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No puedo dormir. por Yoake1911

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Notas del capitulo:

Bueno, este fic lo empecé hace mucho tiempo pero dadas ciertas circumstancias no lo acabé hasta hoy. Espero que os guste. 

Los personajes NO son mios. Son creación de Inoue Takehiko a quien pertenecen todos los derechos de autor

CAPÍTULO ÚNICO: No puedo dormir.

Se acercó a él sin vacilar. Levantó el puño y le pegó tan fuerte que le hizo caer y darse en la cabeza contra un árbol. El golpe le dejó en el suelo, estaba sangrando. La sangre, oscura, teñia de rojo el verde de las plantas. Cuando lo vi, la furia recorrió todo mi cuerpo, estaba furioso, miré con mucho odio a aquel que le había pegado y le tiré al suelo. Le pegué, una vez, y otra, y otra...Rukawa no se levantaba del suelo. Me dieron en el estómago y caí yo. Volteé a ver como estaba él pero seguía sin dar señales de poder levantarse. Con mis ojos llenos de furia miré al chico que se acercaba a mí con un bate de béisbol de madera, no me dio tiempo a reaccionar porque en menos de lo que imaginé el chico me golpeó con el bate. A partir de ahí todo se volvió negro.

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La semana anterior a aquello había sido un tanto difícil para mí. Llevaba ya dos años en el equipo de baloncesto del Shohoku cuando me di cuenta de algo. Me gustaba un chico, y no precisamente alguien con quien me llevara de rositas sino todo lo contrario, me gustaba Rukawa Kaede. Se puede decir que me di cuenta de ello entonces pero reflexioné y la verdad es que realmente me había gustado siempre y que el aparente amor que sentía hacia Haruko era solo por miedo a darme cuenta de la realidad. Como iba diciendo, aquel día fue un tanto complicado. Dándole vueltas al asunto durante 2 meses decidí contárselo a mi mejor amigo Yohei. Quedamos en que hablaríamos a la hora del almuerzo y así fue.

-Entonces... ¿Que es lo que tanto te preocupa, Hana?-me preguntó.

-Es un poco difícil de explicar...-suspiré- Tu eres mi amigo, ¿verdad?

-Claro.

-Tú vas conmigo por quien realmente soy, ¿verdad?

-Obviamente.

-Quizás esto que te contaré te impactara un poco pero, ¿continuarás siendo mi amigo?

-Si, Hanamichi-dijo serio- Cuéntame, ¿qué es lo que te ocurre?

-Verás yo...me he enamorado.

-Eso lo sabemos todos, Haruko es un...

-No, no-le interrumpí-Es otra persona.

- ! Oh!-exclamó-¿Quien es la afortunada que tendrá detrás a Hanamichi Sakuragi?-dijo entre risas.

Sentí una punzada muy adentro mío. ¿Como le decía que no era afortunada sino afortunado?

-Verás...esto...yo no lo definiría tanto como afortunada...-dije.

-No entiendo.-dijo Yohei confundido.

-A mi...Me gusta un chico...Me gusta Rukawa.

Los ojos de Yohei se abrieron como dos platos. Me miró impactado. Supongo que no sabía que decir ante la situación. Porque... ¿Que harías tu si tu mejor amigo te viene un día de repente y te dice, "Ey hola, que me gustan los chicos"?

-Esto...Yohei yo...

-No...Ehm...no digas más...me podrías...¿Podrías darme tiempo para pensarlo, por favor?

-Si, claro. Gracias por escucharme...

Eso fue lo único que puede decir antes de que se fuera. Me quede ahí sentado sin habla preguntándome si realmente había sido un error contarle aquello a Yohei. Rápidamente saqué aquel pensamiento de mi cabeza, decírselo estaba bien porque era mi mejor amigo. Decidí saltarme el resto de las clases y relajarme en el tejado. Subí cuando sonó la campana y me crucé con él. Kaede Rukawa.

-¿Vas a saltarte las clases?-dijo burleta- No hagas lo mismo con las prácticas, do’aho.

-Cállate.-dije un tanto cortante.

En aquel momento no estaba de humor para empezar una estúpida conversación como hubiese hecho normalmente. Bien, no es que puedan ni llamarse conversas. Cuando Rukawa se fue me estiré en el suelo detrás de la entrada, para que nadie me viese. Dormí el resto del rato hasta que quedaron 20 minutos para el fin de las clases. Bajé las escaleras y fui a por mis cosas. La gente aún no había salido de clase pero había alboroto en la calle, alguien estaba en la puerta armando jaleo. Fui a ver que pasaba. Al llegar vi a una panda de tíos parados enfrente del colegio, al parecer no me vieron así que me escondí para averiguar que hacían esos tipos ahí.

