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No tengas miedo. por Downer

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Notas del fanfic:

Bueno, aquí les dejo este fanfic. Es el primero que escribo, aunque siempre había tenido ideas nunca me había atrevido. Espero que les guste :)

Notas del capitulo:

Bueno, a ver qué les parece :)

Ele miraba por la ventana con aire ausente mientras removía un café con la cuchara. Estaba triste.

 

-Tío, déjalo ya, no merece la pena.

 

Aquel que había hablado era Light. Light era su mejor amigo de toda la vida, llevaban en la misma clase desde los cinco años, y ya estaban en primero de bachillerato. Siempre se ayudaban mutuamente cuando uno de los dos estaba triste.

 

-Ha pasado ya una semana, olvídala, no era para ti. -dijo.

 

-Déjame, tú no lo entiendes.

 

-Tío, no te pongas tonto, yo he pasado por lo mismo que tú ¡y aquí estoy! Verás como dentro de unos días te dará igual.

 

Pero Ele seguía refunfuñando. Light se quedaba ya sin ideas para animarle. Su ahora ex-novia, Misa, le había dejado una semana atrás y desde entonces no había forma de que Ele sonriera. A él le había pasado lo mismo hacía unos meses con una chica llamada Takada y Ele había sido su mejor ayuda para recuperarse, ahora le tocaba a él consolarle. Pero hiciera lo que hiciera, su amigo seguía igual. De pronto, tuvo una idea.

 

-Vale, deja el café y come algo. Te voy a enseñar algo que seguramente te gustara, o eso espero.

 

-Uuf, vale.

 

Light fue un momento a su casa a coger una cosa y a los pocos minutos Ele y él salieron a la calle. Light condujo a su mejor amigo hasta la parte antigua de la ciudad, fueron al mirador y bajaron por un caminito al bosque que había abajo.

 

Estaba anocheciendo y cada vez se veía menos, pero Light se había llevado dos linternas, por lo que no tuvieron problemas para llegar. Fueron a unas ruinas que había en el bosque. Nada más llegar, tomaron asiento en unas rocas a la entrada de las ruinas.

 

-¿Para qué me has traído aquí?- preguntó Ele.

 

-¿Te acuerdas de cuando éramos pequeños que bajábamos aquí a jugar a cazar monstruos?

 

-Claro, ¿por qué?

 

Light se sacó del bolsillo unas piedras de colores y se las mostró a Ele. A este le fue imposible contener una sonrisa.

 

-Aún las tienes, Dios, han pasado tantos años. ¿Te acuerdas? Cuando las juntábamos, los monstruos no podían atacarnos. -dijo.

 

-Sí, y tenían más “poderes” a parte de esos, ja ja.

 

-Qué bien nos lo pasábamos jugando a esa tontería.

 

-¿Tontería? Pues tú te lo tomabas muy en serio...

 

-Ja ja, cállate...

 

Empezaron a hablar de su infancia, de lo tontos que se veían ahora sus juegos y de cuánto habían cambiado las cosas desde entonces. Ele se veía cada vez más animado. Light era genial, el único capaz de sacarle una sonrisa hasta en el peor de los momentos, el único que sabía que siempre estaría ahí para todo lo que necesitara, su mejor amigo.

 

Al cabo de un rato, Ele estaba la mar de contento. Ya casi ni se acordaba de Misa, como si hubiera pasado mucho tiempo desde entonces. Light había traído una bolsa de los caramelos favoritos de Ele “Cuando te dije que me esperaras en casa, fui a comprarlos.”, le había dicho.

 

Los chicos charlaban animadamente, riéndose por todo mientras se comían los caramelos. De pronto, en mitad de una broma, Light enmudeció; se había atragantado con un caramelo. Ele, lo más rápido que pudo, se situó detrás suya y le abrazó bruscamente para que el caramelo saliera. Al principio, no funcionó. A Light se le iba poniendo la cara color violeta. Al vele así, un nuevo sentimiento brotó desde lo más profundo del alma de Ele. La simple idea de que se ahogara le resultaba insoportable y no dejaría que eso pasara.

 

Un golpe más fuerte que los anteriores hizo que el caramelo saliera disparado de la boca de Light, quien respiró entrecortadamente reponiendo todo el aire que se le había negado unos segundos antes. Ele respiró aliviado al ver que el rostro de su amigo volvió a adoptar el tono habitual, aunque sus ojos estuvieran algo lagrimosos aún.

 

-Tío, ten cuidado.- dijo.

 

-Sí, no te preocupes, loco.- respondió Light sonriendo.

 

Ele le miró fijamente a los ojos.

