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Subasta Humana por HakudiNN

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Notas del fanfic:

Hola, espero que anden todos bien.

Criticas bienvenidas siempre =) Y por cierto, si encuentran esta misma historia en otro lugar, soi yo misma n.n

Nota: Death Note y sus persoajes no me pertenece y escribo de el sin animo alguno de lucro 

Notas del capitulo:

Bueno, aqui esta, espero les guste el primer capitulo y presentacion del fic.

Criticas y comentarios super bienvenidos!

Comenzare teniendo la cortesía de presentarme, mi nombre es Mail Jeevas, pero normalmente me hago llamar Matt, puesto que es el sobrenombre que utilizo para trabajar. Soy hacker. Bueno, en realidad era hacker de medio tiempo, ya que, la otra mitad del día me dedico a estudiar informática en la universidad, aunque la verdad es que los estudios no me son muy necesarios dados mis conocimientos en la materia. En fin. Necesito el titulo, que es lo que importa.
Podría contar la aburrida historia de mi vida, como que soy ingles y huérfano, pero creo que lo único necesario de ser mencionado es que trabajaba para quien lo necesitara, empresarios, novias celosas, dueños de sitios web…quien sea. Por lo que, lo que hacia no es muy legal que digamos, pero me ayudaba a solventar mis gastos universitarios; si, hablo en pasado, porque hace apenas dos días que logre pagar mi fianza: me atraparon.
No fue culpa mía, hacia mi trabajo como cualquier otro, pero la muchacha celosa que quería que hackeara la cuenta de su novio, se arrepintió a último momento y me envió un par de policías alegando que ella no me había pedido nada. Así que fui a parar a la cárcel durante una semana, ya que, por suerte, nadie mas aumento cargos.
Y ahora me he obligado a alejarme de esos trabajos, bien pagados, para poder seguir estudiando. Aunado a que hace apenas unas horas que mi ex compañero de piso me aviso que se ira de la ciudad, entonces me quedo solo con todo el piso por pagar, un auto que mantener, una universidad que pagar y comer, si queda dinero. Tengo que conseguir trabajo. Rápido o el casero va a obligarme a hacer de la ventana trasera mi puerta cotidiana si quiero evitarlo para que me cobre.
Así que, aquí estoy, caminando por la calle (me quede sin gasolina) rumbo a mi cuarta entrevista de trabajo: la gente no te ve con buenos ojos si llevas una semana de cárcel en tu expediente, vamos, ni que fuera la gran cosa, no es para tanto entrar sin permiso a una o dos…o cien cuentas de internet.
Enciendo otro cigarro para hacer menos aburrido el camino, creo que estoy perdido. Reviso de nuevo el anuncio del periódico otra vez y lo releo con cuidado, dice que buscan un bartender para un club nocturno. Bueno, la verdad nunca he trabajado en algo así pero…los amigos en la universidad son una buena escuela si de aprender de tragos y licores se trata. No me preocupa.
Suelto el humo de mis pulmones y sigo andando, estoy cansado de tanto caminar, además, a pesar de ir en la dirección correcta, me sigue pareciendo ir equivocado: el barrio es algo desagradable, desértico, casi a mitad de la avenida para las bodegas de las empresas. Ya estoy desconfiando.
Por fin antes de darme por vencido y regresar a casa para enfrentarme a mi atemorizante casero, al fin de la calle, justo en la esquina, veo salir a una muchacha de lo que parece ser un bodegón. Lleva el cabello rubio suelto, una amplísima playera negra y pantalones vaqueros, carga un par de bolsas de basura.
Es muy bonita, así que me acerco hasta ella para ofrecerle mi ayuda.
--¿Necesita ayuda, señorita?—sonrío evitando dejar caer el cigarro, acercando las manos para ayudarla.
--Regresa mas tarde, cuando la subasta comience—me responde con una aniñada vocecilla sin verme siquiera.
--¿Subasta?—pregunto estúpidamente—No, yo…--y allí ya no pude seguir, al alzar los ojos note las grandes letras que adornan la puerta del bodegón: Death Note Bar.
Miro otra vez mi arrugado periódico en busca del anuncio. Bueno, al menos llegue a mi entrevista.
