Adultez
Cuando vio a Edward esmerándose en redactar un informe, mordiéndose el labio inferior en un gesto de esfuerzo supremo, volvió a sentir esa indescriptible punzada en el pecho. “Cualquiera creería que está haciendo una tarea escolar” piensa Riza antes de mirarlo, como quien no puede remediar la injusticia, y salir de la biblioteca.
Roy envía a Edward a otra misión. El rubio se despide de él y de Riza con un frío saludo militar. Riza siente otra vez la punzada cruzarle el corazón al recordar que Edward aún es un niño, aunque su mirada ya no lo delate.
Más tarde Riza observa a Edward con Al; el mayor anima al menor, le sonríe y le dice que no importa cómo, pero van a recuperar lo que perdieron.
En la noche Riza regresa al Cuartel por algo que olvidó. Cuando se acerca a la oficina del Coronel Mustang, escucha los gemidos de este y los quejidos de Edward. En ese momento comprende el significado de “no importa cómo”. La maldita punzada regresa con una fuerza difícil de soportar. Pero no dice nada. No delata a Edward. No acusa a Roy. Solo aprieta con sus manos la carta que ella sabe que es de amor y tiene escrito en el sobre Para Roy Mustang, y sale del edificio sin hacer ruido.
Al día siguiente ve a Ed esforzándose en escribir un informe; Alphonse lo acompaña. Riza, sin saber bien por qué, se sobrecoge cuando mira lo mira reír con algo que ha mencionado Al. Recuerda lo ocurrido la noche anterior, lo compara con la sonrisa de Edward, y se pregunta si son contradictorios.
“No lo son” concluye al salir, “A pesar de todo, Edward aún es un niño”
11
Miedo
Para Dark Elric
-Al, no te duermas, quédate conmigo.
-Tengo miedo…
-Tranquilo, todo estará bien. Te lo prometo.
Roy tenía al chico sentado en sus piernas, y lo sostenía entre sus brazos, mientras trataba de detener la hemorragia con unos trozos de su propia camisa. Pero no era suficiente.
-Al –le habló, tratando de mantenerlo despierto- Esto es lo que haremos: yo te preguntaré algo, y, si me respondes, luego tú puedes preguntarme cualquier cosa ¿Te parece?
El chico asintió con la cabeza.
-Bien. Comenzaré yo. A ver… ¿Qué animales te gustan?
-Los gatos.
-¿Por qué los gatos?
-Porque son lindos… Y a usted?
-Ehh… a mí me gustan mucho los perros, porque son leales y obedientes, y, además NO COBRAN!
Alphonse rió levemente, débilmente, al ver la efusión del mayor.
-Mi turno. ¿Qué te gusta hacer?
-Mmm… leer… comer… estar con mi hermano… Él debe estar muy preocupado por mí… espero que pueda seguir solo…
-Al, ¡no hables de morirte! ¡Vas a estar bien! ¡Vas a resistir y volverás con Edward muy pronto! ¡Vas a estar bien, carajo!
La voz de Mustang se quebró, como en un sollozo.
-Coronel… Me toca a mí preguntar. ¿Está… está usted asustado?
La pregunta hizo estremecer al adulto. Desvió la vista, dolido.
-Sí. Tengo miedo, miedo de perderte.
De pronto, sintió una mano, una mano suave y cálida, acariciarle la mejilla.
-No se preocupe. Todo estará bien.
Roy tomó la mano de Alphonse entre las suyas, notando que era mucho más pequeña. De pronto, sintiendo la súbita cercanía de la soledad, de la muerte, lo besó en los labios, con una ternura desesperada. Olvidándose del miedo, de las burlas del destino. De que quizás eso estaba mal, de que había cosas más importantes que él mismo, tratando de retener ese momento, ese único momento, en su atormentada memoria.
-Al, yo… -el amago de disculpa se perdió en el aire- Estoy seguro de eso. Ahora… duerme…
20, Abr. 12
Espejismos
-¡Al!
-N-niisan… eres tú?
-Sí, Al. Ya estoy aquí.
Edward acarició el cabello castaño, olvidando las culpas, como si todos esos años de horror, todos esos pecados, no hubieran sido más que una dolorosa pesadilla de la que al fin lograba despertar.
