Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años después por Shin Black

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes le pertenecen a Konomi menos los OC.

Diez años después.

 

En un pequeño bar ambientado como una cantina inglesa, Sanada Genichirou de veintiocho años tomó asiento en la barra principal. Su cabello estaba algo desprolijo y mal crecido, además de una incipiente barba que apenas se notaba pero llamaba la atención en su arreglo personal, su traje algo desarreglado y unas pronunciadas ojeras que denotaba su decaimiento.
Diez años habían pasado. Diez, tantas cosas que caminaban por su mente y le ocasionaba dolor de cabeza. Esa estúpida pelea con Seiichi que causó su rompimiento y un distanciamiento que duró años, esa forma arrogante y orgullosa de ser que terminaron con una relación de años, comenzada a sus quince y terminada a los dieciocho.

Pidió con su mano un vaso de agua, no debía consumir alcohol aunque el lugar lo ameritaba, estaba cuidándose luego de su reciente adicción al tabaco y la bebida.
El chirrido de la puerta lo alertó, giró su cabeza y un desarreglado Yukimura hizo su aparición, su cabello era mucho más largo, su flequillo tapaba parcialmente sus ojos azules, su mirada cansada al igual que el pálido rostro, se notaba no solo cansado sino más delgado de la última vez que lo había visto, hasta los pantalones que llevaba puesto le entraban grandes.
Se sentó junto a Genichirou y pidió lo más fuerte del menú, al observar que su ex pareja solo bebía agua decidió cambiar el pedido a algo más light, ligero, para no contaminar el ambiente y el “agradable” rencuentro.

 

–Ha pasado tanto tiempo, Seiichi –susurró el moreno acomodando su cabello hacia atrás para ver como el cabizbajo Yukimura desviaba su mirada.

–Seré yo, ¿o no recordamos el por qué nos separamos? –Genichirou sonríe de costado.

–Te dije que no quería ver tu bonito rostro nunca más en mi puta vida, además de cortarte las llamadas que me hicieras –habló el muchacho, Seiichi recibe su pedido y bebe un trago del exprimido de naranja–. Creo que fue una “supuesta” infidelidad mía, que tiene todo de supuesta porque jamás me hubiera atrevido.

–¿Atrevido? –Seiichi le miró intensamente.

–Te amaba demasiado para fijarme en algo o alguien que no seas tú…..te amaba…..te…–no, aun le seguía amando, tan fuerte como hacía diez años atrás.

–Ja….había olvidado que eras tan obsecuente –sonríe y se acomoda el cabello de costado para verle a los ojos–. Siempre fuiste sumiso ante mí, pero ese día estabas sacado.

–No entendía como podías pensar que te engañaba con “esa persona”, pero, dejemos los rencores –alza el vaso–. Por nuestras vidas.

–Por nuestras patéticas y horribles vidas –afirmó chocando su vaso con el de Sanada–. Mmm, veo que te fue mejor que a mí.

–No te creas…..cuéntame.

–Aaaah, Genichirou, Genichirou…..creo que mi vida hubiera sido más sencilla si estuvieras en ella ahora mismo –susurró bebiendo y mirando hacia el frente–. Unos dos meses después que nos separamos, mientras realizaba unas compras con mi abuela, colapsé en la vía pública.

–¿Otra vez el Guillain Barré? –preguntó desorientado.

–No, no, algo peor o mejor dicho, algo mucho, mucho mejor –sonrió–. Tal vez en otras circunstancias hubiera sido el día más feliz de mi vida, aunque no podría quitarle lo emocionado que estaba al recibir la noticia, pero no podía aceptarla en tan horribles circunstancias –mira a Sanada–. Quedé embarazado.

–¿Eeeeh? –Genichirou le mira con sorpresa–. ¿Co…Cómo?

–Tengo una irregularidad genética que no solo se agravó con las medicaciones, sino también me trajo problemas de todo tipo, fisiológicos y emocionales.  Cuando lo supe, inmediatamente quise llamarte, pero recordé tus palabras: “No atenderé ningún llamado tuyo”, ese “déjame en paz” no pude olvidarlo, entonces, simplemente arrojé al mar mi celular y me olvidé de todo…..simplemente tuve a mi hijo en la soledad de mi existencia, él y yo….

–¿Va….Varón? –Seiichi sonríe al saber que Genichirou comenzaba a interesarse por el pequeño.

–Kazuya.

–¿Cómo mi padre?

