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Un final inesperado. por Kurenai_no_Angel

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Notas del fanfic:

El resumen no me quedó demasiado inspirado pero bueno xD El fic está sin revisar porque lo subí según lo termine. Este es mi pequeño homenaje a uno de mis personajes favoritos :D

Se asomó al balcón y apoyó el codo en la barandilla, contemplando el horizonte. La amplia playa se extendía ante él y el cielo lucía un azul precioso y despejado. El ambiente perfecto, pensó. Lo que fallaba era la persona perfecta. Suspiró. Aunque estaba en vacaciones, seguía teniendo compromisos. Y el verano era el tiempo del año ideal para que Hayato saliera al escenario y cautivara con su voz a las miles de personas que disfrutaban de su tiempo libre. Porque daba igual que época fuera, él solo sería Hayato. Nunca le había gustado la playa especialmente, prefería las piscinas. Eran más limpias en cierto modo y menos incómodas. Sin embargo, le frustraba tener todo aquel hermoso paisaje y un magnífico hotel a su disposición y no poderlo aprovechar como querría. Porque no tenía a nadie con quién exprimirlo. De nuevo su compañero de clase y habitación acudió a su mente. De hecho, casi no había salido de ella desde que comenzó el viaje. No había cesado ni un segundo de pensar en él. Y es que, por mucho que odiara admitirlo, hacía tiempo que había dejado de ser su “compañero”. O al menos así lo veía él. Sus sentimientos primero fríos e indiferentes, habían sido modificados y moldeados lentamente por Otoya Itokki. Tokiya se dio cuenta de que poco a poco le estaba cambiando pero no le molestaba. Es más, en el fondo quería cambiar. Y el pelirrojo lo había logrado por todo lo alto.

 

De repente su móvil sonó y vibró en su bolsillo. No le apetecía hablar con nadie, solo contemplar el vaivén de las olas y respirar el aire salinizado. Quería relajarse lo más posible antes del concierto, el cual sería en dos días. El móvil seguía sonando insistente y con un gruñido, decidió mirar al menos quién era. El nombre de “Jun” apareció en la pantalla luminosa. Que chica más pesada. La conoció la noche anterior tomando una copa con su representante. Era la hija del dueño del hotel que estaba pasando unas semanas de vacaciones allí. Su manager le instó a ser amable con ella pues sería bueno tenerla como amiga debido a su influencia y a sus contactos, pudiendo incluso realizar un concierto en el propio hotel, algo que le beneficiaría ya que era de cinco estrellas y la crema y la nata de la sociedad solía reunirse allí. Trató de actuar como Hayato pero aquella mujer no le agradaba nada. Estaba claro que estaba flirteando con él y de una forma descarada. Pero no estaba interesado en aquella mujer rubia y excesivamente maquillada, con un vestido ajustado y escotado y unos tacones demasiado altos. Tomó un par de copas con ella, las justas para que Jun consiguiera sonsacarle el número de teléfono. En verdad se lo dio porque estaba siendo demasiado insistente, no porque realmente quisiera hacerlo. Su representante, que hablaba con un acompañante de la chica a unos metros de él, le guiñó el ojo a modo de aprobación.

 

