A la mañana siguiente, Bilbo se levantó con un dolor de cabeza punzante y acompañado de Bofur, que le sonrió y le sugirió ir a por un desayuno “anti-resaca”. Bilbo, que no sentía nada más que mareos y dolor, no quiso negarse y levantándose del suelo intentó ir con los otros, mas al erguirse notó que una gruesa manta caía al suelo.
–¿Bofur, tú me cubriste con esta manta?
–No.
–Oh, debo haber estado muy borracho anoche. Siento muchísimo haberte dejado vigilando solo.
–Oh, no te preocupes… – Bilbo ya estaba algo lejos de Bofur cuando este agregó – De todas maneras anoche vino Thorin a reemplazarme. Tal vez él te cubrió con la manta, más que mal, anoche temblabas de frío.
Nada dijo el Hobbit ni nada agregó el Enano. Bolsón estaba ahora bastante peor que cuando despertó, resaca y ¿asombro? ¿Qué estaba pasando con él? ¡Maldito Thorin Escudo de Roble! Lo trataba como escoria y luego lo protegía. Era increíble cómo hacía que de un momento a otro cambiara de opinión, primero deseaba regresar a su casa al llegar el alba y después sentía una ardiente lealtad por seguirle, digo, seguirlos. Seguir a la compañía, no sólo a uno. Eso era.
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Por otro lado Thorin dormía cerca de la fogata, estaba muy cansado y nada sabía de la desubicación de Bofur ni el plan de sus sobrinos, y mucho menos de las confusiones que creaba dentro del Mediano, él sólo dormía. Cuando Bilbo llegó, todos los Enanos (algunos también con resaca, como Kili por ejemplo) lo vitorearon por la hazaña de haber sobrevivido a beber con Enanos de Erebor. Bilbo solo les dedicó una sonrisa y se tapo un poco los oídos, en seguida Balin notó la resaca del Hobbit y mandó a todos a callar, tanto por la resaca de Bilbo como porque su líder yacía dormido. Inmediatamente el mediano buscó a Thorin con su mirada y al encontrarlo se le quedó mirando durante un momento, no mucho, no muy poco, pero el suficiente para que ciertos hermanos se alegraran sobremanera.
–¿Y, señor Bolsón? – Dijo Fili abrazándolo de un costado y confundiéndolo.
–¿Ah? – Musitó Bilbo.
–¿Cómo durmió anoche, señor Bolsón? – Siguió Kili con una sonrisa dolorosa para su resaca.
–Bi-bien su-supongo.
–Lo noto algo nervioso. – Sonrió Fili.
–Yo diría que es la resaca ¡Dejen de molestarlo par de niños! – Exigió Balin despertando sin querer a Thorin.
El líder abrió sus impactantes ojos de golpe y los posó de inmediato en Bilbo, Bilbo se paralizó al instante y nuevamente ambos se quedaron mirando sin decir nada. Únicamente Fili y Kili notaron lo raro de la situación (Y Gandalf, porque aunque él no estuviera presente, de cierta manera lo estaba, era un mago, uno muy peculiar por cierto), el resto estaban o muy ansiosos por algo que comer o muy adoloridos por la resaca.
¿Por qué el Hobbit le sostenía la mirada de esa forma? ¿Qué era esa expresión? ¿Aún estaba enojado con él? Porque eso sería el colmo, él solo le había dicho lo que era verdad. ¡Aquel tipo era un inútil!
–Gracias, Hijo de Thor.
¡¿Qué había dicho?! ¿Gracias? ¡Pero si le había tratado tan mal ayer! ¡NO! ¿Acababa de reconocer que se había pasado ayer? Estuvo a punto de decir algo cuando el dichoso Mago apareció en escena y Bilbo dejó de mirarle a los ojos.
–¡Bilbo! Allí estabas. Te estaba buscando, creí que estabas con Bofur.
–Así era, pero él me dijo que viniera a comer.
–Valla. Ese Enano si que te cuida. – Otra vez Thorin se sentía molesto sin saber por qué.
Thorin se levantó para desperezarse y Gandalf se llevó a Bilbo a un lado y le entregó una daga élfica, también le explicó que se iluminaba cuando los Trasgos y los Orcos estaban cerca de ella y su portador. Bilbo miró fascinado la espada. Entonces, el mago y el mediano tuvieron una pequeña charla sobre responsabilidad y valor.
Thorin se había levantado del suelo (no muy contento, debo decir) y miraba disimuladamente en dirección al Gris y al pequeño. ¿Qué estaba pensando ese mago entregándole ahora un abrecartas al mediano? ¿De verdad era tan ingenuo como para creer que el pequeño podría defenderse? ¡Huiría a más no poder al primer peligro!
–Sin embargo, se quedó con nosotros en la pelea con los Trolls, Maese Thorin.
¿Ah? ¿Balin lo estaba sermoneando? ¿Cómo supo? La mirada de confusión del Rey bajo la Montaña insertó una sonrisa en el semblante de Balin.
–Mi señor, estabas pensando en voz alta. – Expuso tranquilo.
–Yo no hago eso, Balin.
–Al parecer ahora sí, Thorin.
El hijo de Thrain quiso contradecirlo de nuevo, mas nada sacaba, el mayor tenía razón. Balin volvió a sonreír y Thorin no pudo evitar sonreír también.
–Tonterías, Balin. El pequeño huirá en cuanto pueda.
–Deberías darle una oportunidad. Si no te conociera creería que le tienes… –Comenzó a decir Balin.
