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Vagando por la noche por Paz

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Notas del fanfic:

Disclaimer


Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, cuyos derechos de autor le pertenecen. Mi propósito es distraerme colocándolos en situaciones inverosímiles o dramáticas, sin faltar un toque romántico.

Notas del capitulo:

Disclaimer

Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, cuyos derechos de autor le pertenecen. Mi propósito es distraerme colocándolos en situaciones inverosímiles o dramáticas, sin faltar un toque romántico.

 

Tal como os comente en la anterior actualización aquí tenéis un nuevo fic de la serie Noches.

Vagando por la noche

 

Por Paz

 

Capítulo Único

 

 

 

El cielo se ha ido tiñendo de un color azul oscuro y las estrellas han comenzado a titilar en lo alto, la temperatura ha refrescado un poco y aunque anunciaban lluvias da la impresión que el tiempo ha decidido darles un respiro.

 

No siente frío aunque solo lleva un jersey de manga corta y una chaqueta de capucha de tela de paracaídas, que si bien puede protegerle de la lluvia no lo hace del rigor del frio nocturno. Lo tiene comprobado.

 

Lleva meses vagando por la ciudad, intentando no mostrarse por aquellas que ha recorrido con amigos y conocidos, buscando donde pasar las noches, pero no queriendo hacerlo cerca de otros como él, como si temiera encontrarse con alguien que le conozca.

 

Nunca imagino cuando comenzó a estudiar una carrera que le auguraba un brillante porvenir que acabaría así. La empresa con la que trabajaba años fuera a llevar a cabo una reestructuración y que olvidando los valores de antaño hacia sus empleados hicieran una criba despidiendo la mayor parte de su gente, entre ellos estaba él, ser echado le desmoralizó y no se atrevió a contárselo a su esposa, al menos ella trabajaba y podía salir adelante sin su ayuda.

 

Fingía marchar al trabajo todas las mañanas y buscaba infructuosamente sin conseguir que a su edad, pasaba de los treinta, fuera admitido en cualquier empresa, no importaba que tuviera un excelente curriculum, ni que su experiencia en el sector fuera mucha, todos achacaban el problema económico que se cernía sobre el país. La burbuja económica había estallado dejándoles en una posición precaria, por lo que nadie estaba dispuesto a arriesgarse dándole un trabajo.

 

Cuando la situación en su hogar se hizo insostenible, cuando sus ahorros comenzaron a evaporarse, tomo la única decisión que podía hacer, marcharse, desaparecer, no se llevó nada que pudiera recordarle la vida que había tenido. Solo recogió un olvidado bolso deportivo en el fondo del armario, en el que guardó toda la ropa que cupo, luego se pasó por la cocina y recogió su tazón preferido, un regalo de Yohei, un cazo para calentar agua  y unos palillos, también recogió un botecito con té y ramen instantáneo, al menos tendría algo para alimentarse los primeros días, después ya vería como salir adelante. Se disponía a salir de la cocina cuando su mirada se detuvo en el bote con sus galletas preferidas, no resistió la tentación de llevárselas. Lo metió todo en mochila y salió dejando atrás una buena vida para embarcarse en su nueva ocupación. Ser uno más de los desprotegidos, aquellos a los que tenían que arrastrar sus miserias por las calles. Durmiendo entre cartones o protegidos bajo plásticos de color azul, que podía ser tan útiles en caso de lluvia al resguardarse bajo ellos.

 

No recuerda cuando fue la última vez que hizo una comida en condiciones, ahora su aspecto desaliñado le impide hasta conseguir pequeños trabajos como en los primeros días de su marcha. Le evitan y su altura y aspecto intimida.

 

Abandonó familia y hogar y cada día que pasa se siente más desmoralizado, ni siquiera los que son iguales a él se le atreven a acercársele, temen la mirada hosca de sus ojos antes mielados, su cabello rojizo enmarañado y su escasa barba enredada, pero lo que más les impone es su altura muy por encima de la media.

 

Estaba cansado de caminar por lo que al pasar por un parque se sentó en uno de los bancos, no habían transcurrido diez minutos cuando un vigilante le indicó que no podía quedarse allí.

 

Asintió recogiendo sus bultos y marchándose sin rechistar. No quería pasar la noche en una celda por protestar.

 

Siguió caminando sin rumbo fijo, nubes oscuras comenzaban a asomar en el cielo, ocultando el brillo de la luna.

 

Empezaba a estar demasiado cansado para vagar sin un rumbo fijo, pensó que necesitaba encontrar un lugar donde resguardarse de la tormenta, no tiene preferencia por ningún lugar en especial, sabe que desde que perdió su trabajo y tuvo que abandonar su casa, la ciudad entera es su hogar.

 

Lo único de valor que conservaba es su reloj pulsera, aunque ya no necesitaba mirarlo para saber que hora era. En ese momento pasaba de la medianoche. Se detuvo un instante para dejar descansar sus hombros del peso.

 

Fue en ese preciso instante cuando un característico sonido se elevó en la noche, llegando hasta él, rítmico, seguro, seguido del roce de la goma sobre el suelo de cemento. Enseguida el roce del balón alrededor del aro que tintinea y el sonido del balón que rebota contra el suelo.

