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Bajo la lluvia. por ecross

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Notas del fanfic:

¡Hola a todo el mundo! Bueno, la idea para este fic me vino hace unos cuantos días, pero entre el instituto, la guitarra, la musica y que me da pereza... e.e

Como sea, espero que esta historia les guste >.< Así que lean, y comenten para saber su opinión,¡ a leer!

Notas del capitulo:

Los personajes no son míos, son de Mashasi Kishimoto, y mi mente los usa para crear historias sin sentido >.<


Capítulo1: Cielo plomizo

 

 

 

 

La lluvia caía sobre mi cuerpo, pero a mí poco me importaba. Podía ver el cielo repleto de nubes negras, y las gotas que de ellas caían hacían que mi vista se volviera aún más borrosa. Sonreí sintiendo que las lágrimas se juntaban con las gotas de agua. Me llevé una mano al abdomen y apreté, sintiendo un intenso dolor recorrer mi cuerpo. En cierto modo me gustó sentir el dolor, significaba que aún estaba vivo, que aún podía sentir algo, me aferraría a él. Llevé la mano con la que había apretado mi abdomen hasta mi rostro, y sentí el caer de las cálidas gotas de sangre sobre mi cara en contraste con la fría lluvia.

Escuché a lo lejos el incesante y estruendoso sonido característico de una ambulancia, o un coche de policía, ya no podía saberlo con toda certeza, pues mis facultades sensoriales se marchaban como mi calor corporal.

Mi mano cayó sobre el agrietado pavimento, mis fuerzas se iban a la par que mi sangre se esfumaba de mi cuerpo, que se tornó pesado y frío. Sabía que me moría, sentía que cada vez más me costaba respirar, el sólo hecho de inspirar y expirar se me hacía dificultoso y cansado. Pero en cierto modo me sentía feliz.

Mi mente divagó, y al final me pregunté cómo había acabado en aquella situación: tirado en el suelo, bajo la incesante lluvia, mientras una herida de arma blanca en mi abdomen hacía que me deslizara lentamente hacia el otro mundo. Sonreí al darme cuenta de la respuesta. Sabía cuándo había comenzado aquello, y en mi mente empezaron a florecer secuencias de hacía un año: el día que entré al último curso de secundaria, el día que le vi, el día que comenzó el principio del fin.

 

 

 

1 año atrás

 

 

Terminé de ponerme el uniforme y me miré al espejo. Bufé de desesperación al ver mis cabellos rubios ir en cualquier dirección. Cogí un peine y lo pasé a través de esas malignas hebras de pelo para ver si era capaz de que se quedaran en su sitio, pero al terminar mi pelo volvió a su forma original como si nada. Suspiré de cansancio y me rendí, mi pelo siempre iba a su bola y normalmente eso no me solía importar, pero hoy era un gran día: hoy comenzaba el último curso de secundaria en mi nuevo instituto, y quería cuasar buena impresión a mis compañeros de clase, pero al parecer mi cabellera no estaba por la labor.

Cogí mi mochila y bajé al comedor donde un desayuno de magnífico aspecto me esperaba. Relamiéndome, me senté, mientras sentía mi estómago rugir.

-Buenos días cielo.-dijo mi madre mientras se sentaba a mi lado.

-Buenos días mamá.-dije mientras sonreía.- ¡Itadakimasu!-dije sin preámbulos, el hambre me estaba matando.

Mi madre sonrió y, juntos, empezamos a comer la deliciosa comida que sólo ella sabía hacer.

-Estaba todo buenísimo, como siempre.-dije mientras llevaba los bártulos y los metía al lavavajillas.

-Me alegro de que te gustara.- dijo mi madre poniéndose de pie.- Hoy es tu gran día,¡ tienes que estar lleno de energía para hacer muchos amigos!

-¡Claro que sí, dattebayo!-dije mientras la abrazaba.

Después me dirigí al salón y me quedé en frente de la foto de mi padre.

-Ya verás otosan, ¡hoy haré muchos amigos y les enseñaré cómo somos los Namikaze!-dije mientras me ponía lentamente el abrigo.- ¡Ya verás! ¡No te decepcionaré!-y después besé suavemente la foto de mi padre, a modo de despedida.

-¡Adiós okasan!- dije mientras la abrazaba.

-Adiós hijo mío.-dijo mientras me revolvía aún más el cabello.-Suerte.

Yo asentí y salí de casa para tomar el fresco que había en el exterior. Miré el cielo plomizo que se extendía por todo el horizonte, y sentí la humedad y el olor a lluvia. Sonriendo, saqué la sombrilla de mi mochila y la abrí justo en el momento en que las primeras gotas empezaban a caer hacia el suelo.

Comencé a caminar  alegremente, me encantaba cuando llovía, y no me disgustaba para nada mojarme. Recorrí lentamente las calles de Konoha que, debido a la lluvia, estaban desiertas. Giré en la derecha después de un cruce, pues debía de atravesar un parque para llegar al instituto. Mientras tarareaba una cancioncilla de unos de mis grupos de rock favorito, una silueta a lo lejos llamó mi atención. Me froté los ojos y me acerqué un poco más, pero mis ojos no me estaban engañando. A pocos metros de mí se encontraba un chico. Era unos cuantos  centímetros más alto que yo, su pelo ébano se le pegaba a la cara, pues no tenía sombrilla para impedir que las gotas de lluvia impactasen contra su cuerpo. Al igual que su pelo, sus ropas se pegaban a su escultural cuerpo.

