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Heartless por mei yuuki

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Notas del fanfic:

KHR no me pertenece asi como tampoco ninguno de sus personajes, son propiedad de Akira Amano.

Bad apple!! tampoco es de mi propiedad, pertenece a sus respectivos autores.

Presencia de OOC, aunque queda más bien a criterio del lector.

Notas del capitulo:

Hola, bueno este es un songfic 1869 ke se ocurrio escribir liegu de ver la letra de bad apple, ke me encanto, no tengo mucho mas ke decir, solo ke seran dos capitulo.

sin mas, aki esta la lectura^^

Los primeros rayos de luz del amanecer sitiaba el cielo cuando abrió sus ojos, y tras moverse un poco se dio cuenta de que no era el único en la cama. Se movió y se dio la vuelta, quedando frente al pelinegro que dormía profundamente a su lado; se veía más inofensivo  vulnerable de lo que estaría nunca despierto, o al menos eso pensó Mukuro mientras lo contemplaba.

Los dos estaban desnudos y la sábana de seda color beige sólo les cubría hasta la cintura, dejando al descubierto las marcas en sus cuerpos que quedaron de su encuentro de la noche anterior, sobretodo en el caso de Mukuro, cuya blanca piel estaba decorada por mordidas y algunos arañazos, aunque esto era ya algo habitual en ambos cada vez que la nube lo buscaba para tener sexo la mayoría de las veces luego de una pelea.

Siempre terminaban en esa misma situación.

Y no tenía ni idea de porque accedía a eso, de porque terminaba siempre dejándose poseér por él.

 

“Mientras el tiempo transcurre, siento que mi angustia gira a mi alrededor

No siento nada por la despedida de tu corazón. Ni lo sé ni me importa.“

 

Ni siquiera recordaba ya cómo habían terminado teniendo ese tipo de relación, pero eso no importaba, cuando estaban juntos ninguno de los dos podía controlar esa fuerte atracción que sentían y acababan cediendo ante la lujuria, ávidos del calor y de la pasión desenfrenada sin ninguna otra atadura que los uniera, siempre conservando la libertad. Sin  sentimientos ni pensamientos complejos.

“Aunque alguien como yo tampoco merece algo más que esto“-cerró los ojos y se tapó más con la sábana intentando volver a dormirse. Últimamente pensamientos como aquel lo invadían, sobretodo cuando estaba con Hibari, junto con una extraña sensación de vacío.

No lo entendía ni le daba mayor importancia en realidad, pero aún así le molestaba a veces, como en ese momento e intentaba olvidarlos.

En ese instante el azabache se despertó y estiró el brazo, encontrándose com la piel cálida y suave del peliazul, que abrió nuevamente sus ojos en el momento en que lo tocó

-oya oya, me sorprende que aún sigas aquí

-hmph -se sentó en la cama y luego se levantó de la misma- anoche ya era muy tarde para marcharme, como sea, me voy ahora

-kufufufu~ eso suena como si me estuvieras dando explicaciones, Hibari Kyoya -se incorporó y le sonrió con ironía

-como si te debiese explicaciones a tí por algo. Tu sabes como funcipna esto: por mucho que hagamos esto de vez en cuando, no hay nada más entre nosotros. Nada. -contestó mientras se vestía

-eso ya lo sé y no me disgusta...es mejor así, no involucrarse demasiado aunque te acuestes con esa persona -bajó la vista y su tono de voz se volvió algo meláncolico.

 

“No me conmuevo. Simplemente me dejo llevar a través de las grietas del tiempo.

No sé nada sobre lo que me rodea, yo soy yo, y eso es lo que importa“

 

El pelinegro sonrió casi imperceptiblemente y se acercó a Mukuro, tomando su rostro de la barbilla y alzándolo para que lo mirase

-Wao, ahora mismo tienes una extraña expresión, casi como si te lamentaras por algo -sus ojos miraban directamente a los suyos. Mukuro se sintió absorbido por esos océanos oscuros y sin fondos que eran sus ojos, que parecían escrutar y descifrar sus pensamientos y secretos.

Apartó la vista primero, sonrojándose muy ligeramente sin saber porque pero sintiéndose incómodo.

Entonces Kyoya se acercó aún más y presionó sus labios contra los suyos besándolo con rudeza y mordiendo su labio inferior hasta sentir el sabor metálico de su sangre mientras tiraba de su largo cabello

-ngh...-apoyó las manos en sus anchos hombros intentando frenarlo un poco, apenas era capaz de seguirle el ritmo y sus pulmones empezaban a exigirle aire

Le soltó al fin tan repentinamente como lo besó, observando su rostro sonrojado y con la respiración acelerada.

-No eres más que herbívoro después de todo

Tras decir aquello se alejó y le dio la espalda. Salió por la puerta dejando al pelizul confundido y sintiéndose algo humillado.

Se dejó caer de nuevo en la cama y dejó salir un suspiro cansino, de alhuna manera ese tipo siempre lo hacía sentirse así de extraño y molesto consigo mismo. Cada vez que él se iba se sentía extrañamente vacío y algo triste incluso, como si lo dejara atrás, en el olvido y eso le causaba escozor.

