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Aunque se nos fuese la vida. por Grifo

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Notas del capitulo:

Bueno, hola a todos de nuevo!! La verdad es que estuve trabajando en esto desde hace mucho tiempo, lo tengo terminado hace unas semanas ya pero no pude subirlo, sin embargo acá estoy!

Es una pareja a la que le tenía ganas hace bastante, pero se me hizo algo largo, que se le va a hacer!

Bien, disfruten!!

Los personajes le pertenecen a Masami Kurumada.

-          ¡Mira, mira! – el pequeño lo tomó de la mano y comenzó a arrastrarlo hacia adelante mientras corría señalando con su mano libre la gran atracción - ¡Quiero subir a ese! ¡Vamos, vamos, vamooos! – le rogó agarrando con sus dos manitos su muñeca y colgándose de ella, intentando elevar los pies del suelo sin tener en cuenta que si bien era pequeño, no lo suficiente como para ser tan liviano. Esto provocó que el mayor se agachara ligeramente para luego erguirse y tomar fuerzas.

-          No creo que podamos pasar a ese – vio la desilusión en sus ojos verdes y decidió darle ánimos – pero podemos intentarlo, si tienes la estatura requerida seguro pasaremos.

La verdad es que llevar a su hermanito Aioria al parque de diversiones no era lo que tenía planeado para ese día. Sus padres lo habían castigado y le encomendaron el cuidado del pequeño quien lo primero que dijo, o más bien gritó, fue que quería ir al parque de atracciones. Cualquiera pensaría que ir a los juegos era el mejor castigo del mundo, sin embargo Aioros pensaba muy diferente, el terror se apoderaba de si al ver esa terrible montaña rusa. Ésta era la atracción principal del parque, una imponente y gigante construcción que iba y venía, de aquí a allá, veía a las personas que se subían en ella ser transportados violentamente sentados en esos carritos, iban colgados cabeza abajo y ahora daban reiteradas vueltas en círculo. El escuchar sus gritos y el ruido del juego al movilizarse por los rieles le ponía la piel de gallina. Sólo esperaba llegar a la entrada de la atracción y que le dijeran que su pequeño hermano no calificaba con la altura necesaria, había más juegos, por ejemplo unas inofensivas hamacas, cosas… normales, ¿no?

Con miedo disimulado se aproximó con su hermano, y se formaron en la fila. No era muy larga para su desgracia, intentó varias veces llamar la atención del castaño ofreciéndole otros juegos, pero no, el pequeño solo quería aquellas atracciones que sentía le quitarían la vida. Una vez en la entrada el hombre que la custodiaba procedió a medir a Aioria, siendo éste más alto de lo necesario por tan solo un par de centímetros, centímetros que Aioros quiso hacer desaparecer con rabia al tocar suavemente la cabeza de su hermano en forma de “felicitaciones”, lo que buscaba realmente era hacerlo tapón de piso, cosa que no sucedería claro. Lo siguiente pasó más rápido de lo que hubiera pensado, les hicieron tomar asiento en lo que él denominó “la sillita de la muerte”, los sujetaron con cinturones y un gran aparato en los hombros, elementos de asfixia se dijo, más gente se sumaba, ¡era un matadero!  Se sentía como en una sala de tortura. A su costado se encontraba la entrada de la atracción, escuchó un llanto desgarrador, al fin alguien lo entendía, al girar su cabeza vio un niño llorando desconsolado porque era demasiado pequeño para poder entrar, un chico mayor a su lado, diría de su edad, intentaba calmarlo mientras se lo llevaba.

-          Quisiera ser tú – dijo bajito, el niño no lo escuchó, nadie lo hizo en realidad.

-          Bienvenidos al “Gran Desafío”, recuerden no sacar piernas ni brazos fuera del juego. Si desean detenerse sólo deben levantar la mano. Que se diviertan – Era el mismísimo diablo hablando por los parlantes. Lo veía claramente, rojo, con cuernos y cola, en su mano estaba el micrófono y en la otra su tridente puntiagudo. Diviso un aura de fuego a su alrededor, sus ojos endemoniados se calvaron en él y sonrió, ¡colmillos! Se quería bajar, miró al pequeño castaño a su lado (como pudo, ya que los aparatos de seguridad, o tortura, le impedían moverse con facilidad) éste le devolvió una mirada llena de entusiasmo e ilusión acompañada de una enorme sonrisa.

