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La Machaca por LadyHenry

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Notas del fanfic:

 

Les dejo un lindo dibujo hecho por Celat Black  de Miles y Dack

Qué lindos quedaron, gracias peque <3

Notas del capitulo:

Esta historia es un reto de Julxen, por el que tendrá que escribir más sobre los policías de su fic Pheromone, que recomiendo encarecidamente, gracias a él he visto la ciencia como una gran fuente de yaoi, cosa que se nota en este reto ;)

Lo de la Machaca es una leyenda urbana colombiana más información aquí

 

 

 

Fulgora lanternaria, ese era el nombre científico de la mariposa caimán o víbora voladora, un insecto de aspecto grotesco que habita en los bosques tropicales de México, Centroamérica y Sudamérica. Pero es conocido entre los lugareños como “la Machaca”.

La estructura de su cabeza se asemeja bastante a la de un reptil, e incluso tiene ojos falsos a los lados. Los científicos piensan que mimetiza a una lagartija para ahuyentar a los depredadores que no se alimentan de estos organismos o les temen. Tiene además unas manchas grandes, muy visibles y de color rojo con bordes negros en las alas posteriores, las cuales se aprecian como ojos cuando las extiende, dándole una apariencia terrible. Si esta demostración no asusta al depredador, el bicho simplemente dispara un líquido altamente tóxico, cuyas consecuencias pueden ser letales.

-Stuart, ¿crees que está quedando bien? –preguntó Christa.

-Recuérdame porqué queremos hacer esto…

-Es una oportunidad fantástica para estudiar la conducta humana.

-No estoy seguro de querer saber qué haría la gente en esta situación.

-No seas aguafiestas.

-¿Lo redactó Rob?

-Sí.

-Termina de leerlo.

“El líquido que la Machaca expulsa para defenderse contiene una potente toxina que afecta a la libido disparando su función, para contrarrestarla hay que hacer que el organismo afectado genere las suficientes endorfinas para expulsar la toxina en un plazo inferior a doce horas, antes de que esta se extienda causando síntomas como taquicardias y otros trastornos que desembocarían en la muerte. Por ello se recomienda tener relaciones sexuales, en cuanto se noten los primeros síntomas: aceleración del ritmo cardiaco, sudoración y dilatación de las pupilas. Sólo así podrán frenarse los síntomas, logrando que la toxina se expulse del organismo. Revertiendo sus efectos”

-A mí no me suena muy convincente –suspiró Stuart.

-Pero esto no está dirigido a un público tan quisquilloso, te recuerdo que son chicos que acaban de graduarse en bachillerato.

-No sé si que sean mayores de edad me tranquiliza –sopesó Stuart.

-Vamos, será interesante ver la reacción de  variantes tan aparentemente opuestas.

-Madre de Dios hasta podrían hacerse chistes malos: “Van un matón, un meapilas, un deportista y…”

-Seguro que se nos ocurren muchos después de ver qué ocurre –afirmó Christa sonriente.

-Conste que dependiendo de los resultados entregaremos el trabajo o no –le recordó Stuart.

-No me preocupa eso, mi motivación es puramente científica.

-Pues tu planteamiento experimental no lo parece…

Dos días después tres grupos de chicos de distintos institutos se reunían en el centro de senderismo del padre de Rob, que sería el encargado de introducir a los chicos en la dinámica del experimento.

Rob y Christa habían planteado una manera un tanto disparatada, en opinión de Stuart, de estudiar los condicionamientos culturales del entorno en la conducta afectivo sexual de los jóvenes. Para ello habían elegido una muestra de la población que comprendía de los dieciocho a los veinte años. Había cuatro grupos con distintos intereses: los deportistas, los meapilas, los nerd y los matones. Todos tenían en común una exaltada defensa de la heterosexualidad. Los matones, los deportistas y los nerd compartían el afán por experimentar con el sexo públicamente, por distintas razones, mientras que los meapilas lo hacían en privado, dando de cara al público una imagen de pureza que nadie se tragaba.

Con el experimento querían averiguar hasta qué punto eso era cierto y cuál era el límite para dejar de lado las apariencias. Por ello, habían separado a los chicos y las chicas, mandándolos de acampada. Dándoles varios folletos sobre los posibles peligros que les aguardaban en las zonas montañosas o boscosas. Ninguno los había leído, pero los habían guardado en sus mochilas, como Rob les había indicado que hicieran.