 

“¿Es esto un sueño o la vida real?, hablar no merece la pena.

Estoy harta de sufrir y de llorar, preferiría existir sin sentir nada“

 

Aunque exactamente eso es lo que era. Hibari sólo lo buscaba cuando quería luchar o tener sexo; a veces se veían bastante seguido o por el contrario en otras ocasiones no se veían durante meses.

No debería de molestarle, o eso se decía Mukuro a si mismo mientras intentaba volver a dormir, no tenía razón alguna par sentirse así, no estaba enamorado del pelinegro, no, por supuesto que no. Nunca se permitiría sentir algo tan absurdo como eso y menos por alguien como el arrogante de Hibari.

Su corazón estaba vacío, como siempre lo había estado. Y eso si realmente tenía uno, ya que nunca lo había usado para amar a alguien, no podía saber si de verdad en su interior existía la capacidad de querer, y si efectivamente la tenía, entonces aún no conseguía encontrarla.

 

“Aunque me dieras las palabras que quiero decirte, mi corazón vuela por las nubes.“

 

Con estos pensamientos en su mente finalmente se durmió, sumiéndose en la dulce inconciencia del sueño, desconociendo por completo que luego se arrepentiría de haber empezado a cuestionar sus sentimientos y que cuando ya fuese demasiado tarde desearía haberse quedado en la bruma de la ignorancia.

 

No mucho tiempo después en una sofocante noche de verano, se enteró de que el pelinegro salía desde hace ya varios meses con Dino Cavallone, encontrándose con ambos (que por lo demás venían de la mano), en la mansión del décimo Vongola cuando asistió a una estúpida fiesta a la cual no tenía ninguna intención de ir y que sólo había ido sin ganas para acompañar a Chrome.

Más tarde supo también que la mayoría de los guardianes ya sabían de esta relación, siendi él, el único sorprendido y extrañamente afecado por esto.

Se sintió como un idiota, a él Kyoya lo buscaba cada vez que quería y nunca se había negado a estár con él; mantenían esa relación libre desde hacía años, en absoluto secreto y sin que nadie nunca se enterase de ello ni lo sospechara y ahora resultaba que el azabache también estaba con Cavallone y todos lo sabían y aceptaban. Le produjo un dolor agudo y cortante en el pecho, un dolor que nunca había sentido antes, pero que también le produjo un nudo en la garganta y un revoltijo en el estómago que lo hizo querer salir corriendo de ese lugar y no volver jamás.

 

“Si tuviera la oportunidad de cambiar algo lo pintaría todo de color negro.

¿Tiene alguien como yo un futuro?, ¿por qué existo en este mundo?“

 

Pero muy mal que se sintiese de ninguna manera iba a demóstrarselo, no iba a concderle el placer de saber cuanto le afectaba el verlo con otro. No iba a rebajar su orgullo a es nivel, no por alguien como él; así que escondió magistralmente todos esos sentimientos que lo atacaban y simplemente puso en su rostro su sonrisa sarcástica de siempre

-kufufu~ nunca me hubiese imaginado que estarías interesado en algo como una relación romántica, tú que lo único que pareces saber hacer es ladrar como un perro y mordér -dijo con voz indiferente y lanzándole una mirada fría como el hielo.

Hibari le miró a los ojos de la misma forma

-Mis intereses no son de tu incumbencia, pero acertaste en algo. Sí que disfruto morder hasta la muerte a herbívoros como tú, Rokudo mukuro -sacó sua tonfas y dio un paso al frente.

-Oya oya, ¿así que quieres pelear? -sonrió y su tridente apareció en su mano de la nada -pues no me negaré

Acto seguido, el uno se lanzó en contra del otro. Algunos de los presentes intentaron separarlos mientras que otros se limitaron a observar sin atrevetse a intervenir.

Finalmente y tras unos cuantos golpes mutuos, los demás guardianes lograron separarlos, Mukuro se limpió el hilo de sangre que resbalaba de su labio herido con el dorso de su mano enguantada mientras veía como Dino tomaba del brazo a la alondra y tiraba de él hasta sacarlo de allí, ganándose un tonfaso en las costillas y una amenaza.

Y así nuevamente el pelinegro lo dejaba atrás.

Y Mukuro seguía siendo incapaz de alcanzarlo.

 

“¿Lo que siento es tristeza o dolor?, ni yo misma lo sé.

Estoy cansada de seguir caminando, tampoco puedo entender a la gente. Si tuviera la oportunidad de cambiar algo de mi, me pintaría de color blanco inocente.“

 

 

Todo lo que veía desde encima del hombro de la nube era la pared del fondo de la habitación. Sus jadeos y la rápida respiración ajena inundaban sus oídos y el lugar

-¡ahh!...ngh...ahh...-Hibari lo embestía una y otra vez sin compasión ni delicadeza alguna, casi con ira contenida. Su espalda estaba contra la pared y sus piernas desnudas se aferraban a la cintura del pelinegro, mientras éste lo sostenía de las caderas y mordía su suave y dulce cuello hasta hacerlo sangrar.

