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Entre Telas por Fyrea

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Notas del fanfic:

Me demoré un kilo en subir este shot, así mucho muchote :c Tenía todas las ideas en mi cabeza, pero no tenía tiempo para escribir… estaba escribiendo a goteras… Pero anoche al fin lo terminé… (:

 

Espero les guste! n-n

Notas del capitulo:

Jongkeeeeeeey! Otra vez! jasjajsajsa (:

Sé que ya el verano termina para muchos/as (a mí sólo me quedan tres semanas para entrar a clases D:) pero pasé todas las vacaciones trabajando, así que no tenía mucho tiempo para escribir... Pero bueno, aquí está mi versión de cómo pasarían sus vacaciones nuestro querido Jongkey sino estuvieran en un grupo idol xD jasjajsajsjasa...

Espero les guste, lo disfruten 1313 y me dejen sus comentarios... n-n

Quedaba una semana para que empezaran las vacaciones de verano y aunque no se iría de vacaciones a algún lugar en especial como lo harían varios de sus compañeros, él esperaba con ansias el poder comenzar en su trabajo de verano.

 

Todo había sido gracias a su gran currículum de actividades extra escolares en el taller de vestuario, como se encargaba de decir a todo quien le preguntaba cómo había conseguido que tan renombrado modista de la ciudad lo aceptara como su ayudante. La verdad era que había andado de suerte, la asistente había renunciado justo la mañana en que él había ido, con pocas esperanzas, a preguntar por trabajo y el modista no tenía otras alternativas, y aunque Kibum le había caído como enviado del cielo, el modista jamás se lo diría. Pero el punto era que lo habían aceptado, y eso era todo lo que le importaba. Pasaría el verano entre agujas, huinchas de medir, hilos y la suavidad de las telas.

 

 

 

~*~

 

 

 

Jihoo era un excéntrico detallista, pero era porque lo demandaba su trabajo, como se repetía Kibum cada vez que estaba a punto de tirar todo por la borda frente al tono de mando del modista. Estaba decidido a no dejarse avasallar por él y a aprender todo lo que le fuera humanamente posible.

 

 

 

Durante la mañana habían asistido algunos modelos a tomarse unas medidas para unos trajes que estaba preparando Jihoo para quién sabía cuál de todos los desfiles que tenía a su cargo dentro de las próximas semanas.

 

Llevaba tres días trabajando con el modista y sentía como si fueran tres semanas. Todo era ir y venir, tomar medidas, llamar a los proveedores de telas, llamar a los modelos, surcir, descoser y volver a surcir cuando al más diva de ambos se le ocurría que debía hacerse todo de nuevo porque no le había gustado como quedaban las cosas, ganándose un par de malas palabras –dichas mentalmente, claro- por parte del menor, y así todo el día, con suerte tenía tiempo para un respiro.

 

Para finales de la tarde, cuando pensó que ya tenía un momento de relajo al fin decidió ir a recostarse al ‘salón de ensueño’ como le nombró mentalmente a una pequeña sala donde Jihoo llevaba todas las telas que no serían ocupadas en la temporada, ya fuera porque no iban con las tendencias de la estación, por pasadas de moda o porque no le gustaban una vez ya compradas. Pero bastó con que abriera la puerta del salón para que el sonido del timbre lo trajera a la realidad. La tarde aún no había terminado.

 

Arrastró los pies hacia la puerta y la abrió dejando pasar a quién fuera que estuviera allí, sólo quería saber de qué se trataba, dejarle ir rápido y así poder ir a disfrutar del saloncillo por unos momentos antes de su hora de salida, pero cuando reparó en la persona que se había adentrado por la puerta su corazón comenzó a latir de un modo arrítmico y ensordecedor que le quitó todo el agobio del día trabajado.

 

El chico, aunque más bajo que él, se veía de un cuerpo envidiable, su piel morena era totalmente tentadora y sus ojos exhalaban un aire a ternura que carecía de coherencia con su apariencia de macho rudo.

 

- Amm... Disculpa, ¿Jihoo está por aquí?

