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La más bella sorpresa por Shin Black

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LA MÁS BELLA SORPRESA 

 

 

¿Cuántos años habían pasado? ¿Dos? ¿Tres? Era imposible llevar la cuenta cuando cada día es el primer día. Sus ojos levemente cerrados apenas podían observar al muchacho junto a él en la cama, acariciándole suavemente el cabello y terminando de posar uno de sus dedos por las pálidas mejillas. Tres años. Hoy era su aniversario y debería comenzar con un buen desayuno.

Como pudo, abrió las sábanas de la cama para lentamente caminar por los corredores sin hacer mucho ruido. Aun seguía viviendo con sus padres, por lo que a esas horas la mayoría estaba descansando o se había ido a trabajar. Observó el reloj, había dormido más de lo debido y ahora se encontraba en esa dicha si ir a entrenar en el dojo o quedarse en la cocina preparando el desayuno. Por esta vez, optó por lo segundo.

 

Abrió la heladera en busca de leche, mantequilla y pan. Tomó la cafetera caliente con cuidado y sirvió un poco en una hermosa taza bellamente decorada con flores pintadas que Seiichi había hecho con tanto entusiasmo en clase de arte. Sonrió y dejó dos segundos la taza para atender el pan en la tostadora. Quería ser cuidadoso, pues no era el más dotado en el arte culinario pero intentaba dar su mejor esfuerzo aun ante lo desconocido. Cortó la fruta con cuidado y la acomodó en aquel plato de porcelana fina de una manera increíblemente exótica, formando una flor con trozos de manzana y frutilla.
Se acomodó mejor el cabello y colocó todo en una bandeja para, con cuidado, llevarlo al cuarto. Con cuidado, lentamente, despacio, no quería que nada malo pasara, ingresó al cuarto y apoyó todo en la mesita junto al velador. Se sentó en la cama y con su mano movió un poco a Yukimura para despertarlo. Los rayos del sol y el suave movimiento hicieron lo suyo y pronto, los ojos violáceos de Seiichi se abrieron de par en par.

 

–Feliz aniversario –susurró Genichirou con suavidad dándole un pequeño beso en la boca.

 

El joven se sentó mejor en la cama y observó con completa admiración a su compañero. Sanada era un hombre increíble cuando quería, cariñoso, romántico al nivel bestia pero un ser maravilloso, del cual estaba completamente enamorado. Miró su desayuno y observó las frutas hermosamente acomodadas, sabía que las manualidades y la cocina eran dos cosas de las que Sanada aborrecía, pero el pequeño detalle lo valía.

 

–Tengo planeado un gran día, en serio –musitó el muchacho moreno y sacó del cajón unos boletos–. Hay una exhibición de arte en-….

–Lo siento, pero voy a tener que declinar tu invitación –Sanada se sorprendió y miró a su novio cabizbajo. Inmediatamente pensó que algo malo le estaba pasando, y seguramente eso tendría que ver con el día que estaba atravesando.

–Seiichi ¿quieres que hablemos?

–No, no, estaré bien…..–susurró tomando un trozo de fruta–. Gracias por la comida.

 

Los ojos de Seiichi no le volvieron a ver a la cara en todo el día, sería el aniversario más frío que tuvieron y en ese momento Genichirou pensó que su compañero de toda la vida estaba perdiendo el interés en él.
Creyó entonces que no estaba siendo lo suficientemente romántico o probablemente ya había posado su visión en alguien más, por lo que el mayor se levantó y retiró del cuarto con extrema desazón.

 

–Tengo que hacer algo –susurró Genichirou caminando de un lado al otro en la sala, estaba perdiendo a Seiichi y no sabía de que modo había pasado–. Creo que fui un buen novio pero ¿tal vez no fui demasiado bueno?

 

Inmediatamente tomó el teléfono celular de su hermano y llamó a Yanagi esperando una ayuda, una pequeña ayuda que le haga sentirse mejor, pero el teléfono dio ocupado ahogando sus sueños y esperanzas de poder nuevamente reconquistar a Seiichi. Tomó su campera y salió de la casa que compartía con su familia y en la cual, hace meses atrás, había decidido convivir en ella con su novio. Caminó por las calles hacia un pequeño café que bien sabía trabajaban Marui y Niou medio tiempo. Ingresó y los buscó con la mirada, pero al no hallarlos se sentó en una mesa cualquiera dispuesto a esperar.
Suspiró cansado y derrotado mientras jugaba con las servilletas cuando sintió una mano en su hombro, creyó que alguno de esos dos idiotas había aparecido para atenderlo, pero muy diferente encontró su salvación. ¿Quién otro para dar buenos consejos como Yagyu Hiroshi?