¿Como había terminado así con él nuevamente?, no podía ni pensar en ello, sólo podía sentir como atacaba su interior sin descanso mientras se aferraba a su espalda clavando sus uñas en la camisa del azabache. Sus ojos lloraban sin que pudiese evitarlo por el dolor, Kyoya buscó sus labios una vez más para depositar en ellos beso demandante y salvaje al que el peliazul intentó corresponder mientras su cuerpo era consumido por la mezcla de dolor y placer que lo poseían con violencia

 

“Mientras el tiempo transcurre, siento que mi angustia gira a mi alrededor.

No siento nada por la despedida de tu corazón. Ni lo sé ni me importa.“

 

Una vez más se dejó llevar por él, una vez más le permitió que tomara todo de él sin saber aún porque lo hacía y desconociendo por qué sentía todavía ese profundo dolor en su pecho.

La mano de Hibari apretaba dolorosamente su miembro, impidiéndole así correrse mientras su cuerpo sufría espasmos y continuaba siendo embestido por el azabache, que ahora se dedicaba a marcar su hombro desnudo con sus dientes.

-¡Ahh!...K-kyoya...-le provocaba dolor y la necesidad de correrse y liberarse se le hacía cada vez más insoportable a cada segundo que pasaba, ya no podía más, sentía que se desmayaría si esto no terminaba pronto

-Q-quiero...t-terminar...-susurró en su oido con dificultad y cerrando los ojos- y-ya no puedo...

-¿En dónde que quedó tu arrogancia y altanería ahora, herbívoro? -contestó con burla. Estaba furioso con el, y en ese momento solo quería desquitarse y borrar esa estúpida sonrisa de su rostro.

Pero también estaba enojado consigo mismo por las sensaciones contradictorias que le provocaba Mukuro. No lo soportaba, simplemente no lo soportaba y lo detestaba.

 

 

“No me conmuevo. Simplemente me dejo llevar a través de las grietas del tiempo.

No sé nada sobre lo que me rodea, yo soy yo, y eso es lo que importa.“

 

 

Con un gruñido ronco finalmente se derramó en su interior y soltó su agarre permitiéndole al ilusionista correrse también, cosa que hizo escasos segundos después, arqueando su espalda y sintiendo corrientes eléctricas que lo atravesaban, cerrando sus ojos y echando la cabeza hacia atrás con un gemido naciendo de su garganta.

 

“¿Es esto un sueño o la vida real? Hablar no merece la pena.“

 

Tras terminar, su cuerpo quedó laxo y flácido entre sus brazos, completamente agotado y adolorido. Apoyó la cabeza sobre su hombro con los ojos cerrados, abrazándolo mientras lentamente su respiración se normalizaba al igua que los latidos de su corazón.

Kyoya lo levantó de las caderas y salió de su interior. Pensó que seguramente no podría sostenerse en pie, así que lo tomó en sus brazos, Mukuro no se movió ni dijo nada, entonces Hibari miró su rostro y se dio cuenta de que se había dormido.

Las comisuras de sus labios se elevaron imperceptiblemente al ver sus rostro durmiente todavía con el sonrojo tiñendo de carmín sus blancas mejillas. Lo cargó hasta la cama y lo depositó en ella con delicadeza.

Observó su figura delgada y perfecta, y se preguntó por qué a veces alguien como él se comportaba de esa forma tan sumisa, entregándose voluntariamente sin quejarse ni reclamarle. Se preguntó también cual podría ser el motivo de que algunas veces pareciera triste.

Y tampoco comprendía por qué a pesar de estár con el rubio y sentirse a gusto con él y su compañía, por que a pesar de eso no podía desprenderse de Mukuro ni borrarlo de sus pensamientos, ¿acaso sería odio?, no, hace bastante tiempo que había dejado deodiar al ilusionista, ahora sólo le causaba irritación y un fuerte sentimiento de posesividad hacia él.

Si, eso era. El peliazul era suyo, su cuerpo le pertenecía y nadie más podía tocarlo, mordería hasta la muerte a quién tuviera el descaro de intentarlo y por mucho que estuieta con el potro no estaba dispuesto a dejar a Mukuro, quizás incluso preferiría perder a Dino antes que al ilusionista.

Se agachó y recogió la gabardina negra de Mukuro que estaba en el piso alfombrado del lujoso cuarto de hotel y lo cubrió con ella. Se inclinó sobre su rostro y depositó un suave beso en su frente, cosa que nunca haría cuando el peliazul estuviese despierto. Acarició tenuemente su mejilla con las yermas de los dedos y después se alejó de él.

Arregló su ropa que estaba un poco desordenada y tomó su chaqueta del sofá, abrochó su pantalón que hasta el momento había estado desabrochado y a continuación abandonó la habitación tras echarle un último vistazo a Mukuro que dormía profundamente.

Notas finales:

Bueno, espero ke les haya gustado^^

el siguiente y ultimo capitulo lo subire pronto, ya ke esta listo.

saludos y espero sus comentarios ^^

bye bye!!


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