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El rastro de tu sangre en la nieve por amaterasu5620

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Notas del fanfic:

Como siempre One piece y todos sus personajes son propiedad de Eichiro Oda.


El único fin de este fic es el de entretener y solamente puedes encontrar este fan fic en amor-yaoi

Notas del capitulo:

Hola ^_^… les traigo un nuevo fan fic >=< esta vez y a petición de algunas es MiZo .. >.<.. espero y les guste

Lo cierto es que la paz es efímera puede ser tan larga como las eras y aun así ser tan frágil como el primer botón de Sakura que cae de un árbol al inicio del otoño e incluso pueden pasar años hasta que esta se extienda , la paz busca unión, seguridad, tranquilidad, en cambio una guerra trae violencia, sufrimiento, muerte,  es eterna, se extiende con facilidad y detenerla es casi imposible.

 

Las guerras se dan en busca de la paz aun si para “encontrarla” primero deba de ser destruida, todo comienza en una pequeña y pacifica provincia del imperio japonés totalmente ajena a lo que estaba por ser desatado.

 

Para esta época del año la nieve ya lo cubría todo, dejando a su paso una gruesa capa de hielo, el silencio reinaba aquel día a causa del clima de la noche anterior muchos de los habitantes habían decidido dejar sus trabajos ya sea en el campo en el caso de la mujer o quizá de pesca en el caso de los hombres, esa tarde todos yacían descansando todos salvo un hombre y sus dos mejores pupilos.

 

El único Dojo de la provincia tenia como regla primordial “ mientras la luz del sol ilumine el cielo, todos los días serán días de trabajo”  y así era pese a la capa de hielo que casi les llegaba a la cadera un niño de no más de 10 años, peliverde, moreno, para su edad un poco bajo; y una niña de unos 12 de pelo azul oscuro hasta el cuello de piel blanca, se enfrentaban entre si con espadas de entrenamiento que según ellos en un principio eran inútiles, pero su maestro un hombre de mediana edad de pelo negro largo, de gafas y  de dulce expresión les había cambiado el panorama derrotando a ambos con una de aquellas espadas mientras a ambos chicos se les habían dado verdaderas.

 

 

Esta vez el entrenamiento era diferente nunca antes Zoro había podido mantenerse por más de 10 minutos frente a Kuina más aun fuera del tibio dojo en la fría nieve, había algo que le hacia mantenerse y ese algo había sido la promesa que se habían echo ambos chicos un par de noches atrás, ambos se prometieron el convertirse en los dos mejores espadachines que alguna vez hubieron en Japón. 

 

Aquella promesa echa de corazón ahora era lo más importante para ambos tanto así que era lo único que había en sus mentes, un poco alejado de ellos yacía su maestro sentado en una roca cerca al estanque de aquel gran dojo, observaba detenidamente a sus pupilos, algo arrepentido en su interior por haber accedido a entrenar a su propia hija en un arte claramente machista, por enseñarle algo que se prohibía hacer en las mujeres pero no pudo evitarlo al ver el entusiasmo de la pequeña accedió y poco después de ello un niño forastero llego para pedirle lo mismo.

 

Y aquí estaban un año después avanzando a su parecer bastante rápido quizá algún día lograrían aquella promesa , en ese momento un pequeño niño apareció interrumpiendo las especulaciones del hombre y el entrenamiento de Zoro y Kuina. Diciéndole al hombre que un grupo de extraños se dirigían hacia el dojo buscándole.

 

Y en ese momento hicieron presencia 10 hombres, 9 de ellos de caminata todos vestían *Hakama de diferentes tonos, en su mayoría de pelo largo y recogido, de miradas duras y severas, y por ultimo y más importante katanas de todo tipo, el ultimo se encontraba sobre un gran equino de vestimenta mucho más ostentosa y fina que el resto se podría decir que su mirada era 2 o 3 veces más severa que las del resto lo que demostraba su autoridad ante todos.

