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Cincuenta y un chicos para Sakuragi por Paz

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Notas del capitulo:

Aquí os llega la primera experiencia gay de Hanamichi

Cincuenta y un chicos para Sakuragi

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 1: El ratón en la trampa

 

Al salir del gimnasio vio a sus amigos esperándole, como era habitual, para ir juntos hasta sus casas, ya que todos ellos Vivian en un mismo barrio, unos más alejados que otros.

 

Fueron caminando, ninguno mencionó el tema de la apuesta, todos sabían que era su amigo Hanamichi quien tenía que mover ficha.

 

Llegaron a la intercesión de una calle y Noma se alejó del grupo, dirigiéndose hacia su derecha, era el primero en separarse, los demás continuaron su camino tras despedirlo ruidosamente.

 

Hanamichi en cambio iba muy tranquilo y callado. No podían saber que estaba atento a la conversación de sus amigos.

 

-Entonces, se han ido…

 

-Sip… -el gordo Takamiya abrió un nuevo paquete de dulces que tragó a puñados.

 

-Si quieres puedes venir a casa a comer –ofreció Ookus- a mis padres no les importará que vayas –no sería la primera vez que iba.

 

-Te lo agradezco… creo que podré arreglármelas solo estos días, me han dejado una cantidad y me han pedido que la administre bien.

 

-O sea que podrás comprarte todos los dulces que quieras sin restricción –comentó Yohei con una sonrisa divertida.

 

Takamiya tuvo a bien ruborizarse. ¿Por qué sus amigos le conocían tan bien? Ese detalle limitaba su derecho a hacer lo que quisiera.

 

-Yo me quedo aquí –dijo Ookus al llegar al principio de su calle, vivía un par de calles más allá de donde se detuvo.

 

-Nos vemos mañana.

 

-Sed puntuales… -les recomendó.

 

-El único culpable es Hanamichi –Takamiya río al ver la mirada de su amigo fija en él, el brillo de sus ojos daban la impresión que sus palabras le divertían.

 

-No intentes justificarte…, todos sabemos que eres un dormilón además de un tragón –dijo Mito.

 

-¡¡Oh si, búrlate de mi!! Soy un incomprendido. –dijo quejoso.

 

 Ookus se fue para no seguir oyéndole.

 

Yohei río, Hanamichi distendió sus labios en una pequeña sonrisa, con la mirada fija en su amigo.

 

En ese momento comprendió que el juego iba a comenzar pronto. Se sentía como un cazador al acecho de su presa. Más que eso un depredador en busca de una víctima propiciatoria dispuesta a sacrificarse en aras de un bien común. Encontrar a su amor verdadero, a su compañero, a su novio o a su futuro esposo, o como quisieran llamarlo. Aunque era consciente que ese no era el caso su diversión quedaba asegurada. Esa noche comenzaba la cacería.

 


 

Poco después de separarse de sus amigos, tras dejar su bolso en casa y recoger dinero suficiente para hacer una buena compra de alimentos preparados, regresó cargadísimo pero satisfecho, lo dispuso todo sobre la mesa, en cuencos y en diversos recipientes para contener todo, el contenido de las fuentes se veía muy apetitoso, picoteo de algunas fuentes dándose por contento, el resto era para su especial agasajado de esa noche. Un invitado que no iba a resistirse ante tantos manjares.

 

Si bien se había duchado en los vestuarios del gimnasio, volvió a hacerlo al terminar su puesta en escena, quedaría mal recibirle todo sudado. Se puso un bata ajustando el cinturón, luego se tumbó sobre el sofá en una postura muy sugerente y recogiendo el móvil hizo una llamada.

 

-Moshi… moshi… -escuchó la voz de su amigo.

 

-¿Qué haces? –preguntó.

 

-Nada… -su voz sonaba ahogada, por lo que le supuso comiendo- ¿Qué ocurre? –le conocían bien, porque solía llamarles a menudo, tan a menudo que esa llamada no le sorprendía.

 

-Nada… me aburro...

 

-¿Estudiaste las lecciones de mañana?

 

-No… -era demasiado vago para agarrar los libros, siempre aprobaba con lo justo- ¿Y tú?

