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Había una vez un Rey bajo la Montaña que se encariñó demasiado con su Saqueador por YamilSarqueloth

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Notas del capitulo:

Espero les guste!!!! Las amo!!!

Capítulo 8: Mi ruina.

 

Llevaban ya unas semanas vagando por el “hermoso” Bosque Negro (como lo llamaba Dwalin con sarcasmo). Al principio, cuando habían entrado por vez primera, fue como si el bosque se tragara la oscuridad del mundo. Así debió de haber sido cuando Morgoth destruyó el Telperion y el Laurelin junto a Ungoliat*, sólo oscuridad. Tardaron muchas horas en acostumbrar la vista y aun así sólo veían siluetas negras sobre un eterno manto oscuro, no podían comer nada que no fuera lo que ya llevaban, los animales del bosque no eran comestibles, intentaron comérselos pero fue en vano, de hecho, cazaron una ardilla y resultó ser tan incomible que terminaron escupiéndola y lanzándola a un lado del camino. Cada noche era aún peor, intentaron prender fogatas para aliviar a los ojos de la umbra total, únicamente consiguieron plagas de mosquitos, murciélagos y otras alimañas, así es que acordaron no recurrir al fuego. Cada día era más insoportable, mas Thorin comprendió pronto que Bilbo estaba cada vez peor, respiraba más profundo (como si le faltara el aire), su voz tendía a quebrarse un poco si mantenía una conversación mucho tiempo y lo más preocupante era que pasaba casi todas las noches en vela. Escudo de Roble tenía que recordarse su misión y la edad de Bilbo constantemente, pues cada vez que notaba que el Hobbit sufría, unos deseos de protegerle y tenerlo en sus brazos lo llevaban casi a la locura. En esas semanas no había querido hablarle y Bilbo parecía pretender ignorarle también.  No obstante, Fili y Kili no estaban dispuestos a que eso continuara así, tenían que lograr de una u otra manera que Thorin y Bilbo volvieran a la relación que estaban teniendo unos días atrás ¡Por el nombre de Aulë lo lograrían o morirían intentándolo!

 

Iban así, sufriendo hambre y sed desde que se despertaban hasta que se dormían, caminando por la maldita senda en medio del bosque. La comida escaseaba cada vez más a pesar de que la habían racionado a más no poder, y ni hablar del agua. Bilbo estaba profundamente preocupado por Thorin, todas las noches que el Rey conseguía dormir, despertaba sudando a las pocas horas, sus sueños debían ser tan malos que con el paso de los días cada vez dormía menos. Su actitud había cambiado desde aquel día en que habían charlado sobre sus edades ¿De verdad le importaba tanto que el Enano tuviera casi 200 años? Ellos eran razas distintas, por ende vivían distinto. Oh, cuanto echaba de menos ver esa expresión tranquila en el rostro del Enano al dormir. Esa oscuridad total además de ahogarlo se metía en los sueños de Thorin, retorciendo su descanso y logrando que sus hermosos ojos azules tuvieran ese brillo de preocupación constante, tristeza desgarradora y ¿Miedo? Pero no era un miedo cualquiera, no era la falta de recursos o algo en la misión algo suicida que emprendían, era algo distinto, algo que acechaba en sus sueños, o mejor dicho, pesadillas. ¿Qué era lo que veían en sus pesadillas que le hacía tener miedo? Bilbo había estado creyendo que el miedo era algo desconocido para su líder, aunque comenzó a notar que ese temor inundaba su mirar en cuanto despertaba sobresaltado, y sólo se despejaba cuando el Rey bajo La Montaña atisbaba a su alrededor y caía en cuenta que estaban en el Bosque Negro.

 

Bilbo comenzó a sentir una sensación no del todo nueva, pero si más fuerte: Quería proteger al Enano, le destruía ver cómo perdía el sueño y el apetito con el paso de los días. Y ya no podía atribuir este sentimiento a la “admiración”, llevaba noches completas en las que soñaba como tenía al Hijo de Thrain a su merced y sólo para él. No, ya no podía ser admiración, era deseo y cada vez que el Hobbit caía en la cuenta de ello, se sonrojaba e intentaba negarlo. El hecho de que Kili y Fili comenzaran a contarle más historias de su tío, no ayudaba tampoco. Era simplemente increíble que Thorin soportara tanto, su hogar arrebatado en un día y una noche por una lagartija belicosa cuando era sólo un joven Enano; Sufrir el exilio y tener que mendigar en tierras extranjeras, él, un Rey, teniendo que servir como un simple herrero para poder mantener a su gente; Tener que ver como su abuelo moría a manos de un sucio Orco por reclamar una tierra que también había sido de su raza, Moria, y agonizar viendo como su padre perdía la cordura poco a poco; Tener que hacerse cargo de sus sobrinos como un padre y de su pueblo como un Rey (Fili y Kili le contaron que su padre había muerto intentando recuperar las Minas de Moria, la culpa había por poco destruido el corazón de su tío cuando vio llorar sin consuelo a Dís con dos niños en sus brazos); Y ahora, debía aguantar que ningún ser, ni siquiera los de su propia raza, habían querido ayudarle a recuperar SU tierra, sólo trece enanos le seguían y Bilbo sabía que Thorin prefería morir él antes que verlos sucumbir a ellos. La admiración del mediano era aún más grande, y la llama del deseo lo incendiaba. Debía evitar al Enano a toda costa, o este descubriría cómo el Saqueador estaba perdiendo la cabeza por él.

