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El chico de la estación. por Grifo

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Notas del capitulo:

Hola a todos de nuevo! Esta vez actualizo mi lista de fics un poco más rápido de lo que acostumbro! jajaja

Bueno, hace un tiempo tenía ganas de hacer esta pareja de los cuales no siempre leo historias. Me divertí escribiendola, espero que les pase lo mismo a ustedes al leerla.

Saludos!!

Corría y corría, iba a toda velocidad, sus piernas se movían con agilidad y sus pies ayudaban con un envión para luego dar largos saltos. Por el movimiento una bolsa comenzaba a resbalarse de su hombro derecho hasta su mano, que llevaba más bolsas, mientras la izquierda sostenía tres paquetes fuertemente apretados contra su pecho. Miró hacia atrás y comenzó a correr aún más rápido sintiendo que sus esfuerzos eran inútiles. Al llegar casi a la esquina de la calle fue parando su mini carrera, lentamente disminuyó el paso y vio como el autobús se iba, alejándose con las personas que pudieron subir a tiempo en el transporte. Comenzó a caminar hacia la estación. Su brazo izquierdo estaba entumecido y el derecho ya le dolía por el peso de las bolsas. No había sido buena idea ir al mercado a comprar sin su auto. Mejor hubiera accedido cuando su hermano se ofreció a llevarlo, pero no, eso era saltar su castigo auto impuesto, debía aceptar que su auto estaba hecho polvo por ser tan idiota de chocarlo contra otro de altísima gama, a cuyo dueño le debía ahora una importante suma de dinero. Bien hecho Aioria.

Se apoyó cansadamente en el caño que sostenía el cartel que indicaba la estación de autobús. Con lentitud bajo cada una de las bolsas al suelo, intentando mantenerlas quietas.

-          Por favor, me estoy quemando – susurró mientras su mano quitaba las gotas de sudor de su frente. El sol parecía estar incendiando Grecia, la temperatura sobrepasaba los 37°, no había casi nadie en las calles, las personas aparentemente se habían evaporado, o ciertamente nadie salía con el calor. Abrió su bolso y tomó una botella de agua, no había sido mala idea llevarla por las dudas, y mientras bebía escuchó un sonido desgarrador, “Crack”. Rápidamente miró al costado, ojos al suelo, un horrible y asqueroso pie sobre la última caja de huevos que quedaba en el mercado, sí, aquella que le arrebató descaradamente a la pobre ancianita que lo insultó de arriba a abajo.

-          Oh… Lo siento – escuchó, ni siquiera miró a su interlocutor.

-          ¡Mis huevos! – gritó lastimosamente mientras se agachaba y tomaba la caja de la cual chorreaba el líquido amarillento.

-          ¡Lo lamento mucho! – continuaba el asesino de huevos, algunas personas tras de él comenzaron a reírse por la reacción del castaño– te compraré unos nuevos.

-          ¿Eh? – seguía lamentándose con la caja en sus manos,  sabía que se estaba comportando como un idiota, pero… ¡sus huevos! Un poco más y quebraba a la ancianita, fue una pelea muy intensa, ella tiraba la caja de un extremo y él del otro, finalmente por mayor fuerza ya sabemos quién ganó, se había sentido mal, pero… eran los huevos o nada.

-          Que lo lamento, te compraré otros, sólo dime cuanto costaron – esta vez se agachó junto al castaño, provocando que éste lo mirara.

Tuvo una perfecta vista de sus ojos turquesas, piel morena y cabello azul largo, muy largo. Llevaba una musculosa blanca holgada y unas bermudas verde, y por último sus zapatillas, esas zapatillas blancas manchadas de amarillo – Ehh, 2 euros (1).

Claro que el “asesino de huevos”, nuevo nombre otorgado por nuestro protagonista, no contaba con que el chico iba a cobrárselos, medio tacaño diría, pero que más, sacó su billetera y le entregó el dinero para luego ponerse de pie. Se posicionó detrás del tacaño, digo, castaño, y tomó su celular que comenzó a sonar, atendiéndolo rápidamente.

Aioria también se incorporó, esta vez tomó sus bolsas, no fuera que otro loco llegara y le aplastara los cereales. Escuchó inevitablemente como el peliazul hablaba por celular, el chico era lindo, sus ojos turquesas lo habían hipnotizado, pero no era más que alguien que vio en la calle, no volvería a verlo.