 

-Tampoco…

 

-Por que no vienes un rato y estudiamos juntos. Creo recordar que tenemos pendiente un trabajo de anatomía. –pasó su lengua por los labios humedeciéndolos, de seguro que esa noche aprendería mucho.

 

-Paso del tema.

 

Rió al oírle.

 

-Entonces ven y juguemos un rato. Seguro que eso nos entretendrá hasta que tengamos sueño. Ven por favor.

 

-¿Quieres que llame a los chicos y vamos todos? –propuso.

 

-Gordi… –dijo dándole su apodo- Son las nueve, y solo tu y yo estamos sin familia –le recordó.

 

-No me llames así…. –protestó.

 

-No lo haré más si vienes. Te espero –y colgó sin esperar su respuesta. Sabía que en pocos minutos estaría llamando a su puerta.

 

Su suposición fue acertada. Cinco minutos después le tenía allí. Era una suerte que viviera dos casas más allá y también que sus padres se fueran de viaje. Las circunstancias le eran favorables. Esa era su noche. Su primera vez con un chico y la primera vez para ambos. Iniciarse con él iba a ser al mismo tiempo instructivo para los dos. Él sabría si las lecturas teóricas eran correctas y como mejorarlas con la practica.

 

Takamiya sería su conejillo de Indias, experimentarían juntos, seguro que acabarían disfrutándolo y quien no le aseguraba a su amigo que también le iban los chicos, ofreciéndole así una amplia gama de posibilidades.

 

Abrió la puerta haciéndose a un lado.

 

-Como si estuvieras en tu casa –dijo al verle meterse directamente a la sala.

 

-Que esperabas –dijo dejándose caer sentado en el sofá más próximo, llevaba en las manos un par de bolsas con dulces. Abrió una de ellas, acercó el borde a su boca dejando caer directamente en su boca las golosinas, masticando y tragando con satisfacción, su madre decía que pasaba más tiempo con su amigo que en su propia casa. Tomó el mando a distancia y prendió la televisión.

 

Hanamichi ocupó nuevamente su sofá, adoptando una postura cómoda y relajada, como al descuido un borde de su bata se deslizó hacia el piso, mostrando la desnudez de su pierna y muslo.

 

Mientras le duraron los dulces que llevaba encima, Takamiya estuvo distraído, cuando finalmente acabó con sus existencias, volvió la mirada hacia su amigo.

 

-¿Qué hacemos ahora? –preguntó.

 

-Podemos jugar… -propuso doblando su pierna descubierta y mostrando un poco más de piel y estirándola como a cámara lenta.

 

Takamiya quedo con la mirada fija en su movimiento, su mandíbula caía y su boca se abría sorprendida, al momento, comprendió y dando un salto se levantó, apresurándose a salir huyendo de allí.

 

-¡¡¡¡NOOOOOOOO…!!!! A mi no –exclamó- A mi no –insistió debatiéndose al alcanzarle sin dificultad en la penumbra del guenkan.

 

Hanamichi rió suavemente acorralándolo contra la puerta de entrada y su cuerpo, sus manos le habían sujetado por las muñecas manteniéndolas por encima de su cabeza, Takamiya había empuñado las suyas.

 

-Oh, si… tú tendrás el honor de ser el primero en ayudarme. –era consciente que no era su tipo, aún así iba a continuar el juego porque se estaba divirtiendo.

 

-Yo no valgo nada… -gimoteo apartando el rostro hacia un lado cuando vió peligrosamente cerca, tuvo una brillante idea- ¡¡Kogure!!!

 

-¿Qué pasa con él? –le dirigió una mirada de soslayo.

 

-Él merece ser el primero, ¿si? –preguntó esperanzado.

 

Hanamichi puso una expresión pensativa, como si estuviera decidiendo que hacer. Unos segundos que tuvo a Takamiya en vilo.

 

-No….

 

-¿Por qué no? –gimió.

 

-Porque no esta aquí, en cambio tú si –dijo con una sonrisa divertida, le resultaba muy estimulante burlarse un poco de él.

