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Días de Oscuridad por mihll

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La oleada de suicidios estremecía a la ciudad.

 

El tercer año de preparatoria estaba en duelo, dos de sus compañeros habían sucumbido ante las garras de un temor profundo al futuro decidiendo terminar con su vida anticipadamente.

 

—¿Por qué saltaron? —Yohei se preguntó en voz alta— Es estúpido pensar que el mundo va a acabarse en tan sólo unos días.

 

—¿Y si así fuera? —La seriedad del tono de Hana impresionó a su amigo. Detuvieron su andar—Yo tengo miedo—continuó—, si el mundo acabase en cinco días me sentiría muy mal de no haber hecho todo lo que quería para mi vida.

 

—No se acabará—sonó convencido.

 

Continuaron caminando y al llegar a la esquina de la calle cada uno tomó su propio rumbo. Hana llegó a su casa, dónde los pasajes de avión aún seguían esperando sobre la mesa de centro, por última vez decidió sentarse y abrir el sobre, sostuvo la carta entre sus dedos y leyó el cordial saludo del rector de una de las universidades más prestigiosa del país.

 

El timbre sonó, abrió la puerta y los ojos se su visitante se posaron en la mano que sostenía la carta.

 

—¿Te decidiste?—negó con la cabeza, pero cedió el paso y lo invitó a entrar.

 

Akira se movió como en su casa, se inclinó y tomó los pasajes ofreciéndoselos a Hana. —No pierdes nada con ir.

 

—Te enviaron para intentar convencerme, pero te advierto que hoy no es un buen día para tener éxito conmigo. Además...

 

—Ya sé que te habría gustado seguir los pasos de Rukawa—dejó los boletos en su lugar.

 

Hana se sorprendió, no estaba en sus planes que él supiera sobre asuntos privados.

 

—¿Quién fue? Me dirás y voy a matarlo.

 

Akira rió y se dejó caer en el sillón, viéndole a los ojos.

 

—Entonces era verdad—pudo ver el cambio en Hana, su paso del enojo a la perplejidad—.Te advierto que la envidia es peligrosa.

 

—Y ser muy atrevido también—arrugó la carta en su mano—Enserio pierdes tu tiempo, no iré a ningún lado, no tiene caso que insisten en que juegue después de que he perdido la práctica. Dudo volver a jugar básquetbol.

 

—Es normal que lo hayas dejado después de una lesión tan seria como la que tuviste. Pero yo creo en ti—pausa—, todos siguen creyendo en ti.

 

—No es tan simple, en dos años han sucedido demasiadas cosas.

 

Trató de esconder su tristeza dándole la espalda, sus ojos se encontraron con la foto del equipo de básquetbol de Shohoku, una que tomaron momentos antes del partido contra Sanoh. Ya no se lamentaba de haber perdido en aquél día, pero al ver ésa imagen siempre algo le provocaba una punzada de dolor en el pecho. Dos años desde ése entonces. Un año y medio desde que él se fue.

 

Su mano viajó hasta alcanzar la repisa donde descansaba el portarretratos y su dedo, acarició con suavidad la figura de Rukawa.

 

—Nunca he sabido por qué lo extraño—confesó sin saber si él entendería—, la gente dice que el mundo se acaba en un par de días y me gustaría saber qué él vuelve.

 

Sendoh suspiró tan cerca de él, que sintió su aliento tibio en su oreja.

 

—Rukawa—murmuró desdeñoso.

 

—Sí.

 

—¿Sabes? —Tomando el portarretrato brevemente para dejarlo de vuelta en su lugar—Ven conmigo a Okinawa. Mira el partido contra la selección nacional y después decide. Estoy seguro que un buen juego reavivará las llamas en ti.

 

—Será el sábado, a las tres de la tarde.

 

—Pero es el día en que la tierra comenzará a oscurecerse--señaló preocupado.

 

—No será así—rió divertido—. La gente es tonta, cree que el mundo acabará. Ya ves como los noticiarios se llenan de penosos espectáculos. ¡Qué cobardes!

 

—Yo tengo mucho miedo—bajó la vista a sus pies, odiaba mostrarse débil y ahora era inevitable—.He pensado en muchas cosas, a veces no duermo pensando...

 

Akira miró en rededor y la soledad que desprendía esa residencia le recordó que él vivía solo.

