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La herencia de la muerte por rockmonster

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Notas del fanfic:

Un fanfic distinto a lo que comunmente hago. Espero termine bien xD

Notas del capitulo:

Hola... 

Vuelvo con una historia diferente y un poco loca :3

Tenía muchas ganas de escribirla, pero no sabía cómo empezar... Bueno, aquí el resultado !!

Ojalá les guste :3

De vez en cuando el bus en que iba Rose se sacudía debido a las grietas en la calle. Eso la hacía volver a la realidad. Había recibido una llamada el día anterior de parte de sus padres, en la cual le anunciaron que su tío Richard había muerto. Por esta razón se levantó temprano y tomó el tren que la llevaba a la ciudad, a la casa de sus padres donde su querido tío sería velado. Ahora estaba de vuelta, acercándose cada vez más a la casa que ocupaba en el período de escuela, y aún no podía creer que su tío estuviera muerto. Incluso podía recordarlo jugando con ella cuando tenía diez años y no le parecía algo lejano. Escuchaba claramente en su cabeza cuando le mencionaba un reino que él poseía, un hermoso reino que conllevaba una gran responsabilidad. Le había pedido que cuando él ya no estuviera ella fuera su sucesora, y Rose, en su felicidad de niña inocente, le había dicho que con gusto lo haría.

Todos en la familia creían que el tío Richard estaba totalmente loco, porque a veces hablaba solo e incluso peleaba con el aire, gritando cosas en un idioma que nadie descifraba. Rose era la única que le hacía caso y le prestaba atención. Quizás por eso se sentía mal estando en la casa de sus padres, rodeada de familiares que no hacían más que murmurar. Se alegró al ver a sus hermanos mayores y a su sobrino pequeño, hacía mucho tiempo que no los veía. Pero ni siquiera eso podía calmar el dolor en su corazón.

Su madre le pidió que se quedara para cenar, pero ella le dijo que tenía mucho trabajo por la escuela. Eso era mentira, y le costaba tener que mentir en una situación así, pero no tenía opción. Probablemente si les decía que iba a arrendarle un cuarto a un desconocido sus padres enloquecerían y la obligarían a cambiarse de escuela por una que estuviera más cerca de ellos. Sin embargo necesitaba más dinero, porque el que le daba su padre ya no le alcanzaba para pagar la luz, el agua y la comida, debido a los precios de estos habían subido considerablemente. No podía trabajar, ya que los horarios de la escuela se lo impedían, así que decidió poner en arriendo un cuarto de la casa, la cual no era ni grande ni pequeña y desde hacía mucho tiempo la tenía para ella sola.

Sintió el olor a sal entrando por las ventanas del bus. Eso indicaba que estaba por llegar. Esperaba que a la chica con la que había hablado por teléfono no se le quitaran las ganas de quedarse con el cuarto mientras la esperaba.

Recordó entonces que estaban arreglando la calle y seguramente la habían cerrado. Suspiró ante esto y se acomodó en el asiento, mirando el mar por la ventana a su lado. Pensó en su tío, en el papel rectangular que llevaba en su mano en ese momento y se mordió el labio. Su madre le había entregado una carta dirigida a ella, escrita por su tío antes de morir. No sabía por qué, pero no se había atrevido a abrirla. Al parecer no se sentía capaz de enfrentar lo que podía decir en ese papel, no estaba lista. Trató de no llorar con este pensamiento, pero aún así unas lágrimas corrieron por sus mejillas. Las limpió al instante, creyendo que iba a dar una pésima impresión a la chica con la que compartiría la casa desde ese día.

Al parecer la de mala impresión no sería ella, porque Chloe Harrison, la chica con la que había contactado, aún no llegaba cuando Rose abrió la puerta de la casa. Iba a entrar, pero entonces el timbre sonó.

-          ¿Rose, Rose Carter? -, dijo una voz.

Dio media vuelta y se encontró con una muchacha de su misma estatura, cabello castaño claro y ojos negros, portando una maleta con ruedas. Por un momento se le olvidó todo, pero luego sonrió y saludó amistosamente.

-          Soy Chloe, hablaste conmigo por teléfono sobre el cuarto

-          Ah, sí… Lo recuerdo -, dijo forzando una sonrisa.

Después de un incómodo momento la idea de que Rose estaba siendo una mala anfitriona cruzó por su propia mente y se dispuso a invitar a Chloe dentro de la casa. Una vez ahí le mostró el cuarto. De inmediato aceptó el precio que Rose le proponía y comenzó a dejar sus cosas por toda la habitación.

Más tarde, mientras conversaban, Rose se sorprendió al saber que estarían en la misma escuela. Ella parecía una buena persona. Sonreía casi por todo, incluso a veces le entraba la idea de que Chloe estaba tratando muy forzadamente de causar una buena impresión, como si no le importara nada más.

