Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

QUIERO MÁS por barahime

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

me costo uno y la mitad del otro hacer este che fic!!!

e.e

pero aqui esta, casi al limite del tiempo...

 

no es lo que yo hubiera esperado, la verdad es que todo lo deje al final y pues pude que sea una mierda u.u

aun asi gracias por leer ^^

Notas del capitulo:

quizas no gane (que es lo mas seguro) pero pues participar en este concurso(? fue ammm

FRUSTRANTE!!!

jajaja ok no ...

 

Dulce, suave, exquisito…

 

 

Toda su vida había sido así y por ende no la cambiaria, no le importaba en lo más mínimo lo que la gente pensara  de él, así era feliz.

Su única y gran satisfacción era la comida, los dulces, las bebidas, el alcohol; este último era su pasión, su adicción y no le importaba en lo más mínimo si esto le afectaba. Porque tenía un dicho: “Si he de morir, que sea comiendo”…

Pero tenía un gusto más grande que todos aquellos, un gusto que dominaba su ser al momento de consumirlo llevándolo a querer más, más de aquello que inundaba de placer su jodido ser. Un gusto del que nadie tenía idea, solo Dios y el Diablo si es que existían…

 

 

 

La noche ya se tornaba fría y negra, las nubes no permitían que la gran luna iluminara un poco el lugar, al contrario aquellos nubarrones solo aparentaban que el día terminaría en una tormenta.

La fría brisa hacia que su piel se erizara apenas era tocada por esta. Pero no le importaba tener que caminar por la calle sin abrigo, no, no le importaba en lo más mínimo por que amaba la noche, amaba observar como las nubes bailaban en el cielo como si lo siguieran, amaba el olor de las flores de aquel parque en el que por las tardes de los fines de semana se pasaba contemplando.

 

Acelero un poco el paso, no por que quisiera llegar rápido a su casa, sino porque la lluvia lo obligaba a hacerlo, las gotas de aquella agua helada comenzaba a mojar su cuerpo mandándole corrientes de frío, mostrándose en el tiritar de cuerpo que ahora lo atacaba, odiaba que eso le pasara, odiaba tener frío porque al evitar castañear los dientes el pecho le dolía. Se preguntaba por qué el ser humano era tan débil, la vida era gloriosa, pero el hombre era incluso débil ante la simple brisa.

 

Iba casi corriendo, las calles oscuras no le hacían fácil el acceso y mucho menos el agua estancada en los hoyos de las calles. Caminaba lo más rápido que podía hasta que unos ruidos hicieron que se detuviera.

A lo lejos vio a dos hombres, uno de mayor estatura y complexión que el otro -a quien al parecer estaba atacando- frunció el ceño molesto, odiaba a los delincuentes y sin querer creerse un héroe fue en ayuda del otro.

 

 

— ¿Pasa algo aquí?— dijo con voz grave acercándose a la escena, observo como el hombre de mayor tamaño tenia al otro agarrado de las muñecas, forcejeando. Sabía que era un idiota por entrometerse en cosas que no le importaban— cosas que podían terminar con su vida— pero no le importaba.

 

—Nada que te importe imbécil, lárgate de aquí si no quieres que te meta esto entre los ojos— contesto el hombre mostrándole una navaja, soltando las muñecas del otro quien cayó al suelo asustado.

 

— ¡Ja!— aquella risa saco de quicio al otro quien se lanzó a atacarlo dispuesto a hacer aquello que había dicho.

 

 

Quizás no era un hombre de gran tamaño, ni tenia músculos que lo hicieran parecer fuerte pero lo era, tenía fuerza, maña y un entrenamiento— que ahora agradecía haber tomado— que le dio la ventaja en ese momento. Aquel maleante huyo asustado, gritando no sabía que pero no le importaba enterarse lo que le importaba era verificar que el otro chico— aquel que seguía tirado en el asfalto— estuviera bien.

 

 

— ¿Estas bien?— pregunto agachándose a la altura del chico tirado en el suelo.