A lo lejos pudo divisar el autobús que lo llevaría, así que se alistó para poder subir sin problemas, una vez el transporte frente a él miró atrás, el chico continuaba con el celular, y no tenía intención de tomarlo. Aioria se vio apurado por el conductor quien le pedía algo hastiado que subiera, una vez dentro el castaño sacó el boleto y se quedó mirando al peliazul en la calle quien al colgar el celular levantó la mirada. Lo que paso luego ni Aioria pudo explicarlo, el muchacho lo miro y le sonrió levantando la mano en forma de saludo, él respondió automáticamente y se quedaron mirando hasta que la lejanía del autobús no le permitió divisarlo más. Algo en shock buscó asiento en el bus, para finalmente sentarse y volver a la realidad.

 

 

¿Días? ¿Semanas? No sabía cuánto había pasado desde ese encuentro...

-          6 días, y aproximadamente 2 horas – contestó sentado en el sillón jugando con el PlayStation.

Su hermano lo miraba con la mandíbula desencajada y los ojos bien abiertos - ¿No que ni lo tenías en cuenta? ¿Qué fue algo pasajero y ya? – le sorprendía ver que aun concentrado en la pantalla pudiera responder con tanta exactitud.

-          Así es, solo fue un momento Aioros, pero lo recuerdo – decía mientras giraba su cuerpo al costado intentando guiar al auto que conducía con el Joystick haciendo que se estrelle contra otro adversario.

-          Ey, si en la calle manejas como lo haces en los videojuegos no entiendo por qué te quiere demandar el tipo que chochaste – comentó divertido sentándose junto a Aioria, una vez que este estaba fuera de juego tomó el mando para comenzar a jugar él.

-          Cállate – con una risa le entregó el control de la consola y se levantó dándole un golpe en el brazo, fue a su habitación y minutos después salió de ella con su característica mochila - ¡Salgo!

-          ¿A dónde vas? Recuerda que no voy a llegar hasta mañana a la noche, hoy no duermo aquí y necesito que cuides la casa.

-          Lo sé, voy a organizar una fiesta en tu ausencia, destruiremos todo el edificio y te quemaré las cortinas de tu habitación – dijo esto último sabiendo que su hermano las había elegido con mucho detenimiento, estaba enamorado de esas cortinas, recordó esa vez que la manchó con un poco de jugo, y el moreno pasó días enteros intentando lavar la mancha que parecía no querer salir. Recibió una mirada amenazante como respuesta y riendo la ignoró saliendo finalmente.

Si su hermano pensaba que lo de la fiesta era una broma estaba muy equivocado. Ya tenía contratado un barman, había programado que llegaran las bebidas una vez que Aioros hubiera abandonado la casa, y tenía más de 80 invitados, por suerte contaban con un hogar grande.

Los hermanos provenían de una familia de Salónica (2). Aioros era 7 años mayor que él, y cuando comenzó a estudiar en la Universidad decidió mudarse a Atenas, en una casa cerca de ella, quedando Aioria en la de sus padres,  y aprovechó varios años más tarde la mayoría de edad para ir a vivir con su hermano. Sin duda se llevaban más que bien, a pesar de la diferencia de edad eran muy parecidos en casi todo, eran mejores amigos. Cuando Aioros finalizó sus estudios continuaron conviviendo, siendo esta vez el menor quien llegaba a casa con interminables libros y textos. Llevaban la vida de dos adultos, sin embargo el castaño se tomaba sus momentos para descontrolar todo, cuando se marchaba su hermano. Por lo general Aioros desaparecía algunos días, quizás una semana por temas del trabajo, y sólo eso le bastaba a Aioria para dejar la casa bajo los cimientos.

-          ¿Mu? – sostenía el teléfono junto a su oreja mientras bajaba las escaleras que lo conducían a la calle rápidamente.

-          Dime Aioria.

-          ¿Ya tienes todo preparado para hoy a la noche?

-          ¿Con quién crees que estás hablando? ¡Claro que sí!

-          ¡Gracias amigo! Hoy cuento contigo y tus cálculos.

-          Recuerda que a las 20 estaré llegando a tu casa para que controlemos que todo llegue a horario y ayudarte a prepararlo.

-          Claro, ahora estoy en camino a terminar de pagar lo que debo.

-          ¿Lo del auto?

-          … No - ¿hacía falta que le recordara eso? – Las bebidas.

-          Ahh, bien entonces.

-          ¿Ya están todos los invitados confirmados?

-          Si, algunos no podrán ir, y otros más se sumaron a la lista.

