Caminaba a paso firme por el pavimento de aquella calle cuyo rumbo me conducía a la escuela donde solía trabajar como profesora de inglés. No había nada que llamase mi atención a mi alrededor por lo que pude llegar a la hora prevista antes de salir de mi departamento.
Al llegar al territorio escolar, muchos de los estudiantes voltearon la mirada hacia mi posición. Me sentía extraña, nunca me había gustado aquello. Seguí mi camino hasta llegar a la sala de profesores.
-¡Buenos días, Jenna! -saludó uno de mis colegas, el profesor Russell de Literatura.
-Buenos días, profesor. -no me agradaba el hecho de ser demasiado abierta con profesores como él. -¿Alguna novedad en la Clase 4 de primero de preparatoria?
-No demasiado, lo mismo de siempre, la misma basura de calificaciones, a excepción de ya sabes...
-Parsons… -completé su frase. -Siempre sobresale, no me sorprendería que llegase a ser profesora algún día, sobre todo en el área de Literatura Inglesa.
-Buena observación.
Mientras nuestra conversación se basaba en aquella chica, por las casualidades de la vida, pude contemplar su hermosa figura subiendo las escaleras, obedeciendo al timbre que acababa de sonar.
-Debo irme, nos vemos a la hora del almuerzo… -dije y sin más, tomé mi taza de café, mi maletín y algunas hojas que sobresalían.
Me dirigí entonces hacia la clase que se me asignaba ese día: Primero de preparatoria. Clase 4.
Abrí la puerta y calmé el escándalo que los alumnos se habían dedicado a incrementar antes de mi llegada. Me dirigí a mi asiento y escribí el título de la lección del día “Passive Voice” escuché el balbuceo negativo por parte de algunos y nada más que silencio por parte del resto.
Me senté en mi asiento mientras corregía algunas pruebas de días anteriores, “basura” como las había llamado el Prof. Russell. Al terminar mi trabajo me dediqué a observar a mis estudiantes, no me importó demasiado que algunos hablasen en la parte de atrás, yo siempre lo hacía en mis días de colegiala…
… Entonces me dediqué a contemplarla, tan delicada y perfecta, tan pasiva y recta, me costaría creer que aquella chica pensara en mí como algo más que su profesora… Pero, ¡Aquello estaba mal! Ella era mi estudiante, debía respetarla y ella a mí como tal…
Me levanté y di la clase. La noche anterior había preparado algunos ejercicios para los cuales asignar esta mañana. Caminé entre los asientos y como siempre, me fijé en ella de nuevo… No pude contenerme y me dirigí hacia ella.
-B-Buenos días, Profesora Stewart… -dijo algo nerviosa fijando sus brillantes ojos en mí. Eran encantadores, y aunque desease poder quedarme horas contemplándolos, debía continuar en mi labor. Le dediqué una sonrisa que a mi parecer parecía algo falsa, pero en su rostro se pudo iluminar la belleza de una chica enamorada… ¿era conmigo realmente? No tenía motivos para ilusionarme.
Cuando finalmente sonó la campana que indicaba el final de la hora, no pude hacer otra cosa que esperar a que cada uno de los estudiantes se despidieran y salieran por la puerta para entrar a sus otras asignaturas. Sin embargo, esta chica, “Carrie” la llamaban sus amigos, se acercó hacia mí, con gran parte de su flequillo cubriendo su delicado rostro. Mordió su labio, eso lo noté. Mi corazón empezó a palpitar a una velocidad que yo consideraría anormal; ella sostenía sus libros con ambas manos y entre más se acercaba, mis latidos se incrementaban en velocidad.
-P-Profesora… -logró decir apenas con un hilillo de voz apenas perceptible para mis oídos.
-¿Se le ofrece algo, s-señorita Parsons? -dije evitando que se notase alguna señal de nerviosismo en mi voz.
-Me… me preguntaba si podría explicarme algo… -su voz era muy sumisa. Apenas logró levantar su rostro angelical, sus ojos brillaban como de costumbre.
-No hay ningún problema, cariño. Toma asiento y dime que no entendiste de la clase…
-Pues, todo, o eso creo… -dijo bajando de nuevo su mirada.
-Hmm, ya veo… Me sorprende de usted, suele ser brillante en cada clase mía. -dije, y luego divisé a Carrie desprendiendo el primer botón de su camiseta, luego el segundo y el tercero, podía notar gran parte de sus senos, particularmente me gustaban bastante, eran preciosos y de buena forma y tamaño… “¡Es tu estudiante!” escuché en lo más profundo de mi subconsciente.
Al parecer me encontraba demasiado distraída en mis pensamientos que no pude darme cuenta que en un abrir y cerrar de ojos, ya Carrie se había puesto de pie sin camiseta, tan solo con su sostén y faldas que la vestían…
La miré directamente unos segundos, y en sus ojos pude notar los nervios, pero al mismo tiempo las ansias de hacerlo en aquel lugar. Volví a mirar a sus pechos, los cuales lucían realmente bonitos en aquel sostén de color gris con encaje de flores…
… Sus manos tomaron repentinamente las mías. Estaban frías. Se dirigían a sus senos y no pude evitar apretarlos un poco.
