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Deepest Secret por YukaKyo

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Notas del capitulo:

 

[Título:] Deepest Secret

[Autor:] YukaKyo

[Fandom:] FullMetal Alchemist

[Paring:] RoyxEd

[Clasificado:] Levemente restringido, tiene casi… porno!Pues hay semidesnudos, nalgadas, erecciones frustradas y adolescentes calientes!

[Advertencia:] Esta es mi historia! La escribí principalmente para mi, para divertirme y pasar un buen rato! Si la lees y espero te guste, seria grato ver algún comentario tuyo, aunque fuese un saludo. Si no te gusta, no comentes y ve a buscarte otra cosa que leer! Puedo estar muy pegada a los cannones del personaje o no! Y no importa!!! Porque esta hecho solo para divertirme y porque adoro a la pareja! Así que no vayas a reclamarme por mis desvaríos!

[Continua?:] No lo sé! A menos que me parezca divertido hacerlo. Esto mas bien fue como un homenaje, frustrado a la vieja escuela. 

 

o.o´

 

 

Deepest Secret

 

Se había pasado esta vez y alguien tenia que ponerlo en su lugar.

 

¡Para ese chiquillo todo era un maldito juego!

 

Toda aquella maldita destrucción en aquella cuidad no había sido mas que un jodido juego. No estaba buscando nada, no lo había hecho para ayudar a nadie y él había tenido que dar la cara por él ante los altos mandos. 

 

Y el niño tan solo estaba jugando.

 

La risa más que divertida de Edward no hizo más destrozar la última soga de control con la que se mantenía lo más tranquilo que podía.

 

— ¿Y quién va a ponerme en mi lugar? — Soltó Edward retadoramente mirándolo con la barbilla alzada — ¿TÚ? —

 

Y fue la mueca de desden en su rostro lo que había iniciado todo. 

 

No lo había dejado ni siquiera darse la vuelta para marcharse de su oficina como Edward habría deseado. No, en su lugar lo había jalado del brazo con una fuerza que incluso le sorprendió al mismo Roy, pues como si el fullmetal no pesase nada, lo levantó al aire arrastrándolo por su escritorio hasta caer junto a él en su amplio sillón de cuero. 

 

La rabieta infantil de el rubio no se hizo esperar y la reacción de Roy tampoco. El enano necesitaba disciplina, muchísima, algo que tal vez nunca había recibido de su amorosa madre y si Edward estaba empecinado en comportarse como un niño iba a recibir un castigo que cualquier niño se merecía.

 

Los pataleos terminaron en el mismo momento en que los pantalones de un firme tirón  fueron bajados hasta dejar a la vista su bien formado trasero. Brillante y dorado, completamente suave como lo es toda su piel o al menos así lo pensó Roy, no es que lo hubiese hecho antes, no, pues era justo hasta ese momento que dedicaba uno solo de sus pensamientos a la piel de su subordinado.

 

— ¡Mustang! ¿Qué es lo que vas a hacer?— ¿Era un poco de miedo lo que escuchaba en la voz de Edward? Por un momento aquello le hizo sentir demasiado bien, pero el castigo de ese osado rubio apenas estaba comenzando

 

— Dudabas que yo pudiese ponerte en tu lugar ¿No?— una sonrisa socarrona se dibujo en sus labios y aunque el rubio intentó levantarse, una fuerte mano sobre su espalda le obligo a permanecer en su lugar — Es hora de que aprendas la lección Edward — 

 

Casi lo sintió tragar saliva al terminar sus palabras y los ojos dorados comenzaban a teñirse aunque muy levemente de terror.

 

— No vas a volver a desobedecer mis órdenes y mucho menos a burlarte de mi, eres mi subordinado — Edward empezó a dar batalla de nuevo, revolviéndose en su regazo haciendo que sus pantalones de cuero se deslizaran un poco mas, casi hasta sus rodillas.