-          Ok, nos vemos entonces – y dicho esto ambos colgaron. Mu era como su agenda, uno de sus más grandes amigos, pero su gran agenda también. Él simplemente sabía todo, cómo y cuándo. Si quería organizar una fiesta sólo tenía que consultar a Mu que día y hora, el pelilila se encargaría de la planificación y el castaño de pagar, ordenar e invitar. Claro que en esto último no estaba solo, contaba con dos amigos de toda la vida de él y Aioros, unos gemelos helenos lo demasiado sociables como para llenar una casa entera en menos de 40 minutos. En realidad, el más fiestero era Kanon, sin embargo Saga también hacia de las suyas. Pensando en lo genial que sería la noche, y luego de pagar lo que faltaba decidió dar una vuelta por el parque más cercano. Tomó asiento en uno de los bancos frente a los juegos y ahí se quedó. Empezó a sentir una leve vibración en su espalda, había olvidado quitarse la mochila y su celular empezaba a sonar. Lo atendió sin ver quien llamaba y casi a la mitad de la conversación divisó una cabellera azulada a lo lejos…

-          Los otros no irán, no sé qué me dijeron, que no podían o yo que sé, y… ¿Aioria?

-          …

-          ¿Estás ahí?

Caminaba de espaldas a él, tranquilamente por el parque. Veía como los cabellos azules se movían por el viento y sus pasos eran lentos. Mientras avanzaba ojeaba una revista, la cual dejaba unos segundos para mirar al frente. Contrario a él iba una ancianita con su cachorro. El dueño de la melena se detuvo, aparentemente había un artículo interesante, por lo cual el cachorrito, adelantándose a su dueña, se acercó al muchacho y comenzó a olerle las zapatillas, para luego empezar a morderle los cordones del pie izquierdo. El problema empezó cuando el perrito demostró que tenía más fuerza de lo pensado, y ese leve mordiscón se transformó en un tironeo que provocó que el pié del chico comenzara a elevarse y fuera en dirección al perro.

-          ¿Eh? Si si, Saga, te escucho – mentira, no lo escuchaba para nada, estaba totalmente divertido viendo la escena.  Y estaba completamente seguro de que ese chico era aquel de la estación.

-          ¿Saga? Soy Kanon, ¡idiota! y te decía que Rada y los otros no van a ir…. ¿De qué te ríes?

Esta vez el peliazul comenzó a saltar en un pie para no caer, mientras intentaba agacharse al mismo tiempo y quitarle la zapatilla que el animalito había decidido tomar en vez de los cordones. La anciana tampoco hacía mucho, tiraba a penas la correa y reprendía a su mascota. En un momento, la viejita miró al frente y acomodó sus anteojos redondos que le ocupaban la mitad del rostro, de imprevisto soltó la correa y empezó a agitar su bastón en el aire dándole por accidente un golpe al joven que acabó en el suelo sin su zapatilla y un chichón en la frente. Empezó a caminar lo más rápido que pudo hacia delante, gritando cuantas cosas se le vinieran a la mente, a todo esto Aioria no entendía nada, solo veía a la señora acercase hacia donde estaba él, cuando comprendió todo…. ¡¡Ella era la ancianita del mercado!!

-          Saga, te tengo que cortar – y dicho esto terminó la llamada de su pobre amigo, que ya había cortado hace bastante. Se levantó del banco y quedó inmóvil, no sabía qué hacer. Si ayudar al chico que se había levantado del suelo y tomaba su cabeza e intentaba atrapar al perro que correteaba por el parque con la zapatilla en la boca, o si huir por la cercanía de la viejita. Ahora el chico había pisado descalzo algo en el suelo que le había provocado que se tomara el pie y gritara, mientras, saltando en un pie continuaba persiguiendo al perro.

-          ¡Esta vez no te me escapas muchacho! – gritaba la señora agitando el bastón - ¡Ven acá! ¡Voy a enseñarte modales! – ahora lo tomaba entre sus manos y se acercaba peligrosamente. Decidió correr, ¿cobarde? Un poco, ¡pero era la primera vez que lo amenazaban con un palo! - ¡Ven acá! – pero ni si quiera se volteó, salió corriendo disparado como un rayo - ¡Cobarde! ¡Ya verás!... – le gritaba mientras veía al castaño correr - ¡Duque! – esta vez llamó al cachorro, que salió corriendo en dirección de su dueña. Una vez frente a ella la señora se agachó, tomó la correa y comenzó a irse.

-          Ehh, señora… ¿Me puede devolver mi zapatilla por favor? – el chico sin una zapatilla se acercó caminando a la ancianita. Se encontraba algo despeinado, agitado y rengo, había corrido al perrito todo lo que pudo, pero éste nunca se dejó atrapar.

-          Ahh, claro muchacho – tomó la zapatilla que el perro no quiso soltar y se la entregó al joven – disculpa. ¡Duque es muy travieso! – dicho esto comenzó a reír como si al peliazul le causara gracia y se marchó adulando y felicitando al perrito por “hacer sociales”.