 

Finalmente había llegado a un punto del camino en el que el sendero era cortado abruptamente por un río caudaloso, el río que tanto Beorn como Gandalf habían dicho que evitaran a como dé lugar. Los agudos ojos del Hobbit dieron cuenta de un bote anchado en la otra orilla, su única forma de pasar.

 

–¿A qué distancia crees que está? – Preguntó Thorin, pues sabía que Bilbo era el de mejor vista y el único que podría calcular aquella distancia.

–No muy lejos. – Intentó permanecer firme ante el Rey. – No me parece que mucho más de doce yardas.

–¡Doce yardas! Hubiera creído que estaba a treinta por lo menos.

–Tus ojos no son lo que solían ser hace cien años, tío. – Rió Fili.

 

Nuevamente Bilbo y Thorin cayeron en la cuenta de la edad… francamente era ridículo que eso les molestara, pero lo hacía de todas maneras.

 

Discutieron qué hacer y finalmente le lanzaron un gancho con una cuerda al bote y tiraron de él, obviamente el bote estaba atado al otro lado y tuvieron que tirar de el con mucha fuerza para lograr liberarlo. Bilbo corrió por él cuando la corriente amenazó con llevárselo y Balin le ayudó a parar su camino.

 

–¿Quién cruzará primero? – preguntó desinteresado, Bilbo.

–Yo –Dijo Thorin – Y tú vendrás conmigo, – El Comarqueño tragó saliva. – y Fili y Balin. – El de cabello castaño suspiró aliviado. – Luego irán Kili, Oin, Gloin y Dori. Seguirán Ori y Nori, Bifur y Bofur, y por último Dwalin y Bombur.

–¿Por qué yo siempre al último? Me estoy hartando de eso – Replicó Bombur.

–Si no estuvieras tan gordo no tendrías problemas en cruzar con el resto, pero así tal como estás eres un riesgo. Además no empieces a quejarte de ordenes o la pasarás mal. – Le advirtió Thorin.

 

El bote no tenía remos y tuvieron que arreglárselas para convertirlo en una especie de ferry amarrándolo a ambas costas. Todo iba de maravilla, todos habían cruzado el río a salvo cuando un ciervo de grandes astas apareció por el sendero y arrasó con los Enanos, en un rápido movimiento Escudo de Roble (él único que quedó en pie) lanzó una flecha certera que derribó al animal, sin embargo, Bilbo gritó a carne viva y todos notaron que el Hobbit intentaba salvar a Bombur que al ser embestido por el ciervo había caído al agua y ahora la corriente se lo llevaba. Cuando lograron sacarlo estaba dormido y por más que lo intentaron no lograron despertarlo. Maldijeron su suerte, habían perdido el bote, Bombur estaba inconsciente y el ciervo yacía muerto al otro lado del río, pero aun no estaban tranquilos, se escucharon ruidos propios de una cacería y los Enanos aguardaron esperando que un nuevo enemigo les descubriera, pero en cambio, un grupo de ciervos níveos aparecieron majestuosos ante ellos, se maravillaron con su presencia, aunque el hambre puede más. No importó cuanto Thorin les ordenó que guardaran sus flechas, la compañía intentó derribar a los hermosos animales sin conseguirlo y en su lugar, se acabaron las flechas, hasta Kili desperdició las últimas, y el Nieto de Thrór les reprendió a todos por igual.

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Cuatro días después de lo del río, perdieron casi por completo la fe, llevaba cargando a Bombur desde el accidente y la comida y el agua estaba casi en cero. Hasta que llegaron a un espacio en el bosque que la luz se filtraba un poco más que antes, en un tenue rayo verde que les alegró sobremanera, había un leve soplo de aire y no era tan frío como el resto del bosque. Mas unas hojas cayeron recordándoles el inminente otoño y la tristeza volvió de un golpe.

 

Llevaban esos cuatro días escuchando risas y voces armoniosas lejos, entre el bosque, a los lados del sendero, francamente espeluznante. Así que, apuraron el paso.

