Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Había una vez un Rey bajo la Montaña que se encariñó demasiado con su Saqueador por YamilSarqueloth

[Reviews - 100]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Siento la tardanza, escusas al final.

Disfruten!!!! (que harto largo quedo el capítulo)

Os Adoro!!!!

Capítulo 7: ¡¿Qué edad dices que tienes?!

 

En el camino Gandalf les habló de este supuesto amigo suyo (que en realidad no era su amigo, pues ni siquiera se conocían, pero a eso el Mago le llamaba “detalles sin importancia”), su nombre era Beorn, un hombre muy fuerte y un cambiapieles. Bilbo hizo un par de comentarios que Gandalf trató de estúpidos ¿Mas qué iba a decir? Su cabeza estaba adolorida desde que había despertado, aún le perturbaba el sueño de la noche anterior y no estaba de humor para pensar. El Mago les advirtió que delante de este hombre no hablaran de pieles, capas, ni ningún objeto que usara animales como materia prima.

 

Malas noticias, pensó Thorin. No habría asados que los recibieran.

 

Comentó también el Gris que este cambiapieles se transformaba en Oso, un gran oso negro, y al parecer muy antiguo. Había muchas conjeturas de su procedencia y edad, Gandalf creía descendía de los primeros hombres que  habían vivido por esos lares antes que los dragones se asentaran por allí. Era un hombre que criaba animales y hablaba su lenguaje, los amaba como a sus hijos y por esa misma razón TODOS debían comportarse en su territorio. También se criaba abejas enormes, así que su dieta era prácticamente a base de Crema y Miel. A Bilbo se le hizo agua la boca.

 

Ya mediaba la tarde cuando llegaron a una extensa zona de tréboles y flores. Todo olía a miel y un ulular les hizo notar las tremendas abejas que volaban de aquí para allá en grandes enjambres. Abejas grandes, en verdad, y más para los Enanos y el Hobbit. Una en especial se acercó demasiado al señor Bolsón y cuando estuvo a punto de picarlo, Thorin la espantó. Bilbo miró a su líder y las imágenes de la noche anterior volvieron a aparecer ante él, se sonrojó notoriamente y dándole las gracias aceleró su paso. Thorin se sonrió al pensar lo adorable que se veía actuando así, pero entonces una idea fugaz cruzó su mente ¿Y si lo de anoche no había sido una alucinación? Porque Bilbo no era de los que se sonrojan así por así… No, ideas locas. ¿Cómo habría podido ser capaz de besar al mediano? No… ¿O sí? ¡No! Debía concentrarse en su misión, Azog aún les daba caza, Gandalf les había comentado el malhumor de Beorn y aún quedaba el Bosque Negro y el puto Dragón… Vaya, todo iba de bien en mejor, pensó con ironía el Enano de cabello cano.

 

Finalmente llegaron a una cancela y Gandalf les contó su plan: Irían llegando en parejas cada cinco minutos a la casa de Beorn, al último llegaría Bombur pues valía por dos con tamaña barriga, obviamente al pelirrojo no le hizo chiste ir solo. La casa de Beorn era un gran terreno lleno de animales y hermosos jardines, su casa era muy grande y hecha por completo de madera en bruto, tenía hileras de colmenas zumbando y unos caballos lustrosos que al ver a los primeros intrusos, el Mago y el Hobbit, corrieron a avisar a su dueño.

 

Ni a Thorin, ni a Bofur, ni siquiera a Balin, les hizo gracia lo de ir separados en parejas y dejar al Mago llevarse a Bilbo ¿Y si algo salía mal? De lejos vieron como un hombre muy grande y de cabello tupido y negro miró con malas pulgas al Mithrandir y al saqueador. Mas los vieron entrar a voluntad y sin problemas. Thorin contó los segundos y al pasar cinco minutos exactos partió con Dori tras los dos primeros. Llegaron a interrumpir la narración de cómo habían llegado a la casa del cambiapieles después de ser apresados por los trasgos. Beorn demostró su repulsión por los Trasgos y los Orcos, lo cual lo puso en un nivel de “aliado” para con los Enanos.

