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Subasta Humana por HakudiNN

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Notas del capitulo:

Hola! Muchas gracias por los reviews!! me senti feliz jiji, bueno aqui traigo la continuacion =D!

Espero les guste.

Capitulo 2

--Como siempre—hablo Takada por el altavoz—Tenemos para ustedes nuestra mejor adquisición: ¡¡¡Mello!!!
Matt contemplo en silencio como todo el bar se oscurecía, las juguetonas lucecillas se movieron por toda la barra, iluminando por partes al muchacho sobre esta. Primero una pieza del pantalón oscuro, luego la mitad del fuerte brazo izquierdo y unos mechones del dorado cabello.
La música volvió a cambiar, esta vez de una forma más penetrante, un metal estruendoso que al parecer iba muy bien con ese tal “Mello”. Sin embargo, con todo y ese escandalo, los gritos no dejaron de retumbar por todo el bar, sobrepasando por mucho a la música. Las tonalidades en las voces del público eran variadas, tanto que Matt se sorprendió, pues a pesar de su momentáneo pánico escénico, había logrado escuchar las exclamaciones de las mujeres. Pero, esta vez, con este Mello en la barra, los gritos eran tanto femeninos como masculinos.
--¡¡¡Dos mil!!—se oye una voz al fondo. Matt parpadeo asombrado de que la subasta iniciara con la barra aun en penumbras, ni Misa, tan bonita y sexi, había logrado aquello.
Y entonces, la oscuridad desapareció. El bar se ilumino de nuevo dejando ver al escultural muchacho.
Inconscientemente Matt se acercó a la barra para ver mejor, ese Mello era alto, delgado y tenia el brillante cabello rubio, largo con un flequillo despeinado. Pantalones de cuero entallados a sus largas piernas y un chaleco de bragueta que resaltaba su pecho, dejando al aire su bien desarrollado abdomen, y el inicio de su fuerte vientre, ya que, el cinturón que se sujetaba a su delgada cintura apenas y cubría su hombría.
Sin darse cuenta, Matt se sonrojo ante la imagen. Comprendiendo de inmediato porque la prisa por que Mello apareciera, este muchacho era…atractivo.
Otro cambio de música: I love rock and roll, en su versión original. Casi al instante Mello comenzó a moverse sobre la barra.
--¡¡Dos mil setecientos!!
Matt no cabía en su asombro, lo único que el tipo rubio hacia era caminar.
Y entonces, como si respondiera a los pensamientos del chico, Mello bajo la bragueta de su chaleco dejando descubierto su fuerte torso.
--¡¡¡Tres mil!!
Tenia que ser una broma. El rubio siguió moviéndose, esta vez diferente, mas sensual, ms provocativo sin perder la hombría que parecía tener tatuada en el cuerpo.
Y la cantidad subió y subió. Las ansiosas manos de las personas se extendían hacia el subastado, desesperados por tocarle por lo menos la ropa por un segundo.
En uno de aquellos giros Mello quedo justo frente al hipnotizado Matt, sin quererlo sus miradas se cruzaron, el segundo sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando los ardientes ojos azules se posaron sobre el. Y por alguna razón sintió que estaba bailando solo para el.
Y el chaleco salió volando hacia el piso. Otro cambio en la melodía. “Low”.
--¡¡¡Ocho mil!!!—se oyó un hombre.
Mello dio media vuelta, atrapo una botella, dios sabe de donde salió volando, y tras darle un profundo trago, rompió la boquilla contra el techo para dejarse caer el liquido por el cuerpo. El licor se deslizo suavemente por su cabello, cayendo por el cuello, deslizándose por el medio del fuerte pecho, bajando por las seis divisiones de su abdomen, hasta tocar su vientre y empapar por dentro la virilidad de Mello.
Los gritos aumentaron, si es que era posible. Matt ni siquiera logro parpadear incluso cuando el licor le salpico el cabello. Con ambas manos, y sin dejar de mover la cadera con suaves movimientos descaradamente insinuantes, desabrocho el cinturón, tirando luego de un extremo para sacárselo y golpear el aire como si de un látigo se tratara. La forma sugestiva era un claro incentivo sexual.
Matt creyó oír a un hombre rogarle algo por lo más inesperado, algo así como: ¡dámelo! Era obvio que no se refería al cinturón.
Nueva canción: “Bomb”
--¡¡Diez mil!!—dijo una voz mas.