–Era lo único que podía hacer para que supieras, en algún momento si se llegaba a dar la ocasión, que el niño es enteramente tuyo –el moreno con su mano colocó un mechón de cabello detrás de la oreja de Seiichi, este gesto fue enormemente aceptado por el joven–. Su apellido es Yukimura, no podía ponerle Sanada porque no estabas presente ni podía llamarte para el reconocimiento del niño, aunque, tenía miedo de pensar que eras exitoso y yo sólo te arruinaría la vida.

–¡Debiste llamarme!

–¡Tú me dijiste que no lo haga! –gritó mirándole con algo de furia, Sanada suspiró resignado–. Lo siento.

–No, no, perdón, mis palabras me condenan.

–No tienes por qué –suspiró–. Cuando nació Kazuchan, no pude estudiar, simplemente me dedique a trabajar de mesero en un restaurante al sur de Kanagawa, vivía con mis padres pero la convivencia se hizo insostenible, quería un espacio propio para educar a mi hijo; mis padres eran autoritarios y me dolía pensar que pudieran castigarlo mientras yo estaba fuera, no podría soportarlo……entonces ahorré todo lo que pude y con ayuda de mis padres me compré un departamento.

–Vaya, entonces, comenzaste a equilibrarte ¿no? –preguntó. Seiichi negó con la cabeza.

–Cuando Kazuchan cumplió tres años caí internado, me hicieron una resonancia y me detectaron un tumor maligno en el encéfalo, tuve que ser internado durante meses, perdí peso, casi pierdo la custodia de mi hijo pero mis padres se encargaron de él, tuve que defender con uñas y dientes los derechos de mi hijo de vivir conmigo…..fue todo una mierda –sollozó y bajo la cabeza–. Los doctores decidieron operarme dado que comenzaba a padecer delirios propios de la psicosis, al quitarme el tumor la psicosis desapareció y estuve en rehabilitación.

–No entiendo aun porque no me llamaste –suspiró–. Aunque no hubiera sido de mucha ayuda.

–Siempre estuviste en mi mente Genichirou, cada minuto de cada día pensé que diferente hubiera sido mi vida a tu lado…..la de Kazuya, todo….pero el tiempo y los caminos que elegimos, las decisiones que tomamos, afectan nuestra vida y entorno.

–Yu…Yukimura….

–Solo me hubiera gustado no tener que ver a mi hijo padecer las consecuencias de mis actos, de mis palabras, de mi estúpido orgullo…–golpea la mesada con el puño–. Diablos, es mi culpa.

–Seiichi, no es tu culpa….las cosas….pasaron….y yo también soy responsable de mis actos y el orgullo que a pesar de seguirte amando, no intentar acercarme, y ahora ¡Tengo un hijo por amor de dios! Seiichi, estoy  seguro, no tengo NADA para darte, ni siquiera un hogar decente, pero, le daré todo lo poco que me queda a Kazuya, mi apellido, mi trabajo, mis ganas de vivir.

–…..Ge…..ni….chirou –susurró pesadamente y giró su rostro para verle, sus ojos bañados en lágrimas, su mirada demacradamente pálida.

–Cuéntame más, quiero saberlo todo de él, me perdí 9 años de su vida y quiero, aunque sea, acercarme a su día a día –Genichirou intenta no llorar, pero le es imposible, toma la mano de Seiichi con fuerza.

–Kazuya era normal, un niño sano, jugaba, tenía amigos, era tan dulce…..

–¿Era?

–A los seis años comenzó a comportarse raro, estaba siempre alerta y asustado, no podía dejarlo sólo, tenía terrores nocturnos y muchas veces huía de la realidad y se inventaba cosas, era normal en un niño de esa edad crearse amigos imaginarios, pero les tenía terror a ellos; muchas veces golpeaba su cabeza contra la pared y tuve que llevarlo al hospital de urgencia. Indagué con muchos psicólogos amigos, y no obtuve respuestas más que la internación, fui a un psiquiatra y le recomendó un antipsicótico muy fuerte y una terapia de…–Seiichi se tapo la boca, Genichirou abrió sus ojos–. Electroshock.

–¿Qué? Debes estar bromeando ¿no? Por dios dime que bromeas –susurró aterrado.

–No, no bromeo –sollozó fuerte y cubrió su rostro–. No sabes lo horrible que fue para mi cuando diagnosticaron a mi hijo con Esquizofrenia, lo cual a la edad de seis años es “gravísimo” –mascullo y como pudo observó a Genichirou–. Tuve que ver como era conectado a una maquina y se movía compulsivamente, dios fue ¡Horrible!

–¿Y los síntomas? ¿Desaparecieron? –preguntó Sanada con miedo, Seiichi alza los hombros.

–No sé, no me habla mucho.

–¿No te habla? ¿Por qué?

