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Double U por BombayLove

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Notas del capitulo:

Llegadas de viejos conocidos, nuevos conocidos con nuevos sentimientos. Muchas cosas suceden en torno a la tienda de accesorios de cosplay Shibuyan, en medio de la ruidosa ciudad de Tokio.

Mi nombre es Shibutani Subaru, pero pueden decirme Shibuyan. Soy propietario de la tienda de accesorios de cosplay del mismo nombre. En el local, tengo muchos empleados, todos ellos hombres, sin ningún favoritismo en particular por ese género, quizás, simplemente porque me sea más accesible a la hora de relacionarme con ellos.

Muy diferente es el caso de las repartidoras de panfletos. Ellas están estrictamente ubicadas en las zonas aledañas a la tienda, más concurridas de la ciudad, y una de ellas es bastante especial.

Su nombre es Yuuko. No pasa los 20 años y es una muchacha a la que le queda bien cualquier cosplay. En serio, he hecho la prueba. Ya sea vestida con un traje de Sailor Venus o de Patamon, a ella le queda perfecto. Pero… Yuuko esconde un secreto… Un secreto que descubrirán a continuación, queridos lectores…

 

Una muchacha de cabello hasta la altura de la cintura, negro, vestida como Akiyama Mio, de K-ON! repartía panfletos, diciéndole a aquellos que reconocían aquel traje, donde podían conseguirlo, ya fuera para su novia, su hermana o quizás para una fiesta.

- ¡Muchas gracias! – Agradeció, a dos muchachos que se le habían acercado.

- Oo-chan – Le susurraron, a espaldas suya, mientras palmeaban suavemente la espalda. Era su compañera, vestida como Makinami Mari Illustrious de Shin seiki Evangelion 2.22. La morocha le sonrió, aunque el color de cabello de mencionado personaje no era castaño oscuro, a ella todo le quedaba perfecto. La muchacha suspiró, al mirarla de arriba abajo -. ¿Qué? – Le preguntó la aludida, arreglándose los anteojos -. ¿Me queda mal?

- Para nada, te envidio. No puede ser que todo te quede tan perfecto – Dijo la muchacha, tomando la mano de su compañera para hacerla dar una vuelta.

- Basta – Pidió Mari.

- Bueno, entonces, regreso. Acuérdate que tienes que volver temprano. Mañana tienes universidad.

- ¡Shhh! Lo que me faltaba ahora, que alguien me siga hasta la universidad – Se quejó.

- Ah, lo siento, lo siento. Entonces, nos vemos más tarde, Yuu-chan.

- Nos vemos, Oo-chan – La saludó, con una sonrisa.

 

La morocha, regresó a Shibuyan, donde fue recibida por el propietario de la misma, sin contar el centenar de trajes de cosplay que colgaban de los percheros.

- Gracias por tu trabajo – Dijo Subaru, sentado, como de costumbre, al lado de la caja registradora.

- Gracias, igualmente – Dijo la muchacha -. Ah, Yuuko me reemplazó.

- ¿Qué otra persona es capaz de reemplazarte, Oo-chan? Con ustedes dos repartiendo los folletos, no necesito a ninguna otra chica más.

- Qué dulce que eres Shibuyan – Dijo la muchacha, hundiendo las mejillas de Subaru con sus palmas.

- Ay, duele. Duele, duele, duele.

- Bueno, entonces, me cambio y me voy – Aclaró la morocha, antes de dirigirse a los vestidores.

- Ok – Dijo el dueño del lugar -. Ah, vino un chico a buscarte.

- ¿Un chico? – Preguntó la aludida, apareciendo apenas del pasillo que dirigía a los vestidores.

- Sí, pero, me sonó raro…

- ¿Qué cosa?

- Que te haya llamado por tu nombre. Aya, en vez de Oo-chan – Meditó el hombre, por lo que la muchacha llamada Aya, volvió a desaparecer -… Y que tenía acento de Kansai.

- ¡¿De Kansai?! – Exclamó la morocha, saliendo del pasillo.

- Sí, ¿por qué?

- Ah… Espera, espera… Espera – Menos de un minuto más tarde, entre pisotadas y tropezones, Aya apareció con ropa normal frente a Subaru -. ¿Qué más te dijo? ¿Dijo para dónde iba?

Subaru se hincó de hombros.

- Ni idea. ¿Por qué? ¿Quién es?

