Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Y todo comenzó con su número por rockmonster

[Reviews - 101]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Yeah

He vuelto con otra historia :D

Espero que les guste !!

Notas del capitulo:

Holaa!

Bueno acá va una pequeñísima introducción... Ojalá no se aburran :'D

Todavía no sé cómo pude dejar que Leo me convenciera de acompañarlo a esa fiesta, porque déjenme decirles que a mí no me gustan las fiestas. Soy más de quedarse en casa y ver una película junto a unas palomitas de maíz.

Llegó de sorpresa a mi habitación alrededor de la una de la madrugada a convencerme. Yo estaba concentrada en un juego para computador que me había comprado hace poco, por lo que le presté poca atención.

-          Ale, qué aburrida eres… ¡Estamos de vacaciones! -, me decía cruzando los brazos y haciendo pucheros.

Leonardo era mi mejor amigo, pero era una persona completamente opuesta a mí. A él si le gustaba irse de fiesta, tenía una personalidad que derretiría a cualquier chica y de verdad era un buen amigo. Además no era nada feo, tenía el cabello y los ojos negros como el carbón, que relucían cuando se emocionaba por algo. Vestía siempre ropa muy cara y usaba perfume.

Yo en cambio era una chica que ni siquiera parecía chica: alta, delgada y mi cabello marrón cortado como un muchacho. Además usaba unas gafas grandes y gruesas, sin las cuales no distinguía nada.

Tenía un hermano menor al que me parecía demasiado, solo que él era más alto, no usaba gafas y estaba lleno de músculos por todos lados. De él heredaba mi ropa, así que nunca usé un vestido ni tacones en mi vida.

No me llevaba muy bien con él. Era bueno conmigo, pero sólo a veces, y su comportamiento hacia que lo castigaran casi siempre, incluso mis padres lo habían inscrito en un internado en las afueras de la ciudad. Esa misma noche lo habían castigado en su cuarto.

Leo me desconcentró desconectando mi computadora de la corriente.

-          ¡¿Qué?! ¡Vuelve a conectarlo ahora mismo! -, le grité, sin importarme que mis padres estuvieran durmiendo.

Leo me sonreía.

-          No. Tú me acompañarás a la fiesta -, dijo.

Estaba molesta con él, pero no lo demostraba mucho.

-          Escúchame Alejandra, alguna vez tienes que salir de tu rutina y hacer cosas nuevas. ¡Tienes casi dieciocho años!

-          Estaba haciendo algo nuevo… Ese juego nunca lo había jugado antes

-          No estoy hablando de “esas cosas nuevas”

Tragué saliva.

Tal vez si iba un momento a esa tan famosa fiesta Leonardo me dejaría en paz. Podía regresar en diez minutos a mi casa y seguir con mi juego tranquilamente.

-          Está bien, pero no estaré mucho tiempo -, le dije.

Leo me sonrió y, dándome una chaqueta, salimos hacia esa fiesta.

Y así fue como de un instante a otro estaba rodeada de gente bailando en una oscuridad azulina al ritmo de una música que realmente no me gustaba.

Por segundos se me perdía Leo, así que tenía que andar buscándolo como una estúpida.

Solo habían pasado tres minutos y ya quería irme.

Comencé a mirar a la gente para ver si reconocía a alguien, lo cual era muy difícil dada la poca luz que había en ese lugar. No tenía muchos amigos o amigas, pero logré distinguir a algunos chicos de la escuela. Entre ellos, mi hermano Martín coqueteaba con una muchacha.

“¿Qué hace él aquí?”, pensé, “Se supone que debería estar encerrado en su habitación”

No lo molesté, pese a que pude haberlo hecho, pero tenía demasiadas ganas de irme.

Leo no dejaba que me fuera porque quería que conociera gente e hiciera amigos, o por lo menos esa era la excusa que me daba cuando le decía que si no me iba en ese momento me iba a morir ahogada entre la gente.

Después de verme sufrir por otros cinco minutos me hiso una proposición:

-          Bueno, vete. Pero primero tienes que pedirle el número de teléfono a alguien, quién sea

-          ¿Estás loco? ¡No conozco a nadie aquí! Van a creer que soy una psicópata o algo así

-          Bien, no lo hagas… Pero tendrás que quedarte aquí por el resto de la noche

Balbuceé una maldición, mirando hacia otro lado donde Martín tomaba un trago de algo mientras hablaba con unos amigos.

Comencé a caminar hacia cualquier lado buscando un rostro amistoso a quien pedirle su número.

Llegué a una gran mesa cerca de mi hermano y sus amigos. Había una chica un poco más baja que yo hablando con otra sobre algo que no alcancé a escuchar.

Toqué su hombro para llamar su atención, con lo que dio media vuelta de inmediato. No pude ver exactamente cómo lucía, solamente distinguí algo brillando sobre su labio inferior. Supuse que era un piercing.

