Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eres mi vida, hermano. por Itachiisgod

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Woooooooooooooow 

O_O

No puedo creer que estoy aquí tan pronto, subiendo algo nuevamente ._.

Para los amantes de Ouran High y del Hitachiincest, tengo este, y otro one-shot más que subiré la semana próxima si estetiene éxito :D

Notas del capitulo:

La cosa es así: empecé a ver Ouran high, me volví loca de excitación al ver a este par único, y salieron dos fanfics (SÍ, DOS)

Uno es este, todo romanticón, meloso y triste.

El otro es sexo, lemon hard y hermanitos dándose animalmente.

Si este tiene tiene éxito, les gusta y dejan reviews, la semana siguiente subo el fic sexoso :D

Espero que les guste, lloren y sean felices :'D

Nos vemos abajo n_n

     El viento me acaricia la piel con suavidad, como si intentara acunarme. Pasa rápidamente por ella, la recorre y tengo frio. La luz del sol penetra en mis ojos cerrados, los párpados no pueden esconderme de su fulgor. Y mientras esta sensación vertiginosa alborota mis células y mi pecho, en mi mente repaso todas las formas en las que pudimos evitar terminar de este modo tan melodramático, asqueroso.

Nueve de junio-Nacimiento.

     A mi alrededor hay mucha luz, y ruido. Me aturde, me atormenta. Tengo miedo, y… Todo se ve borroso. No puedo enfocar bien. Solo sé que hay  otros seres, y todos me tocan. También oigo que alguien llora. ¿Por qué? ¿Acaso está herida? Sí, es una mujer. Y por alguna razón, me despierta amor y seguridad. Pero mi cuerpo busca algo más, algo que le fue arrancado hace unos momentos. Y no es el hombre que me mantiene consigo ahora. También lo quiero, pero no es a quien necesito.

     De pronto, un sonido particular llama mi atención. Yo conozco ese tono, pero está gritando, me busca. Él salió primero, y no sabe dónde estoy. Muevo la cabeza y mis ojos intentando divisarlo, pero aún no tengo total control sobre mí mismo. Me impacienta, y emito un pequeño jadeo que parece querer convertirse en llanto descontrolado. ¿Dónde estás, mitad? Alma gemela… ¿Te arrancaron de mí y te perderé? No quiero, te necesito. Nos necesitamos.

     El señor que me sujeta se mueve y agacha, produciéndome un leve mareo. Pero se siente bien, porque ahora estoy más seguro, y debajo de mí hay algo suave. Ese aroma inconfundible de bondad desprende la persona que ahora me tiene en brazos. Estoy feliz, pero sigo preocupado. Abro los ojos, y mi corazón comienza a latir muy deprisa. Dentro de su abrazo también estás tú. Me miras, te miro. Nuestros ojos se cruzan, y reímos. Ahora estoy completo, porque estoy contigo. ¡No te perdí, estás compartiendo candor conmigo! Puedo saber con toda seguridad que estabas igual de angustiado, y ahora estás contento. Porque me encontraste, porque nos encontramos.

     —Hikaru, te presento a Kaoru. Tu hermanito, tu gemelo menor.

     Hola, viejito. Soy menor que tú. La voz de mamá es suave. ¿No te gusta a ti también? Yo sé que sí, porque compartimos sensaciones, y el mismísimo corazón.

 

     Ahora la iridiscencia del sol se ha nublado. Pero eso tampoco me conforma, porque mi piel está helada, aunque el elegante traje blanco intente cubrirme el cuerpo, sin éxito. El oxígeno no llena los pulmones, estoy mareado. Pero tu ayuda no acude a mí como aquella vez.

 

Veinte de julio- Seis años.

     Está atardeciendo, y la temperatura desciende poco a poco. No estás conmigo, porque fuiste a llevarle una de las flores que encontramos a nuestra mamá. Era linda, como ella. Pero me da envidia que no me la regales a mí. Sé que está mal, aunque no entiendo por qué. Siempre estás a mi lado, eres el único que sabe cuándo tengo hambre, o cuando estoy triste. Eso está bien, porque también me doy cuenta de lo que a ti te pasa. A veces compartimos sueños, ¡es genial! Me hace sentir más cercano a ti, y eso ya es mucho.