 

–Yagyu, necesito ayuda –habló seriamente, el muchacho tomó asiento y le observó con duda–. Seiichi ya no me ama.

–¿Qué? Debes estar bromeando ¿no?

–¿Crees que esta cara es de alguien que bromea? –susurró señalando su rostro de completa frustración, Hiroshi entonces entendió que esto era serio.

–Pero, es imposible, Seiichi es realmente una perso-….

–¿Puedo tomar su orden? –Sanada pegó un salto en su propio asiento y observó a Nioh y Marui parados junto a él.

–Cuando los necesitaba no estaban y cuando no los necesito aparecen LOS DOS –bufó molesto.

–Se nos hacía que estaban comentando algo interesante, y decidimos dejar de hostigar el platón de los bocadillos para venir a molestarlos –susurró Nioh mientras intentaban tomar la orden–. ¿Y bien? ¿Qué pedirán?

–Un café negro –pidió Sanada.

–El mío con Leche –ordenó Yagyu.

 

Nioh quiso retirarse pero Marui se lo impidió, tenían que continuar escuchando la conversación que tenían esos dos, aunque sea a escondidas. Yagyu se acomodó mejor en la silla y miró por la ventana para pensar mientras el cabizbajo Sanada jugaba nuevamente con las servilletas de papel.

 

–Bueno, Seiichi es una persona increíble, dudo que no te ame, te ha amado todo este tiempo ¿qué le haría cambiar de….?

–Creo que no fui lo suficientemente “romántico” o esas cosas, tú me conoces Yagyu, compartimos curso durante varios años, no soy muy……muy…..

–¿Amable? ¿Detallista? ¿Cariñoso?

–Si, si, todo eso….y creo que he sido muy…..

–¿Duro? ¿Bestia? ¿Insensible?

–………………………gracias Yagyu, haces que me sienta mejor.

–Bueno, perdóname –se excusó–. Aun así dudo que a Seiichi le dejes de gustar por eso, es decir, cuando hace tres años se pudieron en pareja, Yukimura te conocía tal cual eres, desde que eran niños.

–Cambié mucho desde que era pequeño –susurró y respiró profundamente–. Era más sociable y, nos divertíamos mucho juntos. Además había planeado una salida a un museo y me rechazo.

–¡oooh! Alguien esta en problemas….

–¡Nioh! ¿Qué haces escuchando? –preguntó Yagyu.

–Estamos aburridos con Marui, no sé si se dan cuenta pero no hay nadie en este café.

–Deberían limpiar las mesas o traernos las ordenes……–explicó Sanada.

–Aaaabuuuurrriiiiidoooooo –Marui se desperezó en una silla.

–¡Es su trabajo!

–Bien, entonces te rechazó eso, tal vez tenía algo importante que hacer, ah mira, ahí está.

–Vamos a seguirlo –dijo Marui sacándose el mandil que llevaba.

–Esperen, ustedes tienen que seguir trabajando –Yagyu se había levantado de la silla mientras Sanada salía del café–. Es viernes y tienen trabajo.

–Podemos pedir el día libre –explicó Marui.

–Señor, nos tomamos el día –Nioh se acercó al jefe.

–Si se van ahora ya no regresen el lunes.

–¡SIIII BUEN FIN DE SEMANA! –salen corriendo dejando el mandil.

–Creo que no entendieron a donde iba –suspiró el jefe.

 

Sanada siguió a Yukimura hasta el hospital, Yagyu, Nioh y Marui también se sorprendieron como Sanada el encontrarse a Yukimura nuevamente en la misma posición. ¿Acaso había vuelto a enfermar? ¿Nada había funcionado? Sanada bajó su cabeza esperando tal vez la peor noticia cuando su novio saliera. Inmediatamente fue consolado con una cálida caricia en la espalda por parte de sus compañeros. No pasó ni media hora que Seiichi salía bastante angustiado del hospital con un sobre en la mano, caminó directamente hacia la plaza seguido por los chicos Rikkai quien continuaban aun dolidos de ver a Sanada en tan deplorable estado.
Se sentó él en una banca y miró el sobre con extrañeza.

 

–¿Cómo le voy a decir a Sanada esto? –se preguntó, los muchachos pudieron escucharlo–. El confiaba tanto en mi y se lo oculté durante dos meses, ya no puedo ocultárselo más, en algún momento lo sabrá.