 

Desconcertado mira a su alrededor, no se ha dado cuenta que se ha alejado demasiado de los lugares que le eran habituales. También llega a sus oídos el rumor del mar.

 

Comprende que esta próximo a la costa, es entonces cuando comienza a ver el contorno oscuro de las casas y se pregunta el porque no hay ninguna farola encendida.

 

El sonido vuelve a repetirse, el dribleo, uno, dos, tres, el roce de las zapatillas deportivas antes de efectuarse el tiro, llevado por el deseo incontrolado de ver el juego cruzó los metros que le separaban de la cancha, fue guiándose por el sonido que procedía de allí. Vio que estaba vallada y semicoculta tras setos y árboles que la daban sombra en los meses de mayor calor, aprovechando la oscuridad total que comenzaba a amenazar lluvia y la protección de los árboles, se agarró de la valla metálica, pegando su rostro para distinguir al jugador, sin embargo, esa misma oscuridad le impedía verle bien, solo distinguía el contorno oscuro de su figura.

 

Se le veía alto, armónico en todos los sentidos, conectaba por completo con el balón como si fuera una continuación de si mismo. Pudo apreciar que su técnica era depurada, sus dribleos perfectos, sus movimientos agiles y seguros, nada exagerado, todo en él era perfecto, y ese pensamiento le llevo a querer ver el rostro del jugador, porque tenía algo que se le hacia familiar.

 

Finalmente, la tormenta que la  bochornosa tarde anunciaba se desató con excesiva fuerte y le distrajo de sus pensamientos, en segundos estaba empapado, y aunque ya no tenía remedio, se puso por encima el capuchón para protegerse, no hizo intención de marchar en busca de un lugar resguardado, ni pensó en el peligro que suponía permanecer bajo los árboles, advirtió que el jugador nocturno no dejaba su práctica.

 

Llevado por un desconocido impulso siguió allí.

 

Cuando la tormenta amainó, un viento fresco le hizo estremecerse, sus ropas mojadas no le servían de protección, sus dientes comenzaron a castañearle y cuando finalmente decidió caminar para entrar en calor y encontrar un lugar donde cambiarse su ropa mojada por otra seca, sintió como si su cabeza se moviera por propia voluntad, sintió como un ramalazo, un vaivén le sacudió y fue consciente que estaba cayendo, todos sus miembros se negaban a sostenerle, aflojándose hasta que su cuerpo golpeó contra el duro suelo y sintió como su cabeza rebotaba al golpearse y la negrura lo envolvió dejándole inconsciente.

 

***************************

 

Era una certeza. Se sabía observado, pero no intento descubrir de donde provenía esa observación, no hizo nada que pudiera alertar a quien fuera que había sido descubierto, no estaba desprotegido como parecía, un pinganillo le mantenía en contacto con sus hombres de seguridad. Los tenía desde que tuvo un intento de secuestro. Ahora aunque parecía que estaba solo, no era así bastaba una palabra susurrada para que en menos de un minuto estuviera rodeado de su guardia de seguridad. Por lo que continúo jugando imperturbable.

 

Y de pronto, el cielo descarga una tromba de agua que daba la impresión que amenazaba con ahogarlos, poco a poco fue disminuyendo en intensidad hasta que cesó por completo. No había dejado de jugar, esos momentos eran los únicos que le quedaban para no perder contacto con el básquet. Además su problema de insomnio le impedía dormirse antes de la tres de la madrugada y aunque podía ocupar esas horas trabajando, prefería desconectarse de sus ocupaciones diarias y liberar su mente jugando. Todavía le quedaba mucho tiempo

 

Cuatro horas de sueño eran suficientes para él.

 

Acabo comprendiendo que no era saludable continuar jugando, aunque el juego le mantenía caliente, las ropas húmedas y el viento fresco que se había levantado, no era buena que continuara allí, exponiéndose a un enfriamiento, fue en ese instante, cuando saltaba para realizar un slam dunk, cuando un fuerte golpetazo irrumpe su jugada.

 

Deja escapar un bufido de frustración, da unos pasos para recoger el balón que ha rodado fuera de la duela, cuando se fija que en el otro lado, hay un cuerpo caído. No ve su rostro que permanece hundido sobre la hierba, ve el bolso y la mochila que descansan sobre su espalda y no duda que se trata de uno de esa pobre gente que deambula por las calles, sin un techo sobre sus cabezas y que malviven bajo los puentes, algunos viviendo de la caridad de sus congéneres.

 

-Vengan a recogerme… -susurra.

 

Medio minuto después los tiene delante, además la distancia desde donde le esperaban no era mucha.

 

-¿Ocurre algo señor? –pregunta su asistente al verlo quieto sin hacer intención de marchar.

 

-Kazuyoshi… -aunque no le ve porque les sigue dando la espalda, sabe que ha adelantado un paso- Vete al otro lado de la malla y dale la vuelta para ver de quien se trata.

