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Había una vez un Rey bajo la Montaña que se encariñó demasiado con su Saqueador por YamilSarqueloth

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Notas del capitulo:

Muchísimas gracias a quienes siguen leyendo y más aún a quienes me dejan Reviews!!! LOS AMOOOO!!!!! Y eso, no interrumpo más xD. 

Disfruten!

Capítulo 5: De la sartén al fuego.

 

 

Esa mañana había sido ligeramente molesta para todos. Las nubes indicaban una funesta tormenta a lo lejos y más caras largas. Habían avanzado casi sin bromear o charlar, posiblemente por la cara de tres metros que arrastraba su líder desde Rivendel. ¿Qué había pasado allí? Por otro lado, Bilbo había tenido más de un problema a lo largo del viaje, una serpiente casi lo muerde, hubo dos ocasiones en la que casi se desbarranca, se había golpeado y rasmillado con cuanta roca filosa o arbusto trollero se le había cruzado. Y en ese tiempo sólo Bofur, Balin y Fili y Kili habían corrido a auxiliarle. Sin embargo, al caer la gélida noche (y cuando cierto Rey bajo La Montaña tomaba el turno de vigilar), Thorin cogía su abrigo y cubría al hobbit con él por un par de horas, y antes de entregar su turno volvía a colocárselo. Nadie había notado este comportamiento y Thorin se había esmerado en que nadie lo hiciera.

 

Bien, el punto era que el Enano era más frío que nunca con el Saqueador y esto comenzó a preocupar sobremanera a dos hermanos en particular. Bastante ya les costaba alegrar el ánimo de todos. ¡Además intentaban poner celoso a su tío sin lograrlo! O eso creían, porque Escudo de Roble en más de una ocasión tuvo que morderse la lengua. Es que simplemente no estaba bien. ¿Cómo podía preocuparse tanto del Mediano? ¡Es que era ridículo! No, él tenía una misión y no dejaría que nada lo distrajera. Pero había otra idea que perturbaba mayormente la mente del líder ¿Qué pasaría cuando las cosas se pusieran peor?  ¿El Hobbit huiría a la primera oportunidad? ¿Los abandonaría para ir corriendo a Rivendel? ¡Ahg! No quería ni pensarlo.

 

Esa noche fue un detonante.

 

Caminaban como podían por un estrecho sendero para cabras en los flancos de las montañas bajo una tormenta irascible. Los vientos los amenazaban con el vacío del acantilado y la lluvia con congelarlos. Era de esas noches en las que Bilbo sólo podía enfocar su mente en su querida Comarca, es su amado Bolsón Cerrado, en sus preciados libros y un descanso bien merecido.

 

–¡Ojos al camino, Mediano! – Había advertido Nori, preocupado.

 

Bilbo intentaba concentrarse ¡De verdad! No obstante era demasiado difícil. Sus pies ya no sentía por el abrazante frío y sus manos ardían junto con su nariz por el gélido viento que azotaba su cuerpo. Era un infierno. Mas al mirar hacia adelante pudo ver a Fili y Kili sonreírle y juguetear entre las rocas para enfurecer a Thorin quien no paraba de reprenderles sin lograr su atención. Bolsón no evitó soltar una sonrisa que desapareció entre los relámpagos.

 

Luego cundió el horror.

 

Los gigantes de las montañas no eran un mito y ahora ellos estaban en medio de una lucha entre ellos. Rocas comenzaron a moverse, rocas comenzaron a saltar y rocas se estrellaban a solo centímetros de sus cuerpos. Durante unos eternos minutos fueron separados y el Hobbit sintió su hora llegar.

 

Thorin chillaba los nombres de Kili sin parar, y otro se habría agregado si hubiera notado que el Mediano no estaba tras él, si no junto a su sobrino. El pobre Enano sintió su corazón reventarse al ver cómo las rocas parecían aplastar a sus camaradas.

 

Las piedras se movieron y todos corrieron hacia el lugar sin importarles lo cerca que les esperaba el vacío. Todo estaba bien, pero ¿Y el Saqueador?

 

Horror.

 

¿Dónde estaba el hobbit?

 

¿¡Dónde estaba Bilbo!?