 

–¿Es que nunca termina este maldito bosque? – Dijo finalmente Thorin. – Alguien tendrá que subir uno de estos miserables árboles y sacar la cabeza por este tejado de hojas para echar un vistazo alrededor.

 

Y por supuesto, ese alguien era Bilbo.

 

El pobre Hobbit tuvo uno y mil problemas para subir y cuando lo hizo pudo respirar al fin sin problemas, lo malo era que miró y miró cuando sus ojos se acostumbraron a la luz y sólo vio que el bosque seguía y seguía. Realmente no seguía y seguía, pero el Hobbit no notó que estaban en un valle y que el bosque terminaba justo en la subida más próxima. Bajó con las malas noticias y esa noche comieron las últimas migajas de sus provisiones (Aunque Thorin guardó un poco para sus sobrinos, sólo por si acaso).

 

Al día siguiente, todos estaba furiosos por el hambre, el único consuelo fue que Bombur había despertado, sin embargo, el Enano sólo recordaba hasta la fiesta en Bolsón Cerrado, al inicio de la aventura de Bilbo. Les increpó por despertarle, ya que, no había comida y les contó de sus maravillosos sueños con banquetes en el bosque. Thorin se indignó más y le replicó que si no tenía nada más que hablar que de comida que no tenían, mejor se callara. Bilbo se sonrió al ver al líder enfadado por comida, era hasta cierto punto, adorable.

 

Avanzaron su buen trecho hasta que notaron que habían tenues fogatas entre el bosque. Todos sabían muy bien que no debían abandonar el sendero y Thorin les advirtió que no lo hicieran, pero sin comida o agua, no había más opciones que arriesgarse.

 

Entraron al Bosque intentando no perder de vista el sendero y descubrieron a un grupo de Elfos disfrutando de un festín, sin pensarlo se acercaron de golpe y las fogatas se extinguieron como por arte de magia dejándoles a oscuras y perdidos. Tardaron en reagruparse en la oscuridad y ni hablar de intentar volver al sendero.

 

A las horas después ocurrió lo mismo, Thorin mandó a Bolsón ante los elfos en vez de salir todos a la vez. Bilbo cayó inconsciente a causa de algún tipo de hechizo y las luces se fueron junto con los Elfos y el banquete como arte de magia. Thorin se sintió de muerte al arriesgar a Bilbo de aquella manera pero el Hobbit despertó a los pocos minutos hablando de hermosos sueños de banquetes en la mesa de un Rey Elfo (esto obviamente indignó al Enano). Hubo una tercera ocasión en la que el banquete que comían los Elfos se veía más suculento aún y esta vez fue Thorin el que se arriesgó a salir de entre los arbustos a pedir ayuda a los malditos Eldar. Nada cambio, las luces se fueron de golpe, los Enanos salieron en auxilio de su Rey y se dispersaron en la oscuridad. Thorin Escudo de Roble sintió un fuerte golpe en la cabeza antes de que las luces se extinguieran y el mundo se borró junto a su conciencia. El Rey Elfo Thranduil había capturado al hijo de Thrain y no le dejaría ir.

 

Por otro lado, los Enanos se habían perdido entre el bosque y Bilbo yacía solo en la oscuridad, maldiciendo su suerte. El hambre obligó al mediano a caer dormido y al despertar se llevó la peor de las sorpresas.

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[N.A: Como yo abarco más la visión y las vivencias de Thorin que las de Bilbo, me saltaré gran parte de la batalla de Aguijón con las Arañas, aunque igual contaré de ella más adelante. Para aquellos que no han leído el libro, les recomiendo que lean el capítulo “Moscas y Arañas” porque es muy bueno y así no se perderán la maravillosa acción que acontece allí y que yo sólo resumiré.]

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Al abrir sus ojos, Thorin descubrió que lo arrastraban hacia una gran cueva en medio del Bosque, aunque era más un palacio subterráneo que una cueva. Se resistió lo más que pudo, pero estaba muy débil por la falta de alimento y sueño, entonces vio que únicamente él había sido capturado y sintió un leve alivio.

 

–¿A dónde me llevan? – Preguntó Thorin malhumorado.

–Estás en los dominios de mi padre, Enano, y sin su permiso. – Explicó un Elfo alto, rubio y muy hermoso que iba a un lado del ojiazul.

–Poco me importa, Elfo.

–Pues al Rey Thranduil si le importa, eres su prisionero ahora. – Aclaró el Elfo.

–No sé por qué no me sorprende de tu padre, Legolas Hoja Verde. – Bufó el Enano y Legolas se sonrió.