 

- Perdón, y tú eres...? – le dijo de un modo altanero, intentando volver en sí.

 

- Oh, sí, lo siento. – le contestó el más bajito con una sonrisa. – Jonghyun, el mensajero de Jihoo – se presentó extendiéndole su mano.

 

¿Jihoo? Deben de tener mucha confianza como para que lo tutee, pensó el rubio.

 

- Kibum, su ayudante – dijo mientras devolviendo el gesto y recibiendo lo que percibió como una descarga eléctrica, lo que hizo que soltara inmediatamente aquella mano. – Iré por Jihoo. – Le avisó y se fue raudo hacia el estudio donde se encontraba el modista.

 

Luego de avisar que había llegado su mensajero, le comentó que ya era su hora de salida, hizo una reverencia a modo de despedida y fue en busca de sus cosas.

 

Antes de ir por su bolso, se metió en el baño y mojó repetidamente su cara con el agua fría que brotaba de la canilla, su corazón aún seguía acelerado por el eléctrico contacto. ¿Qué pasaba con aquel chico? ¿Iba dándole descargas eléctricas a todo el mundo así como así? ¿Qué había sido aquello? No quería pensarlo, de todos modos, simplemente era un chico como cualquier otro, el mensajero de Jihoo y ya, no había nada más que pensar.

 

Al salir del baño, y antes de que el modista pudiera deshacer el gesto, notó que Jihoo le desordenaba el cabello al moreno de un modo un tanto ¿juguetón? y que más encima le sonreía –cosa que Kibum creía que era imposible en él, hasta ahora-.

 

- Adiós – musitó al pasar por el lado de los dos que se encontraban fuera de la oficina de Jihoo, pero antes de que pudiera salir por aquella puerta tan rápido como él deseaba, la voz del modista lo llamó.

 

- ¿Sí? – contestó a su llamado dándose vuelta para verlos, y encontrarse con la mirada de Jonghyun, quien lo observaba con completo descaro.

 

- Mañana a las ocho y media en punto, hay muchas cosas que hacer – le recordó el mayor de los tres con ese dejo de altanería tan usual para él.

 

Kibum sólo miró al modista unos segundos para asentir con la cabeza, luego fulminó con la mirada al moreno que no le había quitado los ojos de encima y se marchó.

 

 

 

Al día siguiente llegó al trabajo con precisión de relojero. Abrió la puerta con la copia de la llave que le había entregado Jihoo en su primer día de trabajo y luego abrió el armario que estaba justo detrás de la puerta de entrada para dejar su chaqueta y su bolso. Apenas abrió el armario, un curioso papel de un azul algo desteñido pegado en el reverso de la portezuela le llamo la atención. Era uno de esos post-it que usaba él para anotar los recados que llegaban al teléfono cuando el modista no estaba. Lo tomó y leyó una caligrafía desconocida, pero que al instante pudo hacerse una idea de quién era.

 

Un placer conocerte, Kibum. 

 

                                J.”       

 

 

 

Aquel bajito era un atrevido, de seguro se traía algo con el modista y el muy descarado se atrevía a dejarle notas comprometedoras. Arrugó el papel haciendo un mohín y lo metió en el fondo de uno de los bolsillos de sus ajustados vaqueros color rosa.

 

 

 

El resto del día no tuvo tiempo para volver a pensar en aquella nota ni en quien la había escrito, como ya se había hecho costumbre todo era ir y venir, pero a pesar de lo acelerado de su oficio estaba disfrutándolo, además de que sin importar lo ocupado del día siempre había un momento de relajo en el que podía ir a zambullirse entre las telas de su ‘salón de ensueño’. Eso, sumado a que ese asombroso y glamoroso mundo de la moda era todo lo que él deseaba en su vida. No se arrepentía de haber tomado aquel trabajo.