 

— ¿Eh?— aquella respuesta se le hizo de lo más inocente, tonta o quizás la que uno daría en tales situaciones, pero el punto no era ese, jamás había visto un rostro tan hermoso como aquel, el chico era bello y aunque el maquillaje que al parecer usaba comenzaba a correrse a causa del agua, se veía bien.

 

— ¿Qué si estás bien?— pregunto de nuevo con una sonrisa en el rostro, aquel chico quizás era de su edad o más pequeño, pero era bien parecido, sus labios estaban pálidos y la luna que ahora se asomaba por las nubes que comenzaban a despejarse le deban un tono perlado que era hermoso.

 

—Si gracias…— y su gruesa voz inundo sus oídos, el movimiento de sus labios quedo grabado en su mente.

 

—Ok—dijo— estas empapado creo que lo mejor es que vallamos a mi casa y te preste ropa, luego podemos llamar un taxi para que te lleve a tu casa— ofreció con una sonrisa que al otro llenaba de calidez.

 

—Gracias…

 

 

 

 

Así se habían conocido, así se habían deseado, así… así… así se lleno de él…

... 

A veces uno quisiera desaparecer y no dejar huella en este mundo, quisieran no haber nacido y que los humanos fueran testigos de su existencia, de sus fracasos, de sus defectos; porque de las virtudes nadie se encarga todos nacen para vivir, criticar, odiar, para gritar, para amar— si es que alguien realmente lo hacía— nacen para aprovecharse, para conseguir poder, fama, dinero, diversión. Pero entre todo ello mi único fin es…

 ...

Cuando lo conocí, estaba tirado sobre el asfalto, mojado y con miedo, pero aquella sonrisa me dio el calor que la noche y la fría lluvia me robaban.  Era alto, quizás no tanto como yo, su cabello negro y lacio caía sobre sus hombros mojado pegándose a su rostro, aquellos carnosos labios fue en lo primero de lo que quede prendado, gruesos, carnosos, apetitosos. En ese momento me dieron ganas de probarlos, de sentir su dulce sabor que sin duda me gustaría. Jamás había visto en alguien lo que vi en él.

 

— ¿Estas bien?— me pregunto, sé que lo hizo pues pude leer sus labios más mis oídos no lo escucharon, en mi mente solo habitaba el deseo de saborearlo.

 

— ¿Eh?— fue mi estúpida respuesta, pero fue lo único que pude formular al ver como sus labios se movían con sensualidad.

 

Aquella noche me llevo a su casa, me presto ropa y me ofreció un café, yo tenía ganas de un pastel, quizás de un simple pedazo de pan pero no lo había, me sentía ansioso, y para colmo tenía la gran necesidad de probarlo por lo cual salí de ahí lo más rápido que pude. Anoto su número telefónico en mi mano y me dejo en la puerta del taxi que me llevo a mi hogar.

Llegue sin ganas de nada más que comer, tenía hambre, en la mañana solo había comido  en un bufete de comida china y por la tarde en el restaurante francés que esta frente a mi trabajo, de verdad tenía hambre. Tenía ganas de algo dulce, de un pastel o quizá frutas bañadas en chocolate con crema batida.

 

 

El dulce sabor de aquel pastel llenaba mi boca de sensaciones inexplicables, amaba sentir el sabor de la crema inundar mi paladar y enviarme ondas de satisfacción a todo mi ser, la mermelada de fresa rosaba mí lengua haciéndome querer más, el pan empapado de miel y ron solo hacían de ese pequeño pedazo de torta el mejor momento del día.

A su lado una copa de Marsalla hacia que el platillo fuera aun mejor, el dulce sabor de ese vino no hacía nada más que completar el exquisito sabor que ahora me embargaba. “Helado”, veía como las gotas del vapor frío escurrían acariciando la copa para terminar mojando el mantel beige que cubría la pequeña mesilla de centro. La música “El grito del Diablo” una bella obra que amaba escuchar  hacían una bella tarde, mientras  afuera la cálida brisa acariciaba todo a su paso, los pétalos de los cerezos bailaban a su compás llenando las calles de su tono rosado.