El rubio no se detuvo, los chorreantes cabellos dorados sobre la cara, los azules ojos retadores, insinuantes. Acerco la enguantada mano al broche de su pantalón. El público parecía orgásmico a los ojos de Matt.
--¡¡Once mil!!
--¡¡Vendido!!—anuncio la voz de la jefa por el altavoz, logrando varios abucheos, y hasta insultos por parte de los concurrentes.
El codiciado rubio se acuclillo extendiendo levemente una mano para recibir a su comprador de esa noche, una invitación que seria tomada para todo. Matt abrió los ojos como platos, cuando un hombre alto, sin cabello pero con barba y vestido con un impecable traje blanco se le acerco entre la multitud. Quizás para los demás paso desapercibido, pero para el, que miraba con estúpida atención al rubio, no paso de largo el que sus azules pupilas se endurecieran al notar al comprador. Quizás un “cliente frecuente”
Y las luces se apagaron de nuevo.
Los ojos de Matt tardaron en acostumbrarse a esa nueva penumbra, quizás estaba demasiado ocupado mirando a Mello que sus ojos recibieron duramente el cambio de iluminación.
Se tallo los ojos con las manos, al momento alguien lo empujo quitándolo con brusquedad del camino, haciéndolo trastabillar, si no fuera por el estante tras el, probablemente hubiera caído.
Iba a despegarse del mueble, cuando un nuevo empujón lo hizo retroceder de nuevo.
Parpadeando un par de veces logro mirar la silueta de la ancha espalda del hombre alejarse detrás de alguien. Sin detenerse a pensarlo, se echo a andar justo detrás de ellos, ya sin oír el nuevo cambio de música.
Tropezó un par de veces con las cajas de licor. Sentía la curiosidad avanzar por cada poro de su cuerpo, estaba seguro que quien lo empujo había sido el comprador de Mello, y por alguna razón, quería saber lo que ocurriría.
Casi a punto de alcanzar la puerta de salida, una mano le aferro el brazo, se volvió de golpe.
--Tu turno aun no termina—le dijo la fría voz de Takada—Tienes tragos que servir.
--Yo…
--Estas contratado—interrumpió—conseguiste más que el mínimo requisitable en la subasta. Ahora regresa a la barra.
Matt echo una ojeada tras su espalda, contra su voluntad tuvo que resignarse y volver sobre sus pasos.
El resto de la noche transcurrió con cualquier otro bar, con la diferencia de que la subasta continuo con dos chicos más. A pesar de verse frustrado el intento por ir tras el misterioso rubio, Matt logro divertirse el resto de lo que ya era el turno de su nuevo trabajo. Por fin, tras horas interminables de bebidas, desfiguros de ebrios y dos peleas, el Death Note cerró.
La retumbante música se detuvo dejando una adolorida sensación en los oídos, y la oscuridad cedió ante la luz artificial, también lastimando las pupilas durante los primeros segundos.
Era increíble ver como luego de una larga jornada de trabajo, los empleados aun tuvieran ánimos para charlar entre ellos.
Lo siguiente que Matt aprendió de su nuevo empleo fue: nadie se va hasta que el bar quede impecable. Algo imposible, pensó el muchacho, al ver los estragos de la noche. Sin embargo, luego de respirar profundamente decidió comenzar a limpiar con los demás, sonrió divertido cuando encontró ropa interior regada detrás de las sillas. Ver la fiesta desde otra perspectiva era divertido.
--Es turno de Matt sacar la basura—exclamo Misa apareciendo desde la bodega vistiendo pantalones y una atrevida blusa negra.
--Ese es tu trabajo, Misa—resoplo Linda levantando los vasos regados.
--Tengo una cita—sonrió—Así que es trabajo de Matt.
--A Takada no le gustara eso, Misa—trato uno de los meseros.
--Tranquilízate, Ryouga—ensancho el gesto alegre—Solo será esta vez—y salió dando saltillos.
--Y cada vez que tenga una cita—contradijo Linda acercándole las enormes bolsas negras al mencionado.
A Matt en realidad no le importaba hacerlo, estaba acostumbrado a hacer esas tareas al vivir solo o con un compañero de cuarto demasiado enajenado del mundo real. Tomo los costales de basura y los llevo hacia la salida mientras se preguntaba donde podría estar ese chico Mello ¿Qué acaso la regla, según Takada, era que nadie se iba sin limpiar? Ese muchacho rubio no se había aparecido otra vez desde la subasta.