Escuchó una sirena, y el juego se puso en marcha, era la señal indicando que empezaba el recorrido. El comienzo fue tranquilo, fue un ascenso pacifico, demasiado para su gusto. La caída fue brutal, apretó fuertemente nos ojos, los carritos iban de un lado a otro, girando, doblando, cambiando de dirección, hacían volteretas bruscas en el aire, provocando que su rostro se golpeara con los aparatos de seguridad a su costado. No hacía más que gritar, no sabía si lo hacía por terror, o por la sensación que el juego provocaba en su cuerpo. El aire lo golpeaba de lleno, decidió abrir sus ojos, se mareó como nunca, veía su alrededor a toda velocidad, perdía de vista a la gente, no sabía dónde estaba. En un momento el juego se detuvo, para comenzar el mismo recorrido marcha atrás, eso fue lo peor, cerró los ojos y se dejo llevar, no había nada que pudiera hacer al respecto y el levantar la mano nunca fue una opción. Finalmente, después de 3 o quizás 4 tortuosos minutos la atracción paró definitivamente, se levantaron los seguros y las personas se pusieron de pie. Tomó de la mano a Aioria que estaba bajo los efectos del mareo y salieron como pudieron.

-          ¡Increíble! ¡Hagamos otra vuelta! - ¿Quién dijo eso?  Miró a sus costados, derecha, izquierda, más abajo su hermano lo miraba con detenimiento ¿Había sido él?

-          Aioros, creí que le tenías miedo.

-          ¡Sí, pero ahora que lo probé me encanta! ¡Vayamos de nuevo! – Definitivamente su subconsciente le estaba jugando una mala pasada, sus labios se movían solos, las palabras salían atropelladas de su boca, estaba agitado.

-          No lo sé, no estoy seguro – lo miro algo raro el castaño.

-          Ohh vamos, no me digas que ahora tienes miedo.

-          ¡Ey! No, solo que estoy algo mareado – se defendió del repentino tono presumido que detectó en el otro.

-          Lo lamento, yo también. Tienes razón, vayamos a otro– tanta vuelta le habían afectado. Le sonrió con cariño y tomándolo de la mano se encaminaron a “los juegos menos peligrosos”, como él les llamaba - ¿Qué te parecen los autos chocones eh?

-          ¡Vamos, vamos! – y continuó corriendo, el pequeño parecía haberse recuperado fácil.

Hicieron la fila y cuando tocó su turno se subieron en autos separados. La parte que más le divertía al castaño era chocar al resto de los niños, tanto que Aioros temía por esa brutalidad en su hermanito, cada vez que lo veía en esos juegos notaba sus ojos entornados, como un felino listo para cazar a su presa, juraría que tenía alma de asesino serial, o que en otra vida había sido un feroz animal. Se asustó un poco cuando vio al pequeño chocar con violencia a otro niño desde atrás, haciendo que este llevara su cabeza hacia adelante por el envión y provoco en su hermano una risa malévola que jamás había oído. Pero el niño no estaba solo, era el mismo de la montaña rusa que no había podido pasar, estaba acompañado nuevamente por el chico mayor que ahora era quien manejaba, supuso que era su hermano, ambos peliazules. Éste se giro a ver a Aioria, y logrando escaparse del rejunte de autitos comenzó a perseguirlo para chocarlo suavemente, y comenzar a reír junto a su compañero por haberlo alcanzado. Segundos después sonó la campana que anunciaba el final del juego.

Aioria se bajó del autito y corrió hacia el mayor, revoloteando a su alrededor.

-          ¿Lo viste, lo viste? ¡Choqué al otro niño! – lo acompañó a la salida saltando atrás suyo.

-          Si te vi, ¡un poco más y lo dejabas sin cabeza!

-          Lo sé, pero luego se vengaron.

-          Lo bien que hicieron, fueron valientes, no me animaría a enfrentarme a Satanás reencarnado – esto último lo dijo bajo, su hermano lo escuchó, pero éste no tenía idea de quién era Satanás.

 

-          ¡Ey! ¡Queremos una revancha! – escucharon a sus espaldas. Cuando se voltearon vieron a los peliazules, el niño estaba al frente y miraba desafiante a Aioria.

-          Bien, pero no vayas a perder tu cabeza– le dijo el castaño algo burlón.