-¿Crees que haya chicas guapas en este colegio, Taichi?

-Claro que si, ayer vi unas que llevaban el uniforme de esta escuela, ¡y eran bien guapas!-dijo el supuesto Taichi.

-Oh… entonces parece que podremos ligar un po..

-¡Eh!-grité- Si estáis aquí para molestar a las chicas, largaros.

-¿Quién eres tu, eh?-dijo el supuesto Taichi-¿El ángel protector de esta escuela? ¡Anda y piérdete, niñato!

Reprimí el puñetazo que hubiera salido disparado hacia su cara de estúpido porque quería seguir jugando al baloncesto. Respiré hondo y les miré con furia.

-Será mejor que os marchéis de aquí, chicos, no me importaría llamar a un profesor.

-Será mejor que nos marchemos, Taichi-nii-dijo un chico algo más joven- Un amigo de mi padre trabaja aquí, no quiero problemas…

Taichi miró al chico y luego alzó su mirada a mí.

-Tch, por esta me largo-me dijo- Pero me quedo con tu cara, pelirrojo.

Dicho eso, él y toda la banda que iba con él se largaron de ahí. Me sentí realizado y volví para el entrenamiento. Como no había nadie en el gimnasio me puse a hacer unos cuantos tiros y demás. Mientras iba tirando pensaba en que debía hacer después de haberle dicho a Yohei lo que sentía por Rukawa. Obviamente la relación mía y de Rukawa no era la mejor del mundo, las peleas eran constantes, igual que los insultos. Yo actuaba así porque era la única forma de estar cerca de él, porque tenia la sensación de que si dejaba de hacerlo lo echaría todo a perder.

-Que puntual por tu parte, Hanamichi Sakuragi-dijo Ayako.

-No tenia nada más que hacer.

Seguí tirando y ella se fue a organizar cosas para el entrenamiento. A medida que fue pasando el tiempo llegaron todos los demás. Hicimos un buen entrenamiento y nos fuimos a las duchas. Aquel día no iba muy fino y no hice ninguna de las tonterías que habitualmente solía hacer. Todos se quedaron perplejos de no oírme y de mi obediencia aquel día. Cuando terminé de ducharme me despedí de todos y me fui hacia mi casa. De camino allí pensé en cuanto tiempo hacia que estaba enamorado de él, de Rukawa. No fui capaz de contar pero me di cuenta de que la sensación que yo había descubierto como amor la tenía de mucho, mucho antes.

-Sakuragi…-oí una voz de fondo-¡Sakuragi!

Estaba ya a punto de abrir la puerta de mi casa cuando oí la voz. Me giré y le vi, era Rukawa.

-¿Qué haces aquí?-le pregunté sorprendido.

-Tengo algo que decirte.

-¿Mmm? ¿Qué es?

Ya estaba sorprendido de que hubiésemos compartido 3 palabras sin que ninguna de ellas fuese un insulto pero lo que hizo después me sorprendió el doble, el triple, no, el cuádruple. Se acercó sin vacilar con la mirada fija en mí, me jaló del brazo y me abrazó. Estaba atónito, no sabia que hacer. ¿Por qué me estaba abrazando? Entonces me susurró en el oído algo así “Lo siento pero tengo que hacerlo”. No supe a que se refería en ese momento, pensé que era el abrazo pero después al cabo de dos segundos supe con exactitud a que se refería. Se separo unos milímetros de mí y me besó. En los labios. No fue un beso para lanzar cohetes, pero fue un beso. Él se separó de mi y me miro de reojo, yo no pude decir nada. Él me dijo “Lo siento” y se marchó. Quería detenerlo y gritarle “¡No te vayas, quédate conmigo, te quiero!”, pero no podía hacerlo en el estado en el que me encontraba. Si alguien hubiera visto mis ojos se hubiese reído de mi, estaban abiertos como dos platos. Me quedé quieto sin habla y sin aliento, pasmado, sorprendido por lo que acababa de suceder.

Aquella noche no dormí; el momento, la textura de sus labios, el sabor, su fragancia, su manos cálidas abrazándome la espalda…todo se repetía en mi mente como una película. No podía dejar de pensar en él, en el porqué de aquello que hizo, la única pregunta en mi cabeza era esa. Cada vez que pensaba en eso mi corazón daba un salto, el pulso se me aceleraba, mis mejillas se sonrojaban y formaba una sonrisa en mis labios. Eso era una prueba de cuanto le quería.

