No es normal… por supuesto que no es normal que en cada jodida hora piense en ese pelo despeinado, en sus labios tan tentadores y en sus ojos esmeralda llenos de madurez y una chispa de picardía. Tubo que ser Potter, claro, mis hermosos ojos tuvieron que fijarse en el gran cambio que el niño de oro que ha dado en todo este verano.
Ha crecido, bastante, y ha ganado cierto musculo por el quiddich. Es normal todo eso, ¿¡pero porque ese imbécil tubo que guiñarme un ojo en el expreso!? Jamás pensé que Potter fuera gay, ni lo intuí, pero ese guiño y sus miradas que en estos momentos me está dirigiendo, porque las siento en mi nuca, no eran para nada inocentes. Por las barbas de Merlín, un Malfoy caer tan bajo… Pero por supuesto, no pienso derrumbarme, si él quiere algo conmigo, tendrá que atraparme, demostrando que es digno.
La clase termina y doy un suspiro de alivio. Podre refugiarme en mi sala común, absorto de él. Blaise recoge sus cosas mientras da un bostezo de cansancio. Blaise Zabini era mi mejor amigo desde primer año, es mi mano derecha desde ese momento y yo, lo soy también para el.
-¿Te volverás a escaquear por la noche?- le pregunte cuando salimos del aula.
Esa pregunta en concreto no se la esperaba, porque dio un leve salto inoportuno antes de mirar a los lados alarmado, para su suerte no había absolutamente nadie. Todos querían alejarse de la rutina y agobiante aura del fantasma profesor.
-Puede… no se…
-En serio Blaise, debes dormir algo… Tus conquistas pueden esperar un día, incluso tienes ojeras algo que nuca te vi y que pensé que jamás, en mi vida vería.
-Suena bien. Pero me negare esta vez… Tengo que ir a la biblioteca, nos vemos después.
Le veo correr por el pasillo antes de perderse en la curva. Y entonces, me doy cuenta que estoy solo, solo en mitad del 5 piso, a la merced de cualquiera… pero sobretodo, en territorio León. Desesperado sigo mi camino, casi corriendo; no debo tener miedo, por supuesto, pero un cuerpazo como el mio puede ser devorado en cualquier momento y no quiero eso, para nada.
-Malfoy… ¿A dónde crees que vas?
Me congeló a punto de pisar el escalón que dirige a mi sala común. Reconozco su voz ronca pero sobretodo y absolutamente sexy. Me doy la vuelta con la varita en la mano y con una falsa sonrisa arrogante en mi rostro.
-Mira a quien tenemos aquí. Si es cara rajada ¿Dónde están tus amiguitos? ¿Tan pronto se cansaron de ti?
-Malfoy, nunca te han dicho que cuando pones esa cara arrogante te ves tremendamente deseable ¿no? Pues te lo digo yo, pones Huron y mucho.
Me sonrojo sin poder evitarlo y maldigo a todos los magos del mundo por este momento. Potter, definitivamente tiene un don para cambiar conversaciones en segundos.
-Por supuesto que si, Potter. Mi cuerpo es muy deseable, es normal que todo el mundo este detrás mio, pero nunca se los daré, pueden verlo pero no tocar ¿lo captas? Si, que sorpresa, pensé que tu cerebro no le llegaba esa información.
Sonrió para mis adentros al decir una buena contestación. A ver que dice ahora.
-Y sigues poniendo esa cara. En serio, si yo fuera Auror te pondría directamente en Azkaban por ir provocando gravemente a todo aquel que se te cruza- me sonríe y se va acercando, despreocupadamente.
-Y si yo fuera medimago, no estarías suelto, estarías encerrado en un loquero para toda tu puta vida- le sigo el juego y bajo un escalón, al ver, como se acerca.
-Pues entonces, enciérrame… pero no me importa, tu serías mi medico- me dice el, tan despreocupadamente con una palabra extraña.
-¿Medico?- pregunto confuso.- ¿Qué es eso?
-Serías mi medimago… Si me encierras, y es algo que deseo, tendrás que venir tú a cuidarme- un par de metros más…- Suena bien ¿eh?
-Mierda... Potter, nunca, jamás en tu vida te cuidare ¿vale? Jamás. Y si tengo la ocasión, te pondré veneno para ratas en la comida y punto.
-Ya lo veremos. Y lo veras, muy pronto… y no podrás envenenarme ¿Sabes porque?
Niego con la cabeza desconfiado al ver como se coloca delante de mí.
-Porque me amaras.
Y sin más, me agarra de la cintura y me planta un beso apasionado en mitad del pasillo. Por supuesto, nunca había besado y creo que Potter lo noto cuando intente corresponderle, porque se rio entre dientes. Es extraño, sus labios son muy suaves y saben a cereza, se esta muy a gusto. Al poco tiempo, siento su lengua lamer mi labio inferior, pidiendo permiso para entrar y se lo concedo, abriendo un poco la boca y dejando que nuestras lenguas pelearan la una con la otra.
Al final, nos separamos para tomar aire y yo, no puedo evitar pensar horrorizado lo que he hecho. Potter me mira intensamente y yo intento zafarme de esa mirada esmeralda, que demuestra lujuria y… ¿amor? Me ruborizo al ver como se acerca un poco más, y cuando pensé que me volvería a besar, desvía su trayectoria a mi oído, donde lame el lóbulo y lo muerde, antes de reír, soltando su aliento en mi cuello, estremeciéndome.
-Draco… he sido el primero en probar tus labios y seré el último, porque quien se atreva a ponerte un dedo encima, no temerá solo a Voldemort, si no también me temerá a mí. Te amo, Malfoy, me gustas… y voy a esperar todo el tiempo que necesites para confirmar que sientes lo mismo.
Se separa y besa mi frente antes de dar media vuelta y subir las escaleras, perdiéndose. Dejándome en mitad del pasillo, desconcertado y con ganas de más, pero sobretodo desconcertado y algo rabioso por dejarme llevar.
-¿Qué acaba de pasar?
-Muchacho, si quieres yo te lo digo- me dijo uno de los cuadros.
-Solo es una forma de hablar- le contesto fríamente antes de seguir bajando, inmune en mis pensamientos para no seguir escuchando al cuadro enfadado por mi descaro.