Al llegar al centro de senderismo Stuart se arrepintió por completo de haber aceptado unirse al experimento, no era un amante de la naturaleza y eso de hacer de monitor junto a Rob le resultaba delirante. Se llevaba mucho mejor con Christa, pero ella iba a ocuparse de las chicas junto a la madre de Rob.

-Bueno, aquí nos separamos –dijo Christa emocionada por empezar.

-Ya te estoy echando de menos –resopló Stuart.

-No empieces, Rob es un encanto, es sólo que por alguna razón le pierde incordiarte.

-Te juro que intento ignorarlo, pero me lo pone muy difícil.

-Vamos Stuart, no es para tanto, intenta divertirte –dijo Christa a modo de despedida.

Diez minutos después la madre de Rob y Christa salían con el resto de las chicas en el auto bus. Mientras Stuart reunía fuerzas para sentarse en el de los chicos junto a Rob.

-¿No crees que sería mejor que uno fuera detrás para vigilarlos? –preguntó Stuart?

-Al fondo puse a los meapilas, tranquilo.

-No estaría demás tomar notas de las primeras impresiones.

-Seguramente mi madre y Christa estén chismorreando, y hay que presentar las mismas pautas en ambos grupos, así que siéntate aquí –dijo Rob señalando el asiento a su lado –puedes entretenerme con lo que te parezca –sonrió socarrón.

Stuart se limitó sentarse y sacar su reproductor de música. Una hora después hicieron una parada para descansar.

-Chicos qué tal –saludó Christa.

-¿Falta mucho para llegar? –preguntó Stuart.

-Otra hora –respondió Rob.

-Voy al baño –dijo Stuart dejándolo a solas con Christa.

-¿Has estado incordiándolo? –le preguntó Christa a Rob sonriendo.

-No… sólo le he obligado a sentarse a mi lado.

-Entiendo. Bueno en cuanto lleguen al campamento y se pongan manos a la obra con el experimento, se le pasará. Déjame ver las notas que tomaste sobre las primeras impresiones del grupo.

-Ten –dijo Rob dándole su móvil para que pudiera leerlas.

-Interesante, parece que los meapilas y los proyectos de delincuentes se tienen bien marcados.

-Sí, los más despreocupados son los deportistas.

-Veremos qué tal siguen, bueno me voy a hacer recuento de las chicas, no quiero que se me pierda ninguna.

-Vale, llámame cuando lleguen.

-OK.

Una hora después Stuart tomaba notas de cómo se habían agrupado en las tiendas del campamento. Los tres grupos en principio quisieron ir como hasta ahora, deportistas con deportistas…. Pero Rob les había dado una charla sobre conocerse todos y esas bobadas, reagrupándolos. Ahora había parejas más variadas: deportista/meapilas, deportista/matón, meapilas/ matón, nerd/deportista, nerd/meapilas, nerd/matón.

Esa tarde fue de trabajo en equipo, preparando las tiendas y organizando la comida. Al principio los meapilas y los nerd estaban muy intimidados, pero al ver que Rob y Stuart los vigilaban constantemente se relajaron. Los deportistas y los matones acabaron jugando un partido de fútbol.

A las siete de la tarde Rob dio un paso clave para el experimento mientras Stuart documentaba las reacciones. Les preguntó sobre los folletos que les habían repartido con anterioridad, al ver que nadie salvo algunos nerds lo habían leído, se dispuso a darles una charla sobre los peligros que podían encontrarse en la zona.

-Aunque parezca una broma deben tener mucho cuidado con la mariposa caimán o víbora voladora.

Todos sin excepción comenzaron a reírse descontroladamente. Hasta que intervino Stuart, con un semblante serio y una mirada despectiva.

-Ya son adultos, hagan el favor de tomarse esto en serio.

-Venga ya, eso tiene que ser una novatada que nos hacen para reírse –dijo uno de los matones.

-¿Te parece que perdería el tiempo con esas bobadas? Estoy aquí porque me pagan por vigilarlos y debo encargarme de que sepan cuidarse, no tengo intenciones de confraternizar o reírme de nadie –zanjó Stuart con tono autoritario.