Se quedó ahí, zapatilla en mano, cabello en el rostro y normalizando su respiración. Tomó asiento en el banco frente a él. Recordó que la viejita persiguió a un chico, comenzó a reír, se le hacía muy conocido, pero no sabía de dónde. Antes de partir, se calzó el zapato como pudo y miró su pie derecho, aún no había lavado esa fea mancha amarillenta, era todo un sucio. Se paró y comenzó a caminar, rengueaba más de lo que caminaba y se sobaba la frente.

 

Uff, había logrado salir a salvo y luego de su espectacular huída no le apetecía nada más que volver a su casa. Cuando abrió la puerta se encontró a su hermano hablando por celular, aún permanecía en el sillón, pero esta vez con miles de papeles desparramados.

-          Bien, gracias por avisarme señor – esperó la respuesta – Espero su llamado, adiós – y colgó.

-          ¿Aún sigues en el sillón? Luego me dices haragán a mí.

-          Aioria, al final se cancela la reunión. Me darán una nueva fecha dentro de unos días – decía mientras acomodaba todo el desorden.

-          ¿Cómo? – no puede ser, ya había preparado todo.

-          Si, parece que no estás contento porque tu hermano no se va, ¿tan poco me quieres? – mientras reía lo miraba, el castaño lo veía con los ojos terriblemente abiertos, no esperaba otra reacción – Ya sé que organizas fiestas cuando me voy, no somos los únicos en la cuadra, los vecinos se quejan cuando son muy seguidas.

Estaba estupefacto, no sabía cómo reaccionar. ¿Iba a tener que decirles a todos los invitados que se cancelaba? ¿Debía llamar a los servicios para cancelarlos? ¡Ya los había pagado todos!

-          Aioria, creo que por hoy lo consentiré, sólo intenta que no se extienda mucho – y con una miraba tierna y tranquila desapareció para meterse en su habitación. A guardar el papelerío.

¿Le había permitido hacer una fiesta y tirar la casa abajo? Aún seguía callado. ¿La viejita lo había golpeado y dejado inconsciente?

-          ¿No me crees? – apareció de nuevo, esta vez se apoyó sobre el mueble de cocina, tomó el teléfono, marcó y esperó – Ey Saga ¿Tienes pensado venir hoy? ..… Bien, yo tampoco, si quieres cenamos por ahí y luego venimos….. Ok, donde siempre a las 21, adiós – finalizó dejando el teléfono sobre su base – Voy a cenar con Saga mientras tú organizas la fiesta, quizás lleguemos más tarde. Eso sí, para la mañana quiero que no haya nadie aquí ¿entendiste?

-          ¡Gracias! ¡Te prometo que será como tú quieras! – sus ojos brillaban, definitivamente sería bueno.

 

A las ocho de la noche en punto llego Mu, y unos minutos después comenzaron a llegar los pedidos. Cajas y cajas de bebidas se encontraban desarmando los tres chicos, cada botella era colocada cuidadosamente en el refrigerador. Un tiempo después Aioros abandono la casa para verse con su amigo, y horas después llegó el barman, un poco inservible según Mu, muy útil para los grandes alcohólicos que disfrutaban del buen beber. Los invitados aparecieron pasadas las 23.30 y la fiesta comenzó. Música a todo volumen se oía, cada vez más personas llegaban, conocidos, desconocidos, amigos y algún que otro primo, llegó un momento en el que la puerta fue un estorbo por lo cual se mantuvo abierta permitiendo el acceso de cada vez más gente… Y eso que iban a ser un poco más de 80...

Aioria se encontraba hablando con un grupo de amigos cuando éstos decidieron ir a tomar algo, quedando sólo y dispuesto a conversar con más gente dio unos pasos hacia atrás y sintió que empujaba levemente a alguien, se dio vuelta y encontró a uno de los estudiantes de su curso, Camus.

-          ¡Camus! ¡Creí que no vendrías! – comentó con asombro saludando a su compañero.

-          Si, al final pude venir, estoy con unos amigos. No te molesta, ¿no?

-          ¡Para nada! ¡Cuánto más seamos mejor! ¿Y dónde están?

-          En el balcón, ¿quieres venir? Te estaba buscando para presentártelos.

-          Bien, vamos – y comenzó a seguirlo. Una vez fuera vio un grupo de chicos, que voltearon a ver a Camus.

-          Chicos, él es el anfitrión de la fiesta, Aioria. Ellos son Shaka y Aldebarán, y falta uno que llega más tarde – finalizó mirando a su compañero.

-          Un gusto chicos, tomen lo que quieran, ¡pásenla bien hoy! – y así permaneció vario tiempo hablando con los muchachos, se ve que iban a la misma universidad que él, pero en otros turnos ya que jamás los había visto. Eran amigos de Camus hacía algunos años. Estaba en eso cuando vio que su hermano y Saga habían llegado a la fiesta y se aproximó a ellos.