- Ah… Eh… No importa, luego te explico – Dijo la muchacha, saliendo corriendo del lugar.

- ¿Qué le pasa a esa chica…?

 

Levantó la cabeza para ver el letrero del lugar. Eden. Paraíso. Por las ventanas se desprendía el embriagante aroma de la cocina francesa. Acomodándose el bolso sobre su hombro, decidido, entró. Los comensales que lo vieron entrar se lo quedaron mirando hasta que se acercó al mostrador, esperando por el encargado o por alguien que lo atendiera, y no era para menos: llevaba una remera vieja de The Beatles, unos pantalones gastados y unas zapatillas de lona, sin contar la expresión de cansancio que había ganado por haber viajado desde Osaka. Sonrió al ver a alguien conocido, finalmente, quien se asomaba apenas desde la cocina, hablando con algún cocinero que estaba dentro, suponía.

- Okura – Lo llamó, por lo que el aludido, reparando en que, efectivamente, lo estaban llamando a él, volvió su vista al mostrador. Se quedó mirándolo cinco segundos, hasta que reparó en quien era. Esa forma tan peculiar de sonreír, era algo difícil de olvidar -. Ryo-chan – Lo llamó, acercándose a él con una sonrisa en el rostro -. ¿Cómo estás? ¿Cómo no me dijiste que habías regresado a Tokio?

- Nah, no quería molestarte. Oye, ¿este es el lugar que me dijiste? – Preguntó, mirando para todos lados.

- Sí, espera un momento. Voy por el encargado - Ryo asintió, girándose y mirando todo el lugar, apoyando su cuerpo contra la barra. Encontró la mirada desconcertada de uno de los comensales, a quien le dedicó una reverencia -. Esta es la persona de la que te hablé.

Al oír su voz, se dio vuelta y miró a la persona encargada del restorán: un muchacho de no más de treinta años, de cabello castaño claro casi hasta los hombros, tirado todo hacia atrás. Llevaba puestas unas gafas que uno no notaba que las tenía sino hasta reparar en las patillas a ambos lado de su rostro.

- Mi nombre es Nishikido Ryo, gusto en conocerte – Se presentó el recién llegado, alcanzándole su mano para así poder estrecharla con la suya, pero el aludido atinó a mirar su mano, con el ceño fruncido, gesto con el cual lo miró de arriba abajo.

- ¿Piensas venir a trabajar así? – Dijo el aludido.

- Ah… Esto…

- No seas malo con él, Yasu. Recién llegó de Osaka y vino para acá, ¿no? – Le preguntó su amigo.

- Así fue – Dijo Ryo, reparando en que el gerente no iba a estrechar su mano, por lo cual volvió a dejarla al lado suyo.

- Bueno, no está en mí contratarlo, después de todo, son Murakami-san y  Yokoyama-san los que terminan contratando a los cocineros. Eres de la zona de Osaka, creo que tienes muchas oportunidades de quedar, Nishikido-kun.

- Ah, ¿en serio? – Preguntó el aludido con una sonrisa en el rostro -. ¡Muchísimas gracias! – Exclamó, dedicándole una reverencia -. Oye, en serio, ¿siempre es así? – Le preguntó a su amigo en voz baja, una vez que el gerente se fue.

- Es porque no te conoce, además… En serio, podrías haberte cambiado antes de venir.

- Mi compañero de cuarto estaba trabajando y hasta que él salga no puedo presentarme en el lugar donde está. Hola, sí, soy Nishikido Ryo y vengo al cuarto de… No creo que me dejen entrar si digo eso.

- ¿Y hasta que hora trabaja?

- Su jefe me dijo que hasta las nueve.

Aya entró al restorán, chocando con una pareja de personas mayores que estaban saliendo.

- Ah, perdón – Se disculpó la muchacha, entrando cual rayo al lugar. De nuevo, era la comidilla de los comensales y de nuevo, por la ropa que llevaba: una remera larga que le llegaba a la altura de las caderas, un short bastante corto, unas zapatillas y una pequeña mochila -. Al fin te encuentro.

Ryo se giró y la miró de arriba abajo.

- ¿Cómo supiste que era yo?

- Eres el único que me dice Aya – Se quejó la aludida -. No pensarás cenar aquí, ¿o es que vas a invitarme a cenar?