 

Así fue que Gandalf interrumpía su narración a propósito para crear tensión en el anfitrión y lograr meter de dos en dos a los Enanos sin causar problemas con el hombre-oso. Al terminar, el sujeto no se mostró muy convencido de la historia, sin embargo, les invitó a sus quince huéspedes a cenar. Animales entraron dejando platos con panes, potes con cremas y jarras de hidromiel, acercando taburetes y colocando velas, animales muy inteligentes y habilosos, en verdad.

 

Beorn les contó historias de esas tierras y leyendas del Bosque Negro que desanimaron bastante a los presentes. Cuando llegó el turno de que los Enanos contaran historias, el arisco cambiapieles no pareció escucharlos, pues poco le interesaban los grandes reinos y los tesoros y la orfebrería. Bilbo en cambio, se maravilló bastante escuchando más historias de sus compañeros. Le divirtió una en especial, una que contaron Balin y Fili y Kili sobre su Rey. A Escudo de Roble no le agradó que contaran cosas de él, pero su anfitrión pareció divertirse, por lo tanto calló. La historia trataba sobre la ocasión en que Dís, la hermana pequeña de Thorin y madre de Fili y Kili, había perdido una diadema de joyas que Thrór, su abuelo, le había mandado a hacer exclusivamente a ella, y cómo Thorin, siendo un chico todavía, había logrado burlar al destino trayendo la dichosa diadema de vuelta.                                                                                     

 

Era una tarde especialmente fría cuando Dís había vuelto de una cabalgata en poney por el bosque cercano a Erebor, al llegar la enana había reparado en la desaparición de la diadema y en su desesperación había intentado ir por ella al bosque porque esa noche Thrór celebraba una fiesta y le había dicho a la muchacha que la quería ver con su diadema sí o sí. Thorin no había tolerado ver a su hermana llorar de manera tan desconsolada cuando los guardias no le permitieron ir a por la joya, así que, le juró ir él en su lugar y traerla devuelta.

 

Usando sus dotes de explorador y cazador, el joven enano se adentró solo en el bosque en busca del preciado objeto. Tres días con sus noches había demorado el joven heredero en encontrar la diadema. Para cuando había vuelto, su madre y su padre estaban atacados por la angustia y la fiesta se había suspendido. Temiendo por Dís, Thorin no había mencionado la verdadera razón de su desaparición y había sido severamente castigado por desaparecer de manera tan impetuosa. Pasado el castigo y los días de reclusión en su habitación, Escudo de Roble le había devuelto la diadema a su hermana, y para cuando volvió a celebrarse la fiesta, Dís había sido la doncella Enana más hermosa del salón. Y en recompensa por ello, la heredera menor, había entretejido para su hermano mayor una hermosa corona de ramas doradas con hojas de zafiros, el color de sus ojos. Thorin aún conservaba una ramita coronada por dos hojas de zafiro junto a él, una de las pocas cosas que logró sacar de Erebor antes de que Smaug les arrebatara todo en tan solo un día.

 

Bilbo miró al Enano y este desvió su mirar, la historia le había avergonzado un poco. El Hobbit sonrió con ternura y el enano se sonrojó ligeramente, pues tenía suficientes deseos de repetir esa alucinación de la noche anterior, tenía que serenarse… con hidromiel.

 

Todos comieron y bebieron a gusto hasta que uno a uno cayeron dormidos, todos menos Thorin, que se quedó rememorando viejos tiempos mientras observaba a la tenue luz de las ascuas de la gran chimenea, que había en el gran salón de Beorn, la ramita de oro y joyas.

 

Bilbo se despertó sobresaltado y mirando a su alrededor escuchó un gruñido y una silueta fuera de la casa de madera del cambiapieles.

 

–Tranquilo, ladrón. Si Gandalf confía en él, es por algo. No entrara aquí a matarnos luego de gastar su comida en nosotros. No sería lógico.– Vociferó Thorin y Bilbo se giró para verle.