 

Los más cercanos intentaron salvar al Hijo de Belladona, mas el pobre estaba tan mojado y resbaladizo que no podían subirlo. Thorin sintió pánico, verdadero y rotundo pánico. ¡Bilbo estaba a punto de caer y nadie lograba hacer nada útil! ¿Qué haría sin el Saqueador? ¿Cómo era posible que sintiera tal desesperación? ¡Al diablo con lo de “no preocuparse por su seguridad”! ¡Tenía que salvarlo! El Hijo de Thrain corrió sin preocuparse de nada más que de Bilbo, saltó al vacío y afirmándose con tan solo una mano, cogió al Mediano por las ropas y lo obligó a subir. Pronto notó su imprudencia cuando su mano resbaló y tuvo que ser salvado.

 

Muchas palabras de preocupación pasaron por su mente. De verdad, pensó en correr hacía el Saqueador y comprobar que estuviera del todo bien. Pero un Enano es un Enano, y la delicadeza en ellos es casi un mito. La ira pudo más. Dijo una sarta de estupideces que lamentó haber dicho en el preciso segundo que terminó de espetarlas.

 

–¿No dije que serías una carga? ¿Acaso no dije que eras un inútil? No tienes lugar entre nosotros.

 

Sentía un peso tremendo debido a sus palabras, pero ni se retractó, ni logró ver en los ojos de Bilbo cómo su corazón era exprimido por dolor pues no se quedó a observarlo. En el fondo el Hobbit siempre se había subvalorado, y constantemente sentía que era una carga para todos, sin embargo, qué él se lo dijera ¡¿Precisamente él?! Thorin Escudo de Roble le odiaba, con eso estaba confirmado, para el Enano su persona no era nada más que una carga, una pesada carga que ralentizaba la misión. Para el Rey bajo La Montaña él sólo era un inútil y un cobarde que JAMÁS tendría lugar entre ellos. Y todo aquello era más doloroso que los raspones y golpes, que el frío y la lluvia, que la sed y el hambre. Bilbo quiso huir, correr devuelta a Rivendel, mandar a Thorin al diablo… ¿Pero podría? ¿Sería capaz de abandonarle? ¿A él? En ese doloroso momento Bilbo pensó que sí, aunque en el fondo, muy en el fondo, él sabía que seguiría a Thorin hasta el fin. El problema era que no sabía “por qué”, y simplemente se lo atribuyó a la “admiración y lealtad” que sentía por el Nieto de Thror. Pobre e ingenuo Hobbit.

 

Entraron a una cueva lo bastante amplia para todos. Sus camaradas estaban más sombríos que de costumbre y todo por las palabras de su líder, incluso eran más amables con Bilbo causando, sin notarlo, una molestia peor en él. Al menos secar sus ropas y beber un poco de té le alegraría ligeramente, pero no. No podían encender fuego. Maldita suerte y maldito Thorin que conspiraba contra el té.

.

.

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Los ronquidos eran atroces, aunque el Hobbit ya estuviera acostumbrado. Tenía todo un plan, esperar a que todos durmieran y largarse de vuelta a Rivendel. Sólo una cosa olvidaba, Bofur aún vigilaba.

 

El Mediano tenía todo empacado y listo en su mochila, era sigiloso al máximo y nadie pareció sentir la presencia del Hobbit huir. Únicamente unos pasos más y salía del lugar.

 

–¿Bilbo? – Exclamó sorprendido, Bofur.

 

Bofur intentó convencerlo de quedarse y la Sangre Tuk gritaba que el lado Bolsón escuchara, mas el lado de su padre iba ganando. Y mientras tanto, el Rey bajo La Montaña abría sus ojos para ver al mediano abandonarlos. Abandonarle. No dijo nada, simplemente observó y su ser se llenó de rencor. El muy infeliz y desgraciado Hobbit estaba escabulléndose cual vil rata en medio de la oscuridad. Bien, si quería largarse que lo hiciera… ¡Y que ojala un mal rayo lo partiera! No obstante, las duras palabras de Bilbo dolieron más de lo que debían. Thorin no pudo evitar sentir tristeza y a duras penas se resistió de partirle la cara al escuchar cómo le decía a Bofur que “no pertenecían a ningún lugar”, aquello dolía, y mucho. Por culpa de ese puto dragón ellos habían sido condenados a vagar por la Tierra Media, sin patria, sin hogar. Era por eso que sin importar qué sucediera, jamás volvería a desviarse de su misión. ¡Y menos por una rata cobarde!

