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Northern winds por GothKannon

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Notas del fanfic:

Vamos con mis descargos de conciencia:

Tanto los personajes y la trama original son propiedad intelectual de los autores y editorial correspondientes. Aunque la historia se desarrolle entre los siglos VIII a IX, Ios términos que aluden la mitología y/o cultura escandinava son préstamos que tomo sólo como referencia. No existe coherencia exacta de hechos o personajes históricos con los mencionados en la narración.

Este es como muchos otros un trabajo de y para fans; por lo cual, no existe remuneración alguna. 

Fandom: Thor (comics)

Pairings: Thorki

Warning: AU hasta el punto en donde sea conveniente. Me permito generar dudas. ^^

 

¡A su malestar en general!

 

Notas del capitulo:

Primera: mientras avance la trama van a surgir nombres, a no desesperarse. Aunque ya va que much@s (tod@s) ya saben quienes están involucrados en este enredo. xD ¡sí! ¡Que lo puse en advertencias, jajaja.!


Segunda: sé que las narraciones de los capítulos de este fic son (exageradamente) cortas; sin embargo, si veo una verdadera demanda por extenderla pues…

Las Runas dicen que el despertar se acerca…

 

At the Glomma’s riverside

 

 

Las incursiones masivas hacia las tierras bajas crecieron abruptamente entre los pueblos nórdicos para cuando culminaste la edad de hogar. Con frecuencia exagerada, esos viajes alejaban a tu parentela por varios meses y te acarrearon responsabilidades nuevas que no te agradaban atender en absoluto. A los catorce años, tu espíritu bravo quería ser libre y odiaba escuchar a los consejeros mayores y jarl hablar sobre la mejor manera de gobernar a tu gente. Logrando escapar de los deberes como potencial sucesor, solías internarte en el inmenso bosque caducifolio que circundaba las aldeas. Allí, dejabas que la imaginación que aún se aferraba en tu mente volara y te llevara lejos. Despedías los vestigios de una corta niñez mientras nuevas sensaciones aparecían cuando la espada, que tu padre te hubiera dado en la ceremonia de hace meses, se balanceaba cortando el aire y algunas ramas ante tu marcha. Esquivabas los arbustos en donde peligrosos animales podían estar ocultos y blandías con agilidad el acero en aires bélicos. Buscabas el peligro anhelando encarar al temor mientras experimentabas aquel éxtasis de la adrenalina en el cuerpo. La sonrisa en tu rostro acostumbraba iluminar el sendero inventado mientras el sonido del río que desembocaba en el fiordo se dejaba oír desde la derecha. Un día sin embargo, la quietud de la naturaleza murió. Un caballo relinchó entre los pinos y robles y la inminente curiosidad te guió al Glomma. 

¿La llegada de tus hermanos? ¿El enemigo usurpando tus dominios? Agazapándote y guardando el arma, acechaste cerca mientras el silbido de las hojas se aproximaba y el cielo verduzco se despejaba. Oíste voces, un dialecto similar al tuyo pero más rudo, espeso. Por en medio del follaje espiaste el precario campamento que se levantaba cerca a la corriente y fue allí cuando la viste. Una ‘valkyrja’ de cabello luto y ojos zafiro bebía tranquilamente el agua cristalina del río. El corsé áureo y metálico resplandecía por las ondas que formaba con la mano y el vestido blanco y pulcro caía en armoniosa pendiente. Las aguas danzaban con el trinar de las aves y su silueta se mimetizaba con el paisaje salvaje. Era la magia de aquella atmósfera surrealista la que despertó en ti una nostalgia insondable. Ella se levantó con elegancia y arrastró la mirada hacia el frente, ahí, en donde te camuflabas. Aguantaste la respiración y cerraste los ojos mas el ruido detrás de ti llamó tu inoportuna atención. El crujir de las hojas bajo los pies del enemigo espantó el ambiente etéreo en que te hallabas y el espíritu guerrero te poseyó. Saliste de tu guarida avanzando de rodillas y aferraste al costado la funda de tu espada, solícito. Algunos pasos y saltos ágiles entre las rocas fueron suficientes para lograr atisbar a alguien ocultarse detrás de un tronco muy viejo más al fondo ─un olmo mayor. Te armaste de valor asediando aquel árbol y cuando brincaste a un costado, la sorpresa de no hallarte te desorientó. Quisiste localizarle pero solo encontraste al silencio burlarse.

