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Zero por himiko-chan

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Notas del fanfic:

Me ponen a chambear en época de examenes >.<

Notas del capitulo:

 Esperó les guste chicas. 

Va para todas aquellas que me han seguido desde que inicie.

Solo por ustedes me apuro :3

Gracias por sus Rew.

 

 ¿Cómo nos conocimos? Ni si quiera lo recuerdo muy bien, porque en aquel entonces creo que tenia 4 años, mientras él tenia 6. Si, la pequeña diferencia de edades entre nosotros siempre ha sido nuestro principal talón de Aquiles.

 Pero volviendo a mis jóvenes memorias - no muy específicas - recuerdo que esa mañana – eso creo – un enorme camión de mudanza se coloco justo enfrente de la entrada de mi casa. Si no me falla la memoria, papá se molesto un poco con eso, por que obstruía la entrada de su auto – creo que después de todo, era de noche, en fin – y tocó con violencia el claxon del auto. Sinceramente, eso a mi no atrajo para nada mi atención, cosa que no fue igual para los vecinos y los recién llegados, que si no mal recuerdo, bajaron para tratar de calmar un poco a mi enfurecido padre.

 El hombre era casi tan alto como mi padre – él media 1.90 – y tenia el porte de todo un caballero, como de esos de las películas antiguas; su esposa no se quedaba atrás. Ambos rubios, de ojos azules, el hombre, pero su esposa… Esos ojos verdes tan claros como el agua de mar. Simplemente hermosos. Ella sonrío al mirarme y, haciendo un ademan con su mano, llamo a alguien que se encontraba renegando el salir. Fue ahí cuando lo vi por primera vez. Es de esos momentos, que no importa cuanto pase el tiempo, siempre lo recordaras y yo, siempre recordare la primera vez que vi a ese chico de cabellos rubios y ojos verdes como su madre, pero como siempre le digo; los suyos son aún mejores.

 Desgraciadamente, no todo empezó como en esas novelas románticas súper gay, donde se enamoran a primera vista y demás. Donde el chico guapo cae ante el típico antisocial con un cuerpo de pecado… Quizás solo un poco, en la parte del chico guapo – o sea, yo – y no en la del nerd antisocial – por que sé muy bien que lo del cuerpo de pecado es muy verdad. 100% comprobado. – Mi primer amor no fue así.

Ojalá todo con Jeremy hubiera sido así…

 Oh Chris, si tan solo hubieras sido mi amigo desde el principio, no me excitaría con cada uno de esos reproches que haces cuando me acerco a ti.

 Si, yo también creo que estoy loco.

 Desde que cruzamos miradas, él se convirtió en mi primer amor platónico y yo, en su vecinito insufrible. Bueno, no era mi culpa que estuviera enamorado de él y en cada segundo quisiera estar a su lado. Aun así, Jeremy siempre cuidaba de mí. En la escuela, en la calle y de todo aquel que quisiera hacerme daño. Él se convirtió en mi héroe y yo quería también serlo algún día para Jimmy.

 Pero para mi mala suerte, Jeremy se tuvo que marchar con su familia, después de tres maravillosos años viviendo en Kansas conmigo, de regreso a su país, Inglaterra. En ese momento, creí que mi amor estaba maldito. Pero no fue tan malo como pensé. Porque Arthur un día antes, vino a mi casa para despedirse de mí.

 Si, como olvidar esa hermosa despedida…

— ¡Deja de llorar Benjamin, pareces una niña! – quizás no fue tan hermosa después de todo. Jimmy siempre ha sido así conmigo.  – No es como si me fuera para siempre… -sus mejillas levemente sonrojadas y sus grandes esfuerzos para no ponerse a llorar conmigo, todo en él era maravilloso.

 Quizás Jeremy nunca me considero su amigo, como lo eran los demás chicos de su edad, aun así, me prefería sobre ellos. No se despidió de nadie más que de mí. Solo de su molesto vecino; entonces lo amé aun más. Me preguntó si eso era posible.

— Pero te iras muy lejos – replique entre llantos y mocos que tanto le molestaban. – ¡No nos volveremos a ver! – mi sollozos se volvieron aun mas irritantes, lo sé, por que en algún momento de nuestra emotiva despedida, empezó a jalarme mis regordetes cachetitos.

