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New Year Night por sora-sempai

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Notas del fanfic:

Hola... un poco tarde pero traigo el regalo de fin de año. espero les agrade la historia de estos dos

bueno, lo de siempre:

la historia y sus personajes son de mi total autoria, cual quier uso de ellos, debe ser consultado conmigo.

di no al plagio

Notas del capitulo:

Hoola, yo de nuevo con otro fanfic que espero tenga acogida.

se que esta algo tarde, para celebrar el año nuevo, pero la verdad lo termine anoche y me dio sueño subirlo de inmediato :)

bueno sin mas que disfruten la lectura

New Year Night

 

Resumen:

Existen diferentes formas pasar el año nuevo, unos beben alcohol hasta quedar inconscientes, otros pasan momentos agradables en familia, hablando y recordando los momentos memorables del año, otros duermen toda la noche. Y otros como Nicolás pasan la noche trabajando.

Acompaña a Nicolás y Arthur en esta pequeña historia, para demostrar cómo los Agüeros, y las típicas despedidas del año no son la única forma de disfrutarlo.

 


 

Ollas a rebosar, fogones encendidos, bandejas que iban de aquí para allá, camareros y meseros con mas pedidos de los que podían soportar sus dos brazos. El trabajo aquella noche realmente era intenso,  la verdad nunca se imagino que un evento privado pudiera ser tan complicado, pero ahí estaba, esa noche del 31 de diciembre, cocinando más de diez platillos diferentes, para saciar el apetito de las casi cien personas que disfrutaban una fiesta privada. Y él como encargado del restaurante y chef principal, ya que el dueño se había ido de vacaciones, tenía que velar por que todo saliera sobre ruedas.

--se ha acabado, el coctel de camarones— aviso la mesera entrando a la cocina con una charola de bocadillos vacía.

¿Otra vez?

Fue el pensamiento que cruzo la mente de Nicolás, y es que era ya la tercera vez esa noche que acababan con el coctel, la cuarta que acaban los fritos, la   sexta que acaban los mini emparedados; inclusive ya se habían acabado los platos fuertes como el jamón relleno y la lasaña. Pero bueno, le estaba pagando así que solo tenía que dedicarse a reabastecer las diferentes bandejas. 

Sin embargo y aunque su actitud para con el trabajo era la mejor, su depresión interna no lo dejaba en paz, ¿la razón? Simple,  es que siempre para alguna fecha importante, terminaba peleado con su pareja, siempre por una u otra estupidez, a veces culpa de él, a veces culpa suya; variaban en eso por lo menos. Estaba vez, tenía que admitirlo, fue su culpa, pero aun así; no dejaba de sentir esa rabia frustrante, solo quería que su Arthur lo llamara y le dijera “no trabajes más, ven conmigo”. Pero no, el muy tarado lo único que había hecho era sentarse en el sofá con una consola de juegos ignorándolo.

--listo, el coctel—exclamo sin ganas. La mesera que hasta ahora  había estado impaciente, corrió a llevarlo a la mesa; aquellos comensales podían ser bastante insistentes.

Nicolás volvió a suspirar, mirando el reloj análogo de pared, que marcaba las diez de la noche.

--Nicolás, quita esa cara de circunstancia—hablo una de las ayudantes de cocina, llamada Ana.

--No… no tengo cara de nada. Estoy trabajando nada más—Tomó, la cuchara de pruebas para degustar la sopa. 

--aja, y yo soy una unicornio morada que come galletas de chocolate—

--ya… pues lo de las galletas de chocolate, es verdad… y deberías bajarle, si comes muchas, subirás de peso—

--¡Nicolás deja de hacerte el idiota!—

--Ana, mira sé lo que intentas y la verdad no quiero la charla cliché, de lo importante que son los momentos familiares y las personas más valiosas… ya leí suficientes mangas con esas temáticas—

--¿eres Otaku? Jajaja y te quejas de a tu novio le gusten los video juegos—Ana rió tapándose la boca para que no sonara muy fuerte—bueno no importa, la cosa es que no te voy a dar la “típica charla” de la que hablas, porque no sé, por qué estas enojado… quizás si me lo cuentas, te pueda ayudar—Ana, no tenía la mínima intención de ayudar a Nicolás, solo era una chismosa sin remedio.

El chico la miro con desconfianza, no es que tuviera una relación muy cercana con la chica, es más apenas y se hablaban por cuestiones de trabajo; pero en un momento como ese, en el que solo quería desahogarse, la idea de usarla como paño de lagrimas le sonaba muy tentadora.

