— ¡No puede echarnos! — chillaba un chico de cabello rubio visiblemente afectado.
— ¡Puedo y lo haré si no me pagáis el alquiler antes de que termine este mes! — le respondía un hombre de rostro impasible, como si aquello no fuese con él de ninguna manera.
— Pero... — intentó rebatirle
— Dejalo, Jonghyun, encontraremos la manera. — le aconsejó su amigo castaño pasando una mano por sus hombros. El hombre se fue sin ni siquiera despedirse.
— Necesitamos encontrar alguien que se quede la habitación del fondo. — comentó el más alto de los tres desde el sofá en el que había estado sentado durante toda la visita, jugando a un videojuego.
— Hombre macho, me acabas de solucionar la vida. — la cantidad de sarcasmo en las palabras de su compañero de piso y amigo hicieron que Minho apagara la consola y cogiera una chaqueta y las llaves antes de que la tormenta cayera encima suyo. Realmente se guardaba un as en la manga, algo que iba a hacer que sus compañeros le adoraran. Pero si desvelaba el secreto en esos instantes, se perdería la magia.
Como aún quedaban casi dos horas para que se encontrara con esos dos chicos, las únicas personas normales que habían contestado al anuncio que había colgado en el tablón de la universidad, se limitó a dar vueltas por el centro, observando a cualquier persona – chica o chico, poco le importaba eso – de buen ver que se cruzara en su camino.
Tras mucho andar y poco conseguir, se decidió a ir ya al café dónde debía reunirse con, si mal no recordaba, Kim y Lee.
Al verlos de inmediato se le borró la idea de normal de la cabeza. Ambos llevaban el cabello teñido de tonos fuera de lo común, y menos en hombres, en Corea. Tampoco iban vestidos como los demás, eso lo notaba a kilómetros de distancia. Lejos de molestarse esbozó una sonrisa, definitivamente ese par iba a encajar muy bien con sus amigos.
— Tu debes ser Kibum, ¿verdad? — afirmó mirando al rubio que parecía sacado de una pasarela. Apostaba cualquier cosa a que ninguna de las prendas que llevaba bajaba de los 150.000 won (100€).
— Sí. — ese monosílabo también le gustó, pegaba con su imagen fiera.
— Y tu Taemin. — el pelirrojo solo asintió con la cabeza, y Minho se sintió incomodo con la mirada, entre intimidante y tímida, que le dedicó.
— Como sabéis, el precio no es muy alto, 70.000 wons (50€) por cabeza. — ambos asintieron de nuevo, y notó como el que respondía al nombre de Kibum apretaba la mano de su – en esos momentos se preguntó si había algo más – amigo. — ¿Hay algún problema?
— Verás... — habló Taemin y su voz se le hizo muy tierna, demasiado melosa, pensó al instante — no sé si el problema lo tendréis vosotros conmigo.
— ¿Por? — preguntó, pese a tener bastante claro que tenía algo que ver con la inclinación de la, a sus ojos, pareja.
— Yo...tengo solo 17 años.
— Ah. — eso no se lo esperaba, si no tenía permiso de sus padres para vivir solo, eso podría ser un problema, seguro que por eso, de buenas a primeras, no le había gustado ese niño. Por otra parte, necesitaban el dinero — Mientras pagues a mi me da igual — terminó por decidir.
— Aquí tenéis la dirección y todo eso. — dijo entregándoles un papel. — Podéis venir mañana mismo a hablar con Onew y Jonghyun y ver la habitación.
Sin decir nada más, sin siquiera tomar nada del café, se despidió y se levantó como si tuviese mucha prisa, cuando realmente no tenía nada que hacer. Habían dos cosas bastante claras: aquél crío no le gustaba, pero definitivamente Kibum era una de esas personas a las que se llevaría a la cama sin pensarlo dos veces. Y a partir de ese momento debía convivir con él...
Al día siguiente
— Minho — la mirada incriminatoria que le dedicaba Jonghyun le daban ganas de salir corriendo...de nuevo. Se había olvidado por completo de la llegada de sus posibles nuevos compañeros de piso, y el lugar presentaba... bueno, el aspecto que suele presentar un piso dónde tres estudiantes universitarios de primer año viven totalmente solos...tras una semana de exámenes. No le podían mostrar eso a nadie.
— Key, esto es una pocilga — dijo el pequeño sin guardar ningún respeto hacia Jinki o Jjong que le observaban con sendos rostros de sorpresa, y mucho menos hacia Minho, que les miraba entre avergonzado y molesto.
— Es que recién hemos terminado con los exámenes, ha sido una época muy estresante y... — intentó excusarse Onew, pero Jonghyun le interrumpió.
— ¿Se puede saber quienes sois? — inquirió, pese a que algo en sus pupilas daba a entender, quizás su forma de mirarlo, que no era la primera vez que se encontraba con el otro rubio. Y su silencio denotaba lo mismo.
— Habrá que limpiar a fondo antes de que nos traslademos, no dejaré que mi bebé viva en condiciones inhumanas — dijo, y de esa forma, casi como si de un acuerdo verbal se tratara, decidió que iban a vivir allí, ante la incredulidad de el castaño y el rubio, y la mitad sonrisa, mitad mueca del moreno.