 

Seiichi parecía extremadamente angustiado, Marui observó como Sanada bajaba la cabeza y le empujó suavemente hacia fuera del enorme árbol. “Vamos”, susurró, pidiéndole que se acercara a su amado para que pudieran hablar. Genichirou no se atrevía, pues aquella angustia de Yukimura le sobrepasaba. Caminó dos pasos solo para colocarse en la misma banca, pero Seiichi tan sumergido en sus pensamientos no noto su presencia hasta que hablo.

 

–¿Qué pasa Seiichi? –preguntó Sanada, el muchacho se asustó y sorprendió al mismo tiempo, para luego volver la vista de su amado al sobre.

–Na….Nada.

–Seiichi, no mientas, cancelaste mi cita contigo, te veo deprimido, no soy idiota, puedes confiar en mi.

–Por eso no te lo digo, porque tú confiabas en mi y te defraudé.

–¿De nuevo estas enfermo? –preguntó, Yukimura no contestó–. ¿Seiichi?

–……….yo……

–Seiichi, por favor, háblame amor, yo siempre estaré contigo, siempre, siempre, por eso quiero que estemos el resto de nuestras vidas juntos y si tienes que de nuevo padecer el mismo sufrimiento, lo padeceré contigo porque tú….

–Estoy esperando un niño.

–….eres lo más importante para mi y……. ¿qué?

–…………………………que……estoy esperando un niño.

–N-No entiendo Seiichi tú……tú eres….

–Lo sé Sanada, soy un hombre, no es necesario que me lo digas tú –le observa–. Es complicado de explicar pero, todos los tratamientos, todo lo que he consumido y tomado, todo eso me llevó a modificar mi cuerpo de alguna forma, no estoy seguro y tengo miedo, esto será muy difícil para mi –le toma de la mano–. ¿No estas molesto, verdad?

–¿Cómo voy a estarlo Seiichi?

–Te arruiné la vida nuevamente…..–el muchacho se tapa el rostro y comienza a llorar, Sanada mira a sus compañeros, los cuales le indican que lo abrace y eso es lo que hace–. Nuevamente tendrás que estar pendiente de mi olvidando todo.

–Seiichi, no es verdad, esto realmente me alegra más la vida, es la mejor sorpresa que me podrían dar.

–Pe…Pero ahora estas feliz, cuando llegue….

–Cuando llegue, niño, niña, lo que sea, lo amaré tanto como te amo a ti.

 

Seiichi le abrazó como nunca antes en la vida, no estaba seguro de nada solo que ese hombre, con el que había formalizado su relación hacía tres años, realmente le amaba, además, que hace dos meses atrás estaba creciendo algo en el y no sabía que era. Su cuerpo ahora se sentía muy extraño, y poco a poco lo haría más.

 

Un Sábado 19 de Septiembre nació, en cesaría y aun no podía creer lo que estaba viviendo. Era el ser más pequeñito que había conocido, y en brazos de su padre Genichirou parecía mucho más blanquito y diminuto. Le pusieron Kazuya, pues el pequeño no emitía sonido más que el llanto cuando tenía hambre, que era muy debes en cuando, usualmente se encontraba muy pacífico en su cuna chupándose el dedo o moviéndose delicadamente. Una hermosa, una bella, la más bella sorpresa que le pudieron dar a Sanada fue en su 3er aniversario. Y ahora, cuando estaban en camino al cuarto año de novios, ya tendrían a alguien más en la mesa para celebrar.

 

–¡Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas Kazuya! –cantaron todos.

–Pollito…..puri.

–¡NIOH!

–¿Qué?

–Que los cumplas feliiiiiz……–todos aplauden con emoción, los abuelos del niño sacaban una cantidad abismal de fotografías casi cegando al niño.

–Anda amor, sopla las velitas y pide un deseo –explicó Yukimura, de unos 19 años junto a su niño de un año.

–Hmm…..fuuuuu –el pequeño sopla la velita y todos vuelven a aplaudirle.

–¿Qué pediste enanito? ¿Una consola de juegos para el tío Aakaya? –preguntó Kirihara.

–No….–seco como su padre, el niño respondió.

–¿Pediste dulces para Bunta?  –preguntó Marui.

–jejeje no.

–¿Cómo va a pedir algo para ustedes si es su cumpleaños, baka? –habló consternado Nioh.

–¿Qué pediste amor? –preguntó Sanada acomodándole la ropita a su hijo.

–Sequeto.

–Jajajajaja

 

Poco a poco, el día iba llegando a su fin, pero los buenos momentos jamás se acaban.

 

Fin.

Notas finales:

FIC DEDICADO A TODOS LOS QUE CUMPLIMOS HOY 5/12 (inclusive)


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