 

-Muchas gracias por todo. En serio, no sé qué haría sin ti. -dijo, y le abrazó.

 

El muchacho, algo aturdido aún por el tonto accidente, le devolvió el abrazo con una sonrisa.

 

El corazón de Ele se aceleró de pronto.

 

 

 

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Aquella sensación no desaparecía, al contrario. Y cada vez que pensaba en ese abrazo, se incrementaba. Era como haber despertado de un sueño muy real. Quiso camuflarlo, hacer como si ese sentimiento no existiera, y a ratos lo conseguía. Al menos al principio. Habían pasado ya tres días desde ese momento en el que se dio cuenta de algo obvio. Se sentía mal y se negaba a sí mismo que aquello fuera posible.

 

Alguien llamó a la puerta. Era su madre, que venía a avisarle de que Light había llegado. “Genial, justo lo que me faltaba" pensó. Su amigo no tardó en entrar a en la habitación y sentarse a su lado en la cama. Alguien le había regalado un juego de guerra para la consola y los dos muchachos estuvieron jugando toda la tarde, sólo descansando para comer de vez en cuando.

 

A Ele se le notaba algo nervioso, y su amigo no tardó en darse cuenta.

 

-Ele, ¿estás bien? -preguntó.

 

-¿Yo? Claro.- no sonó muy convincente.

 

Siguieron jugando. Cada cierto tiempo Ele miraba a Light de reojo. Concentrado en el juego, el muchacho se mordía el labio inferior y fruncía el ceño.

 

-Voy un momento al baño- dijo Ele de repente, se levantó y salió de la habitación.

 

Light, como si nada, se encogió de hombros y siguió jugando.

 

Una vez en el baño, Ele se sentó en el suelo. Un suspiro se escapó de sus labios. Por más que lo intentaba, no podía quitarse aquel rostro de la mente. “Entonces es cierto” pensó. Y es que él, un atractivo muchacho detrás del cual las chicas babeaban, había descubierto que estaba enamorado. No de alguna de esas chicas, sino de su mejor amigo, Light. Siempre que estaba a su lado era feliz. Él era la única persona que realmente se preocupaba por él y en quien podía confiar. Desde pequeños habían sido inseparables, no tenían secretos el uno con el otro. Bueno, ahora sí.

 

Estaba hecho un lío. Jamás se había sentido atraído por alguien de su mismo sexo, de hecho pensaba en cualquiera que no fuera Light y no sentía nada. Ni siquiera sabía si le deseaba de forma física. Pensó por un momento en besarle, y una extraña sensación recorrió su abdomen. No era capaz de aceptar todo lo que estaba pasando, era demasiado nuevo para él.

 

Salió del baño sin ni siquiera ser capaz de mirarse al espejo y se encaminó a su habitación, donde le esperaba Light, ajeno a todo lo que ocurría.

 

Los días pasaron. Después las semanas y los meses. Nadie, absolutamente nadie, sospechaba de ese amor que iba creciendo. Cada vez era más incómodo para Ele estar en su presencia. Es más, ahora Light ni le hablaba: Ele se había enfadado con él porque Misa, su ex-novia, le tonteaba todo el tiempo.

 

Obviamente, Light pensaba que estaba celoso porque aún la quería y le había echado la bronca con que tenía que olvidarse ya de ella, además él no pensaba salir con Misa ni nada por el estilo. A pesar de todo, la chica no hacía más que seguirle a todas partes y Ele no soportaba que alguien hiciera eso con Light. Le dolía muchísimo no poder decirle que ella no le importaba, ya que ahora Light pensaba que le odiaba, pero temía que si supiera la verdad fuera Light quien le odiara a él.

 

Octubre llegaba a su fin, se acercaba Halloween, fiesta que siempre habían celebrado juntos. Ele estaba tranquilo escuchando música cuando su madre entró a avisarle de que Light estaba en la puerta. En efecto, el muchacho le esperaba con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Se quedaron en silencio, mirándose hasta que Light habló.

 

-Tú, cosa, mis padres se van en Halloween. ¿Te quieres quedar a dormir?

 

Ele se quedó de piedra.

 

-Claro. -dijo.

 

La expresión de Light se transformó en una leve sonrisa.

 

-No te enfades conmigo, ¿vale?- y le tendió una mano.

 

-Claro que no.- contestó Ele con otra sonrisa dándole la mano. Se abrazaron y Light le dio dos palmaditas en la espalda.

 

-Bueno me voy, hasta mañana.- dijo, y se fue.

 

Aquella noche fue la primera que Ele durmió bien en mucho tiempo.