--no gracias, tengo que trabajar—decidió no hablar de ello y menos a una extraña, vamos que él no estaba tan desesperado como para contar sus problemas personales a otros.  Así que sin agregar palabra de más siguió con la preparación de aquella sopa.

Ana solo lo miro con rabia, ella en verdad quería saber el chisme. No tenía otro entendimiento y estar trabajando ese día le causaba depresión.

 


Por otro lado, Arthur se había quedado en casa, tenía las ventanas cerradas y luces apagadas. Nada en la casa hacia ruido y la única luz que se veía, era la de la computadora encendida. Al principio pensó en jugar uno de los mil juegos instalados en la PC, sin embargo, y por primera vez en la vida no se sintió con ganas de hacerlo, así que solo se quedo con el Facebook abierto y escuchando música, viendo las distintas publicaciones de sus amigos; felicitándose entre ellos por el año nuevo.

Cada “feliz año” o “que lo pases genial con quien amas”, lo hacía sentir miserable. No tenía ganas de hablar con  nadie, solo quería deprimirse con la música más emotiva que tuviera en su colección, por eso desconecto el chat de Facebook y el de MSN, sin embargo dejo su celular encendido, por si a Nicolás se le ocurría llamarlo; suspiró agotado, quería llorar, el solo recordad como fue la discusión le deprimía.

Empezaba a sumirse, de nuevo,  en el velo negro de depresión cuando un ruido, proveniente de la diadema con la que escuchaba música lo alerto, era un molesto pitido, así que reviso la computadora, encontrándose con una petición de video llamada; ¡había olvidado cerrar el  “Skype”!

--Carolina, ¿qué quieres?—hablo intentando sonar serio, seco las pocas lagrimas que habían caído y disimulo lo mas que pudo,  aun cuando le fuera casi imposible y en el tono de su voz se detallara aquel acongojo que sentía.

--uy pero que hostil… nada yo solo quería desearte un feliz año… y como te vi conectado al Skype, dije ¿Por qué no?...—hablo, y hablo, y hablo… Arthur maldecía no haber cerrado también ese chat, es mas se preguntaba: por qué no lo desinstalo, desde un principio. — ¡Arthuro! ¿Estás llorando?... no me digas, se pelearon otra vez—sin darse cuenta se le habían lagrimeado los ojos de nuevo.

--si, nos peleamos… ahora si no te importa quisiera estar solo—iba a cerrar la ventana del chat, ahora que la chica sabia cuan deprimido estaba, seria más fácil que lo dejara en paz.

--pues, veras… si me importa… ahora mismo me cuantas que paso, por este medio o me voy ya, para tu casa—hablo cruzándose de brazos. Aun cuando supiera que su amenaza no tenía mucho fundamento.

--no me dejaras en paz a menos que te cuente todo ¿cierto?—la imagen  de la chica en la pantalla asintió, comprobándole al chico que tenía una amiga muy insistente.

Arthur, tomo aire y empezó con el relato de más o menos unas 5 horas atrás.

-bueno, pon atención que no pienso repetir nada….

Eran más o menos las 5 de la tarde, los dos estábamos planeado que hacer para el pasar el fin de año, yo le decía que no era la gran cosa, ninguno teníamos agüeros o algo por el estilo así que no había por qué darle mucha importancia al asunto. Él me intentaba convencer de que por lo menos nos quedáramos despiertos a hasta media noche, como lo hacíamos en secundaria, para ver los fuegos artificiales.

Sé que pude ser un amargado, pero en realidad no me interesaba, nada de eso. O bueno eso pensaba hasta que lo llamaron del trabajo, al parecer uno de los chef tuvo un accidente con pólvora y termino quemado en el hospital, así que lo llamaron a él para coordinar un evento privado.

Y eso fue lo que comenzó todo… le dije que no fuera que era año nuevo, que no tenían porque llamarlo… y él, el muy idiota me dijo que, qué me importaba si igual no íbamos a hacer nada; yo encolerizado le conteste que, bueno que se largara, que pasar una noche a solas jugando seria mucho más divertida que pasarla con él.

Carolina no sabes que estupidez dije, lo vi como se le aguaron sus lindo ojitos marrones y salió dando un portazo…—

Termino su relato, cubriéndose el rostro con las manos recordar haber visto llorar a Nicolás, fue la cosa mas traumática  de su vida. El chef jamás lloraba por nada, lo que significaba que él “había metido las patas”.

--¿eres tarado o te haces?, como se te ocurre decirle eso… sabes lo sensible que es Nicolás, con respecto al tema de los juegos—se podía aprecia a través de la pantalla como Carolina agarraba el monitor con rabia y frustración, al no poder golpear a Arthur como ella lo deseaba.