 

-No puedes hacerlo…, no soy gay. –afirmó había oído decir que un homosexual no buscaba rollo con un heterosexual.

 

Le acalló posando sus labios en los suyos, la impresión del gordo fue mayúscula, su boca se abrió, sabia que no era el caso, pero lo tomó como un permiso para meterle su lengua, comenzó a moverla de un lado a otro, sabía dulcísima y era agradable su contacto, entretanto el gordo sacudía su prominente vientre para apartarle.

 

-Yo tampoco… o eso creíais y no os impidió pedirme que me dejara coger por cincuenta y pico de tipos. Lo haremos a mi manera… he estado leyendo un par de revistas y se lo que tengo que hacer. Procurare no lastimarte –Ironizó- Ten en cuenta que será tu primera vez, al principio te dolerá, pero luego empezará a gustarte. –intentó animarle. Su sarcasmo era estimulante, sentirle tembloroso tentador.

 

-¡No, no me gustará!!! –Al parecer Hanamichi no había escuchado aquella afirmación. Aunque el beso no había sido desagradable, no tenía porque saberlo. Dejó escapar unas lagrimitas que no conmovieron a su amigo porque conocía con que facilidad salían de sus ojos y entonces rogó desesperado- ¡¡Por favor, por favor, no lo hagas!!! No soy el tipo adecuado. Soy gordo y feo, además sabes que tú y yo nunca llegaríamos a nada. –intento razonarle al verse reflejado en su mirada, sintió que el agarre a sus muñecas cedía, dejo escapar un sollozo de alivio. Estaba salvado.

 

-Tengo una sorpresa para ti.

 

-¿Qué? ¿Otra mas? –Parpadeó confuso- ¿No has tenido bastante con esta?

 

-Esta en la cocina. –río al escucharle, soltó su agarre y se apartó, conocía su debilidad por la comida y los dulces, aunque se había pulido el presupuesto de una semana, lo daba por bien gastado si conseguía su propósito.

 

Takamiya no tenía control, apenas se fijó en el contenido de la mesa sus ojos se abrieron mucho como si pensara que era un sueño, enseguida se abalanzó sobre ella agarrando con ambas manos diferentes ingredientes que llevaba a la boca y masticaba con enorme satisfacción. Eran reales.

 

Aquel era el momento, Takamiya estaba de pie, delante de la mesa, sus ojos iban de un lado a otro de las diferentes viandas, intentando decidirse por unas o por otras, finalmente, sin remilgos comenzó a comer a dos carrillos.

 

Aunque el gordo era difícil de acomodar, fue hacia lo más fácil, se metió por debajo de la mesa, su amigo llevaba un pantalón corto de perneras anchas y goma en la cinturilla, su amigo estaba embelesado, toda su atención iba de un lado a otro sobre la comida, lo supo cuando no se dio por enterado al bajarle el pantalón y el boxer hasta sus tobillos donde quedaron enredados.

 


 

La comida estaba deliciosa, era increíble la sensación tan placentera que le provocaba, una vez más hundió sus dientes con enorme satisfacción en el trozo de pescado, hundiéndolo antes en una salsa de delicioso sabor.

 

Que gustillo más rico, Hanamichi sabe como agasajar a un amigo, me siento muy a gusto comiendo y al mismo tiempo dándome placer.

 

Se quedo mirando sus manos, desconcertado al sentir el contacto de unas sobre su cuerpo y la cálida y húmeda cavidad que tan bien le hacia sentir. Un gemido escapo de su garganta al mirar hacia abajo y ver una cabellera rojiza metida en su entrepierna.

 

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHGGGGGGGGGG!!!!!!! –chilló espantado dando un paso hacia atrás, al retroceder el contacto se hizo más firme, sus pies se engancharon con su propia ropa haciéndole perder el equilibrio, manoteó queriendo sujetarse a algo para evitar caer, lo único que consiguió fue golpearse contra el duro suelo, arrastrando en su caída a Hanamichi, la mesa y todo lo que había encima. La comida cayó encima y alrededor de ellos y durante algunos minutos el estruendo de las fuentes metálicas retumbó alrededor de ellos.