Fue el rojo de aquellos cielos que llamó al encuentro.

Fue la brisa del primer nevado que trajo el recuerdo.

Te contaron una vez, en la fogata de los primeros días del año, que los descensos de divinidades eran el preámbulo a acontecimientos importantes. Los dioses jugaban entre los árboles, solían decir; ellos se escondían de los mortales esperando el momento indicado para presentarse. ‘La noche madre’ era la ocasión en que se decidía el destino del Mannaheim, en que los dictámenes del dios sabio ejercían su labor. Innegable, el aire se tornó frío y las últimas hojas cayeron en suicidio. Estaban próximas, esas tinieblas que espantaban a los lobos y a los osos. La muerte del último día de otoño llegaba. 

Mientras rozabas superficialmente la madera y pensabas en esas vivencias, el filo de una espada ascendió por tu columna hacia la nuca. Detrás, la risa corta de alguien joven se escuchó y la proximidad  de su cuerpo se acentuó. Tu cólera por entregarte tan fácilmente te armó de bríos y dispuesto a pelear quisiste desenfundar tu propio acero.

Aseguraría sin sonar petulante que te hubiera matado como tres veces antes que te dieras cuenta que el arma que te amenaza no es otra que la tuya propia. 

¿Quién eres?

¿No es algo impropio que me presente primero? 

Estas no son sus tierras. No tienen derecho a asentarse aquí.

¿Eres el señor de este suelo, acaso?

La voz de tu enemigo era fina como la brisa de los vientos y la confianza en sus palabras una molestia a tus oídos. Esa simpleza que adoptaba ante tus reclamos sonó enfermiza y, sin meditarlo, giraste de abrupto y te le abalanzaste. Ambos cayeron al suelo alfombrado de hojas secas y plantas silvestres; no le permitiste reaccionar y te le montaste veloz deseando lanzar los primeros golpes. Un puñete en la quijada te mando atrás y el peso de tu atacante se dejó sentir en tu pecho. De alguna forma el dolor en la mandíbula no te importó y le tomaste de la ropa para lanzarlo a tu izquierda y volver a imponerte. En medio de la serie de golpes que recibiste y devolviste, dieron vueltas sin parar hasta que llegaron pronto a un declive. El terreno en donde disputaban abundaba en peñas tenues y el mismo rio, que desembocaba en los mares del sureste, se escuchó alertando el peligro latente. Cuando sentiste que tu espalda tocó el suelo, te preparaste para tratar de frenar. En los segundos subsiguientes soltaste las ropas del otro e intentaste aferraste en el pasto o los escasos arbustos. Finalmente, te lograste sujetar de una raíz que sobresalía de la tierra, menospreciando el ardor en las palmas magulladas y la caída brusca que tus rodillas amortiguaron en el suelo pedregoso. El revuelco cesó mientras se oía el chocar de las olas muy próximo y sentías en las heridas del rostro y los antebrazos el frio que soplaba desde mar abierto. El latido del corazón era estrepitoso y el esfuerzo en respirar parecía estrujar tus pulmones. En segundos nada más, recuperando el aliento e incorporándote apenas, percibiste a alguien quejarse debajo. La perplejidad se apoderó de tu semblante al enfocar la vista y hallarle demasiado cerca.

El mismo color de cabello y la tonalidad alabastro de la piel de aquella mujer en el Glåma contrastaban con los ojos esmeralda que mirabas fijamente.

¿Q-quién eres?

 

Notas finales:

Algunos términos que pudiesen y necesitan ser aclarados:


Jarl: el jefe de un clan o aldea.


Mannaheim: la tierra de los hombres.


La noche madre: es el llamado solsticio de invierno, la noche más larga de todo el año en que el sol no sale casi por las 24 horas.


El Glomma o Glåma: este río que se alimenta del lago Aursunden y desemboca en el fiordo de Oslo, es el más largo y el más caudalolo de Noruega. Asimismo, tiene como afluente al Vorma que viene, respectivamente, de las aguas del lago Mjøsa.


 


Por ahora y más después, espero sugerencias, dudas y/o críticas.


See ya soon!


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