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COUNTING CROWS por sleeping god

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Notas del capitulo:

Una larga espera y con mayor razón una sincera y enorme disculpa.

Jeje, olvidé ponerle titulo, bueno, ya está. Hermosa canción de Pink Floyd por cierto.

Mejor, continuo:

Concilió el sueño ya entrada la madrugada. Temía haberse equivocado en su decisión de intrigar a Kuchiki, quizá todo era como decían sus hermanos: con sexo se abren las puertas.

Giraba en la cama a 5 minutos de levantarse para ir a la escuela.

No sería nada nuevo acostarse con alguien para obtener algo a cambio, como aquel profesor en la preparatoria para subir su nota o esa chica que si bien no correspondía sus sentimientos era muy atractiva, o aun recordaba ese día que estando ebrio con sus hermanos estuvo a punto de ser tomado por Yammy y que de no ser por Grimmjow habría terminado siendo abierto de piernas y penetrado por el miembro gordo de ese.

Sonó la alarma así que dejó la meditación para otro momento para retirarse a su escuela.

 

A mitad de una clase empezó a vibrar su celular así que salió del salón y respondió el número que marcaba “privado”.

-diga.

-buenos días, Ciffer-san-era la voz de aquel hombre y un peso se quitó de sus hombros.

-buenos días, Kuchiki-sama. Me da gusto que no se ofendiera de mi comportamiento del día anterior.

-en lo absoluto-sin embargo no menciona nada del asunto-le pedí a mi hermana dejarme llamarlo para saber si está disponible a las 4:00 p.m. para empezar a trabajar de mi mayordomo.

-es extraño que me pida permiso para servirle.

-lo sé.

-estaré ahí-escuchó al otro lado una risa victoriosa.

-te veré pronto-cuelga soltando el aire y, antes de entrar, manda un mensaje a Barragan para avisar de su éxito.

 

Sus clases terminaron a las 2 pero decidió quedarse a estudiar un poco y hacer su tarea. La mayoría de la gente lo miraba con extrañeza a su soledad pero era muy normal para él, únicamente sus hermanos podían penetrar su esfera que, no recordaba por qué, poseía desde siempre.

 

A las 4 de la tarde esperaba donde mismo junto con un sujeto que nunca antes vio; pelirrojo con tatuajes en la cara desde sus cejas, alto y realmente imponente.

-buenas tardes-dijo por educación.

-buenas tardes. Con que también te aceptaron.

-así es.

-si tienes toda la pinta de mayordomo, tú sabes, de pingüino-se ríe ese pero al menor no le causa gracia.

-pasen-pide Byakuya a la misma oficina, siendo él quien ahora se encontraba tras el escritorio-Abarai Renji-saluda-Ciffer-san-ambos hacen una reverencia ante su nombre.

-como te dijo mi hermana te encargaras de administrar los gastos de la casa, lo que entre y salga en relación a ella. Trabajarás en… Rukia, por favor-entra la pequeña solemnemente ante su hermano-ella te guiará y te explicará cómo se trabaja aquí, cualquier duda con ella-dicho eso sale con la chica-Ciffer-san me servirás a mí en todo lo que te pida, siempre puedes negarte pero significará tu despido.

-entiendo perfectamente.

-¿tienes algún inconveniente?

-solo uno-lo interroga con la mirada, esperando una queja por quererlo besar anteriormente.

-siento que me trata con mucho respeto,  dígame de “tú”-sonríe sinceramente su amo.

-supongo que tiene… tienes razón, ¿Ulquiorra?

Inclina la cabeza.

Empieza ese mismo día conociendo la mansión entera, cada cuarto, baño, sala, comedor, cocina, jardín, ático, sótano, etc. Gravándolo en su mente para a las 8:00 de la noche no tuviera ni una sola duda de su paradero.

-¿ya has dado el recorrido entero?-le cuestiona Byakuya saliendo de su habitación con un de comercio en japonés.

-sí, todo.