-Niisan, te extrañé tanto… Todos pensaron que habías muerto, pero yo siempre supe que no era cierto, que te volvería a ver algún día.
-Yo también… también sabía que estaríamos juntos otra vez. Preferiría morir antes que vivir sin ti. Mi vida, mi felicidad eres tú, Al.
-No vuelvas a irte. Quiero que estemos juntos siempre.
-Así será. Te lo prometo…
Ambos hermanos se abrazaron, permitiéndose descansar finalmente. Edward acercó su rostro al de Alphonse, hasta que sus bocas se rozaron. El amarse era inevitable y perfecto.
-Al… perdóname… perdóname por no poder ser un buen hermano mayor…
Alphonse despertó en ese momento, con el sabor de los labios de Edward todavía en la boca.
2, Jun. 12
Línea
Hacía frío. Roy y Alphonse caminaban juntos; el adulto en la acera y el chico sobre una banqueta, de modo que resultaba un poco más alto que Roy. Caminaba con cuidado para no resbalar y caer. Roy lo miró, con la mirada melancólica por irremediables sentimientos. El viento sopló, alborotándoles el pelo y sacudiendo sus bufandas.
-Alphonse…-preguntó de pronto-¿Te has enamorado alguna vez?
-No –contestó el chico- ¿Y usted?
Ponía un pie delante del otro, levantando un poco los brazos hacia los lados para mantener el equilibrio.
-Al... soy demasiado mayor como para no haberme enamorado nunca.
Sus propias palabras eran una especie de dolorosos reproches, para sí mismo, que era el único que los merecía.
-¿Se ha enamorado muchas veces, Coronel?
-Sí.
-¿Y cómo sabe quién es la persona correcta?
-No lo sé, Al. Aún después de tanto tiempo, no lo sé.
Había un destello de amargura en su voz, un acento de tristeza, que Al no lograba comprender.
-¿Cuántos años tienes, Al?
-Trece.
Roy levantó la vista hacia el cielo nublado, como si quisiera escapar de un destino de nostalgia. Miró entonces al chico, con su cabello castaño y su rostro risueño. Era tan joven…. Siempre llega uno tarde, o es la soledad la que se nos adelanta. Él entonces estaría siempre lejos. Porque hay cosas prohibidas, líneas que no debemos cruzar nunca. Como el corazón le dolía, sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no quería llorar, no podía llorar. No tenía el derecho a hacerlo.
-Coronel… ¿le ocurre algo?
La voz de Al, tan suave, tan tranquilizadora, lo hizo reaccionar. Cuando el niño le tocó el hombro, Roy no pudo contenerse y lo abrazó. Hundió el rostro en el pecho infantil, sintiendo su calor. Alphonse se sorprendió, pero pronto una sonrisa compasiva se formó en su rostro, y lo estrechó a su vez. Frotó los fuertes hombros del mayor con sus pequeñas manos, cubiertas con guantes rojos de invierno. Roy también sonrió, porque el dolor en su corazón se había desvanecido un poco; aunque él sabía que, nunca más, desaparecería del todo.
30, Jun. 12
Demencia
¡Qué maravilloso espectáculo! ¡Tanta muerte, con la cual obtenía toda la sangre, valiosa y recóndita sangre, que necesitaba! Todo era perfecto, todo había salido bien. El Fuhrer, Adolf Hitler, sería arrestado, ya estaba sitiado y el nazismo caería justo cuando lo había calculado. Había sido difícil ayudar al Fuhrer a ascender, pero haciendo uso de su inmensa inteligencia, Edward lo logró. Hitler había tenido a Alemania en su mano, y Edward estuvo más que feliz de trabajar con los científicos nazis, inventando maneras de mejorar las cámaras de gas, los aviones bombarderos, las formas de matar. Alphonse había querido detenerlo, y Edward, conociendo la poderosa influencia que su hermano menor ejercía sobre él, conociendo su propia devoción, había tenido que evitar que estropeara sus planes. Una noche Edward se metió a su habitación sin hacer ruido, y Al no había podido defenderse de sus ojos lujuriosos, de sus manos feroces arrancándole la ropa. De esa forma Edward lo había puesto en su lugar. ¡Si él tenía todo el derecho a hacer con Al lo que quisiera, que por algo era su hermano mayor, si todo lo hacía por Al!