 

Un gemido de desolación escapó de entre sus labios, al tiempo que estiraba la mano para tomar un trozo de pescado, devorándolo con enorme satisfacción, su trasero había amortiguado el golpe.

 

Hanamichi sacudió la cabeza, su amigo era increíble estaba en esa situación y no dejaba de comer, bueno, mientras él se entretenía así, él lo haría a su modo y nuevamente su boca y lengua entró en actividad, sus manos se metieron por debajo de su jersey y comenzó a pellizcarle las tetillas hasta dejarlas excitadas y duritas. Oía los gemidos de Takamiya al mismo tiempo que masticaba, era aleccionador saber que no solo estaba disfrutando de su comida, su cuerpo se estremecía al contacto de sus manos, boca y lengua, él se esforzaba a hacerle gemir más alto para si así dejaba de escucharle morder y masticar.

 

Levantó la cabeza y miró a su alrededor, se fijó en una salsera que aún conservaba una salsa pastosa, embadurnó sus dedos en ella y los llevó hacia su oculta abertura, rozó el perineo comprobando que su temblor se incrementaba, la yema de su dedo medio se movió alrededor de la piel fruncida intentando aflojar el primero de sus anillos. Presionó para metérselo, lo consiguió a medias porque enseguida sintió como el músculo se cerraba alrededor de él.

 

-Noññññññ noñññññññ, saññññcalñññño –tragó con fuerza para hacerse entender porque su mal amigo estaba empeñado en meterle vete a saber que y era muy doloroso- Me duele… quítamelo… no lo soporto.

 

-No seas quejica… solo es un dedo y ni siquiera entero, vamos relájate. Esto no es nada.

 

-No… no puedo… -gimoteo, el dolor se intensificaba cuando intentaba profundizar.

 

-Sigue comiendo, eso te ayudará  -su otra mano seguía estimulando su miembro para que no perdiera rigidez.

 

Takamiya no se lo hizo repetir dos veces. Al cabo de un rato el músculo se aflojó y pudo sacar su dedo. Al parecer tenía que echar mano de otro procedimiento menos doloroso, tampoco se trataba de atormentarle.

 

-Ponte de espaldas, Gordi… apoya los brazos en el piso para mantenerte firme –al ver la desolación en su mirada, comprendió, resignado le acercó el resto de la comida desparramada por el piso, fijándose como brillaban sus ojillos acuosos, solo así hizo lo que le pedía.

 

Sabía que tenía que apresurarse antes que se agotaran las existencias, tenía la certeza que sin comida, Takamiya no sería tan accesible.

 

Tomo la salsera y echó lo que quedaba por encima de sus nalgas que luego entreabrió dejando que la salsa se deslizara hacia su apretada abertura. Había leído y visto algunas películas porno y sabía que con eso disfrutaban, por lo que aplicó a su amigo esa técnica, con el primero de los lametazos con un sabor especiado que se le hizo delicioso, su amigo dio un brinco separándose. Le agarró de las caderas dándole a entender que no se moviera.

 

Sus lamidas y suaves mordiscos fueron dilatando la piel alrededor de su abertura, sintiéndole relajado, Takamiya al parecer se había olvidado de comer porque escuchaba sus jadeos entrecortados y el movimiento de su cuerpo mientras se masturbaba, había encontrado otro uso a sus manos.

 

Su lengua intentaba separar la piel, separar su anillo para metérsela dentro, poco a poco lo fue consiguiendo y después de su lengua lo intento con sus dedos, primero uno hasta sentirle nuevamente relajado, luego otro y otro, hasta que le sintió suficientemente preparado, afianzó su mano en su cadera en tanto la otra guiaba su miembro hacia la dilatada entrada, ansioso por saber que se sentía, en su prisa por averiguarlo, se lo metió de un golpe como había visto hacerlo en una película que tuvo el valor de comprar, pensó que en ese momento no importaba el título.

 

Takamiya lanzó un aullido de dolor y comenzó a lanzarle denuestos nada amables.

 

Se quedo quieto, desconcertado, había leído que era doloroso, pero no sabía hasta que extremo. No se molestó con las palabras nada agradables de su amigo.

 

-Disculpa… es mi primera vez… -se justificó.