 

 

 

En esos ir y venir, cortar y coser, se fue casi una semana en la que, a veces, recordaba al moreno más que nada cuando se tomaba un respiro para descansar entre las telas del saloncillo, la verdad era que lo que recordaba era aquel choque eléctrico en su saludo y aquella nota en el armario, desde luego, pero apenas lo rememoraba movía la cabeza en señal de disgusto consigo mismo. No podía ser que alguien que no había visto por más de diez minutos y que no fuera él mismo, lo que era más preocupante aún, se estuviera ganando sus propios pensamientos.

 

Aquel miércoles por la tarde, como todos los días luego de ir por su bolso y su chaqueta al armario, se despidió de Jihoo, recibiendo un seco “hasta mañana” por respuesta y se retiró. Apenas abrió la puerta se encontró de frente con Jonghyun, que algo sorprendido retiraba su mano del camino que había tomado hasta hace unos segundos hacia el timbre.

 

- Hola, Kibum – le saludó con una sonrisa que removió algo en el estómago del rubio. No almorcé bien, eso debe ser, pensó Kibum.

 

- Hola. – Fue la simple respuesta que dio.

 

- No pensé que te encontraría aquí a esta hora.

 

- Se me hizo tarde, pero ya me voy, no te preocupes. – Pueden hacer lo que quieran tranquilos, se dijo a sí mismo en su fuero interno haciendo una mueca despectiva en sus pensamientos. – Adiós – se despidió y salió esquivando al moreno.

 

Caminó por el pasillo enfurruñado consigo mismo por sentirse enojado sin razones aparentes ni razonables y no volvió la vista atrás en ningún momento aunque no había sentido que Jonghyun cerrara la puerta detrás de sí al entrar. Por la misma razón no pudo ver que Jonghyun aún lo observaba desconcertado en el umbral de la puerta por su modo de hablarle y que no le hubiera dicho nada –ni positivo ni negativo- acerca de la nota y que sólo después de que se adentrara en el ascensor al final del pasillo se dispuso a buscar a Jihoo en su estudio.

 

 

 

Con el transcurso de las semanas, y de una manera extraña para Jihoo, Jonghyun comenzó a ir cada vez más temprano por sus encargos y encomiendas; y Kibum parecía cada vez más irritado. O él estaba siendo demasiado paranoico o algo raro estaba pasando allí, pero la verdad era que no tenía ni tiempo ni cabeza para ello, dentro de unas semanas tendría un gran desfile a su cargo y, como siempre, no podía darse el lujo de fallar ni aunque fuera en el más mínimo detalle.

 

 

 

A medida que quedaba menos tiempo para el día D, Jihoo le encargaba más trabajo a Kibum, y éste, para cubrir todas las órdenes del mayor de la mejor manera, comenzó a trabajar hasta más tarde aunque el modista no le pagara ni un peso por horas extras. ‘Amo mi trabajo, amo mi trabajo’. Ese era el mantra que se repetía cada vez que se sentía demasiado cansado como para hacer absolutamente nada.

 

Al igual que los últimos miércoles Jonghyun llegó esa tarde poco antes de las cinco (normalmente acudía allí, pasado las cinco y media de la tarde) y a la usanza de aquellos días, Kibum lo recibió con una mueca indefinida en el rostro que Jonghyun prefería interpretar como un intento de sonrisa que no le salía bien a causa del cansancio. Apenas hubo abierto la puerta el rubio se dirigió a la cocina por un vaso con agua para luego volver a lo suyo, sin percatarse que Jonghyun lo seguía hasta que sintió una bolsa siendo depositada en un mueble junto a la puerta.

 

- ¿Necesitas algo? -  escrutó al moreno con una ceja alzada.

 

- La verdad es que creo que quien necesita algo eres tú… – Kibum lo miró perplejo – y para tu suerte, yo tengo lo que necesitas. – acotó Jonghyun guiñándole un ojo y con una sonrisa de oreja a oreja.

 

- ¿Se puede saber qué es lo que tienes tú que pueda necesitar yo? – le preguntó remarcando los pronombres.