-          Siento molestarte, quería p-pedirte un favor -, le dije un poco nerviosa.

Miré a todos lados. “No puedo creer que esté haciendo esto…”, me dije.

La chica me había quedado mirando, esperando a que siguiera hablando.

-          ¿Ves ese chico de allá? -, le pregunté apuntando a Martín.

Ella asintió.

-          Verás, es mi hermano, y es un poco tímido… Entonces me ha mandado a mí a pedirte tu número telefónico porque quiere conocerte

La chica se rió junto con su amiga. Luego tomó una servilleta que había cerca y con la ayuda de un lápiz de estos delineadores de ojos escribió su número  en ella.

Me dio la servilleta sonriendo con ternura.

-          Gracias -, le dije.

Fui corriendo a mostrarle el número a Leo justo en el momento en que vi a mi hermano salir del lugar. Suspiré de alivio.

Sostuve el papel sobre la cara de Leo lo suficiente como para que notara lo que había escrito en él.

Dudó un poco, pero aceptó y me dejó ir.

Llegué a mi casa, lanzándome sobre la cama. Estaba cansada, ya no iba a seguir jugando así que me puse pijama y me acosté. Entonces recordé el número que estaba en la servilleta.

Pensé en tirarlo a la basura, pero algo me dijo que debía conservarlo.

Tomé la servilleta entre mis manos y vi que la chica había escrito su nombre en ella.

-          Cristina… -, leí en voz alta.

Saqué mi teléfono celular, observándolo mientras me decidía sobre qué hacer con el número. Al final, agregué a Cristina a mi terriblemente pobre lista de contactos.

Me mantuve con el aparato en la mano un rato, hasta que decidí enviarle un mensaje de texto saludándola. Estaba aburrida y no tenía mucho sueño, así que simplemente lo hice. “Quizás Leo tenga razón… Necesito más amigos”, pensé mientras escribía.

El mensaje que tecleé contenía un penoso “Hola, qué tal”. Lo observé un poco dudosa, pero al final lo envié.

No pasaron más de dos minutos y ya tenía la respuesta de Cristina: ¡Hola! Aquí un poco aburrida… Tu hermana me dijo que querías conocerme. Y agregó una carita feliz guiñando un ojo.

Por un momento había olvidado la excusa que le dije para que me diera su número. No sabía si decirle la verdad o continuar con el juego. Opté por la segunda opción, pensando que no importaba el hecho de hacerme pasar por mi hermano.

Seguimos hablando por medio de mensajes de texto por el resto de la noche hasta el amanecer. Cristina me estaba cayendo bastante bien. Descubrí que teníamos muchas cosas en común, por ejemplo a ambas nos gustaban las películas de terror y ciencia ficción, teníamos casi los mismos gustos musicales y nos encantaba la pizza.

Era una persona muy simpática y alegre, realmente no me arrepentí de pedirle a ella su número.

Pasaron los días y con ellos se fueron mis adoradas vacaciones, las cuales había disfrutado un montón ya que con Cristina seguimos en contacto, siempre mandándonos mensajes. Yo sentía mucha culpa porque no le dije en ningún momento quien era realmente, pero se me pasaba cuando pensaba que difícilmente iba a toparme con ella otra vez. Al menos eso creía.

Llegó el primer día de clases.

Mi hermano se fue a su encierro y yo a la escuela, a pasar mi último año.

Ahí me encontré con Leo, quien me preguntó cómo habían estado mis vacaciones. No le conté sobre Cristina, pero le dije que habían sido unas buenas vacaciones.

Ya en la sala, entró el profesor y dijo que tenía un aviso importante que hacer.

-          Por favor, presten atención. Este año tenemos a una alumna nueva en esta sala

Hiso pasar a una chica de cabello negro y largo. Tenía unos ojos verdes hermosos, pero no fue lo que me llamó más la atención. Ella tenía un piercing en el labio inferior, un piercing que ya conocía.

-          Hola a todos, mi llamo Cristina Gonzales y me mudé hace poco a esta ciudad… Espero que seamos buenos compañeros -, terminó sonriendo la chica.

No lo podía creer.

Traté de esconder mi rostro tras un libro, pero era imposible. Ella ya me había notado y caminaba hacia mí, o sea, al puesto vacío que estaba a mi derecha.

Leo, que se encontraba a mi izquierda, me miró extrañado. Le hice una seña para darle a entender que luego hablábamos.

Cristina me saludó mientras se sentaba, diciendo lo buena amiga que era de Martín y lo interesante que él era. “P-pero soy yo…”, pensaba.

-          ¿Sabes algo? Hasta me está empezando a gustar -, me dijo sonriente.

-          ¿T-te gusta…?

-          Sí, tu hermano

Notas finales:

Enredos... Enredos everywhere

Gracias por leer... y por no quedarse dormid@s :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).