 

Ya dentro del palacio y unos cuantos golpes después, se le concedió a Thorin una audiencia con el Rey. Al entrar, ambos hombres se miraron con odio, Thorin porque aún estaba resentido por el abandono sufrido en Erebor y Thranduil porque le tiene bastante manía a los Enanos, en especial al Nieto de Thrór. El Rey Elfo, coronado con ramas y hojas destellantes, le hizo muchas preguntas al magullado moreno y este sólo contesto que tenía hambre.

 

–Ustedes intentaron atacar a mi gente cuando celebraban en el bosque. – Sentenció Thranduil.

–No. Nosotros nos acercamos a pedir porque estamos muriéndonos de hambre.

–¿Y dónde está el resto de tu gente?

–No sé, supongo que perdidos en este infernal bosque y muriéndose de hambre. – Una imagen mental de sus sobrinos y Bilbo debilitados apareció en sus pensamientos y un dolor punzante se alojó en su pecho.

–¿Qué hacíais en mi bosque?

–Buscar comida y agua, pues, nos moríamos de hambre.

–Pero, en definitiva ¿Qué os trajo a mi bosque? – Preguntó el Rey enojado.

–En primer lugar, Elfo, no es tu bosque, no recuerdo en ningún lugar tu nombre en él o que le digan “El bosque del estirado y traidor Thranduil” – El hermoso Elda se irguió de golpe encolerizado ante las palabras de Thorin, y este se limitó a sonreír con satisfacción.

–¡Respóndeme Hijo de Thrain!

–Entonces sabes quién soy… Mis asuntos no son de tu incumbencia. – Y cayó. Y no importó cuantas amenazas e insultos recibió, simplemente no habló.

–¡Muy bien, Thorin hijo de Thrain, Hijo de Thrór! Que se lo lleven y lo pongan a buen recaudo hasta que tenga ganas de hablar, ¡Aunque tarde cien años!

 

Entonces fue atado con cadenas y correas y le arrastraron por pasillos y pasadizos hasta una mazmorra enterrada en lo profundo de la tierra, con sólidas puertas de madera y metal. Le dieron comida y bebida, ya que no eran unos desgraciados como los Trasgos, en general los Elfos eran una raza benevolente, todo el asunto de discordia entre los ellos y los Enanos se debía a viejas rencillas ya casi olvidadas, en este caso era porque Thranduil tenía demasiada debilidad por los tesoros y las joyas y hace muchísimos años habían mandado a hacer muchas joyas y adornos a los Enanos, mas al llegar el día del pago, el Elfo se había rehusado a pagar y el Enanos se habían quedado con las joyas hechas por ellos. Y era esa la principal razón por la cual Thorin no había querido hablar, temía que el Elfo corriera como un yegua en celo tras el tesoro oculto en Erebor, tesoro que le pertenecía a los Hijos de la Montaña Solitaria, no a Elfos maricas y cobardes.

 

–Gracias. – Dijo Thorin a Legolas, quien llevaba su comida. Tenía problemas con el padre pero no había razón para agarrarlas con su hijo, que por cierto, buena comida le llevaba.

–No hay razón de darlas, eres prisionero.

–Pero al menos tengo buena comida. Por eso, gracias Elfo.

 

Legolas se sonrió y luego de una reverencia corta se marchó, dejando a Thorin con un mal sabor en la boca, pues él podía comer al menos, pero ¿y su compañía? ¿Y su saqueador?

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Dos semanas, ¡Dos semanas! Thorin ya estaba al borde del colapso en aquella celda pequeña y oscura, al principio no era tan malo, Legolas u otro elfo le traía buena comida y agua, pero la impaciencia de su Rey hizo que se les permitiera darle sólo pan y agua, y luego solo fue un pan y un cuenco de agua al día. Todos los santos días Legolas Hoja verde terminaba discutiendo con su padre por el trato a los Enanos, porque hace dos semanas que también habían capturado al resto de la compañía, a todos menos a Bilbo, que en el momento de la captura, se puso su anillo y partió tras sus amigos hasta meterse dentro del reino de Thranduil y permanecer allí y hacer de mensajero entre los enanos  repartidos en distintas celdas en las mazmorras. ¡Cómo sufrían Fili y Kili de estar tan separados!

 

Bilbo bolsón, con una depresión en aumento debido a la desaparición de Thorin (a quien algunos dieron por muerto, lo cual lo ahogaba aún más) y la captura de sus amigos recordó lo que Gandalf le había dicho momentos antes de partir.

 

–“Ahora, tú cuidarás de ellos, Bilbo Bolsón…” – Recordó.