¡Magnifico!

No encontraba palabras para describir el momento.

 

Banquete 1

 

Lasaña de Ravioles

 

INGREDIENTES

500 gr. de ravioles

150 gr. de queso cremoso

2 tomates chicos

4 fetas de jaman

1 y 1/2 taza de salsa blanca liviana

4 cdas. De queso rallado

 

PREPARACIÓN

Cocinar los ravioles hasta que queden bien al dente. Escurrir y pasar por agua fría para cortar su cocción. Reservar.

 

Tomar un recipiente apto para horno y armar capas de ravioles, de cubos de queso cremoso, de cubitos de tomate, fetas de jamón cortadas en tiritas y de salsa blanca, hasta terminar cada uno de los ingredientes.

 

Espolvorear con queso rallado y cocinar en un horno precalentado a temperatura media (180°C) hasta gratinar.

 

Agregar, si se desea, salsa de tomates a gusto.

 

“Vinos blancos secos y con sabor a frutas”…

 

Era hermosa, su piel suave y tersa hacían de ella un bello ejemplar de mujer, acremada y pálida piel sensible al tacto humano, erizada, ojos color cielo, bellos pero vacíos, sin chiste. Sabía, sabia…

Sabia exquisita…

 

Aquella había sido una experiencia que sin duda jamás olvidaría, su sabor, su textura…

Pero no estaba satisfecho quería más, por qué era tan pequeña, mi boca aun pedía por más.

 

Banquete 2

 

INGREDIENTES

1 costillar de cerdo mediano

1/2 vaso de vino blanco

3 cdas. De pimienta de Sechuan

Granos de comino

Hierbas aromáticas y menta fresca

4 dientes de ajo

Aceite de oliva

Sal de mar

2 tomates redondos

1 echalote

Cilantro

2 ajíes picantes o jalapeños

Jugo de 1 lima

1 diente de ajo

 

Preparación:

 

Marinar el costillar en el vino con la pimienta de Sechuan machacada, sal de mar, ajo picado y las hierbas aromáticas.

 

Llevarlo a la parrilla del lado de la grasa. Pincelarlo cada tanto con la mezcla de la marinada.

 

Aparte, mezclar los tomates redondos picados y sin semillas, el echalote picado, un poco de cilantro picado, los jalapeños picados (con o sin semillas, eso depende del picor que se le quiera dar a la guarnición), el jugo de lima y el ajo cortado en láminas.

 

Salpimentar y aliñar con aceite.

 

“Vinos tintos añejados”

 

Su rostro era angelical, hacerme de él había sido lo más fácil que pude haber hecho en mucho tiempo, su mirada se perdía en la mía, su sonrisa era maravillosa y sus labios… ¡Oh! Su labios sin duda habían sido exquisitos, lo probé de cabeza a pies, su piel dulce y suave era magnifica, escuchaba sus gemidos al yo pasar mi lengua por toda su extensión, escuche sus suspiros y su respiración acelerada cuando lo tome de aquel lugar tan apetitoso, lo lamí, succione y chupe como el manjar que era, el sabor salado inundaba mis papilas gustativas deseando más y más de él, y así fue…

 

En la mañana me levante como cualquier otro día normal, me bañe y vestí, arregle mi cabello y maquillaje como siempre. Baje a la cocina y me prepare el desayuno: dos huevos fritos, tocino y pan francés, para tomar una taza de café y un vaso de jugo. Las frutas no podían faltar por lo cual corte delgadas rebanadas de kiwi y mango, crema batida y azúcar los acompañaron.

