho Malfoy.

 

Estoy confundido.

 

—Mi ahijado, me contó de su siniestro, olviden tal percance y cenemos juntos —terminó con una pequeña inclinación de cabeza en señal de seguirlo, ¡era verdad! sus cordiales formas casi nos hizo reír aliviados, Snape nunca fue gentil, no sé el motivo, deberíamos estar corriendo atemorizados pero le seguimos. Bien dicen que en alguna parte del mundo tienes un gemelo, creo que este es el caso, porque si fuera nuestro antiguo profesor ya estaría diciéndonos lo inútiles que somos por llegar a esta situación, solos, en medio del camino y la nieve, sin varitas.

 

En la cena, donde solo se oyó el tilín de los cubiertos, lo observamos mejor; párpados caídos que le hacían parecer en somnolencia constante, rostro apacible, manos blancas que manejaban los cubiertos como instrumentos quirúrgicos, soberbia. En contraste el menor se presentó muy risueño y con apretados aditamentos, que nublaron mi mente por largo tiempo.

 

—El tiempo es impropio ahora, así que se quedarán por ésta noche —fue la orden a modo de despedida del mayor, el rubio también se despidió guiñándonos un ojo desvergonzado.

 

Dobby nos conduce a un cuarto del segundo piso, y nos da grises ropas de dormir, estamos a punto de acostarnos, no hemos hablado mucho, de seguro que Ron también está perdido en recuerdos; pero soy curioso, joven y la insinuación del rubio era obvia y no la dejaré pasar.

 

—Ron, no sé lo que pasa aquí —le digo—, pero en principio podría haber jurado que estábamos viendo fantasmas o espíritus, pero ellos no son transparentes ni comen cosas asquerosas, lo más, son solo personas que se les parecen.

 

—Pero se les parecen mucho. —Me responde como si estuviera viendo una acromantula. Se disponía a desdoblar las frazadas.

 

—Si fueran ellos o sus fantasmas, nos hubieran reconocido. No son ellos Ron.
—Lo sé, esperemos a mañana y nos iremos lejos de aquí —me dice ya metido en cama.

 

—Claro que nos marcharemos, pero quisiera seguir viéndolos después.
—Creo que eso no es una buena idea, hermano.

 

— No veo porque no. Es más, ahora mismo voy en busca del rubito, no puedo rechazar su invitación ¿sabes?

 

—Harry, no hagas locuras —se levanta y se pone delante de la puerta.

 

—No son locuras, solo voy a cumplir mi deber de satisfacer las necesidades de alguien que me pide ayuda.

 

—¡Ah! ¡Cómo quisiera que Hermione estuviera Aquí!

 

—Pero no está, ahora retírate y resígnate que ya van dos meses que no he follado con nadie.

 

Mi amigo trató de detenerme un poco más, pero como siempre, terminó siguiéndome. Recorrimos el pasillo, solo una puerta estaba abierta, entramos.

 

Pulcritud esa era la palabra indicada para referirse a la habitación y a él mismo, límpido más parecido a una aparición, totalmente desnudo, se paseaba alrededor de su cama, jamás había visto un cuerpo más delicioso.

 

—Mejor me voy —aulló despacio Ron. Pero, la deslumbrante visión desparramó su pelo en la almohada mientras se acostaba en las blancas sábanas, privándonos de la visión de sus caderas y yo moría por seguir deleitándome con sus redondeces; extendió levemente sus brazos, sus pies jugueteaban.

 

Esperándonos…

 

No necesitamos más, Ron fue el primero en ir a su encuentro, él le desvestía con lentitud, estaré loco pero fue una visión enteramente lujuriosa y deseé el lugar del pelirrojo, me mostró su delgado cuello mientras Ron se entretenía besando sus costados.

 

No sé cómo, pero mi mano ya repasaba la espalda de mi compañero, mientras él le besaba con avidez y torturaba mi pecho con sus delgados y blancos dedos, seguro tuvo amantes exigentes, porque ese hombre sabía, ¿entienden? sabía Ser el Placer.