— Tengo tu dirección cabeza de chorlito. Podemos mandarnos cartas y llamarnos por teléfono… No es que me importe – pronuncio entre leves tartamudeos. Estaba avergonzado.

— ¿De verdad? ¿No te olvidaras de mi Jimmy? – he ahí el mejor momento de usar los ojos de cabrito, como me decía siempre mi madre.

— ¡Qué no me digas así! – Refunfuño – Es Jeremy, recuérdalo bien Benjamin.

— Pero, tienes cara de Jimmy, por que eres muy lindo. –sonreí. Aunque nunca lo dijera, le gustaba que le llamara de esa forma. – Jimmy, no quiero que te vallas. Te quiero – quizás decir algo así a esa edad, simplemente lo tomarían como un juego, pero era sincero, siempre lo he sido con él.

— Eres tan raro Ben – fue una de las pocas veces que podía ver en él esa sonrisa tan sincera, brillante como el solo para mí. – volveré y un Coleman no miente. Es una promesa.

— Si… - pero en cuanto se acercó a mí, no pude evitar la tentación y bese sus suaves y cálidos labios. Se sorprendió, lo sé, así que opte por huir.

 Lo había arruinado todo y lo único que había logrado, era asustarlo y enojarlo. O al menos eso pensé durante las primeras dos semanas en las cuales no me escribió ni llamo. Él siempre me dice que fue por ser tan idiota y no ir a despedirlo.

 

— ¡Felicidades Ben! –grito eufórico mi hermano menor, mi mellizo.

— Estamos tan orgullosos de ti hijo. – Ese fue mi padre – pensé que siendo tan vago jamás lograrías la beca para irte a Londres.

— Eh… Gracias padre – gracias por la confianza…  -

— Mi pobre bebe. Irse tan lejos y solo… - mama suele ponerse demasiado emotiva en las mayoría de mis viajes - ¿Quién te alimentara?

— Ma… - le dije con un tic en el ojo derecho – soy mayor. Puedo cuidarme solo. ¡Tengo 22 años! – Les grite frustrado por la poca confianza en mí. Con esta familia, quien necesita enemigos. – Además, no iré solo. – respondí con molestia. Mi hermano también vendría, de hecho, si no fuera por él, no lo hubiera conseguido. El chico consiguió una beca en Oxford y yo… bueno, no me fue tan bien, pero con su ayuda, ambos quedamos en el mismo lugar.

— Pero cielo, tu hermano no necesita tanta ayuda como tu. – eso fue lo último. Así que salí molesto de la sala, con mi hermano menor detrás de mí.

 Me encerré en mi cuarto, no quería ver a nadie, lo que realmente importaba ahora era que pronto me reuniría al fin con Jeremy. Si, él me estará esperando en el aeropuerto, lo prometió.

— Ben… - mi hermano menor, que es casi idéntico a mi – yo soy mas guapo – con sus cabellos dorados y sus ojos azules, se ve tan tierno. Es por eso que debo siempre cuidar de él. Nunca faltara un idiota que quiera ponerle las manos encima.

— Estoy bien Mateo.

— Es Matthew. – corrigió.

— Si, como sea.

— Sabes que mamá siempre nos tratara como niños. Ella se preocupa mucho por nosotros. – si, mi hermano siempre estaba allí para consolarme.

— Lo sé Marvin.

— Que es Matthew. – me encanta molestarlo. Todos confunden siempre su nombre.

— Ya lo se Manuel. – como siempre al final, se lanzaba contra mí por molestarlo.

 

 Ya estaba cerca, después de largos dos años de no verlo, al fin estaremos juntos. Viviremos juntos, comeremos juntos y lo mejor… Dormiremos juntos. ¿Qué más puedo pedirle a la vida? Nada, soy guapo, alto – 1.86 – rubio, de ojos azules y con unos sexis lentes. Si, mi vida es perfecta.

— Los veremos en navidad chicos. – se despedía papá mientras entrabamos por el pasillo que nos llevaría al avión.

— No se olviden de escribir.

— No mamá. – grito Marvin… digo Matthew.