–Se ha retraído demasiado, apenas y me dice lo necesario; en el colegio es agresivo, por lo que me pidieron que lo interne o lo lleve a un colegio especial por mientras esté medicado, hace terapia para controlar la ira y toma su medicación anti-psicótica…. –suspira melancólicamente y cierra sus ojos–. Eso no es todo, luego de todo los problemas me despidieron de mi trabajo por reiteradas ausencias, no podía pagar el alquiler por lo que me vi obligado a vivir en la calle, tuve que regresar a casa de mis padres y ahí pude estabilizarme un poco, pero aun continuaba los ataques de Kazuya, sus golpes contra la pared, gritos, golpea a todos, no puedo mantenerlo quieto, no disfrutas de los horarios de recreación y tiene ataques de epilepsia muy graves que me asustan.

–Pero Seiichi ¡A ese chico le han arruinado la vida! –Se enfadó golpeando la barra–. ¿Cómo puede ser que tenga ataques cuando está medicado?

–Dicen que en esquizofrenia tan temprana los niños suelen morir antes de los 14 años –Seiichi bajo su cabeza, Genichirou se acomodó.

–…..No creo que tenga esquizofrenia……creo que es otra cosa y está siendo mal medicado.

–Sa….nada…..–susurró.

–No sé mucho de ello, pero Yagyu es psiquiatra y me ha explicado dos o tres cosas para mantener en cuenta en mi trabajo como abogado.

–¿Abogado? ¿Eres abogado?

 

Genichirou se acomoda un poco en el asiento y se separa de Seiichi para comenzar esa historia que lo venía traumando desde hacía diez años, contarla le removía cosas pero estaba seguro que no era nada a comparación de lo que su pequeño hijo de nueve años tuvo que vivir.

 

–Me recibí de abogado cuando tenía 23 años, comencé a trabajar en una firma por recomendación del papá de Hiroshi, por lo cual estaba más que satisfecho con mi vida; mi relación con mis primeros clientes era muy buena y pude comprarme un pequeño departamento, pero todo se complicó cuando vi los problemas de ser abogado, las corrupciones, la violación a los derechos humanos, el tener que defender a un abusador de menores, asesinos o personas que no merecían el perdón de dios ni de nadie. Una rabieta me costó el trabajo e inmediatamente caí de patitas a la calle, intenté conseguirme un trabajo accesorio mientras tiraba curriculum en otra firma, pero al ver que era una persona intachable e incorruptible no me aceptaban en ningún lugar.

–Que paradoja –susurró Seiichi–. ¿Trabajaste en el dojo?

–No, mi hermano me echó cuando no quise casarme con una amiga de él, por lo que al ser mayor y padre se quedó con el dojo al morir mi abuelo, tuve que trabajar de chofer durante mucho tiempo hasta que decidí casarme, más que nada para pagar el lugar donde vivía; mi mujer tenía contactos y pude volver como abogado, pero no duré demasiado dado que rechazaba a la mayoría de mis clientes por delitos penales graves, como violación, abuso deshonesto y ese tipo de cosas. Caí en una depresión al mismo tiempo que mi esposa quiso quedar embarazada, sin mi consentimiento…..

–¿Fuiste padre? –preguntó Seiichi, Genichirou negó.

–Perdió al bebé gracias a su excesiva preocupación por mi y mis problemas con el alcohol –mostró el vaso de agua–. Por eso tomo agua.

–Ahora entiendo.

–Pero, cuando intentó quedar nuevamente no pudo, le diagnosticaron cáncer de útero pero estaba en contra de quitarse el útero, estaba obsesionada con ser madre. Muchas veces le plantee la idea de adoptar, pero cada vez que venía un asistente social, se llevaba una mala impresión: Madre paranoica y padre alcohólico ¿quién dejaría una criatura en nuestras manos? Al no servirle como “padre” para su hijo me corrió de la casa y tiró mi ropa por la ventana, al poco tiempo se suicidó dejándome una montaña de deudas, supongo que por eso fue que se suicidó….

–Lo dices tan desalmado –susurró Seiichi.

–Perdón –bufó–. Ella no me amaba y su única felicidad seguramente fue cagarme la vida, tuve que conseguir 5 empleos para pagar las deudas y mantener la casa, pero tuve que venderla, igual sus padres reclamaron derechos sobre su propiedad, pero ¿dónde estaban cuando se pagaba las cuentas? Solo venían a sacarme dinero, y debido a mi falta de arreglo personal no me tomaron en cuenta como persona responsable y se quedaron con todo.

–Fue difícil para ti.