-excelente-lo hace pasar a la habitación-deberás quedarte. A las 7:00 de la mañana levantarme y tener listo es baño, al salir el desayuno y al chofer con las indicaciones que te deldía anterior, al regresar, yo te diré a qué hora, la comida, a las 4 el té, más tarde una merienda, por la noche algo ligero, sin incluir la limpieza general que tendrás que guiar a las sirvientas y demás tareas que puedan surgir ¿Alguna duda?

-¿le sirvo de algo ahora?

-un té-sale a la cocina más cercana por un té verde, bastante caliente, llevando desde la tetera, la leche, el azúcar una taza y una cucharita, todo de marfil.

Al llegar sigue  ese leyendo en su escritorio con la luz de una lámpara y la de la luna entrando por el enorme ventanal. La habitación más lujosa y grande de la mansión, con su propio candelabro colgando dando reflejos entodo el espacio.

-su té-interrumpe.

-dos de azúcar, nada más-mezcla los terrones y le da la taza.

-solo trae la taza, no es necesaria la bandeja.

-sí, Kuchiki-san…

-es tarde y hay que despertar temprano.

Pensaba retirarse solo pero el dueño se levantó de su asiento.

-¿sabes por qué te contraté?

-me atrevería a decir que por mis habilidades-contestó alzando los ojos.

-también por ello-se acerca, permitiéndose no moverse aunque sintiera el calor de otro, negando su instinto de alejarse-tus ojos son hermosos-la mano del noble es su rostro provoca, sin quererlo, dar un paso atrás.

Se disculpa en voz baja.

-un hombre en mi posición no tiene barreras de ningún tipo-vuelve a poner la mano sujetando su mejilla izquierda-y cuando algo deseo es fácil poseerlo-no hay mucho rodeo en la ecuación, se deja besar sin cerrar los ojos, sin sentir nada ni desearlo.

Se aleja por sí mismo.

Ve la cara pálida del muchacho nuevamente preguntándose si podrá ser manchada de rosa en sus mejillas.

Toma la boca nuevamente, con más fuerza, obligándolo a abrirla para meter la lengua, más que nada buscando una reacción pero era como besar a un maniquí.

-¿Qué no puedo provocarte?-cuestiona viendo los labios de ese blancos, sin rastro del negro que usa en su labio superior.

-no, Kuchiki-sama.

La insolencia en su respuesta llena de respeto.

Lo jala hasta la cama y le quita la camisa verde, rompiéndola con un ímpetu que no conocía de sí mismo.

-podría tomarte ahora mismo ¿eso te provocaría?

-no, Kuchiki-sama-repite, mirando esa araña que cuelga inmaculada, destellando luces blancas, azules y amarillas.

Tener la razón a sido parte de su crianza y con mayor motivo al ser adulto. Su actitud lo intrigaba pero buscaba un poco de poder sobre él para no sentirse la victima de esos ojos verdes.

Desabrochó su pantalón y después el de su mayordomo, enseguida pasó a quitarle la ropa interior y verlo desnudo, con la piel tan blanca como la luna llena de esa noche. Sacó su miembro erecto y lo puso en la entrada de su criado.

No había reacción.

Enojo.

Nihilismo y esa luz.

Empujó dentro.

-ah…-lo escuchó decir por fin y, eso, reacción del cuerpo, calor en sus mejillas.

-por fin.

Dio una risita, complacido de lograr su cometido.

-¿renuncias?

-no…-dice sin moverse.

Entro por completo con una estocada.

-no importa-dijo complacido con el interior del muchacho-si no intentas algo igual haré lo que se me plazca.

-ha…-aspira hondo para no gemir al responder como le ordena ser un sirviente y, a la vez, para mostrarse fuerte-haga lo que considere necesario.

Empujó un poco más dentro, juntan sus testículos a las pálidas nalgas del pelinegro.

-esto me dice que no eres virgen. No lo eres ¿cierto?

-no, señor-apenas terminaba la oración le lamieron la mejilla, borrando una de sus líneas verdes descendientes-¿te gustó? Tu primera vez ¿Qué tal fue? ¿Con quién?

