Han pasado siete meses desde que Sawada Tsunayoshi quedó embarazado, dando le una grata sorpresa a su pareja Hibari Kyoya. Esos siete meses habían sido un tanto agitados ya que el castaño tenía antojos bastantes extraños, como comer : magdalenas mojadas en zumo de naranja, fresas con café solo (sin leche ni azúcar), patatas fritas con yogur de plátano, etc. Y con forme iba acercando se la hora de dar a luz se iban haciendo más y más extraños. Por su parte, Kyoya ya no podía más. Llevaba siete meses, si, siete meses sin poder “comerse” a su castaño ya que este siempre lo paraba alegando que podía ser perjudicial para el bebe. ¿Perjudicial? Perjudicial era el tenerlo siete meses sin dar palo al agua. Se sentía tan frustrado sexualmente que por las noches, sin no fuese por su auto control sobrehumano, se tendría que esposar las manos a la cama para no hacerle el amor al ojimiel hasta ahogar al feto en semen. Sabía que eso sonaba a una bestialidad enorme pero era lo que sentía y quería hacer. Y lo hubiera hecho si no hubiese amado al bebe con todo su corazón desde el momento en el que se enteró que Tsuna le iba a dar un hijo. Así que se trago su frustración y lo dejó pasa, de todas formas no importaba, ya que pensaba cobrarse los siete meses sin sexo en cuanto diese a luz.
Kyoya se encontraba en la sala de espera del hospital dando vueltas por toda la habitación como un energúmeno ante la mirada sorprendida de toda la panda de herbívoros con los que su castaño se juntaba. Estaba realmente nervioso, si nervioso, el gran carnívoro y lobo solitario, Hibari Kyoya, estaba nervioso por culpa de un adorable, tierno y sexy herbívoro que en esos momentos se encontraba en el paritorio dando a luz a su hijo. Era el único capaz de hacer que este mostrara sus emociones.
-Kyoya cálmate. Tsuna no saldrá antes solo por que tu te vuelvas loco de la ansiedad.-Decía un chico rubio de ojos café que se hacía llamar el “hermano mayor” del ojimiel. El moreno solo le lanzó una mirada asesina más aterradora de lo normal, realmente estaba demasiado nervioso.
-Maa, maa, cálmate Hibari. Como dijo Dino-san no sirve de nada que te pongas tan nervioso.-Hablaba tranquilizadóramente un moreno de ojos café.
-Kufufufufu~. Tienen razón ave-kun si no te tranquilizas podría darte un ataque al corazón...¡Ah! ¡No espera! Mejor no te tranquilices y así te mueres y por fin Tsunayoshi-kun será mio. Kufufufufu~.- Reía un peli índigo con un ojo azul y otro rojo. Kyoya solo ignoró al estúpido cabeza de piña sorprendiendo a todos los presentes ya que este nunca rechazaba una invitación a una pelea y menos siendo tan obvia. En ese momento el moreno no tenía cabeza para nada que no fuesen su pareja e hijo en la sala de partos. La verdad es que le hubiera gustado entrar con él pero ni aun que hubiese amenazado, que lo hizo, a toda la gente de su trabajo con morderlos hasta la muerte para salir antes, que lo hizo, no habría llegado a tiempo ya que el castaño tenía que entrar a la sala de parto cuanto antes ya que había roto aguas.
El moreno le había dado tantas vueltas a la sala que todos los presentes se preguntaban como no había hecho ya un agujero en el suelo. Este por su parte estaba ya desesperado. Habían pasado dos horas desde que el castaño entró y todavía no había noticias de el. De repente se abrió la puerta de la sala en la que se encontraba Tsuna y salió una enfermera, se acercó a los presentes y les sonrió alegremente. Después se acercó a Kyoya y le sonrío aun mas grande.
-Enhorabuena. Es padre de una niña muy hermosa.-En ese momento al moreno le inundo un sentimiento de felicidad tan grande que los presentes a esa escena la recordarían el resto de sus vidas.
Hibari Kyoya, el ex-prefecto de Nami-Chuu y presidente de una gran compañía, famoso por su inexpresividad estaba sonriendo tan dulcemente que cualquiera que lo viese moriría de diabetes. Fue una imagen que dejó tan impactado a todos que no se dieron cuenta cuando este se fue para ir a ver a su bebe y su pareja. El moreno entró y la escena que vio fue tan conmovedora que lo único que fue capaz de hacer fue volver a sonreír. Tsuna se encontraba en la camilla del hospital un poco sudado y con cara de cansancio pero con una bellísima sonrisa mientras miraba al pequeño ser, fruto del amor que se proferían él y el moreno, entre sus brazos. Al castaño se le escapaban alguna que otra lágrima de la felicidad tan grande que sentía. En ese momento vio al moreno acercarse con una sonrisa que desbordaba felicidad.
-Kyoya...-Susurraba bajito el ojimiel al ver que su pareja se acercaba.-Toma la.-Decía aun en voz baja haciendo un ademán para que cogiese a la bebita. Kyoya colocó sus brazos torpemente y Tsuna depositó a la bebita en estos.