 

Ah, cuánto extrañaba al salvador mago. Robaba comida de las despensas, oculto gracias al anillo de poder, y las repartía entre la compañía. En una ocasión descubrió a Fili actuando como borracho y descubrió que se había tragado las tan traicioneras Bayas del Borracho por el hambre. Esas malditas bayas ahora le traían recuerdos de un Thorin que añoraba tanto ver, ese día no había podido aguantar y se había echado a llorar. Fili, medio borracho con las bayas le consoló a través de los barrotes diciéndole que Thorin seguramente estaba vivo y buscándoles, y luego dejó caer la bomba. El sobrino del Rey le confesó lo de las bayas y que nada de aquella noche había sido un sueño, esto sólo logró hacer más triste a Bolsón, pues ya habían pasado dos semanas y dos días desde que habían visto por última vez al hombre que tanto le confundía. Bilbo agonizaba, pero era el único libre, el único que podía sacarlos a todos de allí.

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Cada día, el Rey Elfo bajaba a las mazmorras, amenazaba a Thorin (a quien habían decidido encadenar para apurar el paso de su confesión)  y este le ignoraba hasta que un día tocó el punto débil del Enano.

 

–Sabemos del décimo cuarto miembro de tu compañía. – Thorin sintió su alma desgarrarse. ¿Acaso lo habían capturado? No, ya se lo habría dicho. ¿Pero cómo se enteraron? – ¿Un Hobbit? ¿En serio? ¿Qué podría hacer un ser cómo él? – Cómo le hervía la sangre al moreno, ¿el Elfo se mofaba de Bilbo? Cómo quería partirle la cara. – Tu cara me lo dice todo, Hijo de Thrain. Verás, encontramos a un sucio Orco en mis tierras y al interrogarlo descubrimos algo curioso. ¿Habéis matado al Rey Trasgo? Fascinante. Pero que te salvara la vida ese pequeño. Eso sí es interesante. Quién lo diría, ¡Thorin Escudo de Roble a merced de un Mediano! Porque estás a su merced, pues le debes la vida.

 

Algo positivo, el maldito elfo no se había dado cuenta de que la deuda de Thorin para con Bilbo no era realmente lo que lo ataba a él, sino, el amor que le estaba teniendo. Porque después de dos semanas solo con sus pensamientos, el Enano por fin admitió que se estaba enamorando del Hobbit, ¡Y qué no daría por volverlo a ver sano y salvo!

 

–Pero no le has encontrado ¿No? Él y mi compañía deben estar muy lejos de tus garras, Elfo.

–Te equivocas.

–¿Mh?

–Hemos capturado a tu compañía, sin embargo, no hay rastros del Hobbit. – Thorin sintió ira y tristeza a tal punto que se hirió las muñecas intentando zafarse de los grilletes y las cadenas.

–¡¿Qué le has hecho?! ¡Te juró que te haré arder si le tocas un solo cabello!

–Ah, veo que te importa mucho. Tranquilo, ya di la orden de ir a por él y créeme que cuando el Mediano caiga en mis manos, no podrás negarte a hablar.

 

Thorin desesperó, se quedó gritando mientras el Rey Elfo se iba con su hijo mirándole con reproche. ¿Cómo? ¿Cómo es eso que Bilbo no estaba con el resto? ¿Se habían atrevido a abandonarlo a su suerte? No, ninguno de sus sobrinos lo habría permitido, mucho menos Bofur y Balin, a ambos les agradaba mucho Bolsón… ¡Mierda! ¿Estará bien? ¿Estará vivo? ¡Maldita sea! Bufó y gimió todo cuanto pudo, Thorin realmente estaba tan desesperado que decidió contarle todo a Thranduil, aunque se hiciera con el tesoro de Erebor, su amada Erebor. ¿Era capaz de entregar Erebor por Bilbo? Oh, claro que sí. Después de todo, el hijo de puta del Rey se llevaría el tesoro pero dejaría la ciudad para sus legítimos dueños, por último era algo. Unas lágrimas de impotencia se escaparon por los ojos del color de los zafiros y la ira le hizo intentar nuevamente soltarse de las cadenas, logrando que los grilletes le lastimaran al punto de sangrar.

 

–¿Thorin? – Oyó un susurro. – ¿Thorin, eres tú?

 

¡No podía ser! ¿¡Era Bilbo!? ¿O por fin la locura le estaba llamando?

 

–¿Thorin? Por favor, contéstame. – Escuchó la voz de Bilbo a punto de quebrarse.

–¡Estás vivo! – Soltó Thorin. – ¡No te han atrapado! Gracias a Yavanna y Aulë que estás bien. ¿Por qué estás bien cierto? – Bilbo por primera vez quiso hacer añicos una puerta, sólo quería abrazar al maldito Enano que había dado por perdido o muerto.

–Sí, estoy bien. – Intentó retener las lágrimas de alegría que amenazaban con salir.