-Kuchiki-sama-le costaba decirlo, le dolía que no se moviera, tocando un punto dentro que le hacía querer retorcerse del placer pero no con él, solo actuaría como un objeto.

-cuéntame, es una orden.

-fue… con un chico en la preparatoria-ahora se salía un poco, abriéndole más las piernas y besándole el cuello, escuchando atentamente-me gustaba… un poco; pero yo al él le gustaba mucho. Me invitó a salir y…-calmo su voz que quería salir con desesperación-tuvimos sexo en la primera cita.

-que puta me saliste-quiso ofenderlo más nada logró, aúnpermanecía lo más seco posible en esas circunstancias-¿te preparó o entró desesperadamente?- lo subió más en la cama para poder arrodillarse y empezar un bamboleo.

-intentó… prepararme…-ocultó sus ojos verdes tras los parpados, no dolía nada, solo había placer pero se negaba a disfrutarlo. No era una cuestión física, sino de poder-lo intentó, lo mejor que pudo… aun así me lastimó…-mordió su labios y se agarró de las sabanas con Kuchiki moviéndose más adentro, sin aumentar la velocidad mientras sonreía a verlo recriminarse el disfrute que el cuerpo es incapaz de controlar.

-¿te gustó que te diera con fuerza, duro, lastimándote?-preguntó a su oído, sosteniéndole las piernas en caricias vulgares.

-…no, al inicio… ahm…-sus brazos querían rodear en cuerpo de su jefe que se pegaba cálidamente a su pecho y le besaba el cuello.

-me matas de placer y a la vez me molesta que no demuestres nada-le dijo quedando de frente-quiero provocarte y nada logro ¿no me has intrigado lo suficiente?

-¿me está pidiendo que lo disfrute, Kuchiki-sama?-habló de corrido pues dejaban de penetrarlo, dejándole decir esa oración que seguro molestaría a su señor.

En efecto así fue, sin objetar nada le dio la vuelta y colocándolo en cuatro comenzó a golpear con fuerza su interior.

-¡¿eso quieres?! Bien, así será…-regaña hundiéndole la cabeza en la cama con una mano mientras con la otra le sostenía las caderas, dejando bien marcado su agarre. Con el ruido de la cama, las penetraciones y los gemidos que no podía controlar su mayordomo no escuchaba que a veces era un llanto de dolor-rétame y esto será lo que tendrás. Pude ser amable contigo.

Recorrió el pálido cuerpo con los ojos, desde el trasero rojo de los golpes, la cadera con marcas de sus manos, el cuello chupeteado, los nudillos marcados pero su cara no podía verla aunque se la había liberado.

Agarró ambas manos y se las puso tras la espalda mientras se preguntaba dónde le humillaría más al ojiverde ser manchado de semen, ahí donde se encontraba o en la cara. Admitía que así como lo volvió loco por quererlo poseer también le enloquecía esa determinación, esa seriedad, esas ganas de no mostrarse diferente ni siquiera con él y en esa situación.

Supuso que su mayordomo era capaz de subirse el pantalón e inmediatamente irse, así que lo haría en su rostro donde le avergonzaría salir sin ir antes al baño.

Salió velozmente y lo obligó a poner el rostro mientras se masturbaba, levantando la cabeza, disfrutando el momento sin esperar sentir los labios del chico sobre su miembro, retirándole las manos y chupándosela, acariciándose y masajeándole los testículos, no fue demasiado esfuerzo que se viniera dentro de su boca que no sacó hasta que concluyó. Pudo ver en su cuello como bebía el líquido.

Por fin pensó lograr algo con ese muchacho.

Sacó la verga de Kuchiki de su boca, aun degustando su sabor y el de su semen, se dejó ser besado con el mayor mientras miraba la puerta, comenzó a sentir el frio y una trasero adolorido.

Apenas dejaron sus labios, se levantó de la cama y se puso la ropa interior y el pantalón.

-muy listo-le felicitó por hacerle el sexo oral para no ensuciarlo.