-          Aioria, ¿cuánto gastaste en alcohol? – preguntó el gemelo una vez tuvo al menor frente a él, mientras miraba al barman hacer malabares con las botellas, infinitas botellas de alcohol, vacías y llenas lo rodeaban.

-          No lo sé, eso no importa ahora, ¡sólo tomen algo y diviértanse!

-          Hermano, cuando estaba llegando algunos vecinos estaban fuera de sus casas.

La cara era de preocupación, pero como mucho les dirían que bajaran el volumen, ¿qué más? – no te preocupes, solo toma algo Aioros, no dirán nada – y les entregó un vaso a cada uno.

-          Aioria, parece que viene más gente, ¿a cuántos llamaste?

Odiaba que su hermano se preocupara por absolutamente todo – no lo sé hermano, los chicos se encargaron de invitar más personas... Vamos, sólo diviértete, por favor Aioros, decidiste dejarme hoy – y dicho esto el mayor se apartó un poco apoyándose en el mueble de la cocina mientras suspiraba algo aturdido.

-          Si pasa algo soy yo el que deberá atender los ataques de nervios de tu hermano, Aioria. Mantén todo bajo control – intervino Saga, mientras saludaba a su gemelo de lejos, y le decía esto por lo bajo al castaño. El moreno no hacía más que apoyarse en la mesada de la cocina de espaldas a la fiesta y tomar de su vaso el fuerte líquido que había pedido su hermano especialmente para él. De tan solo pensar en el desastre que quedaría después, le aparecía un molesto tic en el ojo izquierdo.

-          Tranquilo Saga, está todo bajo control, la gente se marchará temprano, y el desastre lo limpiaremos Mu y yo. Y quizás Aioros, je – y finalizó perdiéndose entre la multitud que se acrecentada cada vez más - ¡Eh! ¡Kanon!

-          Creo que deberíamos haber ido a otro sitio, ¿no crees? – dijo el gemelo mayor mirando a su amigo.

-          ¿Para qué? ¿Para evitarme el paro cardiaco? Creo que para eso me iba a la junta del trabajo – esta vez Aioros tenía los brazos apoyados sobre el mueble y su cabeza sobre ellos – siento palpitaciones en mi cabeza.

-          Creo que Aioria tiene razón, te preocupas demasiado.

-          Tú deberías entenderme cuando a Kanon se le ocurre dar fiestas en tu casa.

-          No, porque las hace aquí Jajajaja – rio, a su amigo le causó terror escuchar eso – bien Aioros, creo que te pierdes de un par de cosas cuando estas ausente.

-          Gracias por decirme que usan mi casa para ensuciarla – y procedió a caminar hasta su cuarto, quería echarse en la cama, si es que esta estaba desocupada, su hermano le prometió cerrar las habitaciones con llave.

-          Ahh vamos no exageres… ¡Aioros! – lo vio meterse en su cuarto y lo siguió, eso no terminaría ahí.

 

-          ¡Aioria! ¿estás contento? Linda fiesta – le comentó Kanon pasándole un trago.

-          Claro que si, vino mucha gente que no conocía.

-          Esa era la idea.

-          Oye, ¿Y Rada, Minos, Aiacos…? – le preguntó extrañado de no verlos.

-          ¡Te dije a la tarde que no vendrían! Sucede que por alguna razón no me estabas escuchando.

-          ¿Cuándo?

-          ¡A la tarde! ¡Idiota! Corte la llamada cuando te escuché reír ¿Qué estabas haciendo?

Lo recordó, ¡el chico del parque y la ancianita! – Oh, nada, estaba en el parque y me distraje, lo siento Kanon.

-          Bien, ¡pero la próxima no te perdono! – le contestó en broma, para luego cambiar de tema.

A la fiesta llegaba cada vez más gente, ya no entraban en el living, ocupaban la cocina y estaban fuera en el pasillo y el balcón. Algunos, acompañados, intentaron entrar a las habitaciones cerradas, claro, provocando ataques de nervios en el hermano mayor que veía como su puerta se abría y cerraba constantemente mientras él intentaba descansar con Saga a su lado riéndose de su desgracia intentando convencerlo de que no era tan terrible. Los efectos del alcohol se hacían cada vez más presentes, se formó un alboroto tremendo con aquellos que intentaban subirse a las mesas, o los que hacían pasos locos de baile, o aquellos que simplemente se tiraban al suelo como si no estuvieran estorbando provocando una avalancha de caídos sobre ellos. Todo marchaba viento en popa, la fiesta prometía y les estaba demostrando a todos quien era el que hacía las mejores en toda la Universidad y alrededores.