La mañana siguiente vi como salía el sol, porque no pude dormir ni un solo minuto. Un claro amanecer se abría paso entre la oscuridad de una negra noche. Yo me levanté de la cama y me puse un chándal y las zapatillas de deporte y salí a correr. Aún quedaba mucho tiempo hasta la hora de empezar las clases así que fui a correr para relajarme y pasar el tiempo. Corrí durante hora y media y cansado regresé a casa. Me pegué una buena ducha y me vestí. Preparé mis libros para el día y me fui de casa. Llegué temprano y como no había casi nadie fui al gimnasio. Como una niñita enamorada –claro que estaba en la misma posición con diferente sexo-, me puse a recordar momentos vividos con él. Bueno, no se puede decir momentos como aquello de salir algún día juntos, sino más bien recordando entrenamientos, partidos, peleas… ¡Oh, sí! La primera vez que nos vimos, en la terraza. Los dos acabamos sangrando. Recuerdo que pensé: “Que tipo tan imbécil”, y después de mucho tiempo estaba enamorado de él. Entonces recordé la cara de Yohei cuando le expliqué como me sentía respecto a Rukawa. Noté una punzada en el estómago, realmente deseaba que Yohei más que nadie me entendiera en aquellos momentos. El timbre de la primera hora me sacó de mi mundo y me obligó a ir a clases. Aquel día se me pasó muy largo, no podía dejar de pensar en lo de la noche anterior y tampoco podía sacarme de la cabeza la cara de Yohei. No quería presionarle pero necesitaba con urgencia que me dijese que pensaba sobre todo aquello. Necesitaba a alguien al que contarle todo, mis cosas, necesitaba a mi amigo de vuelta. Pero no volvió aquel día, ni los que prosiguieron a ese. Yohei tan solo me saludaba si nos cruzábamos por el pasillo y los demás se preguntaban qué estaba pasando ahí. Cada vez que me preguntaban no hacía más que responder con evasivas de todo tipo. No podía arriesgarme a quedarme solo, no quería, no hasta que Yohei me diese una respuesta.

Pasaron los días y ni Rukawa ni Yohei me dirigían la palabra. Todas las noches pensaba en ello y no podia conciliar el sueño ninguna noche. Los dos huían de mí, y yo estaba esperando por explicaciones por parte de los dos. Entendía perfectamente a Yohei y no iba a meterle prisa, pero ¿Rukawa? Oh, no, no. Rukawa me debía explicaciones muy, muy urgentes. Porque, claro, uno no besa a alguien (un chico, siendo un chico, menos) y se va de rositas sin dar explicaciones. El viernes, después del entrenamiento, salí justo después de Rukawa. Salimos de la escuela con varios metros de diferencia, él sin darse cuenta de mi presencia. Avanzamos unos metros más hasta que llegamos a un parque solitario, era tarde y todos los niños que jugaban por allí ya estaban en sus casas. Entonces me dije: “Es ahora o nunca”. Le cogí del hombro y le giré, quedando así de frente a frente.

-¿Por qué huyes, Rukawa?-le pregunté.

-¡No huyo!-contestó él.

-¡Claro que lo haces, estúpido!-me miró ofendido-¡Una persona no hace lo que hiciste y se va, así sin más, sin dar explicaciones! Me…me besaste, Rukawa.

Se quedo callado mirando al suelo, nervioso, no sabía que decir.

-¿Por qué lo hiciste?-dije. No respondió- ¡¿Por qué me besaste?!

Entonces levantó la mirada y me miró directo a los ojos.

-¿Quieres saberlo?-se acercó-¡¿De verdad quieres saberlo?!

Me cogió por el cuello de la camiseta y me apretó muy fuerte. Me miraba dolido, directo a los ojos. Pude observar cada ángulo de su rostro, cada facción. Sus ojos se clavaron en los míos, entonces soltó una carcajada triste.

-¿Por qué te piensas que lo hice, eh?-dijo retóricamente, no esperaba respuesta- Porque…porque te amo, estúpido Sakuragi.

Me soltó y se giró. Entonces sonreí. ¡No podía haber sido más feliz! La persona que más amaba me quería, a mí, a Sakuragi Hanamichi. Me quería y me había besado porque así era.

-¿Por qué no me lo dijiste?-le pregunté.