-me retiró, Kuchiki-sama-dicho eso fue a su cuarto, directo a la regadera a calmar el temblor de sus piernas. Se sentó a pensar: odiaba la petulancia de ese sujeto ¿Quién demonios se creía? Nadie podría negar la posición privilegiada pero el no sólo pedirle sexo sino que además fingiera estar loco por tener su miembro atrás era demasiado. Ni que lo tuviera tan grande o hubiera sido el mejor sexo de su vida.

Se levantó a lavarse el cuerpo para después descansar ya que mañana empezaba oficialmente su trabajo.

Al despertar se dirigiómás rápido de lo normal a tomar su baño, con la esperanza que Ulquiorra aún no lo tuviera listo, sin embargo no fue así, el agua caliente en la tina, con las sales y jabones que él ordenaba, las toallas y su ropa.

Maldijo contratar a don perfecto y esos ojos que lo hacían… no estaba ya seguro, supuso que era poseerlo pero no fue suficiente lo de anoche, además debía avergonzarlo ese día o lo más pronto posible; no fue hasta que Ulquiorra se marchó la noche anterior que notó que no le hizo correrse.

Desayunó sin ver a su mayordomo e igualmente al salir. Después recordaría que se marchaba a la escuela y en la tarde podría verlo.

Así fue, al llegar fue quien le sirvió la comida, mostrándose indiferente, sorprendido de no ver enojo en ningún aspecto por violarlo.

-¿se le ofrece algo más, Kuchiki-sama?-pregunto retirando los trastes.

-¿te gustó lo de anoche? Responde sinceramente-la verdad no espera una respuesta que fuera a molestarlo más que su actitud.

-con todo respeto, he tenido mejores. Si no se le ofrece nada más me reti…-se levantó de golpe de la mesa a sostenerle la mano.

-eres tan molesto.

-me pidió la verdad-se liberó gentilmente-si no desea saberla sólo pida que responda lo que desea escuchar, Kuchiki-sama-hizo una reverencia y se marchó ala cocina.

No podía creerlo, se quedó atónito en mitad del comedor.

Sentía la pena recorrerlo. Un chiquillo le hacía sentir mal no solo de su modo de obrar sino que además le corregía como hablar.

Esa misma noche le obligó a repetirlo, concluyendo con mayor vergüenza por ordenarle disfrutarlo.

Lo odiaba tanto.

 

Intentaba no levantar la vista por nada del mundo aunque la ira lo carcomiera mientras chupaba la verga de Kuchiki en lo que ese concluía de revisar sus correos.

Con un par de semanas de ese trato tenia deseos de mandar al demonio su deber más ahí debía continuar sin saber que hacer realmente.

-no quiero ensuciarme, trágalo-le dio la orden que por tener la vista en la computadora no deslumbró ese gesto de enojo de su mayordomo.

Obedeció con desagrado, ya había aprendido a odiar aquel sabor con olor a cloro.

Se levantó y reverenció para marcharse.

Tenía que prepararse para la pequeña fiesta particular de su amo. Preparar que se serviría tanto de comida como bebida o aperitivos, arreglar el jardín, cerrar las puertas a las cuales no debían tener acceso y además esperar en la puerta para dar la bienvenida y guiarlos.

Se dio prisa a cambiarse al traje negro y empezar labores.

Cerca de las 9 de la noche todo estaba en su lugar y esperaba en la puerta, habiendo que planchar el traje de Byakuya que decidió cambiar a última hora de vestimenta.

-se amable con el público. Dales lo que pidan-le dijo el señor pasando al jardín a servirse algo de wiski, preocupado no por la reunión sino que no le gustaba tratar de esa forma a nadie más lo provocaba ignorándolo al pasar a su lado y ni lo le mandaba ni siquiera lo miraba.

Podían ser celos, ira, arrogancia o demás sentimientos pero sea cual fuere le hacía tratarlo con la punta del pie.

Los invitados llegaban y Ulquiorra los guiaba con amabilidad y más gentileza de la que jamás vio en su rostro. Llegándolo a verlo del brazo de uno de sus socios como si fuera su esposa y despedirse besándole la mano, cual señorita.