 

Estaban tan concentrados, cada uno en su asunto que escucharon los crujidos muy tarde. Apenas Bofur le había deseado suerte a Bilbo cuando el suelo cedió.

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Escudo de Roble echaba humo por la ira. Les habían capturado como a un par de terneros y los llevaban a azotes por escaleras de sogas y tablas podridas. ¡¿Dónde mierda estaba Gandalf?! Más azotes con cadenas negras y esos asquerosos Trasgos los registraban enteros mientras su rey, un engendro seboso y rechoncho, canturreaba. Más golpes, amenazas y de pronto, una luz ridículamente brillante. Así que por fin el Mago aparecía y además con estilo, repartiendo patadas y bastonazos.

 

–¡Corran, tontos! – Clásico del Mithrandir.

 

Obviamente no había mucho que pensar. Cogieron sus armas y siguiendo al Mago corrieron por puentes y tablas roídas pateando culos por todos lados. Trasgos volaban y caían. ¿Eran tan estúpidos que creían que podrían contra ellos? La espada de Thorin, la Orcrist, brillaba* entre las sombras cortando y mordiendo a sus enemigos con su brillo azul como una llama flameante, gustosa de beber sangre de Trasgos.

 

La batalla era frenética y los trasgos no eran rivales para los Enanos, sin embargo, les ganaban en número (y por mucho diría yo) y no importaba que tan buena fuera la Compañía de Thorin, el cansancio era inminente. El fervor de la pelea inundaba la mente de Escudo de Roble y no tenía el tiempo de permitirse pensar en otra cosa que no fuera avanzar sin parar y matar sin cesar.

 

Más sangre, más chillidos, el Rey Trasgo había muerto y los Enanos lo habían dejado ya muy atrás. Pasillos interminables y túneles iluminados por las espadas azuladas y el cayado del Gris. La umbra parecía no tener fin hasta que una débil luz, al principio blanquecina, apareció delante de ellos.

 

–¡Por el rostro de Elbereth! ¡La salida yace delante de nosotros! – Gritó feliz Oin.

–¡Pues a correr más a prisa entonces! – Bufó Thorin en la retaguardia.

 

Corrían por aquel estrecho túnel dejando atrás muchos otros que aparecían por los costados. Un extraño presentimiento se alojó en el pecho del hijo de Thrain, sintió que debía volver, sintió que algo muy importante se quedaba atrás en los túneles. Echó una fugaz mirada, llevaba su espada, la llave y el mapa, y delante de él corrían sus sobrinos y creía ver a toda la compañía. Así que no se detuvo, sólo eran pamplinas.

.

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Sentía un punzante dolor en el costado derecho que apenas lograba disimular y jadeaba como un perro. ¡Qué manera de correr! Obviamente esta parte de la aventura también se la omitiría a su hermana, no quería recibir reprimendas de más por sus osados sobrinos. Gandalf comenzó a contarlos y fue entonces, y solo entonces, que notó que era esa sensación momentos atrás. ¡Bilbo no estaba! La desesperación lo invadió hasta que Nori confesó que vio al Hobbit escabullirse. Ahora sentía ira, tanta ira. Él preocupándose por el puto Hobbit y el muy infeliz había huido a la primera oportunidad ¡A la primera! Desde un principio había sabido que el hijo de puta los abandonaría cuando todo se pusiera de mal en peor. Y él que estaba preocupándose…. ¡AAHHG!

 

Thorin no pudo aguantarse y espetó todo lo que lo estaba ahogando “Maese Bolsón tomó la oportunidad de salvarse solo”.

 

Bilbo sintió su corazón reventarse al oírlo hablar así de él. ¿Aún desconfiaba de él de esa manera? ¿Acaso nadie diría nada? El mediano meditó seriamente si sacarse el anillo y seguir acompañándolos, o largarse a su casa y no volver… Casa…. Un hogar. Miró directo a los resentidos ojos del líder de la compañía y sintió un deseo incontrolable de correr hacía él y decirle a la cara que JAMÁS se iría y que le seguiría siempre. Pobre Thorin, perder a su padre y a su abuelo y vivir en el exilio por culpa de una lagartija sobrealimentada y avarienta.

 

–Oh, Bilbo Bolsón, ese Enano será tu perdición. – Pensó el hobbit resignado.