     Me levanto con una piedra en la mano, acercándome a la laguna. Se ve viva y anaranjada. Me gusta ese color, es brillante. Y por más oscuridad que haya, siempre conserva su naturaleza alegre. Por ello me acerco y tiro la piedra lejos. Se abre en el centro del lago un huequito, y miles de gotitas salpican a su alrededor. Es lindo, y suspiro ante la escena. Quiero acercarme, pero un leve relieve del suelo hace que tropiece y caiga al agua. ¡Es una sensación espantosa! No puedo respirar, y la desesperación me está matando. Dentro de mí hay cualquier cosa menos aire, y estoy mareado. Pero unos brazos me sujetan y me llevan hacia la superficie. Cuando mis ojos vuelven a la normalidad, te veo. Tienes un semblante preocupado, ¿eso es por mí?

     —¡Me asustaste, tonto! ¡Podrías tener más cuidado la próxima vez!

     No contesto, con tu reto me es suficiente. Y si dijera algo, lo arruinaría. Vamos hasta la orilla—aun no comprendo por qué estábamos tan lejos—  y allí me secas el cabello con tu remera. Me gusta que me cuides como lo estás haciendo ahora. A veces intento hacer lo mismo, pero soy demasiado torpe. No como tú; que eres hábil y mayor que yo. Levanto la vista, y tus ojos marrones claros están enojados. No me gusta verte así, pero es porque te preocupaste, ¿cierto? Porque me amas igual que yo a ti. Eres mi salvador. Y como mi superhéroe, siempre me cuidarás.

 

¿Por qué no llegas? Me desmayo, estoy a punto de hacerlo. La gravedad me atrae, me lleva ¡no puedo aguantarlo más! Pero yo mismo lo decidí, y debo hacerme cargo de las decisiones que tomo ¿No? Es así como me lo enseñaste, aunque fue de un modo muy infantil.

 

Tres de diciembre- Diez años.

     Mis manos están sucias con brillantina turquesa, naranja y dorada. Las lágrimas se asoman en mis ojos, tengo ganas de llorar. Hoy en el colegio nos dijeron que debíamos dibujar algo que nos hiciera sentir alegres. Entonces quise hacer dos flores locas, psicodélicas creo que era la palabra. Pero no quedó bien, porque los tallos no pueden ser amarillos. ¡Por más psicodélica que sea una flor, no puede tener un tallo de ese color! Soy un estúpido, ya no hay tiempo para que pueda remendarlo, porque es muy tarde y el kiosco está cerrado.

     No puedo contener el llanto, y me da hipo. Es una sensación de decepción hacia mí mismo, porque sé que el tuyo debe estar mucho mejor. Me gustan tus manualidades, eres sumamente creativo. Saliste a mamá en eso. A veces me dejas ayudarte, cuando ya estás terminando. Dices que los detalles que les hago quedan lindos, pero sé que solo lo comentas para que no me sienta mal. Eres el único que está conmigo siempre, porque en el aula hasta las maestras me llaman a mí por tu nombre, y a ti por el mío. Es triste, parece que nunca tendremos amigos que nos identifiquen. Pero me alegra saber que eres para mí único en mundo.  Fuera de nosotros dos no existe nada. Puedo ser eternamente feliz mientras te quedes a mi lado.

     —¡Hey! ¿Por qué lloras?

     —Yo… arruiné mi dibujo. Quedó muy mal y ya no puedo arreglarlo.

     Lo examinas atentamente, revoleas los ojos y sonríes. No entiendo por qué, así que me quedo viéndote, intrigado. Eres lindo cuando ríes, más que nada porque me siento vivo al verte así. Pero volviste a ponerte serio, opacando mis ganas de reír contigo.

    —Escúchame una cosa. Cuando hagas algo, debes estar decidido. Antes analízalo, y cuando lo hagas, asegúrate de creer en tu decisión. El dibujo te quedó bien, de todos modos. Ten fe en tus decisiones, de otro modo no llegarás a ningún lado.

