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Una muerte sin sentido por Paz

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Notas del capitulo:

Aquí esta el segundo cápítulo...

Una muerte sin sentido

Por Paz

Capítulo 2: La llegada

 

Cuando descendieron del avión y fueron a recoger sus bultos, tuvieron que comprobar con una lista cada uno de los que iban apareciendo en la cinta transportadora, el resto de los que allí no estaban, se encontraban en contenedores especiales para contenderlos. Cinco cajas de bebidas isotónicas y media docena de cajas conteniendo botellas de agua, siendo tres personas, y estando en lo alto de un monte, era preferible llevar de más que quedarse sin bebida y correr el riesgo de deshidratarse. También cinco cajas con alimentos perecederos e imperecederos, todo eso podían haberlo comprado de camino a su alojamiento, pero prefería cargar con ello, que recorrer conbinis porque no encontraban alguno de los alimentos necesarios para el tiempo que iban a pasar en lo alto del pico.

Cargaron el jeep que habían encargado una vez que se pasaron por la oficina para retirar las llaves, no fue de extrañar que lo llenaran a tope, siendo necesario utilizar la baca para cargar las cajas.

En el trayecto hacia su destino final pasaron por diferentes alojamientos pero el que más le gusto a Hanamichi fue un onsen y así lo expresó.

-Al regreso podemos parar en un onsen. Nos pondremos en forma antes de volver a casa.

Rukawa que estaba delante se volvió no sin antes intercambiar una mirada con Mitsui que iba conduciendo.

-Es una buena idea… -dijo accediendo y dirigiéndole una cálida sonrisa.

Hanamichi respondió echando el cuerpo hacia delante y apoyando los brazos en los respaldos del piloto y copiloto, el resto del viaje se distrajo hablando, sin dejar de mirar a su alrededor y admirando lo que veía.

A lo lejos se veían los picos nevados de los Alpes, muchos de ellos seguían así hasta que el calor derritiera la nieve que les cubría.

-¿También quedara nieve donde vamos? –preguntó Hanamichi.

-Mi padre hace mucho que no va por allí, así que lo ignora. Aunque estamos empezando el verano, así que posiblemente en deshielo haya llegado hasta allí.

-Yohei me comentaba que la primavera es una buena época para hacer senderismo, pero si ahora en verano continúa cubierto por la nieve tendremos que poner cuidado donde apoyamos los pies –comentó- ¿No os parece? –preguntó mirando hacia uno y otro.

-Si, hay que tener cuidado. –reconoció Kaede.

-Sería peligroso caer por alguno de esos precipicios –arguyó Mitsui- Es como el caso de aquel montañero, que se precipitó al vacío y su cuerpo no apareció hasta el deshielo en el fondo del barranco.

Hanamichi sintió como un escalofrío al oírle expresarse así. Al cabo de algunos minutos había olvidado aquella extraña sensación que sintió.

Cuando llegaron al cable car, le hicieron saber que tenían que esperar hasta llevar a la cima a los visitantes, porque seria una molestia para todos ellos el transporte de de esa carga.

Así lo hicieron. Ellos no tenían ninguna prisa. Fueron los últimos viajeros en ser transportados con el consabido traslado a la siguiente estación. Finalmente, llegaron hasta su destino, el camino hasta la casa estaba marcado por lo que no tuvieron inconveniente en seguirlo, la nieve no fue ningún inconveniente, aunque si se veía en los picos que había al otro de los diferentes valles que se abrían entre los diversos montes, tuvieron que realizar entre los tres distintos viajes para llevar todos sus implementos hasta la casa que resulto ser una rustica cabaña, con las comodidades propias para pasar una temporada.

La cocina era amplia y disponía de un cuarto adosado, por lo que allí almacenaron alimentos y bebidas. También dejaron las mochilas, después de sacar toda la ropa que llevaban para pasar esos días, ropa de abrigo tan necesaria para esas alturas, también acomodaron allí todos los utensilios para acampar, cacerolas y jarras para calentar la comida si se daba el caso que lo necesitaron, linternas, cocina de gas, por lo que llevaban un par de bombonas de repuesto además de la que fueran a usar, Hanamichi había pensado en todo lo que pudieran necesitar.


Gracias a su diligencia en los días siguientes a su llegada pudieron realizar diversas salidas sin que notaran a faltar nada, Hanamichi había sido muy previsor.

Salían por la mañana temprano y regresaban por la noche después de recorrer las diferentes sendas trazadas por los animales o los caminos preparados por la mano del hombre.

La excursión más larga que hicieron fue la que les llevo un par de días, por lo que tuvieron que pasar la noche bajo los árboles apartados del peligroso camino que conducía hasta el monte Hotaka, si uno miraba a derecha o izquierda solo veía el vacío, aquel camino no era adecuado para los que padecían vértigo.

Ellos eran jóvenes y no veían el peligro.

Durante una de sus salidas, veían a lo lejos, a sus pies, el curso del río Azusa. Era un espectáculo increíble, sobre todo cuando por las mañanas temprano, salían y podían ver las nubes bajas como una bruma cubriendo los picos nevados y como en el transcurso de las horas, el sol se abría paso entre las nubes algodonosas dispersándolas y dejando ver las cumbres y laderas en todo su esplendor.

Por la noche, reunidos en el guenkan, admiraban el cielo oscuro donde titilaban millones de estrellas.

Una de esas veces, vieron pasar una estrella fugaz que caía de un punto a otro del horizonte.

Kaede se volvió a mirar a Hanamichi viéndole con los ojos cerrados.

-¿Qué le has pedido?

-Si te lo digo no se cumplirá.

-Esos son tonterías –dijo Hisashi con una sonrisa.

-Aún así me lo guardaré solo para mí –decidió.

-Haces bien… -aprobó Kaede su decisión.

Hanamichi estiró su mano tomando la de su novio, que estrechó sus dedos con los suyos en un cálido contacto. Saber que contaba con su apoyo incondicional era mucho para un chico que había crecido solo desde los catorce años.

Quería que Kaede le abrazara, que le estrechara entre sus brazos y que le hiciera vibrar como él sabía hacerlo, solo que estando con ellos Hisashi eran tanto como pedirle que le diera una de esas estrellas que brillaban sobre sus cabezas.

Por ello, en ese instante su mayor deseo era que Hisashi desapareciera de sus vidas por una temporada para tener solo para él a Kaede.

Dio un largo suspiro.

-¿Estas cansado? –preguntó Kaede pasando su brazo alrededor de él y pegándole contra su costado.

-No en exceso, solo un poquito –reconoció estrechando aún más el abrazo entre ambos.

Hisashi miraba hacia el otro lado y fingía no darse cuenta cuando Kaede le dio un largo beso a Hanamichi que dejo escapar unos roncos gemidos sumamente placenteros, después en silencio les dejo solos yendo a acostarse.

La noche era cálida y ellos supieron aprovechar esos preciosos instantes de mutua compañia.


Continúa en el próximo capítulo…


Notas finales:

Como ya comente, se trata de capítulos cortos...


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