–¿Cómo has logrado llegar hasta aquí sin ser capturado?

 

Bilbo tuvo una larga y tendida conversación con Thorin acerca del Anillo, Gollum y lo que había sucedido luego de su desaparición. Bolsón no quiso vanagloriarse por lo vivido con las arañas, así que, se lo contó a grandes rasgos:

 

Al despertarse se halló con una araña gigantesca (algún engendro de Ungoliat) que estaba a punto de envenenarlo, raudamente había sacado su espada (daga élfica) a la cual llamo Aguijón, dio muerte a la araña y salió a buscar al resto de la compañía. Finalmente dio con un nido de telarañas infestado por sus dueñas las cuales tenían a la compañía envueltos y colgando de una rama. Bilbo se había puesto su anillo y siendo invisible, desafió a las arañas, las hizo seguir su voz y las perdió en el Bosque. Luego volvió a por los Enanos y liberó primero a Fili, y entre ambos liberaron al resto. Todos estaban en pésimas condiciones por el hambre, la sed y el veneno de araña. A duras penas pudieron enfrentarse a los insectos, pero lo hicieron, matando a muchas de esas malnacidas (Bilbo no quiso admitir que había sido él quien dio muerte a casi todas las arañas). Al cabo de un rato las arañas temiendo la ira de Aguijón, les dejaron marchar, y así lo hicieron hasta que los Elfos les capturaron, pero el Hobbit había sido más veloz y se había puesto el anillo antes de que lo notaran y habían entrado junco con los prisioneros sin serlo.

 

Thorin no podía ver a Bilbo ni Bilbo a él a través de las sólidas puertas, pero eso no evitó que el Enano se sintiera tan orgulloso que su cara se permitiera una cálida sonrisa. Su saqueador resultaba ser más valiente que todo lo que esperó alguna vez de él. El Hobbit superaba cualquier expectativa. Y su amor por él, ahora crecía aún más.

 

Bilbo también le contó que llevaba dos semanas asaltando al Rey y comunicando recados entre la compañía.

 

–No sabes lo preocupado que me tenías, Saqueador. – Suspiró aliviado y tranquilo al fin, Thorin. Bilbo no se preocupó de esconder su sonrojo, nadie podía verlo, así que se arrimó a la puerta y deseo con todas sus fuerzas poder estar dentro, con Thorin.

–Ni tú sabes cómo he estado a punto de perder la cabeza creyendo que estabas perdido, o peor, muerto. – Confesó Bilbo sin importarle lo que el líder pudiera pensar.

–No sé qué sería de mí sin ti. Bilbo Bolsón de la Comarca. – Afirmó Thorin aprovechando el minuto de sinceridad, después se las arreglaría si el Hobbit le rechazaba.

–Ni yo sin ti. Thorin Escudo de Roble. – Se sinceró Bilbo y ambos, algo sorprendidos, rieron por lo bajo. – Iré a anunciarles a todos que estás vivo y prisionero aquí mismo. – Anunció Bilbo.

–Diles que no le digan nada a Thranduil, aún hay esperanzas de escapar de algún modo. Tú me las has dado, Saqueador.

–Sí, mi Rey.

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Así pasaron más días. Todos estaba ahora más tranquilos y Thranduil más indignado. Legolas por fin lo convenció de darles más comida a los prisioneros. Y todo gracias a que escuchó a Gloin hablar mucho de su hermosa esposa y su amado hijo Gimli, historias que le simpatizaron al elfo quien molestó tanto a su padre que accedió a darles más comida. Días bastante flojos y aburridos para casi todos, menos para un par. Bilbo se pasaba horas hablando con Thorin, por fin su relación había cambiado a algo más íntimo. El Hobbit le contó sobre su familia y lo mucho que criticaba a su madre y a él, la solitaria vida que llevaba y lo mucho que extrañaba su casa. Thorin le confesó lo mal que aún se sentía de no haber ganado Khazad-dûm para su gente y la agonía que había visto en su hermana, también le confesó lo mucho que extrañaba Erebor y lo interminablemente solo que se había sentido todos estos años. Obviamente ninguno le quería reconocer al otro el deseo que se tenían, hasta que Bilbo decidió hacer algo inesperado, muy inesperado.

 

Thranduil aún iba todos los días a amenazar a Thorin con atrapar a Bilbo o torturar a sus sobrinos y Escudo de Roble se mantenía en paz, el Rey se indignaba y se iba. El de cabellos castaños le había dicho que el Rey Elfo no era capaz de torturar, iba en contra de su naturaleza, así que tanto Fili como Kili, así como el resto, estaban a salvo. También, ambos reían después de que el elfo se iba, ¿Así que aún lo buscaban en el bosque? Aunque, había algo que realmente intrigaba al hijo de Belladona. ¿Por qué el Rey Elfo amenazaba tanto a Thorin con atraparlo a él? Le había preguntado y el Enano contestaba con silencio o evasivas. Entonces recordó la voz quebrada y desesperanzada con la que Thorin le había contestado cuando se habían reunido una vez más. Si no se armaba ahora de valor, jamás lo haría.

