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Pensamientos por minima

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Notas del fanfic:

Historia inspirada en uno de los villanos de Generador Rex

Notas del capitulo:

Noche de insomnio, dejo fluir otra idea algo loca, como me imagino que ocurrió el día que todo cambio

Pensamientos

Y todo lo hiso por él, aunque también la codicia fue un buen motivante.

Rex, el pequeño e ingenuo Rex, el menor de aquella familia Salazar que se llevaba todo el crédito de las investigaciones de los nuevos generadores nanotecnológicos, mucho más sofisticado que cualquier nanorobot antes creado, y aunque no estaban seguros del alcance de sus hallazgos, él lo estaba de que las posibilidades podrían ser ilimitadas, si tan solo los otros investigadores no se frenaran por las limitaciones “legales y morales”, como pruebas en organismos mas complejos que un ratón.

De aquella familia de, innegablemente genios aunque jamás lo admitiera abiertamente, el que mejor le caía era ese niño, no estaba corrompido por el frívolo orgullo o presunción de sus demás familiares, era ingenioso, y aunque no tan listo o un talento nato en la ciencia como su hermano mayor, su compañía siempre alegraba el entorno en donde estuviera.

Lo admitía, en un principio pensaba que era de lo mas irresponsable, irritante e idiota dejar que un niño de unos escasos diez años rondara por esos ultra secretos laboratorios, todo por que la familia quería permanecer unida, pero por favor, los padres estaban muy ocupados, al igual que su hermano, por lo que era común ver vagar a ese pequeño individuo rondando tratando de buscar un lugar donde entretenerse, lo cual era, en su opinión, muy descuidado por parte de sus progenitores, pero no era su problema, él estaba lo suficientemente ocupado con sus investigaciones como para preocuparse del pequeño vástago de los Salazar.

En un principio fue sencillo ignorarlo, pero luego se volvió un poco más difícil, Rex no tenia mucho que destacar, a comparación de sus familiares o todos los inteligentes genios que trabajaban ahí, era un niño promedio, con mucha imaginación y tiempo libre, pero solitario, demasiado solitario, quizás le recordó un poco a él en su juventud, teniéndose que esforzar para lograr la atención u aprobación de alguien, pero le era difícil, siendo que el principal interés de todos los de ahí eran la ciencias, no dibujitos infantiles, ni juegos que no ponían a prueba el desarrollado intelecto de los adultos que le rodeaban, en fin, la mayoría de las veces tenia que distraerse solo.

Como se la paso él varios años en su juventud, aunque el en vez de buscar entretenerse en juegos infantiles, trataba de probar lo listo que era empapándose de conocimiento.

La pequeña e ignorante entidad que era Rex no se rendía, ni parecía decaído o triste cuando se le presentaban esos momentos de rechazo en sus invitaciones a jugar de los científicos y demás adultos, como aquellos irritantes progenitores de este, y un dia la atención del niño se centro en él.

Él no tenia tiempo que perder con ese infante, por lo que lo trato de apartar de las maneras cordiales y no tan cordiales que se le pudieran ocurrir, incluso llego a recurrir al hermano mayor de este para que hiciera algo y se encargara de su hermano, pero el argumento que tenia mucho trabajo, trabajo mucho “más importante” que el suyo, y que perder unos minutos con su hermano no le dificultarían nada a él.

Sino hacia caso simplemente lo ignoraría, tarde o temprano se aburriría y empezaría a fastidiar a otro, pero no lo hiso en un largo tiempo, es más, se empezaba a acostumbrar a la presencia del infante y a parecerle mas tolerable cada dia, incluso llego a responderle aquellas todas preguntas que hacia o acompañarlo en uno que otro juego de mesa, y Rex se mostraba de lo mas feliz, aunque él fuera casi inexpresivo y usara un vocabulario tosco cuando trataba con el pequeño, en realidad, se le veía muy feliz, y esa felicidad no tardaba en filtrarse y contagiarla.

Le estaba tomando cariño, cariño y quizás otra cosa que no lograba identificar a ese pequeño tonto e ignorante niño.

Llego un punto en que le resultaba tan natural su presencia, en que parecía raro día que no entrara por la puerta de su despacho para pasar el rato con él, ya era obvio que el niño había tomado su oficina como uno de sus lugares favoritos como así la persona que ocupaba el lugar.

Y todo llego a su punto crítico.

Fue un accidente, un maldito y descuidado accidente, ¿Qué no había estado nadie ahí?, si tan solo hubiera estado alguien, ¿se habría logrado evitar?, ¿las cosas serian diferentes ahora?, tal vez solo fue el destino, inevitable.