--ya, ya si sé él y yo tuvimos esa conversación en navidad… pero medio tanta frustración que se fuera a trabajar… que ¡ahg!—cerro ambos puños con rabia, recordando todo lo sucedido por  decima vez esa noche.

--según me contaste, no querías celebrar nada…entonces explícate—hablo más calmada la chica, al otro lado de la pantalla se le podía ver sentada cruzada de brazos.

--Bueno, si y no… yo no quería celebrar nada… pero eso no quiere decir, que quiera que se fuera a trabajar; yo solo quería acostarme con el abrazado y ya eso es todo…--soltó un largo y sonoro soplido.

--¡Coño Arthuro y porque cojones no se lo dijiste antes de que se fuera!—Exclamó de nuevo pegada a la pantalla, demostrando cuan efusiva podía ser.

--Carolina, se te están pegando  muchos españolismos—

--serás Gilipollas, claro que se me pegan ya llevo viviendo aquí más de seis meses… ahora son las 4 de la mañana aquí, tengo sueño  y ya que Nicolás no te ha llamado, ¿por qué no levantas tu lindo y redondito trasero de esa silla y vas a buscarlo?—de nuevo Carolina estaba pegada de cara a la web-cam.

--pero… sabes ¿qué horas son?.... esta oscuro—

--Ahora resultas que eres cobarde, Tío te levantas y vas por él o te castro cuando vuelva—simplemente Carolina lo dejaba sin opción de replicar nada; la conocía desde siempre y sabia que ella perfectamente cumpliría su promesa.

--bien, voy… --se levanto de un salto, tomo la chaqueta negra de cuero que colgaba en el espaldar de la silla y salió de la casa. Dejando la conversación conectada y a una muy enojada Carolina, despotricando contra Arthur por haberla dejado colgada sin cerrar el chat.

 

El camino tuvo que hacerlo a pie, pues a esa hora y un 31 de diciembre no estaba trabajando ningún taxista; agradecía al universo que el dichoso hotel de eventos solo quedara a 10 cuadras de la casa. No muy lejos, no muy cerca; sin embargo siempre corría el riesgo de que lo atracaran, la zona en general no era insegura; pero en esa ciudad era mejor prevenir que lamentar, así que acelero el paso.

Tardo cerca de media hora en el viaje, un poco más de lo que había planeado, pero todo había sido culpa de unos tipos extraños, plantados en la esquina del camino directo, así que tuvo que tomar uno que daba más vueltas.

Una vez estuvo en el hotel, entró ocultándose del celador y la recepcionista; los aludidos estaban de espaldas a la entrada viendo por una televisión portátil el evento de fin de año que transmitía uno de los canales nacionales. Arthur sintió algo de pena,  quizás esas personas también tenían una familia con la cual convivir, pero por necesidad tenían que trabajar hasta esa noche.

Con sigilo entro al ascensor, presionando el botón del octavo piso, que era donde se encontraba el salón de reuniones, salió del ascensor y se escurrió hasta la puerta de la cocina, donde por una de las ventanas pudo divisar a Nicolás que llevaba una olla de tamaño considerable llena con lo que parecía ser  algún tipo de caldo; intentó llamar su atención con gestos, señas y uno que otro ademan, pero fue imposible, el chico no dirigía su mirada hacia donde él estaba.

--Disculpe, señor… ¡señor! ¿Se le ofrece algo?—le hablo una voz femenina detrás de él; volteo a mirar de quien se trataba con mala cara, odiaba que lo llamaran señor, lo hacía sentir viejo—Disculpe, pero si no es un invitado le pido que se retire, esta fiesta es privada—hablo de nuevo la chica que, por la vestimenta, dedujo era una mesera.

--¿eh?...—la mente del chico trabajo a mil por segundo—yo, yo soy el nuevo mesero que mando la agencia—

--nuevo mesero, ¿a esta hora? Y tu ¿uniforme?—la chica no le creía ni media palabra, ya estaba alistando el celular; por si se trataba de algún ladrón que quería hacerse su año nuevo.

--Si, a esta hora… su Chef principal… ehm ¡Nicolás! Llamó a la agencia porque estaban cortos de personal, así que me mandaron a mí—le sonrió a la muchacha—y mi uniforme, me dijeron que aquí tenían bastantes—finalizo su sarta de mentiras.

--ohhh—la chica lo miro por unos segundos--¡genial! Porque si que nos hace falta personal aquí—al parecer la escéptica mesera era más crédula de lo que aparentaba—ven sígueme por aquí, te daré tu uniforme.