 

Salí rumbo a mi trabajo en la biblioteca del centro, pero mi cabeza seguía pensando en él, en aquel chico que me había salvado la vida. Recordaba su número telefónico pues mi mente lo memorizo apenas me lo dio, sentía la grandiosa necesitad de llamarlo, de escuchar su voz y si era posible de verlo, de estar con  él, de sentirlo y por qué no, de probarlo…

Antes de llegar a mi trabajo pase a la tienda por una bolsa de frituras de queso y una soda, la verdad es que a esa hora del día ya comenzaba a hacer hambre y mi hora de comida era todavía tres horas más tarde. Llegue a mi lugar en aquel edificio atestado de libros, me senté frente a mi computadora y comencé a teclear.

 

— ¿Cuántas veces te he dicho que aquí no puedes comer Kouyou?— aquella voz amargada y aburrida me cansaba.

 

— ¿Exactamente o quiere un número aproximado?— pregunte sabiendo que la sacaría de quicio y sin más se iría a hacer bilis a otro lado.

 

—Tú no tienes remedio— dijo y se fue dándome la espalda.

 

Sonreí para mis adentros, por alguna razón siempre sacaba de quicio a la gente, se hartaban de verme comer o se sorprendían de la gran cantidad en que lo hacía.

Sentía el crujir de las frituras en mi boca, y como es que poco a poco se disolvían casi sin necesidad de que las masticara, el sabor a queso inundaba mi boca secándola un poco; las burbujas del refresco bailaban por mi garganta y como su dulce sabor me inundaba.

Termine con mi aperitivo, esperando la hora de salir a comer. Giraba en mi silla, el día era aburrido y la gente del lugar me estaba estresando, tanto silencio de vez en cuando que frustraba.

Mire hacia las mesas acomodadas a lo largo del lugar, observe los cientos de estanterías atestados de libros. Me gustaba leer, vaya que si no, pero ver tantos libros en exceso me era cansado, mi trabajo me gustaba solo por un motivo: el restaurante frente a él.

 

Y por fin había llegado aquella bendita hora del día, en el que sentía como mis pulmones volvían a llenarse.

 ...

Al salir de su trabajo camino por las calles de Tokio, sentía un poco de miedo porque las altas horas de la noche le recordaban aquel día en el que ese tipo lo había atacado, pero igualmente recordaba como Yuu lo había salvado. Suspiro cansado mientras apresuraba el paso para llegar cuanto antes a su hogar. Iba tan inmerso en sus pensamientos de llegar rápido que no noto cuando otro hombre venia frente a él.

El choque fue inevitable y casi se cae de espaldas por la impresión y el golpe, pero el otro hombre lo sostuvo del brazo evitando la caída.

 

—Lo siento— dijo haciendo una inclinación— lo siento— volvió a repetir.

 

—No te preocupes— y aquella voz hizo que su cuerpo se paralizara por completo, ondas de escalofríos lo llenaron. Lentamente levanto el rostro hasta que vio el del otro.

 

—Yuu…— dijo en un susurro apenas audible para el susodicho.

 

—Kouyou— dijo con emoción el pelinegro, se encontraba feliz de volver a verlo y saber que se encontraba bien—. ¿Cómo estás?— pregunto colocando su mano sobre su hombro.

 

—Bien gracias— la sonrisa que se pintó en su rostro era enorme, no recordaba cuando era que había sonreído de tal forma. Sentía sus manos sudar y como la boca se le hacía agua de solo ver su rostro.  Veía aquellas facciones tan masculinas pero hermosas que lo formaban.

 

—Me alegro que estés bien— dijo Yuu.  El igualmente esta emocionado por volver a ver al castaño, desde ese día no había dejado de pensar en él, se había sentido tan triste cuando al pasar los días la llamada de Kouyou no llegaba, estaba frustrado de no haberle pedido su número telefónico pero eso ya no importaba ahora lo tenía frente a él y no lo dejaría ir tan fácil.

 

Le gustaba, sí, le gustaba como ningún otro. Había algo en el que llamaba tanto su atención, su deseo de querer poseerlo. Se sentía un poco idiota, lo acababa de conocer y casi lo idolatraba, pero como no hacerlo Kouyou simplemente era bellísimo su cuerpo era perfecto, sus facciones casi femeninas, sus piernas tan bien torneadas, su sedoso cabello  y por supuesto su voz, esa voz tan grave que llenaba sus tímpanos de casi una bella melodía musical.