-¿Estás diciendo que eso de que la víbora te pique y tengas que… ya sabes, va en serio? –preguntó asustado uno de los meapilas.

-Sí, así que fíjense bien en el aspecto del insecto.

-¿Y si nos pica qué hacemos? –preguntó otro meapilas.

-Creí que el folleto lo explicaba con claridad.

-¿De verdad? ¿No tienen nada más que decir?

-Usa protección –respondió Rob sonriente.

La cena fue un hervidero de comentarios jocosos, ninguno acababa de tomarse en serio lo de tener que mantener relaciones sexuales para sobrevivir a la picadura de la mariposa monstruosa.  Aún después de irse a dormir se escuchaban risas provenientes de las tiendas de campaña.

Stuart se puso el reproductor de música mientras Rob chateaba con Christa por el móvil. Ninguno de los dos le prestó atención al cachondeo de los chicos.

Por su parte estos intentaban adaptarse a sus nuevos compañeros, el vacilón del insecto mortífero y sexual les había servido para romper el hielo. Había parejas que congeniaron más que otras. Uno de los matones acabó hablando de cómics con un nerd. Un deportista y un meapilas charlaron animadamente de fútbol. Otras corrieron peor suerte, un nerd y un meapilas debatieron acaloradamente sobre la moralidad de tener que follar para sobrevivir.

-Es una bajeza, ni que fuéramos animales.

-Si tu dios puso a ese insecto en la tierra será que quería que la gente follara como animales –replicó el nerd con sarcasmo.

Tardaron bastante en dormirse, a la mañana siguiente les costó levantarse, pero el ambiente se notaba más relajado, aunque tendían a reagruparse como al principio.

Los llevaron de excursión hasta un lago, donde pudieron disfrutar en el agua haciendo el tonto, a pesar de las bromas iniciales entre matones y deportistas hacia nerds y meapilas, acabaron integrándose. Y es que estar alejado de la civilización y sin tecnología era un marco ideal para dejar de lado reticencias en detrimento del temido aburrimiento. Esa noche tardaron menos en dormirse, pero se volvieron a escuchar risas y cuchicheos. La segunda mañana fue más dinámica, ya no se molestaban en reagruparse, hablaban entre todos con más confianza. Rob y Stuart estaban satisfechos de que las cosas fueran como las habían planeado. Ese día iba a ser clave, los llevarían al pueblo, iban a dormir allí, pero antes algunos iban a ser picados por la mariposa monstruosa. Ya habían seleccionado a las víctimas, una de cada grupo.

El deportista se llamaba Kenny, era un chico sociable, guapo y amable. Rob lo eligió porque creía que cualquiera caería ante sus encantos, sólo esperaba que Kenny se buscara a un espécimen complejo para solucionar su problema.

Al nerd lo eligió Stuart, se llamaba Miles, era asocial, culto, con un humor que tiraba a ser sardónico y aunque su aspecto fuera descuidado, si se arreglara no estaría mal. Lo escogió porque no evitaba los enfrentamientos, y eso haría que buscase una pareja que cumpliera todas sus expectativas para quedarse satisfecho sexualmente.

Para el matón y el meapilas tuvieron que ponerse de acuerdo. Después de analizarlos minuciosamente, llegaron a la conclusión de que Martin sería el representante de los meapilas, pues tenía todas las virtudes de un putón de iglesia. Era bien parecido, educado, hipócrita y paternalista. Liberaría a la zorra que llevaba dentro al sentirse escudado por la situación, podía justificarse y eso era lo que le importaba.

Los matones tendrían a un digno representante, Dack, el típico chico fan del metal y las motos, con tatuajes, piercings, y una actitud salvaje de lo más carismática. A Rob le gustaba porque le iban los retos y era bastante desprejuiciado, a Stuart le pareció buena elección porque para ser un macarra era bastante inteligente.

-Bueno ya tenemos a nuestros particulares jinetes del apocalipsis, ¿qué te parece si tú te encargas de que la Machaca les pique a Martin y Miles, y yo me ocupo de Kenny y Dack? –preguntó Rob.

-Vale, ¿a qué hora lo hacemos?

-Será mejor espaciarlos, el primero debería ser Martin.