Su móvil dejó de sonar al fin, tras dejarlo encima de la mesa y volver a la terraza, a seguir perdido en sus pensamientos. Encima hoy era seis de agosto… Eso hacía que se encontrara más solo que de costumbre y que no pudiera evitar echarle de menos. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? Seguro que estaría en el cuarto que compartían, tocando la guitarra y cantando emocionado o desordenándolo todo como era habitual en él. Quizá estuviera con los demás dándose un buen chapuzón en la piscina… Otra vez el pitido del móvil sonó. Volvió a cogerlo, molesto. Era un mensaje de su mánager que le recordaba que no olvidara la hora de la cena. Introdujo el móvil en el bolsillo, molesto. Salió de la habitación y pulsó el botón del ascensor. Cuando se abrieron las puertas, marcó el número de recepción y se recostó contra la pared. Al llegar a la planta baja, salió por la puerta trasera que tenía acceso directo a la playa. Se descalzó y con un suspiro pisó la arena. Todavía estaba caliente a causa de los rayos del sol, pero no quemaba como lo hacía por la mañana. Estaba prácticamente solo en aquel lugar. Unos niños correteaban llenos de barro y un par de familias recogían sus enseres para regresar al hotel. Se acercó hasta la orilla y comenzó a caminar, sin rumbo fijo. El agua le lamía los pies. Era una sensación agradable. Respiró hondo para llenar sus pulmones del aire impregnado de sal. La brisa marina le despeinaba y las pequeñas motas de arena que arrastraba el agua se pegaban a sus piernas. Algunas conchas relucientes sobresalían. Cerró los ojos y le imaginó a su lado, agarrado a su mano. Seguramente estaría emocionado y no pararía de gritar y señalarle cada cosa interesante que viera. Si solo estuviera ahí… El móvil sonó por tercera vez, sacándole de su ensoñación. Maldijo a quién quiera que fuera esta vez. Lo cogió. Otro mensaje de su mánager preguntándole que donde estaba, que le estaban buscando. Apagó el móvil, enfadado.

 

Continuó caminando por la orilla, hacia delante. El sol desaparecía por la línea del horizonte. Se paró para contemplar el atardecer y una vez más deseó estar acompañado. El sol seguía bajando, dejando destellos anaranjados y rosados en el cielo que antes había sido de un completo azul. Cuando apenas quedaba una franja, sintió una mano tocarle el hombro. Se giró enfadado. Quería estar solo, ¿por qué no le dejaban en paz? Pero al darse la vuelta, unos ojos rojos le miraban divertidos. Reconocería esa mirada en cualquier parte. Otoya le sonreía. Era real. Estaba allí, con él, en aquella playa. Intentó decir algo pero las palabras no le salían.

 

-Feliz cumpleaños, Tokinyan.-sonrió ampliamente.

 

Antes de que pudiera responder, sus labios fueron callados por los del pelirrojo en un tierno beso. Tokiya le abrazó por la cintura y se dejó llevar. La persona de la que se había enamorado casi sin querer, le estaba besando. En la playa y con el atardecer de fondo. Cuando el aire les faltó, se separaron.

 

-¿No recibiste el sms de tu representante? Te estuve buscando pero no sabía donde estabas y tampoco quería llamarte porque era una sorpresa y…

-¿Qué haces aquí?- preguntó sin contenerse más.

-Bueno… encontré los billetes ordenando el cuarto…

-¿Ordenando? ¿Tú?- alzó una ceja sarcástico. No quería interrumpirle, pero le parecía surrealista que Otoya hiciera algo así.

-Vale, vale, los encontré por casualidad y los miré.- se cruzó de brazos hinchando graciosamente los mofletes. Tokiya siguió atento a sus palabras.-Pensé en decirte que quería venir contigo pero seguramente te habrías negado. Pero quería pasar tu cumpleaños contigo así que… Tomé prestado tu teléfono y apunté el número de tu manager para hablar con él. Fue muy amable y no me costó convencerlo…

-¿En serio hiciste todo eso?- Tokiya le miraba con los ojos muy abiertos y sin creer lo que estaba escuchando. Ese chico definitivamente estaba loco.

-Siento haber hurgado en tu móvil.- lloriqueó.- Pero quería que fuera una sorpresa y…

 

Ahora fue Tokiya el que le cortó con un beso. Todavía no asimilaba que fuera real. Que estuviera en la playa con la persona que más quería en ese instante y con la única que quería estar. El sol le había cedido su puesto a la luna, la cual brillaba con gran intensidad sobre las aguas ya sin tanto oleaje. Otoya se despegó de él para seguidamente, apoyar la cabeza en su pecho. Tokiya le abrazó con fuerza y depositó un beso en su cabeza pelirroja. El vibrador de su bolsillo estropeó el momento. Harto, lo cogió con la intención de apagarlo. La pantalla iluminada le indicaba que había recibido un nuevo sms de su mánager para preguntarle si iba a venir a cenar. Es verdad, la cena. Se había olvidado por completo. Resignado, cogió a Otoya de la mano que sonreía sin parar y le llevó hasta dentro del hotel. Tokiya también estaba feliz. Había sido un gran cumpleaños.


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