-          Aioria, no seas bruto – lo reprendió el mayor tocando su cabeza.

-          Déjalos, son niños – comentó riendo el peliazul mayor – Milo, yo no te acompañaré, dile a mi hermano.

-          Ohh, ¿Por qué no? – se lo noto algo desilusionado.

-          Ya nos subimos siete veces, creo que Kanon está esperando su turno desde que nos subimos por segunda vez – miró a las vallas que dividían el juego del resto del parque, vio a su gemelo prácticamente colgado de ellas, con una terrible cara de desesperación, realmente quería subirse.

-          Bien, iré con él – y el pequeño salió corriendo, después de hacerle una seña a Aioria para que lo siguiera.

-          Siento mucho el golpe de antes – dijo Aioros una vez se quedó solo con el peliazul. Se hicieron a un lado cuando pasó el gemelo con ambos niños corriendo para ponerse en la fila, y ambos se posicionaron detrás de las vallas.

-          No hay porque, ya nos subimos varias veces y hemos tenido algunos peores – comentó con una sonrisa – Milo quería subirse a la montaña rusa pero no pudimos, así que estamos aquí desde ese momento, se emocionó demasiado con esto.

-          Entiendo, ¿hermano pequeño?

-          No, primo, mis tíos tuvieron que hacer un viaje al extranjero y necesitaban que lo cuidáramos, y aquí estamos.

-          ¿Y cuánto tiempo dura el viaje?

-          No lo sé, dijeron que podían ser semanas, o casi un mes.

-          Oh, yo estoy aquí porque me castigaron, tuve que traer a Aioria.

-          ¿Tus padres creen que es un castigo venir al parque de diversiones? – estaba divertido por lo que le había dicho.

-          Para mí lo es – comentó algo avergonzado, no solía hablar sobre el espanto que sentía por esas imponentes atracciones.

-          Entonces no se si decir que has tenido suerte al poder subir al juego.

-          Ni lo menciones, no estuvo tan mal de todas formas.

Ambos jóvenes se miraron, el peliazul le sonrió.  

-          Por cierto, soy Saga – ofreció su mano que fue rápidamente estrechada por el moreno.

-          Aioros.

Si alguien hubiera preguntado por qué decidió bajarse de los autos chocones, su juego preferido, para dejar que su hermano disfrutara un poco con su primo no hubiera tenido respuesta. No una que pudiera admitir a los cuatro vientos sin sonrojarse mínimamente. La verdad era que Aioros había llamado terriblemente su atención, y aprovechó la desesperación de su copia colgada en las vallas como excusa para quedarse con el moreno.

Los gemelos disfrutaban de cuidar a Milo, éste tenía sólo 10 años, mientras que los mayores 18. La juventud y vitalidad del pequeño les hacía recordar su infancia, esos momentos en los que no debían preocuparse por las responsabilidades. Este año los hermanos estaban comenzando el camino a la Universidad, el estudio y el trabajo se juntaban complicando un poco sus ratos libres y aprovechaban al máximo el tiempo con el pequeño.

-          Parece que Aioria se ha hecho un amigo – no sabía si afirmar o preguntar, así que solo miró al peliazul a su lado, ambos estaban divertidos viendo a los tres chicos en el juego.

-          Parece que si, Milo es muy apegado a la gente que conoce – le devolvió la mirada sonriendo.

-          Entonces creo que nos veremos seguido.

Excelente, no pedía nada más.

-          Por cierto, ¿por qué te castigaron? – no había reparado en eso hasta el momento.

-          Mis padres una noche salieron, comentaron algo antes de irse pero yo no los escuché. Creí que Aioria estaba en la casa de algún compañero entonces salí con mis amigos – recibió una mirada divertida y comenzó a reír - Cuando ya estaba lejos recibí una llamada de mis padres, ellos estaban en un restaurante y un vecino los había llamado para avisarles que Aioria estaba gritando y correteando por toda la casa. Habían avisado a la policía, cuando llegamos estaban los patrulleros fuera y la casa por dentro era un desastre.

-          ¡No puedo creer que hayas abandonado a tu hermano! – Saga se estaba riendo por el descuido.