 

No tenia ni la más mínima duda de que era estos hombres y para reforzar aun más sus pensamientos noto  un paño atado a uno de los brazos de todos los hombres con empleas imperiales algo que de por si solo poseían guerreros directos del mismo emperador o podría ser subordinados de algún **Shogun.

 

 Los hombres entraron sin ser invitados pasando de largo cualquier honorifico o respeto para el lugar y su propietario.

 

 

“- el emperador y su país le necesitan-“ le dijo el hombre sobre el animal con voz autoritaria. Comenzando así una larga platica con el padre de Kuina.

 

Uno de los guerreros ignoro la platica que se estaba llevando entre su señor y aquel pueblerino y dirigió su atención al par de pequeños que pese a la interrupción habían continuado con lo que hacían.

 

“- una mujer haciendo uso una espada, no debería de estar preparando la cena actividad que si es propia de una mujer-“ dijo aquel hombre con un tono de total desaprobación y de cierta manera la forma en la que se expreso el guerrero no estuvo clasificada como pedante durante este tiempo solo a las mujeres de gran estatus social seles permitía esta practica y encontrar a una pequeña hija del dueño de una según el minúscula escuela de artes de guerra era impropio.

 

La sangre le hirvió de escuchar aquella estupidez dicha por aquel hombre, no había nada que le pusiera de peor humor que tratasen a su compañera como inferior solo por ser mujer, ni siquiera  se tomaba el tiempo para ver lo excelente que esta era.

 

“- y a ti que más te da Ku…-“ la mano de su amiga en su hombro le interrumpió sabia más que nadie que aquel tema era muy doloroso para ella.

 

-       ven aquí- el hombre tomo bruscamente a la pequeña halándola

-       suéltala- le dijo Zoro haciéndose en medio del espadachín y Kuina demostrando el gran valor que poseía, pero aun que poseía gran valor su fuerza no fue suficiente como para detener al hombre quien con un  simple golpe lo saco de su camino y llevo a la niña frente al shogun.

 

Y allí le informo lo que había visto y le recordó que esto era impropio para una mujer y que según lar ordenes recibidas de los altos el castigo a recibir era la muerte.

 

- eso es una estupidez- dijo Zoro rápidamente al escuchar el castigo que recibiría su amiga- por que no cumplen sus deberes en vez de estar dictando cualquier clase de…-

 

 

-¡ZORO!- le reto su maestro deteniéndole al tiempo en que desenfundaba su inseparable espada blanca que según como el pensaba algún día pertenecería a su hija- no te metas- continuo sabiendo de más que no tendría ninguna oportunidad contra un guerrero del emperador, pero aun así no podía el permitirse el seguir viviendo con la carga de que pudo haber echo algo por su pequeña un si eso era lo más insignificante.

 

 

Ninguno de los hombres presente intento ayudar simplemente que quedaron allí divisando algo que más que una batalla entre dos hombres parecía suicidio.

Sin poder evitarlo el padre de Kuina fue derrotado por lo que la niña corrió en su ayuda al igual que Zoro y cual fue el resultado de eso en menos de 10 minutos  allí estaba el frente a dos cuerpos inmóviles, dos cuerpos que representaban lo único que amaba y lo único que alguna vez quería. No lo había logrado, su maestro no había sido competencia con aquel guerrero.

 

-tranquilo con el tiempo vas a entender el por que lo hice- el espadachín paso su manos por los verdes cabellos del niño y así siguió su camino como si eso nunca hubiese ocurrido.

 

Y así fue el primer combate real de Zoro, el pequeño termino inconsciente una parte de ello debido al gran esfuerzo y otra más palpante para el fue el presenciar la muerte de la que el consideraba su familia. Un par de días después sus ojos de nuevo se abrieron salvo que esta vez no fue el mismo Zoro quien despertó.

 

Al poco tiempo el Dojo ya poseía nuevo dueño un viejo guerrero y sus dos nietos quienes no dudaron en vivir junto al peliverde ya que en lo que llevaba en aquel pueblo se habían echo grandes amigos, pero aun así el pequeño se rehusó dejando en claro que ese lugar ya no era más su hogar, y así decidió marcharse en busca de su propio camino, llevándose consigo únicamente una katana de blanca funda que le recordaría de ese momento hasta el final de sus días a su querida Kuina y su promesa de corazón.