-Oye.-dije caminando hasta llegar a su lado.- ¿Quieres compartir paraguas para ir al instituto?- supuse que iba al mismo que yo, pues llevaba el mismo uniforme, y podía ver claramente el escudo del instituto en su jersey verde. El chico ni si quiera se dignó a mirarme, y siguió observando un árbol que estaba en frente nuestra.- ¿Hola?- dije algo preocupado y molesto, no me gustaba que me ignorasen. Entonces el chico se giró, y un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Sus ojos eran negros, todo oscuridad, y la palidez de su piel hacía que resaltaran aún más.

-Vete.- una sola palabra salió de sus pálidos labios, con voz ronca. Yo sólo le miraba, algo sorprendido, ¿ pero quién se creía que era? Yo tan sólo había querido ayudarle. Al parecer el chico malinterpretó mi silencio.- Dije que te fueras, o es que, ¿un dobe como tú no sabe lo que significan esas palabras?

-¡Bastardo!-grité henchido de furia.- ¡Yo tan sólo quería ayudarte, pero si quieres quedarte bajo la lluvia para pescar una neumonía, allá tú! ¡Maldito teme!- y sin más me fui, caminando deprisa debido al enfado que aún circulaba en mi interior.

A los cinco minutos llegué al instituto, y me interné en él, en busca de la oficina de director. En cuanto la encontré, me hicieron pasar, y una mujer bien dotada, de piel clara, ojos y pelo de color miel recogido en dos coletas bajas me dio la bienvenida.

-Me alegra verte aquí Naruto.- dijo la mujer sonriendo.

-Y a mí oba-chan.- dije mientras sonreía.

-¡Niño insolente! ¡Aquí no puedes llamarme así, ten algo más de respeto!-dijo mientras me daba un fuerte golpe en la cabeza.

-¡Está bien, está bien!-dije mientras me frotaba la cabeza, adolorido.- No me pegues, necesito las pocas neuronas que me quedan para poder pensar.- Al parecer lo último que dije entristeció un poco a la mujer, que se sentó y me miró con ojos tristes.

-Dime Naru, ¿cómo lo llevas?

-Ya sabes Tsunade, nada del otro mundo, es algo duro, pero acabaré por acostumbrarme.- dije mientras la miraba.- Además, soy un Namikaze, ¡demostraré cómo somos, dattebayo!- dije mientras sonreía.

-Hmp, hablas igual que esa persona.- dijo con una sonrisa.- Toma.- dijo dándome un papel.- Aquí está tu horario de clase, los profesores con quien tienes cada clase y demás. Si necesitas cualquier cosa, esta oficina está siempre a tu disposición.

-Por supuesto, nos vemos.- dije dándole un beso en la mejilla, para después salir e ir en busca de mi clase.

Mientras buscaba el aula, un chico de pelo rojo y ojos claros se me acercó. Me preguntó que si quería ayuda, y le dije que sí. Entonces nos dimos cuenta de que íbamos a la misma clase, y los dos reímos a carcajadas.

-Yo me llamo Gaara.- dijo mientras me tendía su mano.

-Yo soy Naruto.- dije estrechándosela.

Cuando llegamos a la clase, me senté a su lado, y al poco empecé a entablar conversaciones divertidas y amenas con los demás. Entonces, justo antes de que el timbre sonara dando comienzo a las clases, alguien entró al aula. Me giré para ver a la persona que entraba, y me quedé de piedra.

-¿Naruto?-preguntó Gaara, pues me había quedado a mitad de frase. Pero tal era mi impresión que mis labios no respondían.

La persona que acababa de entrar era aquel chico de pelo y ojos negros que había encontrado  en el parque, ¡ese maldito teme!

-Gaara.- dije mientras observaba como el teme se sentaba en su sitio, al final de la clase, tras una columna.- ¿Quién es ese?-dije señalándolo con la mirada.

-Es Sasuke Uchiha.- respondió mi amigo.- No te recomiendo que te acerques a él.- comentó mientras apartaba su mirada.

-¿Y eso por qué?- pregunté.

-Porque.- Gaara se acercó a mí y murmuró en mi oído.- Se dice que ha asesinado a su familia.

Yo sólo asentí. Justo en aquel momento entró el profesor al aula, Iruka Umino, que me hizo levantarme y presentarme ante toda la clase.

-¡Hola a todos, me llamo Naruto Namikaze! ¡Todos seremos buenos amigos dattebayo!-dije mientras les sonreía a mis compañeros. Pero mis ojos no se apartaban de aquella persona que irradiaba un aura negra a su alrededor, y que se negaba a mirar a otro lado que no fuese la mesa. Antes de sentarme en mi asiento, le eché una última mirada.

Con que Sasuke Uchiha, pensé. En aquel momento mi curiosidad sobre esa persona crecía desorbitadamente y entonces un deseo arraigó en mi mente: conocer todo sobre aquella persona.

Notas finales:

Quiero aclararles una cosa. La letra cursiva relata lo que le pasa a Naru en el presente, pero es más o menos la introducción del fic, pues me centraré en relatar la vida de Naru un año antes. Espero que no sea muy confuso ^^


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