Ya eran cerca de las doce de la noche y Rose, aunque estaba acostada ya, no podía dormir. Seguía pensando en la carta que la miraba desde su escritorio, llamándola a abrirla. Se resistió como pudo, aún no sintiéndose preparada. Mientras se regañaba a si misma por ser tan cobarde se dio cuenta de que la luz de la habitación de Chloe seguía encendida. Le dio la espalda a la puerta abierta de su cuarto y se quedó dormida después de unos minutos. Despertó en medio de la madrugada, descubriendo que Chloe aún no apagaba la luz. Frunció el ceño pensando en la cuenta de la luz de ese mes y luego cerró los ojos de nuevo, pero no pudo seguir durmiendo, porque escuchó a lo lejos una campanilla sonar. Se preguntó de dónde vendría el sonido al mirar por la ventana. La campanilla continuaba sonando, pero se detuvo de pronto y con eso la luz en la habitación de Chloe se apagó. Rose se sumió en un profundo sueño después de eso.

No le contó a nadie sobre esta experiencia, ni si quiera a sus mejores amigas, quienes a penas la vieron entrar a la escuela la acorralaron preguntándole detalles acerca de su compañera. No hiso falta decirles nada, porque en cuanto Chloe puso un pie en el establecimiento la atención de todos se dirigió a ella. Era hermosa, sí, pero ese parecía ser su única fortaleza. La chica era un asco en los deportes y la mayoría del tiempo estaba desconcentrada. Sus calificaciones, de alguna forma decían lo contrario. Su popularidad crecía al mismo tiempo que Rose empezaba a conocerla un poco, pero solo un poco.

A pesar de todo lo que ocurría a su alrededor, había algo que preocupaba a Rose. Hubo muchas noches parecidas a la primera, pero cada vez el sonido de la campanilla era más claro y fuerte. Rose ni siquiera lograba descansar del todo, especialmente porque sentía que algo la miraba mientras estaba en su habitación. La actitud de Chloe la ayudaba algo. Ella siempre estaba ahí con su sonrisa, cocinando el desayuno o comprando las cosas que faltaban en la casa. Sin embargo Rose comenzó a asustarse cuando la vio caminando por el pasillo durante una noche, de un lado a otro, como vigilando. Parecía como si Chloe nunca durmiera realmente. Esto lo encontraba muy extraño, pero nunca le dijo nada.

Luego de un mes decidió averiguar qué pasaba. Se quedó despierta hasta la madrugada, esperando que Chloe saliera de su cuarto y así atraparla en lo que sea que estuviese haciendo a esa hora. Antes de poder llegar al pasillo volvió a escuchar la campanilla, era como si la tuviera directamente en sus oídos. Luego un olor a podrido se comenzó a esparcir por el lugar, causándole náuseas. Chloe apareció de repente junto a ella y la miró con el ceño fruncido, indicándole que hiciera silencio. Rose obedeció, quedándose quieta. Entonces el suelo crujió y se sacudió con violencia, como si algo muy pesado hubiera caído sobre él.

-          Tenemos que irnos -, murmuró Chloe tomando el brazo de Rose y tirándola hacia fuera de la casa.

Una vez ahí, se montó en la poco usada bicicleta de Rose y le dijo casi gritando que se subiera y se afirmara fuerte de ella. Así lo hiso, y en un segundo estaban andando a toda velocidad por la calle desierta, iluminada por postes de luz parpadeantes.

El sonido se intensificaba más. Rose quería taparse los oídos, pero lo si lo hacía iba a caerse de la bicicleta así que resistió todo lo que pudo.

-          ¿Tú también lo oyes? -, le preguntó a Chloe.

No obtuvo respuesta.

Miró hacia atrás y vio con terror como se formaba una grieta enorme en el suelo dirigiéndose hacia la bicicleta en movimiento.

-          ¡¿Qué está sucediendo?! -, gritó con una mezcla de confusión y miedo en la voz, mientras golpeaba la espalda de Chloe para captar su atención.

Siguió gritando su nombre pero Chloe no respondía.

-          ¡La calle está cerrada! -, le dijo a Chloe cuando intentó doblar una esquina.

Al parecer eso si lo escuchó, porque en seguida comenzó a pedalear en línea recta hacia la orilla del camino, donde había una cerca pequeña que separaba el asfalto de un montón de rocas gigantes y más abajo la playa.

Rose apretó con fuerza los hombros de Chloe mientras ésta aceleraba un poco más. Se elevaron junto con la bicicleta, la cual Chloe soltó en un momento. A Rose el corazón ya se le salía del pecho. No gritó, estaba paralizada volando por el aire. De la caída no recordaba mucho, si es que hubo una, porque Rose no sintió que hubiera caído en absoluto.

Notas finales:

Gracias por leer :3

Si te gustó comenta, si no te gustó comenta igual ;D

Saludos !


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