 

Y así sucedió dejo toda atadura atrás y partió a un gran y muy largo viaje en el que aparte de fortalecer su espada lo hizo su mente, el tiempo paso a veces lento otras veces tan veloz que nunca lo noto,  9 años pasaron frente a sus ojos. 9 años en los que no solo el había cambiado la era de los espadachines llego trayendo consigo una vida militar, rígida e inflexible.

 

 

De nuevo por aquella pequeña provincia parecía que los años nunca hubiesen pasado todo estaba exactamente igual salvo claro esta que esta vez lo veía todo más pequeño lo cierto es que el había cambiado demasiado tanto así que aun pasando junto a viejos amigos estos no le reconocían.

 

Mientras caminaba por las pequeñas calles algo se le hizo extraño casi no habían personas transitando por ella, ya que era un pueblo pequeño pero siempre o por lo menos hasta donde recordaba esta calle en especial era de las más concurridas.

 

En ese momento una voz llamo su atención, aquella voz le hizo detener su caminata y posar sus ojos en el propietario de aquella, si sin duda era el más viejo pero no tenia ninguna duda aquella postura, aquel rostro todo era igual, igual al día que siempre estuvo en su memoria por 9 años, sin poder evitarlo al igual que en aquel entonces la sangre de sus venas subió de temperatura, más aun al fijarse lo que hacia alegando ser autoridad tomaba todo lo que le daba la gana.

 

A pasos lentos pero seguros se acerco a el “- si eres autoridad no se supone que debes proteger no aprovecharte de tu posición-” prácticamente escupió aquellas palabras con rencor hacia el hombre que una vez hacia mucho tiempo le había arrebatado lo más preciado.

 

El hombre volteo a verle con mal humor y no dijo nada sola mente desenfundo su katana y se lanzo a atacar al extraño sujeto que según el había aparecido de repente a lo que el peliverde respondió desenfundando solo una de sus espadas respondiendo a cada golpe solo con el uso de una de sus manos.   

 

Poco a poco un pequeño grupo de espadachines se acercaron para verles entre ellos se encontraba uno de los señores feudales del momento quien de cierta manera veía entretenido, junto a el yacía un hombre de mirada determinaba, fría y profunda, de cortos cabello color negro que fácilmente se intereso más que en la pelea en el gran espíritu que pudo percibir en el más joven de los espadachines .  

 

En cuanto a Zoro este hombre no tenia comparación con el con un par de simples movimientos ya le tenia rodeado ya no tenia siquiera su katana y lo único que lo graba era esquivar uno que otro golpe, sin más se acerco quedando a centímetros del hombre- “tranquilo con el tiempo vas a entender el por que lo hice”- le dedico media sonrisa al hombre que le miraba con temor al recordar al pequeño niño al que una vez dedico la misma frase. Y con un solo sablazo más todo termino.

 

 

En el momento en  el samurái callo muerto sobre el suelo el señor feudal le hizo un ademan al pelinegro por lo cual este se dirigió directo hacia el peliverde.

 

 

En el instante en el que el  joven espadachín percibió una nueva presencia tras el se movió con agilidad encontrando ahora frente a el un hombre un par de años mayor, no traía vestimentas similares al resto de más estaba decir que no eran japonesas***, en si se veía claramente que aquel hombre era extranjero, de aura enigmática, sus ojos eran realmente profundos, recordó entonces un rumor que recorría por completo el país se hablaba de un hombre cuya mirada era similar a la de un halcón, cuya espada era imposible de detener le llamaban “ojos de halcón Mihawk”.

 

“- en realidad me gustaría darte las gracias por terminan de una vez con semejante escoria- lentamente desenfundo su gran espada negra”- pero me temo que esto no me es posible-” aquellos ojos profundos color dorado se posaron directos en el “- acabas de asesinar a uno de mis compañeros irremediablemente tendré que hacer lo mismo contigo”-

 

Ante aquello el peliverde no dijo nada simplemente tomo sus otras dos katanas y las acomodo tomando una con su otra mano y poniendo una en su boca ”Santoryu” se dijo mentalmente el pelinegro viendo como el peliverde se ponía en posición.