 

El Hobbit no le prestó atención a sus palabras, sino a él. Que magnífico lucía el moreno a la tenue luz de la chimenea y con los rayos de luna que se filtraban por el techo y las paredes cayendo sobre él. Que majestuoso se veía con ese semblante sereno y preocupado a la vez. El mediano notó la ramita enjoyada y no pudo evitar imaginarse a Thorin coronado con oro y joyas, vistiendo con telas dignas del Rey que las llevara. Que visión sería aquella. Bilbo pidió la gracia de los Dioses para llegar a ver a Thorin como Rey bajo La Montaña.

 

–Saqueador ¿Estas bien?

–¿Po-por qué?

–Tienes la cara roja. ¿Te has enfermado?

–N-no. Esas son ideas tuyas. Sólo he comido demasiado.

–Si tú lo dices.

 

Bilbo quería preguntarle qué llenaba sus pensamientos, por qué no podía conciliar el sueño como el resto, pero eso implicaba intimidad. Y cada vez que tenía un momento con el de ojos azules su mente le traicionaba con las imágenes de sus sueños. Ni siquiera escuchaba del todo lo que su líder le decía, simplemente se le quedaba mirando y se preguntaba si sus labios eran ásperos como en su sueño.

 

–Buenas noches, mi Rey. – ¿¡Qué había dicho!? ¡Ahg! Tonto Bilbo, pensó el Hobbit. Thorin le miró sorprendido, mientras el de cabellos castaños se acurrucó a dormir y así cortar cualquier avance en el tema.

 

Varios le llamaban “Mi Rey”, pero ahora era el Hobbit quien se lo decía, y vaya que bien sonaba en esos dulces labios. ¿Dulces? ¿Cómo sabía que eran dulces? ¿Tan vívida había sido esa alucinación? ¿Había sido una alucinación febril o…? No se permitió pensar nada más.

 

–Buenas noches, MI saqueador. – Dijo lentamente el Enano.

 

Y Bilbo se durmió con una tímida sonrisa en el rostro. Thorin comenzaba a darse cuenta poco a poco que el Hobbit le estaba cautivando, pero aquello estaba mal, muy mal. No solo eran de dos especies distintas, lo cual no era del todo un problema, o al menos para los Elfos y los Humanos eso no parecía ser un impedimento, si hasta sabía de híbridos entre Humanos y Enanos, e incluso entre Elfos y Enanos, algo muy raro. Pero Bilbo también era un hombre, no una chica, un hombre. Y eso sí que le significaba problemas, él era Thorin II, Hijo de Thrain II, Hijo de Thrór, heredero de Dúrin, heredero al trono, y como Rey debía darle a su pueblo un heredero. Que mal pintaba todo eso, ser Rey nunca fue un problema y buscar esposa tampoco, no era que no le gustaran las Enanas ni mucho menos, era que jamás había sentido tanto interés en alguien como en el Hobbit. Thorin sonrió al pensar en la cara que pondría su hermana si llegara diciéndole “Hola Dís, recobré Erebor y el tesoro. ¡Ah! ¿Él? Es mi futura esposa, Bilbo Bolsón de la Comarca. O no, ni siquiera es Enano y mucho menos es una chica, es un él, hermana. Que su falta de barba no te engañe”.  ¡Esperen! ¿Esposa? ¿Acaso estaba admitiendo que se estaba enamorando del hobbit? ¡No! ¡No! Y ¡No! Ahg, la falta de sueño le hacía pensar estupideces. Guardó la ramita entre sus ropas y se dispuso a dormir.

 

Soñó con su coronación en el gran salón de Erebor, con todos sus parientes celebrando junto a él, hasta el puto Rey Elfo le reverenciaba, de pronto una mano se posó en su hombro y al girarse vio a Bilbo sonreírle de la manera más hermosa y cálida que había visto jamás, vestía con ropas Enanas y vaya que se veía hermoso, ataviado con joyas y telas finas. Del pecho del mediano colgaba la Arkestone y sobre su cabeza yacía la corona de ramas doradas que su hermana le había confeccionado años atrás, solo que en vez de ser zafiros, eran esmeraldas, y que bellas se veían en combinación con los ojos verdes de Bolsón. Y así, Bilbo lo reverenciaba y Thorin se lo impedía, cogiéndole de la cintura y atrayéndolo para sí, y besándolo con pasión ante todo Erebor. A nadie parecía molestarle en lo mínimo, y Bilbo lucía feliz. Hasta que en un instante las ropas del mediano se tiñeron de sangre, desesperado Thorin lo sostuvo en sus brazos mientras veía como la Arkenstone se volvía roja y a su saqueador se le iba la vida, alzó su vista gritando con impotencia y delante de él apareció Azog, riéndose maniáticamente y sosteniendo una lanza bañada en la sangre del Hobbit.