 

- Comida pues hombre ¿qué si no? – comenzó a buscar dentro de las bolsas que había traído consigo a vista y paciencia de Kibum, quien no dejo pasar desapercibida una risita maliciosa escapándose de entre los labios del mensajero. – Ya que no has almorzado decentemente en todos estos días, te traje esto – le dijo sacando una hamburguesa de un envase del take-away que quedaba a dos cuadras de allí, ganándose una risa sarcástica de parte del más alto.

 

- ¿Cómo sabes tú que yo no he almorzado decentemente? Además, para ti ¿eso es... ‘decente’?

 

- Bueno, lo puedo intuir por todo el trabajo que hay aquí debido al próximo desfile de Jihoo, y al menos eso te alimentará más que el agua. Pero si no lo quieres... me lo llevo – dijo haciendo amago de poner la hamburguesa de regreso en la bolsa.

 

- No-no... sí la quiero – dijo eso último entre dientes, con pocas ganas de reconocer que se moría de hambre y que la hamburguesa por mucho que no pudiera llamarse una comida ‘decente’ le saciaría al menos.

 

Jonghyun se la entregó entre risas mientras Kibum tomaba uno de los taburetes para acercarlo al mueble y poder comer.

 

- ¿Gracias? – musitó el moreno que entretenido veía comer a Kibum.

 

- De nada – fue la respuesta altanera que obtuvo y que aún así le sacó otra sonrisa. Kibum lo veía de soslayo y se preguntaba cómo aquel chico podía ser tan amable cuando él no le correspondía para nada con el trato.- Gracias – logró mascullar mientras aún mascaba un pedazo de hamburguesa.

 

- De nada – le sonrió y apretó una de sus mejillas con suavidad, para luego salir en rumbo al estudio de Jihoo. Algo se removió en el interior de Kibum.

 

 

 

Desde aquella tarde, el rubio intentó ser más amable y en lugar de una mueca su recibimiento iba a acompañado de un “¿cómo estás?”, pero la simpatía no era tanta como para hacer durar una conversación, sin contar que el rubio ya casi ni respiraba por los últimos detalles para el desfile que traía de los nervios a Jihoo y de pasadita a él mismo, pero eso sólo era un adicional a las sensaciones que se asentaban en él cuando notaba la cercanía entre el moreno y el modista

 

 

 

Ya llevaba mes y medio trabajando con el reconocido modista Jihoo... y las cosas no hacían nada más que ponerse color de hormiga. Sólo faltaban tres días para el desfile y la cuenta regresiva traía al modista en un nivel de histeria que Kibum no había visto jamás en su vida, siquiera en él mismo cuando su madre mezclaba sus camisetas rosadas con las blancas y tanto las primeras como las segundas quedaban inutilizables.

 

Aquella tarde, ya llegaba a su fin, o eso esperaba él; estaba en las últimas fuerzas y si tenía que ver a una sola modelo más por ese día estaba seguro que le gritaría hasta de lo que se iba a morir la pobre chica, del puro estrés que se cargaba.

 

Jonghyun y Jihoo se encontraban encerrados en el despacho de éste último. Llevaban como veinte minutos dentro y él ni enterado de qué tanto podía estar pasando allí, algo le saltó desde el pecho al estómago con tan sólo hacerse una imagen de lo que podría estar pasando entre esos dos.

 

Se sobresaltó al sentir que la puerta se entreabría y escuchó que el mayor le llamaba a su estudio. Mientras se iba acercando vio salir a Jonghyun quien, al pasar por su lado, se le acercó como para contarle un secreto.

 

- Suerte – le dijo en un susurro. – Anda de un humor de los mil demonios, nada podría calmarlo hoy. – ‘Ya me imagino que intentaste de todo, ¿no?’ pensó el rubio con desdén y se adentró en el estudio apenas dándole una mirada con enfado al moreno. Ya siquiera se preocupaba en disimular cuánto le molestaba la extraña y peculiar cercanía entre el modista y el más bajo.