 

Ninguno de lo dos dijo algo más, el primero en atacar fue el peliverde cuyos movimientos fueron fácil mente detenidos,  la gran agilidad de ojos de halcón hacían ver todos sus ataques y técnicas como un juego de niños es más el hombre ni siquiera había utilizado su espada más que para detener uno que otro golpe.

 

-       esperaba algo mejor- dijo el peli negro- pero lo cierto es que subestime tu espada- en tono en su voz demostraba superioridad lo cual le cabreaba no se la había pasado años entrenando fuertemente para que cualquiera le dijera eso.

 

No permitiría que cualquiera le dijera que  su técnica era patética nunca, sabia que debía entrenar aun mucho más si lo tenia más que claro y si ese tipo creía que con sus comentario desistiría de lo que hacia estaba equivocado estos solo hacían que aquella promesa fuera cada vez más y más fuerte.

 

Por el mismo, por su sueño, por su maestro, por Kuina se dijo mentalmente el peliverde al hacer su ultimo movimiento, la mejor técnica que tenia, a lo que por primera vez en lo que llevaban combatiendo el pelinegro movió su arma.

   

 

-       he perdido- dijo en un susurro el peliverde notando como el filo de dos de sus queridas espadas se destruía y caía por pedazos al suelo, se dio media vuelta y soltó el mango de estas al tiempo en que alzaba sus brazos y con su cuerpo formaba una cruz.

 

-       ¿pero que haces?- le dijo el peli negro viéndolo directo

 

-       prefiero la muerte antes que la derrota- respondió este con una sonrisa.

 

-       jum… no veas la vida como algo tan simple- y sin más paso su gran espada por todo el tórax del peliverde desgarrándole profundamente, parte de aquella calle se mancho con la cantidad de liquido carmesí que se esparcía con rapidez de la herida hacia el suelo y solo fueron necesarios un par de minutos para que el joven espadachín peliverde callera contra el asfalto de piedra.  

 

 

Sus ojos se abrieron de par en par lo primero que pudo ver fue el techo de un extraño lugar, trato de levantarse pero un fuerte dolor su pecho y parte de su abdomen le detuvieron, ahora sus ojos fuero directo al lugar que le causada dolor, lo único que encontró allí fue su torso cubierto por blanco vendajes manchados por su misma sangre. Aun así lo le dio mucha importancia y de nuevo trato de levantarse.

 

-       es imposible que lo consigas en ese estado- le soltó una gruesa voz- es algo profunda, con un par de pasos morirías por falta de sangre- continuo Mihawk aun viendo los funestos intento del chico por levantarse.

 

-       no moriré por algo tan ridículo…- le respondió Zoro con voz agitada por el esfuerzo.

 

-       desde hoy serás mi discípulo- dijo secamente ojos de halcón para poco después levantarse de donde estaba y dirigirse a la salida       

 

-y por que debería de  acceder a lo que dices- dijo de mala gana el joven espadachín mirando directamente la espalda del moreno.

 

-solo acato ordenes mocoso - respondió al peliverde deteniendo su salida- te sugiero y también las aceptes o terminare lo que estaba haciendo- le dijo fijando sus ojos en el pecho del peliverde por unos momento para después salir de aquella habitación.

 

 

 

 

*el hakama es el traje típico utilizados por los Samurái.

 

** para l@s que no saben el Shogun era el titulo militar más alto que solo podía ser dado por el emperador.

 

*** Es la ropa que siempre trae Mihawk, solo que me dio flojera explicarla >.<.

 

 

Notas finales:

Y que tal ? ^_^ lo cierto es que es más el prologo, en el siguiente cap es donde de verdad comienza la hitoria +_+… espero y de verdad les allá gustado y me lo hagan saber con algún comentario y o critica constructiva  :P.

 

 

 

Hasta el prox cap  >3<. 


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