 

-¡¡Shimata, Hanamichi!! No se te ocurra moverte –exigió cuando sintió una punzada de dolor- Espera.

 

-Dime tú cuando quieras que siga. –Si estaba pasándolo tan mal, es mejor quedarme quieto, -decidió esperar- Gordi... –llamó impaciente al cabo de un ratito que se le hizo larguísimo.

 

-Prometiste no llamarme así –al girar la cabeza para protestarle el movimiento repercutió dolorosamente en su cuerpo gimió sin poder evitarlo- ¿Puedes sacarlo? –ya no podía ignorar que sabía que tenía dentro de su cuerpo. Nunca más…

 

Hanamichi asintió, tomando su pregunta como su consentimiento para que continuara y satisfecho se deslizó hacia atrás, interpretando confusamente su suspiro de alivio, estaba tan estrecho que le costaba moverse, por lo que hizo lo único que sabía volver a hundirse dentro de él comprobando con satisfacción que el gemido de su amigo era porque estaba disfrutándolo, nuevamente interpreto lo que quiso, por lo que repitió el mismo movimiento una y otra vez.

 

Takamiya solo podía apretar los dientes con fuerza para evitar gritar, el dolor cada vez era más intenso, que las lágrimas caían a raudales de sus ojos, intentaba pedirle que parara, pero cada vez que abría la boca Hanamichi le embistiéndole con fuerza y el dolor le privaba el sentido del habla, dejándole sin aliento, sentía como le llenaba una y otra vez hasta que el dolor fue cediendo en intensidad y empezó a gemir fuerte y una de esas veces sintió una intensa sensación que le recorrió por completo, fue tan enorme el placer que no pudo evitar gritarle.

 

-Hazlo otra vez… se siente bueno… -pudo decir olvidando que no debía sentir placer porque no era de esos, en ese momento mando de paseo a su parte lógica.

 

Hanamichi intentó complacerle, consiguiendo que poco a poco aquellos momentos fueran placenteros para los dos.

 

De manera inconsciente Takamiya empezó a mover las caderas hacia atrás, consiguiendo que las penetraciones fueran más profundas, que su cuerpo respondiera con ardor a las embestidas y cuando alcanzaba ese punto de su cuerpo, no podía evitar sollozar, solo que esta vez por el placer que estaba experimentando.

 

Hanamichi como si en ese instante recordara que tenía al amiguito de su amigo olvidado, movió su mano hacia su entrepierna y comenzó a  sacudirlo al ritmo de sus embestidas hasta sentir en su miembro los espasmos que recorrían su cuerpo hasta correrse en su mano, al tiempo que alcanzaba su orgasmo y su semen inundaba sus entrañas.

 

Se derrumbó sobre el cuerpo del gordo, luego se deslizó al costado, quedando tumbado a su lado boca arriba.

 

-¡¡¡Esto es como el paraíso!!! –exclamó Takamiya cuando fue capaz de pronunciar palabra.

 

-Lamento haberte hecho daño…  -se disculpó apesadumbrado.

 

-Olvídalo, después de todo lo he disfrutado. –y dándose cuenta de lo que acababa de decir se llevó ambas manos a la boca como si no hubieran sido pronunciadas.

 

-Tendremos que limpiar este estropicio… -dijo, de pronto una sonrisa asomó en sus labios- No te muevas… tengo que conseguir la prueba. –recordó.

 

-¿Qué vas a hacer?

 

-Ya lo veras –dijo con expresión de jubilo.

 

A poco Takamiya medio incorporado en el suelo, estaba terminando de rescatar algunos trozos de comida, le vió regresar con el móvil en la mano, comprendió que iba a sacarle una foto.

 

Asustado por las implicaciones de su imagen siendo publicada se cubrió el rostro con las manos.

 

Hanamichi riendo por su sobresalto acercó a su cuerpo la cámara y sacó la fotografía.

 

-Ya esta… -dijo divertido poniendo en lugar seguro la prueba de haber cumplido su primer contacto homosexual.

 


 

A las doce de la noche, dos furtivas sombras se movían por la calle. Hanamichi no había querido dejar marchar solo a su amigo, aun cuando solo tenían que caminar unos pocos metros.