–Me quedé sin absolutamente nada, por lo cual si me hubieras llamado en ese momento no podría ofrecerte nada para el bien estar de Kazuya y tuyo, tuve que pedirle de rodillas a mi hermano que me dejara dormir en el dojo, dado que él y su familia se instalaron en la casa de mis padres y mi cuarto estaba ocupado por sus hijos –hace una pausa y mira para el costado–. Mis problemas con el alcohol se agravaron con el tabaco y comencé a consumir drogas para tratar de liberarme, tuve dos brotes psicóticos, pero al estar en tratamiento pude reponerme, aunque creo quedaron secuelas irreparables…..

–¡Oh, Genichirou! –le abraza fraternalmente–. ¿Por qué te metiste ahí?

–No sabía que hacer, tu rostro me estaba matando, mi cabeza daba vueltas y solo pensaba en ti y en el horrible error que cometí al dejarte……

–Probablemente, muy probablemente todo hubiera sido diferente de estar juntos…..–susurró y se alejó–. Mis padres o los tuyos se encargarían de cuidar a Kazuchan mientras yo estudiaba, tendría un mejor trabajo, tal vez no hubiera pasado todo lo que pasó con Kazuya….

–Quiero verlo…. –Seiichi abre sus ojos–. Déjame verlo Seiichi.

–¿A Kazuya?

–Si, por favor, quiero saber como esta…..por favor, ayúdame a ayudarte –le toma las manos–. Eres la única droga que necesito.

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

El cuarto rentado en el cual vivía Yukimura y el pequeño Kazuya apenas era lo suficientemente amplio para tener dos camas, una cocina, una heladera y una pequeña mesa con dos sillas. Los juguetes de Kazuya estaban regados por todos lados y la puerta del baño semi abierta. Genichirou entró y observó un poco de suciedad y desprolijidad, pero no le causó la menor molestia a pesar de ser demasiado estricto en cuestiones de higiene.

 

–Kazuchan, ven aquí, traje visitas –Seiichi no parecía incomodo ante el hecho de no ver a su hijo a simple vista a pesar de ser pequeño el lugar–. Me mudé aquí hace poco más de dos meses, luego que nuevamente la convivencia con mi familia se hizo un desastre por los problemas de Kazuya.

–Hm, ya veo, pensé que iríamos a la casa de tus padres, por eso me sorprendí –sanada mira todo alrededor buscando al niño pero éste no aparecía–. ¿Y Kazuya?

–Debe estar bajo la cama, le gusta estar ahí durante las tardes –suspiró y se agachó para buscarlo–. Corazón, sal de ahí ven a ver a la visita.

 

Genichirou intenta espiar como puede y logra observar un movimiento bajo la cama, el cabello desacomodado y desprolijo de un pequeño de nueve años con una estatura y peso muy inferior a lo normal, además del cabello extremadamente largo y negro que cubrían parcialmente los ojos azules, además de tener la ropa desalineada. Un nudo en la garganta le impedía a hablar.

 

–¿Quién es? –preguntó con desagrado Kazuya, prácticamente desafiando, mientras temblaba compulsivamente.

–Kazuchan él es….

–¿Otro novio? –interrumpió, Seiichi suspira.

–No, es tu papá, Genichirou Sanada…. –el moreno se intenta acercar pacíficamente pero es rechazado por Kazuya quien empieza a jugar con los bloques y hacer una estructura bastante extraña.

–Lo siento, lo siento, no es muy sociable –se disculpó Yukimura ante el rechazo, Genichirou suspiró pero entendió, ese niño nunca había tenido contacto con él.

–Lo entiendo –se sienta en la silla y le observa–. Tiembla mucho ¿no crees?

–Es por los electroshock, siempre deja secuelas –abrió la heladera–. ¿Quieres un vaso de agua? No tengo nada más que ofrecerte.

–No, esta bien, no quiero nada –mira detenidamente al niño que comienza a comportarse diferente–. Kazuya ¿pasa algo?

–……..miedo……mucho miedo…..–susurró el niño abrazándose.

–¿De qué tienes miedo amor?

–Del señor…..el señor me vigila.

–Otra vez con eso, Kazuya….tú-….

–¿Qué señor? –Sanada interrumpe el regaño de Seiichi para indagar y acercarse más a su hijo–. ¿Quién?

–Nadie lo ve. Él….me hace daño el…..él…..aaaagh –comienza a golpearse contra el suelo.

–¡Kazuya! –grita Seiichi y separa a su hijo de Genichirou mientras este se mueve frenéticamente.

–¡Sueltameeee sueltameeeeee ayudaaaa….mamá ayúdame por favor! –comienza a llorar descontroladamente.