-¿A las cuatro de la tarde va bien?

-Sí, el segundo será Miles, hazlo sobre las seis.

-Bien.

-El tercero será Dack, a las siete, y por último Kenny a las ocho.

-Los dispersaremos para que cada uno tenga un amplio grupo donde elegir.

-Sí, cuando lleguemos al pueblo los dejaremos solos después de dividirlos en cuatro grupos.

-Genial, haré los grupos mientras les das de cenar –dispuso Stuart.

Cuando fueron a dormir Stuart le enseñó cómo había organizado los grupos, Rob aprobó la selección satisfecho porque las combinaciones eran de lo más apropiadas.

La mañana transcurrió con tranquilidad, hasta ahora se sentían seguros, sólo les habían picado mosquitos. Después de comer los dividieron en grupos y les dieron la tarde libre. Estaban encantados con los monitores, al principio creyeron que serían unos pesados que no les dejarían en paz, pero habían resultado ser bastante tolerantes, no les reñían por dormirse tarde o reírse, tampoco les presionaban para que se relacionaran todos con todos, sólo los cambiaron de compañeros para dormir, pero en la noche no es que socializaran tanto. Aunque curiosamente como resultado del ambiente desenfadado habían acabado haciendo buenas migas en general.

Martin iba paseando por un parque con el resto de su grupo, cuando se paró a sentarse en un banco de madera que estaba junto a unas jardineras Stuart aprovechó dejándole caer encima a la mariposa caimán. Al principio no la reconoció pero cuando fue a apartarla y le picó se dio cuenta de lo que le había pasado. Se quedó blanco pero no dijo nada, esperaría a ver si era cierto que provocaba esos síntomas, y entonces vería qué hacer.

Media hora después notaba que su pulso se iba acelerando cada vez más, y comenzaba a sudar, se notaba acalorado. Se estaba poniendo muy nervioso, iba a tener que arriesgarse, pero no quería que nadie lo supiera, porque entonces tal vez se negarían. Menos mal que siempre cargaba condones, y hacía mucho que se tiraba a su compañero en la residencia del internado. Pero lo habían puesto en otro grupo, y no había ningún compañero meapilas que estuviera dispuesto ya que el otro que estaba en su grupo tenía pareja y se buscaría un buen lío. Tenía que decidirse por alguno que fuera discreto y tuviera experiencia, quería algo rápido, efectivo y que no dejara huellas. Pero también tenía que gustarle, porque con lo nervioso que estaba iba a ser complicado ponerse a tono.

Decidió contarle a su amigo meapilas la situación para ver si lo ayudaba a aclararse.

-Charlie -lo llamó con urgencia.

-¿Estás bien? Tienes mala cara, estás pálido –se sorprendió Charlie.

-Vamos  a tomar algo en la cafetería, solos.

-Vale, pero relájate, estás cardiaco.

Cinco minutos después en la cafetería Martin jugueteaba con el servilletero, mientras Charlie acababa de asimilar que a su amigo lo había picado esa jodida mariposa deforme, así que tenía que buscar alguien con quien pudiera hacerlo. Al principio pensó que le estaba tomando el pelo, pero no tenía buen aspecto y estaba  agitado.

-Pues tendrás que… ya sabes –dijo Charlie.

-Ya pero no sé a quién podría… no me fío de nadie del grupo para esto, Trevor (deportista) es muy despistado y se le podría escapar, lo último que necesito es “publicidad”.

-Lo sé, ¿y qué me dices de Collin (el nerd, que contrariamente a lo que Martin piensa tiene una vasta experiencia, sólo que a diferencia suya él sí sabe disimularlo)?

-Tiene una pinta de virgen que tira para atrás, necesito a alguien más experimentado.

-Entonces Eddie es el ideal.

-Si me fuera el masoquismo sí –contradijo Martin.

-Pues se te acaban las opciones, no deberías ser tan quisquilloso –suspiró Charlie.

-Ponte en mi lugar, es una situación delicada, necesito a alguien de confianza, pero no voy a ver a Kirk hasta la noche y no quiero esperar tanto, ¿qué pasa si el veneno se extiende demasiado rápido?

-Se supone que tienes doce horas –intentó tranquilizarle Charlie.