- Olvídalo, esperaba tener una bienvenida al estilo de Tokio, pero ni tú ni Tegoshi estaban en casa, y mucho menos me respondieron los mensajes. ¿Creen que fue fácil hacer todo este camino solo?

- Lo siento, lo siento. Vamos a casa. Yu-kun debe estar por llegar – Dijo, tras mirar la hora en su reloj -. Nos vemos, Okura – Dijo, saludando al mesero.

- Nos vemos. Cuídense.

- ¡Ah! – Dijo Aya, dándose vuelta -. Dijo Massu que le tengas el especial del día para el almuerzo de mañana.

- Como siempre. Estaremos esperando su presencia. Que descansen – Los despidió el morocho, bajo la mirada del encargado.

Desde las puertas que conducían a la cocina, se asomaban las cabezas de los encargados de mencionado lugar.

- ¿Ese es el muchacho, Okura? – Dijo el que respondía al nombre de Yokoyama Yu.

- Sí, era ese – Dijo el aludido, entrando a la cocina, siendo seguido por ambos hombres.

- Parece agradable – Dijo Murakami Shingo, el segundo encargado.

- ¿Sabe cocinar? – Se burló Yu.

- Tenía sus utensilios en una de sus manos, ¿no lo viste?

- ¡Tienes vista de halcón, Hina!

- ¡No se preocupen! Ryo-chan no los defraudará – Sentenció Tadayoshi, con una sonrisa.

 

- ¡Finalmente en casa! – Exclamó Aya, haciéndose sonar la espalda, entrando al departamento, siendo secundada por Ryo -. No le digas a Yu-kun que le pedí las llaves al portero – Le pidió la muchacha, en voz baja.

- ¡Te oí! – Se oyó provenir de uno de los dormitorios del lugar -. Y me vas a pagar por eso – Dijo el dueño del lugar saliendo del cuarto y llegando al living, donde Aya se escondía detrás de Ryo -… Ryo-chan – Dijo Yuya, parpadeando varias veces, reconociendo al sujeto.

- ¿Así vas a recibirme? Lo menos que me esperaba era tener que sacarte de encima de mí de un golpe.

Yuya sonrió, acercándose a abrazar al muchacho.

- Bienvenido – Le dijo, dándole un suave beso en la mejilla.

- Yu, ¿qué hiciste de cenar? – Preguntó Aya, revisando la heladera con los labios fruncidos y rascándose el vientre con una mano -. Tengo hambre.

- Llegué hace un rato, estaba haciendo la tarea – Dijo el muchacho, masajeándose el tabique nasal -. Recién estaba por hacerme de cenar.

- Ohhhh… ¿Me ayudas Ryo-chan? ¿Sí?

- Ah… ¿Qué harían ustedes sin mí? – Preguntó el aludido, apoyando un maletín sobre la mesa, el cual al abrirlo dejó a la vista los utensilios de cocina con los que cargaba el muchacho -. ¿Estabas haciendo tarea?

- Sí, de la universidad.

- Ay… Mi nene es tan aplicado – Dijo Ryo, agarrando un cuchillo grande con quien luego apuntó tanto a Aya como a Yuya a medida que hablaba -. ¿Lo viste, Oo-chan? Cómo crece mi pequeño.

- Ya vi, ya vi, pero deja de apuntarme con eso – Le pidió la muchacha.

- ¿Cómo te fue a ti en el restorán?

- No me hagas acordar… Hablé con el encargado, pero no creo que le haya caído bien…

- Pregúntale cómo fue vestido – Dijo Aya.

- ¿Cómo fuiste vestido Ryo-chan? – Ryo lo miró, pero no dijo nada -. ¿Fuiste así…?

- A ver… ¿Dónde querías que me cambiara, señorito?

- Si hubieras ido un poco más temprano a Shibuyan te hubiera hecho entrar para que te cambiaras. Subaru no tiene problema con eso, ¿no?

- Nuestros amigos son los amigos de Subaru… O algo así – Dijo Yuya, sentado en torno a la mesa, mientras Ryo cortaba distintos vegetales que le había pedido a Aya.

- O sino, hubieras visto a Yu-kun con un traje de cosplay.

- Oo-chan, no…

- ¿Mh? ¿Cosplay? – Preguntó Ryo, llevando las verduras cortadas a una olla con agua -. ¿De quién?

- Oo-chan – Repitió Yuya.

- Makinami Mari – El rubio se agarró la cabeza con ambas manos.