–…Manía! –Terminó de decir Dwalin, con su mano en la cabeza (intentando disimular su dolor) y sumándose a la conversación.
–No le tengo manía, Dwalin. – Se defendió casi indignado, aunque guardando la calma.
–Por eso mi hermano dice “Si no te conociéramos”.
–Imaginaciones de ustedes. Es un inútil y un cobarde y cuando pueda huirá.
Así Thorin Escudo de Roble dio por zanjada la discusión. Iba a acercarse a la lumbre cuando un ruido llamó su atención. No hubo necesidad de advertirle a nadie, ese quebrar de ramas y arrastrar de hojas, ya tenía a todo el mundo (bueno, casi todo el mundo, Bilbo lo notó por el actuar de los Enanos) a la defensiva.
Un salto, hojas dispersas en el aire y un loco hombre sobre un trineo tirado por ¿conejos? Aparecieron en el lugar donde estaban todos. Al salir del sobresalto Gandalf recibió al intruso como un amigo, y si era amigo de Gandalf lo era de los Enanos. Bueno, hasta cierto punto, los Elfos eran amigos de Gandalf y no por eso a los Enanos les agradaban, y Bilbo era amigo de Gandalf también, y no por eso Thorin era más agradable con el pobre.
El intruso resultó ser uno de los otros cuatro Magos que existían. Era primo de Gandalf (o al menos eso comentó él, lo cual parecía ser sólo un titulo) y era nada menos que Radagast, el Pardo. Había venido de quién-sabe-dónde para informar a Gandalf de una calamidad. ¡Hurra! Pensó Thorin, más calamidades para nosotros. Radagast continuó con su relato sin interrupciones, mientras, los Enanos prosiguieron con su desayuno y Bilbo escuchaba atento el relato del Pardo.
Lamentablemente no hubo desayuno que disfrutar. Un puto Wargo había aparecido de la nada y se había dirigido al Mediano. Thorin no lo pensó dos veces y se abalanzó contra la bestia, aniquilándola de un golpe al instante. Bilbo miró preocupado al líder de la compañía. Pero no estaba preocupado por sí mismo o por la situación, estaba preocupado por él. ¿Thorin estaba bien? No pudo preguntar, Gandalf estaba molesto y acosaba al Enano a preguntas que este contestaba sinceramente.
–Estas siendo cazado.
¡¿Qué?! ¡¿Cazado?! ¿Por quién?
–¡Los poneys salieron desbocados! – Gritó Ori.
Lo que faltaba.
–En el nombre de Aulë ¿Qué pasa? – Preguntó Nori guardando lo que podía en su mochila, gesto que el resto de los Enanos imitó.
–¡Hay que correr!
–Yo los distraeré. – Exclamó Radagast resuelto.
Gandalf intentó convencerlo de su error, esos no eran wargos cualquiera, pero esas liebres tampoco se quedaban atrás. Entre ambos Magos pensaron un plan medianamente (yo diría, precariamente) locuaz y rápido. Radagast se subió a su trineo y se lanzó al encuentro con los lobos wargos. Mientras, Gandalf encabezó la huida a través de la despojada planicie que comenzaba en los lindes del bosque.
Corrieron de un lado para el otro ocultándose en los peñascos y entre las piedras de la desnuda planicie. Cada uno procuraba defenderse a sí mismo y si alcanzaba, al de su lado. Sin embargo, tanto Thorin como sus sobrinos parecieron preocuparse en cuidar a toda la compañía (en especial a cierto Hobbit que no tenía mucho problema en correr por su vida sin emitir ruido alguno). Era realmente difícil pensar y actuar al mismo tiempo con tanta adrenalina. En un momento estaban ocultos tras una piedra y al otro estaban derribando a un orco junto a su lobo. Thorin se acercó molesto al Gris preguntando hacía dónde les llevaba, el mago se hizo el sordo y siguió la carrera.
¿De dónde mierda habían surgido tantos wargos? ¿Por qué los cazaban? ¡¿Y dónde mierda estaba Gandalf ahora?! Ese Mago de mier…
–¡Corran, tontos! – Clásico del Mago.
Thorin llamó a su compañía y los hizo seguir al Mithrandir al interior de la roca mientras él procuraba protegerlos, no solo obviamente, sus sobrinos seguían firmes y dignos junto a Escudo de Roble.
Por otra parte, Bilbo se sobrecogió al ver que ni el hijo de Thrain ni sus sobrinos entraban en el túnel. No fue mucho tiempo, pero al Hobbit le pareció eterno. Primero cayó Fili, luego Kili y finalmente Thorin. El señor Bolsón sintió aligerarse su preocupación, ahora estaban todos para intentar resistir en ese diminuto espacio. Probablemente morirían todos.
Thorin miró en rededor y no pudo evitar alegrarse un poco, estaban todos intactos, incluso sus temerarios sobrinos. Definitivamente JAMÁS le contaría a su hermana lo que sus hijos tuvieron que pasar por su misión. Ahora sólo tenía que conservarlos a todos tal y como estaban, o al menos, vivos. Sostenía su espada en alto y se mantenía en guardia media, atento a cualquier movimiento del exterior ¿Por qué demoraban tanto en aparecer? Fue entonces cuando escuchó el maldito sonido. Como odiaba a los figurones Elfos.
Los cuernos élficos resonaron por toda la planicie y en el interior de la cueva. Un cadáver rodó al interior del túnel y al sacarle una flecha del cuello, Thorin palideció.
–Elfos. – Putos y maricas Elfos.
Continuará...