 

Escudo de Roble se despertó sudando y temblando, buscó con desesperación a Bilbo y al verlo dormido suspiró aliviado, pero un desgarrador dolor se alojó en su pecho y no pudo calmarlo con facilidad. Bastante le costó recobrar el sueño, y no fue mejor que el anterior.

.

.

.

 

A la mañana siguiente al despertar el desayuno ya estaba servido en la gran y baja mesa de Beorn. Leche, hidromiel, pan, crema, mantequilla, mermeladas y miel. Todos se dispusieron a comer como los Dioses mandan. Balin se preocupó por Escudo de Roble al notar las ojeras de cansancio en sus ojos, y este se hizo el desentendido y se puso a comer. Ya quedaba menos de la mitad cuando Ori les informó a todos que Bolsón seguía durmiendo, Oin comentó que se estaba perdiendo el desayuno y Bombur afirmó que era culpa del mediano mismo el perderse la comida por ser un haragán. A Thorin no le hizo gracia lo de dejar sin comer a Bilbo y le ordenó a Bofur despertarlo, Fili y Kili se miraron de manera cómplice. Bofur se dejó caer sobre el Comarqueño sobresaltándolo y causando la risa de los presentes.

 

–Levántate, gandul – le dijo Bofur – O no habrá ningún desayuno para ti.

 

Bilbo se puso de pie en un salto como si hace unos momentos no hubiera estado durmiendo, olisqueó el aire y corrió a la mesa gritando.

 

–¡Desayuno! ¿Dónde está?

–La mayor parte dentro de nosotros – Respondieron los Enanos que ya había acabado de comer y ahora se paseaban por el gran salón de madera.

 

Bilbo se sentó en la mesa y notó que realmente no había mucho que hubieran dejado para él, se sintió algo molesto, no obstante, frente a su mirada se asomó un plato rebosante de bizcochos y pan con miel y mantequilla, lo recibió como caído del cielo y gratamente feliz y al ver quien se lo ofrecía sonrió algo avergonzado. ¡Que lindo se veía ese Hobbit así! Con las mejillas levemente sonrosadas y con esa sonrisa tímida en sus labios. Thorin sonrió de lado y le dejó el plato lleno de comida entre las manos mientras se levantaba de la mesa.

 

–¿Pa-para mí? – Preguntó casi en un murmullo, Bilbo. Por los Valar mismos ¡Ese tipo era tan adorable!

–Yo ya comí suficiente – Mintió su Rey y Bilbo sonrió agradecido intentando disimular la extrema felicidad que sentía, más que mal, no cualquiera recibía un plato lleno de manjares de la mano de Thorin.

–¿Dónde está Gandalf?

 

Nadie lo sabía pues había desaparecido muy temprano por la mañana, solo Escudo de Roble le vio partir, mas no le preguntó a donde iba pues el sueño lo estaba venciendo. Pasó todo el día casi por completo cuando el Mago llegó canturreando. Todos lo interrogaron al llegar, “¿Dónde está nuestro anfitrión? ¿Y dónde has pasado el día?” gritaron todos.

 

–¡Una pregunta por vez, y no hasta que coma algo! No he probado alimento desde el desayuno.

