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Lo hago por ti por ounoneko

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Notas del fanfic:

¡¡2 de Octubre no se olvida!!

ningun pretexto es malo para escribir fics!!!!!!

LO HAGO POR TI

 

-La vida universitaria puede llegar a ser fatigosa.-dijo con un suspiro.

-¿Cómo puede un vago como tu decir eso?

Sobre el fresco césped, bajo la sombra de un árbol, observando cómo los últimos camiones de militares eran abordados para abandonar la universidad se encontraban Diego y Samuel. Como de costumbre, el primero había optado por salir a tomar aire sin importarle faltar a clases, y, como de costumbre, había terminado arrastrando a Samuel.

-Faltas a más clases de las que asistes, ¿Qué es lo que te fatiga tanto? –pregunta Samuel alzando una ceja.

-Las fiestas.- contesto como si fuera obvio y logro arrancar una risita de Samuel.

-¿Fiestas? ¿Tu? Sí, claro.- comento con ironía y rio un poco más.

-¿Sabes que habrá una marcha, no? –cambiando repentinamente de tema y adoptando un tono serio, Diego se coloco de lado para verlo.  

-Por supuesto que lo sé, la pregunta es, ¿Por qué no me lo dijiste tú?

-Estaba midiendo el alcance de la difusión.

-Me encanta ser tu conejillo de indias –dijo con fingido tono molesto guardando su libro en la mochila y después de unos segundos de silencio agregó - ¿y ha habido respuesta?

-se difunde con más rapidez de la que esperábamos,  tanto alumnos como maestros de todas las facultades  están de acuerdo, parece que, el que hayan ocupado la universidad solo ayudo a nuestra causa. Tendremos bastante vigilancia, pero lo importante es que sepan que no nos detendrán.- volvió a ponerse bocarriba contemplando el cielo.

 Samuel lo contemplaba; ese aire tan seguro y entusiasta era sin duda lo que lo había embrujado, aunque claro, no se podía menospreciar su encantadora sonrisa.  

-¿Qué sucede? – Diego se giro al sentir la profunda mirada de su novio.

-Nada, es solo que…

-¿Mi visión es irresistible? –interrumpió con sorna.

-Ya va siendo hora de regresar a clase –terminó sin hacer caso a la interrupción.

-Aguafiestas…no quiero ir a clases –se giro dándole la espalda de manera berrinchuda.

-Como quieras, nos vemos después –tomó su mochila y se levanto.

-¿Te vas? – volvió a mirarlo con sorpresa.

-No todos somos unos vagos como tu.- le espetó tiernamente, mientras se sacudía el pasto.

-Si, bueno, estudiosito, si hubiera tantos irresponsables me hubiera costado más conquistarte. –se había sentado y contemplaba con orgullo el leve tono rojizo que coloreo el rostro de Samuel.

-¡¡Me voy, no me harás un vago!!- dio media vuelta y se fue dando grandes pasos. no había avanzado ni veinte metros cuando lo oyó correr y un momento después caminaba a su lado.

-Después de todo, estudiar no es tan malo.

 

++++++++++++++++

 

Samuel llego a casa ya tarde, subió a su cuarto para dejar su mochila y bajo a saludar a su madre en la cocina, pero se tropezó con una sorpresa: ¡su hermano Felipe, estaba sentado a la mesa, comiéndose su comida!

Felipe había entrado al ejército, y por ese motivo había sido trasladado a Guerrero, donde había vivido los últimos tres años.

 Cuando salió de su sorpresa corrió a saludar a su hermano, y le hizo mil preguntas, se sentaron y su madre, saliendo de la cocina por el escándalo que habían hecho, y llevando otro plato en mano se les unió. Felipe platico cientos de anécdotas sobre la viva en el ejército y sus experiencias de campo, mientras Samuel narraba lo divertida que era la universidad y no pudo evitar sacar a colación el tema de la Revolución cultural, con la voz temblándole por la emoción comunicó la manifestación que tendría lugar al día siguiente, a lo que Felipe reacciono de mala manera, se puso serio y contesto que eran una banda de delincuentes anarquistas, que necesitaban una reprimenda.

-No creas que me dieron vacaciones, he regresado a la capital por trabajo, ya estando aquí he aprovechado la oportunidad y me han dado unas horas libres; pero he venido porque, como tú dices, mañana habrá una gran manifestación, y el ejército va a estar allí, he sido asignado al “batallón Olimpia” que se encargara de hacerles saber a esos anarquistas malnacidos que no se saldrán con las suyas.

-¿De qué estás hablando? –Samuel también se puso serio y elevo la voz- el gobierno es un opresor y no tiene derecho a someternos de esa manera, y tenemos la obligación de manifestarnos, de alzar la voz, de exigir…

-¡BASTA! ¿Qué estás diciendo? ¿Qué apoyas a esos comunistas? ¿Qué eres un anarquista? ¿Qué tengo que luchar contra mi propia familia?