 

Pensar que Light no le odiaba le hacía sentirse genial. Además, iba a quedarse a dormir en su casa pronto. Sabía que no pasaría nada, pero el simple hecho ya le hacía ilusión.

 

Llegó el día de Halloween. Una amiga les invitó a su fiesta de cumpleaños la cual celebraría ese día y había que ir disfrazado. Ele y Light fueron a la fiesta complementados: Ele vestido de negro y con una máscara blanca y Light vestido de blanco con una máscara negra. "El uno para el otro" pensó Ele, y acto seguido se golpeó a sí mismo la cabeza para "dejar de pensar en esas tonterías".

 

Aquella fiesta era genial. La chica que la celebraba pertenecía a una familia con dinero y la hizo en un piso que tenían vacío. Unas cuantas chicas se le acercaron a Ele, quien les hizo algo de caso sólo por ver si a Light le ponía celoso. El chico no dio muestras de importarle y estuvo hablando con sus amigos acerca de deportes todo el tiempo. Hasta que llegó una chica y se puso a hablar con él. Ele se dio cuenta de esto y una inmensa furia le inundó al ver el provocativo disfraz de diablesa de la chica. Light le vio con los ojos encendidos y se acercó a preguntarle qué le pasaba.

 

-¿Que qué me pasa? No te importa.

 

-¿Qué dices?

 

Ele miró a la chica y seguidamente a Light.

 

-¿Es por ella?- dijo este- ¿No me irás a decir que también te gusta?

 

-¿Gustarme? ¿Qué dices? No entiendes nada, déjalo.

 

-Entonces, ¿qué coño te pasa conmigo?

 

La chica de la fiesta se dio cuenta de que se estaban encendiendo y se acercó a ellos.

 

-¿Qué os pasa?- preguntó.

 

-Nada, este tío que no se entera de nada.- dijo Ele.

 

Light puso cara de enfado y se abalanzó sobre Ele. Por suerte, la chica se interpuso entre los dos.

 

-No voy a dejar que os peleéis aquí.-dijo, y arrastró de la manga a los dos muchachos que se miraban con odio por unas escaleras hasta una puerta que daba a la azotea.

 

-Entrad ahí y solucionad lo que sea. No bajéis a la fiesta hasta que no hayáis arreglado todo.

 

Ele y Light salieron a la azotea. El cielo, completamente despejado, mostraba una luna llena impresionante rodeada de estrellas. Hacía viento ahí arriba. Se quitaron las máscaras para verse la cara. Los dos muchachos se quedaron en silencio un rato, hasta que Light habló.

 

-En serio, ¿qué te pasa?- Ele le miró un momento y agachó la cabeza como si sintiera vergüenza.- Mírame, eres mi amigo y no quiero estropear las cosas, así que dime qué te pasa.

 

-Yo...no puedo.

 

-¿Cómo que no puedes?

 

Ele levantó la cabeza.

 

-Si te lo digo me odiarías.

 

Se quedaron en silencio. Light miraba a Ele con los ojos como platos. Siempre se lo habían contado todo y el muchacho no entendía qué podía ser tan malo.

 

-Por favor, dímelo.- dijo- Te juro que no te odiaré. ¿Por qué te da celos que hable con chicas? Lo de Misa lo entiendo, pero esa chica que me habló antes, ¿también te gusta o qué?

 

Ele suspiró y se puso justo enfrente de Light.

 

-No. Es que no lo entiendes. Yo no me pongo celoso por que me gusten las chicas, me pongo celoso porque me...-se calló de golpe.

 

-¿Porque te qué?

 

Ele bajó la vista al suelo. Sabía que la había cagado, y encima ni siquiera era capaz de decir la frase entera. Un nudo empezó a formarse en su garganta.

 

-¿En serio hace falta que te lo diga?- dijo con voz entrecortada. Levantó la cabeza y miró a LIght a los ojos.

 

Fue entonces cuando Light lo entendió. Lo vio en las lágrimas de sus ojos, en el gesto de morderse el labio para que estas no cayeran. El viento agitaba el pelo alrededor de su cara haciéndole parecer un alma en pena. Fue la misma sensación que si alguien te despierta de un sueño muy profundo. Como un clic en su cerebro que le cambió todo en un momento.

 

Ele se dio cuenta de esto. Vio como los ojos de Light se agrandaban mirando directamente a los suyos. Se sentía fatal, no tenía que haber dicho nada. Al no saber qué hacer, optó por irse cuanto antes de allí.

