Por vez primera después de quien sabe cuánto tiempo de estar soñando con este momento al fin despertaba a su lado enredado entre sus brazos, aun era temprano, quizás las dos de la mañana, me gire entre sus brazos para poder contemplar su rostro tan dulce, era un chico grande a comparación mía, sin embargo era cuidadoso conmigo y me tenía en mayor consideración ya que se colocaba suavemente a mi lado para no aplastarme con su peso.
Me sentía aun muy cansado por el largo viaje en su motocicleta, y también cansado de llorar, aun sentía la almohada y la camisa de Baek Ho algo mojados pero después de todo el no era mi hombre grande solo porque si, era mi hombre grande porque podía protegerme y lo hacía, porque podía consolarme y lo hacía, porque era el único capaz de amarme con cada fibra de su ser aunque yo ya no tuviera nada para ofrecerle… era verdad y el solo recuerdo causaba dolor en mi cabeza y roto corazón; el solo recuerdo de haber perdido de manera tan detestable mi “tesoro” a manos de un cualquiera aun sabiendo que Baek Ho podía haberme ayudado… rompía mi espíritu y me hacía sentir el peor sobre la faz del planeta. El también se sentía mal por eso y no lo escondía tan bien como creía, me había dicho mientras yo lloraba que él habría podido dármelo todo…si tan solo yo hubiera sido más abierto con él y le hubiera contado. Pero no me lo reclamaba y por eso ahora estaba a mi lado cuidándome…
- Ren… ya para… estas llorando de nuevo – me dijo, lo había despertado con las no tan sutiles contracciones de mi cuerpo al llorar
- lo siento – le dije limpiándome las lagrimas con la sabana que alguna vez fue blanca y que ahora lucia ligeramente amarillenta
- anda ya, trata de descansar, si tenemos algo de suerte mañana te daré un lugar mejor para dormir…¿sí? se que la cama no es muy cómoda…pero no hay nada mas aquí cerca – me dijo y me sentí mal por menos preciar su enorme ayuda
- aun no sé porque estás aquí, después de todo lo mal que te trate – le dije recordando todas aquellas palabras terribles que le había dedicado en más de una ocasión
- estoy aquí porque te amo, por ninguna otra razón – me dijo el
- ¿aun…después de lo que paso? – le pregunte asustado
- eso no es importante, yo no busco ser solo el dueño de tu cuerpo, no digo no querer serlo…pero es aun más importante que algún día pueda ser el dueño de tu corazón…por ahora descansa…me iré al sillón para que estés mas cómodo – me dijo y se levanto
- ¡no! – exclame jalando de el – quédate conmigo…no me dejes…nunca, nunca me dejes…por nada – le rogué con los ojos aguados a punto de volver a echarme a llorar.
Por fuera de nuestro pequeño cuarto de hotel de carretera paso un auto que ilumino la ventana haciendo que la luz bastara para poder contemplarnos un momento mutuamente. Baek Ho acaricio mi cabello y me sonrió hincándose al pie de la cama y besando mi mano con ternura y devoción
- lo que tu pidas, amor mío – me dijo causando mi sonrojo
No entendía cómo es que yo era tan tonto dejando ir a un chico como Baek Ho que era total y completa dulzura y que ahora estaba arriesgándolo absolutamente todo solo por mí. Una lagrima más cayo prófuga por mi mejilla y me prometí mentalmente que sería la última lágrima que derramaría por causa de mi dolor, ahora solo habría lágrimas de felicidad en mi vida.
- Baek Ho…ven a la cama – le pedí (casi ordene) y el se levanto y se acostó a mi lado rodeándome de nuevo entre sus brazos de esa manera tan protectora que solía tener conmigo, yo pegue mi frente a su pecho y el estrujo mis cabellos.
Me quede dormido rápido, respirando la suave colonia de ese hombre que me amaba con tanta pasión que parecía difícil no descansar, no me importaba tener el ojo morado ni que mi corazón estuviera roto…yo confiaba en Baek Ho y sabia que él me cuidaría así como había hecho siempre desde que nos conocimos
Pronto se hizo de mañana y para cuando desperté Baek Ho ya no estaba, temí que se hubiera ido sin mí y salte de la cama saliendo del cuarto de hotel buscando con la mirada la motocicleta de mi guardián, no tarde demasiado en visualizar su motocicleta de viaje y mi alma por unos segundos desaparecida volvió a mi
- ¡¡¡BAEK HO!!! – exclame buscándolo
De pronto lo vi acercarse corriendo, tenía una bolsa de plástico en la mano y al verme ahí parado bajo la velocidad, pronto llego a mi lado y me sonrió dulcemente
- ¡¡TE ORDENE QUE NO ME DEJARAS!! – le grite. El se quedo como de hielo y sonrió arrodillándose
- lo siento, solo creí que querrías ropa decente – me dijo – y quizás desayunar
Me sonroje violentamente, era cierto que yo aun usaba una bata azul de hospital y mi espalda y bóxer se veían por la parte trasera de la bata. Me avergoncé de muerte y me lance a sus brazos.
El me cargo dentro y me sentó en el sillón. Era demasiado atento y dulce como para ser hijo de uno de los hombres más ricos de todo Asia, mi familia era por mucho inferior a la suya, yo era solo el hijo de la secretaria del jefe de producción de la fábrica de Seúl pero aun así el parecía ignorar ese hecho. Era demasiado humilde y si eso no fuera así quizás yo nunca hubiera podido conocerlo…lo amaba tanto…pero aun me avergonzaba por completo el decírselo
- ven, hay que tomar una ducha, vestirnos, desayunar…y claro…irnos, será un largo viaje – me advirtió y me colgué de su cuello pidiéndole con la mirada que me cargara, el solo me levanto y entonces yo junte nuestros labios con ternura y pasión…deseaba estar a su lado siempre y quería demostrárselo pero las palabras nunca me salían
- te amo – dijo él, eso es lo que más me gusta oír… lo sincero que llegaba a ser conmigo y lo bien que me hacía sentir tenerlo a mis pies y solo para mi… me recordé a mi mismo los buenos tiempos en el bachillerato en los que nos presumíamos mutuamente al ser de los chicos más deseados del colegio
Recordaba como desafiábamos las normas de la escuela con nuestra relación homosexual y como hacíamos gritar a las chicas cuando nos veían siendo cariñosos, recuerdo también lo bien que se sentía poder presentarme como “dueño de Baek Ho” y así alejar a cualquiera que intentara acercarse a él…y ahora…ahora no tenía nada ni era nadie…pero como siempre, uno nunca sabe quién podría estar a tu lado cuando le necesitas.