 

Sentí que me halaban, que abrían mis piernas y presionaban, a veces caricias finas a veces violentas, dolor, uñas, saliva, el vaivén de cabello negro y rojo la rudeza masculina la fragancia delicada de una piel suave y otras la tensión masculina. Sentí humedad y me sentí húmedo, ardimos, temblamos, gritamos, tuve miedo y me sentí valiente exploté en energía pulsante cuando culminamos bañados en fluidos y palabras erráticas.

 

Tres días pasaron, entre encuentros sexuales y vida cotidiana, olvidamos al rubio, olvidamos el auto, olvidamos nuestras vidas antes de conocer al “padrino” ese hombre enalteció mis deseos, sus ojos brillantes y oscuros al mismo tiempo, sus labios de rubor natural, su mirada caída era pura lascivia, el velo negro de su cabello cuando osamos mirarle.

 

No sé cómo, pero caímos fondo, solo sé que esos días redefiní mi concepto de orgasmo, no una simple cumbre placentera que te hace gritar, si no la total pérdida de identidad para ser solo suyo, de ambos.

 

Pero entre Ron y yo no hablamos de eso en ningún momento, está algo avergonzado y no me ha vuelto a mirar, no dudo que esas fueron sus primeras experiencias por su forma de caminar de las mañanas siguientes.

 

¡Ah, mi querido amigo!

 

 

Cuando por la insistencia de nuestro anfitrión volvimos a nuestras antiguas vidas Ron dejó a Hermione, nadie lo creyó pero lo hizo, Molly aún guardaba esperanzas pero, ¿quién se resistiría después de lo que pasamos?, somos dos locos que nos amancebamos a nuestro verdugo moriremos entre sus brazos cuantas veces él quiera.

 

Después de una semana y poner nuestros propios asuntos en regla nos dispusimos a recorrer el mismo camino, pero esta vez en un auto nuevo y junto a nuestras varitas. Tardamos en encontrar el lugar exacto, estaba por anochecer y comenzaba a nevar, nos llevamos un pequeño susto cuando el coche patinó un poco. Pero nos alegramos cuando vimos la alta casa blanca en frente.

 

Fuimos lo más rápido que pudimos, el mismo elfo nos abrió, meneaba la cabeza negativamente, pasamos.

 

 

El rubio de la primera vez estaba sentado en uno de los desgastados sillones, ni les saludo, solo les sonrió con cierta diversión, se paró al pie de la escalera para llamar a su padrino.

 

—¡Severus ya están de vuelta! —gritó el rubio.

 

Y al principio de las gradas la negra figura volvió a aparecer

 

—Draco, ya te he dicho que no debes gritar, sabes que los que recién pasan al otro lado están muy asustados

 

Ron y Harry estaban lívidos. Snape volvió a hablar.

 

—¿Señores?…Así que aún siguen siendo ingenuos, pero bueno, es un placer volver a verlos. Como se habrán dado cuenta, han de quedarse.

 

 

Pasaron cuatro días desde la desaparición de los dos héroes más renombrados de Inglaterra, los vieron salir el veinticuatro de diciembre por la mañana y no regresaban ni se habían comunicado con nadie. La familia sabía que irían cerca al Colegio. Aunque repasaron todos los caminos varias veces, no tenían resultados

 

Esa tarde la búsqueda terminó, encontraron sus cuerpos aprisionados en el coche nuevo de Harry, debieron volcar en esa curva, justo al lado del sedero que llevaba a la tumba del antiguo Director de Hogwarts y espía de la Orden.
FIN
Notas finales:
Ante todo, gracias por finalizar la lectura. ¿Algún comentario? ¿Bueno, malo? No importa.

Otra cosilla, tenemos tan buenos fics que no sé cual me gusta más, pero les doy mi tímida recomendación, aunque es antigüita y todo, pero para mí está muy bien escrita de Amaltea: Lo que el futuro te depara. Es la primera vez que tolero a Severus con otra pareja. JEJEJE.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).