Arthur solo asintió, siendo guiado hasta la bodega donde se cambio de ropa, recibió las instrucciones básicas y fue puesto de inmediato a trabajar, con una charola llena de vino, Champagne y licores varios; los cuales tenía que ofrecer a los exigentes comensales, que ya por esas horas  estaban bastante ebrios.

Cerca de las once de la noche otra vez todos los bocadillos y licores estaban escaseando, por lo tanto la cocina era un caos de nuevo.

--¡Esmeralda! lleva la lasaña—Grito Nicolás. Entregándole la bandeja recién salida del horno.

--Si, voy, voy—respondió la camarera—uy menos mal te tenemos a ti, trabajas muy bien y rápido, además gracias a que llamaste a la agencia nos estamos dando abasto con los meseros—finalizo la chica, tomando la charola, para luego salir al salón.

--¿Qué yo hice qué?—

---que tu llamaste, a la agencia a pedir un mesero por que los que teníamos no alcanzaban… ¿o no lo hiciste?—hablo esta vez Ana, que como buena chismosa estuvo pendiente de la conversación.

--oh claro que lo hice—soltó los cucharones y se desamarro el delantal.

--Ey, a ¿dónde vas?—

--a ver el mesero, que mandaron… cómo es posible que no me hayan avisado; ya pensaba yo que me tocaba llamar de nuevo a la agencia—que agencia ni que ocho cuartos, esa cosa no estaba funcionando a esta hora ni ese día, quien sabe que vago sin oficio ni beneficio había llegado, con esa escusa tan patética a robar comida un 31 de diciembre.

Y ahí estaba enfrente de Nicolás, atareado con el bufete, el vago sin oficio, vestido de mesero, que a criterio de Nicolás le quedaba muy bien.

--se puede saber que haces aquí  “mesero”—hablo detrás del chico. Que al reconocer la voz quedo paralizado; casi podía imaginar la cara y la comillas que hizo con los brazos al decir la palabra mesero.

--bueno, yo…—volteo para verlo de frente.

--no digas nada… solo responde ¿cuánto tiempo llevas aquí?—

--cerca de media hora quizás un poco más—

--bien, ve a cambiarte… te regresas ya mismo a la casa—la expresión del chef había cambiado de una tranquila, a una seria.

--no, yo no voy a ningún lado, no sin ti—esta vez fue el turno de Arthur para ponerse serio.

--si ya, nos vamos juntos… solo ve a cambiarte yo dejo todo claro en la cocina y nos vamos…--el corazón de Arthur dio un saltito, Nicolás aparentaba ser serio pero podía ver a través de esa mascara de indiferencia un chico dulce que solo quería pasar la noche viendo los fuegos artificiales.

Corrió como niño de cinco años a cambiarse lo más rápido que pudo, dejando solo el Bufete; que pronto se volvió un caos, de igual modo Nicolás dejo las cosas claras en la cocina y salió a encontrase con Arthur quien lo esperaba en la puerta del hotel. Se despidieron de la recepcionista y el celador, deseándoles un feliz año, quienes les devolvieron la felicitación y se extrañaron al ver salir a alguien que nunca vieron entrar.

El viaje de regreso se les hizo de lo más romántico, el silencio de la noche sin carros, les gustaba a ambos, además las inquietas manos de Arthur, aprovechaban la soledad de la noche, para enredarse con la cintura de su novio. Todo un panorama idílico hasta que por un descuido, tomaron el camino que el “Gamer” había evitado tiempo atrás, encontrándose de lleno con el par de sujetos de pinta nada agradable. Los dos tipos amenazaron la pajera con un cuchillo oxidado, exigiéndoles dinero o cualquier objeto valioso, ante lo cual los dos sacaron sus celulares dispuestos a entregarlos; con tal de evitar cualquier agresión.

Pero la suerte de los dos cambio para bien, justo en ese momento el reloj de la ciudad marco las 00:00 am dando la bienvenida al año nuevo; y junto con él la tromba de fuegos artificiales, que inundo el cielo de mil colores; espectáculo que distrajo  los dos asaltantes por pocos segundos, los suficientes para que Nicolás, los barriera con una patada, para luego tomar a Arthur de la mano y huir del lugar.

Definitivamente ese no había sido el comienzo de año que ninguno de los dos esperaba, pero por lo menos pudieron ver los fuegos artificiales y lo pasaron juntos, así que no había sido del todo malo. Y al contrario de mucha gente ellos no tenían ningún tipo de agüero, así que no se dejarían afectar por un percance tan insignificante.

Este definitivamente sería un buen año,

Y si no,

Lo harían ser bueno.

JUNTOS

 

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado.

y me dejen sus comentarios acerca de la historia... bueno

bye bye y suerte!!! :)


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