- ¿¡Y qué si los apoyo!? No tienes que luchar contra nadie, deberías apoyarnos contra el gobierno en lugar de defenderlos.

-Yo jure proteger a mi país y eso hago, ¡¡contra cualquier enemigo extranjero o nacional!!

- ¡¡¡Tu país somos el pueblo!!!

- No iras a esa manifestación y no quiero oír nada al respecto.

-¡No eres nadie para impedírmelo! ¡Ya has escogido tu bando, y yo el mío!- miro a su hermano con odio y luego a su madre con tristeza, que contemplaba la escena con un deje de desesperación y conmoción, y en el momento de tenso silencio se dio media vuelta y salió de la casa azotando la puerta  sin hacer caso de los coléricos gritos de su hermano.

Se sentía desmoralizado y confundido, camino un rato sin darse cuenta, tratando de controlar sus desbordantes emociones, no podía creer que su hermano actuara de esa manera, pero cuando se hubo calmado su ira, se dio cuenta de algo más importante aún, se para en seco un momento tratando de pensar que debía hacer, miro a su alrededor para darse cuenta donde estaba, en la esquina distinguió  el metro, y como acto reflejo corrió hacia allá con un solo pensamiento:

 “debo decirle, debo verlo, debo advertirle”

+++++++++++

 

 

-Ya voy, ya voy –grito Diego corriendo hacia la puerta, preguntándose quién rayos era a esas horas de la noche.

 – ¡Sam! ¿Qué haces aquí? –se sorprendió al ver a su novio en su puerta, pero le preocupo mas la angustia que reflejaba su rostro. Samuel se lanzó contra él, hundió su rostro en el cuello de Diego y lo abrazo con fuerza.

-Sam –susurro, muy preocupado, soltó la puerta que se cerró con un leve estrepito, y acarició la cabeza de Samuel -¿Qué sucede?

-No vayas…no vayas –sin poder contralar el miedo que se apodero de él, Samuel dejó soltar unas cuantas lagrimas que humedecieron el hombro de Diego y se aferro mas a él.    

Diego no sabía que pensar, no comprendía el pánico de Samuel, lo abrazó con fuerza un largo momento y después, con suavidad, lo separó un poco de sí para poder verle el rostro.

-Sam, dime que sucede –le susurró con una sonrisa comprensiva, mirándolo a los ojos y le secó las lagrimas con ternura.

-Mañana… va a pasar algo, no sé exactamente que… pero, Felipe dijo que iban a calmar las protestas como fuera… tengo un mal presentimiento, por favor, ¡no vayas!

Diego lo miro en silencio unos momentos, asimilando lo que acababa de escuchar, Samuel lo miraba con desesperación esperando que dijera algo.

-Tranquilo –dijo por fin volviendo a acariciarle el cabello –todo estará bien.

Samuel suspiro conmovido y de la nada beso a Diego, quien se sorprendió en extremo pero profundizo el beso; realmente lo hacía feliz el que Samuel tomara la iniciativa por primera vez, aunque las circunstancias no eran exactamente las que él habría escogido, pero se olvido de todo, centrándose únicamente en los suaves y dulces labias de su amado.

-Sam…

-Diego…

-todo estará bien, era de esperar que nos pusieran vigilancia, pero no te preocupes, las palabras tienen más eco que las armas, no habrá ninguna agresión, y el que el ejercito ataque no hará más que demostrar que tenemos razón, y en ese caso, será buena propaganda.

-No, pueden herirte, no vayas, Felipe lo dijo, no quiero que te pase nada.

-pero si nos dejamos intimidar por un puñado de uniformados no cambiaremos nada, debo ir…

-Habrá muchos estudiantes en la protesta, no debes ir tú.

-Quiero ir, quiero cambiar las cosas, crearé un México mejor para ti. –Samuel sonrió con tristeza ante esas palabras, pero no bastaron para consolarlo.

-Diego… te amo- con tristeza y una nueva lágrima rodando por su mejilla, volvió a besarlo.

 Se abrazaron el silencio, en la obscuridad de la habitación.

-Ya es muy tarde, ¿no volverás a casa?

-No, no quiero ver a mi hermano en mucho tiempo… me quedare, en casa. –susurro lo ultimo con un leve rumor, mientras se acurrucaba en el pecho de Diego.

  Caricias y besos desfilaron toda la noche, por primera vez ambos se entregaron por completo al otro, abrazados, con la luna como testigo, ajenos al resto del mundo que seguía girando,  mirándose a los ojos, pronunciando sus nombres en suaves gemidos, Samuel le repitió una y otra vez cuanto lo amaba, mientras Diego contestaba que todo estaría bien.