 

—¿Tu madre ha venido a visitarte? —Hana negó con la cabeza—Entiendo.

 

—Ella debe ocuparse del bebé y además la distancia le impide viajar, no puede dejar tanto tiempo solo a su esposo.

 

—No justifica que no venga, cómo es posible que en casi dos años no haya venido a ver a su hijo.

 

—Me envía dinero fielmente todos los meses—elevó su mirada que destellaba una chispa de emoción, pero se encontró con la seriedad de Akira.

 

—Ven conmigo a Okinawa—insistió éste.

 

Hana optó por ir a abrir la puerta y señalarle el camino. Sentía que el cuestionamiento hacia su madre era innecesario y quería estar solo. Lo vio marcharse sin volver la vista atrás.

 

Levantó el teléfono, pulsó una combinación de números. Hikoishi estaba al habla.

 

—Estoy muy agradecido con él—dijo sinceramente—. Sé que si él no lo hubiera propuesto la universidad jamás me habría considerado. No se lo dije, y quisiera que tú le des las gracias en mi nombre.

 

—A pesar de eso Sendoh va a decepcionarse—dijo el muchacho—.Él estaba emocionado de poder contar contigo, jugar a tu lado y no como oponente. Su respeto hacia tu forma de jugar es lo que lo guió a pedirte para el equipo.

 

—No insistas.

 

—Está bien. Se lo diré. Adiós.

 

0o0o0

 

 

 

 

 

Una mañana más fresca de lo normal, tuvo que arroparse mucho antes de salir y fue precavido de llevar consigo un paraguas. La escuela entera había detenido sus funciones normales y ahora todos estaban reunidos en el salón de eventos, frente a ellos un preocupado director que comenzó a llamar a la calma con prudentes palabras.

 

Cinco más habían muerto, se habían quitado la vida lanzándose a un canal desde un puente elevado.

 

Hana no pudo dar un paso más allá de la puerta, giró hacia la salida, soltó el paraguas y corrió hasta su casa. Era viernes, no habría escuela para nadie, y no valía la pena andar deambulando por allí dejándose afectar aún más.

 

"Y si el mundo de verdad acaba mañana" Su corazón latió acelerado ante ése pensamiento. ¿Por qué no estaba su madre ahí? Ella le habría consolado entre sus brazos, susurrándole cosas al oído para darle la calma que tanto necesitaba...¿Por qué estaba solo? Por largo rato buscó una respuesta y cuando alzó la cabeza los pasajes quedaron frente a sus ojos. Estaba a tiempo.

 

Al salir de la casa llevaba consigo una mochila con ropas y un abrigo abultado que lo protegía del aguacero. Las calles se veían desoladas-¿Y ahora qué-Se preguntó viendo la hora, y comenzó una carrera hasta el teléfono más próximo. Marcó un número, la voz sensual de una operadora estuvo al habla y contestó a su pregunta- "Todos los vuelos se han cancelados"- y la conexión se perdió.

 

Hana sintió frío, como nunca antes. Avanzó despacio, avanzó cuanto más pudo de regreso a su casa y se detuvo, alzó la vista al cielo. Dejaba de llover, pero las nubes se volvían más espesas y su tono más negro a cada segundo.

 

—Los tres días de oscuridad—murmuró—, ahora es muy tarde, y estoy solo.

 

Sus ojos quedaron fijos en las palmas de su mano, poco a poco veía como la penumbra le iba restando la capacidad de visión de ellos, vendría un instante en que ya no vería la silueta, y eso sería todo.

 

Hana se entregó a la voluntad del destino, elevó su vista al cielo oscuro y justo cuando la incertidumbre comenzaba a apoderarse hasta de su alma, sintió el cálido abrazo y el dulce susurro de alguien que llegó a su lado.

 

"Te encontré. Ya no estás solo"

Notas finales:

Diciembre fue una verdadera locura hasta que llegó el famoso "día 21", se me ocurrió escribir días antes, luego de ver noticias y más noticias, pensaba en publicar el mismo día 21 y se me olvidó. Bueno, en estos días se me olvida hasta dormir, para qué decir de los cumpleaños de amistadades (Mai me matará) si es que no lo hace la gripe antes.

 

De cualquier forma, gracias por haber leído un poco de mi propia locura.

 

 


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