Ahora, Alphonse lloraba a su lado, pero una leve sonrisa se formaba en el rostro de Edward. Con los millones de humanos muertos en la guerra y en los campos de concentración, por fin podría volver a casa.
14, Jul. 12
Salvación
Mi padre era un borracho incorregible. Sólo volvía a casa por las noches, siempre con ese intenso hedor a alcohol rodeándolo. Él golpeaba a mamá; lo hacía por cualquier motivo, por insignificante, por minúsculo que fuera. En esas ocasiones niisan me tomaba de la mano y corríamos a escondernos a nuestro cuarto. Niisan cerraba la puerta y me abrazaba fuerte, pero, aún así, yo podía oír a mamá llorando y gritando, y a mi padre profiriendo los peores insultos contra ella, mientras la golpeaba salvajemente. Yo también lloraba en esos lapsos inolvidables.
Cuando mamá murió, mi padre se puso peor que nunca. Nosotros no parecíamos importarle en lo más mínimo, pero nuestra sola presencia lo irritaba. No teniendo a mamá para desahogar sus rabias, golpeaba a niisan. A mí jamás me tocaba, porque corría a esconderme como siempre, pero sufría de igual modo llorando en el cuarto, escuchando a mi padre golpear a niisan.
Esa noche, como siempre, estaba yo encerrado en el cuarto, oyendo los golpes y los insultos. Lloraba de miedo, y de impotencia porque no podía ayudar a niisan. Hubiese preferido que me golpeara a mí y no a él. De pronto, los golpes cesaron, y entonces fue mi padre el que gritó. Luego, silencio, sólo silencio. Rápidamente fui a ver que sucedía, y me encontré con una escena atroz: mi padre yacía en el suelo, en un charco de sangre, y parado frente a él estaba niisan, mirándolo con el rostro impasible. En la mano derecha sostenía un cuchillo manchado. Al verme me dijo que volviera al cuarto, que no me preocupara porque papá no volvería a hacernos daño, y que me quería mucho. Yo obedecí, y desde adentro pude oír el ruido de la puerta principal cuando niisan se fue para siempre.
26, Jul. 12
Nueva vida
Mi padre era un borracho incorregible. Sólo volvía a casa por las noches, siempre con ese intenso hedor a alcohol rodeándolo. Él golpeaba a mamá; lo hacía por cualquier motivo, por insignificante, por minúsculo que fuera. En esas ocasiones niisan me tomaba de la mano y corríamos a escondernos a nuestro cuarto. Niisan cerraba la puerta y me abrazaba fuerte, pero, aún así, yo podía oír a mamá llorando y gritando, y a mi padre profiriendo los peores insultos contra ella, mientras la golpeaba salvajemente. Yo también lloraba en esos lapsos inolvidables.
Cuando mamá murió, mi padre se puso peor que nunca. Nosotros no parecíamos importarle en lo más mínimo, pero nuestra sola presencia lo irritaba. No teniendo a mamá para desahogar sus rabias, golpeaba a niisan.
Esa tarde mi padre llegó temprano, antes que niisan regresara del colegio. Estaba furioso. Yo jugaba en la calle, frente a la casa. Al verme me agarró del cabello y, de esa forma, me llevó adentro. Mi llanto lo impacientó más todavía, y comenzó a pegarme. Niisan llegó en ese momento, quiso detenerlo pero mi padre lo empujó de un puñetazo. Justo cuando creí que me mataría a golpes, vi con horror la hoja del cuchillo hundirse en su espalda. Niisan la clavó y la sacó repetidas veces, hasta que mi padre cayó al suelo y no volvió a levantarse. Entonces me levanté aterrado, pero niisan me abrazó y me dijo que papá ya no podría lastimarnos más. Me llevó al baño, allí me curó las heridas que mi padre me había causado, me lavó la sangre, la mía y la que me había salpicado de mi padre, se lavó él también; después me dijo que me cambiara de ropa y que hiciera una maleta, mientras, él hizo lo mismo. Dimos una última mirada al cadáver de nuestro padre, y nos fuimos para siempre.
26, Jul. 12