 

El interpelado sigue la mirada de su jefe y ve el cuerpo caído. Se apresura a cumplir su petición, su hermano Mikiyasu le sigue.

 

Enseguida están los dos a su lado, uno le agarra del hombro para verle, el otro se vuelve hacia su jefe diciéndole al tiempo que aparta la capucha que le cubre.

 

-Es un "no jyuku sha". No es peligroso.

 

-Quiero verle el rostro… -al instante, quedo recostado sobre la hierba, la sangre que salía de una herida entre sus cabellos, le mostraba un rostro macilento, cubierto de barba enmarañada, sus cabellos oscurecidos por el agua no le dejaban discernir su color, pero algo en aquel rostro le hacia sentir que le conoce y cree saber quien es.

 

-Llevarlo al coche –ordenó.

 

Un murmulló de sorpresa se escuchó a su espalda. Al parecer su asistente no estaba de acuerdo con su decisión.

 

-¿Tienes algún inconveniente? –preguntó.

 

-Disculpe, señor. Solo me sorprendió que se ocupara de uno de ellos.

 

-Deberías cuidar tus palabras… -dijo a modo de reproche- Son personas como tú o como yo.

 

Llevado por la curiosidad se acercó más a sus hombres cuando le transportaban agarrado por los sobacos y las piernas, sus dos bultos descansaban sobre su abdomen. Sentía tristeza porque algo de razón tenía la extrañeza de Haruguchi, el no podía recoger a todo los vagabundos que se cruzaran en su camino, además llevado por el interés hacia ellos había creado un comedor, donde se servía comida gratuita a todos los que allí se acercaban esperando que un día le avisaran que le habían visto. Al parecer él evitaba acudir a centros de beneficencia, tal vez por temor a ser reconocido, a veces se preguntaba como era posible que una persona como el pudiera pasar desapercibido.

 

Viendo la delgadez en aquel cuerpo larguirucho, se dijo si no era eso lo que más le hizo creer que era la persona que deseaba encontrar entre los "no hyuku sha”.

 

-Meterlo detrás… -dijo y al ver la mirada de los hermanos su voz como un susurró sonó amenazante- ¡¡Obedeced!!

 

-Va a mancharle de sangre el tapizado –intervino Haruguchi, conocedor de la limpieza con que llevaba sus objetos personales.

 

-¿Quieres poner tu chaqueta debajo? -preguntó irónico.

 

-No señor.

 

-Entonces no te preocupes por futilidades –dijo entrando al coche y sentándose junto al hombre preguntándose que circunstancias le habían llevado a ese estado lamentable. Fue en ese instante, cuando se volvió para mirarle, cuando advirtió que sus cabellos comenzaban a secarse y mostraban un color rojizo que se le hizo fácilmente reconocible.

 

Su corazón comenzó a latir apresurado. Estaba ahí, la persona que había buscado infructuosamente durante todo ese año y ahora el azar le ponía en su camino.

 

Fue consciente que el básquet le había llevado hacia él, lo que le hizo comprender su imprudencia al quedarse bajo la lluvia mirándole jugar, viéndole se preguntaba si él le había reconocido, posiblemente no, porque la luna oculta tras las nubes tormentosas habían conseguido una oscuridad tan profunda, que ni siquiera él era capaz de ver más allá de sus narices, si conseguía encestar, era debido más bien a su sexto sentido, aquel que despertaba cuando sostenía un balón en sus manos.

 

-Hemos llegado…

 

-Ocuparos de sus cosas, yo le llevaré dentro e impidiendo que le tocaran, le recogió en sus brazos ante el asombro de los tres hombres y le llevó directamente a su dormitorio.

 

-Aparta la ropa… -no necesitaba mirar para saber que Haruguchi-san esta pendiente de sus menores deseos.

 

Haruguchi-san le había seguida sin pronunciar palabra, no quería ser objeto de su ira, sabía que no era dado a maltratar a la gente bajo su mando, pero si le retiraba su favor pasaba a formar parte de la casa principal y ahí si que se contaban historias nada recomendables para oídos inocentes. Llevaba una temporada mostrando interés por los "no jyuku sha" y ahora se atrevía a llevar a ese deshecho humano a su propia casa… interrumpió sus pensamientos para apresurarse a acatar su orden. Aquel tono de voz era para temerle.

 

-Necesito agua caliente, unos paños limpios y el botiquín –dijo mientras le tendía sobre la cama y se apresuraba a despojarle de la raída indumentaria que llevaba puesta, cuando lo tuvo completamente desnudo, se apresuró a cubrirle antes que regresara Haruguchi-san, no dejaría que nadie viera, su cuerpo desnutrido, la piel ajada y los músculos flojos mostrando sus costillas, casi podía contarlas pasando sus dedos por encima de ellas.

 

Cuando regresó su asistente, dejo a su alcance una bandeja con lo solicitado. Mojo uno de los paños y lo pasó por su rostro eliminando todo rastro de sangre. Revolvió sus cabellos sucios y enmarañados hasta encontrar la brecha que se había hecho al desmayarse. La lavó con cuidado, un quejido escapó de sus labios, le miró creyendo que estaba volviendo en si. No era así, continuaba sin sentido. Comprobó que el corte era pequeño, aunque muy aparatoso por la perdida de sangre. No era necesario llamar al médico para que le diera unos puntos, con cuidado recortó sus cabellos alrededor de la herida para cubrirla con una gasa y esparadrapo.