-Pero también puede que influya la tolerancia que se tenga, y si fuera especialmente sensible, como una especie de alergia…

Martin miró a Charlie con una expresión apenada e inconsolable. Charlie contuvo el aliento antes de asimilar lo que le estaba pidiendo.

-Debe haber otra posibilidad, no deberíamos hacerlo…-respondió atónito.

-Lo sé, pero estoy desesperado –se justificó Martin sin retirar su tácita petición.

-Si se enterasen nos íbamos a meter en un lío.

-Nadie va a enterarse, esto quedaría entre tú y yo, te lo prometo.

-Pero no me gusta ocultarle cosas a Cliff.

-Pensé que sólo eran amigos con derechos.

-Sí, pero…

-¿Pero? Somos amigos y te estoy pidiendo ayuda en una situación urgente, ¿vas a negármela porque tienes un amigo con derecho a roce que podría tomárselo mal? Ya te he dicho que por mi parte no pienso contárselo a nadie.

-Madre mía Martin, más te vale que así sea, ni siquiera se lo cuentes a los monitores.

-Te lo juro –asintió aliviado.

Stuart sonrió, porque la cosa marchaba bien y le daría tiempo de cumplir el horario con el siguiente, y porque le hacía gracia que ese par creyera que podrían engañarlos. De hecho se apostaba el sueldo a que ese tal Cliff acabaría enterándose.

-¿Dónde lo hacemos? ¿Tienes condones y lubricante? –preguntó Charlie.

-Tengo, pues o vamos al baño o nos largamos a la pensión.

-A la pensión no, resultaría sospechoso.

-Podemos buscar otra, seguro que alquilan por horas.

-No quiero arriesgarme, vayamos al baño.

Stuart los siguió, metió una microcámara  por debajo de la puerta cuando creyeron que estaban solos, como suponía Martin sería el que recibiera, y quería que todo fuera sobre ruedas, así que se encargó de estimular apropiadamente a Charlie, que se dejaba hacer sin resistencia. Un poco de sexo oral, le puso el condón y le dio el lubricante para que lo preparase. Charlie parecía bastante diestro, consiguió tener listo a Martin en unos minutos, claro que éste ponía mucho de su parte.

Con Charlie sentado en el retrete Martin se empaló con un movimiento decidido, esperó un poco hasta adaptarse y entonces comenzó a moverse, al principio con suavidad, pero a  penas tardó en acelerar el ritmo imprimiéndole más fuerza.

Mientras sentía cómo el placer se iba apoderando de sus extremidades que se movían con frenesí buscando llegar al clímax, Martin pensó que debía estar generando endorfinas de sobra. Cuando reparó en la expresión contraída de Charlie se dio cuenta de que estaba haciendo un gran esfuerzo por no dejarse ir, cosa que le resultó adorable.

-Deja de aferrarte al retrete y tócame –le susurró en el oído con voz ronca y entrecortada, moviéndose lentamente.

-Si sigues a ese ritmo nos vamos a caer.

-Te aseguro que no –sonrió Martin.

Stuart pensó que si vendía el vídeo a la industria del porno se forraría.

En cuanto Charlie empezó a masturbarle, Martin redujo el ritmo, pero profundizó los movimientos lentos, que eran cada vez más certeros, haciendo que el orgasmo fuera más intenso.

Stuart volvió a esconderse en el cubículo de al lado cuando escuchó que se ponían los pantalones. Se lavaron las manos antes de salir.

-En cuanto salgamos por esa puerta olvidaremos que esto ha pasado –dijo Charlie tajante.

-Te prometí que no lo iba a contar, y te agradezco mucho que me ayudases.

-De nada –respondió Charlie más tranquilo.

-Además tampoco ha ido mal...

-Para ir con tanta prisa la verdad es que estuvo bien.

-La próxima vez tendremos más tiempo.

-¿Próxima vez?

-Bueno ya que se nos da tan bien deberíamos repetir, fíjate en Cliff reparte su talento por buena parte de la planta B.

Y sin más salió, dejando a un boquiabierto Charlie en el baño. Como tardaba tanto y se le acababa el tiempo para el siguiente caso, Stuart salió del cubículo, haciendo que Charlie entrara en una especia de shock de nuevo.