Aioria ahora estaba junto con varios de sus amigos, alentando en el típico “¡bebe, bebe, bebe!”, viendo como los dos borrachines se batían a duelo para demostrar quién era el que más aguante tenía. Lo que tomaban esos dos era impresionante, ya se habían vaciado tres botellas de cerveza y parecían querer más.

-          ¡Ey Aioria! – sintió un agarre en su brazo y se giró, sin querer perderse ningún detalle del juego - ¡Gran fiesta amigo!

-          Mu, no te había visto, ¡te perdí de vista!

-          Lo sé, yo también, hasta que te encuentro. Vi hace un rato a un chico arrastrando a tu hermano por el suelo hasta el barman para que les preparara tragos.

-          ¿Un chico?

-          Si, ese, el que tiene un gemelo. Tu hermano estaba agonizando.

-          Lo sé, siempre lo hace, no le gustan las fiestas…

-          Yo diría que no le gustan las fiestas en su casa, ¿no?

-          Jajaja, puede ser.

-          De todas formas, yo venía por otro asunto. Estaba con Camus, que trajo dos amigos más – lo miró y recibió un una afirmación con la cabeza de Aioria – bien, llegó un tercero que iba a venir más tarde. Camus lo presentó y estuvimos hablando, el chico de la nada se quedó ausente ¡pero ninguno lo notó! y cuando me di cuenta estaba mirando hacia aquí. La cuestión es que estuvo toda la noche mirándote.

-          ¿Qué cosas dices?

-          ¡Es de verdad! Estuvo toda la noche mirando en tu dirección, si tú te movías el te miraba, si te ibas para el interior el giraba la cabeza, ¡todo el tiempo te buscaba!

-          Quizás era a otra persona, ¿no lo crees?

-          No lo creo, luego preguntó tu nombre porque él aseguraba conocerte de algún lado…

-          Ah, bien ¿y cuál es el punto? – debía admitirlo, le parecía extraño pero no le interesaba en lo más mínimo…

-          El punto es que tú estuviste una semana lloriqueando por el chico de la estación, ¡y el amigo de Camus dijo que te había visto una vez en la estación de autobuses!

Las vueltas de la vida, si realmente el chico que había visto era amigo de Camus, la fiesta ya estaba completa, el día y la semana están completos.

-          Eso sí, no es como me lo describiste, éste tiene la frente desfigurada y esta rengo. Pero creo que cuenta.

¿Rengo? ¿Frente desfigurada? Quizás su amigo exageraba un poco, ¡pero debía ser él! – No juzgues su frente desfigurada, tú tienes dos puntos por cejas… - y dicho esto se fue a buscar a Camus, más bien, a su amigo.

Dejó a Mu parado donde estaba, con el ceño fruncido tocando sus puntitos – Pero si mis puntitos son lindos…

-          Eh, Mu, ¿Qué hago?

-          Ah, ahora vuelves Aioria. ¡Ve a preguntarle que hacer a alguien que tenga cejas!

-          Vamos Mu ¡si fue gracioso! - le dijo mientras con sus brazos rodeaba a su amigo. Y ambos comenzaron a reír, si, había sido gracioso.

-          Bien, ven conmigo – le hizo una seña y buscó a Camus, viéndolo en el balcón con sus amigos. Se aproximó a ellos, el francés le sonrió y les hizo un lugar en la ronda.

-          Milo, él es Aioria, el anfitrión de la fiesta – y dijo esto una vez el castaño llegó, provocando que el peliazul se volteara.

-          Eh, ¡hola! – puso su mejor sonrisa y acercó su mano. Lo había recordado, era el loco de la estación.

-          Hola Milo – tomó y estrechó la mano ofrecida – Que bueno verte de nuevo – sí, era él. Tenía un chichón gigante en la frente. Miró sus pies, uno vendado.

-          Así que éste es al que le pisaste los huevos…  - comentó Camus haciendo reír a Mu, y provocando que Shaka y Aldebarán abrieran los ojos enormemente.

-          ¿Cómo es eso? – preguntó el rubio, no quería pensar mal, pero ese comentario lo había sacado de onda.

-          Si, él estaba en la estación de autobús y no vi que había comprado unos huevos que había dejado en el suelo. Y… los pisé. Jajaja, lo siento, Aioria.

-          Eso te pasa por dejar las cosas en el suelo – Mu reprendía a su amigo por enésima vez.

-          Lo sé, está bien Milo. Por cierto, ¿qué te sucedió en la frente? – tenía que disimular, ¿o no?

-          Una señora me golpeó con su bastón por accidente. Mientras perseguía a un chico por el parque.