 

Haruguchi que había permanecido atento a la menor de sus indicaciones se preguntaba el porque de la extraña actitud de su jefe, fue entonces que recordó haber oído mencionar que estaba buscando a un pelirrojo, ese hombre lo era, ¿acaso…?

 

-¿Le conoce, señor? –se atrevió a preguntarle, solo así se explicaba todo.

 

-Si. –se levantó yendo hacia la puerta.

 

Su asistente, se apresuró a llevarse todo, al quedar solo pensó que necesitaba darse un baño, pero no solo Sakuragi también necesitaba uno, pero no quería tener a ninguno de sus hombres rondando alrededor. Por lo que saliendo hizo un gesto a los hermanos Fujiwara.

 

-Podeis ir a la casa grande, no voy a necesitaros y llevaros con vosotros a Haruguchi-san, haber si conseguís entre los dos que aprenda a pasarlo bien.

 

-Déjelo en nuestras manos, haremos de él un hombre.

 

Rukawa sabía que iban a emborracharle y luego llevarle a un prostíbulo, tal vez eso es lo que necesitaba su asistente para cambiar esa actitud intransigente que mostraba demasiadas veces.

 

-De acuerdo. A las siete y media tenéis que estar de vuelta. –les recordó, al entrar en la casa vió que Haruguchi se le acercaba servicial- Puedes marcharte,  por hoy no te necesito más… ¡Ah! –exclamó como si en ese instante se acordara- ¿Esta la tina dispuesta?

 

-Siempre la tiene lista cuando regresa de jugar, señor.

 

-Gracias. Puedes irte y diviértete.

 

-¿Divertirme? –preguntó sorprendido.

 

Su joven señor ya no le escuchaba.

 

***************************

 

Afuera parecían esperarlo.

 

Al ver las dos moles humanas acercársele no le cupieron dudas.

 

No pudo evitar que le pasaban los brazos por los hombros y le llevaban entre ellos hacia la casa principal, no supo que pensar y más cuando le condujeron hacia su habitación sin hacer caso de sus intentos de apartarse de ellos, gimió cuando el mayor sin soltarle le hizo saber que debía aceptar la bebida que su hermano le ofrecía.

 

Medía hora después era incapaz de sostenerse en pie, ni siquiera fue capaz de recordar como le llevaron hasta una casa llena de chicas a medio vestir que se le echaron encima apenas les vieron llegar, ni como acabo en una cama con un par de ellas que le dejaron como un guiñapo. Tampoco supo que a las siete, Kazuyoshi le agarro como si se tratara de un saco de patatas, echándoselo desnudo a su ancho hombro, en tanto su hermano se ocupaba de recoger sus desperdigas ropas por el pequeño cuartucho, poco después le vistieron dentro del auto y condujeron hasta el pabellón que ocupaba el joven señor, dentro de los terrenos de la casa principal, pero viviendo independientemente de su señor padre.

 

***************************

 

Apenas quedo solo regresó a su dormitorio, su residencia aunque estaba dentro de la propiedad donde se asentaba la casa principal, era un pequeño pabellón en el pasado solía ser la residencia de algunas personas importantes a las que se le alojaba allí, esa practica dejo de usarse con el paso del tiempo, para su gusto era excelente, constaba de un dormitorio, cocina, ofuro y onsen donde relajarse del trajín diario los fines de semana, el lugar contaba con un aliciente más para su gusto, estaba adosada al muro y una puerta de acceso le permitía marchar sin tener que cruzar los diferentes edificios y jardines.

 

Sakuragi continuaba inconsciente, levantó su parpado para comprobar que no estaba conmocionado por el golpe. Al parecer, no.

 

Se preparó para darse un baño. Solo con una bata corta, volvió al dormitorio para recoger a Sakuragi, necesitaba un aseo urgentemente, por lo que decidió que él le haría ese servicio.

 

Te tumbó sobre el suelo y tras echar agua por todo su cuerpo, enjabonó un paño y lo paso por sus hombros y pecho frotando hasta conseguir quitarle toda la suciedad de encima, froto cuidadosamente su entrepierna, cuidando de no excitarle, vano deseo, porque a su toque comenzó a erectarse hasta tomar un considerable tamaño, tuvo que recordarse que Sakuragi estaba casado, por lo que apartó la mirada de su miembro, siguiendo su aseo por sus muslos y piernas hasta llegar a su pie, luego siguió con el otro, ascendiendo hasta que su mirada volvió a toparse con aquel trozo de carne, sintió que la boca se le hacia agua, paso su lengua por sus labios relamiéndose de deseo.

 

Alejó tales pensamientos de su mente, girándole y consiguiendo que quedara medio apoyado para poder lavar su espalda, después lo giró en sentido contrario para acabar finalmente su aseo, le echó por encima cubos de agua para quitarle todo el jabón, solo quedaba lavar su cabello y su rostro para asear su barba, fue necesario cambiar de jabón varias veces antes de quedar satisfecho.