Resoplo al salir, el cielo estaba grisáceo, no tardaría mucho en amanecer. Luego de botar las bolsas dio un respiro, necesitaba un cigarro. Saco un cilindro de tabaco del pantalón para encenderlo protegiendo con la palma la llama del encendedor portátil, el aire frio de la madrugada amenazaba con apagarla. Dio unas cuantas caladas, saboreando el calor del tabaco, relajando los músculos. A punto de regresar adentro noto que había alguien mas en lo que creyó la calle desierta. Entorno los ojos con curiosidad acercándose unos cuantos pasos.
Y logro ver de quien se trataba. Sonrió inconscientemente cuando descifro la figura esbelta de Mello, se recargaba en el muro del callejón tras el bar, apoyaba un pie en la pared y colgaba los brazos a los lados. Llevaba puesta una chamarra rojiza, quizás también tuviera frio. El rubio subió una mano para llevarse algo a la boca. Sin pensarlo, Matt se acercó para ofrecerle un cigarro.
Inmediatamente el rubio volvió el rostro al chico sonriente que se le acercaba, sus azules ojos se hicieron irritados ¿Por qué demonios le estaba sonriendo de esa forma tan estúpida? Siguió con la mirada como el muchacho nuevo le acercaba una cajetilla de cigarros.
--¿Gustas?—pregunto sin perder la sonrisa ante el gesto hosco de Mello.
--No.
Matt, vio esfumarse su amistosa acción cuando lo que el rubio se llevo a la boca fue una barra de chocolate.
--Supongo que no fumas—dijo tontamente bajando la cajetilla, en cuanto lo dijo se pregunto a si mismo porque lo había dicho.
Mello mantuvo el silencio mientras mordía su dulce, al preguntarse: ¿Y ese que?
--¿Qué quieres?—soltó con brusquedad harto de ser observado por el fumador.
--Nada—aseguro Matt con inocencia.
--Entonces largo—dio otra mordida.
--¿Eres Mello, cierto?
El rubio enarco una ceja.
--Soy Matt—recobro la franca sonrisa.
Mello volvió al silencio mientras pensaba sarcásticamente un: “fascinante”.
A pesar de sentirse nervioso, sin saber porque, Matt logro mantener la sonrisa, una característica suya bastante peculiar en el.
--¡Mello!—interrumpió una masculina voz desde el bar, interrumpiendo el momento incomodo--¡Corte de caja!
Al parecer nadie se molestaba con que el rubio no ayudara en la limpieza. El mencionado se despego de la pared y se echo a andar quitando de en medio a Matt. Bueno al menos ya sabía quien lo había empujado antes.
--¡Matt!—le hablo el mismo chico--¿Vendrás o no?
El chico salió de su ensismamiento y fue detrás del rubio muchacho.
--Esto es tuyo, es un adelanto—explico Takada entregándole un sobre una vez en su pequeña oficina.
--Gracias—sonrió Matt.
--Ya sabes tu turno—despidió la mujer al chico—Dile a Amane que entre.
--Ella…no…esta.
--¿Qué?—se veía furiosa.
--Tenia algo importante que hacer—mintió.
--¿Qué era?
--Alguien enfermo—fue lo primero que se le ocurrió. Takada no pareció creerle mucho pero lo dejo pasar.
Al abrir la puerta casi se estrella contra Linda, iba demasiado ocupado mirando su dinero.
--Ten cuidado, Matt.
--Lo siento—dio vuelta para retirarse cuando vio al rubio otra vez, de nuevo recargado sobre la pared con su chaleco en la mano. Comenzó a caminar hacia el pasillo.
--Matt, ten cuidado con las rejillas que trajo Ryuoga—intento Linda.
Pero el otro rasgo característico de Matt tomo control de el: la distracción. Con la mirada fija en el perfil serio de Mello mientras se acercaba a él, no pudo ver por donde iba, tropezando irremediablemente con las rejillas, por puro instinto de supervivencia sus manos buscaron con que detenerse, aferrándose a lo único que encontró: Mello.
El muchacho rubio estaba sumido en su mente cuando de pronto sintió de la nada un par de manos tirar de el con brusquedad, haciéndolo perder el equilibrio. Por suerte que no se estrello contra el suelo, en su lugar callo sobre algo diferente, alguien para ser precisos. Levanto el rostro para encontrarse con Matt a escasos centímetros uno del otro.

Notas finales:

***
Ok, las canciones son:
I love rock and roll, de Joan Jett and the blackhearts
Low, de Flo-rida
Bomb, de Jessy Matador

Gracias por leer =D

 


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