 

— ¡Vamos! ¡No lo decía en serio! — Y Edward casi suspiró de alivio cuando pudo notar un leve brillo de entendimiento en las pupilas azules del pelinegro, un pequeño voto de confianza a la honestidad de sus palabras pero de las cuales solo Edward sabia, no eran ciertas.

 

Más tuvo que apretarse los dientes con fuerza para evitar soltar algún sonido de su boca cuando la mano de Mustang azotó con fuerza contra su trasero. Roy sonrío mientras observaba la rosada forma de sus dedos estampada en los glúteos y aunque Ed tan solo logró verlo brevemente por el rabillo de su ojo, pudo darse cuenta lleno de pánico que Mustang no había creído en sus palabras en lo absoluto. Pero ni siquiera le da tiempo en replicar algo cuando una segunda nalgada le roba el aliento.

 

A Roy aquello comenzó a gustarle, la piel era tan suave como lo imaginaba y el sutil rosado  en la misma comenzaba a teñirse mas de rojo con cada golpe duro que le daba, uno mas fuerte que el anterior y mas pesado. El rubio había pasado de apretar los dientes a respirar rápido, soltando en ocasiones un breve quejido adolorido, algún chillido e incluso un breve grito humillado.

 

Roy tenía que admitir que comenzaba a sentirse poderoso y no ni siquiera se dio cuenta en que momento su respiración se hizo mas pesada mientras sus pupilas  azules se dilataban y su mano fue alzándose hasta hacerlo doloroso para su brazo, mas logrando con ello un mayor impulso para azotar su mano con saña en las carnes firmes y juveniles de Edward.

 

Quiere oírlo gritar e incluso por un breve momento, oírlo sollozar, Hasta que pida, más bien, ruegue por que se detenga.

 

No tiene que esperar demasiado.

 

— Roy — su nombre, jamás empleado en los labios de Edward se escuchaba lastimero — ¡Por favor! —el fullmetal gimoteó y una brillante hilera de lágrimas estaba retenida en sus pestañas rubias, un golpe más o tal vez dos más y empezaría a llorar.

 

— Aun no termina el castigo Edward — musitó Roy sin mirarlo, mas concentrado en delinear con uno de sus dedos las marcas rojas que dejó sus manos y que empezaban a moretearse  — Tu mismo pediste que te pusiera en tu lugar —

 

Edward tragó saliva. Era verdad que había pedido casi agritos aquello, pero jamás pensó que seria de esa forma tan humillante. Había esperado cualquier tipo de castigo, todos menos ese. Roy Mustang, terminando por darle de nalgadas como si aun fuese un niño pequeño.

 

Era tan imposible como inconcebible la idea, pero que en esos momentos era completamente cierta.

 

Podía que en ocasiones Ed aun se comportara como uno pero ya no era más un infante y con toda la dignidad que aun le quedaba volvió la cabeza hacia el frente y apretó los dientes esperando una nueva oleada de tundras sobre él. Iba a soportar todo aquello, con la última pizca de dignidad que tuviese. No importaba que Mustang le golpease con más fuerza, aguantaría la tundra de golpes hasta que terminaran.

 

Y ciertamente Roy no lo hizo esperar.

 

La carne comenzaba a arderle y ahora lo único que sus labios soltaban  eran son sonoros gritos. Gritos que intentaban ser acallados con golpes más fuertes que retumban con cada palmada feroz a los glúteos y que por poco terminaron por hacerlo llorar, no iba a hacerlo, iba a aguantarlo mordiéndose los labios hasta sacarse sangre. No iba a llorar, ni mucho menos pedirle que se detuviera como casi lo había hecho antes.

 

La mano le azota una vez, dos, tres y entonces Roy lo siente, lo escucha, lo ve.

 

La presión contra su muslo es constante. Con cada nalgada el miembro del Edward completamente despierto y duramente erguido aguijonea contra su muslo revestido de la dura tela de su traje militar y los jadeos que antes eran dolorosos ahora tienen un nuevo tinte en las modulaciones. Son roncos, ansiosos, deseosos de más.