— Estaremos bien. ¡Adiós! – con gran energía agitamos nuestras manos para despedirnos por última vez de mis padres. Ahí voy Jimmy.

 

Londres, Inglaterra. 7:40 p.m.

— Bienvenido… - sonrió con calidez la joven mujer que salió a su encuentro en aquel pequeño edificio. Quizás para ella era algo cotidiano hacerlo, por que era la recepcionista, tal vez fue por eso que no presto atención al atuendo del bello joven quien en su mano traía un arma calibre .44 equipada con silenciador. Su muerte fue tan rápida, un tiro directo a la cabeza.

 Siguió por el pequeño pasillo directo al ascensor que lo conduciría a su objetivo principal. A su paso, por lo menos, fueron 5 personas quienes murieron. Todos estaban tan distraídos en sus propios trabajos que nadie pudo si quiera huir. Un trabajo tan sencillo para él. Una verdadera pérdida de tiempo.

 El lugar solo era una de las tantas pequeñas empresas apenas en funcionamiento; al menos esa era la fachada. Desde ella se enviaban cientos de pequeños paquetes, donde de fácilmente era conducida y trasportada cocaína y algunos que otros narcóticos. Pero el dueño había olvidado pagar y, olvidando quien era su jefe, negocio algunos tratos con quien no debería.

Mala idea…

— Señor no puede... – directo, nunca falla. Su puntería es de la mejor que hay. Nadie lo ha dudado hasta ahora.

 Camino en silencio. Al fin no había nadie que se interpusiera en su trabajo. Deseaba terminar rápido, tenía que recoger al gordinflón idiota y su lindo hermano menor. Y lo hubiera hecho con tranquilidad si su horrenda jefa no se le ocurriera darle trabajo a últimas horas. Como odiaba a esa mujer.

 La pequeña oficina del lugar se encontraba entreabierta. No se preocupo en tener su arma al aire. Ese tipo de personas son de las que no importa que tenga a su asesino enfrente, jamás lograrían darle un solo golpe. Inútiles escorias para él.

 Entró,  y no había nada. El muy maldito se había escapado. Lo peor de su trabajo, aparte de ser inesperado en ocasiones como estas, era perseguir a esas ratas de alcantarilla. Mas tiempo perdido y de seguro Benjamin le haría una rabieta…otra vez.

 ¿Por qué no pueden enamorarse personas de él que están más cuerdas? Puros locos le tocaban.  Al menos Ben era… Se estaba desviando de su trabajo, no era el tiempo ni mucho menos el lugar.

 Buscó habitación por habitación, cubículo por cubículo; nada. Jodido trabajo le tenían que dar. Bien, si no quería salir, entonces lo obligaría. Como amaba volar cosas, quizás después de todo, si era un pirómano. Pero que importaba si con eso podía salir vivo en muchas ocasiones y otras, como estas, terminar rápido sus trabajos.

 Colocó en diferentes puntos del lugar un par de esas pequeñas bombas que su “querida jefa” había conseguido especialmente para él. Como disfrutaría usándolas por primera vez. Ahora solo tenia que volar el lugar.

 Y lo hizo, miles de pedazos de aquel pequeño edificio llegaron hasta lo mas alto del cielo, mientras el observaba a cierta distancia recargado en su Pontiac negro esperaba que la pequeña sabandija saliera de su escondite. Solo tardo 10 minutos, venia corriendo con la cola entre las patas, asustado, jadeante, justo como lo esperaba. El hombre se detuvo a un par de pasos de él.

— La Señorita Victoria le manda sus saludos. – la cara de terror que mostro, el inútil intento de escapar. Todo eso lo veía en cámara lenta, hasta el momento de que la bala entrara y atravesara su cabeza. El trabajo estaba terminado. Hora de volver a casa.

 Miro su reloj antes de subir al auto, tarde. Había tardado más de dos horas en acabar con ese tipo. Eran más de las 10.00 p.m., los chicos estarían arribando en el aeropuerto a más tardar 9.30 p.m.

— ¡Demonios! Maldita vieja…

 Manejo a toda la velocidad permitida en la autopista que lo llevaría al aeropuerto. No debería estar preocupado, solo eran él y su hermano, ¿Por qué la urgencia? Sin embargo, ni él mismo tenía la respuesta.