 

Procedió a su propio aseo, pensando que entre tanto la erección de Sakuragi se calmaría y podría llevarle sin problemas a la cama para que siguiera durmiendo, porque su tranquila respiración así lo indicaba.

 

Miro resignado el agua de la tina, su baño relajante tenia que esperar, el mismo comenzaba a dar muestras de quedarse dormido, demasiadas emociones en tan poco tiempo le estaban pasando factura, y como si eso no fuera suficiente, tenía ante sus ojos, un hombre joven, Sakuragi, su ex compañero, descomunal erección, de la que empezaba a salir gotas blanquecidas. Nuevamente, se relamió preguntándose que sabor tendría.

 

-Aparta de ti tales pensamientos –se reprendió en un susurró- Sécale y vístele, llévale a la cama y deja que él mismo se satisfaga, seguro que acabara masturbándose dormido.

 

Dicho y hecho, solo que no contó con un inconveniente, cuando acabo de recostarle y intento incorporarse cayó en la cuenta que Sakuragi había pasado su brazo con su cuello y se aferraba a él como si fuera un naufrago.

 

-No te apartes de mi lado, mira como me has dejado, ahora tendrás que enseñarme lo buena que eres con tu boquita, cariño.

 

Se dio cuenta que estaba soñando con su esposa y si hacía él lo que deseaba con toda probabilidad que al despertar quedaría convencido de haberlo soñado, alentado por ese pensamiento Rukawa ya no dudó más. Al menos, se iba a quitar de encima esa ansia que el pelirrojo siempre despertó en él.

 

Su mano descendió hasta apoyarla en su pene erecto, cerrando sus dedos a su alrededor y deslizándolos a lo largo de todo su tallo, a su contacto la presión en su cuello cedió y un suspiro relajó los músculos del pelirrojo que se abandonó a la caricia.

 

Sus ojos permanecían cerrados, aunque a sus caricias, su respiración se volvía más pesada y sus labios se entreabrían dejando escapar hondos suspiros, cedió al deseo de sentirlos bajos los suyos y comenzó a masajearlos suavemente, dándole suaves tirones que aumentaba su deseo de explorar aún más y cuando su boca se abrió, entró en ella su lengua recorrió cada recoveco, lamió su lengua húmeda y cálida, su sabor era delicioso preguntándose que si era un sabor natural o procedía de lo que ese día había comido. Solo dejo de besarle cuando le sintió respirar por la nariz, durante la caricia, en ningún instante había dejado de explorar su entrepierna, entreteniéndose con sus testículos, luego su boca deseo probar otro sabor diferente y descendió hasta que enterró su rostro entre su vello y aspiró su aroma a hombre, tan profundo en él que le sorprendió, porque era consciente que acababa de asearlo  y que todo él debía oler a jabón. No era así y le gusto. Restregó su mejilla contra su miembro sintiendo la humedad que brotaba de el. Volvió el rostro y su boca quedó a escasa distancia de su cabeza, ya no espero más, lo estaba deseando, paso su lengua por su punta lamiendo esas gotas que caían y se deslizaban por su tronco, su lengua las persiguió hasta dejarle limpio, sentía que sus caderas se sacudían y su cuerpo temblaba de deseo, miró su rostro temeroso de ver sus ojos abiertos.

 

No era así. Suponía que los meses viviendo en la calle le estaban pasando factura a Sakuragi y que todo lo que estaba necesitando era descansar, tal vez por eso continuaba dormido. Ese detalle era un punto a su favor.

 

Su mano lo mantuvo firme sujetándole por la base, su boca se abrió lo más que pudo y despacio se lo fue metiendo lo más que pudo, era tan grande que apenas si quedaba espacio en su boca para mover su lengua, decidió cambiar de táctica, así le daría mayor placer, comenzó a lamerlo a lo largo y ancho, mordisqueando su cabeza y consiguiendo que gima fuerte, si bien continúa dormido, con su mano libre se esta masturbando a si mismo, esta tan excitado que le resulta doloroso, pero no por ello deja de atender a su invitado.

 

Percibe cuando su cuerpo se sacude con espasmos y sus caderas se alzan, su espalda arqueada, su orgasmo le alcanza de un modo tan intenso que comienza ver como brota a ráfagas su semen, su boca se cierra en torno a su cabeza y comienza tragar todo lo más rápido que puede, hasta que siente que Sakuragi se ha quedado seco.

 

Se levanta y encerrado en el baño acaba con su excitación. Cuando regresa al dormitorio Sakuragi duerme profundamente, su cama es ancha por lo que no que no duda en ocupar el otro extremo. Está agotado y el sueño acude enseguida a él.

 

***************************

 

-¿Podemos pasar? –preguntaron los hermanos Fujiwara a un tiempo, aunque había tres años de diferencia entre uno y otro, su constitución robusta, sus modales y su costumbre de hablar como si fueran gemelos confundía a los que no les conocían.