 

Y por supuesto Kouyou estaba igual, estaba completamente prendado de Yuu, sentía el latir de su corazón como si lo tuviera pegado a los oídos, amaba ver esos labios gruesos que tanto lo tentaban a que lo besara, amaba verse reflejado en esos ojos tan negros como la noche, “de aquella noche en la que se habían conocido”.

 

Quizás fue química, quizás ¿solo deseo? No lo sabía pero tampoco le importaba enterarse.

 

Banquete 3

INGREDIENTES:

2 amantes

La luz de la luna y las estrellas

Una botella de Champaña

Frutas y crema batida

 

Preparación:

Se juntan los dos amantes con el deseo que los invade.

La noche y las luces de los astros que los rodean serán una buena influencia para que estos entren en calor y en ambiente.

La Champaña será utilizada como saciador de sed y el deseo de intensificar el placer.

Las frutas y la crema batida le darán un toque que solo tú puedes saber que tan intenso será

“Los fluidos y esencias corporales”

 

 

Lo tome del cuello y me lance a devorar sus labios, sí, eran dulces como lo supuse ya esperaba con ansias su sabor real, lo empuje a mi cama y me monte sobre él.

Gimió agudo y claro, aquel sonido lleno de calor mi cuerpo, baje lo más rápido que pude a la cocina, tome una botella de Champaña y una que otra frutilla y sin duda la crema batida.

Él estaba ahí viéndome con tal deseo que bien podía competir con el que yo le tenía a él, deje las cosas sobre mi buro, y me subí de nuevo sobre él. Sentía su miembro duro bajo la tela de su pantalón, sentía como el calor inundaba su cuerpo y como el latido de su corazón se aceleraba.

 

Subí mis manos a la altura del primer botón de su camisa y lo desabroche, vi su pecho marcado, el subir y bajar de este, ansioso de más. Desabroche cada uno con tanta delicadeza que me sorprendí ya que normalmente soy salvaje bese sus pecho y lo lamí como si de un sabroso dulce se tratara.

 

Yuu pareció por fin entender que en esto teníamos que participar los dos, tomo mis muñecas y cambio de posiciones, se montó sobre mí y beso con deseo mis labios, los mordió y casi mastico. Pude sentir el sabor metálico de mi propia sangre en mi boca, era delicioso, gemí cuando sentí su mano tocar mi hombría sobre la fina tela de mi pantalón que de un momento a otro desapareció así como el resto de nuestra ropa. Era salvaje y eso me fascinaba, era genial sentir su respiración sobre mi cuello y como lo lamia y mordía.

 

Me levante un poco y lo  empuje de nuevo sobre la cama. Tome la crema y la unte en su pecho, vi la sonrisa pintada en su rostro, su mirada lujuriosa y deseosa.

 

Pase mi lengua por encima de aquel dulce, lo lamí y saboree, era exquisito, tome una fresa y la coloque en mis labios invitando a Yuu a probarla, el sabor agridulce de esta nos llenó; sonreí para mis adentros, Yuu sabia divertirse él se había convertido en parte de mi juego y no simplemente en mi juguete como muchos otros lo fueron. De nuevo tome la lata de crema y baje hasta su imponente miembro, era hermoso, grueso y largo, no exagerado estaba tan rojo y duro levantado, tan despierto y ansioso por sentirme y así sería pero no sin antes probarlo yo. Lo cubrí con la crema y coloque una pequeña cereza en la punta, su mirada era curiosa y tan expectante que incluso sentí un ligero rubor en mis mejillas.