 

- Kibum – Jihoo llamó su atención apenas hubo cerrado la puerta detrás de sí. – Iré al grano porque no tengo tiempo. Sabes muy bien que éste sábado tengo un importante desfile fuera de la ciudad por el que he trabajado durante todo este mes – Hemos trabajado, le corrigió mentalmente. – Pero también sabes que no es lo único que tengo que hacer, así que necesito que me cubras el sábado aquí. Sé que no trabajas los sábados, pero toma en cuenta que ese día te lo pagaré. Por la mañana vendrán unas modelos para unas pruebas de vestuario y una toma de medidas, y por la tarde vendrán unos proveedores a despachar las telas que pedí, así que debes revisar que estén en buen estado y que sean exactamente las que ordené, ¿entendido?

 

- Yo… s-sí, entendido – fue todo lo que logró decir debido a la avasalladora actitud que había adoptado el modista, eso sumado al hecho de que sabía que con el humor que se traía era mejor no rebatirle en nada, si es que valoraba su vida al menos un poco.

 

Luego de otra media hora de explicaciones - ¿no que tenía poco tiempo?, se decía Kibum cada vez que miraba el reloj que se encontraba en la pared a espaldas del modista – Jihoo lo dejó irse a su casa. Al menos ese día sería relajado, sin Jihoo vigilando cada cosa que hacía como sometiéndolo a trabajar bajo presión para que no cometiera errores y lo que le parecía mucho mejor era que podría disfrutar de el saloncillo al que no había ni podido acercarse en las últimas semanas más que para alejar de la vista del modista ‘esas horribles telas’, las que hasta hace dos semanas podrían haberle parecido espléndidas. Al lado del modista, Kibum se sentía el chico más sencillo del planeta. Y lo cierto era que eso ya era decir demasiado.

 

 

 

El sábado por la mañana, se encontró con todo un itinerario pegado en la pizarra magnética del pasillo. Si le iba a dejar todo por escrito no entendía ahora su necesidad por repetirle todo lo que había para ese día como unas doscientas veces antes de dejarlo ir la tarde anterior.

 

- Maldito perfeccionista – musitó Kibum a sabiendas que nadie podría escucharlo.

 

Tal como estaba programado –según el itinerario-, llegaron quince modelos para pruebas de vestuario a las diez de la mañana en punto. Kibum debió arreglárselas para tomar nota de cada detalle que se necesitara arreglar en los vestidos y trajes de cada uno de los modelos.

 

Después del almuerzo, llegaron las telas de acuerdo a lo ordenado por Jihoo. Le encantó una que venía en color Taus Taupe que se asemejaba mucho al color de su pelo, y le fascinó la que estaba en color Blue Night ya que contrastaba a la perfección con el que se había posicionado como su favorito entre las tendencias de la temporada: Deep Orchid, un rosáceo casi violeta, ‘adorable, pero atrevido’ lo había definido él apenas vio el encargo de telas.

 

Luego de revisar cada una de las telas y despachar al repartidor, se dijo que no había nada más que hacer por el momento, así que con una sonrisa de oreja a oreja se dirigió al ‘salón de ensueño’, pero bastó que se recostara entre la suavidad de los retazos para que un sonido que ya estaba empezando a odiar lo sacara de su estado de relajo. Recompuso su expresión mientras se dirigía a abrir, pero su rostro volvió a tener un cambio repentino apenas vio que era Jonghyun quien llamaba a la puerta.

 

Volvió al centro de la estancia dejando que Jonghyun pasara y cerrara la puerta antes de preguntarle qué hacía un sábado por la tarde allí.

 

- Pues lo mismo de todos los sábados. Vengo por los encargos de Jihoo, tontito – aclaró riendo.

 

- Qué raro, no me dejó nada para ti. – Le contestó Kibum en un tono molesto por cómo lo había llamado el moreno. – Así que te puedes ir, yo estoy muy ocupado – le mintió sólo por lo enojado que le ponía pensar que quizás Jihoo le había dicho que fuera para verificar que cumpliera con sus órdenes. – Creo que perdiste tu viaje – añadió ardido, caminando en dirección a la cocina, suponiendo que Jonghyun habría entendido que la puerta era ancha.