- Pero… ¿Ese no es un personaje femenino? – La muchacha sonrió, por lo que Ryo volvió su vista a su amigo -. ¿Sigues con eso, Tegoshi? – Le preguntó, sonriendo.

- No puedo evitarlo – Respondió el aludido -. Ya me acostumbré.

- Intenta no acostumbrarte a pasar vestido así delante de mí.

- A propósito, cuando esté vestido así, como le dices tú, llámalo Yuuko.

- Oye, en serio, ¿se ve tan bien?

- Para que te des una idea, lo envidio vestido de mujer.

Ryo negó con la cabeza.

 

Sí, ese es su secreto. Mi muchacha, Yuuko, es en realidad mi muchacho Yuuko. Tegoshi… Yuuko.

No conozco muy bien la historia, Oo-chan habla tanto cuando cuenta algo que uno termina mareándose, pero si no entendí mal, su madre le pidió que se vistiera así, Tegoshi-kun terminó sintiéndolo natural y pasó a ser Yuuko. Pero eso no quiere decir que le gusten los hombres. Al menos, creo que no es así. Aunque nunca lo he visto de novio (ni de novia) de algún modo es Yuya quien le espanta los novios a Yuuko, no sé si me explico.

Volviendo a lo que nos compete, Tegoshi-kun estudia Idioma y literatura inglesa en la Universidad de Tokio en la mañana.

 

Yuya salió de su habitación y al llegar a la cocina vio un desayuno y dos cajas de almuerzo, una para él y la otra para Aya.

- Apresúrate o se te va a enfriar – Le dijo Ryo, terminando de arreglarse el traje con el que se había vestido.

- ¿Adónde vas tan elegante? – Preguntó el rubio, agarrando una tostada con una mano y una taza con café en la otra -. ¿Das por hecho que no van a contratarte en el restorán?

- Claro que no – Respondió Ryo, dedicándole una rápida sonrisa, para volver su vista al espejo e intentar peinar un cabello rebelde que caía sobre su frente -. Todo lo contrario, por eso me vestí con traje.

- Aunque la mona se vista de seda, mona queda – Se burló su amigo, oyendo que el morocho sólo chistó.

- Bueno, me voy – Dijo el muchacho, agarrando su maletín -. Deséame suerte, Yuuko-chan.

- Suerte, Ryo-chan idiota – Dijo el rubio, entre risas.

- Tan tierno… No te olvides del almuerzo.

- Síp.

 

En compañía de Aya, Yuya se dirigió a la universidad. A diferencia suya, la muchacha cursaba Estudio de la ciencia y la tecnología, por lo que sólo se encontraban escasas veces en los descansos, y muchas otras a la salida.

El muchacho entró al salón, sonriendo al encontrar a su compañero de carrera y amigo desde que empezó la misma, un morocho que releía los apuntes de esa clase.

- Buenos días, Ikuta-kun.

- Ah, buenos días, Tegoshi – Lo saludó el morocho, con una sonrisa, sacando su mochila del asiento del rubio -. ¿Leíste esto? – Le preguntó, señalando los apuntes.

- A ver – Pidió Yuya el cuaderno, sentándose -… Ah, sí. Algo, anoche.

- ¿Algo? Es bastante complicado – Frunció el ceño el muchacho con una media sonrisa.

- Lo sé – Dijo el rubio, suspirando -. Pero anoche vino un amigo mío y nos quedamos hablando hasta muy tarde.

- ¿El chico de Osaka del que me hablaste la semana pasada?

- Sí. Hace tres años que no nos veíamos y… Bueno… Nos pusimos al día de alguna manera.

- Ya veo – Dijo el muchacho, estando a punto de volver su atención a los apuntes hasta recordar algo a último momento -. Ah, ¿viste que dicen que Becky anda con Suzuki de segundo?

- ¿Ah, sí? – Preguntó sin importancia el rubio, sacando un cuaderno, una lapicera y el mismo cuaderno que estaba leyendo su compañero.

- ¡¿Sólo dices “ah, sí”?! Es más que sabido que le interesas a Becky…

- Pero a mí, no – Dijo Yuya, buscando algo en el cuaderno -. Y se lo dije varias veces…

- Eres cruel, Tegoshi – Sonrió el muchacho.

- Toma-kun – Lo llamó una muchacha de cabello azabache con motas rojizas largo hasta la altura de los codos, con bucles en las puntas. Vestía una camisa blanca, un chaleco escocés blanco y negro, un pantalón de jean y botas. El aludido levantó la cabeza, encontrándose con un cuaderno -. Ah.