-maldito-maldijo por lo bajo.

A las 10 la mayoría habían llegado todos y comían, bebían, platicaban o paseaban entre los árboles y estanques.

Sin embargo no veía al pelinegro por ningún lado. Dejó de lado la preocupación y entablóplática con sus socios.

Ulquiorra se encontraba sacando más vino de los anaqueles cuando sintió alguien abriendo la puerta de la cocina.

Era aquel hombre que le pidió compañía en la entrada, tratándolo como su mujer.

-Kempachi-sama ¿se le ofrecía algo?

-sí, tengo entendido que debes complacer a los invitados.

-así es-trató de no verse ala defensiva pero desde que entró ese sujeto le había provocado calosfríos.

-bien, ese Kuchiki siempre contrata gente para estas labores-dicho eso se le pegó al cuerpo, dejándolo contra la pared-sí, siempre para él y el resto.

El ojiverde no quiso sorprenderse de lo que decía pues no quería pensar que lo contrató como comepitos gratuito, una puta de quien él quisiera.

-recuerdo a la anterior muchacha, ese Kuchiki la trabajó muy bien-le dijo al oído empezado a acariciarle el vientre, con las manos bajo la ropa. No fue difícil distinguir lo mal que se sintió el muchacho, eso lo entendía como que Byakuya cogía con él pero nada más sabía y lamentira ponía al chico flojito y cooperando.

Le sacó la ropa de la cintura para abajo, lo puso de espaldas mientras sacaba su miembro.

Dio un vistazo hacia atrás y se estremeció del tamaño. Pensaba en el dolor pero luego en una especie de venganza, si su amo quería tratarlo de esa manera entonces así sería, no solo con él. Sin embargo no le daba mucha esperanza pues si para eso lo contrató no habría molestia.

Le dolía la cabeza.

Dejó de pensar y disfrutó el enorme pene entrando en él. Sí, disfrutaría tener sexo ahora sí.

Gimió eróticamente, sacándole una sonrisa al otro.

-¿eso te gusta?

-mmm, sí….

-¿te gusta más que la de Kuchiki?

-por mucho-dijo acariciando la mano que le sostenía el trasero.

Lo embestía contra la pared entre jadeos, gemidos y sonidos de gusto. Lo besaba en múltiplesocasiones, no imaginando al menor tan cooperativo y gustoso.

Le mordió el cuello para dejar ese cuerpo blanco con rastro suyo.

-…ya… no puedo-le informó el menor, queriendo seguir con eso pues con su amo jamás se corría, nunca llegaba a disfrutarlo y ese hombre no exclusivamentetenía una polla enorme sino que lo masturbaba, besaba, acariciaba y buscaba dónde tocar para retorcerlo.

Se vino en la mano de ese que apenas conocía, luego le dio la vuelta, lo levantó en su cintura, subiéndolo y bajándolo con los labios juntos.

Lo abrazó para no caer al correrse nuevamente por el líquido caliente de Zaraki en su interior.

-mmm, que rico y estrecho eres-mencionó sin soltarlo-parecía que hacía mucho no te descargabas.

-sí, hace mucho-lo bajaron y volvió a vestirse y tomar el vino.

-nos veremos, Ulquiorra-salió primero el más alto y después él, sin sospechar que Kuchiki notó que llegaron casi al mismo tiempo y ser los únicos que no se encontraban ahí, las ideas afloraron en su mente y cada vez se enojaba más.

Lo confrontó al pedirle un minuto dentro de la mansión.

-¿se le ofreció algo a Kempachi?

-sí, no se preocupe. Ya cumplí.

-¿Qué fue, Ulquiorra?

-nada importante.

-responde-ordenó empuñando la mano.

-sexo-no vio atisbo de vergüenza en la oración, simplemente como si le hubiera pedido un vaso de agua.

-¿sexo? ¿Qué acaso eres una…?

-¿prostituta?-completó, permaneciendo serio-si no mal recuerdo es lo que me ha demostrado.