-          Lo sé, yo tampoco, a mi me pareció gracioso, pero mis padres me castigaron por tres meses, tuve que limpiar el desastre y no puedo salir, salvo que no sea con Aioria para llevarlo a algún lugar específico. Sólo me permitían ir a clases – terminado el relato ambos jóvenes comenzaron a reír divertidos por el descuido del moreno – Soy muy distraído a decir verdad, no me extraña lo que sucedió.

-          Entiendo, cosas que pasan – terminó la frase y apareció su hermano con los niños que comenzaron a correr hacia otra atracción.

El gemelo menor se quedó con ambos chicos. Pasó su mano por su cabello mientras resoplaba, necesitaba un descanso y el día recién comenzaba.

-          Hoy está inquieto, más que de costumbre – comentó a su hermano mayor. Miro al moreno a su lado – Hola…

-          Aioros – presentó Saga a su acompañante – el hermano de Aioria, él es mi hermano Kanon.

-          Mucho gusto – el moreno lo miró despreocupado y sin llevarle mucho el apunte habló con Saga - menos mal que los encontré a ustedes – el castaño podía ponerse muy denso cuando quería algo, y Aioros no estaba muy dispuesto a subirse a todos los juegos.

-          Menos mal que encontró a Milo diría yo jajaja – comentó Kanon riendo, escuchó que lo llamaban y vio a los dos pequeños que le hacían señas a lo lejos – Bien, hoy me toca ser niñero – y se encaminó hacia ellos a paso rápido.

Tras él iban su hermano y Aioros tranquilamente charlando. Y así estuvieron casi toda la tarde, de vez en cuando los gemelos se turnaban, logrando el moreno entablar una conversación con los hermanos encontrando leve diferencias en el trato entre cada uno. Supo que vivían a pocas cuadras de su casa, e inmediatamente recibió una invitación para salir a tomar algo algún día. Intercambiando números y con la excusa de los pequeños Saga tenía asegurado que vería de nuevo al moreno.

¿Tres, cuatro días? No sabía cuánto tiempo había pasado Aioria molestándolo para ver a Milo, a veces se preguntaba si el castaño no tenía amigos, quizás ya habían sido víctimas de su extrema brutalidad, entonces recordaba que estaban en época de vacaciones por lo cual muchos de ellos no estaban, y que más de una vez tuvo que llevarlo a las casas de otros niños, así que descartó esa idea. Al principio no había querido llamar, sin embargo ante la insistencia del menor decidió contactarse con alguno de los gemelos. Cuando fue en busca de su teléfono se encontró con dos mensajes no leídos, uno de Saga y otro de Kanon, algo diferentes el uno del otro.

 

“¿Qué te parece si llevamos a los niños al parque que está en el centro?” – decía el de Saga.

“Aioros, ¿Quisieras ir al cine? O donde sea, estoy libre a cualquier hora.” – Kanon.

Diferentes, ¿no?

Bien, a ver ahora como resolvía las cosas. Bastante despistado el chico, no tenía idea del significado del mensaje de Kanon, es que a Aioros no se le daba por captar las indirectas… las directas tampoco, no tenía un solo pelo de idiota, solo que era algo distraído. Así le respondió a Saga confirmando el encuentro, y ofreciéndole a su gemelo el verse en el mismo parque misma hora, recibiendo una seca afirmación. Otro día tendrían tiempo de salir al cine.

-          ¿Dónde están? – otra pregunta más y creía que iba a estallar. Aioria llevaba horas hablando, es que cuando empezaba no se callaba, primero feliz por ver al peliazul, luego entusiasmado preguntaba constantemente a qué hora lo vería, y ahora que estaban en el parque no hacía más que buscarlo.

-          Están en camino – respondió por décima vez.

-          ¿No que viven cerca?

-          Sí, pero se atrasaron.

-          ¿Cómo lo sabes? - ¿Desafiaba sus intuiciones?

-          ¿Los ves por algún lado? – preguntó como respuesta alzando una ceja.

-          No.

-          Bien.

 

Silencio, había logrado callarlo, la forma de hacerlo era ganando su pelea verbal, siempre funcionaba…

 

-          ¿Y si tuvieron un accidente?