 

Un día se escabulló entre los guardias dentro de la celda de Thorin. Bilbo tuvo que resistir correr y abrazar al moreno al ver el estado en el que estaba. Notoriamente le faltaba sueño, no había comido mucho tampoco, su cuerpo aun cargaba algunos moretones que algún guardia desalmado había decidido propinarle y sus muñecas estaban heridas, notoriamente heridas. El Rey de Corona enramada nuevamente lo amenazó y luego se largó, dejando al Hobbit dentro de la Celda, junto a Thorin quien aún no caía en la cuenta de su presencia.

 

Harto tiempo pasó sin que Bilbo le dijese nada, se dedicó a contemplar al prisionero. Le habían dejado puesto su pantalón, sus botas y su camisa, rasgada ahora mostrando el pecho descubierto del Enano, Bilbo reconoció las heridas causadas por el Wargo blanco de Azog.

 

 –¿Thorin? – El ojiazul se sobresaltó. Y ahora que era plena noche, Bilbo sabía que nadie vendría a vigilar al Rey bajo la Montaña, por ende, se sacó su anillo revelándose ante él.

–¿Bilbo? ¿Có-cómo? ¿Acaso ahora atraviesas paredes, saqueador? – Bilbo sonrió tan dulcemente que Thorin se derritió.

–No, pero saldré mañana cuando el estirado Rey del Bosque venga a interrogarte.

–¿Entonces pasarás la noche conmigo? – Preguntó un poco sorprendido.

–Thorin… Yo… – Bilbo no pudo resistirse y arrodillándose ante Escudo de Roble le abrazó con fuerza. Por un instante el mediano creyó que sería rechazado, mas el Enano le respondió el abrazo rodeándolo con sus brazos encadenados con fuerza. Y así permanecieron unos cálidos minutos. – Thorin. – Comenzó el castaño sin separarse del prisionero.

–Dime.

–¿Por qué Thranduil te amenaza tanto conmigo? ¡Y esta vez quiero que me respondas! – Ordenó Bolsón separándose de su líder y mirándole cara a cara con expresión desafiante. No quería más silencio o evasivas. Sólo quería saber qué tan importante era para Thorin.

–Yo… – El moreno iba a escapar de la pregunta otra vez, pero tomando en cuenta que Bilbo estaría toda la noche con él, era casi imposible salvarse de responder, así fue que decidió contestar con la verdad, si el Hobbit le rechazaba, ahí se las arreglaría. – Creo que el Rey Elfo descubrió mi punto débil.

–¿Qué?

–Tú, Bolsón. Tú eres mi punto débil.

–Yo… ¿Por qué? – Se aventuró a preguntar.

–Por esto. – Respondió Thorin rápidamente para luego coger el rostro de Bilbo con ambas manos, acercarse hasta rozar su boca y darle un profundo beso.

 

Los labios del Hobbit eran tan dulces como esperaba, y aunque esperó que el mediano se apartara de golpe y le mandara al diablo, no lo hizo. En cambio, el castaño cerró sus ojos y tembló bajo las manos del hijo de Thrain, deleitándolo. Thorin atrajo al saqueador más hacia su cuerpo con un abrazo mientras aún le besaba y tímidamente Bolsón le correspondía. Los labios del enano eran ásperos pero muy cálidos y el Comarqueño sintió que se derretía bajo aquel poderoso abrazo y ese tan ansiado beso, estiró sus brazos y los enlazó alrededor de su cuello, y se dejó llevar.

 

Qué extraño era todo eso, jamás se habían sentido así ninguno de los dos. No era que a ambos les faltaran sus amoríos anteriores, era que esto era diferente; era pasión y ternura, deseo y paz, eran un torbellino de emociones en un solo beso que ambos hubieran querido que durara por siempre, pero hasta estas razas deben respirar. Al separarse, vaya espectáculo que hacían, ambos sonrojados y jadeantes. Bilbo, avergonzado, se llevó ambas manos a la boca y la realidad le cayó encima, había besado al futuro Rey de Erebor, había caído ante el Enano, realmente él era su perdición. Sin embargo, Thorin sonrió, no parecía preocupado y mucho menos avergonzado, él simplemente estaba feliz: Bilbo Bolsón había sucumbido, el saqueador era suyo.