 

El militar ha escuchado esos mismos sonidos antes, los ha oído entre las sabanas oscuras de su cama mientras posee salvajemente a su mujer, a las mujeres. Pero a la vez es distinto, mas atrayente y ciertamente completamente prohibido. A Roy se le seca la boca mas continúa con su tortura.

 

Que ahora pensándolo bien y ante las reacciones de Edward, ya no lo era tanto.

 

Las lágrimas cayeron al fin.

 

Más fueron de gozo.

 

Pues los dedos largos y calidos que antes le azotaban, ahora recorren su piel lastimada delineando apenas las rojas excoriaciones enviándole deliciosas corrientes eléctricas a lo largo del cuerpo que lo hicieron arquearse ante su toque. Su pene ya goteaba ansioso  y no acalló para nada el gemido que se escapo de los mismos y se mordió con fuerza los labios cuando un solo dedo de Mustang se hundió en las mejillas de su trasero tanteando la rugosa abertura rosada con su afilada uña. Solo recorriéndola más jamás penetrándola como deseaba. Ed alzó las caderas deseando empalarse el mismo aquel dedo mas Mustang había prevenido aquella acción y retiró su mano ganándose un sollozo decepcionado del rubio.

 

Suficiente, pensó Roy, aquello ya era suficiente para él. Su propia polla presionándose ya dolorosamente contra la costura del pantalón se lo decía.

 

— Es suficiente — musitó el pelinegro y había luchado por que la voz no se le notase rasposa por su garganta seca y los dedos de la mano agresora latieron en picazón cuando tocó la piel caliente del rubio, mas no lo hizo para atraerlo a él, sino mas bien para alejarlo.

 

Y Edward tan solo había resbalado un poco de sus piernas y volvió poco a poco su rostro mirándolo confundido, aun aturdido por las continuas y deliciosas oleadas de excitación que le recorrían, el dolor había quedado simplemente de lado aun y cuando seguramente para mañana tendría unos horribles moretes que ni siquiera iban a dejar que se sentase. Pero no importaba, mucho menos si Mustang podía hacerle sentir así de bien. Apretando sus dedos en el muslo de Roy volvió a alzar su trasero alentándolo a que continuara. Pero el militar había vuelto a alejarlo y esta vez más rudamente hasta casi tumbarlo de su regazo.

 

— Bien hecho Edward soportaste tu castigo — La voz escueta y seca del hombre sobre el que estaba lo había hecho volver el rostro encontrándose con los ojos azules fijos en él y el brillo burlón en sus pupilas le había hecho crujir los dientes sintiéndose completamente ofendido — No quiero que tu comportamiento se repita y mucho menos deseo volver a castigarte —

 

— Aprende de la lección y compórtate como se debe Elric. Ahora puedes retirarte —

 

El rubio no había dicho nada tan solo había tomado sus pantalones y se los había puesto con furia. Roy lo había mirado con su gesto frío e imperturbable mientras terminaba de alistarse y de recoger sus ropas y ciertamente no se había esperado que se despidiera, pero tampoco había esperado que el rubio se detuviera y se volviera para mirarlo fijamente mientras sostenía entre sus dedos el pomo de la puerta.

 

Había odio y coraje fieramente dibujado en las pupilas doradas del rubio, pero había algo mas, un pequeño brillo travieso de algo que Roy no tuvo tiempo de descifrar pues de un sonoro portazo Edward había cerrado la puerta tras de él y fue entonces cuando estuvo en la completa soledad de su oficina que Roy, se permitió soltar la respiración que había contenido cuando el rubio se había levantado de sus piernas.

 

— ¡Maldita sea! —

 

Tal vez tendría que deshacerse primero de ese maldito problema que tenia dentro de sus propios pantalones y no habría forma alguna de que sus pensamientos se alejaran del rumbo de esos ojos dorados y sus cabellos rubios. Aun podía sentir a Edward rozándose descaradamente contra su muslo y su solo recuerdo hizo saltar su hombría restregándose deliciosamente contra la costura de su pantalón.