--Disculpa, ¿aquí están buscando un bartender?—me dirijo a la muchacha, quien batalla con las bolsas de basura para meterlas en el gran contenedor.
--Si—responde empujándolas hacia adentro. Su fuerza no es suficiente por lo que las pesadas bolsas casi caen sobre ella, por suerte logre evitarlo.
--¡¡Gracias!!—me dice con una gran sonrisa. Tiene unos muy bonitos ojos azules.
--De nada—le devuelvo el gesto al agarrar las bolsas con ambas manos—Soy…Matt. Y vengo por lo de traba…
No me deja terminar, me toma de la mano y me lleva adentro del bodegón mientras grita con mucha fuerza.
Tira de mi llevándome, lo primero que veo es un estrecho pasillo hecho de barras de metal, bajamos una escalera metálica de caracol, casi caigo ante su ímpetu. Por fin al estar abajo, puedo ver el bar: el piso es de madera, las pequeñas mesas circulares tienen encima las sillas negras, no es tan grande como para ser considerado un club nocturno, yo diría que es un simple bar.
Esta sumido en penumbra a pesar de ser de día.
La barra es en realidad un medio cirulo pegado a la pared, es amplia. Hay una música bastante peculiar para un bar de esa clase: opera.
--¿Qué quieres, Amane?—le responde una alta mujer de negro cabello corto al salir de una puerta situada detrás de la barra.
--Kiyomi—sonríe la muchacha rubia, que aun me sostiene mano—¡¡Matt viene por el puesto!!—avisa con lo que yo tomaría como un exceso de felicidad.
La otra mujer me mira de arriba abajo.
--No necesitamos quien saque la basura.
De inmediato suelto las bolsas.
--Ni quien la devuelva al piso que acabamos de limpiar—reprueba.
--Lo siento—las recojo.
--Matt me ayudo afuera, Kiyomi—lo dice en un tono que me hace pensar que no se llevan muy bien.
--¿Eres bartender?—me pregunta con poco interés.
--Bueno yo…
--¿Cómo te llamas?
--Matt—se apresura la bonita chica rubia, quitándome los papeles que llevo en la mano buscando entre ellos--¡Si!—celebra al encontrar una solicitud de trabajo y dársela a su jefa. La mujer la tomo con indiferencia leyendo el nombre.
--Mail…Jeevas—leyó.
--¡Si!...espera, ¿Qué?—me miro acusante—Dijiste que te llamabas Matt.
La otra mujer se me acerco antes de que pudiera contestar.
--Con esa ropa no conseguirás trabajo en ninguna parte—me dijo. Parpadee confuso, no decía que estuviera equivocada, pero tampoco me sentía muy cómodo vistiendo smoking o traje.
--¡Dijiste que tu nombre era Matt!—volvió a reclamar.
La mano de la morena tomo mi playera con dos de sus blancos dedos y la levanto hasta mi barbilla sin pedir permiso. De inmediato me aparte algo…asustado. Aquello no me lo esperaba.
--Deja de moverte, muchacho—me dijo en tono irritado mientras levantaba mi ropa de nuevo. La sangre subió hasta mis mejillas.
--“Matt” esta bien para mi, ¿Cuántos años tienes?—soltó tirando a la basura mi solicitud de trabajo sin dejar de mirarme.
--Veinte.
—De acuerdo, si te interesa, te haremos una prueba esta noche. Si lo logras, tienes el trabajo.
Por un momento no supe que contestar, seguía avergonzado.
--Perdone…pero… ¿Qué fue todo eso?—me atreví a preguntar sin preocuparme por sonar grosero.
--¿Quieres el trabajo o no?
--S..si— dude.
--Ven a las nueve y…no cambies tu ropa. Llamaras la atención con ese… “estilo” tan…punk—a ella parecía desagradable como vestía. Se dio la vuelta y nos dejo solos. La verdad no entendía nada.
--¿Qué…?—trate.
--Bueno, no me enojare contigo, Matt. Seremos compañeros—sonrió.
--¿Por qué ella…levanto mi…?—otra vez sentí el rubor en mi rostro.
--Es otro requisito—obvio--¿Nunca has venido aquí?
--No.
--Es para la subasta.
--¿Subasta?
--Si—tomo mi ropa e imito a su jefa, con ella si fui capaz de bajar mi playera—Yo creo que puedes ganar mucho en la subasta. ¿Haces gimnasio?
Me quede callado preguntándome si otro de sus extraños requisitos fuera precisamente saber contestar preguntas incomodas.
--Como sea, regresa a la hora que Kiyomi te dijo y ya sabrás—se despidió con una mientras corría hacia el otro extremo del lugar.