 

El de ojos verdes, aún sentado frente a Thorin, desvió la mirada sonrojado al notar esos increíbles ojos azules como el zafiro que no paraban de observarle.

 

–Thorin, yo… yo…

–Es increíble – Le interrumpió el moreno.

–¿Ah? ¿Qu-qué? – Volvió a mirarle.

–Es increíble que haya caído en tus redes, mediano.

–¿¡Ah!?

–¿Acaso no te habías dado cuenta antes? Estoy enamorado de ti y por eso te has convertido en el mi punto débil. Moriría por ti, Bilbo.

–No digas eso, jamás.

–Lo diré, siempre. No dejaré que nada te pase. – Ambos guardaron silencio y Thorin se permitió descansar su cabeza en el pecho de Bilbo. Finalmente y lego que el corazón del Hobbit se tranquilizara un poco, habló.

–Entonces, esas pesadillas que te atormentaban todas las noches, ¿Eran sobre mí? – Thorin asintió con la cabeza.

–Yo… Yo simplemente no quiero perderte. Pero esta misión es sui…

–No. Yo te sigo y todos lo hacemos por nuestra propia voluntad, y sabemos muy bien que tan peligrosa es. – Interfirió Bilbo levantando el rostro de Thorin.

–Pero Azog ahora… – Nada pudo decir, los labios del Hobbit se habían apoderado del Enano.

 

Ahora todo encajaba, no había sido un sueño y mucho menos una alucinación aquella vez. Y a pesar de todo lo que pudiera venir, sólo se dejó llevar.

 

El Hobbit, aun sonrojado, se alejó y dulcemente besó las heridas muñecas del Enano y este sintió un escalofrío recorrerle, luego, el castaño se acercó al cuello de su líder y besó algunas de las magulladuras y cicatrices que lucían tan tentadoras ahora. Lentamente se acomodó casi encima de Thorin y le besó nuevamente, el moreno dejó sus manos recorrer la espalda de Bilbo mientras, el beso se profundizaba. Tímidamente, el mediano abrió su boca invitando al Rey a entrar, la lengua de Escudo de Roble relamió los labios del Hobbit y luego se apoderó de su boca con mucha pasión. Ninguno de los dos supo en qué preciso momento el mayor lo tiró al suelo y ahora estaba besándolo casi con desesperación. Bilbo se estremecía con cada beso, con cada toque o caricia y el Enano estaba a punto de perder el control cuando el Saqueador detuvo la mano de Thorin que amenazaba con bajar hasta su trasero. Thorin se separó algo avergonzado y Bilbo recuperando el aliento rio.

 

–Vamos, mi Rey. No soy tan fácil como aparento. – Volvió a reír.

–Fácil es lo que menos eres, maldito Hobbit. – Le sonrió devuelta, Escudo de Roble, aún sobre el menor.

–¿Qué se siente ser un pedófilo? – Le molestó el mediano. Y Thorin, aun sonriendo se sentó a un lado.

–Eres un infame. – Sonrió Thorin y le robo un pequeño y corto beso. – Y serás mi ruina.

–¿Qué? No me vengas con eso.

–Pero es verdad, Bilbo. Serás mi ruina y lo acepto con gusto.

–Tonto.

 

Se quedaron hablando de banalidades hasta que el sueño comenzó a apoderarse de ellos, primero del ojiverde.

 

–¿Bilbo? – Dijo a punto de dormirse.

–¿Mh? – Musitó el aludido despertándose.

–Te amo. – Las mejillas del castaño se encendieron. – Buenas noches, saqueador.

–Y-yo también te am… – Thorin besó nuevamente al menor, robándole las palabras.

–Lo sé.

–Engreído. – Ambos se miraron a los ojos y rieron por lo bajo.

 

Esa noche no hubo pesadillas ni nada por el estilo, al contrario, fueron los mejores sueños que tenía Thorin hace mucho tiempo y todo porque el mediano pasó toda la noche a su lado, recordándole que no estaba ni estaría solo.

.

.

.

Continuará…

 

Notas finales:

Esta pareja está matándome, realmente los amo!!!
Espero les haya gustado este capítulo, porque yo lo amé y harto que me costó hacerlo! xD

*Lo del Telperion y el Laurelin (junto a Morgoth y Ungoliat) es parte de una de las historias del Silmarillion.

Otra cosa antes de irme, me encantan sus reviews y comentarios, pero me gustaría saber con más detalles, si se puede, qué les ha gustado del fanfic. Qué partes les hicieron gracia y si es que sufren tanto con esta pareja como yo!

Por último: las adoro!!!

Gracias por el apoyo y por seguir leyendo, este capítulo está especialmente dedicado a Quer y a las hermosas muchachas que me apoyan.

 

Cuídense!!!


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