 

Pero en medio del pasillo una mano le dio cuenta de lo equivocado de sus pensamientos. Tomándole por la muñeca, Jonghyun le dio vuelta para verle a la cara y lo acorraló contra la pared.

 

- ¿Se puede saber que te pasa, imbécil?

 

- Pasa que espero que el viaje no haya sido en vano – contestó en un tono sugerente.

 

- ¿Se puede saber de qué hablas? Y podrías soltarme también – dijo dándole un ligero empujón para que entendiera que de verdad quería que lo soltara.

 

- Vamos Kibum, no nos hagamos los tontos.

 

- No me incluyas en tu grupo de amigos, y suéltame de una vez – soltó con enfado, forcejeando para liberarse de la prisión improvisada que había creado Jonghyun.

 

- Kibum, sé cómo me miras y estoy seguro de que sabes que no me eres indiferente – decía cada palabra acercándose un poco más al rostro ya nervioso del rubio.

 

- Jonghyun, detente y suéltame. – Siguió forcejeando en vano. - ¡Jonghyun, ya! Hablo en serio.

 

- Está bien, está bien. Pero Kibum, yo también hablo en serio – dijo siguiéndolo a la cocina.

 

- Jonghyun, vete. No estoy para tus bromas, vete ahora.

 

- Yo no me voy con bromas, ¿por qué lo haría? – dijo con una voz algo tentadora, siguiendo los pasos de Kibum alrededor del mueble de cocina.

 

- Porque tú eres la pareja de mi jefe y prefiero mantener mi trabajo y mi cuerpo en buen estado antes de caer en tentación – dijo haciendo la señal de la cruz sobre sí de forma dramática.

 

Jonghyun comenzó a reír de un modo que Kibum no supo interpretar si es que se burlaba de él o de su relación con el modista.

 

- ¿Se puede saber de dónde sacas que Jihoo y yo somos… pareja? – preguntó el moreno secándose las lágrimas que por el esfuerzo de la risa había derramado.

 

- Pues... pues de cómo se tratan, y la manera tan cercana en que le hablas – dijo Kibum enfadándose aún más por la actitud de Jonghyun, quien aprovechó el momento de distracción para acortar de a poco las distancias.

 

- Kibummie, Kibummie, Kibummie – dijo ya tomando al rubio entre sus brazos mientras este volvía a pelear por soltarse, sin resultados, claro. – Jihoo, para tu información, es mi tío.

 

- P-pero... – intentó rebatir Kibum, sabiéndose desarmado ante esa nueva información, dejando de guerrillear por escaparse de Jonghyun.

 

- Él y mi padre son hermanos; y siendo mi único tío es normal que nuestra relación sea cercana – dijo aún riendo, aunque ya algo más calmado luego de la primera impresión. – Tienes bastante imaginación, Kibum, he de reconocerlo – se burló, ganándose un golpe en el hombro dentro de lo posible que le era a Kibum el golpearlo. – Jihoo y yo – dijo riendo nuevamente, pasando luego a un semblante un tanto más serio. – Aunque no fuera mi tío no me fijaría en él, a mí quien me interesa eres tú.

 

Kibum se sonrojó y volvió a intentar escapar del apresador abrazo de Jonghyun, pero eso no lograba otra cosa más que el moreno lo apretara más aún contra su pecho.

 

- Jonghyun, por favor, suéltame – pidió algo más sumiso de lo que lo había hecho con anterioridad.

 

El moreno obedeció, pero lo siguió y, antes de que Kibum pudiera siquiera establecer una mayor distancia entre ellos, volvió a tomarlo de la muñeca para girarlo y ésta vez pegó sus labios a los del alto de un modo sorpresivo que dejó a Kibum idiotizado.

 

La verdad era que saber que el modista era tío de Jonghyun, y no otra cosa -pololo, novio, amante o otros tantos de los títulos que les había dado en su imaginación-, le alegraba de sobremanera. Si bien en un comienzo la actitud de Jonghyun le disgustaba no era por otra razón sino que él creía que el chico tenía algo con su jefe, pero ahora que sabía que no era así… ¿Qué más daba?