 

De regreso a su casa, caminaba despreocupado cuando fue consciente que alguien le salía al paso.

 

-¿¿Rukawa?? –pregunto incrédulo al reconocerlo.

 

-¿Lo has hecho? –preguntó a su vez.

 

-¿Qué cosa? –no sabia a que podía referirse.

 

-Ya sabes… -bufó- …la apuesta.

 

-¿Quién se fue de la lengua?

 

-Olvidas que la terraza es mi lugar preferido para dormir.

 

-¡¡Ooopsss! –Exclamó- ¿Quieres reírte un rato? Pasa…

 

-¿A tu casa? –inquirió sorprendido.

 

-Si…, entra antes que empiece a arrepentirme.

 

Rukawa se apresuró a pasar, Hanamichi cerró la puerta tras él, un haz de luz iluminaba parte de la entrada. Se detuvo al ver que la luz procedía del interior de la cocina, aquello parecía que hubo una cruenta batalla.

 

-Pretendí limpiar antes, pero se le hacia tarde, así que le acompañe.

 

-¿Lo hiciste aquí? –Preguntó mirando los restos de comida desperdigados y la mesa volcada - ¿O es qué tienes preferencia por comer en el suelo?

 

-¿Te han dicho alguna vez que no te va el sarcasmo? –preguntó a su vez

 

-Disculpa…

 

-Ha sido espeluznante…

 

-¿Tan mal lo hiciste?

 

-No me lo recuerdes, por favor. ¿Tú lo has hecho alguna vez? –le preguntó.

 

-No…

 

-¿Ni siquiera con el chico del que estas enamorado?

 

-¿Cómo sabes?

 

-No eres el único que escuchas conversaciones ajenas. Me encontraba en el vestuario cuando la escuche que se te declaraba, tuve que quedarme a esperar que os fuerais. Me dejaste encerrado dentro.

 

-¿Cómo pudiste salir?

 

-Uno tiene sus secretos y no esperes que te cuente como lo conseguí.

 

-Te ayudo a limpiar este estropicio. –se ofreció.

 

-Te lo agradezco.

 

Entre los dos acabaron enseguida.

 

-Quédate a dormir, es demasiado tarde y el barrio de noche es peligroso.

 

Rukawa asintió, había tenido oportunidad de comprobarlo la noche anterior.

 

-¿Cómo fue? –insistió sentándose en uno de los sofás.

 

Hanamichi le miró serio imitándole solo que él prefirió el suelo, quedando frente a su compañero.

 

-No tenía ni idea de cómo hacerlo, por lo que a la salida del entrenamiento me pase por un sex shop comprándome una cinta con dos tíos en la portada, tenía algunas revistas que había comprado anteriormente y pensé tras visionarla que alguien como yo podía hacer eso y mucho más. –Se fijo que arqueaba una ceja, como dudando de su aseveración no se molestó porque lo sucedido esa noche le daba la razón- Pensé que si eso era todo, no habría ningún problema. ¿Tú sabes como…? –Le miró viendo que comprendía y asentía- Mejor, no es algo que quiera explicarte. Pensé que era sencillo de ejecutar, solo tenía que hacer eso y… sin más dificultad que la… inicial… -Rukawa le miraba serio, aunque había un brillo sospechoso en su mirada, decidió bajar la suya- Convencido que nada podía salirme mal… –se le hacia extraño hablarle de esas intimidades con Rukawa. Al no poder hacerlo con sus amigos y encontrar en él un atento oyente, descargó en él como se sentía no le pareciera que fuera a burlarse de su ignorancia le ayudaba a quitarse de encima lo que había sentido esa su primera noche como gay.- Todo comenzó en la cocina, allí había preparado comida para alimentar a diez personas…, el gordo arraso con todo, claro que la culpa fue en parte mía… -y como si le hubieran dado cuerda, se desahogo contándole la desastrosa noche, sin entrar en el tema sexual, soló en el desastre y cuando terminó de hablar continuo con la mirada fija en la punta de su pie, exactamente en su pulgar, como si allí hubiera algo de interés.