 

Rukawa que había crecido con ellos sabia que al principio lo hacían adrede, luego sus pensamientos parecían seguir el mismo ritmo y actuaban como si fueran uno solo.

 

-No os quedéis ahí y contarme que hicisteis anoche con el pobre de Haruguchi-san porque imagino que nada bueno.

 

Mikiyasu se llevó la mano al mentón como si meditara su respuesta.

 

-No le escuchamos quejarse –respondieron a una- ¿Cómo esta tu invitado?

 

-Duerme y no hagáis ruido no vayais a despertarle. Os lo dejo a vuestro cuidado. –dijo levantándose.

 

-¿Quien te llevará?

 

-Iré con Haruguchi-san.

 

-Ese todavía esta durmiendo en el asiento de atrás, hagamos una cosa, -propuso Kazuyashi que gozaba al igual que su hermano de toda su confianza y podían tomarse la libertad de hablarle como a un igual. Llamaré a mi primo y le diré que no te pierda de vista.

 

En ese instante, unos pasos pesados se dejaron oír y una mole humana, el doble que los hermanos Fujiwara se dejo ver.

 

-Llegas a tiempo... –dijo con una sonrisa Rukawa levantándose y yendo hacia la salida- Chicos, cuidarlo bien.

 

-Tu también, estate atento –dijeron los hermanos Fujiwara.

 

Shiuko "Shinai" apretó sus enormes manos entre si y sus dedos dieron un sonoro chasquido, dando a entender que eso mismo haría con el cuello de cualquier que fuera peligroso para su joven señor.

 

Dos metros de altura, anchos hombros y pecho, musculatura poderosa y fuerte, bíceps trabajados en el gimnasio, manos grandes capaces de quebrar un cuello con solo apretar sus dedos alrededor de él, se comentaba que todo en el estaba equilibrado a su tamaño.

 

Su cráneo aparecía pelado, dos cejas pobladas ocultaban el brillo feroz de su mirada, sus facciones modeladas por los golpes le daban un aspecto brutal, lo que en parte era cierto, era bien conocido por sus depravadas acciones, su padre recurría a él cuando necesitaba asustar a algún acreedor recalcitrante. Había oído decir que le gustaba provocar dolor cuando buscaba placer, ya fueran hombres o mujeres, preferentemente los primeros. Su apodo justamente provenía de su pene en erección, largo y fino como el arma que recibía ese nombre y que podía ser igual de mortal.

 

Al abrir la portezuela para que entrara, se fijo en el cuerpo que ocupaba todo el asiento, sin darle tiempo a Rukawa a impedirlo, le agarró de la trabilla del pantalón y tras balancearlo lo soltó, el pobre chico atravesó la puerta abierta y cayó dolorosamente sobre la arena del jardín, deformando su imagen zen.

 

-Puede pasar, joven señor.

 

Rukawa lanzó una última mirada a su asistente, esperaba que no estuviera muy lastimado, al menos lo veía intentar levantarse.

 

-Llévame a la oficina –pidió resignado a llevar a cabo todo el papeleo. Una sonrisa perversa asomó en sus labios- Shiuko-san  –nunca le llamaba por su apodo, aunque a veces le mencionaban así cuando sus primos contaban algunas de sus andanzas sexuales- ¿Mi padre te encarga la contabilidad de las apuestas?

 

-Solo si le falla su contable, joven señor. Solo en ocasiones excepcionales.

 

-Si es así quiere decir que tienes nociones de contabilidad.

 

-Estudie en la universidad, joven señor.

 

-¿Qué carrera realizaste? –pregunto sin mostrar asombro.

 

-Economía, señor. Su señor padre, así lo dispuso.

 

-Excelente…-dijo con una sonrisa de satisfacción- Como tienes que protegerme ocuparas el lugar de Haruguchi…

 

-¿Quién?...

 

-Mi asistente, el hombre que arrojaste tan alegremente. Harás también su trabajo.

 

-Como desee, joven señor.

 

Esa mañana, Rukawa comprobó que Shiuko-san trabajaba el doble que su asistente y que era mucho más eficaz, estaba tentado en pedirle a su padre que se lo entregara, solo que recordó que realizaba otros trabajos que solo él podía realizar.

 

***************************

 

Sakuragi despertó relajado y satisfecho, sentía la comodidad del duro colchón bajo su cuerpo, era agradable esa sensación, de pronto, su mente acabó de registrar esas sensaciones y se incorporó al darse cuenta que no era habitual que su despertar fuera tan placentero.

 

Al sentarse sobre el lecho, abrió los ojos mirando desconcertado a su alrededor, pero sobre todo los dos rostros prácticamente parecidos que estaban a pocos centímetros de su cara ya que estaban sentados a los pies del lecho sobre él que él había dormido.

 

-Se ha despertado…

 

-Creí que dormiría todo el día…

 

-Como un bello durmiente…

 

-Ahora entiendo porque todo su afán…

 

Las diferencias entre los dos hombres no eran notables, pero si uno se fijaba bien, acababa dándose cuenta que no eran idénticos. Uno era más joven que el otro.