El resto de la tarde, luego de escalar por la tubería para entrar a mi piso sin cruzarme con el casero, paso bastante…perturbante. Jugué videojuegos como de costumbre pero no me ayudo mucho para aliviar mi ansiedad. Nunca había ido a ese dichoso bar. La verdad varias teorías cruzaron por mi cabeza, desde secuestro hasta prostitución.
“No seas cobarde, Mail” me dije como orden para asistir a la única entrevista “exitosa” que había logrado. Era mi única oportunidad de ganar dinero limpiamente.
Por fin me arme de valor. Seguí las instrucciones al pie de la letra: no me cambie. Vestí la misma playera a rayas y el pantalón bajo las botas. Lo único agregado fue el chaleco, hacia frio a esa hora de la noche.
Abrí la ventana y salí con cuidado, deslizándome por la cornisa hasta la tubería de agua para dejarme caer por ella hasta el suelo. Bueno, para el casero estuve todo el día fuera de casa.
Cuando al fin llegue a la calle del bar, tuve un ataque de pánico. Había una enorme fila de personas esperando por entrar, así que mi primera teoría de secuestro fue descartada.
Las enormes letras del nombre del bar estaban iluminadas en neón blanco, un gran tipo calvo en la puerta cerrada aun cuidaba que nadie intentara entrar. Podía oír la música encerrada tras esas paredes.
Di un profundo respiro y avance hasta allí, resignado. El calvo me miro con reconocimiento, por alguna extraña razón.
--Por atrás—me dijo. Asentí sin muchas ganas y seguí la dirección de su pulgar. Rodee la bodega por completo hasta una pequeña puerta bien disfrazada con bolsas de basura afuera, se abrió antes de que pudiera tocarla.
--¡Matt!—saludo la rubia lanzándome un abrazo como si nos conociéramos de toda la vida.
--Hola—dude, no sabía su nombre.
--Misa Misa—me guiño un ojo y pateo las bolsas para dejarme pasar—Entra.
Al obedecerla no pude evitar no fijarme en su atuendo: altos tacones oscuros, un pequeño trozo de tela que hacia las veces de falda, dejado visibles sus largas piernas; una pechera rosa bastante ajustada y el cabello rubio recogido en dos infantiles coletillas.
--Sobre tus cigarros…
--Lo apagare si es necesario—me apresure mientras la seguía por el pasillo oscuro.
--No, Kiyomi creyó que se vería mejor.
No entendía nada. Misa me condujo hasta llegar a un cuarto repleto de espejos y cajas de licor.
Abrió la puerta que daba directo a la barra y me dejo libre el paso. El bar estaba vacío aun, sin embargo, estaba todo dispuesto: mesas, sillas, copas, música. Todo.
--Ponte cómodo—soltó la indiferente voz de la jefa tras mi espalda—Quítate eso—me indico señalando mi abrigo. La obedecí en silencio, de nuevo desconfiaba.
Misa se dedico a mostrarme donde estaban cada botella, me inspiro confianza para preguntarle en caso de tener alguna nueva duda; mientras prestaba atención a mi lección, llegaron otros trabajadores, para mi asombro las mujeres vestían atuendos parecidos a los de Misa, y los chicos, vestían bastante…provocativos. Trague saliva ¿me habré metido en un burdel?
A las diez en punto el bar abrió sus puertas al fin, la estridente música (lejos de ser opera) lleno el lugar junto con las luces que parpadeaban en la oscuridad. Misa subió a la barra para dar a bienvenida a los consumidores.
En medio minuto el bar estaba repleto.
La verdad me sentí cómodo al servir los tragos, atareado si, pero no estaba solo; había otro muchacho encargado de ello también, fue sencillo entablar conversación con el a pesar de no conocer su nombre.
Habían pasado unas dos horas cuando Kiyomi anuncio por una especie de altavoz:
--El Death Note agradece su visita…y esta noche la subasta comienza ahora.
Por alguna razón, que desconocía, la gente se alboroto más de lo que estaba ya. Los tragos se elevaron al cielo y los gritos me ensordecieron.
--Tenemos esta noche un invitado especial…si logra convencerles…--anuncio.
--Entras, Matt—Misa dejo a un lado su charola de tragos y se colgó de la barra.
--¿Qué?
--Es tu turno.
No entendí a que se refería.