     Y te vas, sin decir nada más. Pero me dejas pensando mucho, sé que esto es importante, y debo guardarlo. Hay algo extraño dentro de mi corazón cuando emites palabras, o me miras. Me gusta mucho, y eso es raro. Una sensación bella, confusa. Pero es normal que me agrades, porque eres mi hermano. Muy normal, ¿a que sí?

                                                        

     Pequeñas gotas saladas quedan en el aire de arriba, el caliente. Y yo estoy cada vez más cerca del suelo. Escucho el alboroto de las personas, y eso rompe mi calma. No me gusta, jamás me agradó demasiado la gente. Pero no puedo hacer nada si cuelgo como péndulo en el aire.

 

Veintiséis de agosto- Dieciséis años.

     Estamos muy confundidos, y sabemos que esto no está bien. Pero entonces ¿por qué seguimos? Me besaste. Fuiste tú el que lo hizo, más allá de que fui yo quien se declaró, más allá de que somos dos hombres, gemelos y… más allá de que tú tengas novia. No importó nada, y profanaste mis labios, mi boca y robaste mi saliva. Me tocaste, y yo no me pude resistir, porque lo deseaba. Y acá estamos: tú encima de mí y yo gimiendo como poseso. ¿Cómo dejamos que esto pasara? Si te he amado en secreto, y me esmeré al máximo para ocultarlo. Solo fueron tres palabras, pensadas en voz alta, las que echaron todo a perder. Rompieron la barrera de hermanos, me presionaron el corazón y nos hicieron perder el raciocinio. Porque no soy el único culpable. Tú también me amas, por eso me estás tomando, ¿no? Con esta acción hemos dejado a un lado la fraternidad, ¿verdad?

     Me tocas con una delicadeza que solo tú puedes tener conmigo, y juegas con cada erógena parte de mi cuerpo. Me gusta, y un calor sofocante me recorre desde la cabeza hasta la punta de los pies. La sensación de tenerte dentro de mí, y que me pertenezcas no se compara con nada. Fue similar en mis sueños, pero es mejor tenerte en la realidad, sabiendo que mañana despertaré sobre tu pecho. ¿Hay algo más gratificante que este cosquilleo en mi pubis? Tal vez el hecho de que nuestras almas estén más unidas que nunca, o que susurres que me amas cuando alcanzas el orgasmo.

     A los trece años había empezado a darme cuenta de que no te veía como un hermano. El amor y el deseo se iban apoderando de mí, y ya no me metía en tu cama solo porque tenía miedo, sino porque necesitaba tenerte cerca. Fue así un tiempo, hasta que se volvió realmente incómodo. Nuestros cuerpos habían crecido, y a los catorce años habíamos alcanzado el metro setenta y dos.  Pero buscaba formas para rozarte, mimarte o conseguir que quedemos cerca en un espacio reducido. La creación del Host club fue maravillosa, pues las “actuaciones”  homo-incestuosas que debíamos hacer para complacer a las clientas me permitían tener cerca tus labios. Pero no todo es para siempre, y este año llegó Haruhi. Aunque lo negaras, desde el principio me di cuenta de que te atraía. Lo único que me sorprendió fue que ella te haya elegido en lugar de a Tamaki. Era una corazonada que se quedaría con él, o tal vez solo mis añoranzas  de no verla cerca tuyo. No le guardo rencor, es una buena niña. Pero… me perteneces. No puedo dejarte ir.

     —Aah… Te amo, te amo.

     Tus gemidos y manifestaciones de amor me llenan, pero… ¿Cuánto tiempo puede durar algo que no es correcto?

 

     El final debe estar más cerca de lo que creo. Mi cuerpo pesado da volteretas, dominando un baile que jamás pude llegar a aprender del todo. Por un momento al menos era libre, aunque seguía preso de los sentimientos que nacieron hace tiempo, desde que nací.

 

Veintiuno de marzo- Veintiún años.

     Estoy rodeado de unas sábanas cuyo aroma no me da buena espina. Quizás sea porque no me pertenecen, porque sé que compartes esta cama con tu pareja real, y oficial. Pero aun así sigues conmigo. Porque soy tu hermano, porque soy más importante. Porque yo te amo, y tú a mí. Sin embargo, tengo un mal presentimiento, porque has estado muy serio mientras hacíamos el amor, y porque ahora te vistes con una lentitud casi agónica. Estás demasiado callado y pensativo, eso no me gusta.

