Hacía un par de semanas que Gon no se sentía muy bien, no tenía ganas de levantarse, ni andaba de ánimo como para ver televisión. Estaba deprimido y se sentía solo. Esto era porque su mejor amigo, con quien compartía un departamento, estaba de viaje por asuntos familiares. Pero se sentía tan triste, y es que había pasado junto a él desde que se conocieron en la Prueba del Cazador. Aunque eran de personalidades y ambientes muy diferentes, Gon y Killua se hicieron amigos de inmediato. Se podría decir que Killua era su único amigo, ya que Kurapica y Leorio vivían en otras ciudades y casi nunca los veía. La situación es que Gon, a pesar de ser tan alegre, prefería estar solo.
Los días pasaban lentamente, y Gon no tenía noticias de Killua, aparte de unos mensajes de texto diciendo que estaba bien y que volvería pronto. Pero mientras más pensaba en esos mensajes, más extrañaba a su amigo. Además no tenía nada que hacer. A sus 19 años no tenía novia, ya que todas lo rechazaban: por su piel morena, por su cabello y por ser tan inocente que hasta parecía estúpido. Cada vez que esto sucedía, llegaba al departamento deprimido, pero ahí estaba siempre Killua para levantarle el ánimo y decirle que todas esas niñas eran unas tontas por no quererlo y que ellas se lo perdían.
Los días seguían avanzando, ya estaba oscureciendo, mientras Gon dormía luego de haber llorado toda la tarde.
Mientras tanto en el aeropuerto de la ciudad se encontraba Killua quejándose de lo incómodo del viaje; pero por otro lado estaba feliz porque estaba de regreso. Lo único que quería era llegar a casa de prisa para ver a Gon y luego descansar tranquilamente en su habitación, sin tener que tratar con sus estúpidos padres que no lo entendían.
Killua salió del aeropuerto y se subió a un taxi mientras pensaba en lo mucho que había extrañado a Gon el tiempo que había estado fuera de casa. Era su mejor y único amigo por el cual su familia lo criticaba, ya que los asesinos no deben tener amigos, no tienen ese privilegio. ¡Qué estupidez! El taxi lo dejó fuera de su edificio, caminó por el vestíbulo y subió al ascensor, recordando de pronto que había olvidado avisarle a Gon que volvería hoy.
-Qué torpe soy –se decía mentalmente. – ¿cómo pude haberlo olvidado?
Salió del ascensor y caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de su departamento. Abrió la puerta. Estaba todo oscuro. Killua supuso que Gon había salido, así que tomó sus maletas y fue a su habitación para desempacar sus cosas. Al llegar a la habitación se llevó una sorpresa: Gon estaba durmiendo sobre su cama.
Como no quiso despertarlo. Se sentó en el suelo frente a él observándolo mientras dormía. Después de un rato el moreno comenzó a moverse inquieto, y de pronto empezó a llorar entre sueños. Las palabras que decía no se entendían bien, pero hubo algo que el joven albino entendió perfectamente.
-Killua… por qué te fuiste… me siento tan solo sin ti –
Killua quedó paralizado al oir esa frase, no sabía qué hacer o qué decir. Por su mente pasaban cientos de cosas que lo confundían. Pero decidió que lo mejor sería despertar a Gon para que no siguiera sufriendo.