-¿Para que?-soltó- ¿Para tener un rechazo? No, gracias.

Entonces me reí. Yo sabía más que nadie en el mundo que era ser rechazado por alguien y sabía que dolía pero, ¡él no iba a ser rechazado! Avancé y le abracé.

-¿Qué…qué estás haciendo?-preguntó con voz confusa.

Apreté aun con más fuerza su cuerpo contra el mio, no muy diferentes físicamente.

-Abrazarte, ¿no ves?

Se giró entre mis brazos y me miró fijamente. Quería una respuesta, ya. Me acerqué a su oído y le susurré: “Yo también te amo”. Él se quedó sin aliento y reaccionó al cabo de unos segundos. Él me devolvió el abrazo posando sus brazos alrededor de mi espalda. Unos minutos después le levanté el rostro y mientras él esbozaba una sonrisa yo le robé sus labios con un beso. Él me respondió con dulzura. Fue un beso tierno, lleno de amor. Luego se tornó más salvaje y con pasión. Nos besamos durante mucho rato, no conté el tiempo. Cuando al fin nos separamos yo le miré a los ojos, ahora él era mío y yo, suyo.

-Será mejor que vayamos para casa.-dijo.

-Si, será mejor.

Nos fuimos caminando a nuestras casas. La mía quedaba más adelante que la suya así que nos despedimos en la suya. Nos paramos allí en frente y nos miramos. Ninguno de los dos sabía que decir, todo aquello era demasiado irreal, pero maravilloso.

-Pues…me iré yendo para casa. Nos vemos mañana-le sonreí.

Hice ademán de marcharme cuando el me cogió de la camiseta.

-Sakuragi…nosotros…-empezó-¿Estamos saliendo?-dijo en un susurro apenas audible.

Sonreí ante esa pregunta. ¿Acaso no era obvio? Si, si lo estábamos. Él me gustaba, yo le gustaba. Miré hacia los lados, no vi a nadie. Entonces me acerqué y le di un suave beso en los labios.

-¿Esto te sirve?-le dije antes de darle otro beso.

-Mmm…Creo que si.

Le sonreí y el entró en su casa y yo me fui para la mía. A diferencia de la última vez, que no dormí en toda la noche, aquel día caí rendido sobre la cama y me fui al mundo de los sueños a los dos segundos. Pequeños Rukawas con forma de angelito se paseaban por mi cabeza diciendo “Te quiero, Hana, te quiero”. Entonces se volvía a reproducir en mi cabeza el momento en que nos besábamos en el parque. Entonces todo se volvía negro y aparecía un camino. Solo el sendero estaba iluminado y al final del camino estaba Yohei. Yo le llamaba y corria, pero él me miraba con desprecio y se iba. Me desperté chillando. No podría estar bien nunca hasta que Yohei volviese a ser el de antes, necesitaba a mi mejor amigo. Miré el reloj, marcaba las 6 de la mañana. Era temprano, pero no quería volver a la cama, un fuera a ser que me durmiese. Decidí darme un baño calentito para relajarme y olvidarme de mi pesadilla. A las 7 ya estaba listo para el colegio, aunque no empezaba hasta las 8:15. Entonces cogí mi mochila y me fui a casa de Rukawa, no tenía nada que hacer así que decidí esperarlo. A las 7:45 Rukawa salió de casa, con su bicicleta y una cara de dormido impresionante.

-Ei! ¿Siempre sales con esa cara de casa?-le dije simpatico.

Rukawa abrió los ojos de golpe y esbozó una sonrisa.

-¿Y tú siempre te levantas tan temprano?

Me miró simpatico y se acercó a darme un beso.

-Buenos días, Hana.

-Buenos días Kaede.

Rukawa se montó en su bici y nos fuimos hacia el colegio. Durante mas o menos la mitad del trayecto estuve pensando en Yohei y en cuánto más tardaría en decirme algo. Supongo que mi cara mostraba lo que sentia, porque Kaede lo notó y me lo hizo saber.

-¿Qué ocurre?-me dijo Rukawa mientras frenaba.

Le conté todo lo que había pasado con Yohei y el me escuchó atentamente. La verdad es que estaba mal. ¿Quién no? Hacia ya muchos días que no hablaba con mi mejor amigo, y todo porque yo era gay y estaba enamorado de Rukawa. Yo no quería que me apoyase, solo que lo entendiera y que estuviera a mi lado a pesar de todo.

-¿Por que no vas tu a hablar con él?-me preguntó Rukawa.