1, 2, 3, 1000 – Aioria, ve a dar una vuelta, quizás los encuentres – Contar hasta todos los números existentes no iba a dar resultado. Vio como su hermanito se marchaba corriendo, y daba una vuelta a la plaza. La tranquilidad le duró poco, a los minutos el castaño volvió solo y decepcionado. Abrió la boca para comenzar a discutir de nuevo – Ve a dar otra – lo calló a tiempo y lo vio retomar el paso. No entendía porque se había negado a comenzar a jugar sin Milo. Completó la segunda vuelta sin resultados, y esta vez no esperó la orden, se encaminó a una tercera. Como dicen, la tercera es la vencida, resulta que se había encontrado a los tres chicos en su caminata y ahora volvía al banquito donde estaba sentado su hermano, acompañado.

-          Chicos, ¿Qué sucedió? – preguntó el moreno por el retraso.

-          El bus, Kanon… más que nada Kanon – se excusó Saga, recibiendo un golpe por parte de su hermano.

-          Lo siento, fue el bus.

-          No intentes arreglar las cosas.

-          Está bien, después de todo no esperamos mucho, ¿no es así Aioria?

-          ¡No, le di como cuatro vueltas a la plaza buscándolos! – debía que enseñarle a mentir, o disimular mínimamente.

-          Ehh, no importa, ¡vayan a jugar! – así se puso de pie y empujó a los dos niños levemente, volviéndose a sentar. Esta vez, ninguno de los gemelos acompañó a los pequeños, sino que se sentaron uno a cada costado de Aioros. Y se miraron.

-          ¿No vas a ir con ellos? – le preguntó Kanon al mayor.

-          Ve tú – lo miró sorprendido, hacía rato lo veía algo extraño a su hermano.

-          No hay problema, pueden divertirse solos – el moreno sintió un ambiente levemente tenso, por lo cual le restó importancia al asunto, palmeando los hombros de los gemelos al mismo tiempo.

Durante gran parte de la tarde se mantuvieron ahí sentados, por decisión de Aioros fue cuando se levantaron y acompañaron a los dos chicos, ya que el castaño no hacía más que llamar a su hermano a gritos para que lo viera hacer quien sabe que en las hamacas. Sintió algo distante a Saga, quizás un mal día, una riña con su hermano, algo, no sabía. Lo mismo pasaba con Kanon. Fue así hasta que el gemelo menor se vio obligado a acompañar a su primo, quedando solo con el mayor.

-          ¿Sucede algo? – preguntó algo alejados del resto.

-          Para nada, ¿por qué preguntas?

-          No lo sé, te veo diferente al otro día.

-          No, no es nada, quizás te parece – le respondió sonriendo, logrando tranquilizar al otro. Así se le vino algo a la cabeza – Hablando del otro día ¿Recuerdas la película que dijimos que queríamos ver? – recibió una afirmación – Bien, se estrena esta semana, el jueves precisamente ¿Me acompañas?

-          Genial, ¿sabes las funciones?

-          No, pero cuando pueda me fijaré ¿a qué hora quieres?

-          No lo sé, prefiero de noche que se que no debo cuidar a mi hermano.

-          Bien, luego te aviso por mensaje.

Kanon que estaba con los pequeños, escuchó todo.

 

Ya la tarde se estaba yendo, por lo cual decidieron volver de un buen día en el parque. Los cinco chicos se encontraban caminando hasta la estación de autobús, siendo los peliazules lo que seguían de largo hasta otra estación.

 

El camino comenzó en silencio, éste era roto por la vocecita de Milo que le contaba al gemelo mayor lo que se había perdido al estar charlando con el moreno. Cada vez que los hermanos oían ese nombre se miraban con recelo. Cuando el pequeño vio que ninguno de los dos le estaba prestando atención se calló y miró al suelo. No estaba triste, sólo quería llamar la atención, luego se olvidó y se entretuvo con otra cosa. Así era su mente, las cosas iban y venían.

Aprovechó Kanon entonces que el más chico había hecho silencio y encaró a su hermano.

-          ¿Qué es lo que está pasando?

-          Creo que nos debemos una charla – Saga lo miró, ya sabía por dónde iba el tema.

-           Me gusta.

-          A mí también.

Esas respuestas alcanzaron y sobraron a cada uno, se miraron unos segundos hasta continuar con la vista al frente, se quedaron callados, ninguno de los dos pensaba ceder, si alguno debía quedarse con el moreno, ese sería decidido por él.

Dispuesto entonces a ganar, Saga puso su plan en marcha a penas llegó a su casa.

Notas finales:

Bueno, espero les guste! Dejen sus comentarios por favor! Nos vemos en el siguiente capítulo!


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