 

Kibum correspondió al beso, que aunque no quisiera reconocer, llevaba muchos días deseando, y Jonghyun al notarlo pasó una de sus manos hacia la nuca del rubio para intensificar la unión de sus labios, que le resultaba más placentera de lo que se había imaginado desde que lo conoció, porque él supo desde que lo vio por primera vez que quería besarlo y poseerlo, luego de esa corriente eléctrica que se produjo cuando tomó su mano al presentarse supo que sería más que interesante devorarlo a besos, y ahora estaba haciéndolo casi literalmente… con su consentimiento.

 

Habían salido de la cocina, pues cuando Jonghyun se acercó a besarlo terminó empujándolo contra la pared del pasillo para poder ejercer mayor presión sobre el cuerpo del rubio, quien a estas alturas estaba más que entregado a la situación. Jonghyun comenzó a mover sus manos dentro de la camisa que traía Kibum, rozándole la espalda con la yema de los dedos y creando escalofríos en el menor, que no hicieron más que intensificarse a la medida que las manos del moreno comenzaron un recorrido en reversa hacia abajo, topando con la pretina del pantalón, haciendo que el alto se separara agitado.

 

- Jong… ¡Jonghyun, para! – dijo posando sus manos en los hombros del moreno que guerrilleaba por volver a su cometido.

 

- Pero, ¿por qué? – dijo dándole un corto beso en los labios ya que Kibum estaba empujándolo de nuevo para liberarse.

 

- Porque… porque te estás pasando de tus límites… ¡Y vete antes de que pierda los míos! – dijo enfurruñándose consigo mismo por ser tan carne débil y cerró los ojos, esperando que Jonghyun se apartara y él no tener las ganas de pedirle que se quedara. Pero no fue necesario.

 

Jonghyun aprovechó su oportunidad y volvió a arremeter contra los rosáceos labios del rubio, quien se sintió el ser más ingenuo o idiota del planeta por creer que el moreno se alejaría por las buenas.

 

- Vamos, Kibum – le replicó cuando éste intentó, por enésima vez, separar sus cuerpos. – Si somos sinceros, aquí no tenemos a ningún novato en lo que vayamos a hacer… ¿o me equivoco? – lo miró burlón como esperando una contestación que sabía no llegaría.

 

Su desfachatez para decir aquellas cosas, enrojeció de sobremanera al rubio, quien sintió que no se podía dejar avasallar por alguien más de esa familia, suficiente había tenido con su jefe, así que se lanzó en búsqueda de los labios de Jonghyun, quien lo recibió con una sonrisa pícara y le pilló el ritmo.

 

Azorados por un calor que nadie más en la ciudad podía sentir, Kibum condujo al moreno a su ‘salón de ensueño’ dándose explicaciones mentales que nadie le pedía para auto-convencerse de que no había nada de malo en lo que estaba a punto de hacer.

 

Luego de cerrar la puerta, cayeron sobre un suave colchón de telas, riendo cuando a ratos algunos retazos se mezclaban con sus ropas, desesperándolos en el camino de encontrar sus cuerpos desnudos. Se besaban con desespero, con esas ansias que habían guardado durante largas semanas; Kibum tras su enojo y Jonghyun tras su desconcierto. Terminaron de arrancarse las prendas y Jonghyun sin ningún miramiento comenzó a preparar la estrecha entrada del rubio, quien soltó un quejido por la intromisión placentera aunque dolorosa.

 

- Jonghyun... ten más... cuidado – dijo retorciéndose bajo el cuerpo moreno.

 

- Lo siento, lo siento – se disculpó comenzando a acariciar el miembro del menor para que se relajara.