 

El Saqueador apareció junto a un árbol y todos quedaron sorprendidos y desconcertados al verle, mas hubo un Enano que sintió vergüenza, profunda vergüenza de haber desconfiado a tal grado del pequeño. Thorin desvió la mirada de la de Bilbo. Que injusto había sido con él… Y además era obvio, por la cara del mediano, que había escuchado hasta la última palabra.

 

Escudo de Roble no quiso mostrar su vergüenza y su culpa, así que hizo lo que hace mejor: Ponerse a la defensiva.

 

–¿Cómo lograste salir de allí? – Cuestionó Thorin de manera tajante.

–Bueno ¿y qué importa cómo lo logró? ¡Está con nosotros! – Desvió el tema Gandalf.

–Importa, porque yo quiero saber… – Ambos, el Rey y el Saqueador se miraron fijamente a los ojos. En los de Thorin II se formuló una solemne disculpa y en los de Bilbo simplemente había comprensión. – … ¿Por qué volviste con nosotros? – ¿Por qué volver conmigo, Mediano? Si tan mal que te he tratado. Bolsón tomó aire.

–Miren, sé que dudan de mí, sé que siempre lo han hecho… Y tiene razón. A menudo pienso en Bolsón Cerrado. Extraño mis libros, y mi sillón, y mi jardín. Verán, allí es donde pertenezco, allí es mi hogar. – Bilbo miró intensamente a los ojos del líder, de verdad, todo aquello que decía era más para él que para el resto de la compañía. Y necesitaba casi con desesperación que el moreno de ojos azules le entendiera. – Es por eso que volví. – Thorin lo miró confundido. –  Porque ustedes no tiene uno, un hogar. Les fue arrebatado, pero les ayudaré a recobrarlo… si es que puedo.

 

Escudo de Roble quedó desconcertado. ¿Qué- qué había dicho? El peso del remordimiento cayó sobre él como el martillo de Aulë debió haber caído sobre sus ancestros. Se sentía condenadamente mal por lo injusto que había sido con el Saqueador. Fili y Kili sonrieron hasta que se les acabó la boca, su tío se sentía mal por sus palabras y miraba al pequeño como un cachorro reprendido, y esa mirada, esa extraña e ilusoria mirada estaba de vuelta. Y no solo eso ¡El hobbit le estaba sosteniendo la mirada sin rehuir o intimidarse! Sin duda era un gran día, habían salido airosos de los Trasgos y con la declaración del joven Bolsón, Thorin no tendría escusa alguna para alejarlo o molestarle.

 

Pero.

 

Aullidos se escucharon no muy lejos y todo ápice de felicidad se fue por el desagüe. A correr nuevamente. Los Wargos eran unos seres cabrones, corrían muy veloces y eran ridículamente grandes. Atacaron como contratados y no venían solos. Azog, el Orco Pálido iba comandándolos.

 

–Salir de la sartén… – Dijo Thorin

–…Y caer en el fuego. – Concluyó el Mago. – ¡A los árboles!

 

El resto pasó muy rápido. De un momento a otro todos estuvieron sobre los árboles, luego estos fueron cayendo uno a uno dejándolos en la orilla del acantilado. Después le siguió el fuego y un pequeño momento de relajo. Finalmente más horror.

 

El Hijo de Thrain miró a su alrededor y vio a sus fieles hombres estar a punto de desbarrancarse. Observó claramente la desesperación en los ojos del Mithrandir y el miedo en los ojos marrones de su saqueador. No les dejaría morir. Si tan sólo pudiera armar un jaleo lo suficientemente bueno para distraer a los Orcos y Wargos y así darles una chance de salvación a su compañía. No dejaría que nadie tuviera su misma suerte si había llegado su hora. El moreno se levantó majestuosamente del árbol envuelto en llamas empuñando su resplandeciente Mordedora* y su Escudo de Roble. Miró una última vez a Bilbo. “Adios, Saqueador”. Bilbo sintió verdadera desesperación.