–Ya está hijo, ya está –le abraza fuerte–. Ya se fue hijo, ya no está.

–Sigue aquí mamá, sigue, sigue….me odia….me lastima mamá….me lastima –solloza abrazándose a su mamá.

–Kazuya…..–Genichirou se acerca y le abraza–. No estas enfermo, mi vida.

 

El niño gira su cabeza levemente y ve a su “padre” allí, mirándole con los ojos brillosos diciéndole las palabras que él quería oír. Inmediatamente se aferró a Sanada y cerró sus ojos, Seiichi sonrió, era una reacción favorable la que tenía su hijo después de mucho tiempo, quería llorar de la alegría al saber que había comunicación entre ellos dos, pero aun pensaba que su hijo necesitaba ayuda y no sabía cómo dársela.

 

–Vamos a lo de Hiroshi –Genichirou alzó a su hijo y miró a Seiichi–. Él nos ayudará con ello.

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

–Pero, esto no puede ser –Hiroshi, junto a Nioh se sentaron junto a los exámenes médicos que le mandó hacía una semana a realizar al pequeño Kazuya–. Este chico por lo que pude notar en la entrevista, no tiene Esquizofrenia. Más bien parece tener muy desarrollado sus percepciones extra-sensoriales, por lo que puede ver algo así como fantasmas o demonios, esto es llamativo en el 1% de la población, por lo que su hijo tiene un don importante.

–Está adaptado a la realidad perfectamente –dijo Nioh mirando las resonancias–. Por lo que veo, los electroshock causaron un daño que le provoca la epilepsia, tiene que ser medicado con anticonvulsivos ya.

–Y ¿a quién se le ocurre mandar a un chico de seis años a una terapia como esta? ¡Por dios Seiichi! Tienes que demandar ya a ese hospital…. –dijo indignado Hiroshi mientras camina hacia el teléfono.

–Yo soy abogado, llevaré el caso –habló Sanada, Hiroshi cortó el teléfono–. Ibas a decirle a tu padre ¿no?

–Mejor si tu te encargas, es tu hijo al fin y al cabo y……no sé como el chico salió tan sano con todo lo que le hicieron, pero los ataques epilépticos fueron provocados, ésto puede ser un dineral para ustedes y les ayudaría a consultar a los mejores médicos para poder reponer al niño.

–Yo recomiendo que cuanto antes hagan la denuncia –explica Nioh–.Hay que medicarlo y no le des más los antipsicóticos, solo agravan el cuadro.

–Yo…no sabía –susurró nervioso Seiichi.

–No tienes la culpa de nada Seiichi, ésto es negligencia médica….casi le cuesta la vida y la salud mental de tu hijo, pero ahora conmigo y Nioh lo trataremos con los mejores especialistas y verás como saldrá adelante –sonríe, Seiichi se abraza a Genichirou–. Es mejor que se den un baño y se arreglen, no pueden ir con esas fachas a presentar la denuncia.

–Les prestaré ropa –colabora Nioh.

–Gracias, muchas gracias.

 

Diez años habían pasado desde esa pelea que arruinó sus vidas, que les hizo seguir rumbos diferentes, conocer nuevas personas, consumir o no consumir diferentes productos o sustancias, vivir situaciones límites. Kazuya fue reponiéndose gracias a las intervenciones de Nioh y Yagyu, aunque aun tenía varios problemas acorde a la cognición, pero pudo desarrollar una vida normal dentro de sus posibilidades y poder estudiar en un hogar estimulante. Seiichi ganó el juicio contra los profesionales que trataron a su hijo y había adquirido suficiente dinero para mudarse, aunque el juicio había durado varios años.

Sanada le puso su apellido a Kazuya, y una vez que se establecieron económicamente quiso agrandar un poco más su familia, consiguió un nuevo puesto en la firma Yagyu y ahora se encontraba trabajando con el padre de Hiroshi. Seiichi pudo hacer una carrera corta, pequeños cursos de cocina y pastelería y trabajaba en el restaurante de Marui, estaba esperando a su segundo hijo que también sería varón y causaría en Kazuya una reacción positiva la llegada de su hermano: Kanata.

 

En diez años cambió su vida y en uno, se recompuso. Las cosas malas y buenas suelen pasar, pero lo que Seiichi estaba seguro es que no te cierran una puerta sin abrir una ventana, que la esperanza es lo último que se pierde y lo primero que se gana.

 

Fin.

Notas finales:

Seguramente se preguntan ¿por qué tan abrupto el final? porque el fic trata del contenido que está al principio, lo demás es accesorio. Espero que les guste. Saludos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).