En ese momento el moreno se sintió el hombre mas afortunado sobre la Tierra. Además, el bebe junto con su “madre” eran las cosas más bellas que había visto nunca y se sentía orgulloso de que las dos fuesen suyas.
-Es hermosa...Tanto como su “madre”.-Sonreía divertido Kyoya viendo como el ojimiel se sonrojaba.-Te amo Tsuna. Gracias por estar junto a mi pese a mi mal carácter y darme una hija tan bella.-Decía mientras lo miraba y se acercaba para depositar un suave beso en los labios del castaño.-Tiene tu pelo.-Comentaba mientras acariciaba suavemente la cabecita castaña de la bebe.
-Pero tiene tus ojos.-Aseguró sonriente Tsuna mientras acariciaba la mejilla del moreno.
En ese momento entro una enfermera informando que era hora de que dejasen descansar a la madre y al bebe así que Kyoya a regañadientes salió de la habitación. Cuando estuvo fuera, Dino, Yamamoto, Gokudera, Ryohei, Lambo, Chrome,Kyoko y Haru, se acercaron rapidamente para preguntar por Tsuna y la bebe.
-¿Cómo está el Décimo/Tsuna/Tsuna-kun/Tsuna-san/Sawada?-Preguntaban un impacientes.
-Esta bien, cansado pero esta perfecto de salud.-Les respondió con lo mínimo pero con lo que exactamente querían saber.
-¿Y la bebe?-Preguntaban Kyoko y Haru.
-También esta bien.-Respondió secamente. Estaba demasiado cansado como para aguantar eso a si que antes de que volviesen a preguntar algo añadió.-El horario de visitas empieza mañana a las once a.m.-Y se fue del lugar, necesitaba dormir ya que se había pasado toda una semana casi sin dormir nada entre el trabajo y Tsuna.
Gokudera,Ryohei y Dino hicieron ademán de de seguir lo pero Reborn los detuvo. El azabache de patillas rizadas se había mantenido en silencio y calmado todo el día cosa que les pareció a todos extraño ya que este era uno de los más allegados al castaño después del moreno.
-Dejadlo en paz por hoy. Ha tenido muchas emociones en un solo día y debe estar cansado...-Vale eso si era raro. Reborn estaba siendo comprensivo...-“¡Corred! ¡Se acaba el mundo!”-Fue lo que pasó por la mente de todos en ese momento.-Además, si le hacéis todas las preguntas ahora ¿Cómo haremos mañana para que Tsuna se enfade con él por amenazarnos y montar un lío en el hospital?-Decía mientras sonreía sadicamente. Sabiendo lo antisocial que era Kyoya era seguro que se enfadase y amenazase a todos por montar tanto lío.
-Bueno pues entonces nos vemos aquí mañana a las once a.m.-Decía Gokudera mientras se despedía y se iba a casa junto con Yamamoto.
-Hai.-Respondieron todos yendo se a sus respectivas casa, es decir. Gokudera vivía con Yamamoto; Lambo vivía con Reborn; Chrome vivía con Mukuro; Kyoko vivía con sus padres: Ryohey vivía con Hana; etc.
Cuando Kyoya llegó a casa se fue directo a la cama. Ni siquiera se puso el pijama. Únicamente se quitó toda la ropa quedando en boxer y se lanzó a la cama cayendo en un profundo sueño. Si se paraba a pensarlo esa era la primera vez que tenía toda la cama para el solo. Siempre, desde que habían empezado a vivir juntos, habían dormido en la misma cama así que en esos momentos se sentía un poco raro dormir sin su adorable castaño aferrado a él.
-“Solo serán unos días”.-Se decía a si mismo para auto convencerse de que estaba bien y que no se sentía solo.
Se volteó en la cama quedando en el lado en el que siempre dormía a Tsuna. La almohada tenía su dulce aroma impregnada en ella y eso hacía que se excitara. Llevaba siete meses sin dar palo al agua pero ya quedaba poco para cobrar esos siete meses. Ya había dado a luz y en cuanto se recuperase un poco no tendría excusa para frenarlo. El moreno sacó su miembro erecto del boxer y comenzó a masturbarlo. Hacía mucho tiempo que no se lo hacía el mismo. Antes de empezar a salir con el castaño siempre tenia a algún chico o chica que con el que poder desfogarse y después de empezar a salir con el ojimiel siempre tenían fantásticas sesiones de sexo las cuales lo satisfacían como ninguna lo había echo. En definitiva, realmente amaba a aquel lindo castaño ya que si hubiese sido cualquier otro ya lo hubiera engañado para desfogarse.
Acelero el ritmó de la masturbación mientras imaginaba a su pequeño ojimiel bajo él gimiendo como un poseso e implorando por que lo penetrase mas duro. Con esa imagen en mente se corrió con un gruñido ronco. Había sido un buen orgasmo pero nada comparado con un orgasmo provocado por el calor y la estrechez de la entrada del castaño. Cogió un pañuelo y se limpió el semen de su mano. Tras eso se acomodó el boxer y cayó en un sueño profundo. A la mañana siguiente tenía que ir al hospital a ver a su pareja y a su hija, Además le tenía que decir algo muy importante a Tsuna.
CONTINUARA....