 

Lamí tan solo la cereza y pude escuchar su gemido de protesta, él quería mi boca en él, en aquel pedazo de carne que tanto se me antojaba así que lo hice, lleve la cereza a sus labios y lamió mis dedos. Baje de nuevo y lamí solo por encima la crema, notaba como Yuu alzaba un poco sus caderas ansioso de mi boca.  Y por fin lo probé,  probé aquel sabor salado combinado con el dulce sabor de la crema; era tan grande que apenas y si lo podía meter por completo a mi boca. Acelere el ritmo de mis succiones, chupadas y lametones que le daba, él estaba que se deshacía de placer y eso me encanta  ya notaba mi propio pene tan duro y necesitado. Lleve mis manos a sus testículos y los masajee y jale.  Gemía y clamaba mi nombre como si fuese su Dios.

 

—Mmmmahhhhh Kou…— trato de decir mi nombre una vez más pero mi cambio repentino de ritmo se lo impidió. Y es que Yuu simplemente era sabroso—Ahhhh…

Seguí lamiendo hasta que se derramo en mi boca, ahhh su semen era delicioso, no tenía un igual era simplemente magnifico su sabor.

 

Me tomo del cabello y con rudeza me jalo hacia él, beso mis labios vorazmente como nadie lo había hecho. Su esencia fue probada también por él al lamer los residuos que de mis labios escurrían.

Me separe un poco y tome una copa de Champaña, le di un sorbo y lo compartí con mi amado Yuu, lo vertí sobre sus labios sintiendo como algo se chorreaba sobre su cuello el cual lamí y marque. Sentí su mirada fulgurosa y tan hambrienta.

Se abalanzo sobre mí y me tomo.  

 

Gemí como nunca lo había hecho en la vida, sentirlo tan dentro de mi activo algo que jamás había sentido y experimentado, podía sentirlo tan caliente como a ningún otro, el choque de su piel con la mía solo hacían que la fricción de nuestros cuerpos aumentara. El vaivén de nuestros cuerpos era tan rítmico que pareciera que creábamos música, nuestros gemidos eran fuertes y salían de nuestras gargantas como si en ello se nos fuera la vida.

Podía sentir sus labios sobre mis hombros, como su respiración llegaba a mis oídos… acelerada, excitada, hambrienta de más. Era magnifico sentirlo.

 Fue tan magnifico como fue que ese choque tan certero hizo que todo mi esencia llenara nuestros pechos e incluso mi rostro. Sonreí y me carcajee tanto que el parecía sorprendido. O más bien no lo parecía lo estaba.

Salió de mi cansado, porque aquello de verdad que había sido agotador.

Se acomodó a mi lado y sonreí delinee su piel sudorosa y lleve mis dedos a mi boca. Me levante y lo lamí desde su bajo vientre hasta su cuello y en ese momento fue cuando de verdad lo probé.

Mi locura, mi más grande satisfacción, el deseo de todos mis días ahí lo sacie…

 

Mordí tan fuerte su cuello que la sangre salió de inmediato manchando mis sábanas blancas, su rostro aterrorizado me lleno de excitación, sus ojos casi desorbitados por el miedo me miraban.

Y seguí mordiendo, era delicioso, sentía la carne desgarrarse al ser jalada por mis dientes, su textura y su sabor exquisito me pedía que siguiera mordiendo y masticando.

¡Ahhh! Era tan sabroso… sentía su sangre escurrir por mis labios, mi manos estaban tintadas de rojo y poco a poco su respiración se fue apagando, el brillo de sus ojos se esfumo y el calor de su cuerpo pronto lo abandonaría. Por eso me apresure, me apresure en comerlo por completo porque fría la carne sabe mal…

 

 

 

Notas finales:

bien u.u me duele la cabeza!! 

estoy estresada!!

tengo tarea de ingles que subir a  una pagina en minimo unas 2 horas y que creen!!

aun no llevo nada!!!

maldita independencia!!!

¬¬

bueno este fue mi fic para este drama de los pecados

^^

merece un rew??

o de plano nel??

XDDD

 

sayo~

 

 

kira...

 

p.d. un dia de estos (quizas muy lejano) actualize mis otros fics jejeje

 m(_  _)m gracias por leer ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).