 

Thorin corrió contra Azog, y el muy cobarde le atacó con su bestia. Aunque jamás esperó que un hijo de puta como Azog respetara alguna norma de batalla. La embestida fue brutal. El Rey bajo La Montaña cayó al suelo y rebotó en él, sintió sus huesos chocar contra el suelo. Intentó seguir la pelea sólo para resultar más herido. Perdía sangre y su vista se nublaba dramáticamente. Dwalin gritaba su nombre y apenas distinguía la voz de Dori y Ori pedir ayuda. Debía mantenerse en pie ¡Debía salvarlos! No obstante, el lobo atacó de nuevo. Cuanto dolor sentía el enano de ojos azules. La conciencia y la realidad se iban, pero no se dejaría matar tan fácil. Intentó coger su espada pero las fuerzas no lo obedecían. ¿Así terminaría? ¿Tan lejos de su amada Erebor? ¿Qué sería del resto? ¿Qué sería del hobbit? ¡El Hobbit! Thorin no podía creer lo que sus ojos veían ¡El Mediano le salvaba la vida! ¡En nombre de Aulë y Yavanna! ¿Qué estaba intentando hacer? ¡Le matarían! Bilbo no era un guerrero ¿Cómo podía arriesgarse así? Thorin quiso gritarle al hijo de Belladona que no se arriesgara por él, no quería que le lastimaran… ¡Bilbo! Nada supo entonces, todo se había vuelto negro. El Rey estaba inconsciente.

.

.

.

Lentamente abrió sus ojos. Al menos estaba vivo, con mucho dolor, pero vivo. Un último recuerdo cruzó su mente y la preocupación fue tan grande que el pecho casi le estalló.

 

–¿Y el mediano? – Preguntó desesperado. Gandalf sonrió y se hizo a un lado.

 

¡Estaba vivo! ¡Bilbo estaba vivo! Oh, gracias a todos los valar. ¿Por qué Bilbo lo miraba así? ¿Tan preocupado estaba por él? ¿A pesar de todo?

 

–¡Tú! – Le gritó indignado al hobbit, pues estaba molesto de cómo había arriesgado su vida. – ¿Qué estabas haciendo? ¡Por poco haces que te maten! ¿Acaso no te dije que serías una carga? – Todos callaron, Thorin sabía muy bien lo injusto que sonaba decir eso y sabía que su compañía estaba en total desacuerdo, si hasta Gandalf le miró con rencor. Y Bilbo, oh esos ojos, le estaba destrozando. Bilbo estaba desconcertado, sentía tristeza, confusión y rabia de que Thorin lo tratara así después de todo. – ¿Qué no sobrevivirías en lo salvaje? ¿Qué no tenías lugar entre nosotros? – Bolsón sintió ganas de desaparecer, sus entrañas se anudaron y retorcieron ante aquellas lacerantes palabras. Alzó la vista para ver en los ojos del moreno si de verdad creía eso, si veía en ellos honestidad pura, se iría para no volver, jamás. El líder de la compañía lo miraba fijamente y su mirada ya no era severa, era distinta, era agradecida y ¿tierna? – Nunca he estado más equivocado en toda mi vida.

 

El Rey abrazó a su Saqueador sin siquiera pensarlo. ¿Desde cuándo había tenido esa necesidad imperiosa de tener al hobbit entre sus brazos? ¿Qué estaba pasando con él? Thorin sintió un extraño calor en su pecho y por vez primera sintió paz, es pequeño hobbit le brindaba paz. Y ahora le sonreía sin creerlo del todo. Dentro de sí, el moreno no pudo evitar pensar en lo mucho que le gustaba la sonrisa de Bilbo. Aunque no sabía que era lo que sentía por el hobbit realmente, deseó que esa sensación de paz y calor se quedaran con él, para siempre.

 

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Bien, por fin llegamos al final de la primera película. Mi problema era cómo seguirla si me quería basar en el film, y la solución fue muy simple, pues no esperaría un año a poder seguir el fanfic , así que idee algo más simple.

 

De ahora en adelante me voy a basar en el libro y en ideas mías (Pues en el libro no existe el psicópata Orco Pálido y tengo que agregar sus acosos en el fic xD).

 

Por eso, espero que sigan leyendo pues se viene buena (porque ahora manipularé las situaciones a mi pervertida conveniencia!) y espero hayan leído el libro, porque sino, temo que se perderán un poco en la historia.

 

Así que gracias y sigan disfrutando.

 

Dejen Reviews!!! xD

P.D: Sé que prometí dos capítulos esta semana, pero me dio una depresión terrible (de la cual ya salí xD) y eso me inutilizó un poco. Así que, en vez de dos capítulos preferí hacer uno largo. Besos! Cuídense! 


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