- Muchas gracias – Dijo la muchacha, devolviéndole el cuaderno.

- No… De nada – Sonrió el morocho, esperando a que la muchacha se fuera para volver su vista a Yuya -. No tenía idea de donde estaba este cuaderno… Anoche lo estaba buscando como un condenado…

- Después el cruel soy yo…

- ¿Qué?

- Nada, nada.

- Creo que estamos iguales respecto a las mujeres – Dijo Toma, jugando con un lápiz sobre su labio superior.

- ¿Qué quieres decir?

- Bueno… A ambos nos persiguen, pero le huimos. Pero – Suspiró, dejando el lápiz sobre el cuaderno y sosteniéndose la cabeza con ambas manos -… No hay nada que se le compare…

- ¿Eh?

- Ah, no te conté. Hace un par de meses que vi a una chica… ¿Crees en el amor a primera vista?

- Nunca me ha sucedido – Respondió Yuya, parpadeando varias veces más de lo normal por la sinceridad de su amigo.

- Bueno, cuando salgamos te la presento, aunque… No sé cómo se llama – Reconoció, viendo Yuya un leve sonrojo en sus mejillas -. Al menos sé dónde trabaja.

- Pareces un acosador…

- ¡Claro que no! Paso por allí por casualidad, lo juro.

- Sí, seguro…

 

Mientras limpiaba con cuidado las botellas de vino detrás del mostrador, Tadayoshi oyó un sonido bastante familiar para él, por lo que sonrió y se dio vuelta para encontrarse con un muchacho pelirrojo con una expresión de hambre. A esa hora, en el restorán casi no había gente, por lo que, de alguna manera, se volvía un lugar donde los trabajadores podían ir a comer algo durante la hora del almuerzo, y ese personaje en particular, siempre tenía una cosa en mente: gyozas.

- Tengo hambre – Musitó.

- Ve a sentarte, ya te llevo tu pedido – Le dijo Tadayoshi, con una sonrisa.

- Hola, hola  - Lo saludó Ryo, detrás del muchacho.

- Ah… ¿Ryo-chan? – Mirándolo de arriba abajo -. Por poco y no te reconozco…

- Cállate… ¿Dónde está el gerente? – Preguntó el recién llegado, mirando para todos lados.

- Hina, Hina, ven aquí – Lo llamó Yu, espiando desde la puerta de la cocina. El aludido, dejó sus labores para acercarse a su amigo -. Ahí vino el chico ese otra vez.

- ¿Crees que deberíamos ver qué tiene en ese maletín? – Le preguntó, viendo apenas a través de las puertas semiabiertas del lugar. Una persona tosió detrás de ambos, por lo cual, al notar que era el encargado, le dieron espacio para que pudiera salir. Acto seguido, sin decir nada más, siguieron con su trabajo.

- ¡Ah! Yasu – Dijo Tadayoshi, al ver salir al gerente de la cocina -. Él es – Dijo, señalando a Ryo.

- Nishikido Ryo, lo recuerdo – Dijo el muchacho, bastante más bajo que el aspirante al puesto de cocinero, saliendo del mostrador para acercarse a él y extenderle la mano -. Mi nombre es Yasuda Shota, y soy el encargado de este lugar.

Ryo se quedó mirando escasos segundos la mano extendida del hombre, la cual estrechó. De alguna manera, sentía que el puesto poco a poco estaba siendo suyo.

- ¡Aquí salen las gyozas! – Exclamó Yu, saliendo de la cocina -. Ah… Perdón – Se disculpó en voz baja, saliendo del mostrador y llevándole el almuerzo al único comensal presente -. Aquí… tienes – Le dijo, mirando a Ryo.

- ¿Qué sucede, Yokoyama-san?

- Ah… Es que… ese muchacho viene para el puesto de cocinero – Respondió, sentándose frente a él -. Es un amigo de Tacchon… La verdad es que… Con Hina estamos muy ansiosos. Nunca nos sentimos así…

- Quizás, el puesto ya sea suyo.

La inconfundible risa de Yu resonó en el lugar.

- ¡Por supuesto que no! Le haremos hacer cualquier cosa que se nos cruce por la mente y por más loco que sea, tendrá que hacerlo. Oye… ¿Quieres catar esos platos? – Le preguntó, guiñándole el ojo.

