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El Diario Del Príncipe por Na Na

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Notas del fanfic:

La historia surgió cuando lavaba los trates! xD

DISFRÚTENLA...

Notas del capitulo:

 

Disfrútenlo...

Capítulo I: ''¿Un diario?''

 

 

— ¿Y esto?—preguntaba DongHae a su hermano mayor.

Estaban en la habitación del príncipe, sentados en la cama uno al lado del otro. El día estaba terminando, y había sido un día largo y cansado. Era su cumpleaños y un almuerzo se había realizado en honor a eso. Y casi toda la realeza estuvo presente. 

DongHae tenía un cuaderno en su mano, con portada café.

—Es un diario —contestó el rey con simpleza encogiéndose de hombros.

La habitación del príncipe estaba poco iluminada y unas velas ya se estaban haciendo necesarias.

—Sé lo que es, no soy idiota —lo miró con ironía. 

— ¿Entonces?—preguntó con una sonrisa su hermano ante la réplica.

— ¿Por qué me regalas esto? —lo sacudió frente a él algo indignado.

—Tienes la edad suficiente para llevar un diario.

—Tengo dieciséis —dijo con un rostro inexpresivo.

—Lo sé.

— ¿Entonces? —preguntó exasperado.

—Te lo regalé porque me parece bueno que lleves uno a esta edad —se puso de pie—. Ahora, me retiro —se acomodó la casaca.

Se fue de la habitación de su hermano, dejándolo con el diario en la mano. DongHae dejó el diario en la cama y se levantó dirigiéndose a la ventana deteniéndose frente a ella observando el jardín del castillo. La puerta se abrió y luego se cerró nuevamente. Escuchó unos pasos acercarse y luego detenerse cerca de él.

Estaba enojado. Tenía dieciséis años y su hermano le regalaba un diario. ¿Acaso era una niña? No, no lo era, y eso no podía ser aceptado como regalo de cumpleaños. No era justo.

— ¿Acaso no es hermoso el ocaso? —preguntó a quién estaba a su espalda, tratando de calmar la furia que crecía dentro de él.

—Sí, su alteza—contestó el joven detrás—. Es muy hermoso.

El chico a su espalda se acercó al escritorio que había en la habitación y sacó una pequeña caja encendiendo las velas. Se sorprendía de que aun hubiera algo de luz a esa hora.

—HyukJae, ¿a qué hora es la cena? —preguntó con un suspiro con sabor a decepción.

—A las siete —contestó el chico mirando su reloj de bolsillo—. Falta poco.

—Bien.

HyukJae era el lacayo personal de DongHae. Eran unos cuantos mayor al príncipe. El rey juzgó que necesitaba a alguien cercano a su edad y HyukJae había sido el indicado.

La puerta sonó y HyukJae se acercó a abrirla.

—La cena está servida, hermano. Bajemos juntos —le dijo SungMin con una sonrisa en los labios.

DongHae asintió, caminando despacio hacia su hermano, y detrás de ellos los lacayos de cada uno.

Al llegar al comedor, se pudo ver toda la familia real.

El rey, Lee DongHwa sentado a la cabeza de la mesa; la reina a su derecha, Kan MiYoun, hija de uno de los hombres más ricos del lugar; luego SungMin, el último de los hermanos Lee. Y, al frente, a la izquierda del rey, estaba DongHae.

KangIn le sugirió a los padres del rey que aceptaran a su hija, MiYoun, como la futura reina de Seúl.   Los padres de DongHwa, reyes en ese entonces, obligaron a su hijo a contraer nupcias con la joven. Y, tres semanas después de la boda, los reyes de Seúl mueren en un accidente, mientras viajaban al norte del reino a una boda de unos primos lejanos de, en aquel entonces, el rey.  Tras la muerte de los reyes, los recién casados, subieron directamente al trono, donde DongHae sería el príncipe en sucesión al trono.

SungMin y DongHae eran mellizos. Los dos eran como dos almas gemelas: los dos eran tiernos, inteligentes, y sobre todo, deseaban lo mejor para todos, sin importar si lo mereciesen o no.

—DongHae —dijo la reina—, no habéis probado bocado.

—Su majestad, lo que pasa es que el apetito se me quitó al recordar el regalo de su esposo. ¿Acaso sabe lo que me ha regalado? Un diario —la ironía se sintió en su voz.

—No me parece mal...—dijo el menor de todos—. Yo quería uno.

— ¿No te gusta lo que te he regalado, SungMin?

—No es eso, su majestad—dijo SungMin refiriéndose al rey—, es simplemente que yo deseaba uno, pero ya que mi hermano lo tiene...

—Si me disculpan, me retiro a mi habitación. Buena noche—y se retiró del comedor DongHae, seguido de HyukJae.

 

 

Una vez en su habitación, DongHae regresó a su posición en la ventana, mirando la luna llena apoyado en el alféizar.

— ¿Le pasa algo, alteza?—preguntó HyukJae.

— ¿Crees que un diario es el mejor regalo de cumpleaños? —DongHae no estaba feliz con aquel regalo. Le parecía algo absurdo que le regalara uno. No era una chica que necesitaba escribir sus secretos o cosas así.

— ¿Me permite decir lo que pienso?

—Adelante—dijo y se dirigió a su cama tomando el diario.

—Pienso que el rey  es sabio en sus decisiones, y que si se lo regaló, ha de ser por una buena razón.

—Pero no sé qué razón será... —lo miró con algo de desdén—. Y hasta que no lo averigüe lo dejaré bien guardado —guardó el diario en uno de los cajones de su escritorio apoyado en la ventana—. Ahora —se dirigió al lacayo—, ve a descansar. Es tarde.

—Gracias señor. Que tenga buena noche.

—Tú igual. Descansa.

El lacayo salió de la habitación del príncipe, y se dirigió a la suya, que quedaba al lado de la de éste.

—Un diario...—se quejaba el segundo en línea al trono—. ¿Qué cree que soy? ¿Un bebé?

Se tiró a la cama, cerró sus ojos, y se quedó dormido en unos pocos segundos.

 

 

Notas finales:

 

Gracias por leer... :)

 


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