-          ¿Una anciana persiguiendo un chico en el parque? – esta vez Aldebarán, que no conocía la historia del chichón, se sorprendía.

-          Si, no sé porqué, sólo empezó a gritarle cosas sobre unos huevos mientras él corría.  

Esta vez Aioria miró al costado, se hizo el desentendido de la situación, no iba a admitir que forcejeó con una indefensa ancianita en el mercado. Mu no daba crédito de lo que oía, a penas vio a su amigo disimular entendió todo, sabía que su amigo había peleado por ellos cuando los compró, pero él le había dicho que fue con un hombre corpulento que le doblaba el tamaño. Recibió momentos después la mirada del castaño que le confirmaba lo que pensaba.

Pasaron vario tiempo hablando. Así descubrió que Milo también estudiaba en la Universidad, una diferente a él, claro. A demás, vivían bastante cerca y gustaba de ir al parque a pasar las tardes de calor. La estación donde se conocieron es donde siempre concurre, sólo que ese día estaba esperando a alguien más.

De un momento a otro sintió un peso sobre su espalda que lo hizo caer al suelo con ese peso encima.

-          ¡Aioria! ¡Gran fiesta hermano!

-          ¿Aioros? – ok, su hermano se encontraba sobre él y ebrio.

-          Si Aioriaaaa, que gran fiesta, ¡¡hagamos otra!!

-          ¿Eeeehhh?

-          Lo lamento Aioria – se disculpó Saga que llegaba rápidamente tras su amigo – lo dejé un momento solo y desapareció… Aioros, ¡te dije que te quedaras dónde estabas!

-          Ehh Saga, no seas aguafiestas. Vete por ahí que yo me divierto solo – le dijo viendo como una chica se paraba en el marco del ventanal, sabía que estaba esperando al gemelo.

-          Saga, ve yo me encargo, gracias – dijo Aioria viendo lo mismo que su hermano, ahora poniéndose en pie y ayudándole a hacer lo mismo. El gemelo algo inseguro se volteó, decidió dejar todo en manos del menor, y se marchó.

Aioria pasó el brazo de su hermano sobre su hombro, pero aún así le costaba mantenerlo.

-          Yo te ayudo – escuchó, miró al costado de Aioros y vio a Milo imitándolo, pasando el brazo de su hermano sobre su hombro.

-          Bien, vamos Aioros – y dicho esto lo llevaron a su habitación. Ésta había sido rápidamente ocupada por lo que tuvieron que ir al cuarto del castaño. Dejaron lentamente al mayor en la cama, quien se durmió de inmediato provocando una risa en los muchachos – Gracias Milo, volvamos con los chicos si quieres.

-          La verdad quiero tomar algo.

-          Ah, bueno vamos, te acompaño – y procedió a cerrar la puerta con llave, dejando a su hermano adentro. Si este salía de nuevo quizás no tuviera espacio para dormir.

-          Por cierto, buena fiesta. Lamento haber llegado más tarde.

-          Está bien, gracias ¿Camus te invitó, no?

-          Exacto, a decir verdad, me llamó el mismo día que te vi en la estación. Por eso me sorprendí mucho al verte.

-          ¿De verdad? Bien, me alegro que te haya dicho – tomaron los tragos que pidieron y Aioria le hizo una seña para que se alejaran - ¿Salimos? – Milo asintió y comenzaron a bajar las escaleras rumbo a la calle.

Una vez abajo comenzaron a caminar sin rumbo, no querían alejarse demasiado. Ya se estaban haciendo las 4 de la madrugada, la fiesta debía acabar en unas horas, algunas personas ya se iban y había cada vez menos gente. Tomaron asiento en un pequeño escalón.

-          Y, ¿Qué piensas hacer cuando todos se vayan?

-          No lo sé, no sé si ordenar para evitarle el ataque al corazón a mi hermano antes de que vea todo, o dormir – comentó riendo, imaginando la reacción de Aioros.

-          Pero si tu hermano está encerrado en tu habitación...

-          Es verdad. Bien, entonces veré que hago luego – y ambos se sonrieron. Permanecieron ahí, hablando de cosas triviales, conociéndose un poco más. De a poco veían como muchos se iban, y comenzaba a amanecer. En un momento vio que Mu bajaba, acompañado de Camus, ambos se acercaron a ellos.

-          La fiesta terminó, los que quedaron están dormidos, al barman le pagué con el dinero que me dejaste – comentó el pelilila sentándose junto a su amigo en el escalón, mientras Camus se sentaba frente a ellos tres en el suelo.

-          Gracias Mu, ¿Qué haremos ahora?

-          No lo sé, podemos limpiar o podemos dormir.