 

Comió casi hasta reventar y una vez terminada la cena, el caprichoso anciano decidió que tenía ganas de ponerse a hacer anillos de humo con su pipa y nadie pudo sonsacarle  ni una sola palabra de dónde había estado y qué había pasado con Beorn hasta que terminó de echar anillos grandes y pequeños que cambiaban de color en el cielo rojizo del anochecer. Finalmente se puso a hablar, había seguido unas huellas de oso que se juntaron con muchas más en un claro no muy lejos de la Carroca (la torre de piedra dónde les dejaron las águilas), un par de huellas se perdían en el rio y el Gris tuvo que ir rio abajo hasta lograr cruzarlo y luego retroceder millas para volver a encontrar las dichosas huellas. Finalmente las siguió hasta que se perdieron en dirección a las Montañas Nubladas, dónde habían huido de los Trasgos y de los Orcos y sus Wargos, dicho esto el Mago dio por contestadas las dudas de los Enanos. Bilbo, sin embargo, se impacientó.

 

–¿Qué haremos si Beorn atrae a los Orcos o a los Trasgos hasta aquí? ¡Nos mataran a todos! 

 

Thorin quiso tranquilizarlo, pero el Mithrandir, con la sutileza que lo caracteriza mandó al Hobbit a dormir por “Estúpido y lunático”. Bilbo indignado hizo caso.

 

Esa noche también se despertó al sentir rasguños y gruñidos luego de haber soñado con osos danzantes, sus ojos nuevamente se toparon con los de Thorin.

 

–Thorin, deberías dormir. Te cansaras demasiado privándote de sueño.

–No lo hago por gusto, Saqueador. Cansado estoy, mas al dormir, terribles sueños me acosan. Ellos son lo que me mantienen en vela. – ¿Desde cuándo tenía tanta confianza con Bilbo? Ni a Balin le había querido mencionar la razón de su insomnio. Cuánto deseo Thorin hijo de Thrain que Bilbo no preguntara por los sueños.

–¿Qué tipo de sueños?

–Unos bastante oscuros, Hobbit. Y no me preguntes más. – Dijo de manera brusca intentando que Bolsón se molestara y se durmiera. No lo logró, de hecho el mediano se sonrió.

 

Bilbo se levantó del suelo y acarreando su manta se sentó junto al moreno, sorprendiéndolo.

 

–Bi-Bilbo… – Las imágenes de su “alucinación” parecieron más vívidas que nunca al contemplar al mediano a la tenue luz de las ascuas.

–¿Qué? ¿Tanto te molesta que me duerma a tu lado? Además, hasta donde yo sé, me puedo dormir donde yo quiera. Buenas noches, Escudo de Roble. – Y se acomodó a un lado del Líder.

 

Thorin sintió unos deseos incontrolables de abrazarlo y besarlo. Pero se aguantó, al menos hasta que el hijo de Belladona comenzó a respirar profundamente, entonces el Enano no pudo controlarse. Lentamente se acercó al rostro de Bilbo y le contempló, se inclinó un poco y besó la frente del Hobbit.

 

–Maldito Hobbit, me estás haciendo perder la cabeza. – Susurró tiernamente y rozó los labios del de cabellos castaños sin despertarle.

 

El nieto de Thrór durmió el resto de la noche sin pesadillas ni nada que le perturbara, posiblemente por tener al mediano junto a él respirando tranquilamente sin correr ningún peligro. O tal vez porque Gandalf interfirió de alguna manera para tranquilizar al Enano, pues era muy obvio para el Mago lo que estaba pasando entre esos dos, y aunque tenía que marcharse y dejar la compañía tenía plenas esperanzas en que Fili y Kili continuaran con sus planes respecto a la relación Bolsón-Escudo de Roble. Gandalf soltó una breve carcajada y se durmió pensando en qué ideas brindarles a Fili y Kili.

 

A la mañana siguiente los despertó Beorn en persona con otro divino desayuno que comer. Estaba alegre y bien dispuesto, incluso alzó al Hobbit feliz de que no se los hubieran comido ni los Wargos ni los malvados osos. Thorin no tenía ningún problema con el hombre-oso pero había alzado a su Saqueador y ahora le llamaba “Conejito”, y a pesar de todo lo amable que se portó Beorn no pudo evitar mirarle con el ceño fruncido.