 En cuanto bajo de su automóvil corrió hasta la sala de espera donde esperaban los hermanos. Su corazón parecía que en cualquier momento le traicionaría, bombeaba como loco la sangre hasta su cerebro. ¿Por qué pasaba eso cada que veía a ese chico? Quizás, solo quizás, le alegraba su persistencia. Si, esa era la razón de que ese par estuviera justo frente a él, algo dormidos por cierto, la persistencia de Benjamin.

— Hola – los saludo, mostrando como siempre esa mascara de indiferencia. Pero eso no evito que ese idiota americano se lanzara sobre él y lo apretujara en un abrazo demasiado bochornoso.

— ¡Jimmy! ¡Te extrañe tanto!

— ¡Pues yo no, suéltame mastodonte sobre alimentado! – Matthew solo trataba de no romper en carcajadas con semejante escena, además, le tenia miedo a Jeremy. No quería que uno de los golpes que estaban destinados a su hermano fuera contra él.

— Pero… - como odiaba que le pusiera cara de borrego degollado.

— Arg… Tomen sus cosas y vámonos. – les ordenó en cuanto al fin se libro de Ben.

— Eso es tan poco romántico Jimmy. – el mayor solo logro que lo fulminara con la mirada. Ahí termino la conversación hasta llegar al auto. – Woau…

— ¿Es su auto Jeremy?

— Si – respondió con orgullo.

— Y yo que pensé que tenías un pésimo gusto para todo. Me sorprendes – sonrió.

—….Gracias. No sabes cuanto lo aprecio. – definitivamente, si sentía algo hacia esa persona, definitivamente era odio… mucho odio.

 El retorno a su casa, por que si, se le había ocurrido la brillante idea – nótese el sarcasmo – de invitarlos a quedarse en su casa, fue completamente un infierno. Benjamin algunas veces –casi siempre- lograba que las personas a su alrededor quisieran lanzarlo por la borda, o del auto, cada vez que abría la boca. Era un imbécil, pero uno muy agradable y e buen corazón.

 Al menos para él lo era. Fue por eso que lo escogió. Ben era él único capaz de hacerle sentir algo.

 

— ¿Realmente vive aquí? – expreso su emoción Matthew esa noche sinceramente los sorprendió  a ambos. No solo tenia un auto fenomenal, si no que su casa era sorprendente; y eso que apenas habían visto el patio.

— Vamos. – ambos lo siguieron en silencio mientras observaban los alrededores del lugar. El jardín era simplemente espectacular y los olores que los embriagaban lo hacían aún mejor.

— ¡Mira las flores Ben! – rosas, girasoles y unas que no sabía que eran, pero a pesar de ser pequeñas, llamaron su atención.

— ¿Qué son? –pregunto el mayor apuntando hacia dichas flores.

— Asclepias tuberosa – respondió pero el otro no entendió – se les conoce también como hierba de mariposa. Cuando es época de apareamiento, las mariposas monarcas depositan sus huevos en ellas – roso levemente aquellas flores con una sonrisa en su rostro. Si, ese era el Jimmy del que Ben estaba enamorado – es realmente hermoso ver eso. En fin, entremos, ya es muy tarde y ustedes deben estar cansados.

— La verdad es que si. Vamos Ben.

— Si.

 No se detuvo a enseñarles con detenimiento el lugar. Lo importante era instalarlos y él, irse a dar una merecida ducha.

— Espero les guste. – abriéndoles la puerta de la habitación que se encontraba en la segunda planta de su hogar. – Mañana si quieren, les enseñare el resto de la casa.

— Claro. Muchas gracias por aceptarnos en su hogar Jeremy.

— No seas tan formal Matthew, nos conocemos desde niños. Así que relájate. – sonrió.

— Si Matt, relájate – y con eso aprovecho para poner su brazo alrededor de él.

— No te lo dije a ti. – Quitándoselo de encima – nos vemos mañana. –y sin mas salió.

— Ben – le llamó el menor.

— ¿Si?

— No hagas que nos echen el primer día, ¿quieres?

— No prometo nada – sonrió a su hermano.