Rex tubo un accidente, uno muy grabe, todos pensaron que esa pequeña y frágil vida llegaría a su fin, sus padres y su hermano se veían tan preocupados como jamás los había visto, tal vez igual que él en pensar en la posibilidad de que ya no vería esa sonrisa, ya no escucharía su risa, su voz preguntándole cualquier estupidez, o llamándolo a jugar uno de esos tontos juegos, ya no vería a Rex, ya no sentiría el calor que con solo su presencia lograba infundirle, ya no estaría su Rex.

Momentos desesperados requieren medidas desesperadas, nunca mejor antes dicho, en ese momento de absoluta desesperación, la única opción viable que se les ocurría a todos era el centro de sus investigaciones esos interminables meses, los ninits.

Milagro, seria lo que algunos describirían ese suceso, pero no por hecho divino o por una mano invisible, era un milagro de la ciencia, Rex se recupero a una velocidad inhumana, esa era la palabra clave, Rex ya no era un simple “humano”, era algo más, algo superior, un milagro de la ciencia viviente, y aun así, seguía siendo Rex, con sonrisas, risas, juegos y preguntas bobas, que ahora eran mucho menos atendidas debido a que todos estaban fascinados por los efectos secundarios que llevo su radical decisión.

Ahora Rex era más un conejillo de indias de ese laboratorio que el pequeño niño que se la pasaba vagando de un lugar a otro sin encajar en realidad.

Era triste pero era la verdad, incluso su propia familia se mostraba mas interesada en analizarlo y ver como era que se comunicaba con las nanomaquinas que hacerlo sentir cómodo y reconfortado después de tan espantoso accidente y traumática situación, no lo negaría, el también estaba fascinado por esos hechos, pero ver esa carita opacarse por la falta de sonrisas y risas era como un golpe bajo, así no era su Rex del todo, por lo que aun le seguía respondiendo sus tontas preguntas, jugaba un poco con él y seguía comportándose con su peculiar forma de demostrarle cariño, algo serio y seco algunas veces pero demostrándole que le importaba.

Que siego estaba en esos momentos como para no darse cuenta de todo el alboroto que se empezaba a formar, la avaricia empezaba a inundar el aire, Rex era un milagro, un milagro que tal vez podría repetirse, pero primero se debía analizar a la rata de laboratorio que logro sobrevivir sin aberrantes mutaciones como las anteriores o muerta, Rex era la nueva rata y ahora propiedad del laboratorio, debía ser explotada y analizada hasta las ultimas consecuencias.

Pero claro, aun seguía siendo un niño, humano y a la vez no, si alguien descubría que usaron su creación para crear lo que era ahora, todo se iría al carajo, muy a pesar de que lo hayan hecho para ayudarlo.

Además tenía tutores, ellos también eran un problema.

¿Qué hacer?

El pequeño grupo de científicos como los genios que eran elaboraron un plan sin fallas, al menos era lo que creían, los tutores desaparecerían, el laboratorio también, un accidente puede explicar todo, pero debían tener a alguien en que el niño confiara para manejarlo, ¿Quién mejor que él?, quien había demostrado ser tan codicioso como ellos.

Y fue ahí que había un fallo en el perfecto plan.

Él se mostro dudoso para luego aceptar, una de sus mejores actuaciones, les hizo que creer que les ayudaría en todo, incluso los guio y sugirió para que ese plan fuera más eficiente, ¿pero ellos que se creían?, ¿creían que entregaría tan fácilmente a ese tonto e ingenuo niño?, por su puesto que no, él era ya suyo.

El gran día llego, el día en que todo cambio.

Rex era un milagro, con poderes dados por los ninits o no, Rex era su milagro, Rex era suyo, y lo debía proteger.

Si querían una rata de laboratorio, les daría docenas, no, ¡centenas!, ¡millares para que pudieran experimentar todo lo que quisieran!, podía ser muy generoso, y a la vez tan cruel, pero eso valía si se trataba de Rex, incluso dejaría que ellos compartieran el milagro científico del que Rex era ahora, si es que sobrevivían.

Todo fue tan rápido, todo fue caos, no todo salió como lo previsto, y todo cambio.

Rex ya no estaba a su lado, y el mundo le pareció tan gris como antes de conocerlo, tan inmune, pero ahora parte del milagro del que él era parte, y por eso mismo sabía, que tarde o temprano, se encontrarían de nuevo, porque su lugar era a su lado, era el destino que hiso que todo eso ocurriera, y era el suyo estar junto a Rex, su Rex, a pesar que los recuerdos permanecieran en uno solo, o el mismo fuera corrompido por el poder, tratando de convertir el mundo en lo que debía ser para ser un mejor lugar a pesar de los métodos rudos que podrían considerar algunos.

Pero valía la pena porque lo había hecho por él.

Su tonto e ingenuo Rex.

A Van Kleiss le pertenecía le gustara o no, lo recordara o no.


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