 

No iba a poder sacar a ese maldito chiquillo de su mente. Solo tuvo que abrir el cierre y bajar un poco la tela de sus calzoncillos para que su polla rebotara fuerte, brillante y rosada, demandando imponente la atención que necesitaba. Sus dedos se cernieron sobre  la misma y el cosquilleo que casi lo hizo correrse lo obligó a soltar un gruñido gutural nada decoroso y echó la cabeza hacia atrás mientras su mano subía y bajaba por la carne caliente con ganas. Casi podía escuchar los gemidos de Edward y sus ojos dorados brillando anhelantes, rogando por más.

 

Deseando más.

 

Definitivamente no iba a sacárselo de la cabeza por horas.

 

No ¡No lo haría!

 

Aunque por ahora se lo guardaría como el más profundo de sus secretos.

 

o-o-o-o-o-o-o-o-o

 

Después de aquello no había vuelto a saber de Edward durante meses.

 

Hasta ahora.

 

— Los precios para la reconstrucción entera de Xenotime son simplemente exorbitantes y para esta misma tarde el consejo militar va a convocar una reunión express para hablar de lo mismo y de las demás ciudades afectadas —  Roy masajeó su frente tratando con ello de alejar aunque fuese momentáneamente la fuerte jaqueca que llevaba ya buen rato rompiéndole los sesos y la voz escueta y fría de Riza no ayudaba en lo mas mínimo.

 

Edward si que la había hecho grande esta vez ¡Una destrucción sin precedentes!

 

— ¡Oh!  Se me olvidaba — dijo la mujer mientras buscaba algo entre los bolsillos de su chaqueta que luego le tendió al pelinegro divertida  — Esta es una carta de Xing que acaba de llegar hace unos momentos, al parecer Edward llegó de paso por ahí también — Roy simplemente la arrojó contra el montón de las otras que tenia en el escritorio sin prestarle la mas minima atención.

 

— Va a tener suerte si el concejo no pide su cabeza como premio, señor — el tono burlón de la mujer simplemente le hartó.

 

— Puedes retirarte Hawkeye — Riza le dio un saludo formal no sin antes brindarle una sonrisa divertida para luego girarse y salir de la oficina dejándolo completamente solo.

 

Roy pasó algunos minutos mirando las interminables cartas de quejas que seguían llegando y llegando. Solo algunas cuantas tendrían a lo mucho algunas breves líneas como contestación y la mayoría terminarían  en el platillo que ya rebosaba de cenizas y donde chasquearía distraídamente los dedos para quemarlas. Así que sin tanta ceremonia se puso los guantes y probó levemente la tela de ignición frotándose los dedos. Mas fueron tres golpes fuertes los que le interrumpieron en ese mismo momento y que sin duda le hicieron crujir los dientes más que molesto.

 

— ¿Y ahora qué? —

 

Gruñó lo suficientemente fuerte para que él o la que estuviera detrás de esa puerta le oyera y cejara en su empeño por querer entrar pero, mas bien parecía que le había dado permiso para hacerlo, pues la puerta chirrío abriéndose aun y cuando eso era lo ultimo que quería y sus cejas oscuras que estaban fruncidas con leve molestias se encresparon aun  mas dándole un aire fulminante a su mirada azul oscuro cuando la pequeña y rubia figura que bien conocía pasó el umbral de la puerta.

 

— ¡Vaya! Cualquiera pensaría que no estas muy contento de verme — soltó Edward despreocupadamente pero con un brillo de provocación en el rostro muy difícil de ocultar y fue hasta que el rubio cerró la puerta tras de si que Roy se permitió liberar el aire que había contenido, soltándolo ruidosamente por sus fosas nasales. Calmando lo más que pudiera a la corrosiva rabia que sentía.