 

Levantó la mirada cuando creyó percibir un sonido extraño que procedía de Rukawa, el rostro del chico estaba serio, sus ojos brillaban divertidos, no tenía esa frialdad de antaño, pero lo peor era el movimiento sospechoso de sus labios.

 

-No vas a reírte ¿verdad?  -preguntó- No… no lo harás… tu no lo haces… -le vió llevarse las manos al rostro, sus hombros se sacudían convulsivamente, de entre sus dedos escapaban unos extraños sonidos que al parecer Rukawa no podía sofocar- ¡¡Shimata!! No debí contarte nada.

 

-Baka… -y apartando sus manos dejo que las carcajadas salieran cantarinas de su garganta, al tiempo que unas lagrimas escapaban de sus ojos cuando intentaba evitar reírse.

 

En un primer instante sintió la necesidad de golpearle, luego al verle reír quedo sobrecogido, extasiado contemplando una hermosa risa y supo que solo él estaba ahí para escucharla, luego comprendió que la situación era de risa y también él le acompaño en su diversión.

 

Sus carcajadas liberaron la tensión que había en el ambiente y Hanamichi agradeció que fuera el zorro quien estuviera ahí para ayudarle.

 

Intentaron calmarse varias veces, pero enseguida su risa recrudecía de intensidad y proseguían un rato más y así estuvieron encogiéndose el vientre del dolor que sentían por reír tanto. Finalmente quedaron tendidos boca arriba en el suelo de la sala mirando al techo, enseguida Hanamichi se giró hacia su compañero.

 

-Gracias.

 

Kaede le miro serio. Sabía lo mucho que le había costado hablar.

 

-No tienes que dármelas. –volvió el rostro hacia otro lado para que no viera el bostezo que había intentado reprimir.

 

-Vamos… es tarde. Mañana tenemos clase.

 

-¡¡Opss…!!  -recordó- No tengo el uniforme

 

-No te preocupes… te prestaré uno mío, tengo dos.

 

Se levantó con presteza y estiró la mano para ayudar a levantarse a Rukawa.

 

La calidez de su piel al estrechar sus manos le desconcertó porque sintió como si un temblorcillo recorriera su cuerpo.

 

Sacó un futon que tenía guardado y lo extendió en el espacio libre junto a su cama.

 

-¿Qué prefieres? –pregunto dándole la posibilidad de elegir.

 

-El futón…

 

Se dieron la espalda para darse intimidad mientras se desvestían, poco después estaban cada uno acostado en su respectivo lecho.

 

-Sakuragi… ¿estas despierto? –susurró Rukawa.

 

-Si…

 

-Has pensado quien será el siguiente.

 

-Takamiya sin saberlo me dio el nombre del siguiente candidato.

 

-¿Y será…?

 

-Kogure…

 

-Él y Akagi están estudiando en Keio…

 

-Si.

 

-¿Cuándo le veras?

 

-No lo se, necesito averiguar donde pasa los fines de semana. He decidido que solo dispongo de sábados y domingos para cumplir con la apuesta.

 

-Ah… ¿puedo darte un consejo?

 

-Adelante.

 

En la oscuridad de la habitación Rukawa dijo unas palabras que siempre tuvo en cuenta.

 

-No seas brusco, tomate tu tiempo para prepararlos, penétralos despacio, manteniéndote atento al lenguaje de su cuerpo, solo así sabrás si están disfrutando o no.

 

-¿Cómo puedes saberlo? –preguntó.

 

-Por que es así como a mí me gustaría que lo hicieran.

 

 -Recuerda que si te dicen “no”, eso es lo que quieren decir y no lo que tu supongas.

 

Se quedaron en silencio por largo tiempo, creyó que dormía cuando le escuchó murmurar.

 

-Lo tendré en cuenta. Gracias.

 

Poco después los dos dormían apaciblemente.

 

Continúa en el próximo capítulo….

Notas finales:

 

La próxima actualización del siguiente capítulo será el 24 de septiembre cuando regrese de pasar unos días de relax, sol y playa y tal vez algunos paseos por las marismas y también escribir mucho, porque no pienso ir sin mi pc.


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