-No te preocupes nadie que te afecte va a saberlo, y tampoco soy un pervertido.

-¿Qué hacía aquí? ¿Hace mucho que entró?

-Lo suficiente para saber lo que acaban de hacer, pero no te preocupes, si le picó la mariposa caimán es lógico que le hicieras el favor, no voy a juzgarte, no le des más importancia.

-Vale, confío en su discreción.

-Y deja ya de sorprenderte por todo, mejor te preocupas por decidir si quieres convertirte en un putón de colegio o iniciar una relación más comprometida.

-Supongo que sí.

Stuart dejó a Charlie  divagando, tenía que darse prisa, el segundo grupo estaba en la zona comercial, a diez minutos de allí.

Cuando llegó, la mayor parte del grupo estaba en unos recreativos, menos un matón que estaba fumando en la calle y Miles que estaba en una terraza tomando café mientras ojeaba uno de los libros que acababa de comprar en la librería que hacía esquina.

Stuart se alegró de que estuviera al aire libre, entró a la cafetería y ordenó un café, se sentó en la mesa de dentro que daba justo a la que ocupaba Miles, como estaba ensimismado no tuvo problemas para colocarle  la mariposa encima, cuando Miles dio un manotazo le picó.

Al reconocer al insecto maldijo, tendría que ir al pueblo de al lado para que le atendieran de urgencias, y los idiotas de los monitores ya le habían dicho lo que debía hacer en ese caso, pero no le apetecía buscar a alguien para eso, lo más fácil sería pedírselo a alguien del grupo, pero todos le parecían unos memos que no le atraían lo más mínimo.  Y si se trataba de generar endorfinas mejor buscarse a alguien capaz de atraerle.

Miró el reloj para calcular cuánto tenía de plazo, y decidió que podía esperar a encontrar a alguien que le resultara apetecible.

Stuart llamó a Rob para decirle que el primer caso se había llevado a  cabo con éxito, y que el segundo estaba iniciado pero iba a tomarle más tiempo.

Al recibir el mensaje Rob sonrió, estaba seguro de que Miles iba a darles más guerra, pero eso era asunto de Stuart, él iba a ir en busca de Dack, su grupo estaba en la plaza comiendo los bocadillos que habían comprado.

Dack estaba sentado en un muro, después de trepar al que estaba al lado Rob dejó a la mariposa en su mano y saltó, Dack se giró al escuchar el ruido pero al ver a la mariposa en su mano intentó apartarla haciendo que le picara.

-No jodas –exclamó al reconocer al insecto.

Suspiró mirando la hora, ni loco se tiraba a uno de esos niñatos del grupo, mejor se iba a buscar alguna tía que le pusiera a tono.

Después de unas horas dando vueltas por el pueblo, Dack y Miles decidieron ir a la pensión. Miles no había encontrado a nadie que le resultara atractivo, y Dack se había espantado con lo reticentes que estaban los de ese pueblo con el tema de mantener relaciones sexuales con desconocidos.

Rob y Stuart estaban un poco hartos de perseguirlos, así que cuando vieron que se iban a la pensión se sintieron agradecidos.

-Vaya tarde, con lo bien que empezó –se lamentó Stuart.

-Bueno, esto lo hace más interesante, aunque sea un coñazo perseguirlos.

-Supongo, bueno por lo menos tenemos tregua en la cena.

-Cierto, pero antes tengo que “infectar” a Kenny.

-Suerte.

-Necesito tu ayuda, entretenlo, pregúntale lo que sea y llévalo afuera, ponte debajo de la ventana.

-OK.

Stuart lo llamó desde fuera y se situó bajo la  ventana donde estaba Rob. Le preguntó a Kenny si hubo algún incidente durante la tarde, y este le dijo que no, y le contó lo que estuvieron haciendo. Cuando el móvil de Stuart sonó, Rob dejó caer la mariposa encima de Kenny, y como la ventana estaba prácticamente a la altura del jardín no tuvo problemas.

Kenny sintió al insecto en su cabello y lo sacudió para librarse de él, provocando que la mariposa lo picara. Dio un fuerte manotazo para sacarla de su cabeza, haciéndola caer al suelo. Se agachó para ver qué tipo de bichejo le había picado y casi le da la risa al ver que era una de esas mariposas venenosas y horrendas.