-          ¿Te quedarás? – preguntó Camus al pelilila.

-          Si, voy a ayudarlo – entonces el francés miró a Milo, quien le asintió.

-          Bien, entonces Milo y yo también nos quedamos a ayudar.

-          ¡No hace falta chicos! – dijo Aioria para ponerse de pie y dirigirse a la casa de nuevo, siendo seguido por los otros.

Una vez dentro los amigos comenzaron a despertar a los caídos y ayudarlos a bajar a la calle. Entre ellos se encontraba Kanon, a quien Aioria decidió ignorar.  Ordenaron un par de cosas por más que el castaño les pidió que no hicieran nada y finalmente desistieron, iba a ser algo muy duro y querían descansar primero. Camus y Mu corrieron a la habitación de Aioros. El pelilila se apresuró a tomar la cama del mayor, obligando al francés a dormir en el suelo. Mientras que Aioria y Milo decidieron quedarse en el sillón de la sala.

 

-          Al final salió todo como planeamos – escuchó que el pelilila le hablaba en la oscuridad de la habitación.

-          Si, lo sé. Si no me hubieras contado lo que le pasó a Aioria en la estación, jamás hubiera sospechado que podía ser Milo – contestó intentando acomodarse en el suelo, al lado de la cama, cuando vio que Mu le alcanzaba una almohada, lo que le permitió estar un poco más cómodo y menos adolorido – Por suerte siempre me cuenta hasta cuando ve un bicho en la calle, por lo que fue más fácil.

-          Ahora deben estar en la sala…

-          En el sillón – continuó Camus la frase – más cómodos que yo aquí en el suelo.

-          No te quejes, me la debes.

-          ¿Qué te debo?

-          ¿No recuerdas? El otro día tuve que buscar otro lugar donde dormir porque a ti se te ocurrió encerrarte en la casa con Shura… - es que Camus y Mu eran grandes amigos, y habían decidido mudarse juntos. Sucede que a veces a Camus se le daba por no dejar entrar al pelilila a su propia casa, producto de las visitas del español.

-          ¡Pero si viniste aquí con Aioria! Tampoco es que fue una tortura.

-          Sí, pero sabes que no me gusta molestarlo.

-          Ah, déjame dormir – y finalizó la discusión dándose la vuelta. Pero Mu continuó hablando y hablando, lo único que pudo hacer fue poner la almohada sobre su cabeza e intentar descansar.

En la sala la escena era algo diferente. Ambos chicos sobre el sillón buscando una posición cómoda. Hasta que eligieron quedarse cada uno en una punta y acomodarse como pudieran.

-          Gracias por ayudar Milo – dijo Aioria bajito. Habían cerrado las persianas y la luz del sol no entraba, estaban en completa oscuridad. Frente a ellos estaba Kanon tirado en el suelo todo desparramado, lo cual les causaba gracia a los dos chicos que intentaban no despertarlo.

-          No hay de que Aioria, me gustó venir – levanto la cabeza del apoyabrazos  y lo miró – Una vez que despertemos y esté todo ordenado y limpio, ¿salimos a algún lado?

-          Claro, ¿A dónde?

-          No lo sé, ¿al parque?

-          Bien, tomaremos el bus en la estación.

-          ¿Dónde nos conocimos? – lo miró sonriente.

-          Si, esa misma… Asesino de huevos.

-          Tacaño.

El castaño le dio una pequeña patadita que fue devuelta por Milo. Ambos rieron y se acomodaron para dormir.

Sí, todo marchaba viento en popa, se habían reencontrado, y significaba una nueva oportunidad que debía aprovechar. Ahora había conseguido una cita, con el chico de la estación.

Notas finales:

(1) 2 euros: Bien, en el Continente Europeo, varios paises (no todos) utilizan el Euro (€) como unidad monetaria, entre ellos Grecia. Aquí en mi país 1 euro equivale aproximadamente a $5 (cinco pesos), y la docena de huevos vale entre $10 o quizás más. No sólo calculé cuanto saldría allá, sino que también estuve averiguando y confirmé que el precio en Europa de la docena estaría entre 1 a 2 euros, quizás un poco más. Jjajaja parece ridiculo pero quería estar segura de los valores y que fueran correctos. Si alguien quiere aclararme algo sobre el tema en el caso de estar equivocada son bienvenidos!

(2) Salónica: o también llamada Tesalónica. Es la segúnda ciudad de Grecia más habitada. Tengo entendido que Salónica es el nombre antiguo, sin embargo es más comunmente llamada de esta forma que Tesalónica.

Bueno, espero les haya gustado!! Muchas gracias por leer y acepto criticas!! Gracias y nos vemos en otra historia!!


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