 

— Ven aquí Edward — musitó luchando por mantener su voz tranquila, eso si, no fue nada suave el golpe de su índice contra el escritorio que demandaba que se acercara.

 

— ¿Para qué? — preguntó el rubio con una ceja alzada mirándolo receloso, mas su actitud era completamente opuesta a sus acciones, pues había acatado la orden avanzando hasta el imponente escritorio y solo hasta que sus muslos golpearon la madera del mismo se detuvo, regalándole al militar una sonrisa mas que burlona y retadora — ¿Vas a intentar ponerme en mi lugar de nuevo? —

 

— Eso es justo lo que haré —  su voz sonaba dura pero Ed pudo captar un breve atisbo de desenfreno que no tenía nada que ver con su anterior ira, sí, esa misma que Roy había arrojado por la ventana al mismo tiempo que lo vio avanzar hasta él.

 

— Me gustaría verte intentarlo —  le desafió el rubio subiendo una de sus rodillas al escritorio a la cual le siguió la otra para dirigirse felinamente hacia él aun sentado en su sillón de cuero.

 

— ¡No me retes Edward! — siseó el pelinegro arrastrando su nombre y aquello hizo sonreír con sorna al rubio.

 

—  Ahora y siempre voy a hacerlo Mustang — Sentándose en la orilla del escritorio y encima de todos los papeles, Ed coló sus piernas en el pequeño espacio entre el mueble y Mustang, dándole una buena patada al sillón para echarlo hacia atrás, no demasiado pero si lo suficiente para que para que pudiera bajar una vez mas al suelo.

 

— ¡Maldito mocoso! — gruñó de nueva cuenta el mayor mas cualquier queja que deseara brotar de sus labios fue reprimida cuando Ed se dio la vuelta quedando de espaldas antes de echarse contra el escritorio y desde ahí el rubio apenas había girado el rostro dándole a Mustang una sonrisa que hizo que se le secara la boca.

 

Entonces Edward lo dejó de mirar volviendo su rostro y levantando las caderas, terminó ofreciéndole el culo, aun revestido en sus pantalones de cuero, como jamás había ni siquiera pensado que llegaría a hacerlo.

 

— ¿Qué? ¿Por qué no haces nada bastardo? — oyó la voz de Edward medio molesta, medio expectante, pero lo que no se habían atrevido a decir sus labios, sus ojos se lo habían terminado confesando: Aun no aprendo la lección y me he portado mal. ¡Muy! ¡Muy mal!. Roy se mordió el labio acallando el gemido que había deseado soltar cuando un muy agradable hormigueo le asaltó a la entrepierna.

 

— ¿No que ibas a castigarme? — la pregunta había sonado casi desesperada y ciertamente Roy no era tan desgraciado como para hacerle esperar de mas. Después de todo, no todos los días podía tener a su disposición a un Edward Elric muy dispuesto a disciplinarse por su propia decisión. Fue entonces que decidió finalmente levantarse de su sillón.

 

¡Oh por su puesto que iba a hacerlo!

 

Roy sujetó la fina cadera del rubio con una de sus manos y oyó como los papeles que Ed habían agarrado en sus manos para sostenerse crujían entre sus dedos y pasando sus dedos enfundados en sus guantes de ignición sobre el cuero de los pantalones apretó los dientes a la par que Ed temblaba de expectación.

 

¡Iba a castigarlo!

 

Y fue recompensado con un sonoro quejido deliciosamente complacido del chico cuando palmeó la nalga con saña.

 

¡Y muchísimo!

 

¡Que de ello no tuviese ninguna duda!

 

 

 

Fin. 

Notas finales:

N de Yuka: Tengo una buena justificación para esto… bueno no es muy buena que digamos pero… seh!!! Quería ver a Roy dándole de nalgadas a Ed, todo lo demás fue un extra! Ademas es el ultimo domingo sexual del año. Bye! xD


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