     ù¿Qué haces que no estás con Haruhi? Hoy empieza la primavera, ella debe de estar esperando un ramo de rosas. Soy demasiado poético, ¿eh? Ser licenciado en letras solo me volvió un romántico sin remedio…—Quiero cortar el ambiente,  este es un intento desesperado por sacar un tema de conversación.

     —Debo decirte algo muy importante…

     Tu tono de voz no me agrada para nada. Es grave, sombrío. ¿Qué me ocultas, amor mío?

     —Voy a casarme con Haruhi el veinte de diciembre.

     Se me heló la sangre, y mis ojos se humedecieron. ¿Qué? ¿Estás tratando de decir que todos estos encuentros se van a acabar? ¿Qué ahora tu amor no será mío, sino de ella? No, no puedes hacerme esto. ¡Me estás abandonando, cuando prometiste nunca hacerlo! Si siempre estuviste enamorado de ella, y estaba en tus planes casarte… ¿Por qué seguiste jugando con mis sentimientos? No era necesario. Podrías haberme ignorado aquella primera vez, y todo sería menos doloroso. Es como si… Me hubieran quitado la mitad del corazón. Porque entre los dos poseemos uno solo. Y ahora soy mucho menos que una mitad… No soy nadie, y no valgo nada.

 

     Falta poco, solo unos metros más… y dejaré de sufrir. Los autos están allí, corriendo de un lado a otro. Quizás alguno detenga mi caída, pero espero no tener tanta suerte. Nunca la tuve.

 

Veinte de diciembre- Veintidós años.

     Huí luego de oír que «sí» emitido por ti. Huí cobarde, muerto por dentro. No pude soportar aquella inocente palabra retumbar en mis oídos, y corrí hasta mi edificio. Pero no bajé en mi apartamento, sino que seguí hasta la terraza. Puedo ver toda la ciudad desde aquí, pues  son unos veinticinco pisos. El dolor, la angustia y la soledad pueden conmigo. No encuentro una salida, yo sin ti no puedo vivir. Todos los años que permanecimos juntos, que estábamos uno al lado del otro… Fueron en vano. Solo ayudaron a crear mis emociones destructivas del presente. Fueron pasos erróneos desde el principio los que me llevaron a pensar en la alocada idea que deambula por mi mente. Soy débil sin ti. No existo, no tengo a nadie más.

     Miro el cielo turquesa, tu color favorito, y vuelvo la vista a mi traje blanco. Tal vez quise asemejarme a la novia con estas prendas, pero no soy suficiente. No para ti, y ni siquiera para mí. Todo indicaba que iba mal, y este amor prohibido no tuvo jamás un futuro. Aun así, no me arrepiento de amarte, ni de haber nacido unos minutos después, ni de haber compartido el vientre materno. Nada valoro más que estos veintidós años a tu lado, llenos de amor. Distintos tipos de amor. Primero el fraterno y luego el pasional. Es lo más valioso que tuve, que tengo, y que jamás tendré.

     Me acerco a la cornisa, y miro la distancia que me separaba de la multitud. Es mucha, y me servirá para pensar. Me paro en el borde, dejando que el viento y el sol me golpeen la cara. Inhalo y exhalo. Tomando todo el valor que puedo hallar en mí, me lanzo al abismo.

 

     Resultó ser cierto eso de que antes de morir la vida pasa delante de tus ojos. Lo único que he visto has sido tú, porque tú eres mi vida.

     Solo un poco más, sí Mi cuerpo fue depositado con violencia en la caliente acera. Mi amor se trasladará a tu pecho, donde siempre debió haber estado.  Primero, todo se me envaró. Poco a poco sentí un dolor agudo, pero comenzó a borrarse al cabo de una fracción de segundo.

     —Hi…ka…ru… Daisuki.

     Opaco, opaco, gris… y negro.

Notas finales:

Trsite, ¿no? xD

Bueeeeno, ya saben. Dejen un reviews, que me encantan, y nos estaeremos viendo cuando ustedes decidan :P


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).