 

Luego de introducir un tercer dedo en la cavidad de Kibum, Jonghyun ya no aguantaba más un segundo sin internarse entre los muslos del rubio, así que se calzó el condón que había sacado del bolsillo de su pantalón justo antes de perderlo por algún rincón de esa pequeña pero caótica habitación y, con cuidado, como se le había pedido, introdujo su miembro desesperado en la entrada que lo esperaba con igual desesperación. Kibum soltó un gemido que se ahogó entre las telas y las paredes, mientras Jonghyun se hundía en él extasiado por el modo en que su hombría se perdía entre aquellos níveos muslos. Cuando el dolor había dado paso al placer ya por completo, Kibum atrapó los labios de Jonghyun aplacando los gemidos y suspiros que salían de sus bocas y saciando la sed de sus besos que parecía acrecentarse a cada segundo en que las embestidas iban aumentando su fuerza en el mismo ritmo en que su miembro era consentido mientras jalaba de los cabellos castaños como respuesta a las sensaciones que le producía tener a Jonghyun dentro de sí.

 

 

 

Estaban sudados en cada minúsculo lugar de sus cuerpos y sus respiraciones desacompasadas amenazaban con sacarles los corazones del pecho. Habían perdido la cuenta de la cantidad de veces que habían rodado por la habitación entre los movimientos bruscos de su rito sexual, hasta que, como en una explosión, sus últimos y sonoros gemidos resonaron en la cavidad bucal del otro como respuesta al orgasmo que habían alcanzado juntos.

 

En el momento en que Jonghyun salió de Kibum, cayeron uno al lado del otro rozando sus hombros intentando que sus signos vitales volvieran a la normalidad.

 

Sorpresivamente, con esa rapidez que comenzaba a caracterizarlo, Jonghyun rodeó a Kibum por la cintura de un modo casi posesivo y recorrió con su lengua la parte superior del brazo del rubio quien se volvió a estremecer por el húmedo contacto.

 

- ¡Aish, Jonghyun! ¿Por qué haces esas cosas? – le regañó incorporándose en sus cuartos traseros y limpiándose con el dorso de su mano los restos de saliva que el más bajo le había dejado. – Mira cómo quedó esto. ¡Está hecho un desastre! – se exaltó al ver que todo había quedado desparramado en un orden sacado directamente de una pintura dadaísta. – Me va a matar, me va a matar – dijo recordando, por una vez en toda la tarde, que tenía jefe.

 

- No te va a matar – le calmó Jonghyun dejándole suaves y cortos besos en su pálido hombro derecho. – No mataría al chico con el que salgo.

 

- ¡Já! ¿Quién te dijo que salgo contigo? – se burló el rubio, levantándose del suelo para calzarse la ropa interior y luego los pantalones.

 

- ¿Me vas a decir que después de todo esto – hizo un gesto con la mano señalando el lugar que él ocupaba y el donde se encontraba el rubio algunos momentos antes - no quieres salir conmigo?

 

- Yo no dije eso... pero tampoco he dicho que lo haré, no saques conclusiones apresuradas – le cortó antes de que Jonghyun pudiera esbozar por completo una sonrisa.

 

- No te entiendo, Kibum.

 

- No hay nada que entender. Tú mismo lo dijiste, aquí no hay novatos, Jonghyun, ambos sabemos cómo son las cosas. No esperaras que por un poco de sexo me piense amarrado a ti como una colegiala ¿no? – le soltó con petulancia, guardándose las ganas de burlarse del moreno por la cara de desilusión que se le había dibujado, pero en lugar de burlarse le guiñó un ojo antes de girar sobre sus talones y salir de la habitación mientras terminaba de abrochar su camisa.

 

- Ya veremos, Kibum, eso ya lo veremos – se dijo Jonghyun a sí mismo antes de pasar su ropa interior por sus piernas para seguir al rubio. Quizás tendría que persuadirlo de desordenar aquella habitación un poco más para convencerlo de que, aunque bien no era una colegiala, acabaría amarrado a él sin remedio alguno... como estaba seguro de que él ya empezaba a atarse solo.

Notas finales:

Yyyyyyyy... eso sería (:

Espero les haya gustado y si no... bueno, tienen toda la libertad de decirlo en los rw! jajsajsa

Saludos y nos leemos ojalá pronto! n-n


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