-Me da...miedo.-contesté- No sé qué decirle, y no sé cuándo hablarle.

-¿Qué tal hoy?-me dijo Rukawa. Le miré con asombro-¡No me mires así! Va, sé que no estarás bien conmigo hasta hablar con él y yo quiero que estemos bien. Yo te apoyo.

Sonreí levemente. Me hacía sentir más seguro tenerle a él cerca y apoyándome.

-No sabía que tú supieras decir ese tipo de cosas...-le dije.

-Mmmm...No tenía la necesidad de que otros supieran como soy con la persona que amo...-me respondió él.

Me miró y le miré. Nos sonreímos y antes de retomar el camino me dio un beso en los labios.

Esperé con ansias que llegase la hora del recreo. Había quedado con Kaede de vernos en el tejado todos los días a esa hora. Cada vez que subía, el tejado me devolvía a nuestro primer encuentro, como empezó y como acabó aquel momento. Cuando subí él ya estaba allí esperándome. Allí hablamos, nos besamos y reímos. Nunca hubiese imaginado que Rukawa se pudiera reír de aquella manera, tan sincera, tan diferente a la que nunca me hubiese imaginado... El timbre destrozó mi momento de gloria y cada uno se fue a su respectiva clase. Vi a Yohei que entraba en clase con los demás. Los otros me hicieron señas, haciéndome esbozar una leve sonrisa, pero Yohei miró al suelo, sin decir ni hacer nada. Oculté mi rostro dolido mirando al suelo y entré en clase. Estuve toda la clase mirando por la ventana, sin escuchar ni prestar atención. Como no aguantaba más estar en clase, cogí mis cosas y me largué de ahí en cuanto hubo acabado la primera clase. Decidí ir al gimnasio a echar unos tiros a canasta pero mientras pasaba por delante de la puerta de entrada vi a Rukawa hablando con alguien. Me acerqué a ver.

-¿Podéis salir del medio? Quiero pasar-dijo Rukawa- Imbéciles...-susurró.

-Como si fuéramos a hacer eso.-dijo riéndose uno de los chicos- Eh chicos, mirad quien viene por ahí, es el pelirrojo protector de la escuela.

Todos empezaron a reír escandalosamente, mientras Rukawa se giró hacia mi.

-!Sakuragi! ¿Qué haces aquí?-dijo bajito.

-No aguantaba más en clase...-le dije guiñándole un ojo discretamente- !Vosotros! ¿Otra vez aquí? ¿Porque no os largáis de una vez? No vais a conseguir nada.

-Taichi-nii...-dijo el chico más joven.

-Callate, Jin.-le chilló Taichi- Tú, pelirrojo estúpido...

No pudo acabar la frase porque se oyeron las voces de profesores que daban guardia en el patio. Los gamberros se largaron con el rabo entre piernas mientras que Rukawa y yo nos miramos y salimos corriendo a escondernos en el gimnasio. Cuando hubimos entrado nos empezamos a reír. Yo pare en seco de reír y miré fijamente a Rukawa. El me miró.

-¿Por que dejas de reír tan de repente?

No le respondí, simplemente me acerqué y lo besé en los labios. El me abrazó y siguió con el beso. Al principio fueron besos suaves, pero a medida que pasaba el rato iban subiendo de tono, hasta llegar a la cúspide de los besos apasionados. Entonces Kaede me dijo algo que me sobresaltó:

-Te quiero...

-Yo también te quiero, Kaede...-dije dándole un beso.

-Creo que no me has entendido.-dijo pícaro-Te quiero-me dio un beso- Ahora.

Me sorprendí al comprender lo que Kaede estaba insinuando. El gran Rukawa Kaede, famoso por su corazón frío y por solo preocuparse del baloncesto, ahora estaba ante mí con ojos lujuriosos, esperando un sí por respuesta. Los dos sabíamos en que estado nos encontrábamos y cual era la temperatura de nuestro cuerpo. El me cogió y me beso apasionadamente y yo le respondí, dando así paso a la acción.

Cuando oímos el último timbre fue cuando nos levantamos y fuimos a ponernos la ropa de entrenamiento. Aquella mañana había sido sin duda la mejor de entre muchas, dejando de lado los problemas con Yohei. Rukawa y yo empezamos a tirar unos cuantos tiros hasta que llegó el resto del equipo. Aquel día me sorprendió ver como estaban observando el entrenamiento Yohei y los demás. Cuando acabamos el entreno yo me duché rápido y me excusé diciendo que tenia prisa. Para no levantar sospechas entre los del equipo y ahorrarnos estúpidas preguntas Kaede y yo habíamos acordado hablarnos solo lo justo y necesario delante de los demás y tratarnos como siempre. También acordamos quedar en el parque que daba esquina en el colegio después de los entrenamientos para irnos juntos a casa. Yo me senté en ese banco y le esperé.