- Me encantaría…

- Yokoyama-san – Lo llamó Shota.

- Sííííííííííííí – Dijo el aludido, levantándose y acercándose a él.

- Este muchacho es Nishikido Ryo y viene para el puesto de cocinero – Le dijo -. Nishikido-kun, él es Yokoyama Yu, uno de los encargado de la cocina.

- Encantado de conocerlo – Dijo Ryo, dedicándole una reverencia.

- El gusto el mío, muchacho.

- ¿Qué te parece si lo ponen a prueba junto con Murakami-san? – Pidió Shota.

Yu sonrió, frotándose las manos.

- Muy bien, muchacho…

- Ah, Ryo está bien.

- Bueno, Ryo… Sígueme a la cocina, por favor – Dijo, dirigiéndose al lugar -. Ah, espera. ¡Masuda-kun! – Exclamó, llamando al comensal, bajo el ceño fruncido de Shota -. Vamos, vamos – Les dijo a ambos.

- ¿No me digas que tú serás el catador? – Le preguntó Tadayoshi al pelirrojo.

- Así es, yo le dije que lo haga – Dijo Yu, entrando a la cocina.

- Ryo-chan, vas a tenerlas difícil con este catador.

- ¿Por qué? – Preguntó el morocho, sonriendo.

- Tiene un paladar muy exquisito – Reconoció el muchacho.

- No me subestimes, Okura.

Yu rió, palmeando la espalda del futuro cocinero y empujándolo dentro de la cocina. El pelirrojo miró a Tadayoshi y luego a Shota.

- Masuda Takahisa, ¿vas a venir o no? – Llamó Yu al pelirrojo, arrastrándolo del brazo hacia dentro de la cocina -. Bienvenido al Paraíso…

- Te llevas bien con Masuda-kun, ¿eh? – Le dijo Shota a Tadayoshi, mientras el segundo seguía con su tarea de limpieza.

- ¿Eh? Sí, lo normal – Dijo el muchacho, sin percatarse de que Shota no había dejado de mirarlo ni por un momento.

 

Se acercaba la hora en la que debía entrar al trabajo. Por haber acompañado a Toma, iba a llegar tarde y más que el inexistente enojo de su jefe, lo que más le preguntaba era el infierno que iba a provocar Aya. Pero mientras más se acercaban al lugar donde Toma esperaba encontrar a la mujer de sus sueños, más le resultaba familiar a Yuya.

- Parece que todavía no llegó.

- ¿Mh?

- Ven, vamos a preguntarle a su compañera – Le dijo Toma, acomodándose la mochila.

- ¡Los esperamos! – Se despidió la cosplayer de Makimachi Misao de un grupo de otakus.

- Disculpa – La llamó la voz de Toma.

- ¿Sí? – Dijo la muchacha, que no era otra que Aya –. Ah – Había reconocido a Yuya, pero esté, al estar unos pasos detrás de Toma, le hizo señas con las manos para que no lo mencionara.

- ¿De casualidad tú tienes una compañera que ayer estaba con el cosplay de un personaje de Evangelion?

- Eh… Sí – Respondió Aya, mirando de reojo a Yuya -. Ella… debería estar por venir…

- Ah… ¿Quieres esperar un poco más, Tegoshi o ya te quieres ir a tu casa?

- La verdad es que estoy muy cansado…

- ¡Ah! ¿Cómo se llama esa muchacha?

- Eh… Yuuko – Respondió la cosplayer.

- Yuuko-chan… Es un lindo nombre, ¿no, Tegoshi? – Le preguntó, mirándolo.

- Eh… Toma… La chica de la cual me hablaste…

- Sí, es ella. La persona de quien estoy enamorado es Yuuko. 

Notas finales:

¿Qué les pareció? ;3

Antes que empiecen a googlear, les dejo las imágenes de los personajes de anime que aparecen en este episodio ^^

Y si me olvidé de uno... Bueno xD jajajaja.

 

Preguntas que supongo van a tener rondando en sus cabeza:

¿Por qué Subaru?

Ni idea xDCuando pensé en un gerente de negocio de accesorios de cosplay, pensé en él ._. 

¿Por qué OkuMassu de nuevo?

Porque sí, elección de la autora xD

¿Ryo va a ser malo de nuevo? *-*

No, pero va a hacer quilombo xD jajajajaja


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