 

El gran hombre invitó a Bilbo a comer más junto al resto de la compañía. Mientras desayunaban disfrutaron de unas divertidísimas historias que su anfitrión les contaba hasta que les confesó que había ido hacia las Montañas Nubladas para confirmar la historia que Gandalf le había contado. A nadie le sorprendió saber que había Orcos y trasgos patrullando la zona en busca de ellos, lo que les sorprendió fue que estaban a mitad de camino. Beorn en cambio estaba contento de saber que sus invitados habían dado muerte al Rey Trasgo y que Thorin era quien le había arrancado el brazo a Azog, el profanador. El hombre-oso había cogido a un Orco junto a su Wargo y les había sacado secretos a golpes, Azog había dado la orden de darle caza a la compañía en especial a Thorin y a Bilbo, el Hobbit tragó saliva al escuchar aquella noticia y Thorin sintió como la ira lo inundaba. El infeliz Orco se sentía humillado por el Mediano que quería venganza, Bilbo sintió que se desmayaba pero guardó compostura. Esa no era lo única mala noticia, los Trasgos estaban enfurecidos (por la muerte de su Rey) y ahora también les daban caza, y por último, estaban dispuestos a formar un ejército para encontrarles. Beorn era todo un motivador, en tan solo una conversación pudo llevar los radiantes ánimos de los enanos al subsuelo. ¡Qué manera de bajar la moral tenía ese Cambiapieles! Aunque era el único feliz de tener a quienes habían matado al Rey Trasgo y habían mutilado a Azog, en su casa.

 

Bilbo, blanco como la leche por la noticia, le preguntó a Beorn por sus prisioneros y este lo llevó hasta la cancela para que viera la cabeza del Orco empalada y la piel del Wargo abrigando un árbol.

 

Al llegar el almuerzo Beorn les prometió su ayuda: poneys, comida y equipaje. Al otro día debían partir y así lo hicieron. Beorn les advirtió que los poneys y el caballo de Gandalf debían ser devueltos a penas llegaran a los lindes del Bosque Negro; debían racionar muy bien su comida pues no había NADA comestible en el Bosque Negro; antes de entrar debían  llenar todas las cantimploras y recipientes con agua pues sólo se sabía de un rio negro de aguas turbulentas del cual no debían ni beber ni bañarse, porque producía fuertes encantamientos, somnolencia y pérdida de memoria; y JAMÁS debían desviarse del camino, bajo ninguna condición.

.

.

.

Al anochecer del tercer día todos se reunieron alrededor de una fogata a cocinar un par de liebres que habían cazado (pues no comerían de sus provisiones para el viaje a través del Bosque). Bofur sacó una flauta, que nadie recordaba que tenía, y tocó una alegre melodía para levantar los ánimos. Al rato la compañía se tranquilizó un poco y comenzaron a conversar. Bilbo contó unas anécdotas de cuando era pequeño e intentaba buscar Elfos en los Bosques cercanos, varias veces terminó perdido y su madre iba al rescate pues su padre no era de los más aventureros. Thorin sintió simpatía por el Hobbit al descubrir lo solitario que era, pues él mismo también lo era.

 

La noche continuó muy amena hasta que Fili hizo un comentario.

 

–¿Recuerdas cuándo te perdiste en medio de la feria, Kili? Fue muy chistoso ver a Thorin correr de un lado para el otro buscándote.

–¿Cuándo fue eso? No lo recuerdo.

–Hace como unos sesenta y tantos...

–¿¡Qué!? – Gritó sorprendido Bilbo.

–¿Qué de qué? – Preguntó Kili.

–¿Qué edad tenéis ustedes? – Quiso indagar el Comarqueño.

–Yo tengo setenta y siete años. – Dijo Kili sin problemas.

–Yo ochenta y dos. – Confesó Fili.

–Gloin tiene ciento cincuenta y ocho, y Balin unos ¿ciento setenta? – Musitó Kili mirando a Balin.

–Tengo ciento setenta y dos, niño. – Corrigió sonriendo.

 

Bilbo tenía una cara tan sorprendida que le llamó la atención a todos menos a Gandalf quien rió.

 

–Bilbo ¿Por qué tan sorprendido? – Preguntó algo preocupado, Fili.