-Bueno, parece que toca mojar –se dijo a sí mismo poniéndose en marcha, primero cenaría y luego buscaría con quien recuperarse.

La cena no fue tan relajada como otros días. Los meapilas estaban algo alborotados, notaban la tensión entre Charlie y Martin, el primero parecía ausente excepto cuando fulminaba con la mirada al otro, mientras que éste le sonreía descaradamente en respuesta.

Por su parte Miles y Dack seguían sin elegir una víctima, pero estaban perdiendo la paciencia. Respecto a Kenny terminó su cena y fue a tirarle los tejos al recepcionista, tenía un buen culo y para variar no parecía tan mojigato como casi todos en ese jodido pueblo. Tal vez fueran así porque estaban hartos de que ese bicho les picara, seguro que se pasaban buena parte de la semana jodiendo, y eso al final debía cansar.

-Buenas noches –saludó Kenny al recepcionista, que estaba terminando el turno e iba a cambiarse el uniforme por ropa de calle.

-Hola, ¿necesitas algo?

-De hecho sí, ¿cómo te llamas?

-David.

-¿En qué lugar de esta pensión se puede echar un polvo clandestino?

-¿No te gustan las habitaciones?

-Verás David, no sería bueno para ti que te vieran entrar en la habitación de un huésped.

David sonrió señalándole una puerta que daba a un pequeño patio trasero. Rob estaba maravillado con la buena puntería de Kenny, luego también alabó su buen hacer, el polvo fue lo que sus necesidades le pedían, directo al grano e intenso. Kenny era lo que se conocía como un empotrador, y se lo demostró a David dejándolo sin aliento. Llegaron al patio, Kenny puso a David contra la pared, se bajaron los pantalones, y en cuanto Kenny se puso un condón empezó el espectáculo. Fue suave y certero al principio, haciendo que David se excitara progresivamente, y cuando lo tuvo a punto de caramelo aceleró, siempre con la velocidad adecuada para hacer que pidiera por más, y Kenny era jodidamente atento, así que cuando notó que a David le flaqueaban las rodillas, imprimió más fuerza en sus embestidas, arrancando un sonoro gemido de la garganta de David antes de que se desmadejara en sus brazos, las contracciones fueron tan intensas que Kenny no tuvo que hacer un esfuerzo final para alcanzar el orgasmo.

-Misión cumplida sólo quedan dos –dijo Rob al regresar junto Stuart.

-Tengo que subir, Miles se acaba de ir a su habitación.

-Bien, yo iré a buscar a Dack ¿lo has visto?

-Está en la puerta del comedor.

Después de su fracaso buscando un polvo ocasional, Miles se dio cuenta de que para generar endorfinas no hacía falta pareja, le pareció muy tonto por su parte no haberse percatado de ello antes, y también se dio cuenta de que su problema con la socialización era más grave de lo que pensaba.

Como en su habitación el meapilas estaba viendo la tele con su otro amigo meapilas, Miles le pidió la llave de su habitación al intruso. Nada más llegar a la nueva habitación comprobó que estuviera vacía y atravesó la llave para que no pudieran entrar. Sintonizó un canal porno y se dispuso a generar endorfinas.

Dack pensó en asaltar al memo que tenía por compañero de cuarto, a esas alturas era lo más práctico. Llegó a su habitación dispuesto a poner su ataque en marcha, pero no pudo abrir. Pensó que el memo estaría duchándose y se habría olvidado de quitar la llave, así que decidió ir por el balcón de la salita, sólo tenía que saltar dos balcones más  y las barandas eran bajas. No tuvo mucha dificultad en llegar y cuando lo hizo pudo disfrutar de la vista más erótica que sus retinas hubieran procesado.

Miles tenía la vista fija en una película porno mientras se bajaba la bragueta y comenzaba a estimularse con movimientos cadenciosos. La expresión dejada y los labios entreabiertos revelaban todo el sex appeal que normalmente quedaba oculta bajo una actitud un tanto hostil, y justo era esa mezcla de rebeldía y sensualidad lo que estaba haciendo que el deseo de Dack despertara y empezara a pulsar en su entrepierna. Y entonces decidió que era una señal del destino, que se confirmó cuando la manivela del balcón cedió bajo sus manos.