--La subasta ya empezó—insistió. Aja, seguía sin saber que ocurría.
La música cambio, se hizo mas metálica.
Misa subió a la barra de nuevo tomando el micrófono.
--¡¡¡¡Su nombre es Matt y…la subasta empieza en…cincuenta dólares!!!!—me señalo desde arriba, de inmediato las luces me iluminaron. Los gritos despertaron otra vez.
Instintivamente retrocedí.
--Sube, Matt—insto ofreciéndome una mano.
--¿Subir?
La gente comenzó a silbar y gritar en desacuerdo con mi inseguridad. Misa se noto nerviosa.
Dos de los chicos, meseros, se acercaron por detrás y cuando menos imagine ya estaba sobre la barra.
--¿Quién da cincuenta dólares por Matt?—pregunto Misa levantando mi playera. Casi caigo al retroceder, asustado, pero los meseros me regresaron arriba. La música volvió a cambiar: Dirty, de Christina Aguilera.
--Baila—me susurro Misa sin perder la sonrisa. ¿Qué hiciera que?
Alguien le grito a Misa, y ella sonriendo se volvió a mí poniéndome frente a ella. Su curveado cuerpo comenzó a moverse rozando el mio. Se colgó de mi cuello y me enredo con sus piernas la cintura. Bajo y se inclino frente a mí sin dejar de moverse. Yo, petrificado.
--¡Cien por la rubia!—grito alguien al fondo.
--A que Matt no me gana—rio ella en juego al ebrio publico. ¿Qué se supone que debía hacer?
Misa siguió moviéndose de forma provocativa sobre la barra. “CandieMan” ahora sonó.
Unas delgadas manos subieron por mi espalda levantando mi playera y sacándomela de golpe. Me volví para descubrir a otra chica de castaño cabello, vestida muy al estilo de enfermera fetiche.
--¡Cincuenta por el pelirrojo!—oí una femenina voz al fondo.
--¿Quién da más?—ofreció Misa señalándome como una especie de trofeo.
La otra chica paso sus manos por mi cadera desabotonando mi pantalón. De acuerdo, estaba asustado.
--¡Cien!
Ambas chicas se me restregaron al bailar y yo sin salir de mi asombro.
En otras circunstancias quizás aquello me hubiera llenado de alegría y satisfacción, esa noche, solo no sabia que hacer…estaban subastándome.
--¡Ciento cincuenta!
--¡Vendido!—celebro Misa. Los aplausos hicieron retumbar mis oídos. ¿Vendido? ¿Había oído bien?
Busque con los ojos a mi compradora, era una mujer no mas de treinta años, se acercó hasta la barra subiendo a ella con ayuda de los meseros y se me colgó del cuello. Estaba demasiado ebria.
Desde atrás los otros bartenders me ayudaron a bajar sin soltar a la mujer, quien, me estaba llenando de su aliento a licor mientras enredaba sus piernas a mí. Intente apartarla pero…no fue necesario, mi compradora se desvaneció sola.
Me quede allí…de pie sin saber que ocurría bien.
--La mitad es tuya—me aviso la castaña dándome los billetes.
Los acepte con cierta confusión.
La siguiente subastada fue Misa, en segundos alcanzo los mil dólares.
--La mayoría delas veces es así, Matt, descuida—rio uno de los meseros al verme: ¿Quién da cincuenta por Linda?
Me quede boquiabierto mirando mi dinero, me habían subastado y había conseguido setenta y cinco dólares con pararme sobre una barra y ser despojado de mi playera., y además…legalmente.
--¿Qué pasa cuando ellas no…caen?—pregunte al ver a mi compradora ser remolcada por el calvo de la entrada.
--Un par de caricias en el callejón de atrás no hacen daño a nadie, Matt—rio un muchacho sirviendo un trago. Le devolví el gesto.
Una mujer se acercó entre el mundo de gente directo a la barra para preguntarme si me volvería a subastar, no supe bien que responder.
--Empezare con…doscientos—me guiño el ojo. Una sonrisa jugo por mis labios inconscientemente.
--Quizás quiera esperar, Mello esta aquí—aviso una chica vestida con una falda de ballet y un sostén brillante.
Los ojos de la mujer brillaron y se alejó para buscar una mejor vista.
--¿Quién es Mello?—me atreví a preguntar. Acaba de quitarme cien dólares.
No me respondieron, todo se oscureció de golpe, las pocas luces que había jugaron sobre una alta figura sobre la barra.

Notas finales:

Gracias por leer =D


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