 

-¿Quienes sois? –preguntó y donde estoy.

 

-Estáis en el Pabellón del Sol del Oeste. El es mi hermano Mikiyasu y mi nombre es Kazuyoshi.

 

-Tú debes ser el mayor…

 

-=En que te basas en suponer tal aserto?

 

-Llevas la batuta, por tanto eres el de mayor edad.

 

-No esta mal pensado.

 

-¿Cómo he llegado aquí?

 

-En coche…, te caíste y te golpeaste la cabeza.

 

-Ahora que lo mencionas… me duele.

 

-Si puedes caminar por ti mismo, tenemos un pantagruélico desayuno para ti.

 

Sakuragi aceptó la invitación. Posiblemente iba a ser la única comida en mucho tiempo. Suponía que tras tener la certeza que estaba bien le señalarían la calle.

 

De estar solo hubiera devorado aquellos manjares, al estar acompañado de aquellos dos mastodontes se modero y comió como si no estuviera hambriento. Seguro que les habían dejado allí para que le vigilaran, tal vez pensarían que se llevaría algunas de las cosas de valor que por allí se veían.

 

Cuando dio por terminado su desayuno, sentía que se había excedido, pero todo estaba delicioso y no podía dejar de probar aquellos bocados.

 

-¿A qué sabes jugar? –preguntó Kazuyoshi mientras su hermano amontonaba en la pila todos los platillos sucios- Por cierto, no nos has dicho tu nombre.

 

-Hanamichi…

 

-Muy bien, Hanamichi, estamos encantado de tenerte aquí, ahora dime ¿que tal se te dan las cartas? –preguntó sacando un mazo del bolsillo y barajándola ante su mirada atenta- ¿Conoces las reglas para el hanafuda?

 

-Creo conocerlas, se trata de un mazo de doce palos y cuatro cartas por palo.

 

-Exacto, tienes que asociar cada palo, ya sea una flor o una animal, para que te hagas una idea., pongamos un ejemplo, -mostró dos cartas, estas dos son básicas, valen un punto, aquí tienes una cinta roja poética, ganarías con ella cinco puntos y si a ellas le añades la grulla y el sol, tendrías veinte puntos más, esta jugada es matsu.

 

-He comprendido… juguemos.

 

***************************

 

Eran las ocho de la noche cuando regreso, preguntándose como estaría Sakuragi. No estaba seguro de haber hecho lo correcto dejándole con esos dos, que nunca aprendían a controlarse.

 

Se quedo sorprendido cuando escuchó el tono alegre de Sakuragi exclamando:

 

-¡¡¡¡Sakura!!!!

 

-¿Cómo logras sacar siempre ese juego? –preguntaba Mikiyasu dejando caer sus cartas sobre la mesa.

 

-Bueno, ya sabes lo que dice el dicho occidental, afortunado en el juego, desafortunado en el amor…. -y sus carcajadas acompañaban sus palabras.

 

-El jefe esta por venir… guardemos las cartas.

 

-Tarde… ya os he visto y escuchado. –dijo entrando en la cocina. Nunca espero encontrarle tan animado.

 

-Hola, Rukawa… gracias por recogerme. Tus amigos han sido muy amables al decírmelo.

 

-De amables nada, apostates contra nosotros y siempre perdimos, conseguiste saber todo lo que querías. –Dijeron con expresión hosca- ¿Seguro que nunca antes había jugado?

 

-Si, debió ser la suerte del novato… -respondió Hanamichi- ¿Otra ronda? –su mirada inocente se posó en sus adversarios- Total ya os ha visto. Seguro que no es tan fiero el zorro.

 

-¿Zorro? –preguntaron al unísono para lugar mirar a su jefe que se daba la vuelta para marchar y enseguida se posaron en la candida expresión en el rostro de Sakuragi.

 

La curiosidad que veía en sus rostros fue suficiente para comenzar una nueva partida.

 

Cuando Rukawa volvió a la cocina se había puesto ropa deportiva.

 

-¿Dónde esta la comida? –preguntó al abrir la nevera y encontrarla semivacía.

 

Sus dos hombres señalaron a Sakuragi como si así pudieran librarse de culpa.

 

-Estoy hambriento… dejar el juego o mejor aún llamar a la casa y que traigan algo. –dijo condescendiente al ver por encima del hombro de Hanamichi que tenía una buena mano.

 

Kazuyoshi sacó su móvil e hizo la llamada, un cuarto de hora después la nevera volvía a estar llena. Para entonces, Sakuragi estaba dispuesto a acompañarle con su cena.

 

-Iremos a preparar el coche –dijo Kazuyoshi.

 

-¿Vais a salir? –Preguntó Hanamichi- Podéis dejarme donde mejor os parezca, pero antes dejarme algo para vestirme, ya sabían que sus viejas ropas habían sido quemadas.

 

-¿Tienes intención de ir a algún lugar? –preguntó Rukawa al oírle.

 

-Lo decía porque supongo que tengo que irme. Agradezco lo que has hecho por mí, me has curado y traído hasta tu casa, pero no puedo seguir abusando de tu amabilidad.