-… es…

-tener relaciones para su beneficio. Bien, eso hice, sus invitados felices son beneplácito suyo. Si me disculpa tengo que servir más bebidas-se retira dejando a Kuchiki frio. Realmente él era causante de eso. Y lo imaginaba gimiendo en los labios del moreno, retorciendo cuando el semen de un desconocido lo llenara, sus ojos flameando pasión como nunca lo hacían con él… y ahora caminando aun con su culo lleno de leche.

A las 12 de la noche la mayor parte de los invitados se retiraban, excepto un pequeño grupo de españoles y ese moreno que cada vez que podía toqueteaba a su mayordomo que no era capaz de defenderse de ninguna manera.

Bebió otro vaso de wiski a pesar de sentirse mareado.

Le enojaba que sus ojos no fueran capaces de mirar otra cosa que no fueran las manos de ese sujeto tomando la mano del pelinegro, acariciándole la mejilla o el cabello, dando una nalgada indecente a escondidas y, peor aún, los ojos verdes de ese mirando a Kempachi sin ningún asco… muy diferente como ahora lo observaban a él.

-Ulquiorra…-susurró sirviéndose una más.

Terminó por sentarse y perder el tiempo en las estrellas y la luna en cuarto creciente.

 

Recogiendo algunas botellas dio con su amo sentado absorto en el cielo oscuro. Quizá ebrio. La lastima no era algo que le fuera a surgir en ese momento, un odio extraño se desarrollaba entorno al noble, lo cual no comprendió pues nunca sintió ese tipo de cosas, prefería no darles importancia.

-Ulquiorra-le llamó ese alto sujeto que toda la noche coqueteó con él-¿podrías hacerme un favor antes de irme?

-claro-lo guiaron dentro de la casa, ayudándole a tirar la basura para después se agachara a verlo a los ojos.

-eres muy lindo ¿te interesaría trabajar para mí?-se sobresaltó ante el pedido. Giró la cabeza a los lados, sin saber que responder pues el plan mejoraría, tendría el afecto necesario para saber de las pertenecías de ese hombre y a la vez no tendría que seguir sufriendo un sexo insatisfactorio.

-Kempachi-sama…

-seguro que a ese Kuchiki no le interesará. Te pagaré mejor, no lo dudes-le dan un beso en la mejilla mientras se pregunta por qué no ha dicho que sí.

-¿a quién no le interesará?-cuestiona Byakuya con mal humor, recargado en la pared por cortesía del alcohol-¿te estás robando a mi empleado?

-algo así- después se ríe estrepitosamente.

-es mi mayordomo-luego mira al bajito-y como tal me debes lealtad-contrario a eso el pálidofrunció el ceño.

-parece que se ira conmigo-se adelantó Zaraki con enorme sonrisa.

-¡ven aquí!-gritó el dueño de la casa y arto de la situación, llevándose a Ciffer a la habitación más cercana-¿Qué demonios crees que haces?

-creo que sería más conveniente hablar cuando no esté ebrio-quiso retirarse pero fue jalado a la cama.

-¿prefieres a ese sujeto? ¿Por qué? No lo conoces.

-a usted tampoco-el enojo afloraba fácilmente, ya no guardándoselo para darle una mirada neutra.

-¿quieres conocerme?-se recostó en el pecho de ese pequeño, sintiendo el suelo hecho de gelatina-bien, te contaré: mis padres murieron, mi abuelo me crio muy duramente, mi esposa murió de una enfermedad aunque ella no me quería sólo lo hizo para que buscara a su hermana que la adopté como tal… ¿quieres saber más?

El menor quería callarlo, no deseaba saber nada, no quería tocar su corazón, ser lejano era lo suyo pero estaba siendo tan indefenso ese hombre que parecía hecho de piedra. Se mantenía callado y avergonzado de no poder abrazarlo.

-te puedo decir que, sobre ti, lo único que siento son celos, atracción, interés y creo que me estoy enamorando-fue tan directo para ambos que ninguno reaccionó rápidamente-ni tu ni yo deberíamos decir eso… no debo enamorarme pues siempre… pierdo… a…-lo abrazo más fuerte-no me dejes, Ulquiorra. Te trataré mejor, lo prometo.