Alejé advertencias de mi propio subconsciente, de lo que era correcto en ese momento o no, esta chica era preciosa y podía notar que ¡estaba realmente buena! Me distancié de aquellos pensamientos, cuando por fin…
… “La besé”
Posé mis labios sobre los suyos una y otra vez, mi mano derecha se posaba sobre su fría mejilla y al intentar introducir mi lengua en su boca, éstas se encendieron, me separé un poco para comprobar lo sonrojada que ella se encontraba, y luego sonreí y volví a besarla…
Era una buena besando a mi parecer. Chupó mi lengua para luego ponerse de pie, mirar hacia la puerta, caminar hacia ella y pasarle el cerrojo…
-No sabe mucho que he esperado este momento, profesora… -dijo para sentarse sobre mí, mostrándome sus sensuales pechos como si me fascinaran, cosa que desde luego, lo hacían.
Aproximé mis dedos para desabrochar su brazier y dejar sus senos al aire. Fue entonces cuando mi instinto salvaje apareció…
Me levanté cargándola para voltearla y recostarla sobre el escritorio, bajé mi lengua hacia su cuello mientras despejaba el área.
Pellizqué un poco sus pezones, gimió un poco, y aquello hizo que me excitara aún más. Empecé a lamerlos y disfrutar lo duros que estos se encontraban, lamí su abdomen para luego llegar hasta su falta, la cual despojé para que luego quedase en el suelo con el resto de su ropa, ella se sentó en el escritorio y empezó a besar mi cuello, desabrochando los botones de mi chaqueta uno por uno tal como había hecho con su camisa. Jugueteaba con mis pechos, y una vez que me tenía desnuda en la parte de arriba, no pude contenerme más y le arrebaté las bragas dejando su fruto prohibido justo allí ante mis ojos…
Empecé a tocarle con movimientos muy sutiles, me percaté de que su zona ya se encontraba muy mojada y me atreví a acelerar la velocidad. Parecía gustarle, sus gemidos iban incrementándose a tal punto que agradecí a la institución por haber construido aquellas estructuras de tal modo que no se escuchasen afuera…
Me agaché un poco, y ella tan sumida en el placer no se dio cuenta de aquello hasta que mi lengua se posó delicadamente sobre su clítoris sin apartar el dedo con la que le acariciaba.
Gemía, gemía, gritaba cada vez más alto…
Mi lengua saboreaba su entrepierna, en una velocidad que indiscutiblemente le gustaba a Carrie.
-Jenna… Jenna. -gritaba mi nombre entre sus suspiros. Aquello sólo me dio a entender algo, y era que era su turno…
Esperé sólo un segundo más, palpitaba y lamía sus deliciosos fluidos. Me aseguré que había llegado al orgasmo cuando volví a hacer el recorrido de mi lengua por su abdomen para lamer de nuevo sus senos y por último, compartir su sabor en un beso tan tierno como su propio rostro…
Ella se apoyó de mi nuca para empezar a tocarme por encima de mi ropa. Sus movimientos eran algo torpes, pero nada mal para ser su primera vez. Le ayudé a quitarme el resto de la ropa que aún me quedaba puesta. Sin esperar demasiado, Carrie se bajó del escritorio para jugar una vez más con mis pechos. Pensaba que planeaba hacerme lo mismo que yo a ella, pero luego me dí cuenta que era absolutamente distinto…
Aproximó sus labios hacia los míos y justo al momento en que mordí su labio inferior, sentí dos de sus dedos penetrando mi zona íntima. Ma acorraló contra la pizarra y empezó a introducir y a sacar sus dedos rápidamente.
-Jenna… Jenna estás muy mojada, preciosa… -me estremeció que ella me llamase de aquella manera, siempre había pensado que era una chica muy dulce y con inocencia a flote…
Por última vez, introdujo su dedo para luego sacarlo y chuparlo frente a mis ojos, suspiré de placer, pero luego consideré el hecho que se estaba vistiendo…
-¿A dónde vas? -pregunté aún estando desnuda.
-A mi siguiente clase, Profesora. Stewart… Llegaré un poco tarde, espero que mi dolor de vientre no afecte mi concentración en la clase... -dijo dando por hecho que nada había ocurrido entre nosotras. Se encontraba peinando su larga melena con sus dedos.
-¿Qué cosa? Espera…
-Gracias por la lección, profesora… -se escuchó decir de una voz mucho más madura y menos tímida que la de antes, abrió, salió y cerró la puerta dirigiéndose a su otro salón…
Entonces quedé allí, desnuda en mi salón de clases, cubriendo mis senos con mis manos recordando lo que había sido aquello. No bastó un segundo para darme cuenta, de que probablemente querría hacerlo de nuevo, con esta chica…