++++++++++

 

 

Samuel despertó en la habitación de Diego, estaba desnudo y abrazando una almohada. Se levanto con lentitud, diego no estaba allí, se vistió con lo primero que encontró y salió; Diego estaba en la sala, dándole los últimos toques a una pancarta; se voltio a verlo cuando entró.

-Buenos días mi Bella Durmiente –saludo con una sonrisa de tonto –te preparare el desayuno.

Iba a levantarse pero Samuel se dejo caer en su espalda, recargando la barbilla en su hombro y rodeándole el cuello.

-Me duele, Maldito socialista –Espero un poco para que Diego reaccionara y agregó –no tienes ni un poco de delicadeza.

-¡lo siento! lo siento, en verdad, yo no…-Diego se levanto como impulsado por un resorte, inesperadamente rojo de vergüenza trataba de disculparse.

 Samuel soltó una gran carcajada, ver a Diego de esa manera, no todos los días se tenía ese privilegio; cuando recuperó el aliento beso con ternura la cómica expresión que aun tenía su novio. Diego por su parte, además de lo apenado que estaba, se sentía aliviado de que Samuel hubiera vuelto a ser el mismo.

-Entonces iras. –dijo Samuel mirando los carteles sobre la mesa.

-Sí, -le tomó ambas manos y le dijo mirándolo a los ojos –no te preocupes, volveré pronto, te encargo la casa. – y le dio un corto beso.

-de que hablas, iré contigo –dijo sin rodeos.

-¿Seguro?

-por supuesto, yo tambien quiero cambiar las cosas, ademas vigilare que nada te pase, me preocupa que puedas tropezarte con tu sombra.

+++++++++

 

En la “Plaza de Las Tres Culturas” se congregaba una multitud de estudiantes que crecía a cada momento; Diego y Samuel avanzabas a empujones hacia el centro de la plaza, repartiendo en su camino las pancartas que cargaban.

La protesta ya había comenzado, los oradores, en su mayoría maestros de la Universidad, amplificaban el descontento social atacando con duras palabras al gobierno, y la multitud, llena de banderas y carteles, contestaba en un solo grito.

Había gran euforia, pero Samuel no pudo ser parte de ello, buscaba con preocupación a Diego, hacia un momento estaba junto a él, mirando de vez en cuanto con recelo a los policías que hablaban sospechosamente por radio y formaban barricadas. El corazón le dio un vuelco cuando creyó ver a Felipe avanzar a empujones hacia el estrado de los oradores, portando un guante blanco, pero no pudo acercarse a comprobarlo porque justo en ese momento llego Diego por detrás causándole un leve susto.

-Lo siento, desapareciste de la nada y me preocupe, no quise asustarte.

-Está bien, vamos.

 

El último orador estaba por concluir, todo parecía estar yendo bien, Samuel atribuyo todo a la demencia, y se había calmado un poco.

Todo pasó repentinamente, de la nada, una mano, enfundada en un guante blanco, se alzó y disparo al aire, Samuel alzo la vista como reflejo, y en un segundo, contemplo apanicado a los soldados que apuntaban con a la muchedumbre desde las azoteas de varios edificios. Diego abrazó Samuel al escuchar el disparo, en un intento de protegerlo; todo el mundo reaccionó, hubo gritos y muchos se agacharon; de inmediato, otro disparo, y otro más. Los soldados en las azoteas respondieron el fuego, la gente corría, en todas direcciones, tratando de hallar un refugio de las balas, Diego encontró la mano de Samuel y comenzó a correr, cuando iban a  doblar la esquina se pararon en seco, todas las calles estaban siendo bloqueadas por coches del ejercito, y cientos de soldados apuntaban, algunos disparaban contra los estudiantes, Diego y Samuel dieron media vuelta y corrieron, sin soltarse, buscando un refugió; gritos de desesperación inundaban la plaza, hacia donde volteasen había caos, el ejercito avanzaba disparando y tomando prisioneros. Giraron en un callejón, a sus espaldas oyeron con espanto a un soldado gritar: “¡allá van unos, al callejón!”

Se detuvieron, exhaustos, pegados a la pared, ambos sabían lo que venía, ninguno dijo nada, solo se abrazaron, con fuerza.

Diego vio a cuatro soldados que acercarse, Samuel  les daba la espalda. Cuando los soldados estuvieron a conveniente distancia, se detuvieron, Felipe observó con repugnancia a Diego, abrazando con pasión a otro hombre;

-Te amo, Samuel. –susurro a su oído cerrando los ojos con fuerza y aferrándose aun mas a Samuel.

-Diego, te amo… te amo tanto.

 Una sola bala fue necesaria, disparada del rifle de Felipe, atravesó a ambos el corazón.

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, a mi me conmovió mucho.

Dejen reviews si les gusto, tienes alguna duda o comentario, o simplemente si me quieren hacer feliz!

Mas información sobre este tragico suceso, en Wiipedia:

http://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_de_1968_en_M%C3%A9xico

Que viva el yaoi!!!


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