Ciffer no atinaba ni a mover un dedo. Estaba avergonzado de estar recibiendo una declaración de un ebrio que hablaba tan dulce y blandamente.

-Kuchiki-sama… será mejor que duerma.

-no te dejaré irte con ese perro mal nacido-ya no hallaba ni que pensar, insultaba a otro sujeto de una manera bastante vulgar por él.

-no me iré-afirmó liberándose de los brazos de Kuchiki y ayudándolo a recostarse, no podía sacar la cobija por lo que salió a traer una, topándose con Kempachi que seguía esperando una respuesta.

-disculpe, pero Kuchiki-sama es mi señor y como tal debo permanecer a su lado.

-ese ebrio te acaba de salir con alguna tontería ¿verdad?-se agacha nuevamente a verlo a los ojos-sólo habla incoherencias, mañana mismo te meterá su verga y se correrá antes de que tengas el orgasmo. Conmigo eso nunca pasará.

Le resultó curioso que en ese momento sólo pensaba en que Byakuya tendría frio, ya ni se ocupaba en saber si ese volvería a comportarse como un patán al día siguiente. Se sentía necesario como con sus hermanos, una pieza con la cual nada se completa.

-discúlpeme, debo rechazar la oferta-dicho eso siguió de largo a llegar a un armario de caoba y sacar un par de mantas.

-bien, está bien… pero entonces me complacería tomarte una vez más-lo abrazaron por la cintura sin decir nada.

-primero llevaré las cobijas-se liberó a cobijar al noble que cubría sus ojos con su antebrazo.

-listo-mencionó el moreno al verlo salir.

-sí…-le besaron con violencia, metiéndole la lengua a jugar con la suya, apretándole el trasero con las enormes manos.

Escuchaba en el cuarto quejarse al mayor seguramente por el ruido que hacían.

-vayamos a mi habitación-pidió Ulquiorra, alejándolo de los hombros.

-¿te da miedo que te descubra tu amo?

-no, él ya lo sabe…-sin querer le molestó que le dijera que lo amaba pero no hacía nada cuando alguien más compartiría cama con él.

¿Qué clase de forma de querer es esa?

Se decía que seguramente al día siguiente todo seguiría igual y esa patética ilusión se borraría para nuevamente verse mamando el pito del noble mientras este hace otras cosas.

Se abrió la puerta de golpe y como fiera salió Kuchiki a quitar a Kempachi de enfrente de él, harto de no hacer algo antes.

-deja a Ulquiorra.

-coger es decisión de él-se defendió de inmediato, esperando el pelinegro respondiera igual.

-lo acompañaré a la puerta. Estoy indispuesto-ambos se sorprendieron que negara seguir.

-puede irse solo. Conoce la salida-dijo con más sobriedad de la que en realidad poseía, sacando al más alto a paso firme de la mansión.

-lo ayudaré a ir a la cama-lo guio  y nuevamente lo dejó recostado.

-ven un momento-le pidió acercarse, a lograr captar esos ojos verdes que lo enloquecían, lo excitaban y le pedían a gritos hacerlos suyos.

Ese estupro de no querer aceptarlo se había ido hacia tiempo.

Lo deseaba.

Jaló la cabeza a su altura y lo besó quedamente con sus labios secos.

Se separó el mismo de Byakuya, esperando lo volvieran a obligar a besarlo. Sin embargo ese le sonreía muy complacido por esa leve muestra.

-buenas noches, Ulquiorra-dicho eso le acarició la mejilla y se dio la vuelta a dormir. Cerró los ojos, adolorido… como si con esa declaración alguien, no sabía quién, muriera.

Mientras el mayordomo se retiraba a su habitación, se cambiaba y recostaba a dormir, tocando una vez sus labios, únicamente una vez para mañana borrar su memoria de eso que ocurrió.

Notas finales:

Gracias por leer.


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