 Al fin se encontraba dentro de su agradable tina, con todos esos aceites aromáticos que lo hacían caer en una agradable paz interior. Que momentos más perfectos para él.

 Pero los recuerdos del día le atormentaban un poco. Nunca le pasaba aquello, solo con Benjamin, es por eso que tenerlo cerca le recordaba que una vez fue humano. Que hace mucho también tuvo sentimientos. Pero odiaba sentirse así, tan sucio, tan despreciable, tan…

 Eran tan diferentes y distantes, como el sol y la luna, agua y fuego. Ben tenía esa inocencia y esa luz que resplandecía en la oscuridad, en su oscuridad.

 Se paso la última semana pensando en lo mismo. Evitaba a toda costa tener que quedarse demasiado tiempo a solas con Benjamin. Ese sujeto lo ponía tan nervioso.

Había pasado otro día más y la noche al fin lo envolvía en sus brazos. Lo que más deseaba era poder descansar en paz y tranquilidad.

 El ruido de su teléfono lo saco de sus profundos pensamientos. ¿Quién le llamaba a esas horas? Odiaba que interrumpieran su baño.

— ¿Si? – contesto malhumorado.

— ¿Es que nunca puedes sonreír Jeremy? – esa voz le congelo, pero primero muerto a demostrárselo.

— El trabajo ya esta hecho. Pensé que ya lo sabía señorita Victoria.

— Por supuesto, otro trabajo excelente como siempre. Es por otra razón. – alzo su voz. Algo le decía que no era nada bueno. Esa mujer era sobretodo, demasiado calmada. Nunca alzaba la voz a menos que fuera algo importante. – Tienen a mi sobrino. – eso si que casi le hizo soltar el móvil y si estuviera de pie, caer estrepitosamente al suelo.

— ¿Qué…? – las palabras se atoraron en su garganta. ¿Pero quien fue el maldito infeliz en hacer semejante estupidez? El solo acercarse a ese chico significaba la muerte.

— Los italianos han decidido declararnos la guerra y, Víctor es el líder.

— ¿Y que hay con Dimitri? – preguntó alarmado.

— Ha muerto, o al menos eso creemos. Necesito que vayas de inmediato. No puedo dejar esto en manos de ese infeliz, es capas incluso de vender a Nozomi.

— ¿Cuántos irán?

— Cuantos creas convenientes.

— Como usted ordene.

—  Y Jeremy, cuando los encuentres, mátalos a todos.

— Si.

 Pobres infelices. Solo había una cosa en esta vida que lograba que esa mujer explotara y que destruyera cualquier cosa a su alrededor y eso era su único sobrino. El hijo de su pequeña hermana, la mujer que fue obligada a casarse con aquel Yakuza, la que murió cuando Nozomi tenía 6 años.

 Una mala suerte que justo ahora se encontraran hospedados Ben y su hermano. Tendría que inventarse una grandiosa y creíble mentira, porque aunque no lo pareciera, Ben era buena descubriéndolas.

 ¿Por qué tenían que tocarle trabajos tan peligrosos? Se maldecía el ser la Envidia y la puta mala suerte que le traía. Si no lograba rescatarlo y el chico moría…

 Que dios de apiade de sus almas, por que Victoria Birdwhistle no descansaría hasta matar al último de ellos.

 Si Víctor Cacciatore y todo su sequito querían guerra, pues eso tendría. Desgraciadamente, muchos inocentes morirían.

 No es que les importara mucho realmente, pero solo una vez se vio envuelto en una guerrilla y no fue nada agradable. Si podía evitar que eso ocurriera, era mucho mejor.

 La pregunta más importante ahora era… ¿Estaría Axel con ellos?

 Si así fuera, como se divertiría con él. No todos los días podías enfrentarte y medir fuerzas con un pecado.

Oh si, esperaba con ansias encontrarlo y que valiera la pena realmente entrar por el chico. Y con esa emoción en su pecho, se acostó a dormir un poco antes de partir.

— Nos veremos pronto Amon.*

Notas finales:

* Es el demonio con el que esta asociado el pecado de la Ira: Amon (demonio).

 

Ahora si se tendran que aguantar un mes XD

No se creán :3

Trataré de no tardar mucho.

Hasta la proxima.

:D


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