–Espera… Bilbo ¿Qué edad tienes? – Cuestionó Kili y Bilbo tragó saliva.

–Te-tengo cincuenta años.

–¡¿Qué edad dices que tienes?! – Se horrorizó Thorin.

–Cincuenta.

 

¡Oh, Por todos los Valar y los Ainur juntos! ¡Se estaba enamorando de un chiquillo! ¡Si hasta era menor que Kili! ¡U Ori! Maldita sea, Escudo de Roble ¿Cómo pudiste pensar en tener al hobbit? ¿Cómo fue que jamás se te ocurrió pensar en qué edad tenía? Oh, no. Era sólo un chico.

 

–¿Thorin, por qué estás tan pálido? – Preguntó Nori.

–Nada.

 

Bilbo notó la confusión en los ojos de su líder y mirando a Kili preguntó inocentemente.

 

–Kili ¿Qué edad tiene Thorin?

–Tiene ciento noventa y cinco años.

 

Ahora no era sólo el hijo de Thrain el pálido, Bilbo perdió su color al instante.

 

–¿Có-cómo…? – Balbuceó el Mediano.

–Thorin es heredero directo de Dúrin, Maese Bolsón – Rio Balin. – Por eso a pesar de tener más edad que yo, luce más joven que yo.

 

Fili y Kili notaron como tanto Bolsón como su tío se miraban algo traumados y estallaron en risa. Primero porque eso demostraba que estaban cada uno interesado en el otro, y segundo porque su tío debía de sentirse todo un asaltacunas, un vejete calentón y asaltacunas. Cómo reían esos dos, si hasta por poco se mean encima. Al que no le hizo gracias fue a Gandalf, en tan sólo un par de frases y unas diferencias de edad, un muro se había levantado entre el Enano y el Hobbit.

.

.

.

A la mañana siguiente por fin lograron llegar a la entrada del Bosque Negro, su sola presencia desmotivó a toda la compañía. Aunque Thorin estaba con el ánimo en el suelo… era un asaltacunas y de los peores. Gandalf se despidió de ellos en los límites mismos del tenebroso bosque y todos lloriquearon para que no les abandonara. Nada consiguieron.

 

Sin embargo, mientras descargaban los equipajes de los poneys, el Peregrino Gris se acercó a Thorin.

 

–No creí que fueras alguien a quien le importe la edad, Thorin.

–¿De qué me estás hablando, Mago? – Se sobresaltó el Enano.

–De nada, tonto. – Dijo el Gris y se dio media vuelta para irse cuando el moreno lo detuvo.

–Gandalf ¿Por qué elegiste a Bilbo como nuestro Saqueador?

–¿Acaso no es obvio?

–¿A qué te refieres? – Musitó Thorin.

–Si serás tonto, hijo de Thrain. – Suspiró el Mithrandir. – Lo escogí porque él tiene corazón. – El ojiazul lo miró sin entenderle. – La compañía ya tenía un alma, Thorin. Tú eres su alma, pero necesitaban un corazón, y ese es Bilbo. Ambos son la combinación perfecta. Alma y corazón. Orgullo y humildad. Honor y Lealtad. Lo elegí porque es necesario para que todo esto termine bien, Thorin. Lo escogí porque lo necesitas.

 

Nada más dijo el Mago, se limitó a hacer una reverencia y a alejarse a todo galope lejos de la compañía. Dejando a Thorin descolocado sin saber qué decir o cómo reaccionar.

.

.

.

Continuara…

 

 

Notas finales:

Perdón por la tardanza. No me gusta dar escusas, pero esta se la merecen. He estado bastante enferma, con fiebre muy alta y al borde del delirio (Yo creo que es Thorin echándome alguna maldición enana en venganza o algo). Y ahora que me he sentido mejor mi perro, un ser muy querido para mí, ha muerto. Siento que tardara con el capítulo, pero creo que me entenderán.

 

Como siempre muchísimas gracias a todas las que leen este fanfic y por amor a los Dioses sigan mandándome Ask/Reviews que me animan a seguir.

 

Benditas las chicas que me dejaron reviews, me subieron mucho el ánimo. Gracias!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).