Ser silencioso le sirvió para sorprender a Miles, que lo miró estupefacto cuando le puso la mano en el hombro.

-¿Pero cómo coño has entrado?

-Por detrás, –sonrió Dack socarrón- parece que te diviertes, ¿qué te parece un poco de compañía?

-Nunca creí que diría esto, pero me vendría de perlas, necesito ponerme a tono y me está costando.

-Bueno, te aseguro que eso lo voy a solucionar, no hay nada como el contacto con alguien que sabe lo que hace para ponerse a cien.

-Ilústrame –sonrió Miles con mordacidad.

Y a Dack le gustó esa decisión, y también la manera entregada de besar de Miles, que le dejaba pasear por su boca con libertad, correspondiendo las húmedas caricias con suaves mordidas en los enrojecidos labios de Dack.

La ropa fue desapareciendo entre caricias que buscaban más piel, a Dack le encantaba lo suave que era la pálida piel del Miles, que desnudo y caliente perdía ese aspecto de nerd para mostrarse mucho más interesante.

Las caricias desembocaron en un sesenta y nueve, en el que Miles experimentó por primera vez el sexo oral desde ambos puntos de vista, le costó mantener el control entre sus sensaciones y sus movimientos sobre Dack. Cuando notó que Miles estaba a punto de llegar paró, obteniendo un quejido de protesta como respuesta. Pero comenzó a prepararlo y Miles volvió a lo suyo.

Cuando paró de nuevo Miles no tuvo tiempo de protestar, ya que lo volteó con rapidez, asegurándose esta vez de poder ver su rostro, enrojecido y agitado.

Mientras tanto Rob y Stuart documentaban la jugada desde el balcón, se sorprendieron al coincidir, ya que seguían a dos chicos distintos, al ver lo que ocurría Rob sonrió y Stuart negó con la cabeza.

-Yo arriba –dijo Miles arrancándole una sonrisa a Dack y a Rob.

Miles disfrutó teniendo el control, viendo cómo Dack se desesperaba por que aumentara el ritmo, que mantenía lento acompañado de movimientos profundos y contracciones voluntarias que hacían estremecer al macarra. Que tuvo que aguantar la tortura hasta que Miles aflojó el agarre con sus rodillas y le permitió moverse con libertad. Cosa que aprovechó lo que pudo embistiendo con energía, haciendo que las endorfinas se liberaran a raudales hasta dejarlos exhaustos.

Rob y Stuart se marcharon, mientras los chicos recobraban el aliento.

Mientras Miles se duchaba, el compañero de cuarto de Dack volvió, pero éste le dio su mochila y fue a buscar la de Miles a su habitación. Decidió que dormiría mucho mejor compartiendo cuarto con el nerd.

-Debo reconocer que los resultados del experimento me han sorprendido –dijo Rob.

-No vuelvo a hacer experimentos de este tipo ni harto de grifa –bufó Stuart.

-Me pregunto cómo le habrá ido a Christa –dijo Rob ignorando la queja.

-Espero que las de su grupo sean más cívicas que estos verracos.

-No ha sido para tanto, deberías salir más a menudo.

-Si tú lo dices…

-¿Crees que se lo contaran a alguien?

-Ni de coña, me gustaría ver sus caras cuando se enteren de que era mentira.

Al día siguiente regresaron, su encuentro con Christa a medio camino les reveló que se lo había pasado en grande, al igual que Rob. Pero la diversión de Stuart se reservaba para la despedida. Cuando les devolvieron los teléfonos móviles a los chicos y les pasó un correo desde la dirección joderoscabrones@org.com el asunto estaba vacío y el contenido rezaba: Era una novatada junto a una foto de la mariposa.

La cara de los afectados fue un cuadro. A los meapilas la mandíbula les llegaba hasta el suelo, Miles resopló mientras negaba con la cabeza, Dack intentó disimular su incipiente sonrisa y Kenny simplemente  se rió con ganas. Había sido una tomadura de pelo absurda.

Stuart disfrutó del momento anotando las reacciones, le serían útiles a la hora de hacer la conclusión del experimento. Tal vez no estuviera tan mal usar esos métodos de vez en cuando…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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