 

Light no hizo amago de ir a detenerle. Simplemente dejó que se fuera, pero en ningún momento dejó de mirarle. ¿Era verdad aquello? ¿Era posible? Necesitó más de media hora para volver a bajar a la fiesta, pero no se encontraba bien así que decidió irse a casa. Tenía mucho que asimilar.

 

 

 

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Ele lloraba en un banco en el parque. Se quería morir. No soportaba la

 

idea de que su mejor amigo, su amor, le odiase. Ya no sería capaz de mirarle nunca más a la cara. Lo había estropeado todo. Encima no podía aparecer por su casa a las cuatro de la madrugada y no tenía dónde dormir. Al cabo de un rato, mientras pensaba en mudarse de ciudad para no molestar más a Light, sonó su teléfono. El corazón le dio un vuelco al leer el nombre que parpadeaba en la pantalla.

 

-¿Sí?- dijo con voz temblorosa.

 

-¿Dónde estás?- la inconfundible voz de Light sonó al otro lado del teléfono.

 

-En un parque.

 

-¿No pensarás dormir ahí?

 

-Sí.

 

-Eres gilipollas. Anda, no tardes que me quiero acostar.-dijo, y colgó.

 

El corazón de Ele latió muy fuerte. Se había preocupado por él. Se secó las lágrimas y se puso de pie. “Le diré que estaba borracho y que ha sido todo un malentendido. Sí, eso haré.”

 

Light suspiró. Llevaba más de dos horas en casa intentando conciliar el sueño cuando cayó en la cuenta de que Ele no tenía dónde dormir. Había decidido llamarle y ahora iba para allá. “Que sea gay no tiene que afectarme. Sólo será un poco diferente, espero. Hemos sido amigos toda la vida y no voy a dejarle de lado por eso. No soy esa clase de persona.”

 

 

 

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Ele no había estado más nervioso en su vida. Llevaba en el portal de Light cinco minutos y aún no había tenido agallas de llamar al timbre. No sabía qué decirle. Sacudió la cabeza y presionó el botón. Light abrió directamente, ni siquiera preguntó quién era. A Ele le pareció que el ascensor iba demasiado deprisa. Cuando la puerta de este se abrió, se hizo el silencio más incómodo que jamás se ha hecho. Light le invitó a pasar. No hablaron hasta después de unos minutos.

 

-¿Duermo en el sofá, no?-preguntó Ele mientras acomodaba unos cojines.

 

-¿En el sofá? Tú de toda la vida duermes conmigo.

 

Ele se sonrojó. Light caminó hacia él y le sujetó por los hombros.

 

-Ele, lo siento.

 

-¿Que lo sientes?

 

-Sí, siento haberte hablado así. Yo no sabía nada, en serio, perdóname.

 

-No, soy yo el que lo siente todo.

 

Fueron a la habitación de Light. Ambos avergonzados, se acostaron dándose la espalda. Fue entonces cuando tuvieron valor de hablar.

 

-¿En serio esto es verdad?- preguntó Light.

 

-Sí.-respondió su amigo.- Lo siento de veras.

 

-No lo sientas. Son cosas que pasan, supongo.

 

-¿Sabes? Lo que más pena me da es que no sé si podremos seguir siendo amigos.

 

-Hombre, yo espero que sí, por mi parte no hay problema.-dijo Light, y se giró. Ahora Ele sentía su respiración en la nuca. Se giró también. Estuvieron un rato mirándose y hablando de tonterías. Al final fue casi como antes de que todo eso pasara.

 

-Ja ja, que tío.

 

-Ya ves, ja ja.

 

Se quedaron en silencio. Ambos sonreían en la oscuridad. En un extraño impulso, Light puso su mano sobre la mejilla de Ele y la acarició levemente. Este se quedó de piedra, sin saber qué decir. No se atrevía a tocar a su amigo.

 

Light se sorprendió de sí mismo. ¿Por qué estaba haciendo eso? Tal vez tenía tanto sueño que no razonaba. Se incorporó un poco y acercó su rostro al de Ele. Un teléfono móvil se encendió de pronto, iluminándoles. Light cerró lo ojos. Aún sujetaba el rostro de Ele en una mano. Con el dedo pulgar localizó sus labios y depositó un suave beso sobre ellos. Ele se quedó de piedra. Nunca un beso le había gustado tanto. Acarició el pelo de Light. Se sentía más feliz que nunca en su vida. Los rostros de los chicos se separaron y Light se volvió a tumbar.

 

-Dame tiempo.- fue lo único que dijo antes de quedarse dormido.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, este es el primer capítulo. Espero que os haya gustado, díganme en reviews qué les parece y si quieren que continúe escribiendo esta historia :)


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