 

-Deja que sea yo quien decida eso… -comentó- Ahora comamos… luego hablaremos.

 

Sakuragi asintió, junto las palmas de sus manos y bajo la cabeza en un rezo silencioso por los alimentos que iba a recibir, luego murmuró un “itadakimasu”

 

Rukawa parecía estar atento a lo que estaba sobre la mesa, sin embargo, era su ex compañero quien atraía su interés. Sus comedidos movimientos querían dar a saber que no estaba desesperado por comer, sin embargo, podía verse en todos sus gestos lo que debió suponer para él encontrarse viviendo en las calles y vagando por las noches en busca de un seguro refugio.

 

Viéndole comer comprendió lo que estaba intentando, llenarse para aguantar todo lo más que pudiera sin poder hacer una comida en condiciones. Supo que tenía que detenerle hasta que enfermara por abusar comiendo.

 

Poso su mano sobre la suya deteniendo su movimiento.

 

Sakuragi le miró desconcertado.

 

-No es necesario lo que estas haciendo… -vió que bajaba la mirada avergonzado por haber sido descubierta su estratagema- Sakuragi… ¿te han dicho que llevo más de un año buscándote? –ahora si que Sakuragi tenía toda su atención, al tiempo que sacudía la cabeza negando.

 

-¿Por qué ibas a buscarme? –pregunto perplejo.

 

-Mi último contable me estuvo estafando mientras trabajaba para mi, fue tan hábil que nos costo mucho darnos cuenta. Tenía referencias de tu habilidad para los números y quise confirmarlo. Hable con unos y con otros y todos tenían alabanzas para ti. Conseguí averiguar tu dirección particular y la de tu trabajo. Estaba seguro que la oferta que iba a hacerte era tan buena que no tendrías problemas en abandonar tu puesto de trabajo. Fue cuando me enteré que te habían despedido hacia ya dos meses, fue a tu casa y nadie respondió a mi llamada, en los días siguientes continúe insistiendo, finalmente me puse en contacto con Akagi y me dijo que su hermana no sabía nada de ti, excepto que la habías engañado haciendo creer que trabajabas, que se dio cuenta que faltaban algunos objetos de la cocina y algo de ropa, lo que le llevó a saber que no tenías intención de regresar.

 

-Me avergonzaba haber fracasado. No podía decirlo y tampoco ir a ver a mis amigos, todos ellos triunfadores natos.

 

-Y te fuiste…, dejando todo atrás.

 

-Si, pretendiendo olvidar lo que un día tuve y había perdido.

 

-¿Lo conseguiste?

 

-No. –hizo intención de levantarse.

 

-Aún no te dicho todo lo que quería decirte.

 

-No tiene sentido alargar esta conversación, por favor, dame unos pantalones y la camisa más vieja que tengas y me podré ir.

 

-No…, mi oferta sigue en pie. –ahí si que consiguió sorprenderle, verle trastabillar al caer mal sobre el apoyo de la silla arrancó una sonrisa de sus labios.

 

-¿Sigues queriendo que yo…? ¿Aún sabiendo lo que soy?

 

-Te llamas Sakuragi Hanamichi, eres contable y es lo único que me importa. Tienes dos opciones, aceptas o te vas. Tú decides.

 

-Me quedo… -y el brillo húmedo de sus pupilas le hicieron saber lo mucho que había pasado viviendo sin un hogar, sin el calor humano.

 

-Bien, la empresa tiene apartamentos libres para algunos trabajadores, también tendrás coche propio. Me he enterado que ya no tienes esposa, al parecer pidió el divorcio a los tres meses de irte, no me preguntes como lo consiguió.

 

Sakuragi no pareció sorprendido.

 

-¿Lo sabias?

 

-Una noche pase por mi antigua casa, vi el cartel que estaba en venta y supe que todo había acabado entre nosotros. Yo no tuve valor para tomar esa decisión. Me alegro que ella lo hiciera. Merece ser feliz.

 

***************************

 

La luna nueva iluminaba la cancha donde dos hombres jóvenes se desplazaban con agilidad por la misma para seguir el juego que estaban llevando a cabo entre ellos, una practica que se había vuelto usual desde la primera noche que Sakuragi aceptó trabajar para Rukawa, desde las sombras los hermanos Fujiwara seguían las evoluciones de los dos hombres, preguntándose de donde sacaban tanta energía para competir entre ellos. Kazuyoshi se preguntaba si serian tan competitivos en la cama como en la cancha, en tanto su hermano Mikiyasu envidiaba es sana rivalidad que aún había en ellos.

 

La noche les había unido y ellos continuaban rindiendo su tributo a ese juego que les había conseguido que se reencontraran.

 

Fin

 

29 de agosto de 2012

 

Paz

Notas finales:

"no hyuku sha": los sin techo


Shiuko "Shinai" aparece por primera vez en mi fic Una deuda de sangre en el que se muestra hasta donde es capaz de llegar ese personaje que es de creación propia y que a tenido cortas apariciones en algunos otros fics.


A mi regreso espero tener más fics referidos a la noche.


 


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