-¡Hanamichi!-gritó una voz. Me giré y vi a Rukawa.

-¡Por fin! ¿Nos vamos?

El asintió. Pero fue entonces cuando aparecieron Taichi y su panda.

-Ja, ja...Sakuragi Hanamichi, ¿verdad?-dijo Taichi.

Como siempre, detrás suyo iba Jin como un cachorrito.

-¿Algún problema?-dije desafiante.

-Bueno....Tú eres el problema, pelirrojo.

Sin decir nada más me pegó en la cara y caí al suelo. Me levanté e hice intención de pegarle, pero Rukawa me paró.

-El baloncesto, Hana.

Bajé mi puño, lleno de rabia. Entonces el golpe de puño, el árbol, la sangre, el bate, la oscuridad.

---

Cuando desperté estaba en mi casa, en mi cama. Miré a un lado, miré a otro. Estaba solo. Me levanté rápidamente y casi me caigo del mareo. Bajé las escaleras y vi a Rukawa sentado en mi sofá, tomándose una taza de té. Llevaba una venda alrededor de la cabeza y tenia heridas por todo el cuerpo. Una ira increíble invadió mi cuerpo pero quedo apaciguada al ver la sonrisa que Kaede me regalaba.

-Me alegro que estés bien.-le dije, soltando un suspiro-Pero..¿Qué...?

-Te golpearon con un bate en la cabeza y te desmayaste. Yo estaba estirado en el suelo, sangrando de la cabeza por el golpe contra el árbol, cuando vi unos pies aparecer delante mio. Primero pensé que eran los tuyos, pero después te vi tumbado en el suelo y levanté un poco la vista. Adivina quién vino.

-¿Quién?-pregunté.

-Yohei.-le miré con asombro.- Yohei y tus otros amigos vinieron y les pegaron la paliza del siglo. Yohei nos trajo a casa.

Kaede sonrió y me giño el ojo y con eso lo dijo todo. Me dijo “Ve a buscarlo, aun puedes alcanzarlo”. Me acerqué a el rápidamente y le di un beso en los labios.

-Te quiero.-le dije.

Y dicho eso salí corriendo por la puerta y fui dirección la casa de Yohei. No quedaba muy lejos de la mía y en cuatro o cinco zancadas había llegado a su calle. Le vi casi llegando a la puerta de su casa, si entraba lo perdia.

-¡Yohei!-chillé a pleno pulmon-¡Yohei! ¡Yohei!

Mi mejor amigo se giró y me miró. Yo aceleré y lo alcancé.

-Yohei...-dije ahogado por la cursa.-Yohei....gracias.

-No tienes porque darlas.-me respondió, medio cortante.

-Yohei yo...-no sabia bien que decir- Yo no aguanto más. ¿Qué tienes que decir al respecto? Llevo muchos días pensando en ello y no puedo concentrarme. Necesito saber lo que piensas, necesito a mi mejor amigo.

El miró al suelo, dudoso. Entonces me miró directamente a los ojos.

-Hanamichi... Sabes, me chocó mucho lo de que tu eras...homosexual, que te gusta Rukawa. Pero en ningún momento dejé de ser tu mejor amigo y en ningún momento deje de querer estar contigo como amigos. Solamente te pedí tiempo. No me importa lo que seas, si te gusta un chico, si te gusta una chica o si quieres ir con los dos. Yo soy tu amigo por quién eres y no dejaré nunca de serlo.

Aliviado caí al suelo. Unas lagrimas resbalaron por mis mejillas.

-¿De que lloras?-dijo riendo- Ve, corre, Rukawa te espera en casa ¿no?

Le sonreí y me levante al acto. Le di un abrazo amistoso y me fui. Cuando llegué a casa lo primero que hice fue abrazar a Rukawa, quién me devolvió el abrazo. No podía ser más feliz en esos momentos, tenia a Kaede, tenia a Yohei.

Aquella noche fue una noche apasionada. Aquella noche, abrazado a quién más amaba, dormí como un niño.  

 

Notas finales:

Bueno, eso es todo. Seguramente no es nada del otro el mundo, pero espero que les haya gustado. 


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